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Ayudame a recordarme por Shiochang

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Ayúdame a recordarme

Lamento haber tardado tanto, como he dicho en el otro fic, perdí el Disco Duro de respaldo y con él toda la información que tenía, incluidos los capítulos inconclusos de mis historias, que es lo que más lamento dado que estaba respaldado incluso el esbozo general de todos mis fics, lamento no haberlo impreso. En fin, como ya no puedo hacer absolutamente nada, voy a tener que poner a funcionar a full mi imaginación y sacar a mis musas del armario, así que espero les guste el capítulo tanto como el resto de la historia.

La magia de los Potter

“Creo que no debimos informar al departamento donde íbamos a quedarnos” se dijo Draco fastidiado por la presencia del pelirrojo y de su padrino ya que su querido Harry iba a tener que permanecer oculto debajo de la apariencia de Heinrich mientras ellos estuvieran allí.
El moreno miraba al pelirrojo como quien no entiende las cosas, preocupado por las últimas palabras del otro auror.
- ¿Cómo es eso de que se desapareció el velo de la muerte? – Dijo intrigado – ¿y se puede saber qué es eso?
- Se cree que el velo de la muerte es un portal entre este mundo y el otro – le dijo Snape pensativo – es extraño que desde aquí se haya despertado una magia tan poderosa haciendo que desapareciera aquel misterio.
- A mi me mandaron a investigar esto dado que aquella magia era totalmente desconocida para el ministerio y no se podía precisar de donde venía ni a quien pertenecía, dado que era un mago adulto – dijo Ron.
- Algo más extraño que la activación de aquella reliquia de los Potter – dijo Snape – Minerva estaba segura que sólo podía significar que el último descendiente de esa familia al fin decidía regresar al mundo de los magos.
- ¿Cómo dice? – Dijo el pelirrojo totalmente sorprendido – ¿acaso tienen noticias de Harry? – lo miró – debieron avisarme a mí y no a… estos.
- Quizás ella tuviese sus motivos para no confiarte aquello, comadreja – le dijo Draco totalmente decidido a fastidiarlo.
Snape se quedó unos momentos en silencio, según sabía Draco jamás le había dicho a nadie, a excepción de su familia, que estaba profundamente enamorado de Harry Potter, así que si le decía al pelirrojo que le había entregado el relicario al rubio, se armaría una guerra, así que optó por callar.
- Pues a mí no me parece bien – dijo Heinrich – que nos vengan a molestar a nosotros, nos ganamos un buen descanso luego de atrapar a esos mortifagos y vencer a esa arpía, ¿verdad, her Draco?
- Se nos autorizó un descanso de 15 días en este lugar – asintió este – y apenas hemos comenzado a disfrutar de ellas.
- ¿Y se puede saber por qué en un lugar que le pertenece a Harry?
- El lugar le pertenecía a los Black y soy descendiente de ellos, si no lo sabías.
- Claro, ¿cómo olvidar que tu madre es hermana de Bellatrix Lestrange?
- Ya sabía que iba a decir algo parecido de her Draco – le dijo Heinrich cruzándose de brazos – cómo si uno escogiera la familia en que nace.
- Al menos nací guapo – dijo Draco divertido por la actitud de su moreno.
- Ustedes deben irse de aquí de inmediato – le dijo Ron molesto – a Harry no le hubiese gustado su presencia aquí…
- No creo que usted sepa lo que a él le hubiese gustado o no, her Weasley – lo interrumpió Heinrich, quizás en el pasado el pelirrojo hubiese sido su amigo, pero este estaba demasiado cambiado ¿qué le pasó?
- Quizás no, pero yo no les quiero aquí – les dijo violento.
- Tenemos autorización para permanecer aquí por quince días – intervino al fin Ian, esos pelirrojos Weasley eran un auténtico fastidio en su vida – y hasta que no se nos termine el descanso no nos moveremos de aquí – agregó decidido – no tienes ningún derecho de echarnos de este lugar, no eres el dueño.
- Harry Potter era mi amigo y mi camarada – le replicó con el rostro rojo hasta las orejas – si él está vivo, estoy completamente seguro que no querría ver a estos ni en pintura – le dijo señalando a Draco y a Snape.
- ¿De la misma forma en que querría muerto a Lupin? – le dijo Draco fastidiado.
El pelirrojo se quedó en silencio, apretando los puños y los dientes mientras echaba chispas por los ojos.
- Harry entendería la mediada del ministerio – dijo al fin.
- Ah, claro, igual como entendió que debía entregar a su padrino a las autoridades en vez de tratar de protegerlo – le rebatió el rubio – es el único amigo de su padre que le queda ¿qué te hace creer que no lo iba a proteger?
- El hecho que los hombres lobos sean asesinos de masas.
El moreno miró al obcecado pelirrojo conteniendo a duras penas su conocido mal temperamento, más de una vez le había demostrado a Ron que quería a Remus y a Sirius más allá de lo aconsejable y ahora le salía con eso. Pero debía recordar que el pelirrojo no le había creído cuando le dijo que él no había postulado para ser uno de los competidores en el torneo de los tres magos. Suspirando, se acercó a él dejando aflorar sólo un poquito el genio de los Potter.
- Si ese hombre lobo fuese verdaderamente un asesino de masas ¿cómo es que aún no ha matado a nadie o creado otros hombres y mujeres lobo? – le dijo.
- Que yo sepa, Remus Lupin jamás ha mordido a nadie – dijo Snape aburrido.
- Son unos… - dijo furioso y se salió del salón y de la mansión hecho un vendaval.
- Espero que no nos moleste más – dijo Heinrich divertido, había cosas en las que Ron no había cambiado para nada.
- Sólo espero que no haya ido a buscar una orden de desalojo – dijo Ian.
- Sólo un pariente de Harry Potter nos podría desalojar – le recordó Draco – y, según se sabe, él no tenía otros parientes aparte de esos desagradables muggles que le criaron, y dudo que ellos quieran tener algo que ver con una mansión mágica, después de todo… - se calló, iba a meter la pata
- ¿Qué es lo que sabes de Potter? – dijo Snape intrigado.
- ¡No quiero que hable de él, her Draco! – Gritó el moreno desesperado, su rubio nunca debió saber todo lo que había sufrido en su infancia – no quiero conocerle.
- Calma, chico – le dijo Remus comprendiendo su desazón – no necesitas ponerte celoso, de seguro Draco te ama – lo abrazó.
- ¡Pero es que yo no puedo competir con los fantasmas del pasado de her Draco! – dijo y comenzó a llorar descontrolando su magia.
- Heinrich – le dijo Draco acariciando su cabello haciendo que este se abrazara a él – amor, no te pongas en ese plano, te aseguro que jamás te he comparado con Harry – le empezó a frotar la espalda con ternura – venga, no llores.
- Ni que estuviera embarazado para que estuviera tan sensible – dijo Snape.
- Su magia ha estado inestable desde que se enfrentó a Bellatrix – le replicó Draco lanzándole una mirada asesina – el curador nos advirtió que esto pasaría, da gracias a que esta baja en vez de subir o ya estarías muerto.
- No es necesario exagerar tanto – le dijo este, pero recibió una mirada verde tan cargada de odio que lo hizo temblar por dentro.
- Creo que es mejor que lleves a Heinrich arriba – le dijo Remus comprendiendo perfectamente la mirada del moreno – tranquilízalo un poco antes de la cena.
- Venga, amorcito – le dio un beso en la sien y lo llevó arriba.
- Creo que nosotros deberíamos seguir mirando la biblioteca – dijo Ian – quizás encontremos otras cosas fantásticas.
- Si, quizás sin su presencia podamos averiguar algo más – dijo el licántropo – sólo le pido, señor Snape, que no mencione nada que esté relacionado con Harry Potter, Draco ya nos había contado de su desaparecido amor, así que cualquier cosa en el estado actual de Heinrich lo pone así, lo mejor sería que ni nos acordemos de su posible rival.

Draco se sentó en la cama abrazando con fuerza a Harry, ya al salir de la sala este había tomado su verdadera forma, pero esquivaba su mirada con decisión. Suspiró y se echó hacia atrás arrastrándolo con él.
- ¿Qué es lo que verdaderamente te pasa, amorcito? – le dijo al oído.
- Yo no quería que tú supieras el tipo de infancia que tuve – le dijo ocultando el rostro en su pecho – ni siquiera mi padrino supo nunca cómo me trataron en verdad los Dursley, no quería que el creyera que eso me tenía traumado o algo así, algo les conté a Hermione y a Ron, pero jamás se los dije todo, vivir con gente que odia la magia nunca ha sido fácil ¿sabes?
- Sólo sé que ellos nunca fueron buenos contigo – lo apretó un poco más – aunque sospechaba que jamás te habían querido por el desprecio con el que trataban tus cosas.
- Quizás sea mejor que lo sepas – le dijo mirando la puerta y luego volviendo la mirada hacia él – supongo que sabes cómo comenzó mi historia – suspiró – desde que tengo uso de razón que vivía con ellos, me habían adoptado, pero hicieron patente que me tenían porque no tenían opción y las diferencias con mi primo dejándome el apellido. Mi tía nunca me quiso, desde muy pequeño tuve que aprender a hacer las cosas por mi mismo ¿sabes que dormía en una pequeña alacena bajo la escalera? No era que no tuvieran habitaciones en la casa, Dudley tenía para él dos habitaciones y había un cuarto de invitados que usaba la hermana de tío Vernon cuando estaba de visita. Claro, cuando fui capaz de hacer las cosas, me convertí en algo así como un elfo doméstico en esa casa, yo lo hacía todo y por migajas, nunca tuve nada mío, ni ropa, mucho menos juguetes, me daban siempre lo que sobraba o no le gustaba a mi primo. Pensé que las cosas mejorarían cuando comenzara a ir a la escuela, allí podría tener amigos, pero mi primo era el matón del colegio y nadie se acercaba a mí porque le tenían miedo y él no me quería – se limpió la cara – yo tenía buenas notas, era un alumno bastante adelantado, pese a mi corta estatura, pero ello me trajo más problemas que satisfacciones, mis tíos enfurecieron mucho cuando su sobrino fenómeno llegó con mucho mejores calificaciones escolares a fin de año que su hijo, todo lo relacionado conmigo era odiado, casi nunca salía de la casa, me la pasaba encerrado en mi alacena, o cocinando o fregando pisos incansablemente porque mi primo se encargaba de ensuciar cuando yo casi terminaba y me veía obligado a volver a empezar. Tampoco había vacaciones para mí. Mis tíos salían a veces al extranjero o al sur a las playas pero jamás me llevaban con ellos, me dejaban con niñeras.
- Mi pobre amorcito, no recuerdes más todo eso – lo acarició con ternura.
- Mi mayor felicidad fue la vez que se vieron obligados a llevarme con ellos al zoológico, claro que se volvió tragedia porque me puse a hablar con una serpiente y la liberé encerrando a mi primo y a su amigo en su jaula de cristal.
- Eso debe de haber sido antes que entraras al colegio ¿verdad?
- Si, yo ni siquiera sabía que era un mago, mucho menos que todas esas cosas raras que pasaban a mi alrededor cuando estaba particularmente molesto las provocaba yo ¿sabes que mis tíos me dijeron que mis padres murieron en un accidente de automóvil? Cuando Hagrid llegó a buscarme ellos estaban huyendo y escondiendo de aquello que por diez años habían tratado de aplastar, el hecho que yo era un mago.
- Supongo que después de eso las cosas mejoraron.
- ¿Mejorar? – soltó una risa amarga – fue peor, Dobby se apareció por mi casa tratando de evitar que yo regresara al colegio y uso magia, así que el ministerio me llamó la atención y mis tíos supieron que un mago menor de edad no está autorizado para usar magia fuera del colegio y comenzó mi calvario de nueva cuenta, por eso quería tanto a los Weasley, ellos me aceptaron como era y no sólo por ser Harry Potter. Cada día que pasé en esa casa fue un infierno, por eso no quería que supieras nada, no quería que me tuvieras lástima.
- Harry, yo te admiro, con todo lo que te hicieron sufrir siendo apenas un niño y siempre has sido capaz de salir adelante y sonreír – lo obligó a subirse sobre él – es algo que yo desconocía, pero que me hace amarte más ¿sabes? – Buscó su boca – yo voy a borrar esas cicatrices que tienes en el alma.
- ¿A besos? – le dijo aceptando su beso sintiendo que poco a poco la ternura se transformaba en pasión desbordada.
Draco sonrió divertido y asintió dejándose llevar por la dulzura del beso que cada vez se hacía más profundo y salvaje. Pero Harry era un gato de armas tomar, quería más y lo iba a tener, Draco lo sintió perfectamente cuando las manos de este comenzaron a moverse por sus costados subiéndole la ropa, soltando el cinturón de sus pantalones para sacar afuera la camisa.
- Tenemos tiempo – le dijo tratando de tranquilizarlo un poco – vas muy rápido.
- Pues yo quiero aprovecharlo al máximo – le replicó apartándose un poco sacándose su propio jersey por la cabeza lanzándolo lejos.
- Como quieras – sonrió el rubio dejándose desnudar al sentarse en la cama para que le quitara el jersey y luego la camisa mientras el moreno recorría a besos toda la piel que comenzaba a exponer – supongo que sabes lo que haces ¿no?
El moreno le dirigió una mirada verde cargada de lujuria levantando hacia la puerta un hechizo antes de volver a abrazarlo contra él, ahora ambos con el pecho desnudo. Pasó sus dedos suavemente por los oídos de Draco mientras este recorría lentamente sus costados masajeando su carne firme y a la vez tan sedosa, apretando un poco, hasta llegar a las tetillas que ya esperaban el asalto de sus dedos, erectas y desafiantes.
- Ah, que rico – gimió Harry comenzando a besar el cuello de Draco, dando pequeñas mordiditas y succiones aquí y allá hasta llegar a la oreja que atrapó entre sus dientes – sabes delicioso, mi dragón.
- Yo también quiero probar tu carne – le dijo Draco empujándolo sobre el colchón dejándolo debajo de él – tu antes me has recorrido completo a besos, ahora es mi turno – le sonrió y Harry asintió observando y sintiendo como las manos y labios de Draco le comenzaban a recorrer el rostro, el cuello, los hombros hundiendo levemente los dientes en la clavícula, y luego de pasar la lengua por la marca que le dejaran los dientes, arrastró los labios hasta encontrar un pezón que se dedicó a torturar lo más que pudo, adoraba todos esos ruidos que su amante hacía, pero se detuvo un segundo sorprendido por lo escandalosos que estaban siendo.
- No te detengas – le dijo el moreno en un susurro – nadie escuchará nada.
Draco sonrió y volvió a la carga, esta vez en el otro pezón mientras sus manos se movían por la cintura de Harry tratando de soltar el pantalón pero sobreexcitando al moreno porque lo rozaba allí por sobre la ropa en una zona muy sensible. Draco sonrió al verlo en ese estado febril y se apartó un poco de él continuando con sus caricias en el miembro de su amado por sobre la ropa mientras este se quejaba retorciéndose de placer.
- Ah – gimió apartándolo mientras se soltaba la cremallera de los pantalones y se los quitaba de un tirón – venga, sigamos.
Draco lo miraba alucinado, la vez anterior que lo hicieron, Harry había mantenido en penumbras la habitación, así que no lo había apreciado en todo su esplendor, aunque era culpa de Harry, lo había tomado por asalto.
- ¿Qué esperas? – se quejó quitándose la última prenda que lo cubría dejando ver a Draco el espectáculo de su orgulloso sexo excitado.
Y el pobre rubio no pudo resistirse más a lo que el moreno le ofrecía tan libremente, comenzó de nuevo a acariciarle el pecho mientras sus manos se deleitaban acariciando el miembro de su amante, escuchaba cada ruidito, cada gemido que este emitía a cada roce, a cada nueva caricia, tanto así que Draco no pudo más aguantar la tentación y comenzó a bajar por su torso beso tras beso, dejando un sendero húmedo en la piel que cada vez estaba más caliente, se detuvo un segundo en el ombligo acariciándolo con la lengua antes de llegar al lugar deseado, levantó la mirada hacia el moreno que apretaba entre sus dedos el cobertor y que trataba de recobrar el aire antes de tomarle en su labios.
El grito de placer que soltó Harry de seguro habría asustado a los habitantes del castillo si no fuera por el hechizo que había puesto, al menos eso se imaginó el rubio al escucharlo, pero siguió con su labor acariciando primero la punta con la lengua, viajando por toda su extensión hasta la base como quien saborea un caramelo antes de introducirlo por completo en su boca para chuparlo.
Harry estaba alucinado de placer, inconscientemente sus manos habían ido hacia la cabeza de su amante y ahora acariciaban sus cabellos mientras sentía que las manos de su amado le recorrían los muslos de arriba abajo, apretaban sus nalgas suavemente, a veces con fuerza, pero volvió a gritar cuando sintió que este comenzaba a tratar de prepara su entrada con un dedo humedecido ¿en qué? Ni sabia ni le importaba, le gustaba la sensación.
Draco casi se sacó el miembro de la boca para mirar a Harry, de seguro a este le iba a doler lo que pretendía hacerle, pero lo haría acabar antes de darle la repasada definitiva, comenzó a frotarlo con sus labios y una mano mientras la otra seguía presionando alrededor del ano del moreno, frotando y arrastrando la piel sensible generando que un mar de sensaciones hicieran bramar de placer a su querido, tanto así que este ni cuenta se dio de la invasión de los dedos de Draco en su interior hasta que ellos comenzaron a tocar un punto sensible en su interior que junto con las violentas succiones sobre su miembro lo hicieron ver fuegos artificiales al alcanzar el orgasmo derramándose por completo en la boca de su amado rubio que sonrió al soltarlo, su moreno estaba listo ya para pasar a mayores.
- Draco – le dijo sin aire viendo como este lo deja saboreando entre los labios el sabor de su semilla mientras se quitaba el resto de la ropa – te quiero.
- Yo a ti – le dijo regresando desnudo al fin colocando su propio miembro necesitado de placer en la entrada lista de su Harry. Este sonrió y le rodeó las caderas con las piernas y, de un envión, lo hizo penetrarlo hasta el fondo dando un nuevo gemido de placer que ahora sí remeció las paredes del castillo.

Remus, Ian y Snape estaban sentados en la biblioteca leyendo distintos libros cuando se sintió el remezón mágico en todo el castillo, pero era una magia especial, era ¿Cómo decirlo? Sensual, ardiente, lujuriosa.
- Fueron esos dos ¿verdad? – dijo Ian molesto dejando el libro a un lado.
- Lamentablemente, Ian, era la única forma de tranquilizarlo – le dio Remus divertido – y he encontrado algo referente a ello aquí – le mostró el libro – un poder especial de dos amantes.
- ¿Poder especial de dos amantes? – Dijo Snape sorprendido – nunca escuché hablar de nada parecido.
- Es magia blanca en la forma más pura, no muchos magos o brujas son capaces de hacer algo semejante por la persona a la que aman – le dijo – es magia muy antigua, pero lo único que la puede fortalecer es el amor, y esos dos allá arriba están precisamente haciendo eso.
- ¡No quiero saber! – le dijo Ian sumamente triste.
- Lo siento, pero en algún momento vas a tener que asumirlo – le dijo el licántropo – Heinrich es un chico muy especial.
- Bueno, pero qué dice el libro – interrumpió Snape molesto, no le agradaba la idea de ver a su ahijado dejándose llevar por las emociones, no era digno de él.
- Bueno, voy a leérselos – sonrió comprendiendo que a Snape no le había gustado la imagen mental que le había presentado ¿qué pasaría si se enteraba que su querido ahijado estaba haciéndolo ni más ni menos con Harry Potter, el hijo del odiado James? De seguro allí si se moría, la tentación era grande, pero quizás no fuera así y les haría un terrible daño.
Levantó el libro y comenzó a leer en voz alta:

“De las magias blancas, la más poderosas es aquella que es sublimada por el amor, pocos magos son capaces de invocarla, mucho menos controlarla, pero cuando llega el caso de que se encuentren dos de ellos, serán capaces de remecer la tierra por amor. Los conjuros que usan este tipo de magia son muy diversos, generalmente son de protección y hacen intocables para el enemigo a sus seres queridos, aunque también existen otros hechizos consignados en el libro Hechizos por Amor”

- Así que este tipo de magia fue usada en el pasado – dijo Snape pensativo.
Remus miró una vez más el libro, recordaba que James le había dicho en una ocasión que en su familia existía esa capacidad de invocar ese tipo de magia y que esta se transmitía de padres a hijos irremediablemente y que solían traspasarle esta misma a sus parejas, lo que significaba que tanto él como Lily habían literalmente movido la tierra por proteger a Harry y por lo mismo James había salvado a su hijo mandándolo lejos.
Siguieron un momento más en silencio e Ian le entregó al licántropo un libro señalándole en silencio un párrafo para que lo leyera sin que Snape lo descubriera.

“La magia de algunas familias, transmitidas por sangre de padres y madres a sus hijos, se hizo notoria en los descendientes de Salazar Slytherin, pero en ella no había aquel incremento que tenía la magia dentro de los descendientes de Godric Gryffindor, generación a generación esta se iba fortaleciendo, creando capacidades innatas dentro de sus miembros, ya que si uno de ellos adquiría alguna destreza especial que no tuviese ya la familia, sus descendientes la tendrían sin necesidad de aprenderla”.

Remus miró a Ian un segundo, eso debía ser el motivo porque Harry era tan propenso a los problemas, su padre había adquirido un cierta destreza en el arte de meterse en ellos y lo había heredado, así que debía existir la posibilidad que Harry se pudiera transformar en animago sin mayores problemas porque era una destreza que había adquirido su padre…
Un nuevo remezón detuvo sus meditaciones, solo que este fue mucho más fuerte que el anterior, haciendo que varios libros se cayeron de las estanterías.
- ¿Esos dos no se cansan? – dijo Snape fastidiado.
- Me temo que apenas comienzan – le dijo Ian en el mismo tono – si siguen así van a derribar el castillo.
Remus se encogió de hombros divertido, eso fortalecería muy bien la magia de Harry y podría controlarla a su antojo. Se levantó y comenzó a recoger los libros del suelo, pero uno de ellos llamó su atención “La magia enamorada de los Potter” ¿Existía un libro así? Lo metió bajo su túnica, ya le echaría una miradita más tarde o se lo pasaría a Harry pata que lo leyera con Draco, si es que dejaban de hacer remecerse el lugar.
Se sintió un tercer temblor, ahora más intenso y prolongado, al parecer al fin habían alcanzado el clímax porque tal como empezó, se terminó.
- ¿Estás bien? – le dijo Snape al verlo sentado en el suelo.
- Si, pero creo que esos dos se pasan – suspiró aún divertido.
- Claro que si – dijo Ian molesto – ya se las voy a cantar cuando bajen a cenar, no teníamos por qué enterarnos de lo que estaban haciendo allá arriba.
- Ellos no tienen control sobre ello – le dijo Remus divertido – ya quisieras tú tener a alguien que literalmente moviera el piso contigo.
- Si, pero no me gustaría que todo el mundo supiera de nuestras intimidades.
- Ian, sobre el amor no se tiene control y supongo que lo sabes bien – le dijo – uno no elige a quien ama, simplemente pasa, esto es lo mismo, claro que ahora que se calmaron no pasará más – agregó – no te enfades con ellos por amarse.
- Creo que es mejor que dejemos que los elfos arreglen este desastre – dijo Snape – quizás si damos un paseo podamos relajarnos antes de la cena ¿no les parece?
Remus lo miró un segundo y luego asintió, era una buena idea distraer a Ian de lo que esos dos locos estaban haciendo en su habitación.

Draco estaba sudado entero, cansado hasta la médula pero deliciosamente relajado mientras sentía como Harry le acariciaba suavemente la espalda, todavía podía sentir las últimas oleadas de placer que le dejó el orgasmo recorriéndolo entero, un fantástico calorcito que empezaba en su cansado sexo y terminaba en todos los rincones de su cuerpo. Cerró los ojos un segundo deleitándose en sentir como el bien formado pecho de Harry subía y bajaba al compás de su normalizada respiración, los latidos de su corazón que también habían recuperado su ritmo y, aunque Harry estaba tan mojado de transpiración como él, a ninguno le incomodaba y seguían abrazados.
- ¿Te hice daño? – le dijo mirándolo a la cara al fin.
- No – le sonrió – me has hecho muy feliz – le besó la frente – me gustaría que lo repitieras de nuevo – le acarició suavemente el cuello.
- A la noche ¿si? – Le sonrió también – no creo que mi amigo pueda de nuevo.
- Supongo que es cierto, los dos estamos bastante cansados – le dijo besándole la frente – ha sido una delicia, pero los muggles dicen “de lo bueno poco”.
- Y lo nuestro fue excelente ¿verdad? – le acarició el pecho.
- Exacto, y no queremos que se nos vuelva un vicio del que no podamos prescindir cuando debamos hacerlo – tomó su mano y la llevó a sus labios – pero creo que mi amigo allá abajó comienza a despertarse – le dijo y Draco lo miró, su león su que estaba bien equipado – ¿Qué me dices que ahora las cosas sean al revés?
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Que tengo planeado devolverte el favor – lo empujó contra el colchón – si es que quieres dejarte hacer como yo lo hice – le dijo acariciando su oreja con los labios.
- Genial – le dijo ruborizado pero entregado por completo a sus caricias.

A la hora de la cena los dos bajaron de la mano como tortolitos, sin embargo se encontraron con las miradas molestas de Snape e Ian, y la divertida de Remus que les miraba de arriba abajo antes de decirles:
- ¿Cuál de los dos no puede sentarse ahora? – se rió al ver que ambos abrían tamaños ojos y se ponían coloraditos como tomates.
- Her Régulus, está siendo muy malo – le dijo el moreno soltando a Draco y cubriéndose el rostro con las manos.
- Ah, ya sé quien estuvo abajo – siguió sonriendo – le diré a los elfos que te pongan un buen cojín en tu silla.
- Ha sido… - empezó Draco tragando saliva – ha sido de ida y vuelta – terminó ruborizado completamente evitando la mirada de su padrino.
Ian no pudo aguantarse y soltó una franca carcajada ante la incomodidad del rubio que estaba tan avergonzado como Heinrich.
- Lo siento, creo que nunca había visto al imperturbable Draco Malfoy en semejante estado – se disculpó sonriendo todavía.
- De todas maneras voy a pedirle a los elfos que también te pongan un asiento especial – dijo Remus todavía riendo – y espero que esta noche no sigan con lo mismo ¿eh? Nosotros queremos descansar a gusto y no a saltos.
- No entiendo – dijo Heinrich mientras Draco lo miraba preocupado ¿acaso, pese al hechizo de Harry, los habían escuchado?
- Ustedes literalmente movieron el piso – dijo Snape aburrido – los libros se cayeron de las estanterías mientras lo hacían – explicó.
- Dios – dijo Heinrich – no puede ser posible, yo puse un conjuro especial…
- Eso silenció lo que hacían – le dijo Remus – pero el placer de ustedes penetró las defensas del castillo y lo remeció hasta los cimientos.
- No fue nuestra intención hacer eso ¿verdad, her Draco?
- Sólo pueden hacer aquello ciertos magos muy poderosos – sonrió Remus – así que tranquilícense, no volverá a pasar, o al menos eso decía el libro.
- Lo siento, yo sólo quería borrar los dolores del pasado de mi amor – dijo Draco aún avergonzado – nunca creí que fuéramos a lograr algo semejante.
- Olvídenlo, de todas maneras me alegro que se amen tanto como para que sus almas quieran proteger la vida de su amado aún más allá de su muerte – les dijo Remus y entraron al comedor en silencio.
La conversación durante la cena varió en cuanto a los entrenamientos de los aurores, Heinrich decía que en Alemania el entrenamiento en la academia había sido “mortalmente aburrido”, todo lo que allí enseñaban había sido aprendido antes, con excepción de disfraz y ocultamiento, en donde descubrió una forma de camuflarse muy fácilmente gracias al libro de los Druidas.
- Claro que tuve unas cuantas dificultades en pociones – sonrió – casi envenené a mi maestro una vez, nunca supe cómo lo hice, pero obligó al director de la academia a buscar un maestro sustituto ya que lo dejé fuera de circulación por casi medio año – explicó.
- ¿Recuerdas qué clase de poción era? – le dijo Draco.
- Encantos de camaleón – suspiró – no era la primera vez que la hacía, las veces anteriores había salido perfecta y aquella vez se convirtió en veneno.
- ¿No sería que alguien te la boicoteó? – le dijo Ian preocupado.
- Dábamos exámenes individuales y siempre tuve la precaución de revisar y limpiar pulcramente los calderos, her Ian – movió la cabeza – sigo sin saber por qué pasó eso, creo que fue una de las pocas veces en que me castigaron en la academia, aunque solía hacer muchas travesuras.
- Encanto camaleón sólo se puede convertir en veneno si el ingrediente principal es cambiado – dijo Snape mirando al moreno – ¿revisaste los ingredientes?
- Se suponía que el maestro lo hacía cuando entrábamos a hacer nuestras pociones – lo miró – habría sabido…
- Es fácil confundir el polvo de cuerno de unicornio con polvo de cuerno de dragón – le explicó – eso puede haberlo convertido en veneno.
- Perdonen los señores – dijo un de los elfos haciendo una reverencia – hay una lechuza blanca que trae una carta para el señor Snape y sólo se la va a entregar a su destinatario – les dijo dejándola entrar el comedor.
- Es de la directora del colegio, a ella le gustan esas lechuzas – le dijo a Remus – dijo algo que eran en recuerdo a uno de sus más queridos alumnos – tomó la carta y la leyó en silencio – me pide que regrese a Hogwarts, ha ocurrido un desastre en las mazmorras del colegio y creen que hay muchas cosas que se han perdido y llaman a todos los profesores para revisar el inventario.
- Lástima que tenga que irse, her Snape – dijo Heinrich consiguiendo ocultar el sarcasmo de su voz, estaría feliz si el hombre se marchaba luego de allí.
- Si – suspiró mirando al castaño mayor poniéndose de pie – quizás nos veamos en otra ocasión – le sonrió y desapareció por una de las chimeneas interiores.
- ¡Al fin! – Gimió Harry recobrando su verdadera apariencia – me duele el trasero – dijo poniéndose de pie paseándose por el comedor.
- Es tu culpa – le dijo Draco – no te quejabas mientras te lo hacía.
- Pues no sé como puedes estar allí sentado siendo que yo me desquité con creces de lo que me hiciste – le dijo malicioso.
- Un Malfoy mantiene en alto su dignidad – le replicó tratando de no ruborizarse.
- Pues no tenías mucha dignidad allá arriba mientras gemías pidiendo más.
- Harry – lo regañó Remus mirando a Ian que a duras penas contenía la risa – no queremos más detalles, nos bastó con los temblores ¿de acuerdo?
- Mejor siéntate y termina de cenar – le dijo el rubio muy digno.
- No, se me quitó el apetito – dijo tomando su vaso de jugo de calabaza – creo que si nos excedimos bastante esta tarde.
- Bueno, yo te dije que descansáramos pero tú quisiste de nuevo dijiste que querías aprovechar el tiempo.
- Lo sé, pero siempre he sido impaciente – suspiró sentándose de nuevo.
- Una característica muy común dentro de tu familia – le dijo Remus – vayamos a la salita a tomar una copa y les mostraré algo que encontré en la biblioteca luego del segundo remezón – vio la cara sorprendida de Draco y asintió – si, dieron más de uno, en realidad fueron tres que iban creciendo en intensidad.
Harry estaba rojo, estaba seguro que él había tenido la culpa, después de todo sabía que antes había activado una magia tan poderosa que había hecho desaparecer el velo de la muerte ¿Sería posible que con eso pudiera recuperar a Sirius? Pero le dijeron que él estaba muerto, eso quería decir que no había forma, a no ser que ese fuera el misterio del famoso velo.
Ya en la salita Harry se sentó frente al escritorio y vio el libro que Remus le entregaba: “la magia enamorada de los Potter”, lo miró intrigado y lo abrió:

“Tú, descendiente de la ilustre y antiquísima familia de los Potter, al fin haz alcanzado la madurez mágica que te permite ver la sabiduría de tus ancestros milenarios, lee atentamente estas líneas y trasmítelas a tu pareja para que juntos podáis proteger a vuestra descendencia con esos fuertes lazos de amor que habéis formado hace tan poco tiempo y que se iréis fortaleciendo en cada beso de amor que os deis uno al otro”

- Con razón se llama magia enamorada – dijo Ian sorprendido.
- Por lo que leí en otros libros esa magia permite a los Potter entregar a sus descendientes todas sus destrezas mágicas, tanto las que heredó como las que fue adquiriendo con el tiempo, además de traspasarle algunas de esas cualidades a su pareja amada – le dijo Remus – es magia que se sublima por amor.
- Por eso la magia de mi padre tuvo la fuerza suficiente para trasladarme a Alemania ¿verdad?
- Eso creo, quiso protegerte de todos tus enemigos aún más allá de lo posible, trascendiendo más allá de la muerte misma.
- Tu papá debió ser un tipo fenomenal – dijo Ian.
- Pues nunca le preguntes a Snape como fue él – sonrió divertido – siempre hablaba pestes de él cuando me veía, decía que me parecía mucho a él.
- Ciertamente te le pareces mucho – asintió Remus – aunque él era más joven que tú cuando Voldemort lo mató, pero haz heredado mucho de su personalidad, pese a que casi ni le conociste, aunque a ratos me parece ver en ti actitudes muy propias de Sirius cuando estaba en el colegio.
- Pero los Black no tenían parentescos con los Potter, estaría en su árbol genealógico – intervino Draco.
- Sirius también dio algo de su magia para proteger a Harry cuando nació – suspiró – fue un conjuro muy especial, también tiene algo de mi, tuviste suerte en todo caso que Peter no estuviera ese día, quien sabe que desastre te habría trasmitido – volvió a suspirar – creo que por eso eras imán de problemas.
- Quizás sea mejor que Harry nos siga leyendo – intervino Ian.

“Si ya habéis conseguido mover el piso con tu pareja, alegraros, uno de vosotros está embarazado y abrirá las puertas a una nueva generación de grandes magos, descendientes de la orgullosa casta de magos fundadores de la provincia mágica de Avalon, lugar al que muy pronto podréis regresar”.

- ¿Embarazado? – dijo Harry mirando a Draco y luego a Remus – ambos somos hombres, es imposible ¿verdad? – dijo preocupado.
- Bueno, en tu sangre hay cualidades de varias criaturas mágicas, no sabemos a ciencia cierta cuáles, pero muchas de ellas eran hermafroditas, podían tener apariencia de varones pero tenían todo lo necesario para dar a luz un hijo.
- Entonces ¿es posible que esté embarazado de Draco?
- Bueno, no tomamos ninguna protección… - dijo y recibió una mirada asesina de parte de su novio – no sabía que fuera a pasar, Harry, te lo juro.
- Bueno, ya salimos de esa duda – dijo Ian divertido mirando al acongojado Harry – lo que me gustaría saber es dónde está Avalon, se dice que ese lugar no existe ya, que su magia desapareció aún antes que Merlín y los Potter se unieran a la corte del rey Arturo, y que nadie supo más de él luego que el valeroso rey muriera.
- Bueno, es cierto – dijo Remus – pero es un lugar legendario y de seguro debe estar oculto por una magia muy especial que posiblemente se le manifieste sólo a los descendientes de sus fundadores en el momento preciso.
- Vaya, así que cabe la posibilidad que conozcamos ese lugar legendario – dijo Draco – porque Harry es el último descendiente de una de las familias que proviene de allí – lo abrazó.

“Este poder permanecerá oculto incluso para vos, descendiente mío, hasta que tu poder blanco se fortalezca y unido al relicario que seguramente ahora está en poder de tu pareja, juntos podréis volver a abrir la puerta hacia los más grandes secretos de la magia blanca y recobraréis juntos todas vuestras memorias y al fin podréis amaros como lo que realmente sois”

- Vaya, así que eso significa el relicario – dijo Draco sacándolo de su bolsillo, ahora su luz era tan potente que brillaba casi como un pedazo de sol delante de Harry, por lo que tuvieron que entrecerrar los ojos – es una llave que sólo un Potter de verdad puede usar.
- Pero ¿Por qué brilla así? – dijo Ian sorprendido.
- Bueno, quizás sea porque hay un nuevo Potter en camino – dijo Remus burlón.
Harry lo miró entre avergonzado y molesto y volvió a la lectura.

“Tres grandes misterios deberán reunirse para que podáis abrir nuevamente las puertas de Avalon, uno de ellos es el velo de la muerte, trasladado para protegerlo durante la gran cacería de brujas al Ministerio de Magia; el caldero de pociones del mago Merlín, último en ser forjado en Avalon, trasladado para protegerle a Hogwarts, colegio de magia y hechicería; y el gran mapa de los mundos interiores, oculto dentro de Gringotts en la cámara 705, perteneciente desde tiempos inmemoriales a la familia Potter”.

- Eso significa que es eso lo que desapareció de las mazmorras – dijo Remus – así que nos falta saber a donde han ido esas cosas y recuperar de tu cámara el famoso mapa que menciona.
- ¿Y cómo se supone que vamos a sacarlo de allí sin que nos interroguen? – Dijo Harry – cualquiera que se presente allí con la llave de mi cámara levantará sospechas.
- Tienes razón – dijo Remus pensativo – a no ser que el propio Harry Potter se aparezca por allí – sonrió al verlos sorprendidos – sí, ellos nunca dudarán al ver al verdadero Harry Potter pidiendo ingresar a su cámara.
- Pero causaría un gran revuelo – dijo Draco.
- Si, es verdad, pero se verá a Harry Potter no sólo allí, sino en Hogsmeade y en otros pueblos mágicos comprando cosas – dijo – causaremos una conmoción para que el verdadero Harry Potter no sea descubierto.
- Pero ¿cómo? – Dijo Ian – la poción multijugos nos tomaría mucho tiempo prepararla, aunque tuviéramos todos los ingredientes a mano.
- Harry mencionó hace un rato una poción que podría servirnos de ayuda.
- Pero para encanto camaleón necesitaríamos a Harry siempre cerca para no transformarnos en otra persona – insistió este.
- No necesariamente – dijo Draco – se sabe bien que actúa casi como la poción multijugos si cambias algunos de los ingredientes secundarios, sólo tendríamos que estar con Harry unos segundos para que lo copiemos y tendremos alrededor de una hora para hacer lo que tenemos que hacer convertidos en él.
- Y encanto camaleón es bastante fácil de preparar – dijo Harry – bien, ya que el merodeador mayor ha hablado, pondremos en práctica su plan y pondremos al mundo mágico de cabeza para ir por Avalon.
- ¿El merodeador mayor? – repitieron Draco e Ian.
- Si, el merodeador mayor – dijo y se salió de la sala a hablar con los elfos dejando que Remus les explicara lo que había dicho.

Londres mágico estaba como siempre, nadie miraba a nadie mientras se paseaba por el callejón Diagon, no era raro ver magos y brujas encapuchados por allí, así que la presencia de Harry pasó bastante desapercibida. Entró en el banco de los magos y pidió entrar en su cámara, sabía que mientras algún mago no lo reconociese, los duendes no dirían nada respecto a su presencia allí.
Claro, andaba solo, Draco iría vestido y aparentando ser él a Hogsmeade, Ian haría lo suyo a la salida de un partido de quidditch en Somerset y Remus haría otro tanto en Dublín mágico, cosa que sería casi a la misma hora en que él saliera del banco, para ello usaban casi el mismo método que usó Hermione para comunicarse con los miembros del ED cuando estaban en quinto año, las monedas mágicas vibrarían en el bolsillo de cada uno cuando Harry tuviese en su poder el mapa para que los cuatro se dejaran ver al mismo tiempo.
- La cámara 705 – le dijo el duende deteniendo el carro, Harry le entregó la llave y accedieron a su cámara, movió los galeones de un lado al otro y sacó dos sobres que estaban bajo las monedas de oro, sacó un poco de dinero llenando sus bolsillos y encogió los sobres para que cupieran en los bolsillos de su túnica antes de salir y cerrar la cámara, quedaba el dinero más que suficiente para mantener a otra generación de Potter y aprovecharía de mandarle un poco de dinero a su madre en Alemania, porque aunque sabía que no era cierto, ella lo trató como su hijo durante esos cinco años que estuvo allá.
Salieron de la cámara y regresaron al banco, Harry agradeció su ayuda al duende y salió del banco tomando la moneda mágica, la apretó en su puño con fuerza y comenzó a vibrar, luego se dirigió a la heladería de Florean Fortescue, a esa hora seguramente estaría lleno de gente, hacía bastante calor dentro del callejón, compraría un helado y se quitaría la capucha para que todos lo vieran antes de desaparecer de regreso al castillo que de momento era su base hasta que pudieran localizar el lugar en que estaba Avalon o al menos donde estuvo Camelot para cambiarse de lugar, sería muy sospechoso que permanecieran mucho tiempo en un mismo lugar, aunque estarían muy confundidos por los distintos sectores en los que se había aparecido. Sonrió para sí bajo la capucha, compró el helado y se dirigió hacia la terraza echando atrás la capucha caminando un par de metros mientras todas las miradas lo seguían antes de desaparecer al oír claramente el grito de la gente que lo reconocía después de cinco años de ausencia: “¡Es Harry Potter!”. Todo salía como lo planearon, se dijo.

Draco sonrió al apurar el paso hacia el bosquecito detrás del pueblo mágico, había entrado a Zonko y luego de salir con un par de bromas en los bolsillos, se echó atrás la capucha paseándose unos minutos por la plaza, claro, al principio todos parecían ignorarlo hasta que madame Rosamerta lo reconoció y se lo señaló a uno de sus empleados, a partir de ese momento todas las miradas se dirigieron hacia él, había escuchado los murmullos “No puede ser, Harry Potter está muerto”, en otros lados había escuchado decir “nunca supieron si de verdad estaba muerto, sólo había jirones de su túnica” y cosas por el estilo. Pero él debía asegurarse que ellos creyeran que se trataba verdaderamente de Harry Potter, por eso caminaba hacia el bosquecito, señal que se dirigía al colegio para ver a Hagrid o a la directora, personas que siempre lo quisieron. Una vez que estuvo seguro de era seguido, se detuvo y desapareció al escuchar los gritos: “¡Es verdad, es Harry Potter!”. Ciertamente Remus tenía razón, nadie se había fijado en que el falso Harry Potter tenía los ojos grises y no verdes.
Al regresar al castillo luego de aparecerse allí, Draco regresó a ser él, el efecto era tan durable como el de la poción multijugos, aunque era menos asquerosa y dolorosa la transformación.
- Harry, estoy de regreso – le dijo abrazándolo por detrás y se sorprendió al ver que cambiaba y era Remus quien se sonreía divertido – no eres mi Harry.
- Je, se equivocó – le dijo Ian recobrando su forma mientras Harry le tendía una mano a su rubio – aunque todo el mundo lo hizo ¿no?
- Así es, parece que nadie se fijó en los ojos – dijo Remus – los escuchaba decir a mi alrededor: ”Oye, ¿ese no es Harry Potter?” y seguí caminando, pero tuve la desgracia de encontrarme con Charlie Weasley y me tuve que desaparecer.
- Quisiera ver qué va a salir en el profeta por la mañana – dijo Ian – o sea, es alguien importante y el que haya sido visto en varios lugares deberá importarle mucho al ministerio, en especial a aquellos que quieren echarle el guante a sus propiedades y riquezas, los ha de aterrorizar si regresa.
- Bueno, tuve que mover las monedas de lugar para encontrar los papeles que señalaba el libro – sacó dos sobres de su bolsillo – engorgio – los agrandó – no conozco el contenido, pero yo había supuesto que eran las propiedades de mi familia o algo parecido, debemos revisarlos.
Se sentaron a la mesa y desparramaron el contenido a su alrededor.
- Este es el título de propiedad de Godric Manor – le dijo Ian dejándolo a un lado – este es de Potter Manor – lo miró un segundo – oye, la propiedad es tan grande como el callejón Diagon – dijo asombrado.
- Soy dueño de todo el valle de Godric – le dijo Harry mostrándole un plano también asombrado – la primera propiedad que mencionaste está aquí y la otra, del otro lado del valle ¿ves? Y el conjunto en sí es terriblemente caro.
- Pues casi todos los papeles aquí son de propiedades de los Potter – dijo Draco – y si no me equivoco, eres asquerosamente rico, sólo en propiedades debes tener cientos de millones de galeones, ya que eres propietario hasta de una mina de oro al sur de Egipto – le mostró – con razón quieren deshacerse de Remus.
- Y en estos papeles no están incluidas las propiedades de los Black – dijo Remus – creo, Harry, que puedes mantener perfectamente una familia de veinte personas o más, sin que tus herederos llegasen a ser pobres jamás.
- Mira, aquí hay una cuenta en el banco Gringotts pero es otra cámara, la 512 en Egipto, al parecer en ella se depositan tus ganancias de varias empresas en Egipto y en todo el Mediterráneo – le dijo Ian.
Harry se puso de pie y tomó otro papel, estaba en blanco, pero se le hizo familiar, sacó su varita y lo toco.
- “Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas” – le dijo y poco a poco aparecieron unas letras hermosas estilizadas, tan parecidas a las del mapa de los merodeadores que Remus respingó al verlas – Al fin podrás abrir las puertas de Avalon, hijo mío, el mapa – leyó – está oculto de ojos indiscretos, sólo pon el relicario sobre los papeles que aquí te he dejado y entre todos los planos y títulos de propiedad de los Potter podrás encontrar el plano de Inglaterra antigua, tu trabajo consistirá en hacer calzar los puntos mágicos antiguos que aún existen y podrás encontrar el lugar exacto en donde deberás comenzar la búsqueda.
- Esa es letra de James – le dijo Remus – siempre me dijo que a nadie se le ocurriría usar esa fórmula para descubrir sus secretos.
- Funciona igual que el mapa de los merodeadores – sonrió Harry – veamos, Draco es quien tiene el relicario.
- Pero eres tú quien debe activar su poder – le dijo y se le entregó cerrando los ojos por su intenso brillo. Harry lo tomó y lo puso sobre los papeles todos revueltos, brilló un poco más y luego las hojas comenzaron a meter bulla volando por todos lados armando un enorme rompecabezas mientras el relicario dejaba de brillar y caía en las manos de Draco
- Por lo visto, has sido nombrado su guardián – sonrió Harry y se apoyó en el mapa que pese a estar doblado en ocho cubría todo el mesón – vamos a necesitar más espacio para trabajar y un mapa más actual, este tiene fecha de 1195.
- Espera, el mapa está doblado en el lugar preciso – le dijo Remus – leí en los libros Muggles hace tiempo, ellos creen que el Rey Arturo existió y que fue llevado a Avalon por la gravedad de sus heridas y ellos lo ubican allí en Glastonbury, quizás no necesitemos abrir todo el mapa ni buscar un mapa de Inglaterra actual tan grande, sólo necesitamos un mapa de la colina de Glastonbury, en el Valle Brue, en el distrito de Mendip de Somerset, ese poblado existe, sólo que lo habitan los muggles y tiene muchas leyendas dado que se piensa que allí estuvo el santo grial, a su alrededor hay grandes pantanos, una vez estuve allí, pero James no nos dejó visitarlo, creo que ahora comprendo los motivos, el portaba ese relicario y aún no era el momento para abrir sus puertas, con más razón Voldemort habría intentado destruir a los Potter si hubiese sabido lo que guardaban.
- O los habrían torturado hasta la locura para sacarles el secreto – dijo Draco.
- Bueno, ya que sabemos por donde comenzar ¿por qué no dejamos esto para después? – dijo Harry – estoy agotado y tengo hambre, un helado no es capaz de reponer las calorías que gasté anoche.
- ¡Harry! – le gritó Draco molesto por su infidencia.
- Bueno, de qué te enojas, no te oí quejarte anoche – le replicó.
- No tienes para qué andar publicando nuestras intimidades – lo regañó.
Harry lo abrazó con fuerza mientras sonreía y luego se volvió hacia el elfo que había aparecido ante ellos, se veía un tanto temeroso.
- ¿Pasa algo malo? – le preguntó el moreno al ver cómo se retorcía las orejas.
- El amo se va a poner furioso y me va a despedir – le dijo casi llorando – pero Binky debía de decirle al amo que alguien vino mientras no estaban y preguntó por nuestro amo y yo le dije que el señor Harry Potter había salido – agregó de un tirón – el amo nos había prohibido pronunciar su nombre, pero como el no estaba este tonto elfo le dijo a ese mago intruso su nombre – lloró.
- No te preocupes por eso – le dijo este sonriendo – como ellos no me vieron, no pueden saber si realmente les dijiste la verdad, no son tus amos, así que no estás obligado con ellos – lo calmó.
- ¿El amo no va a castigar a este elfo malo? – dijo asombrado.
- No, creo que ya te has castigado lo suficiente – le sonrió tomando sus manos.
- Debe haber algo con lo que Binky pueda ayudar al amo para compensarlo.
- Ya pensaré en algo, por ahora ve a la cocina y diles a los otros elfos que quiero que nos preparen una comida especial para hoy ¿De acuerdo? – el elfo asintió y desapareció con su típico pop a cumplir su orden.
Remus sonrió pensativo, James era así, un tipo capaz de perdonarlo casi todo, excepto los insultos dados a sus personas amadas, eso jamás se lo pudo aguantar a Severus Snape, quizás por eso nunca hubo entre ellos ni siquiera un intento de una reconciliación o de una tregua durante todos esos años de colegio.

Para la hora de la cena ya tenían planeado a grandes rasgos lo que iban a hacer, las vacaciones que ellos tenían eran de quince días y habían quemado cinco entre los días que Harry pasó en el hospital y los que habían permanecido allí, así que les quedaban 10 días para encontrar Avalon, y once para la próxima luna llena, con lo que Harry decidió buscar la famosa poción matalobos para Remus.
- Quizás en el libro de la magia de los Potter haya algo respecto a una poción que lo ayude – le dijo Ian pensativo después de cenar copiosamente – las pociones siempre cuentan como magia ¿no?
- Tienes razón – dijo Harry mientras regresaban al salón a tomar café – con ambos mapas en nuestro poder, quizás ahora nos explique por qué debían desaparecer los otros misterios de donde eran guardados con gran celo.
Draco se sentó en el sofá observando como uno de los elfos llevaba la bandeja del café y lo servía para dejarlos solos conversando. Harry se sentó a su lado dejando el mapa moderno sobre la mesa, el otro estaba reducido y permanecía en uno de los bolsillos superiores de la túnica de este por cualquier problema que pudiese presentarse, así nadie sabría a ciencia cierta a dónde y a qué iban.
- El mapa no señala ningún sector en donde hayan poblados de magos de ninguna clase, ni siquiera mestizos – dijo luego de tomar su taza igual que los demás – solicité un mapa de esos al servicio y me mandaron todos los sectores en los que hay registrados magos, claro que sin señalar quienes, y no hay ninguno registrado que esté por la zona.
- Pero eso no significa necesariamente que no los haya – dijo Draco – sólo que existen menos posibilidades de encontrarnos con alguno.
Harry dejó la taza sobre la mesa y atrajo el libro hacia él, quizás ahora estuviera dispuesto a revelarles más secretos de los que ya había presentado.

“Si ya tenéis el mapa en vuestro poder, debéis recobrar el último caldero de Avalon, aquel que pertenecía al Mago Merlín, allí cualquier poción preparada ha de resultar si tenéis la convicción necesaria para probarla. Pero existe una poción en especial que podréis preparar en él, se llama lupus acaben y permitirá que cualquier mortal convertido en hombre lobo pueda volver a ser una persona normal, pero conservando las cualidades que su condición le ha dado”.

- ¿Oíste, Remus? Podrás llevar una vida normal - le dijo Harry feliz abrazándolo pese a la mirada asesina de su novio – no te perseguirán más, quizás hasta pudiéramos liberar de esa feas cicatrices a Bill ¿no crees?
- Pero no tenemos idea de dónde buscar el caldero de Merlín – le dijo Ian – recuerda que desapareció de donde estaba siendo guardado.
- Debe andar cerca de Avalon, de seguro se manifestará ente mi presencia tal como pasó con el relicario y el mapa – sonrió – y podré regresar a ser Harry Potter y amar como tal a Draco – regresó a su lado y lo besó en una mejilla.
- Tal vez fuese mejor para nosotros que siguieras siendo Heinrich – le dijo el rubio pensativo dejando la taza en la mesa para poder abrazarlo.
- ¿Por qué? – Le dijo Harry molesto – ¿acaso él te gusta más que yo?
- No lo digo por mí, leoncito, lo digo por ti, recuerda que siempre te han perseguido siendo Harry Potter, en cambio Heinrich Töpper no llama la atención.
- Draco tiene su poco de razón – le dijo Remus – en ningún lado podrían estar en paz si todo el mundo los comienza a vigilar, a no ser que te conviertas en el Ministro de magia más joven de la historia.
- Ni de chiste, se la pasarían vigilando que no cometiera errores y criticándome cada vez que cometiera uno diciendo que me falta la experiencia necesaria.
- Pues creo que bastaría con replicarles que tú, siendo que aún no terminabas el colegio, venciste a Voldemort, cosa que tanto magos como brujas mucho más experimentados y preparados que tú no pudieron hacer jamás en dos años, o que le enfrentaste en cinco ocasiones y siempre saliste victorioso – dijo Draco.
- Es que no es lo mismo, estos serían asuntos de estado, no de fuerza mágica.
- Pero en vez del ministerio, podrías pedir la jefatura del departamento – le dijo Ian – así conseguirías que la situación de muchos de los aurores cambiaran.
- Y podrías evitar que mi padre siguiera utilizando sus influencias para impedir los verdaderos cambios que favorecerían a la comunidad mágica – le dijo Draco.
- Y siendo ministro de magia podrías ayudar a todos aquellos seres mágicos, semi humanos y con forma humana a vivir mejor – le dijo Remus.
- Creo que ustedes pretenden hacerme la campaña para que sea ministro – se burló el moreno divertido – de seguro muchos no querría que lo fuese.
- Harry, eres el salvador del mundo mágico – le recordó Draco – y con todas las burradas que ha hecho la camarilla del ministro actual, te aseguro que te asombrarías del apoyo que lograrías, en especial si conseguimos recobrar la entrada a Avalon y los misterios desaparecidos.
- Podrías nombrar a tu novio jefe del departamento – le dijo Ian.
- ¡Eso no sería correcto! – le dijo este y el rubio se rió atrayéndolo hacia él.
- Yo que decía que hubieses sido Gryffindor – dijo Draco – creo que habrías clasificado bastante bien para Slytherin.
- Pues los Slytherin tienen mala fama – le dijo Ian molesto.
- Más que mala, pésima – sonrió Harry recostando su cabeza en el pecho de su novio – recuerda que Voldemort era su descendiente y la mayor parte de sus seguidores también eran alumnos de esa casa – agregó.
- Bueno, pero eso no es culpa de la casa – le replicó Draco.
- No, es culpa de su fundador que puso esas cualidades como requerimiento para quedar colocado en su casa – le dijo Remus – supongo que el sobrero seleccionador se los habrá dicho en algún momento en algunas de sus canciones.
- Aunque supongo de debe haber sido idea de Gryffindor la manera de seleccionar a los alumnos de cada casa cuando ellos faltasen – dijo Harry – recuerdo que el sombrero dijo que él se lo había quitado de la cabeza para ello.
- Bueno, no recuerdo las palabras correctas – aceptó Remus – pero creo que algo así nos dijo a nosotros cuando éramos estudiantes.
- Bueno, sólo nos queda esperar un poco – dijo Harry – es mejor que nos vayamos a dormir ahora si queremos salir a primera hora antes que alguien del ministerio se aparezca por estos lados para saber si verdaderamente Harry Potter está aquí.
- Bien, pero ustedes descansen, está bien que se amen, pero no sería bueno que les pasara algo cuando estemos viajando hacia Somerset, podría ocurrir cualquier accidente – les dijo Remus.
- Así se hará – le dijo Harry poniéndose de pie cuadrándose militarmente.
Draco movió la cabeza, divertido, y se puso de pie saliendo los cuatro en silencio hacia sus habitaciones, no le creía mucho a su leoncito con respecto a que iban a descansar esa noche, pero tal vez ahora si pudiese descansar tranquilo apoyado en su pecho y en su calor.

El salir después de desayunar alrededor de las seis de la mañana había sido un verdadero drama, los elfos pensaban que ellos habían hecho algo malo para que los amos hubiesen pasado tan poco tiempo en el castillo, prometían mejorar pero que no se fueran, en fin, un montón de cosas por el estilo, por mucho que Harry les explicó que no era por eso que se iban, sino que iban a cumplir una misión en la que ellos debían cumplir un papel muy importante. Aquello los había tranquilizado un buen poco y se habían entusiasmado interrogándolos respecto a lo que tendrían que hacer para ayudar al amo.
- Es bastante simple – les dijo – si alguien llegase a preguntar por nosotros, de momento andamos paseando y sólo regresaremos después de la cena, por si deciden a quedarse a esperarnos, eso deberán hacer, convencerlos que seguimos aquí – tomó de la mano a Draco – tan pronto como hayamos terminado nuestro trabajo regresaremos aquí.
Los elfos los había dejado partir entristecidos, pero tenían la palabra de su amo que iba a volver y debía confiar en que así sería.
Ya en la estación muggle y asegurados que ningún mago anduviese por allí, tomaron un tren con destino al sur de Inglaterra, visitarían primero el poblado muggle en el que supuestamente el Rey Arturo había encontrado la Excalibur antes de dirigirse al lugar en el que se creía estaba la entrada de Avalon. Harry vio una lechuza cansada y medio dormida sobre un poste de luz y le acarició suavemente el pico, era tan blanca como su lechuza y parecía estar abandonada.
- Harry, podría ser una lechuza salvaje – le dijo Remus preocupado.
Pero la lechuza levantó su mirada amarilla y le dio un picotazo cariñoso al moreno bajándose del poste antes de posarse en su hombro frotando su cara contra la mejilla del auror que sonrió complacido.
- ¿No tienes un amo, pequeña? – le dijo y ella pareció negar con su cabeza – que bueno, yo seré tu amo si así lo quieres, soy Harry Potter – y ella pareció asentir.
- Bueno, ahora tienes tu propia lechuza, ¿qué tal si seguimos nuestro camino?
- No le hagas caso – le dijo a la lechuza – él es mi novio, pero como no lo hicimos anoche y tuvo que madrugar, está de malas pulgas.
- Mira, Potter, otro de esos dichos muggles tuyos y yo…
- ¿Qué significa eso de que ande de malas pulgas? – lo interrumpió Ian.
- Que anda de mal humor – le dijo Remus sonriendo – pero creo que Draco tiene razón, debemos apurarnos ante que alguien nos reconozca, o al menos reconozca a Harry y no podamos llegar a nuestro destino.
- Pero no podemos andar trayendo a una lechuza suelta – le dijo Ian.
- Pequeña ¿me podrías hacer un favor? – ella ladeó la cabeza – quiero que vayas a comprarme un ejemplar del Profeta – sacó unas cuantas monedas de su bolsillo y las dejó en una bolsita de cuero que amarró en su patita – estoy seguro que podrás encontrarme de regreso ¿Verdad?
Ululó feliz y despegó contenta mientras Draco e Ian lo miraban asombrados, a Remus no le parecía nada del otro mundo aquello, James siempre había tenido ese tipo de afinidad con toda clase de animales, casi todos parecían respetarlo y quererlo, con excepción de las arañas.
- Me muero por saber qué sale en El Profeta respecto a la aparición de Harry Potter en cuatro lugares a la vez y que los elfos hayan dicho que estaba en el castillo aunque por el momento estuviera ausente – dijo este sonriendo.
- Bueno, vamos, nuestro tren está por salir – indicó Remus y los cuatro abordaron el silencioso expreso, a esa hora los que viajaban eran casi puros trabajadores y al parecer preferían dormir mientras durara el viaje a sus lugares de trabajo.

Realmente había sido un viaje tranquilo al sur de Londres, el pueblito en que supuestamente habría aparecido por primera vez la Excalibur era muggle y era muy visitado por estos, en especial la plaza en que estaba la piedra de la que había sido retirada la espada, así que a nadie le asombró ver que cuatro hombres se acercaban a la piedra a examinarla mejor.
- Bueno, allí dice que aquí estuvo por mucho tiempo enterrada la espada que convirtió en el Rey a Arturo – les dijo Remus – y señala que él era muy joven cuando aquello pasó, aún se sienten los rastros mágicos – agregó pensativo.
- Bueno, se supone que esa espada fue forjada en Avalon – dijo Draco – y sólo un rey verdaderamente justo podría sacarla para unificar Inglaterra.
- Parecen estar muy interesados en la historia del Rey Arturo para ser simples turistas – les dijo un hombre a sus espaldas – soy Thomas Berstein, el guía de turistas de este pueblo, por si quieren saber algo más.
- Oh, sólo tenemos curiosidad – le dijo Ian – pero nos gustaría saber qué más se cuenta acerca de la famosa espada del Rey Arturo – le coqueteó.
Harry miró de reojo al hombre que ahora hablaba amenamente con el castaño antes de notar algo extraño que de inmediato le hizo notar a su novio.
- Es mago, como nosotros – le dijo al oído y se acercó a Remus diciéndole lo mismo, este asintió y decidió utilizar sus dotes de lobo para investigarlo, menos mal que no los había visto bien, porque debieron ocultarse, si llegaba a reconocerlo a él o a Harry, estarían metidos en problemas.
- Claro que la espada desapareció debido a que el propio rey Arturo quiso que así fuera para evitar que cayese en malas manos a su muerte – terminó.
- Creo – le dijo el moreno con el marcado acento de los alemanes – que debemos seguir nuestro camino, her Ian – sonrió – gracias por la información.
- De nada, no muchos magos vienen por estos lados ya – les dijo y se marchó.
- ¿Era uno de los nuestros? – dijo asombrado.
- Si, desgraciadamente él nos descubrió primero que nosotros a él – suspiró Remus – como trabaja aquí no es necesario que viva por estos lados, el problema va a ser si se llega a saber que anduvimos por aquí, al menos no reconoció a nadie, alcanzamos a evitar que nos viera bien.
- Bueno, es mejor que nos marchemos, no queremos toparnos con más magos – dijo Draco – y algo de información nos ha dado.
- He estado pensando – dijo Heinrich – que vamos a necesitar ayuda, pero alguien que de verdad los confunda y los mantenga lejos de nosotros mientras recobramos los recuerdos de mis antepasados – agregó mientras caminaban a la plaza del pueblito y se sentaban en una banca – sería mucho más fácil si ellos se dedicaran a perseguir a un supuesto Harry Potter del otro lado del país.
En eso un periódico muy singular cayó en el regazo del moreno y un ulular le dijo que su nueva lechuza estaba feliz de haber cumplido perfectamente su misión.
En Primera plana se podía leer perfectamente y en letras grandes:

“¿Está Harry Potter realmente vivo? Se le vio en cuatro lugares distintos de Gran Bretaña y se dijo que se encontraba alojado en uno de los castillos de su propiedad en Escocia, pero nadie pudo tomarle una fotografía o asegurarse que se trataba efectivamente de él, aunque muchos de los testigos aseguran haberle visto perfectamente la cara y estar seguros que estaba muy vivo… (Sigue en la página 3)”

Harry se quedó en silencio, sólo que ellos no notaron la pequeña luz que salía del moreno, alguien lo ayudaría tal como lo hizo siempre, y sabía a quien debía recurrir, aunque su orgullo se viese obligado a ser humillado por la persona que menos le hubiese gustado visitar después de todos esos años y lo que pasó alguna vez entre ellos…

Continuará…

Al fin salió, ¡Yupi! ¿O era Eureka? En fin, qué les digo, no era lo que planeaba, pero así salió, a quién adivine quién va a ayudar a Harry en el silencio humillando su orgullo, premio sorpresa. Por cierto, el lemon me salió fácil dado al escándalo que provocó Daniel (el actor de Harry Potter, ya saben) con sus fotos en cueros, nunca pensé estar tan inspirada. ¿Alguien sabe de dónde conseguir alguna completa? (baba por toda la ventana), porque ese niñito está muy bueno.
Ya, me dejo de tonterías, y gracias por sus comentarios, ya no falta demasiado para que descubran de qué va y a dónde va mi historia, pero les aseguro algo, los tres merodeadores favoritos se han de reunir y le harán saber a Snape que “los merodeadores Mandan”, como me dijo alguien por allí.
Shio Chang.

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