Capítulo 9: La boda
-Fidio, estate quieto de una vez -le ordenó Angelo al borde de su paciencia mientras trataba de peinar a su amigo.
-¿Cómo quieres que me este quieto? ¡Es el día de mi boda! -gritó Fidio. Pensar que sólo hacía dos días había tenido el desmadre de la despedida de soltero. Ahora mismo a Fidio Aldena eso le parecía algo muy lejano. Ahora se casaría con el hombre que amaba y estaba que se salía de su propia piel de los nervios.
-Ya, respira hondo, Fidio. Todo saldrá perfecto -le aseguró Luca acercándose a él y sonriéndole mientras le arreglaba las inexistentes arugas de la camisa.
-¿Y si se arrepiente? -preguntó Fidio nervioso. Marco, Luca y Angelo intercambiaron una mirada riendo.
-Fidio, ese hombre no se arrepentirá jamás. Sólo hay que verlo para saber que saltaría de un puente con los ojos vendados por ti -le aseguró Marcos sonriendo enternecido.
-Yo también lo haría por él -aseguró Fidio con una sonrisa-. Es el amor de mi vida.
***
-Sabía que te encontraría aquí -sonrió Endou Mamoru acercándose a la tumba de su abuelo e inclinándose a dejar un par de flores al lado de las que Rococo ya había depositado en esta.
-Hoy es mi boda, sólo quería venir a decírselo al abuelo -sonrió.
-¿No se te hará tarde? -preguntó Endou.
-Para nada, te aseguro que estaré ahí antes que Fidio -sonrió Rococo que conocía el puesto que se daba a su prometido.
-Me alegro que el abuelo te tuviera con él -sonrió Endou con las manos a sus espaldas-. Fuiste como un nieto para él y ahora entiendo porque nunca quiso volver a Japón… este lugar es realmente hermoso.
-Él siempre te tuvo presente -le palmeó Rococo la espalda.
-Lo sé -sonrió Endou.
***
Goushu y Dragon se sentían un par de esclavos bajo el látigo de sus tiernas parejas Windy y Ryu, quienes los trataban como mulos de carga haciéndolos correr de un lado para otro poniendo los arreglos florales en su lugar para la ceremonia.
-Dejen de quejarse -les ordenó Blas cuando pasó por el lado de ellos cargando un par de columnas de cristal-. Al menos después de tanto trabajo os recompensaran después de la fiesta -les recordó al par casado-. Yo me tendré que conformar con mi mano -se quejó jocosamente.
***
-¡Yuuto, ayúdame! -gritó Akio desesperado, el genio con lentes de mosca sonrió levantando su vista del reloj. Un minuto, eso es lo que aguanto Akio antes de desesperarse por no saber atarse la corbata, 10 segundos más que la última vez.
-Hai, hai -rio Kidou acercándose a su pareja y arreglándole la corbata-. Ya deberías saber atarte la corbata -le dijo besándolo.
-Este instrumento del diablo fue creado para torturarme -aseguró Fudou sonriente abrasando a su pareja.
-Lo siento, por lo de la despedida de soltero -aseguró Kidou.
-Olvídalo, fue divertido ver a mi lindo cuico, borracho como una cuba -aseguró Fudou-. Creo que era la primera vez que te veía tan tomado -rio.
-Sí, pero que pena. Acabamos todos durmiendo juntos -suspiró Yuuto con un ligero sonrojo.
Había sido embarazoso levantarse todos en pelotas. Todos habían quedado borracho, el más sobrio de ellos había sido Fudou que estaba medio achispado, Akio los había desnudado y metido a la cama y él también se había acostado a dormir la mona, pero acostumbrado a dormir desnudo, en algún punto de la noche se había desnudado en modo zombi y había seguido durmiendo.
Así fue como se encontraron todos desnudos al otro día en la misma cama.
***
-Vez te dije que estaría antes que él -trató de bromear Rococo mientras esperaba delante del altar con Endou a su lado, miraba de vez en cuando el reloj en su muñeca nervioso.
-Relájate, ya va a llegar -sonrió Teres.
-Sí, canijo, a estas alturas ya no da para atrás -le tranquilos Mac.
-Quien sabe -dijo Hidetoshi malicioso disfrutando la cara de susto de Rococo.
-No hablas en serio ¿verdad? Él no se puede arrepentir -dijo tragando grueso.
-No le hagas caso a este idiota -golpe Edgar en la cabeza a Hidetoshi-. Sólo bromea -le aseguró y para alivio de Rococo en ese momento se acercaron Cain y Tachimukai corriendo por medio de la alfombra roja que llevaba al altar flanqueada por flores blancas.
-Todos a sus posiciones, el novio ya viene -dijo Cain con entusiasmo antes de correr con Tachimukai para sentarse junto a Tsunami y Skid quienes estaban sentados en la segunda fila hablando seguramente del mar.
Todos los invitados se apresuraron a organizarse en sus asientos apresuradamente.
-Te ves muy emocionado -sonrió Ichirota a Endou cuando este se puso a su lado en la primera fila.
-Lo estoy… las bodas me emocionan -aseguró tomando su mano- ¿Te imaginas la nuestra? -le preguntó sonriente. Ichirota se sonrojó pero sonrió.
-Trataré de atrapar el ramo en la fiesta -fue su respuesta sacándole una sonrisa a Endou.
Y justo en ese momento Fidio llegó, vestía de etiqueta en color blanco a diferencia de la negra de Rococo, tal vez la única deferencia un poco femenina que había echo era el ramo de flores blancas que llevaba en su mano. Rococo lo miró con un amor que era evidente para todos ahí, hinchado como un pavo real, Fidio lo miraba de la misma forma mientras se acercaba por el pasillo nupcial hacia él. Una hermosa boda al aire libre justo al atardecer, mientras el sol descendía, en esa preciosa aldea del Congo, África.
Goenji notó a su lado que Fubuki se mordía el labio con un par de lagrimas traviesa ante los hermosos votos que intercambiaban los novios. Sonrió sacando un pañuelo y dándoselo a Shiro mientras lo atraía con un brazo hacia él para que se apoyara en su pecho.
-Un día tendremos una ceremonia así, aun cuando no sea legal sólo para nosotros tres, para intercambiar nuestros votos de amor -le juraba Mac a Falcao y a Leonardo con la mano de Falcao en su izquierda y la de Leonardo en su derecha.
-Volvámonos a casar -dijo Mark con los ojitos brillantes a Dylan en un susurro-. Y esta vez en una hermosa ceremonia que no sea oficiada por un tío disfrazado de Elvis Presley - pidió. Dylan rio apoyándose en Mark que lo abrasó.
Las bodas siempre eran un momento feliz que daban ganas a todos de casarse. Pero esta era la boda de Fidio y Rococo, este era el momento más mágico y feliz para ellos. Y con su unión y esa boda en el Congo habían unido más vidas de las que podían imaginarse y eso se podía ver en las manos agarradas de Teres y Edgar mientras veían la ceremonia, en las de Endou e Ichirota que no se perdían detalle, en los brazos fuertes y morenos de Tsunami que rodeaban a Tachimukai, o en los de Skid que abrasaba a Cain con sus ojos fijos en la ceremonia, también se podía ver en la sonrisa radiante de Natsumi mientras estaba junto a Phillipe un par de filas más atrás, o en Goenji y Fubuki quienes permanecían juntos y abrazados viendo la ceremonia.
Si esa boda en el Congo había sido mágica… no sólo para los novios.
Fin