YA EN LA MESA…
El silencio incomodo era lo único que reinaba en el inmueble, tanto así que ninguno de ellos quería permanecer allí, por lo que entramos rápido y terminaríamos; allí, fue cuando el ambiente volviera a su estado original. Yo acabe primero pero por extraño que me pareciera en mi subconsciente, mi estómago me pedía algo dulce; me retire del asiento y fui al refrigerador a hurgar por el haber con que me encontraba y encontré fresas frescas: tome una, le quite el rabillo y me la comí, ahh… me hizo recordar aquel momento donde había llenado de fresas a Misaki hasta que sentí, entre mi adormilada existencia, una mano posarse en mi espalda, que me dijo: —oye Usagi-san, has estado actuando rato últimamente—
— ¿umm? Tal vez si tengas razón…—
—además, las fresas no estaban desinfectadas… te vas a enfermar…—
—perdona—
—… —no me dirige la mirada y yo sin ningún inconveniente le responde la misma expresividad. Cuando me cruce de ojos al aparato en un acto fugaz de buscar algo más para mis papilas gustativas, note más cosas de las que estaba buscando en aquel aparato, cuando mi peso de mi mano recae en un objeto puntiagudo que me saco una gota de sangre—.
— ¡Usagi-san!—
—Tranquilo, es solo un ligero piquete—
— ¡pero estas sangrando!—
—no es la gran cosa aun así—
Recoge mi mano y ve ese líquido carmesí descendiendo en mi dedo índice, introduciéndolo en su boca: su lengua era algo áspera, pero cálida… que relamía mucho la herida, mientras que su cara tenía un tono rosado bastante notable; ha habido también en mis recuerdos un momento así.
—a pesar de lo que dices, tu también andas bastante raro y cooperativo—
— ¡cállate! Mejor ven a que te ponga algo y no sangre más—
—Preferiría el método de la lengua— dije con algo de egoísmo—.
— ¡ni soñarlo!—
Saco un pequeño botiquín y m puso un simple curita “para que no se me infectara” según las palabras del castaño.
– ¿te puedo preguntar algo?—
—claro Usagi-san—
— ¿Por qué has estado raro? Hasta lo estas más que yo—
— ¡¿ha?! ¿Yo?—
—no, el de a lado—
—tú eres el que esta raro: antes me decías y me decías que te dijera que te amaba… ¡ahora siquiera me quieres dirigir palabra alguna!—
—ven…—
Lo jale de una mano y lo abrace por la espalda y lo puse sobre mi regazo; que me diera su mirada y sus pernas a los costados de mi cintura.
–no te he dicho nada, pero eso no es del que le cabe la idea de que no vaya a hacer caso, ni mucho menos de que no te quiera. Es más, cada sentimiento que empleas en estas palabras me hace tan feliz, que te aseguro que hoy te estoy amando más que ayer…—
—… —él no me responde. Mi respuesta fue concreta, en el hecho de que no se sintiera triste—.
Me quede en esa misma posición un rato más, acariciando esa fina cabellera color café en su cabeza, recostada sobre mi pecho. Sus orbes esmeraldas estaban brillando de manera en que pareciera que estaba sumamente embobado por la criatura que tiene enfrente suyo.
— ¿Qué tienes pensado hacer para la navidad que viene? Digo, no falta mucho para que lleguen estos días…—
— ¡claro! …aunque, no lo sé; si estamos juntos, no me importaría nada más…—
—lo mismo digo—
—etto… aunque nadie vendrá esta vez, ¿no?—
—no sé, tanto Mizuki como Kaoruko pueden aparecer—
— ¿y Usagi-chichi? ¿No te ha dicho nada?—
—ni siquiera lo he visto, mucho menos hablar con él. ¿A ti te ha dicho algo?—
—no. tampoco lo he visto…—
—vaya, parece que te ha tocado suerte el no toparte con el… además dijo que no te volvería a molestar—
—umm… si…—
—Eres todavía un niño… —le revuelvo los cabellos nuevamente, cosa que lo molesta en parte— aunque siempre recibirás mi apoyo… ¿nos podemos dormir juntos?—
—Usagi-san baka… — él se había sonrojado y molestado al mismo tiempo, haciendo una cara de puchero al decirlo— primero dices una cosa y luego sales con otra: siempre sacas provecho de todo…—
—mi pequeño niño… eso es correcto—
— ¡que ya no soy un niño!—
—Tú eres muy pequeño… pero no cabe duda que aún me traes loco por ti…—
Esta vez estaba demasiado rojo, tanto que parecía un tomate en su punto máximo de maduración— baka… no lo digas… —
—un “te amo” sería una palabra más concreta de decir…—
—Si dices eso de nuevo… y ano volveré a dormir contigo—
—De acuerdo, tu ganas—
Como es tan fácil de herir… vaya, molestarle un poco es bastante entretenido. Un chico normal con un individuo como yo: los complementos perfectos.
UN DIA DESPUES…
Estábamos en la tina caliente, cada uno por otro lado; mirándonos ojo por ojo en un ambiente erótico, lo bastante podría decirse
—oi… Usagi-san… ¿porque te metiste a la fuerza a la bañera conmigo?—
Me acerco sigilosamente a su cuerpo para ver su expresión más de cerca —pero no te estoy haciendo nada. Es que esta situación me recuerda cuando te hice “eso” y ´”aquello” en las aguas termales—
— ¡por supuesto que si conejo idiota!—
—pero nunca especifique que cosas te hice… no dije que yo te metí “eso” por el…—
— ¡cállate de una buena vez!—
Quería molestarlo, solo por el hecho de que me gustaba todas esas expresiones tsunderes que hace cuando se sonroja o no le gusta hablar de algo, su cabello mojado con aun gotas cristalinas en la cebras de su cabellera, su piel de tez morena como los crepúsculos aglomerados… que hasta del agua tengo celos por recorrer más su cuerpo que yo.
— ¿Usagi-san? —dijo el chico más que extrañado— has estado parado allí, sin hacerme nada y solo viéndome— agarro mi cara para mirarme—.
Ese momento de lucidez fue borrado de su memoria al sonrojarse de inmediato al ver mis ojos muy de cerca, tanto que ya no volteo más a verme y su cara estaba totalmente roja… y eso era muy enserio.
—No estoy bien… solo que estaba pensado muy bien las cosas—
— ¿p-pensar… en qué?—
—Pronto lo sabrás… —sonríe como normalmente lo hago para el—.
—está bien… —inflo sus mejillas como niño pequeño y se quedó en posición fetal en la bañera mientras yo me levantaba para irme—.
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Mis celos no son por otra cosa más que por Misaki… nunca los tuve mientras seguía estando enamorado por Takahiro; pero admito que me molesta el que solo pasen su mirada frívola y pervertida en su existencia… nunca querré que lo alejen… y uno de mis enemigos máximos es mi propio medio hermano, Haruhiko… que casi abusa de él, en otro de sus afanes de quitarme lo que me gusta o es de mi pertenecía… lo detesto tanto…
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Cuando había regresado a la sala vestido… veía al castaño, ver la ciudad desde la noche… tenía una mirada perdida en sus pensamientos. Cosa con la cual lo tome por sorpresa al abrazarlo por detrás una vez más.
— ¿Usagi-san?—
— ¿Te pasa algo?— dije inmediato de que se salieran las palabras de su boca—.
—n-no… es nada…—
—Misaki… —voltee su cuerpo para que me mirara y vi ese sonrojo y su mirada a punto de llora— ¿Qué es lo que tienes? —
— ¿Usagi-san… soy digno para ti?
Me conmociono bastante de lo que me hablaba, más aun, que unas finas lágrimas rodaban por sus mejillas.
— ¿pero qué dices? Claro que lo eres—
—no quiero ser una molestia ara ti, no quiero que te canses de mi… no quiero, que por mí no te concentres en tu trabajo… —había limpiado con sus manos un poco del agua salada que salía de sus ojos— no quiero decepcionar a Usagi-chichi…—
Ah… mi padre… tan inoportuno como sus palabras…
—mira Misaki. Aunque yo no me lleve del todo con mi propia familia— abrace cariñosamente al menor— sé que lo que te dijo mi padre lo dijo por una razón… y tiene confianza en que me hagas feliz: solo tu…— me había separado de el para mirarlo tranquilamente—.
Más que impactado, son su sonrojo, él se me abalanzo y beso con dulzura… solo eso para romper la tensión.
—yo… yo... yo… te amo Usagi-san
—qué bueno… pero yo te amo más…—sostuve sus caderas y el me rodeaba en sus brazos mi cuello para profundizar mas nuestro beso… un beso de sello—.
NARRADOR.
UNOS DIAS DESPUES…
— ¡nyaa! Usami-sensei… su nuevo éxito fue ¡a-som-bro-SO! —Grito casi gimiendo de la emoción la editora pelirroja— es tan grande que opaco al anterior tomo…
—lo se Aikawa… soy grandioso mientras me da la inspiración…
— ¡lo sé! ¡¡La idea de que le personaje recuerde todo lo que ha vivido con su pareja fue una idea genialosa sin duda!!
El menor, solo se abstenía a escuchar al estar recargado en la barra de la cocina sin entender del todo lo que hablaban; tomando su café, observaba al peligris con una sonrisa. Cuando la editora se fue, el mayor aprovecho la distracción del menor y se le abalanzo de nueva cuenta.
—Misaki… ahora te toca tu parte…—
— ¡¿Qué?!—
—Tienes que pagarme con algo por acabar mi libro—
—no se… de que me hablas… jaja…—rio nerviosamente, al saber de lo que decía—.
—yo te recordare que es…—metió su mano dentro de su pantalón y manoseo todo—.
— ¡no, basta! ¡¡¡Usagi-san!!!
Así, fue como otro nuevo día llego para los románticos, que continúan disfrutando su amor un tanto maniático.