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El gobierno de Hades por La_Oscura_Reina_Angel

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Capítulo 15: Embarazos, tercera parte

 

 

 

- Julián, ten cuidado. Deja esa caja, yo la levanto.

 

Esa voz preocupada que lo apartó a un lado, tomando la caja de ropita de bebé que él había estado a punto de coger, no pertenecía a nadie más que a Argol.

 

Julián entornó los ojos fulminando con la mirada a Argol, pero a la vez enternecido.

 

Por un lado, le enfadaba que lo protegiera hasta de la brisa... estaba embarazado, no enfermo. Pero por otro lado, lo llenaba de ternura ver cómo Argol se desvivía por él y su bebé, hasta por el más mínimo antojo. No importaba la hora que fuera, Argol se lo conseguía.

 

Julián recordó con una sonrisa la noche anterior: se había levantado de madrugada con antojo de chocolate caliente y malvaviscos, pero le dolía la espalda, por lo que no quería pararse de la cama.

 

Resultado de eso: Argol había despertado a Bian para que le hiciera un chocolate caliente con malvaviscos, mientras él se dedicaba a darle un masaje, hasta que luego de beberse su chocolate se volvió a quedar dormido.

 

Resignado suspiró Julián con una sonrisa, siguiendo a Argol.

 

- ¿Esto para dónde va, para tu cuarto?

 

Preguntó Argol virándose con la caja en las manos. Julián asintió con una sonrisa.

 

Una vez en su cuarto, se sentó en la cama e invitó a Argol a sentarse con él.

 

Juntos abrieron la caja y se pusieron a mirar la ropita de bebé que Poseidón les había mandado para el bebé que crecía en el vientre de Julián.

 

La ropita era bonita, y a Julián le gustó pero no fue más allá de ello.

 

- Espera aquí un momento, Julián.

 

Dijo Argol, y salió corriendo a su cuarto; volvió un rato después con un bolsito, que le entregó tímidamente a Julián. Julián lo abrió y su corazón se detuvo un segundo: era una preciosa mantita de color rojo, para bebé. Sus ojos se llenaron de lágrimas y alzó la mirada hacia Argol.

 

Argol, pensando que la reacción era por que la mantita se le hacía fea, se apresuró a disculparse.

 

- Disculpa, Ju, sé que no es tan bonita como la ropa que te regaló Poseidón para el bebé. Si no te gusta, no tienes que usarla, puedes botarla.

 

Dijo el pobre excaballero de Perseo sonrojado por la vergüenza.

 

- La hiciste con tus propias manos.

 

Comentó Julián.

 

- Eh... sí... pero ya ves, no soy bueno tejiendo.

 

Se disculpó Argol apenado, pateándose mentalmente por haberse atrevido a darle la mantita a Julián. Por eso se sorprendió mucho cuando sintió los brazos de Julián rodearle mientras las lágrimas salían de los ojos de este, pero eran lágrimas de felicidad.

 

- Gracias, Argol, es el regalo más precioso que nos han hecho a mí y al bebé. - Le aseguró - Arroparé siempre a mi bebé con esta mantita. - Le juró.

 

- Pero las que te ha regalado Poseidón son mucho más bo...

 

- No lo son. Son mantas compradas, en cambio esta está llena de calidez, ternura y sentimientos, como yo quiero que esté mi bebé.

 

Argol sonrió, apenado por la emoción de Julián, quien, poniéndose de puntillas, rozó sus labios con los del caballero.

 

- Gracias, Argol.

 

Le sonrió al caballero, que en esos momentos estaba más rojo que un tomate.

 

~~~

 

Arakne entró sin tocar a la habitación de Bian, quería jugar un rato al ajedrez y no había encontrado a Eo en su habitación para retarlo a una partida. Arakne era fanático del ajedrez, era su gran pasión ese juego.

 

Pero nada más entrar a la habitación de Bian, se arrepintió de no haber llamado a la puerta. Ahí estaba Eo, y no precisamente jugando al ajedrez con Bian, si no más bien haciéndolo como dos entretenidos conejos.

 

Asiendo el amor con una pasión que hizo sonrojar a Arakne, que salió de ahí lo más rápido que pudo sin ser descubierto.

 

Se recostó contra la pared, aún apenado por la escena antes vista, y suspiró.

 

Argol estaba enamorado de Julián, Julián no sabía y, por lo que veía, Bian y Eo estaban también enamorados... mierda, sólo él no tenía a quién amar, pensó abatido.

 

A penas se alejaba de la habitación de Bian y Eo, cuando vio a Poseidón dirigirse hacia esta.

 

El mundo se le cayó encima al pobre de Arakne, que no sabía qué hacer.

 

Tenía que hacer algo o Poseidón cogería a Bian y a Eo en pleno polvo, y les iría muy mal.

 

No pensó, simplemente se acercó con rapidez a Poseidón.

 

- Mi señor, ¿qué hace aquí?

 

Preguntó sumisamente.

 

- Vengo a buscar a alguno de mis muchachos para que me complazca, quiero estar con uno de ustedes.

 

Sonrió Poseidón, sabía que, de todos, Arakne era el que menos disfrutaba el sexo con él, por eso se sorprendió cuando este se acercó a él dócilmente.

 

- Entonces permítame ser yo quien hoy le dé placer, amo.

 

Le dijo de forma coqueta pero humilde. Poseidón sonrió tomándolo de la cintura y, alzándole la barbilla, lo besó.

 

- Bien, Arakne, pero espero que hagas un buen trabajo.

 

- Lo dejaré satisfecho, mi señor.

 

Aseguró.

 

***

 

Hilda y Saori estaban tiradas en la cama de esta segunda, escuchando música. Hilda miró a Saori.

 

- Oye, Saori - La llamó Hilda, Saori abrió sus ojos y la miró.

 

- ¿Qué sucede, Hilda?

 

Le preguntó con una dulce sonrisa la pelimorada.

 

- Saori, ¿qué crees que sea el bebé?

 

Le preguntó con ternura poniéndole una mano en el vientre y acariciándoselo. Saori sonrió poniendo su mano sobre la de Hilda.

 

- Pues la verdad, no sé, pero sea lo que sea espero que nazca sano.

 

Dijo la futura madre ilusionada. Hilda sonrió con ternura.

 

- Apuesto a que así será.

 

Dijo dándole un beso al vientre de Saori.

 

~~

 

Marin estaba haciendo galletas. Le gustaba hacer galletas para las chicas e incluso para Pandora.

 

Estaba buscando el chocolate para echarle la capa a una de la tanda de las galletas, cuando sintió que alguien le ponía la manga de chocolate en la mano.

 

Se volteó sobresaltada, para suspirar aliviada al ver que sólo era su peliverde compañera.

 

- Hola, Shaina.

 

- Hola, Marin.

 

Sonrió Shaina de un modo que inquieto a el águila, quien se volvió nerviosa hacia sus galletas.

 

- Qué bien, haciendo galletas - Sonrió Shaina - Amo tus galletas - Dijo cargando la frase de doble sentido.

 

Doble sentido que Marin notó, pues se sonrojó como una amapola.

 

- Cuando estén listas, te daré.

 

Le aseguró Marin tratando de obviar el doble sentido de la frase.

 

Shaina sonrió ante esas palabras y se relamió los labios, mirando fijamente a Marin.

 

Así Pandora la descubriera y la matara, Shaina estaba dispuesta a conquistar a su antigua compañera amazona al precio que fuera.

 

***

 

Hermes sonrió, el éxito de sus planes estaba cada vez más cerca.

 

Sospechaba de alguien que lo podía ayudar, además de los caballeros sometidos. Alguien con mucho poder pero un corazón tierno. Tal vez, en opinión de Hermes, el único dios que valía algo... Hipnos.

 

Ya le había mandado una carta donde le decía que necesitaba hablar con él. Hipnos le había respondido que pensaba pasar unos días en la Tierra con sus chicos, que si quería podían verse allí.

 

Hermes había aceptado. Si conseguía el apoyo de Hipnos, su plan estaría hecho, y cuando todos lo notaran ya sería muy tarde.

 

Sonrió Hermes malicioso. Se acarició su abultado vientre con ternura.

 

- Pronto nos desquitaremos, cariño.

 

Le susurró a su bebé, el cual pateó suavemente su vientre como si lo entendiera.

 

Hermes suspiró mirando el tablero de ajedrez frente a él.

 

- Mierda, no tengo con quien jugar ajedrez.

 

Se quejó de pronto con un puchero. A Hermes le gustaba mucho el ajedrez.

 

Continuará...
Notas finales:  

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