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Hijos de la sangre por Shiochang

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El camino de regreso a la vida.

Quatre sentía un inmenso dolor en su pecho, pero no estaba seguro si el dolor era propio o se trataba del de Dúo que trataba desesperadamente de romper el campo de energía que rodeaba a Heero a la vez que la imagen de este se hacía más nítida y se veía que su pecho estaba atravesado por las espadas que se habían unido en una y lentamente caía al suelo.
Wufei no salía se su asombro y, pese a todo lo duro que fingía ser, las lágrimas corrían sin control por su rostro, después de todo se habían criado como hermanos y le dolía mucho verlo así, nunca quiso que llegaran a eso, se dijo mientras era abrazado por Zech que también lloraba mientras lo sujetaba por los hombros acariciando su cabello.
- ¿Qué has conseguido evitando que mate al estúpido de mi sobrino? - se burló Dermail - sólo te gas ganado tu propia muerte.
- Las cinco espadas están unidas - dijo Dúo tratando se sobreponerse a su dolor - y eso sólo puede significar dos cosas: o Heero es inmortal o acabó con la maldición de nuestras castas.
- ¡Qué dices! - chilló entre molesto y espantado.
- No sé mucho de cómo llegamos a ser lo que somos, pero sí sé que esa es la única manera de liberar a todos los que pertenecen a nuestros clanes - las lágrimas segían cayendo por su rostro - ¡Heero quería que fuéramos una familia normal! - gritó furioso limpiándose las lágrimas con la manga y tomando una espada - ¡y por culpa de tu ambición ya no lo tendré más!
- ¡No, Dúo! - trató de detenerlo Quatre al sentir la ira burbujeando en el pecho del trenzado, pero fue detenido por Trowa desde atrás - ¡debemos detenerlo o Doshi quedará totalmente huérfano, lo puede matar!
- Dúo no podrá estar tranquilo mientras no se haya vengado - le dijo abrazándolo - si tratas de intervenir, saldrás herido y esto no tendrá fin jamás, lo sé.
- Pero debemos velar por el bien del heredero - le dijo y comenzó a llorara a mares - ahora somos normales, pero hemos perdido a Heero ¡No es justo!
- Tranquilo, corazón - le acarició el cabello - no podemos hacer nada, sólo esperar que Dúo gane.
Dúo luchaba denodadamente, salvajemente, la ira y el dolor dentro de su pecho le prestaban fuerzas para atacar, su mente estaba fija en una sola idea, vengar a su Heero. Cruzó nuevamente su espada con la de su tío mientras montones de chispas cvolvían a saltar a su alrededor, pero las ignoró, ya no le importaba si salía herido o lo mataban, estaría con su Heero muy pronto. Cerró los ojos y los abrió para ver como el hombre mayor se le venía encima. A duras penas lo esuivó y le atravesó el pecho con su espada hasta la empuñadura Y un grito de dolor se repitió comoeco, comenzando luego una violenta tormenta eléctrica que levantó una neblina negra a la que le siguió un violento temblor que levantó una niebla dorada que eliminó la negra y que se extinguió en un fuego que no quemaba. Y tanto el campo de fuerza como la espada que atravesaba el pecho de Heero desaparecieron.
Dúo, un poco aturdido aún, corrió a su lado y lo abrazó contra su pecho llorando. Pero algo llamó su atención ¡Heero respiraba pausadamente!
- ¡Heero está vivo! - gritó feliz besándolo sin conseguir despertarlo - descansa, amor mío.
- Debemos llevarlo a un lugar seguro - le dijo Zech caminando hacia él sin soltar a Wufei - no estamos lejos del poblado y descansarán mejor si están en una cama.
- ¿Cómo haremos saber a nuestra gente que al fin se ha terminado la guerra ahora que somos simples mortales - dijo Dúo sentado ahora en el suelo pero con Heero contra su pecho.
- Supongo que deberemos hacerlo a la antigua - dijo Wufei apoyando la cabeza en el pecho de su esposo - de todas maneras usábamos ese sistema para comunicarnos con los poblados humanos.
- Yo me haré cargo - dijo Quatre abrazado a la cintura de Trowa que lo abrazaba por los hombros - pediré que traigan a nuestros hijos y partiremos hacia el castillo Maxwell.
- ¿Para qué? - lo miró el trenzado intrigado.
- ¡Ay, Dúo! - lo regañó su primo - si serás distraído, para declararte rey.
- Je, es cierto, soy el nuevo rey de Meridian.

El traslado desde Frontera al castillo Maxwell había sido una locura, todos estaban demasiado acostumbrados a tener los "dones" de su anterior naturaleza y les costaba adaptarse a sentir cansancio y tener hambre tres o cuatro veces al día, y tener sueño de noche. Así que ahora la mayoría de los soldados habían sido enviados de regreso a casa y sólo los líderes seguían camino al castillo.
Heero, pese a todo lo que le habían movido, no se había despertado, la única señal de vida que había dado era acomodarse mejor en el regazo de su esposo y seguir durmiendo.
- Tal vez está agotado hasta la médula - le dijo Zech tratando de tranquilizar a Dúo que se removía inquieto - recuerda que fueron sus poderes mágicos los que nos hicieron a todos libres.
- Pero ya hace varios días que está inconsciente - le respondió angustiado - está comenzando a perder su color y su cuerpo está cada vez más delgado y...
- Dúo, Dúo - lo regañó Trowa - tranquilízate ¿quieres? Sólo consigues ponernos nerviosos a nosotros también.
- Claro, como no es tu esposo el que está medio muerto - gruñó entre dientes.
- Dúo, no digas eso - le pidió Quatre - además, le pedí a Traize que nos alcanzara con los bebés, seguramente pronto estarán con nosotros y de seguro Heero se despierta para estar contigo y con tu hijo.
- Mi pobre Heero - le acarició el cabello y lo besó en los labios - yo me preocuparé de cuidarte mucho.
Wufei miró a Zech y este asintió divertido, Dúo no tenía remedio, estaba más interesado en lo que le pasara a su esposo que en su hijo que era la extensión de amor entre ambos.
- ¿Cuándo llegamos al castillo Maxwell? - preguntó Dúo sin prestarle mayor atención - desde la frontera había dos días ¿verdad?
- Ya no falta mucho - le dijo su primo ya fastidiado - Quatre ya te dijo que esperamos a Traize.
- Espero que Doshi se haya portado bien con él, es un niño muy hermoso pero sumamente inquieto.

El castillo Maxwell estaba revolucionado, eso de tener un nuevo rey y de ser seres comunes y corrientes a algunos les gustaba mucho, pero otros no estaban nade de felices, habían perdido el poder para someter a los aldeanos y algunos comenzaban a demostrar la verdadera edad que tenían, dado que antes, por mucha apariencia de ancianos que tuvieran eran fuertes y vigorosos, pero ahora eran simplemente eso, ancianos.
El castillo se veía menos lúgubre a la luz del día, se dijo Dúo mirando por la ventanilla de la carroza en que entraban y decidió quitárselo por completo limpiando las paredes interiores y derribando los gruesos muros negros para construir unos mejores y menos feos.
Al entrar y bajar del carruaje notó que todos los nobles se inclinaban ante él, sonrió intranquilo, pero dejó que los guardias bajaran a su esposo amado.
- Llévenlo a mis habitaciones - ordenó y los cuatro forzudos mozos le obedecieron de inmediato.
- Su majestad - le dijo un hombre mayor - lo esperan en el salón principal los nobles del reino.
- Muy bien, pero van a tener que esperar un poco más, quiero ver a mi esposo bien acomodado primero.
- Como usted diga - respondió sumiso.

Heero abrió los ojos y volvió a cerrarlos, estaba completamente seguro que no estaba muerto, pero al parecer aún no podía regresar de la frontera entre la vida y la muerte.
- Has resuelto muchas cosas, joven rey - le dijo una voz muy parecida a la suya - y has unido dos castas que se odiaron por siglos y generaciones y has dado vida a un nuevo ser que tiene la sangre de ambos, sin embargo, aún no eres ni de un mundo ni del otro.
- ¿Por qué no?
- Porque la causa de toda la maldición sigue latente en el corazón de tu esposo.
- Pero Dúo me ama.
- Exactamente, fue por amor que fueron malditos al principio, por los celos enfermizos de alguien que quería muerto a quien se le acercara a su esposo amado, ya que nada tenía más importancia para él que su amor, por lo mismo, el joven Yuy se alejó de él para calmarlo, pero las cosas empeoraron porque se enamoró de otro y consiguió que la magia de la luna azul les diera un hijo, tu padre.
- No entiendo.
- El joven Maxwell enfureció sobremanera al enterarse que aquel que amaba era de otro y su furia fue tal al saber que ellos tenían descendencia que hizo un pacto de venganza y convirtió a todo el que quisiera secundarlo en lo que fueron. Ese era el abuelo de Dúo.
- Eso explicaría que pasó con el clan Meridian, pero ambos murieron hace dos siglos.
- Pero Maxwell dejó dos hijos, el mayor fue engendrado con violencia en el cuerpo de una virgen, el segundo fue fecundado con afecto.
- ¿Y nosotros, cómo nos convertimos en lo que fuimos?
- Yuy nunca dejó de querer a Maxwell y quiso ayudarlo q regresar a ser lo que era, siempre que el dejara sus celos, pero él jamás le perdonó que le diera un hijo a otro y le lanzó una maldición y le dijo que sólo cinco espadas muy especiales la romperían. Yuy le rogó que no hiciera eso, que su gente no había hecho nada malo, que su hijo no se merecía aquel castigo, pero sólo consiguió enfurecerlo más, el recuerdo de su amado en los brazos de otro lo cegó y lo tomó entre sus brazos y lo violó mientras hacía un conjuro especial convirtiéndose ambos en las cinco espadas del poder, obligándose a permanecer separados hasta que un Yuy estuviera dispuesto a morir por salvar a un Maxwell tal como lo hizo tu abuelo.
- Pero si se amaban ¿no?
- Tu abuelo era un hombre sensual, y el haber estado un año sin pareja le había afectado demasiado. Tal vez habría sido mejor que regresara a los brazos de quien realmente siempre amó, pero aquel joven s lo recordaba tanto como era en un principio, que se quedó con él.
- Yo tendría que ser muy tonto para abandonar a mi Dúo por cualquier otro, él y yo ya tenemos un hijo y no voy a permitir que nada ni nadie nos separe - le dijo molesto volviéndose hacia él y se fijó en que el hombre era idéntico a él.
- Yo sólo querría asegurarme que no cometerías la misma idiotez que yo, amaba mucho a mi Dúo, pero lo dejé escapar porque me celaba por todo - caminó un poco hacia él - cuando nos conocimos, él era príncipe de Meridian, era un chico guapo y alegre, muy bullicioso y fiestero, yo caí en sus garras con sólo cruzar nuestras miradas y comenzamos a vernos a escondidas - suspiró - recuerdo que siempre me hacía pequeños obsequios cuando estábamos juntos y yo le pregunté si quería ser mi esposo, él aceptó gustoso, pero no quiso que lo supieran nuestras familias. Nos casamos en secreto y éramos felices el tiempo que compartíamos, pero mi familia me comprometió con la única hija de la familia Winner, yo no me podía casar de nuevo, pero él comenzó a mostrarme la otra cara de la moneda, me acosaba a preguntas, medio llegaba a su lado y me estaba revisando entero por si tenía huellas de haberlo hecho con otra persona y por más que insistiera con que le era fiel, no se tranquilizaba y era peor. Otras veces me esperaba llorando en la cama y se recostaba contra mí diciendo que era mejor que nos separáramos un tiempo, pero nunca me dejaba ir. Un día llegué a nuestra casita y me golpeó hasta hartarse, alguien le dijo que yo tenía no uno, sino varios otros amantes, y luego me violó y me dejó encerrado en nuestra habitación medio muerto.
- Ahí fue cuando le dejaste ¿verdad?
- Estuve inconsciente varios días, creo, pero mi cuerpo tenía huellas de sus abusos y sus golpes, así que como pude me quité los resto de la ropa y me arrojé al río cercano, sí él ya no me quería ¿para qué vivir? Pero cerca de Frontera me encontró un chico muy dulce, tan parecido a mi Dúo cuando recién comenzamos, que dejé que curara no sólo mi cuerpo, sino también mi corazón, nunca pensé que estando ya en Maronia él se fuera enterar de todo y comenzara una cruel venganza contra mi gente. Pero yo conseguí apaciguarlo cuando le entregué mi cuerpo de nuevo, pero fue sólo un rato, yo recordaba a m9i difunto amante y él me escuchó murmurar su nombre, y pasó como te dije. Pero lo peor no ese eso, es que yo fui liberado, pero él está perdido y no puedo encontrarlo para traerlo a la luz.
- Así que piensas que aún está cautivo en el corazón de Dúo ¿verdad?
- O dentro de la espada que ahora es una, por favor, quiébrala o haz que tu esposo lo haga, así esto al fin se habrá terminado.

Era pleno día cuando los soldados de la gran guardia del castillo Yuy llegaron al palacio Maxwell escoltando a Traize que traía al pequeño heredero que estaba de lo más inquieto, echaba de menos a sus padres.
Tranquilamente caminó por los pasillos del castillo Maxwel y entró en las habitaciones donde ambos soberanos descansaban con Doshi en sus brazos. Allí estaba Dúo sentado en la cabecera de la enorme cama con su esposo recostado sobre su regazo, apenas y levantó la mirada del durmiente cuando lo escuchó entrar.
- ¿Cómo te sientes, Dúo? - le dijo entregándole al bebé percatándose de lo pálido que estaba.
Estoy bien, sólo estoy un poco angustiado porque mi Heero no despierta - tomó a Doshi y lo colocó sobre el pecho de su esposo - ¿cómo se ha portado mi pequeño?
- Ha estado bastante inquieto - admitió - pero, aparte de eso, ha sido un verdadero angelito.
- ¿Me echaste de menos, mi pequeño? -e acarició los cabellos desordenados de la frente - eres tan hermoso como tu papá Heero - le dijo - los dos son tan bellos.
Un pequeño suspiro llamó su atención, pero Heero no se había movido. Y Dúo soltó el aire una vez más paciencia para ver a Heero abrir sus hermosos ojos azul cobalto.
- ¿Y los demás bebés? - dijo mirando a Traize de nuevo - ¿están todos bien?
- Jazmín le trajo a Trowa y a Quatre al pequeño Hamish, parece que ellos ya arreglaron sus diferencias y Quatre anda todo alborotado con su bebé.
- Bien por Trowa y por Hamish, parece que al fin reaccionó.
- Y Nataku le trajo a Taifei a Wufei y a Zech. Yo creía que estarías furiosa cuando viera a su sobrino y que no querría cuidarlo porque se parece a Zech y ella parecía odiarlo, pero fue todo lo contrario, estaba tan orgullosa de él que no cabía en sí mientras repetía que era bellísimo y que había heredado el cabello y los ojos de su clan.
- Por lo visto a ellos también se le arregló la vida, ya nadie querrá separarlos - miró a su niño que se había acurrucado junto a su esposo y se había dormido - pero yo no podré hacerlo hasta que esté seguro que Heero está bien.
- Estoy bien - murmuró Heero abriendo los ojos - ahora ¿te relajarás y te dormirás con nosotros?
Dúo abrió la boca y la volvió a cerrar sin decir nada, estaba sorprendido, luego retiró un poco a Heero de su regazo y se recostó apoyándolo ahora sobre su pecho. Al poco rato estaban dormidos los tres.
Sonriendo, Traize salió de la habitación y se dirigió al jardín donde encontró a Quatre y a Trowa jugando con su hijito. Le sorprendió un poco verlos juntos y felices, después de todo el rubio le había pregonado a los cuatro vientos que odiaba a su esposo, aunque le sonara más a simple intento de negación. Además, le habían contado que la noche que lo concibieron, se había apartado de su esposo y se había negado a mirar a su hijo.
- ¿Cómo sigue Heero? - le preguntó de repente Quatre.
- Se despertó exclusivamente para pata tranquilizar a Dúo. Creo que se encuentra bien, aunque está delgado y pálido.
- Es lógico, si tenemos en cuenta que recorrió los linderos entre esta vida y la otra de ida y de vuelta - dijo Trowa mirando a su Quatre y a su hijo.
- Parece que ustedes al fin arreglaron sus diferencias - dijo Traize agachándose para acariciar los cabellos de Hamish.
- Yo pensaba que Trowa sólo quería mi cuerpo - admitió Quatre - por eso lo evitaba y me portaba mal con él, pese a que lo amé desde un principio.
- y yo pensaba que Quatre reaccionaba a mis caricias sólo porque lo mordí - sonrió Trowa - no entendía por qué no me quería si yo lo amé desde la primera vez que lo vi, con todo y su enojo.
- Ese es un mal de familia - sonrió con tristeza - les cuesta aceptar lo que sienten y mucho menos ver lo que otros sienten por ellos,
- ¿Lo dices por experiencia propia? - le preguntó Quatre.
- Sí, mi esposo era terriblemente agresivo conmigo cuando nos conocimos - suspiró - fue en la presentación de Heero recién nacido. Ellos, me refiero a Berduki y Sakano , no estaban nade de felices con el bebé, era igualito a su padre, con excepción de sus ojos, el rey los tenía celestes y su pareja tenía los ojos de ese tono azul que ninguno de sus hermanos heredó.
- No sabía que lo conocieras de tanto tiempo - señaló Quatre - debiste conocer todas sus travesuras.
- Heero fue siempre un chico muy centrado, supongo que por lo protegido que siempre estuvo - se enderezó - Berduki y yo teníamos 15 años cuando nos comprometimos y él pasaba mucho tiempo con nosotros, a donde fuéramos iba con nosotros, su padre solía decir que no necesitábamos chaperón porque lo teníamos a él.
- Supongo que por la diferencia de edad siempre lo has tratado como si fuera tu hijo - le dijo Quatre.
- Supongo que de cierta manera lo he hecho - admitió pensativo - pero no fue con mala intención.
- Sáqueme de una duda - le dijo Trowa - ¿por casualidad sabe cuál fue el motivo por el cual se inició todo este lío?
- Sólo algunas cosas vagas que comentó el padre de Heero antes de morir al dividir en tres espadas a Zero. Primero, que lamentaba que él se pareciera más a su abuelo que nadie, segundo, que ojalá los celos no le arruinaran la vida como a su antecesor y tercero, que el amor por alguien podría matarlo - movió la cabeza - Sé que el abuelo Yuy estuvo enamorado de un Maxwell antes que comenzara la maldición, pero nada más.
- Tal vez debiéramos averiguar que pasó para que ellos se separaran así - dijo Quatre - para que esta situación no vuelva a repetirse.
- Es buena idea - dijo Traize - así sabremos por qué ocurrió todo.

Heero de despertó con los últimos rayos del sol de la tarde abrazado por su Dúo y su hijo y se quedó donde estaba pensando en qué decirle a su trenzado, no podía decirle de buenas a primeras que aún no eran enteramente libres de la maldición, como tampoco podía decirle que dentro de él estaba latente un alma vengativa y despechada, pero no podía quedarse en silencio y permitir que las cosas volvieran a comenzar.
- Heero - murmuró medio dormido - ¿crees que podamos unir ambos reinos? Algunos de los nobles de aquí no están muy contentos que su nuevo soberano se haya casado y mucho menos tenido un hijo con alguien que ellos siguen considerando su enemigo, tengo miedo que ellos provoquen una nueva guerra entre ambos reinos.
- Dúo, lo que pasa es que el odio entre ambas castas fue fomentado por dos siglos, ya le es un poco difícil aceptar que no necesitan odiarse - dijo él pensativo - además, algunos han de conocer el lado de los Maxwell de los acontecimientos, en cambio el lado de los Yuy ha permanecido secreto hasta para nosotros mismos.
- No te entiendo.
- Se trata que entre un Yuy y un Maxwell iniciaron todo esto, mi abuelo abandonó al tuyo y este, en medio de la ira y el despecho creo la maldición de nuestras castas. Seguramente los ancianos deben de haber comentado algo entre su gente de lo que tuvo que pasar Dúo Maxwell antes de volver a toparse con Heero Yuy, pero entre mi gente nadie supo nada, sólo hechos aislados acerca de que él mató a mi abuelo y por lo mismo aparecieron las cinco espadas del poder que se encontraban repartidas entre las cinco familias principales involucradas en este pleito.
- ¿Tú conoces la historia?
- Tan sólo el lado Yuy, lo que debemos hacer es averiguar que pasó en tu abuelo para que llegara a hacerle tanto daño a la persona que tanto amó.
- Tal vez se volvió loco por amor.
- Mm, es posible - se enderezó y alcanzó a sujetar a Doshi que le lanzó una mirada asesina por despertarlo - perdona, pequeño, me olvidé de ti - le acarició el cabello pero el niño no dejó de fruncir el ceño.
- Lo mejor es que bajemos a cenar - le dijo Dúo levantándose - ya veremos si averiguamos algo.
- Dúo, debo decirte algo más antes que bajemos.
- Dime.
- La maldición no está completamente rota.
- ¿Qué dices?
- El alma de tu abuelo aún está prisionera en tu sangre y si vuelve a despertarse, volveremos a ser lo que fuimos.
- ¿Qué? - Dijo escandalizado.

No había mucha gente en el comedor, había corrido la voz que la gente del clan Yuy y su soberano irían a cenar y muchos nobles mayores prefirieron retirarse al pueblo en vez de verse con ellos. Dúo estaba sentido por el desprecio que le hacían a sus invitados, pero estuvo contento de ver que los más jóvenes se quedaban y que uno de los más antiguos nobles permanecía allí y le hacía una reverencia.
- Gracias por quedarse, abuelo Sturb, alguien que es realmente valioso entre mi gente - le sonrió - él es mi esposo, Heero Yuy.
- Te llamas igual que tu abuelo, igual que nuestro rey.
- Lo sé, me pusieron su nombre por el parecido.
- Yo me quedé porque les quería contar lo que pasó con ellos cuando eran jóvenes - se sentó en una silla y sonrió al ver que todos estaban pendientes de sus palabras - el joven Maxwell era un joven muy simpático y generoso, un poco alocado, pero nunca malo. En una fiesta conoció al joven Yuy y perdió no sólo el corazón, sino que también la razón. Yo lo conocí, era muy guapo e introvertido, demasiado centrado para alguien como el príncipe, pero se adoraban mutuamente. Sin embargo, el príncipe Yuy tenía muchos y machas pretendientes, era un buen partido para cualquier reino y el joven Maxwell perdió la poca cordura que le quedaba, empezó a acosarlo, a tratar de alejarlo del mundo y de todos, sus celos llegaron al punto que estuvo varias veces a punto de matarlo. Yo atendí al joven Yuy en dos o tres ocasiones, estuvo muy mal, tenía heridas terribles, pero siempre perdonó a su amado. El joven Dúo parecía calmarse al ver a su amado en ese estado y siempre le juraba que nunca más, pero volvía a lo mismo.
- Debió de hacerlo sufrir mucho.
- Pero el decía que era culpa del joven Yuy, que era un coqueto que no le era fiel y muchos le creyeron, claro que ellos nunca vieron cómo quedaba él luego de sus peleas, jamás le devolvió un golpe y menos se defendió, lo amaba de tal manera que pasaba muchas cosas por alto. Pero llegó el día que lo cansó, lo había golpeado terriblemente y lo había ultrajado de tal manera que no quería vivir - bajó la cabeza - yo lo ayudé a escapar, era apenas un guiñapo, no tenía fuerzas ni para moverse, mucho menos para caminar, pero lo ayudé a llegar al río y lo puse sobre una tabla boca arriba para que se lo llevara la corriente y así se salvara. Unos meses más tarde supe que estaba vivo y que tenía alguien que lo cuidaba como se merecía. Pero el joven Maxwell no se había quedado tranquilo ese tiempo, siempre repetía a quien quisiera escucharlo que nadie se burlaría de él, que lo traería de regreso, le demostraría quien era él y después lo mataría. Hizo pactos con el rey de los muertos y se hizo brujo negro, por medio de ella descubrió que su amado tenía otro hombre y que por medio de una magia especial tenía dos hijos. Fue el acabose, puso el reino de cabeza y comenzó a perseguirlos hasta que consiguió la muerte de la pareja de ese momento del rey Yuy. …l quiso arreglar la situación intentado darle una oportunidad de salvación, por el amor que se habían tenido y por el bien de ambos reinos, pero él ya no podía desandar lo andado y su furia era tanta que maldijo también a su gente y a todos los que hubiesen osado cruzarse en su camino. En Frontera se reunieron y después supimos que ambos estaban muertos y había cinco espadas que nos liberarían o nos harían más fuertes e inmortales.
- Pero mi abuelo tuvo dos hijos - señaló Dúo.
- Sí, él solía tener períodos de calma, pero a su tío lo engendró teniendo el corazón lleno de odio contra su amado, su madre fue violada por él, así que el resultado fue ese ser tan malo como era su tío. En cambio a su padre lo engendró en uno de esos períodos de calma que no solía tener muy a menudo, por ello tenía un carácter amable, al parecer su hermano había heredado el lado malo.
- Pero eso no nos explica cómo apareció la maldición y las cinco espadas - dijo Quatre - ni tampoco de qué manera están mi clan y el de Wufei directamente relacionados.
- Las madres de ustedes son hermanas ¿verdad? - Quatre asintió - Y ellas eran hermanas del padre femenino del joven Yuy ¿no? - volvió a asentir - bueno, sus clanes se relacionaron con esta "guerra" desde el comienzo, el joven Yuy fue prometido con una hija de los Winner y el joven que lo rescató del río y le dio sus hijos fue un Chang, los Barton, por el lado de los Maxwell, se vieron involucrados porque fueron los que intentaron que el príncipe entrara en razón y lo dejara en paz.
- Y la maldición no está por completo rota - agregó Heero al fin - necesito que tú la partas - le dijo a Dúo que lo miraba asombrado - debemos destruir a aquel ser demoníaco que se adueñó del alma de tu abuelo y liberarlo para que vaya a donde pertenece.
- ¿Y cómo debo hacerlo?
- "No descansaremos en paz hasta que mi sangre, derramada por la tuya, sea vengada por amor" - escucharon decir - "la sangre del corazón enamorado de un Yuy purificó la espada, la sangre de un Maxwell deberá partirla"
Heero miró a Dúo preocupado, pero este simplemente se hizo un tajito en la mano con el filo de la espada y esta se trizó a partir de ese punto. Asombrado, dejó caer una gota de sangre en su empuñadura y la espada se rompió a pedazos hasta convertirse en cenizas.
"Jamás dejen que los convenzan de ser mejores al entregar tu alma - les dijo una voz muy parecida a la de Dúo - yo me dejé engañar pensando que jamás encontraría el amor verdadero, pero cuando este llegó, mi alma ya estaba perdida y me controlaba, yo sangraba cada vez que el sufría por mi causa, pero no podía sacar ese demonio de mí. Perdí a mi pareja y a mi felicidad y al final me dominó por completo y me destruyó físicamente, al menos tuve la dicha de morir en sus brazos y sé que fue feliz".
Y la voz se perdió en la distancia evaporando las cenizas de lo que fuera la espada del poder.
- Heero, yo jamás seré así, te lo juro - le dijo Dúo abrazándolo.
- A la primera señal que así sea, te daré un buen golpe en la cabeza - le replicó él y lo besó - ahora sí se ha terminado todo.
- ¿Vamos a comer? - dijo Wufei fastidiado - ya se hace tarde...
- Y tu tienes un apetito feroz porque gastaste todas tus energías esta tarde ¿verdad? - le dijo Zech divertido.
- Es tu culpa - le dijo colorado como tomate.
El anciano los miró preocupado, pero Quatre interpretó su mirada y sonrió.
- No se preocupe, abuelo, ellos son así, se aman peleando, se conocieron así y se amarán así siempre.
- Es un Chang, ni modo - dijo Nataku divertida - y Zech, pese a que no tiene el apellido, es un Yuy, no creo que cambien ya.
- ¿Y el joven silencioso de allá?
- El es Traize, del clan Oz, unido al reino de Benice por matrimonio - le dijo Quatre - es el viudo de uno de los hermanos de Heero.
- No creo que le dure mucho tiempo la viudez - dijo el anciano - parece que tu gente está bien cotizada por aquí - le dijo señalando a los jóvenes que se acercaban a conversar con él - tal vez ninguno de ellos pueda reemplazar a su esposo en su corazón, pero al menos harán el intento de llenarlo.
- Espero que sí, merece ser feliz - dijo Heero acariciando la mano de su esposo - veremos que pasa.

Fin

Al fin, al fin terminé (Shio Chang salta en una patita por todo el Windows).
Sí, me había tardado demasiado en hacerlo porque la inspiración se me había ido a las pailas (o a donde sea), pero como regresó, lo acabé.
Quiero darle las gracias a todos/as los que me animaron a continuarlo, espero que les guste mucho el final (ya Traize se me estaba quedando solito), y que lo disfruten como yo escribiéndolo.
Gracias.
Shio Chang (Que Wing Zero anda por allí haciendo un "rodaje" para afinar detalles para el despegue oficial del nuevo fic)
Y espero que el capítulo haya respondido por si solo los reviews =P

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