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Torneo Holy Road Internacional por La_Oscura_Reina_Angel

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Capitulo 5: Convivencia, parte uno

 

-¿Goenji Shuuya, acabas de tocarme el trasero? -preguntó Endou Mamoru asombrado.

 

Estaban en su despacho, supuestamente discutiendo estrategias de su juego contra Austria, Endou se había levantado para tomar una botella de agua y cuando pasó junto a Goenji… sintió una mano sobre su culo.

 

-Upps, se me resbaló la mano -sonrió el de cabellos lacio angelicalmente.

 

-¡Kidou! -gritó Endou al sentir otro pellizco en su trasero.

 

-¿Qué? -preguntó el de lentes de mosca completamente sereno- Si a Goenji se le puede resbalar la mano a mi también -aseguró sonriente.

 

***


-La verdad es que aun no me creo que los entrenadores nos dieran el día libre -sonrió Shindou caminando junto a Kirino hacia la heladería.

 

Los entrenadores les habían dado ese día, el siguiente a su victoria contra Qatar, para que descansaran, así que Shindou había invitado a Kirino a comer un helado, como amigo, claro está.

 

-Nos los merecíamos -sonrió el peli rosado contento-. Fue una buena victoria y un buen juego. Quiero llegar a la cima del mundo con todos ustedes, Shindou… sobre todo contigo -aseguró mirándolo directamente con sus ojos cian.

 

-¿Por qué especialmente conmigo, Ranmaru? -le preguntó Shindou tuteándolo, mientras se detenía, mirándolo de una forma coqueta con sus mejillas sonrojadas.

 

Kirino se detuvo también, se volvió hacia Shindou, cian contra borgoña, estaban tan cerca, el defensa sólo tenía que dar un paso más para poder apoderarse de los labios del Dios de la batuta. Tragó saliva mirando ahora fijamente los labios de Shindou

 

>>¿Ran? -la voz de Shindou sacó a Kirino de su trance y se obligó a sonreírle al gamemaker.

 

-Obviamente porque tú eres mi mejor amigo en el mundo, Takuto. Nadie más es como tú -sonrió tomando su mano y jalándolo-. Mira, ahí está la heladería -le dijo llevándolo a ella, sin notar la mirada de decepción de Shindou, el Dios de la batuta quería ser algo más que su mejor amigo, para el usuario de la niebla.

 

***

 

 

-Gracias, mocoso, no era necesario -dijo Kariya mirando a Hikaru que le entregó una cajitas de onigri que él mismo había hecho.

 

-Yo quería hacer algo para Kariya sempai -sonrió el más pequeño.

 

Kariya se sonrojó así que bajó la cabeza para que el mocoso como él lo llamaba no lo viera mientras tomaba uno de los onigris y se lo metía a la boca.

 

>>¿Cómo está, sempai? -preguntó Hikaru mirándolo expectante. Kariya lo tragó con dificultad, estaban asquerosamente dulces. Miró a Hikaru para reclamarle por quererlo envenenar, cuando vio su mirada expectante, ilusionada. Ni él era tan malo. No tuvo corazón para decirle que les había echado azúcar en vez de sal.

 

-Muy buenos, mocoso -le dijo siendo recompensado por una sonrisa ilusionada del menor, esa sonrisa bien valía la pena que se comiera los onigris más malos de su vida, pensó mientras tomaba agua de su botella con desesperación.

 

Claro, Kariya Masaki, el cazador de Inazuma Japon, jamás admitiría en voz alta lo importante que era la sonrisa de Hikaru Kageyama, alias el mocoso para él.

 

***

 

-¿Te pasa algo, Kyousuke? -le preguntó Yuuichi mirando a su hermano con curiosidad, estaba haciendo el conteo de la utilería y su hermano se había ofrecido a ayudarlo, pero Kyousuke no lo estaba ayudando en nada, sólo andaba mirando un lado del campo con rabia, mientras estrujaba una lata doblaba en sus manos. Yuuichi Tsurugi siguió la mirada de su hermano y encontró que había provocado esa rabia en el menor de los Tsurugi. A un lado del campo, sentados en la hierba, estaban Matsukaze Tenma y Taiyou Amemiya riendo mientras hablaban de Dios sabría que.

Yuuichi sonrió divertido. Su hermano estaba celoso, él sabia de eso.

 

-¿Por qué no vas con ellos? Hace un lindo día. Yo termino aquí -le animó. Kyousuke lo miró confundido de que su hermano hubiese notado lo que miraba-. Además, si no te apuras… puede que te coma el mandado -le dijo Yuuichi con una sonrisa maliciosa.

 

El cuello de Kyousuke casi crujió cuando se volvió a mirar a los otros dos. No en esta vida. Ese baka de Matsukaze Tenma era suyo, el chico sol venido de la academia Arakumo ya podía irse olvidando de su Tenma.

 

Sin decir nada más salió a grandes zancadas hacia la parejita sentada en el césped. Al llegar puso su mejor e hipócrita sonrisa.

 

-Hola chicos -saludó sentándose en medio, obligándolos a separarse, recibiendo una mirada asesina de Taiyou y una sonrisa inocente de Tenma.

 

-Kyousuke-kun, estuvo genial en el último partido -le dijo Tenma con entusiasmo-. Se lo comentaba a Taiyou-kun -sonrió el chico.

 

-Gracias, Tenma, verte esforzarte tanto sacó lo mejor de mí, sabía que tenía que darlo todo -le sonrió Kyousuke contento. Tenma sonrió inocente-. Después de todo, sacas lo mejor de mí, Matsukaze.

 

-Oh, justo eso dijo Taiyo-kun cuando le comente lo bien que jugó el partido contra Qatar, muchas gracias a ambos -sonrió con un inocente sonrojo.

 

Sin notar que Kyousuke y Taiyo se estaban fulminando con la mirada mutuamente.

 

Desde donde estaba Yuuichi no podía escuchar la conversación, pero si podía verlos y no pudo evitar reír. Oh cielos, eso era tan divertido.

 

-El que a solas ríe de sus maldades se acuerda -comentó alguien atrás suyo. Yuuichi se volvió sobresaltado, viendo a un chico con un pañuelo en su cuello y el cabello tapándole un ojo, Furetsu Hayami.


-Furetsu-kun -sonrió Yuuichi saludándolo-. Espero que no te importe que te llame por tu nombre…es que con Tsurumasa por aquí si te digo Hayami no se a quien le estoy hablando -le dijo amigablemente. Furetsu se sonrojó, pero lo disimulo.

 

-Para nada, Tsurugi-kun puede llamarme como quiera -aseguró el chico de la pañoleta.

 

-Yuuichi -lo corrigió el mayor-. Mi nombre es Yuuichi así que llámame así, Tsurugi llaman a mi hermanito -le informó. Furetsu sonrió y asintió.

 

-Hay, Yuuichi-sama -asintió.

 

-Quita el sama -le ordenó Yuuichi sonriente.

 

-Pero….

 

-Inténtalo -le animó.

 

-Yuuichi -repitió tímidamente.

 

-Ahora sí, perfecto -le guiño un ojo el mayor- ¿Y qué haces en tu día libre? -le preguntó.

 

-No mucho, aun no conozco muy bien a los demás chicos, sólo a mi primo Tsu, pero él estaba ocupado con Hamano, así que literalmente me aburría -suspiró.

 

-Entonces es tu hora de suerte -bromeó- ¿Quieres ayudarme con este inventario? -le preguntó el gerente.

 

Furetsu asintió fervientemente. Había algo en Yuuichi Tsurugi que le llamaba, quería estar cerca del mayor y no sabía por qué.

***

-¿Qué haces? -sonrió Kita Ichiban sentándose junto a Yoichi en la mesa de la cocina donde este miraba unas revistas mientras le extendía una lata de refresco. Había traído dos uno para él y otro para su rubio compañero de Tengawara.

 

-Miro algunas revistas -sonrió Yoichi señalando lo obvio.

 

-Eso lo noté -sonrió Kita divertido- ¿Pero de qué son?

 

-De los bebés que un día tendré -le dijo Yoichi mostrándole las revistas infantiles de decoración para cuartos de bebé. Kita casi se atragantó con su refresco.

 

-¿No crees que eres muy joven para pensar en bebés? -le preguntó.

 

-Claro que no, quiero ser un papá joven -aseguró el rubio sonriente con sus ojos brillando detrás de sus inseparables gafas–. Un día, cierto capitán estúpido se dará cuenta de lo perfecto que soy, me pedirá matrimonio y tendremos bebés -aseguró sonriente.

 

-¿Capitán? ¿Te gusta alguno de los capitanes aquí? ¿Quién? -preguntó sin notar que estaba aplastando la lata de refresco en sus manos por la furia, si alguno de esos mani largos tocaba a Yoichi le arrancaría la cabeza de tajo. Yoichi era un rubio despistado e inocente, como su antiguo capitán era obligación de Kita protegerlo de los aprovechados. O eso se decía a sí mismo, no tenía nada que ver con que el rubio tuviera el mejor cuerpo del mundo y que su pene se pusiera como una piedra cada vez que lo recordaba desnudo en las duchas del equipo bañándose.

 

Yoichi entornó los ojos al escuchar su pregunta.

 

-Y después dicen que somos los rubios los que somos idiotas, capitán- suspiró.

 

Continuará… 


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