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MÍO por Orseth

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            -¡Pedalea, pedalea!

            -¡Eso hago, eso hago!

            Sentado en un lugar  no visible, Tombo veía muy atento como su amo Harry ayudaba al señor Malfoy a treparse en ese raro aparato muggle, el cual sinceramente encontraba inútil.

            Después de innumerables intentos, Draco avanzo casi cinco metros sin la ayuda de Harry.

            -¡Lo logré, lo logré! ¿¡Lo viste?!

            -¡Sí, ya lo vi! –Exclamó con el rostro arrebolado por el esfuerzo- ¡vamos de nuevo!

            Pasó una, dos, tres, cuatro y cinco horas hasta que Tombo le avisó a Harry que era hora de comer.

            -¡Me muero de hambre! –dijo entrando seguido de Draco, quien iba feliz pues prácticamente ya lo había logrado.

 

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            Esa noche, Draco de nuevo no podía dormir, pero ya no era precisamente por la bicicleta en sí.

            -¿Deberé darle las gracias? –pensó ya acostado.

            Sabía que de alguna manera debía estar agradecido, aunque por otro lado sabia que la vida estaba en deuda con él y que lo bueno que le llegara a pasar, era lo mínimo que se merecía; sin embargo esas filosofadas de su vida injusta seguramente no las conocería Potter, así que tal vez, de alguna manera… merecía un pequeño agradecimiento.

            Así que se levantó y salió de su habitación para llamar a la contigua sin recibir respuesta, así que giró lentamente la perilla encontrando la habitación oscura.

            Siendo evidente que Harry ya dormía, en vez de cerrar la puerta, entró lo más silencioso que pudo.

            -Potter… -dijo en un susurro- ¿ya te dormiste? –preguntó sintiéndose estúpido al preguntar eso, pues cuando veía esas escenas en televisión, no paraba de insultar al pendejete que preguntaba semejante tontería como si el durmiente fuese a contestar.

            Con todo eso, llegó hasta la cama y prendió la lamparita que estaba a un lado de ella iluminando tenuemente la habitación y lo que vio lo hizo alzar ambas cejas, pues acostado boca abajo, con las sabanas echadas a un lado, estaba Harry  vestido únicamente con unos calzoncillos oscuros. Sus ojos grises recorrieron aquel cuerpo semidesnudo, desde sus pantorrillas, sus fuertes piernas y su respingón trasero; luego sus caderas estrechas y su espalda ancha, fue cuando se pasó la lengua por los labios que se dio cuenta de que tenia la boca abierta, así que la cerró de golpe, apagó la luz y salió de ahí tal y como había llegado.

 

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            -¡Diablos! –Masculló acostándose de nuevo y sintiéndose acalorado- ¿Qué modos de dormir son esos? –pensó aventando las mantas.

            Suspiró sintiéndose contrariado e inquieto y de repente levantó las caderas y se bajó los pantalones con todo y calzoncillos dejándoselos a medio muslo y se quedó así por unos instantes, disfrutando la frescura del aire en su piel caliente; luego los bajó mas hasta finalmente aventarlos fuera de la cama y extendió las piernas y los brazos como el Hombre del Vitruvio y cerró los ojos exhalando un suspiro.

            Con el silencio reinando en la habitación y su respiración tornándose más relajante, sus manos se movieron lentamente por la suave tela de la sabana hasta llegar a su vientre, luego las subió de forma pausada hasta llegar a sus pezones.

            -mmm… -gimió bajito cuando comenzó a pellizcarlos.

            Así estuvo por un rato hasta que su mano derecha comenzó a bajar hasta su vientre, palpando la plana superficie y sintiendo el cosquilleo de su vello púbico; solo fue cuestión de instantes para que su mano bajara hasta su pene.

            Sonrió mientras lo tomaba y lo sostenía, sintiéndolo flácido aun, entonces comenzó a friccionarlo suavemente sin dejar de pellizcar su pezón; así estuvo un rato, sintiéndolo crecer en su mano, luego con la otra tomó sus testículos y los acunó en la palma masajeándolos también.

            Entonces se giró y abrió el cajón que estaba a un lado de la cama y sacó el tubo de lubricante, lo abrió y se untó un poco en sus dedos y en su mano y regresó a su labor; flexionó las piernas y continuo friccionando su pene ya duro y en todo lo alto; solo que ahora tanteó su entrada con el dedo medio y comenzó a masajearla.

            -mmm… si…

            Al cabo de un rato se decidió a hundirlo poco a poco sintiendo algo de dolor al irlo metiendo, sin embargo no se detuvo hasta que lo metió lo mas que pudo y después de unos instantes comenzó un lento mete y saca mientras fruncía el ceño con satisfacción.

            -Ah…. Mmm…

            Después de un rato metió otro dedo sintiendo algo de frustración al ser estos realmente cortos para la función que estaban realizando.

            -Quiero algo más grande…-pensó metiéndose los dedos lo más profundo que podía- y más largo…

            No logrando su objetivo y ya con la mano cansada, optó por sacarlos y continuar solamente con su pene, el cual ya estaba húmedo por su liquido pre seminal.

            Se mordía los labios al tiempo que soltaba pequeños gemidos mientras su mano subía y bajaba en tanto se acariciaba el vientre, las piernas, el suave interior de los muslos imaginando que un cuerpo fuerte y fibroso estaba sobre él, que era otra mano la que le masturbaba… que era otra persona la que le hacía el amor…

            -¡Hijo de…! –jadeó sentándose de golpe al darse cuenta de que ese cuerpo y esa mano tenían un rostro… específicamente el de la persona que dormía en la habitación contigua- o ya estoy loco o la cena me hizo daño… -masculló limpiándose la frente sudorosa con el antebrazo- no…. más bien creo que ya estoy urgido… -concluyó recargando sus codos en sus rodillas mientras su vista bajaba a su arma lista para disparar, pero a la que evidentemente le faltaba quien cortara cartucho.

            -Definitivamente me hace falta salir más…

            No es que no hubiese visto desnudo a Harry antes… de hecho lo había visto ya totalmente en cueros más veces de las que podía contar, solo que en esa ocasión, el efecto había sido distinto.

            -Bien… -concluyó acostándose de nuevo y abriendo las piernas para seguir con su labor- todo sea por mi salud.

            Y ciertamente por su salud no podía permitirse el insomnio, y una buena manera de vencerlo era haciéndose una buena paja, y una buena paja necesitaba un buen aliciente, así que por mera cuestión terapéutica comenzó a visualizar el cuerpo del moreno, desde la cabeza a los pies.

            -¿Qué se sentirá… besarte?... –pensó acariciando el interior de sus muslos, porque si bien era cierto que eran docenas de veces las que había probado la boca de Harry, siempre había sido por iniciativa del moreno, quien a la hora del sexo decidía prácticamente hasta cuantos pujidos debía dar.

            -¿Qué se sentirá… hundirse en ti?... –pensó mientras sus manos traviesas volvían a jugar con sus genitales- sentir tu humedad… y tu calor interno… ¿Qué se sentirá ver que eres tú quien reciba esas nalgadas tan fuertes en tu loco frenesí?

            Y jadeando cada vez más rápido mientras su mano aumentaba de velocidad, su cuerpo  sudoroso se estremecía de deseo.

            -¡Ah!... –gimoteó corriéndose en su mano- ¡jmmm!... Uff…

            Y por fin, relajado y satisfecho, se dejo llevar por el sueño.

 

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            Al día siguiente, se levantó temprano y con mirada atarantada vio el reloj y se dio cuenta de que faltaban veinte minutos para la siete, así que se levantó de un salto buscando sus calzoncillos por el suelo o por donde estuvieran; cuando los encontró, se los puso rápidamente y sacó un short blanco de su cajón, uno de esos pequeños shorcitos que se le ajustaban al trasero como una segunda piel y que le gustaba tanto ponerse; total, nunca salía  y podía andar con camiseta, short y calcetines por toda la casa.

            -Buen día Potter –saludó cuando entró a la cocina.

            -Buenos días –respondio Harry terminando un plato de melón con queso cottage- ¿Por qué tan temprano, ahora que me vas a pedir?

            -Uy que quisquilloso y descortés eres… -respondio sentándose mientras bostezaba.

            -Es que solo para eso te levantas tan temprano.

            -mmm… pues no, te equivocas, solo quería agradecerte la bicicleta.

            -¿Solo para eso? –pregunto entrecerrando los ojos dando un último sorbo a su café con leche.

            -Ajá.

            -Bueno, pues de nada.

            -Bien, ahora me voy de regreso a mi cama, dormiré otro rato porque anoche me dio insomnio.

            -Bueno, nos vemos al rato.

            -Vale.

 

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            Esa semana Draco practico con su bicicleta casi todo el día, desde que terminaba de desayunar hasta poco antes de que llegara Harry, al cual esperaba para cenar.

            -¿Cómo te fue hoy? –preguntó mientras tomaba su vaso de soda de naranja.

            -Más o menos, un grupo de mujeres manifestantes se apostaron frente a un laboratorio de pociones que había dejado de elaborar cierta crema para las arrugas y estas locas exigían que volvieran a ponerla en circulación.

            -¿Y luego?

            -Bueno… -continuo Harry dándole un mordisco a una varita de zanahoria de su ensalada- teníamos que lograr que se retiraran ¡pero por Merlín, defendían mas esa causa que si  abogaran en contra del maltrato animal!

            -¿Y al final como lograron que se retiraran?

            -Tuvimos que lanzar hechizos “aparece ratones” para dispersarlas ¡parecían una manada de mandrágoras chillando! –concluyó riendo.

            Draco veía a Harry reír y nuevamente no pudo evitar compararlo con el Harry Potter de hacia unos meses atrás cuando siempre estaba de mal humor y ya nunca reía; la tensión de cuando estaba con él, había desaparecido.

            -Definitivamente prefiero a este –pensó sonriendo mientras le quitaba del plato un trozo de queso.

            -¡Hey, ese es mío! ¿Por qué siempre te robas mi comida?

            -Porque tu elfo inútil olvido darme queso –respondio dándole un mordisco a un trozo de melon cubierto de queso mientras Tombo corría afligido con un platito de queso hacia la mesa.

            -¡Perdón señor Malfoy, perdón!

            -Plánchate las orejas por estúpido.

            -¡No puedo obedecerlo, señor Malfoy, perdón!

 

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            Esa semana Harry llegó con una película de acción que ambos vieron desparramados en el sofá  comiendo palomitas.

            -Voy por mas soda –dijo Draco levantándose, pero cuando regresó, Harry ya se había recostado cuan largo era usando un cojín como almohada.

            -Oye, pareces verdolaga, ya te extendiste todo ¿Dónde me voy a sentar?

            Harry se encogió de hombros ya más adormilado que nada, por lo que el rubio quitó el cojín.

            -Levanta… -dijo sentándose en el pequeño espacio dejando sus muslos como almohada para Harry, quien volvió a acomodarse sin decir nada, quedándose dormido minutos después.

            El malo hirió al bueno en la película o al menos eso creyó entender, pues su atención no estaba en la pantalla, sino en el peso que estaba en sus piernas desnudas. Bajo la vista y observo a Harry roncar suavemente, con las manos entrecruzadas sobre su estomago, y sin poder resistirse metió sus dedos en la tupida melena negra. Era muy suave a pesar de su  aspecto, eso ya lo sabía pues la había tocado muchas veces, concretamente a la hora del sexo, pero nunca así, en un gesto tan simple y personal a la vez… y le agradó.

            Sonrió regresando la vista a la TV mientras su mano continuaba jugueteando con el cabello de Harry; se sentía contento, se sentía feliz, como si su situación no fuese la que era, como si su dispositivo titilante en su tobillo solo fuera un adorno que no le recordaba que no podía salir de esa casa.

            Imaginó por un momento que lo que lo mantenía encerrado ahí no fuera una sentencia del Wizengamot, sino otra cosa.

            -Ubícate Draco… -se reprendió mentalmente sin dejar de mirar la TV- ya estas pensando estupideces…

            ¿O no?... porque nadie, por más comprometido que se sintiera, trataría tan bien a una persona en su situación… ¿o sí?

            -No… -se dijo dejándose llevar conscientemente hacia un camino peligroso- no cualquiera lo haría… a menos…

             Volvió la vista hacia abajo y mordiéndose un labio acaricio el cabello de nuevo.

            -¿Podría ser…?

 

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            Esa noche se hizo de nuevo una paja, con la diferencia de que esta vez no dudó en usar de nuevo cierta imagen para llegar al orgasmo.

 

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            -¿Mañana vamos a ir a Cotswold Hill?

            -No, debo cubrir un turno, algunos aurores están de vacaciones –respondio poniendo la mesa para cenar.

            -Si es por eso no te preocupes, solo dame la llave de tu motocicleta y yo me encargo –respondio con gesto serio haciendo que Harry se le quedara mirando por unos segundos- estoy bromeando torpe.

            Harry termino por sonreír mientras Draco ponía los vasos.

            -¿Y el domingo?

            -El domingo no me gusta salir, ya sabes que me gusta descansar aquí, simplemente vegetando.

            -Ya descansarás cuando te mueras, no seas aguafiestas.

            -Si claro, como tú te la pasas aquí todos los días.

            -Tú porque no quieres sacarme, soy un accesorio muy lindo, te hago lucir bien.

            -Ajá –respondio sonriendo.

            -¿Entonces?

            -Mejor el otro sábado ¿vale?

            -mmm bueno –aceptó de mala gana- ¿pero qué haremos el domingo? No pensarás pasártela echado en el sofá todo el día viendo televisión.

            -¿Por qué no? ¿Qué parte de “vegetar” no entendiste?

            -Te van  a crecer las nalgas.   

            -¿Lo dices por experiencia?

            -No tarado –respondio indignado- si mis nalgas están perfectas es porque me la paso en el gimnasio… hablo de que me aburro mucho ¿Por qué no vamos a nadar?

            -¿A nadar?

            -Si, en vez de estar empiojándonos en el sofá y rascándonos las costras, podríamos ir a nadar.

            Harry exhalo un suspiro mientras Draco sonreía muy animado, por lo que termino aceptando.

 

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            El domingo fueron a una piscina privada que Harry rentó y pasaron el día como si fuera un picnic, pues Tombo les preparó platillos que llevaron en una canasta.

            Y en el trascurso de la semana, Draco iba sintiéndose cada día más alegre y también más cachondo.

            -Una vez no sería malo… -pensó en la oscuridad de su habitación mientras intentaba dormir- esta vez yo accedería de buena gana…

            Acostado boca abajo abrazando su almohada, exhaló un suspiro mientras sus pensamientos comenzaban una extraña danza confundiéndolo más.

            -Esta vez no sería violento… ¿y si yo se lo pido? Hace mucho que no lo hacemos…

            Sonrió travieso imaginando la respuesta del moreno.

            -No creo que me rechace… no si en verdad él me…

            Sintiéndose un tonto y ridículo adolescente, escondió la cara en la almohada y cerró con fuerza los ojos.

 

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            Ese viernes bajó a la cocina a curiosear que habría para cenar.

            -Se me antoja un postre de fresas –dijo abriendo la nevera.

            -Tombo preparará un delicioso mousse de fresas –exclamó el elfo solícito, pues ese era el método de Draco de obtener cosas de él sin tener que pedirla nada.

            Vistiendo una camiseta roja, uno de sus tantos shorcitos minúsculos de color blanco y calcetines, se apoltronó en el sofá a ver una película mientras disfrutaba su postre en tanto llegaba Harry, pues su autoimpuesto toque de queda había quedado en el olvido hacía mucho tiempo; Dando las 9:00 pm se pregunto porque Harry tardaba tanto.

            -¿Gusta cenar el señor Malfoy?

            -No, esperaré a Harry.

 

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            Cuando Harry salió de la chimenea seguido de otras tres personas, los cuatro se quedaron viendo perplejos a aquel esbelto rubio dormido en el sofá, acostado cuan largo era dándoles la espalda, con ese pequeño pedazo de tela ciñéndosele al carnoso trasero y la luz dorada de las llamas bailando alegres en sus largas y desnudas piernas.

            -eee… creo que somos inoportunos Harry –exclamó una chica, de unos treinta años, de ojos y cabellos marrón.

            -Oh no Jessica, no te preocupes –reaccionó el moreno dirigiéndose rápidamente a Draco- Draco… Draco… -dijo moviéndolo suavemente por el hombro.

            -mmm… no jodas Potter… -masculló frunciendo el ceño pero sin abrir los ojos.

            -Levántate.

            -No quiero… ¿Qué hora es?

            -Draco, tenemos visitas…

            Al oír eso, abrió los ojos automáticamente y se sentó de golpe para ver a unos pasos de distancia a dos hombres y una mujer.

            -Oh… buenas noches.

            -Buenas noches –respondio uno de ellos.

            Y sin más se levantó y se dirigió a su habitación sin siquiera volver la vista.

 

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            -La culpa la tiene él por no avisar –pensó recostándose en su cama apenas  llegó a su cuarto.

            Siendo ya las 11:30 pm, su estomago gruñó haciéndolo levantarse malhumorado.

            -Tengo hambre, no comí nada por esperar a Potterpues ni modo… -pensó poniéndose de pie- iré a la cocina por algo de comer.

            Sus pies, únicamente con calcetines, no hacían nada de ruido, por eso nadie notó cuando pasó a la cocina, pues todos estaban muy enfrascados en al parecer una muy interesante charla.

            -Pescado no… -pensó arrugando el ceño al levantar la tapa de una cacerola.

            Decidió que un sándwich era lo mejor, así que sacó un plato de la alacena y vario aditamentos para prepararlo.

            -mmm… tomate y… queso…

            -¡Oh! hola de nuevo –dijo una voz a su espalda haciéndolo casi pescarse de la lámpara del techo- lo siento, no quise asustarte.

            Draco vio que se trataba del chico que le había respondido el saludo.

            -Soy Steve –dijo dándole la mano.

            -Soy Draco –respondio mirando al chico de al parecer unos veinticinco años, de cabello negro y ojos azules.

            -Pensé que no había nadie en la cocina.

            -Y así era, acabo de bajar.

            -Yo vengo por unos hielos, le dije a Harry que no se molestara.

            -¿Por qué no se los pidieron  a Tombo? –preguntó reanudando su labor.

            -Yo soy muggle y solo vengo a visitar a mi hermano ocasionalmente.

            -Ya –dijo sacando un par de rebanadas de pan de caja de una bolsa.

            -¿Tu vives aquí?

            Draco volteó a mirarlo y lo pescó viendo el dispositivo de su tobillo.

            -No platicas de chismes con tu hermano–dijo en lo que al parecer fue una afirmación.

            -No quise ser grosero –respondio Steve viéndose descubierto- pero tienes razón, hace meses que no veo a Nick, el es auror.

            -¿El que esta allá?

            -Ajá y la chica también es auror y es su novia.

            Draco siguió con lo suyo preguntándose mentalmente:

            -¿Y?

            -Yo vivo en Nueva York y solo vine para su boda, se casan en una semana y venimos a tomar unas copas, mañana es su despedida de soltero.

            -Ah…

            -Lo sé, hablo mucho… -exclamó Steve sonriendo mientras buscaba con la vista la nevera- supongo que estarás invitado.

 

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