Una joven con cabellera negra y ojos avellana miraba el cielo matutino desde el balcón de su casa, le encantaba mirar arriba aquel territorio azulado cuando tomaba su respectivo baño de sol. Aunque estuviera muchas horas en exposición del astro rey, no le hacían ningún efecto negativo; es como si en vez de perjudicarla… le beneficiaria.
-.Ale… ¿vas a ir al hospital?
-.emm… ¡sí! —dijo sonriendo—.
-.pues es hora de que nos vayamos yendo. Aprovecha tus últimos días de vacaciones…
-. ¡Vale!
Se fue a su cuarto, todavía con su sonrisa dibujada todavía en su rostro… agarra su frondoso cabello y se lo empieza a cepillar con mucha delicadeza… cuando de pronto, un cabello cae enfrente suyo, ese era de color dorado. Esto de inmediato le hizo le desanimo tanto… que solo se cruzó con su reflejo en su espejo y estallo en lágrimas.
-.vaya… tiene tanto tiempo…
-.”¡¡¡Basta…!!!”
-.este ya es un recuerdo imborrable… —se mira un rato más cuando comenzó a limpiarse sus lágrimas en sus manos y se cepillo por completo— “no debo dejar que mi madre me vea asi…”
-. ¿Ya estas lista?
-. ¡Sí!
Fueron los minutos más largos de su vida en lo que el silencio reinaba entre ella y su progenitora. Solo cuando pararon fue cuando rompieron el hielo.
-.nos vemos, vengo por ti en dos horas.
-. ¡Si ma!
-.pórtate bien.
-.si…
Se retiró y se fue corriendo al hermoso jardín donde se encontraba; era hermoso en cuando a flora, hasta mucho más con los rayos del astro rey.
-. ¡Hogar dulce hogar! —cayo al pasto y mira al cielo— aunque… siempre me he querido enamorar de verdad. ¡Ah! ¡Que desgraciada es mi vida!
Esta se levanta sino antes recoger algunas flores silvestres para todo mundo… en especial para una persona…
-.bienvenida de nuevo —sonrió un doctor—.
-. ¡Gracias! Vine a dar un vistazo.
-.tus visitas siempre serán para bien.
Ella visito a cada uno de los enfermos iluminando sus habitaciones con cada una de sus sonrisas que hacen recordar al día, también con su ramo de flores y su aliento a cada uno para seguir adelante. Solo le faltaba una persona en su lista…
-. ¿Abuela?
-. ¡Alejandra! —menciono algo apagada.
-.hace mucho que no venía a visitarte…
Para la pelinegra, su abuela era la mejor persona del mundo, su adoración, su -todavía- razón de vivir… ya que ella tenía que cuidar y ver de ella pero nunca le ha molestado en absoluto.
-.no te preocupes, hija.
-.abuela… no digas eso, enserio me preocupo por ti.
-.muchas gracias. —Sonríe algo nostálgica—.
-.abuela… —se sentó a su lado y le sostuvo la mano—. ¿Qué es ahora?
-.te vi a ti…
-. ¿Otra vez?
-.esta vez fue diferente, tu tenías el cabello rubio, una espada con un resplandor abrumador y estabas junto con otra chica… no le vi la cara, pero estaban agarradas de las manos.
-. ¡¿Qué?! Abuela… ¡no soy lesbiana! —dijo completamente sonrojada—.
-.jiji. No digo que lo seas Alejandrita.
-. ¿Eh? ¿Qué quieres decir entonces?
-.el amar de muchas formas y colores. No cuenta en los que sientes por alguien… hasta puede ser este día…
-.abuela, me estas asustando…
-.perdona… —esta sonríe y le acarisia su cabeza de su nieta— pero digo que reconsideres mi respuesta.
-.de… acuerdo…
Esta se levanta, le planto un beso a su familiar y se despide de ella con una amplia sonrisa de ella. A punto de salir del edificio… una sensación indescriptible hace que voltee para su lado opuesto. En los microsegundos en que fue aquella acción, vio a una chica de ojos morados y de cabellos grises… mirándola fijamente a sus ojos; hermosa de verdad.
Todo su mundo se le paro a esta chiquilla y sus sentimientos se le desbordaron y no la dejaron ni respirar cuando esta salió del hospital tenía toda la cara más parecida, a la de un tomate.
-.dios mío… ¡¿Qué me está pasando?!