Capítulo 3
Oliver esperaba sentado en la sala del departamento de Cedric, a que este terminara con Oliviero, a quien había llevado al cuarto para que durmiera la siesta.
Tuvo que esperar cerca de media hora a que el niño se durmiera para poder hablar con Cedric al fin.
Este fue hasta la sala donde lo esperaba Oliver una vez el niño dormido. Oliver se puso de pie y tanto él como Cedric se miraron de frente a los ojos en silencio.
El primero en hablar luego de algunos segundos fue Oliver.
- ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué te marchaste sin decirme que Oliviero es mi hijo?
La respuesta de Cedric fue sencilla y directa.
- Porque supe que el padre de mi hijo estaba comprometido en matrimonio, y se iba a casar luego de la graduación.
Oliver abrió los ojos sorprendido.
- ¿Cómo lo sabías? ¿Cómo sabías de mi compromiso?
- Tu linda prometida - dijo Cedric con cinismo - me lo restregó en la cara, cuando se enteró de que esa noche te diría de mi embarazo.
- Yo tenía derecho a saber de tu embarazo, Cedric.
- Y yo tenía derecho a saber que me acostaba con un hombre comprometido, Oliver.
- Cedric, no es lo que tú crees...
- Claro que es lo que creo, me utilizaste, yo sólo fui una diversión para ti. Pero dime ¿cómo está tu esposa? ¿Tienen hijos ya?
- Cedric...
- ¿Qué pretendes ahora que conociste a Oliviero? Presentárselo a tus hijos con esa perra como su hermanito bastardo.
Como Cedric no se callaba, Oliver lo tomó de los brazos y lo zarandeó para hacerlo callar.
- No estoy casado y no tengo hijos.
Le contestó Oliver, y al ver la mirada confundida de Cedric se aclaró.
- Mis padres me comprometieron con Pansy Parkinson nada más esta nació. Pero yo nunca la amé, ni siquiera sentí atracción hacia ella. Cuando tú y yo nos hicimos pareja, supe que jamás me casaría con ella. Así que rompí el compromiso, mis padres me desheredaron y quedé sin nada, tan sólo tenía la sortija de bodas de mi abuela. Era todo lo que tenía, esa sortija y a ti. La noche de graduación te iba a pedir que te casaras conmigo, pero tú desapareciste.
Esas palabras le cayeron a Cedric como un jarro de agua fría.
- Pero... Parkinson... ella... dijo...
- No importa lo que esa bruja haya dicho, yo te estoy diciendo la verdad. Quedé sin nada, pero no me importaba, pensé que te tenía a ti y un futuro a tu lado por delante. Cuando tú desapareciste quedé destruido. Irónicamente conseguí refugio en mi más grande enemigo, Marcus Flint.
- ¿Estás con él?
Oliver entornó los ojos.
- ¿Pero qué clase de ramera crees que soy, que me acuesto con todo el mundo? No, Marcus está felizmente casado con Percy.
- ¿Con Percy?
No pudo evitar gritar Cedric con la quijada casi cayéndole al piso.
- Sí, con nuestro querido compañero sabelotodo. Ellos me llevaron a su casa, Marcus me dio trabajo en su empresa familiar y poco a poco me fui recuperando. Hoy en día tengo mi propia empresa, que es asociada a la de esos dos. Pero ni un día de mi vida dejé de buscarte Cedric, nunca dejé de hacerlo.
- Pero yo, yo creí que tú me engañaste. Pansy me dijo que ella no podía tener hijos, que por eso tú estabas conmigo, para embarazarme y que ustedes criaran a Oliviero como de ambos. Que por eso ella hacía la vista gorda con tu romance conmigo.
Balbuceó Cedric confundido.
- Yo jamás tuve nada que ver con esa bruja y jamás lo tendré.
- Por eso huí, por eso escapé. Estaba solo, embarazado y sin un centavo. Estaba aterrado, pensé que tú me querías quitar a mi bebé y después de tu traición él era lo único que me mantenía vivo. Así que le pedí una fuerte suma de dinero prestada a Harry, y con ella huí y me establecí aquí.
Dijo Cedric aún impresionado con la revelación de Oliver.
- Esa maldita perra, me apartó de tu lado y me quitó a mi hijo. - Maldijo Oliver. - ¿Pero por qué tú no fuiste donde mí? ¿Por qué no me preguntaste?
- Tenía miedo, estaba confundido, yo solo huí. Estaba aterrado, no sabía que hacer, sólo sabía que si perdía a mi bebé como creí perderte a ti, me iba a morir.
Dijo Cedric y de sus preciosos ojos cayeron dos solitarias lágrimas seguidas de muchas más. Oliver fue a abrazarlo para consolarlo, pero cuando sólo había puesto una mano en el hombro de Cedric, el pequeño Oliviero vestido con su pijama de perritos, salió corriendo de un pasillo y se arrojó sobre Cedric.
- Api ¿por qué lloras?
Preguntó el niño asustado.
- ¿Qué le hiciste a mi api?
Le preguntó a Oliver mirándolo molesto.
Continuará...
No se extrañen con Oliviero, el niño es un pequeño genio ^^