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MÍO por Orseth

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            -Lo bueno es que ese deseo solo se lo concedieron a él… -pensó imaginando lo que hubiera sido que un ricachón gordo, viejo y asqueroso hubiese podido pasara a elegir a su puto o puta para llevárselo a casa, con la seguridad de que en un futuro pasaría a ser divertimento de los amigos también- al menos él nunca quiso compartirme…

            Pero a nadie más se lo habían concedido, claro… ser el niño que vivió no era cualquier cosa.

            El niño que vivió, el elegido… nuevamente recordó los tiempos de guerra, cuando Voldemort se encontraba oculto en Malfoy Manor con su horrenda Nagini arrastrándose por entre los pies de todos… recordó el terror de saberse en la misma casa que él aunque esta fuera enorme; recordó la inmovilidad que le invadía cuando el señor oscuro se dirigía a él… el pánico que sentía cuando esos ojos rojos se posaban en él…

            El no estuvo presente cuando sus padres murieron a manos de aquel monstruo, pero el mismo lord le dijo que había sido un castigo por su incompetencia, que debía ser un ejemplo para que él no cometiera los mismos errores… ahí debió escapar, buscar cualquier oportunidad para irse lejos y realmente había tenido más de una para hacerlo, pero un miedo primigenio se había apoderado de su cuerpo, mente y corazón que le impidieron dar un paso para escapar cuando tuvo el chance; por eso aceptaba su estancia en ese lugar, claro que había suplicado clemencia al Wizengamot, pues era verdad que él no era un asesino por simple gusto, a él le habían obligado a asesinar y sin embargo…

            -Por cobarde estoy aquí…

            Y Harry… él tampoco había huido, pero no por cobarde, sino todo lo contario… para luchar, para pelear con todo, no solo había enfrentado, sino también había asesinado al mago que ni Dumbledore había podido acabar.

            -Por eso a nadie más se le concedió esta petición que muchos reclamaron al ver que se le había concedido… sino hubiera estado fuera de prisión todo ese tiempo, seguramente ya habría perdido mis manos… y ya estaría muerto.

            Sin embargo ahora poco faltaba para eso, pues sus manos prácticamente ya no tenían sensación.

            -Mis manos… -sollozó de nuevo, parte por el dolor de perderlas y parte por el fuerte dolor que poco le faltaba para hacerlo gritar.

            Escucho pasos y ya no tuvo energía ni ánimo para exigir ver al medimago; sabía que se lo negarían de todos modos y aparte solo satisfacería el hambre de tortura de los aurores. El plato del desayuno fue introducido por la rendija en absoluto silencio; Draco, que estaba sentado recargado en la pared, vio  vapor desprendiéndose del plato, por lo que se levantó presuroso para aprovechar el calor de la bazofia aquella para sus manos, pero al ver el contenido del plato se quedó quieto sin saber qué hacer.

            En el plato había huevos revueltos, una rebanada de queso y dos rebanadas de pan tostado… ¿Qué sería aquello? ¿Una broma?... malditos aurores bastardos, pues era una broma muy cruel porque en cuanto su nariz percibió el aroma de los huevos fritos su estomago gruño y su boca comenzó a salivar; se paso la lengua por los labios a la espera del auror hijo de puta que se llevaría el plato en cualquier momento estallando en carcajadas; sin embargo eso no ocurrió.

            -Claro… están esperando que agarre el plato para quitármelo de las manos.

            Decidió no darles el gusto, por lo que de nuevo fue a sentarse a su cama, pero ese aroma era tan delicioso y ya había invadido la mazmorra que sin pensar más se levantó de un salto y como pudo tomó el plato con sus engarrotadas manos y corrió hasta la pared esperando que aparecieran los aurores  para quitárselo y burlarse de su acción patética y desesperada… pero tampoco ocurrió nada. Sin pensar más se sentó en la cama y comenzó a comer de prisa, por aquello de si se lo quitaban de repente, pero sobre todo por el hambre voraz que tenia, sin embargo otro pensamiento lo hizo detenerse de pronto.

            -¿Y si esta envenenado?

            Miró horrorizado el plato y casi lo avienta escupiendo el bocado de pan y queso que estaba masticando, pero sabia tan delicioso que decidió que si eso era, entonces moriría con la panza llena, así que sin más terminó de comer hasta lamer el plato.

            -Ah que rico… -musitó recargándose en la pared y cerrando los ojos disfrutando el gusto de la comida en su boca y el sentirse satisfecho por primera vez en mucho tiempo; luego se levantó, tomó su taza y bebió agua del recipiente de piedra que estaba en una esquina que servía de bebedero y que por fortuna al menos era lo único limpio de aquel lugar.

            -Si fuera un café sería perfecto –pensó dejando ahí su taza y tomando su plato para dejarlo en la repisa; fue entonces que notó el pequeño frasco de no más de cinco centímetros de altura que estaba ahí y que por su ansia hambrienta no había notado.

            -¿Y esto? –pensó tomándolo y examinándolo a contra luz- ¡oh! ¿Habrá sido esta mi última comida y este el veneno que me matará?... ¿acaso quieren que yo lo tome y pase por suicidio?

            Un escalofrío le recorrió la espalda tan solo de pensar en eso.

            -Aunque… ¿Qué clase de  vida es esta?... a esto no puede llamársele vida –pensó mirando el frasquito en su mugriento guante de lana.

            Decidió esperar a la hora de la comida para preguntarle al auror; cuando llegó la hora por poco y no lo hace de la impresión al ver en su plato tres salchichas fritas con una porción de puré de patata.

            -¡Oiga! –Dijo reaccionando- ¿de qué es esta poción?... ¡oiga!... ¡oiga, oiga, oiga, oiga, oiga!

            -¡Maldita sea Malfoy! ¿¡Que mierdas quieres?! –respondio exasperado el auror volviendo sobre sus pasos.

            -¿Para qué es esta poción y porque están dándome comida decente?

            -La poción es un medicamento para tus manos y la comida si no  quieres, no te la tragues –y sin decir más se dio la vuelta dejándolo impresionado y confundido.

            ¿Medicamento para sus manos? ¿Qué clase de broma era aquella? Todo era tan raro… miro el frasquito… ¿una medicina?... sí, como no; pero lo curioso era que ya su desesperación estaba a punto de volverlo loco, por lo que si fueran otras las circunstancias hubiese tirado el frasco en la letrina, pero en ese momento…

            -Bueno, de todos modos me voy a morir aquí… -pensó quitando el corchito con los dientes y empinándose la botellita.

            Tenia un sabor amargo, como quien da un trago de ajenjo; casi lo escupe pero logro tragarlo, entonces fue a sentarse en la cama listo para sufrir algún tipo de convulsión o desmayo, dolor o mínimo una diarrea; pero lo que sintió un par de minutos después fue un calorcillo que invadió todo su cuerpo concentrándose principalmente en las manos; luego un hormigueo en los dedos y finalmente la lenta e increíble disminución del dolor.

            -¡Por todos los…! –jadeó anonadado quitándose los guantes y mirando sus manos, las cuales seguían igual en apariencia, pero ya no el lacerante dolor; doloridas sí, pero calientes- mis manos están calientes… -musitó tocándose las mejillas sintiendo las palmas calientitas.

            Aun estaban engarrotadas, pero la sola desaparición del dolor casi le hacía llorar de alivio.

            -Pero… ¿Por qué hacen esto? –pensó viéndose las manos.

            Decidió preguntar la próxima vez porque el aroma de las salchichas hizo que de nuevo se le hiciera agua la boca.

            -¡mmm!... –gimió con deleite al darle a una, una mordida y masticarla.

            Después de comer se quedó un rato sentado, pues de nuevo quedó satisfecho y ya casi sin dolor prácticamente se sentía en la gloria.

            -Pero ¿Por qué?... ¿acaso…? –Por un momento llegó a pensar que alguien estaba detrás de todo eso- ¿Será posible? –Pensó sintiendo un chispazo de emoción que se desvaneció casi al instante- No, no lo creo… bueno, ya preguntaré.

 

_______________________________________________________________.

 

            Estaba intrigado por lo que le llevarían de cenar, pues seguía temiendo que todo aquello fuera una broma o tal vez una especie de apuesta con los aurores; y al dar las 7:00 pm, el auror que le llevaba la cena apareció, pero esta vez no se la pasó por la rendija, sino que abrió la puerta.

            -Ahí está… -pensó tenso, atrapado en su cama- viene a cobrarse…

            Pero el auror lo único que hizo fue aventarle una gran bolsa de plástico negra y dejarle el plato de la cena en la cama y sin más se dio la vuelta.

            -¡Espere! –Saltó apresurado- ¿Por qué hacen esto? ¿Por qué de repente me dan medicina cuando ni siquiera querían darme unos guantes?

            -Nueva disposición del ministerio, hay que tratar con humanidad a la basura que hay en Azkaban –respondió fastidiado el hombre desde la puerta.

            -¿Significa que esta comida la están recibiendo los demás presos?

            -Por supuesto Malfoy ¿creías que este buen trato era solo para ti?... faltaba más mortífago de mierda –concluyó saliendo de ahí y cerrando la puerta.

            Así que no era solo para él… sintió cierta decepción al escuchar aquello, aunque muy pronto se sobrepuso al mirar en el plato dos sándwiches.

            -Jamón, queso, lechuga… mmm tomate… se ve bien –pensó alzando una tapa de pan; y en vista de que eso no se iba a enfriar, tomó la bolsa lleno de curiosidad para ver que había dentro.

            -¡Una manta! – exclamó emocionado al sacar una manta gruesa y en buen estado- una almohada… ¡Woow! –exclamó jubiloso al sacar unas delgadas prendas térmicas que podían ponerse bajo el horrendo uniforme de preso; rematando todo unos gruesos calcetines de lana y unas pantuflas acolchadas.

            Inmediatamente se sacó el mugriento uniforme y se vistió las prendas térmicas y los calcetines y luego se puso de nuevo el uniforme; dobló su manta vieja de tal modo que pudo meterla entre los barrotes de la ventana para que el helado viento no se colase mas; luego se envolvió en su manta nueva y muy contento se dispuso a cenar. 

            -¡Ah que rico!... –musito al sentirse calientito como hacía mucho no lo estaba.

            Cuando termino de comer, dejó su plato en la puerta, apago la vela y se acostó durmiéndose casi enseguida al no tener frío, no tener dolor y no tener hambre.

 

__________________________________________________________________.

 

            Su despertar al día siguiente fue curiosamente con el ruido del plato del desayuno en su puerta, algo ciertamente increíble pues por lo general recibía el alba con el ojo pelón, pues no podía dormir por el frio, el hambre y el dolor, y ahora su cuerpo había caído rendido al agotamiento sintiendo así sus necesidades satisfechas.

            -¿Será cierto? –Pensó haciéndose un ovillo en su nido- ¿hoy también me darán bien de comer?

            El aroma de los huevos le indicó que si, por lo que saboreándose ya se levantó, y al ir por el plato vio el frasquito de poción.

            -¡Genial! –exclamó jubiloso, pues sus manos punzaban, no tan fuerte como antes, pero ya dolían y seguían tiesas.

            Se llevó el plato a su cama y comió unos bocados para no tomarla con la panza vacía y así como el día anterior, al par de minutos comenzó a sentir los efectos de la medicina.

            -¡Entonces es cierto! –Pensó mirando sus manos sin guantes que comenzaban a hormiguear y a calentarse para finalmente quitar el dolor- ¡Oh sí!... –murmuró feliz.

            Después desayunó y contrariamente a lo que hacía antes, se durmió otro rato.

 

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            A la hora de la comida sus salchichas fritas con puré llegaron para saciar su hambre, lo mismo que sus sándwiches en la noche.

            Al cabo de una semana sus manos ya habían recuperado su color normal y ya no estaban engarrotadas.

            -Siempre y cuando no me suspendan la medicina estaré bien… ¿lo ves Potter? No te necesito, extraño las comodidades si… pero no a ti.

 

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            Pasado un mes, Harry ya se había reincorporado al trabajo e iniciaba una vida relativamente normal, con Hermione cenando con el todas las noches.

            -¿Y Ron, Hermione? ¿No piensas volver con él? –preguntó mientras servía café después de cenar.

            -Estás galletas están muy buenas –dijo Hermione mordiendo una.

            -Si, son de mantequilla.

            -Luego me compras y te las pago.

            -Vale.

            -y respecto a Ron… no nos hemos vuelto a hablar desde que terminamos hace un par de meses.

            -¿Y no lo extrañas?

            -¿Bromeas?... claro que sí, pero las últimas veces ya eran más discusiones que nada; llegó el momento en que al calor de una pelea me dio a escoger entre tú y él.

            Harry se sintió mal al escuchar aquello, pues eso lo hacía responsable de la ruptura de su amiga… o al menos eso creía él.

            -No empieces… -dijo ella torciendo los ojos.

            -¿mmm?

            -Tú no tienes la culpa.

            -Yo no he di…

            -¡Ay Harry, eres como un libro abierto!... –exclamó metiendo una galleta en su café- y te apuesto una docena de estás deliciosas galletas a que estás culpándote por mi ruptura con Ron.

            -Pues… es que si no…

            -Hubiese sido tan cerrado y obstinado –completo ella con sus propias palabras- podría haberse dado cuenta de las cosas, pero su orgullo fue más fuerte y a mí nadie me pone ultimátums, lo amo pero más me amo yo y nadie va a obligarme a ir en contra de mis principios, sería traicionarme a mí misma, así que bájate de tu nicho, santo mártir patrono de Hogwarts, que el mundo no depende de ti.

            -Ok, ok…

            -Y me debes una docena de estás galletas, no te hagas el tonto.

            -Vale.

 

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            Cuando Hermione se fue, él subió a su habitación, estaba agotado y sin embargo seguía sin poder dormir, así que sacó un frasco de píldoras y tomo una; había ido con otro psicomago diciendo que no podía dormir por tontería y media que se inventó, pues no quería ahondar en asuntos que no quería analizar y tampoco quería regresar con Emily, así que de nuevo contaba con recursos para poder conciliar el sueño.

            Recargó la cabeza en la almohada y prácticamente apagó su botón de “funcionamiento automático”… se sentía mucho mejor después de haber hablado con Nick y ya no sentía que se ahogaba en su propia casa, pero sabía que aun distaba mucho de estar bien.

            -Pues ni hablar… -pensó cerrando los ojos- habrá que seguir adelante, mañana será otro día.

 

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Ese lunes despertó antes de que el desayuno llegara, físicamente ya se sentía mucho mejor, tanto así que se animo a quitar la manta de su ventana para que entrara la luz de lleno, entonces el ruido del auror acercándose se escuchó, vio la rendija abrirse y el plato entrar junto a su frasquito de poción. No pudo evitar suspirar de alivio, pues cada día temía que se la suspendieran tal como se la habían dado.

-¡Woow! –Exclamó al ver esta vez  su plato lleno de leche y porridge- ¡que rico!

Tomo el plato y la poción y se fue con ellas a la cama, en donde acuno el plato en sus manos; pues adoraba esa avena cocida con leche caliente azucarada, nada que ver con la sustancia pastosa y fría que solían darle como desayuno.

-Solo me falta una buena rosquilla y una taza de café –pensó sorbiendo con delicia la leche caliente.

Suspiro recordando cuanto le gustaban aquellas rosquillas que Harry solía encargar.

Harry… ¿Qué estaría haciendo?... seguramente buscando algún otro puto que le calentara la cama, claro…

Suspiro dejando de repente el plato a un lado…

Harry…

-Eres un idiota, eso eres…- pensó recordando al de ojos verdes.

Y de repente ya no tuvo hambre… de repente se sintió solo… tan solo que deseo poder convertirse en un pájaro y poder salir por la ventana.

-Creo que… extraño tus rosquillas, Potter… -pensó sonriendo cansinamente.

 

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Entro cansado por la chimenea y se dejo caer en el sofá mientras Tombo aparecía muy solicito como siempre.

-Amo Harry, bienvenido a casa… la señorita Granger vendrá a cenar ¿verdad?

-Si Tombo.

-Bien, prepare algo delicioso, supongo que esperara hasta que llegue.

-Si Tombo.

-Bien amo, me retiro a preparar la mesa.

-Si Tombo.

Cuando Hermione avisó su llegada media hora después, los dos se dispusieron a cenar.

-Tengo algunas amigas que quieren que vaya a una fiesta –dijo Hermione mientras cortaba un trozo de pan de caja casero para remojarlo en la salsa blanca.

-¿Y luego?

-Que no tengo ganas de ir, son aquellas que arman toda una alharaca cada vez que pasa un chico guapo, me da pena que piensen que somos unas zorras o algo así.

-Es una fiesta ¿no? es para divertirse –respondio sonriendo mientras cortaba su pescado- además las chicas siempre son así, en bola son unas escandalosas.

-Yo no.

-Claro que sí, con unos tragos encima lo eres, ya te he visto.

-¡Claro que no! –respondio escandalizada y riendo.

-Sí ¿o no te acuerdas del cumpleaños de Ammy?

-¡Ah bueno!... es que esa era su despedida de soltera también y llevaron a un tipo muy bueno que nos bailo en la mesa, además tu solo viste un par de fotografías.

-Dios me libre de ver todo lo que haces en  esas fiestas –respondio riendo con más ganas.

-Amo Harry, llegó lechuza para usted –dijo Tombo apareciéndose con un sobre.

-Gracias.

 

“Señor Potter, le espero mañana en mi oficina”

                                   Atte.

                                   T.R.

 

-¿Pasa algo malo? –pregunto Hermione al verlo quedarse callado y guardar el pequeño pergamino en su bolsillo.

-No, para nada… -respondio sonriéndole de nuevo- ¿y cómo van las cosas con Ron, siguen igual?

-Si… me ha buscado varias veces, pero la verdad no he querido hablar con él… no quiero sufrir al tener que negarme a regresar si sigue con esas ideas en la cabeza.

            -Pero ya estás sufriendo… Hermione, tu lo amas ¿Por qué no hacer de lado esas cosas?

            -Es que no es solo hacer de lado, Harry, es… la actitud de todos ellos –concluyó alzándose de hombros como ya no sabiendo cómo explicarse- detesto que todos ellos sean tan ciegos, que todos ellos se empecinen en ver hacia atrás cuando fueron ellos quienes colaboraron tanto en esa época ¿pero sabes qué? mejor no hablemos de eso o terminaremos chillando los dos.

            -Si, tienes razón.

 

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            -Buenos días señor Potter –saludo Thomas Rumsfeld desde su escritorio invitando a Harry a sentarse.

            -Buenos días.

            -Bueno, ya pasaron dos meses.

            -Dos meses y dos días –respondio Harry sonriendo cortes.

            -Si, dos meses y dos días –respondio el presidente del Wizengamot correspondiendo la sonrisa- y está hecho.

            Harry se quedó sin decir nada, sin asimilar lo que había escuchado.

            -¿Cómo?

            -Que está hecho… señor Potter, veo que está muy impresionado, no veo porque puesto que en eso habíamos quedado –dijo el anciano sonriendo mientras le daba una carpeta- ahí está todo -Harry tomo la carpeta abriéndola- puede leerlo, pero le diré que ahí consta que aparecieron nuevas pruebas de la inocencia del señor Malfoy que ameritaron la revisión total del caso, obligando a todo el consejo a realizar una nueva votación dando por resultado su liberación inmediata; él no estuvo presente en esos juicios por considerarlo innecesario, así que no hay problema en que se le cuestione absolutamente nada.

            Harry miro el contenido de la carpeta sin ver realmente lo que decía y  volvió a cerrarla.

            -Obviamente eso es una copia, el original se encuentra en los archivos del consejo en donde nadie tiene permiso de meter mano; llamé a su jefe antes, pues es obvio que usted no tiene nada que ver en este asunto por supuesto, pero el considero que era mejor para el prisionero que usted mismo le entregara su acta de liberación y lo trasladara fuera de la isla de Azkaban; imagino que lo mandara llamar en cuanto llegue a su trabajo.

            Harry asintió levantándose y dándole la mano.

            -Obviamente solo le entregara al prisionero el acta liberadora, el archivo solo es para usted, aconsejo que lo queme en cuanto lo lea.

            -Gracias.

            -Un placer hacer negocios con usted señor Potter –dijo el señor Thomas estrechándole la mano.

            Harry solo asintió y salió de ahí directo a su trabajo.

            -Harry, el jefe te llama –dijo un auror en cuanto lo vio.

            Cuando Harry llegó a la oficina de su jefe, éste le indico que se sentara.

            -Buenos días Harry.

            -Buenos días jefe.      

            -Te mande llamar para que pases a la oficina del presidente del Wizengamot.

            -¿A la oficina del presidente del Wizengamot? ¿Y eso para qué? –preguntó poniendo cara de extrañeza- ¿solicita custodia?

            -No, para nada… a que ni te imaginas –dijo el hombre alzando ambas cejas- Harry, esto es una bomba, al menos para ti.

            -Ya hable jefe, me chocan las intrigas.

            -Bueno, pues prepárate porque… Draco Malfoy fue liberado.

            -¿Qué?... eso no puede ser –respondio atónito… supuestamente- fue declarado culpable por el Wizengamot.

            -Pues sí, pero dicen que encontraron pruebas de su inocencia y va para fuera.

            -¡Vaya!... bueno, pues en fin ¿y yo que pitos toco en este asunto?

            -Quiero que vayas a sacarlo de Azkaban.

            -¿Y porque yo?

            -Porque ese asunto de su liberación es un asunto muy peliagudo… no quiero que ninguno de mis muchachos vaya a meterse en problemas por su causa; en cambio contigo no creo que los haya… suficientes tundas le has dado como para querer darle otra.

            Harry no pudo evitar torcer la boca y echarle ojos de pistola al hombre, quien simplemente se encogió de hombros diciendo:

            -Ve a la oficina del señor Rumsfeld, te entregara el acta liberadora.

            -Claro.

 

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            Cuando arribó a la salvaje e inhóspita isla de Azkaban, sentía su corazón queriendo escapar de su pecho como un pajarillo en una jaula  y cuando se encontró frente a la pesada y vieja puerta de la mazmorra de Draco Malfoy, tragó saliva y le hizo una seña al auror para que la abriera.

 

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Notas finales:

HASTA LA PROXIMA!!!

Y ESPERO SUS SALUDOS!!


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