Capítulo 3: Imposible reconstrucción.
Meses después:
Sasuke recién despertaba, estaba abrazado a la chaqueta de Naruto y la sostenía como si fuera la mantita de su niñez. Hacia algunos días que los residentes del edificio estaban nerviosos no solo por los terrores nocturno y las pesadillas si no por que el embarazo de Hidan estaba por llegar a su final.
Cada uno había vuelto a reconstruir su vida, con los pedazos que les quedaban pero lo hacían, se esforzaban por llenar con lo que valiera la pena los pedazos dejados por aquellos que no lograron salir del infierno.
Hinata y Neji ya trabajaban en una tienda en el centro comercial de Suna.
Shikamaru tenía a su cargo miles de computadoras en los laboratorios Kasa…
La alcaldesa tenía un puesto en el ayuntamiento junto a sus dos secretarias…
Kiba y Akamaru se pasaban el día entero en la perrera amaestrando a los canes para su adopción.
Iruka ya esperaba a su primer bebe y Mizuki se desempeñaba como director de la escuela elemental de Suna…
Kakuzu estaba de gerente en un banco…
Tobi, Pain y Kisame de guardaespaldas de Madara que había regresado a la desolada Konoha en compañía de su esposo Kimimaro, para buscar a Fugaku.
Todos sin excepción estaban volviendo a pararse después de semanas sin hacer nada. Regresaban a la vida y no temían enfrentarse a las personas.
Pero ellos… ellos se habían estancado en los recuerdos y el dolor, en cada segundo que lograron pasar al lado de ellos y no lo soportaban, sin ellos la vida no servía para nada.
Gaara llevaba tres intentos de suicidio, Kakashi estaba de erudito de libros pornográficos y ellos dos aunque consiguieran un empleo lo perdían en el acto.
—Buenos días Sasuke-kun…—Escucho a Hinata y aunque se sorprendió de que no tartamudeara su nombre solo se limito a alzar la mano para saludarla —¿Quieres jugo de naranja?
—Claro…
Encontró a Itachi mirando la televisión y a Kakashi en el mismo lugar de anoche leyendo la colección de novelas eróticas que había adquirido por cajas.
—Ototo…—Itachi sonrió, como si fuera el mismo—… ¿Intentas otra vez?
—No te importa, ¿Dónde esta Gaara?
Azuma apareció con una taza en las manos leyendo el diario.
—Esta con Kankuro, no se ha quedado solo ni un segundo…
—¿Ni para ir al baño? —Ironizo Sasuke.
—Ni para ir al baño…—Corroboro el castaño torciendo la boca—… los periódicos están llenos de esquelas sobre la muerte de los señoritos y Minato-sama ni siquiera aparece, Orochimaru no se ha movido pero vaya que a maquillado la situación, ve que inventar una falla en el reactor nuclear…
—Ese maldito…—Recordó Sasuke —… es gracias a él que estamos tan mal…
Azuma se sintió en una especie de cámara de presión, donde las tres personas que estaban en la sala producían una aplastante aura de tristeza, así que decidió marcharse antes que saliera 20 años más viejo.
Hinata coloco los vasos en una charola y los sirvió ignorando el ambiente tan pesado.
—Que-quería decirles al-algo… —Empezó a jugar con los dedos al notar las tres miradas sobre ella—¿Po-por que no sa-le-len una de es-estas no-noches… he he escu-cuchado que en el cen-centro hay un ba-bar muy bu-bueno…?
—No me interesa…—le corto Sasuke, no podía pensar en diversión, se sentía terrible sin esa otra parte que consistía en Naruto.
—No gracias Hinata-chan…—Itachi no le prestaba en si atención, buscaba en el periódico un empleo que fuera capaz de soportarlo por más de una semana.
—¿Kakashi-sensei? —Hinata sonrió esperanzada, había logrado convencer con anterioridad a Gaara y aunque resulto casi un logro helénico tenia ya listo un plan para conseguir levantar el corazón de esos cuatro.
—Tal vez…—Respondido este alzando la mirada de su libro.
Y aunque aun le falta convencer a los Uchiha, si hablaba con Tsunade lograría sacarlos del departamento y llevarlos. Pensando en llamarla estaba cuando escucharon como Kankuro arrastraba a Gaara.
—Vamos Gaara…—Lo alzo en brazos y lo tiro encima del sofá al lado de Sasuke —… ya estas grande como para que te escondas debajo de la cama…
El pelirrojo se hizo bolita ignorando a todos.
Sasuke alzo una ceja, juraría que Gaara era más robusto y que su cabello tenia el color de un rojo brillante, entonces lo noto, Itachi estaba demacrado y su hermosa cabellera negro ébano carecía de brillo y cuerpo, incluso no necesita tocarlo para descubrir lo seco que estaba, dirigió la mirada hacia Kakashi y aunque llevaba poco de conocerlo sabia que su cabello era gris no blanco y que sus hombros eran anchos y su pecho fornido.
No quiso ni mirarse en la ventana, en realidad no hacia falta ya sabia como lucia… tal y como estaban los otros.
Suspiro y apretó el hombro de Gaara para que lo miraba.
—¿En donde esta ese bar que dijiste Hinata?
A la morena los ojos le brillaron en alegría, corrió a escribir la dirección en un papelito que no tardo en entregar a Sasuke, sintiéndose bien por regresarle la vida aunque sea un poquito a las cuatro personas más afectadas de esa situación.
—¿Itachi? —Sasuke uso su voz de infante perdido bajo la lluvia—¿Aniki?
—¿Qué? —El mayor alza la mirada adornada por ojeras más profundas que le confería un aire de melancolía mortual.
—¿Vienes?
Itachi sopeso la situación, tomando en cuenta el tipo de vida que había llevado desde mucho antes de la aparición de Deidara, estaba consiente que en cualquier momento su libido surgiría como una bestia y hasta el mismo Sasuke podía estar en peligro.
—Si…—Y regreso la mirada al periódico, tal vez si descargaba su energía en el sexo podría dormir sin repasar una a una las fotografías que existían en la habitación de Deidara e incluso soportar un empleo más de dos semanas.
Sasuke sonrió para sus adentros, de reojo visualizo a una contenta Hinata escondida detrás de la pared de división y por primera vez en mucho tiempo tuvo ganas al fin de pensar en el nombre que llevaría el bebe de Hidan.
—¿Gaara?
—¡Él había aceptado desde ayer! —Salto la morena sonrojándose hasta el cabello por la forma tan efusiva que utilizo.
—¿Es verdad? —Sasuke lo pico con el control remoto.
—Si…—Gaara se desperezo en el sofá.
Pero no podían ir esa misma noche, los cuatro estaban irreconocibles, completamente lejanos a lo que era en realidad, solo eran la sombra de lo que en algún momento de la vida fueron.
Dejaron la salida para dentro de unos días, si no es que semanas, cuando los cuatro pudieran ponerse de pie y poder verse en el espejo para reconocer que eran solo las sobras de su figura.