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The one that I want por ArisuAkagi

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Slam Dunk le pertenece a Takehiko Inoue. No sé a quién pertenece el musical "Grease" pero seguro que a mí no.

The one that I want

by Arisu

 

 

 

 

 

Banda Sonora: "The one that I want" - Grease, the movie. John Travolta-Olivia Newton John.

 

 

 

 

 

 

 

3

 

 

 

El día del estreno de "Grease, un musical yaoi", Ryounan era un loquero. Detrás del escenario  había un nube de vestuaristas, maquilladoras, ténicos de luces y sonido, extras enloquecidos porque no encontraban su ropa y actores de reparto repasando frenéticamente sus líneas.

 

 

 

Del otro lado del telón, los espectadores toman asiento. El auditorio de la escuela estaba atestado de gente, la mayoría fanáticas del yaoi enloquecidas que no hacían más que gritar "¡¡¡Sendou!!! ¡¡¡ Rukawa!!!"

 

 

 

En la primera y segunda filas estaban los invitados especiales. Sendou había insistido en invitar a los equipos rivale de siempre para que asistieran a su momento de gloria. Invitó a Shohoku, Shoyo y Kainan. Ninguno se rehusó, tenían muchas ganas de ver cómo Sendou y Rukawa hacían el ridículo.

 

 

 

Koshino no tuvo tiempo de seguir espiando, debía ayudar a vestir al elenco y le hubiera encantado vestir a Akira Sendou pero no fue el caso. Afortunadamente para él, no le tocó vestir a Rukawa. A él se lo disputaron el equipo completo de vestuario, maquillaje y algunas más que nadie sabía cómo habían llegado detrás del escenario. Era una turba de chicas de la que apenas se distinguía la cabeza del Super Rookie.

 

 

 

En los últimos segundos antes de que subiera el telón, Koshino fue detrás del escenario para cerciorarse de que el ramo de flores que pensaba darle a Akira estaba en su lugar. Sonriendo, contento de que la que pesadilla estaba a punto de terminar, se paró junto al telón para ver la obra... no, a Akira, desde una posición privilegiada. La música comenzó, las luces se apagaron y la obra comenzó.

 

 

 

Durante los primeros cuadros, el griterío de las chicas de la platea fue ensordecedor. No cualquiera podía soportar el carisma de Akira Sendou sentado juciosamente en una butaca. Incluso Koshino podía comprenderlas, aunque quisiera meterlas en una caja de encomiendas y mandarlas a Abudabi. Eran tan escandalosas que incluso opacaban las risotadas de los basketbolistas que casi rodaban por el suelo. Eh, Akira no lo hacía tan mal, incluso el kitsune era pasable, pero él tenía al mono pelirrojo defendiendo su honor a cabezazos.

 

 

 

En uno de sus descansos, Rukawa vio a su novio y pronunciando un "idiota" por lo bajo, sacó su celular y tipeo un mensaje. En menos de cinco segundos tenía al pelirrojo a su lado y después de una discusión de la que sólo pudieron discenir la palabra "sex", Hanamichi Sakuragi se quedó quietecito junto al escenario. Las chicas que trabajaban en la obra enloquecieron y caminaban arrojando corazoncitos por los ojos. Koshino rodó los ojos, ¿qué le veían las mujeres al yaoi? Miró su reloj, faltaban unos treinta minutos para que terminara, podía resisitir, sí, sí, ¡podía hacerlo!

 

 

 

Para el tramo final de la obra, las cosas seguían igual, aunque las chicas del club yaoi "SenRu" había sacado pancartas con las fotos de Akira y Rukawa,  llenas de corazoncitos. Incluso había un par de enfermas haciendo cosplay. Koshino se cruzó de brazos: iba a ignoralas. No debía responder a esa provocación aunque pensó en peguntarle a Sakuragi cómo hacía para dar cabezazos sin morir de una lesión cerebral. Pero el pelirrojo de Shohoku no estaba en condiciones de responder preguntas. Era obvio que no le gustaba nada ver la actuación de Rukawa ni la de Sendou. A Koshino tampoco le causaba gracia verlos actuar como enamorados pero podía sublimar imaginando que pisaba a Rukawa con su propia bicicleta.

 

 

 

Aunque el problema no era precisamente lo que sucedía en el escenario, sino debajo de él. Koshino podía distinguir las voces de Fukuda y Nobunaga Kiyota, abrazados, gritando a todo pulmón: "Es tuyo, Sendou", "Hazle un triple, puercoespín" y luego saltando como desaforados al grito de "¡marca sexual, marca sexual!"

 

 

 

 

 

Koshino hubiera podido contar las venas en las sienes de Sakuragi, pero estaba muy ocupado evitando que las suyas explotaran. Lo que no sabían esos idiotas era que él podía controlarse pero Sakuragi no. Estaba rojo como su cabello y le salían chispas por los ojos. Y lo peor era que en vez de estar ofendido con los groseros del público, Hiroaki notó que los ojos incandescentes de Sakuragi estaban clavados en Akira.

 

 

 

Koshino estaba preparado para atajarlo porque estaba seguro de que Sakuragi se lanzaría sobre Sendou en cualquier momento. Y todo hubiera salido bien sino fuera por Rukawa que apareció junto a ellos, listo para salir al escenario. Vestido de negro, con un pantalón de cuero perfectamente ajustado (cuando Koshino hacía su trabajo, lo hacía a la perfección), un top negro que marcaba cada uno de sus bien trabajados abdominales y el cabello peinado hacia atrás, bien de los cincuenta, hasta Koshino debía reconocer que se veía absolutamente comestible.

 

 

 

Miro a Sakuragi con su cara de nada pero en cuanto piso el escenario, sonrió sensual y ¡cómo movía sus caderas al caminar! El salón se vino abajo con los gritos y los aplausos. Cuando Akira comenzó a cantar, arrodillándose frente a Rukawa con una sonrisa encandilante, Koshino no sólo escuchó el nivel de los gritos aumentar los decibeles, también oyó una de las venas de la frente de Sakuragi reventándose con un estruendoso pop.

 

 

 

Koshino intentó evitar que el mono pelirrojo se lanzara contra ellos pero fue en vano: como una locomotora que arrastra todo a su paso, Sakuragi se metió al escenario decidido a golpear a Sendou. Pero Sendou y Rukawa, además de actuar convincentemente, eran jugadores de basketball y podían evadir una acción como esa sin pestañar. Tan graciosamente se apartaron que en la platea gritaron ole mientras Sakuragi caía estrepitosamente en medio del escenario.

 

 

 

 

 

El auditorio quedó un momento en silencio, incluso habían interrumpido la pista de música. Apenas se escucharon unos carraspeos incómodos hasta que una tímida vocecita pronunció las palabras que perseguirían a Koshino en sus pesadillas: —¿Kosh...Hana?

 

 

 

Koshino abrió los ojos y vio una masa pelirroja sobre él, más bien metido entre sus piernas. En su carrera, Sakuragi lo había arrastrado hacia el escenario mientras trataba de detenerlo y cuando se tropezó con sus propios pies, lo había aplastado contra el piso en una posición bastante comprometedora. ¡AGH! ¡Soñaría con eso el resto de su vida! Ya se veía asistiendo a terapia cinco veces a la semana para superar el trauma. Nada podía ser peor que eso... Pero las profecías autocumplidas eran una especialidad de Hiroaki.

 

 

 

Cuando las risas empezaron y el griterio volvió a llenar el escenario, Sakuragi comenzó a levantarse y Koshino gimió... de dolor, ¡cualquiera lo hubiera hecho si un mono gigantesco le hubiera caído encima! Pero nada se escapaba a los oídos de las fujoshi que comenzaron a sacar pancartas "HanaKosh" de la nada. ¡Por dios! ¿Qué tan pertubadas estaban esas tontas?

 

 

 

Aunque Koshino hubiera preferido cien veces el fanatismo de esas locas a las risotadas de los equipos invitados y a Nobunaga Kiyota saltando y gritando a todo pulmón: "¡Hiro Uke, Hiro Uke!"

 

 

 

Parecía que todo terminaría ahí: el musical estaba arruinado, Koshino se moría de la vergüenza y Sakuragi tenía un ataque de pánico escénico lo que hacía que sus manos sudaran copiosamente haciéndolo resbalar cada vez que intentaba levantarse. Koshino rogaba para que alguien lo sacara de su miseria. Por supuesto, para terminar de obtener su odio eterno y completar la cuota de humillación del día, esa persona fue Kaede Rukawa.

 

 

 

Quién hubiera pensado que el freezer caminante de Shohoku era tan celoso como su novio. Entre los silbidos y gritos de las chicas, tomo al pelirrojo de la camisa con una mano y comenzó a arrastrarlo por el escenario como un cavernícola llevaría a una mujer. ¿Qué tenía eso de bueno? Las chicas gritaban histéricas agitando sus pancantas "RuHana", Koshino supo que jamás entendería a las mujeres.

 

 

 

Pero había cosas más importantes como por ejemplo levantarse del escenario y arrastrarse al pozo más profundo que encontrara a su alcance. Había perdido su oportunidad de declararse, no podía hacerlo después de ser el culpable de arruinar la obra. ¿Por qué las cosas siempre le salían mal?

 

 

 

y claro, por supuesto que la música comenzó a sonar, musicalizadores inoportunos, como si necesitara que le musicalizaran el peor momento de su vida.

 

 

 

—Hey, Hiro-chan, levántate, necesito un favor... —Sendou no parecía enojado, al contrario, tenía una de sus preciosas sonrisas.—Párate aquí... eso, tú no tienes que hacer nada, yo me encargo del resto...

 

 

 

Koshino miró al suelo, no se atrevía a levantar la vista. ¿Por qué había una cruz blanca marcada con cinta en el suelo? Oh, no...

 

 

 

Akira se arrodilló frente a él, mientras el salón ya tenía rajaduras por las vibraciones de los gritos. Koshino ni siquiera tuvo tiempo de sentir vergüenza porque Sendou lo mantenía dando vueltas, bailando y cantando a su alrededor. Koshino casi cerró los ojos, esa tortura no iba a durar más de tres minutos. Podía soportar la platea de baskebolistas que aplaudían y coreaban "beso, beso" ¡¿Qué?! Abrió los ojos en el medio del giro y perdió el equilibrio. No llegó a caer porque los fuertes brazos de Akira Sendou lo sostuvieron.

 

 

 

—Tú sabes lo que dicen, Hiro: el público siempre tiene la razón—y antes de pudiera decirle que el dicho hablaba del cliente, Akira ya lo estaba besando, inclinándolo hacia atrás y todo.

 

 

 

Decir que el público rugía es un lugar común, pero eso fue exactamente lo que pasó. Incluso tuvieron que clausurar el anfiteatro por daños estructurales. No era para menos, entre los gritos histéricos de las chicas y los silbidos de los chicos, fue milagro que no se viniera abajo.

 

 

 

Pero Koshino ni siquiera notó el ruido porque Sendou lo siguió besando aún después de que el director mandó a cerrar el telón. Apenas si por un rabillo del ojo hecho un último vistazo al auditorio. Lo unico que pudo divisar fue una pancarta solitaria agitándose en el fondo del salón. SenKosh,decía, en letras de corazoncitos.

 

 

 

Y por primera vez en el día, esas locas le cayeron simpáticas.

 

 

 

 

 

 

 

FIN

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Nota de la autora: ¡Diez años después, la conclusión! Soy demasiado vaga XD

 

 


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