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Autumn (Rainy Days) por VampireDark

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Notas del capitulo:

Disfruten :3

 

Miré por la ventana al despertar y vi los charcos en el pasto brillante, las gotas cayendo silenciosa y aburridamente: la lluvia había aminorado en la noche y ahora era un chispeo insoportable; no haría tanto frío pero aún así debería abrigarme si no quería terminar enfermo, por lo que procuré ponerme medias y luego calzarme las pantuflas mientras recorrí el mármol de las galerías, buscando algo que hacer, algo con lo que distraerme ese fin de semana.

Con un puchero, caminé con la bata de algodón púrpura por la casa y bajé los escalones deteniéndome en cada uno: hacía mucho frío, quizás por el material o por mí mismo, pero me estaba congelando. Ya en la cocina, observé el movimiento a mí alrededor sin que nadie me saludara, todos cabizbajos dando vueltas y todos metidos en lo suyo.

—Buen día— murmuré, deteniéndolo todo —Si todo eso que está ahí es para mí— señalé a una bandeja repleta de comida —Puedes guardarlo, no tengo hambre hoy.

Sin darles chances a protestar o pedir explicaciones, me giré y salí a la grava mojada y térrea, crujiendo las piedritas bajo mis pies cuando llegaba a la calle y miraba la reja.

—¿Qué hice mal?

¿Qué pasaba si iba de vuelta a la tienda a molestar?

—Nadie me atendería.

¿Qué pasaba si llamaba a Yutaka (porque algo me decía que Kojima no me iba a atender) para decirle que quería hacer las paces?

—Te evitarían, Kai lo ayudará porque es más amigo de él.

Volví a entrar y a un trote resbaladizo que dejaba marcas de barro subí a mi cuarto, encerrándome sin portazos ni gritando, porque ya no servía de nada hacerlo: no podía patalear, no podía protestar. A pesar de no entender en qué me había equivocado y de saber que en el fondo no era mi culpa, no podía hacer lo de siempre, lo de antes.

Ahora estaba intentando entenderlos, cambiar, quería ser mejor persona. Y como persona madura que era (o buscaba ser), me acosté y me crucé de brazos, intentando volver a dormir cuando recién acababa de despertarme.

No obstante no había conseguido descansar bien al volver del concierto.

Busqué los guantes de Kojima y los abracé contra mi pecho, suspirando y abrigándome con las batas y las frazadas.

 

 

 

 

 

—¿Y no vas a hacer nada al respecto?

Negué con la cabeza apoyada en los brazos cruzados sobre la mesa redonda y pequeña, ir a la casa de Aoi para hablar había sido todo un tema, sobre todo cuando en el recibidor me abrió Ruki, que aparentemente había pasado técnicamente todas las tardes por ahí, quedándose hasta la noche. Entornando los ojos, torcí la boca y sopesé:

—¿Creen que estuvo mal lo que dije? O sea, no lo uso como un juguete, no pienso aprovecharme de él.

—Lo que el chico no comprende es que tú ya apagaste el modo “alta sociedad” y que todo lo que dices con ese ademán es en realidad un mero chiste, un chiste como los que dicen ellos— respondió Ruki, serio y balanceándose en la silla hacia atrás; se encogió de hombros —Quizás no quiere aceptarte como uno de los suyos, quizás le avergüenza estar contigo.

—¿Cómo le puede avergonzar estar conmigo?— Aoi rápidamente intervino, relajado.

—Sus amigos se burlan, lo tratan de basura, de manipulador, de rata porque busca aparentar ser alguien más importante— al notar que lo mirábamos raro, respiró hondo —Me están diciendo eso en el colegio.

—Tú sí que no la tienes fácil— lamenté.

—Pues no, no y no.

—¿Me ayudarían a hacer las paces? Quiero arreglar todo— pedí.

—¿Por qué no vas a la tienda media hora antes de que cierre, esperas afuera y lo sigues para después agarrarlo y disculparte? No podrá cortarte, no podrá evitarte, tendrá que escuchar. Fin.

Me levanté con cuidado, sentándome como corresponde: no estaba mal, no estaba mal… Pensé en llevarle flores o algún chocolate y rápidamente descarté la idea: no debía caer con nada que sonase como un soborno, intentaría ir incluso sin la billetera en el bolsillo. Frunciendo el ceño, calculé las posibilidades de ser rechazado de todos modos: Kojima era rápido, con dos zancadas suyas ya lo tendría a treinta metros de distancia.

—¿Y si le das un beso tú?— saltó Ruki, contento. Aoi gritó cual mujer emocionada y empezó a aplaudir, diciendo que sería maravilloso.

—Tengo que grabar eso— comento burlón Aoi.

—¡No! No quiero a ninguno de ustedes conmigo.

—Caminará con una falda floreada y mangas abombadas— siguió el más chico de todos —Con un cartel que diga: “Lo siento honey, chu , chu perdóname”.

—Takashima Kouyou no caminará con faldas ni carteles— protesté —Es más— miré el reloj —Ya voy para la tienda, si de verdad me esfuerzo, puedo lograr que se vaya conmigo y se salteé el turno de la tarde.

Despidiéndome apurado, salí al trote hacia las escaleras y bajé los pisos, en la recepción pasé por la puerta de Yutaka y me detuve en seco: gritos, gritos y chillidos, constantes invocaciones a Dios y María Santísima junto con el crujir constante de una cama.

Tragué saliva. Cerrando fuertemente los ojos y tapándome las orejas, di largos pasos intentando no escuchar la voz quebrada del supuesto Manabu junto con los bufidos de Kai, que desde el otro lado de la puerta se oía como alguien mucho más fuerte y violento… porque alguien que movía así la cama no podía ser solamente “apasionado”.

 

 

 

 

 

El llamador de ángeles golpeó la puerta, con un pie dentro miré alrededor y vi el puesto vacío, sin personas sentadas comiendo y mucho menos (para mi sorpresa) con Kojima limpiando o revisando las cosas.

Me dirigí entonces a la barra y tomé una franela abandonada, instintivamente busqué el lustrador y comencé a aplicar el spray en la madera, frotando en círculos y revisando las marcas agachándome para ver el reflejo del Sol.

No podía evitarlo, quería trabajar en todos los puestos, quería quedarme: busqué en el galponcito un delantal y un gorro. Rápidamente terminé trapeando y limpiando, revisando la caja y la lista de pedidos del día: el papel no estaba.

—Debe haberse ido a entregar algo… pero no cerró el puesto.

Un nuevo tintineo me indicó gente entrando, me giré esperando “encontrarlo” pero terminé atendiendo a una pareja de adolescentes que parecía estar en el apogeo de su relación. Como nunca antes había cocinado, miré desconfiado la fuente de frituras y las hornallas; tragué saliva y me acerqué con cuidado, intentando recrear lo que hacía Kai cada que lo pispiaba.

En unos veinte minutos presenté la comida más decente que logré hacer, además de la primera que hacía: crucé los dedos por debajo de la barra, esperando no intoxicarlos o arruinarles el apetito. Cuando la mujer murmuró y tiró la cabeza hacia atrás, pude respirar; con una reverencia, observé el dinero en la madera, esperando a ser tomado.

—¿Aparte de aprovecharte de mí, tomas mi lugar?

Los chicos habían dejado la puerta abierta, no escuché a Kojima entrar. Era increíble lo sigiloso que era, ya estaba con la bicicleta a medio camino del galpón, la cadena y los pedales no habían sonado en absoluto.

—Ah, no te vi… estaba disperso— comencé a quitarme las cosas, me detuve con el nudo del delantal deshecho —¿Sabes qué? Me pienso quedar, estés enojado conmigo o no.

—Puedo solo.

—No, no puedes porque dejaste el local abierto, alguien pudo haber entrado a robar.

—Y mira si estabas tú acá adentro, te iban a volar los sesos.

—…Ése no era mi punto, fuiste descuidado, necesitas ayuda porque Yutaka está con Manabu.

—¿¡Manabu!?— bramó, ofendido —¡El muy puto me dijo que estaba enfermo!

—Estaba con Manabu, los escuché cuando visité a Aoi.

—¿Tu novio, no? El que te manosea— siseó dirigiéndose a barrer la entrada, llena de barro desprendido de los zapatos.

—¡No es mi novio!

—Por supuesto que lo es— refutó con una mueca de burla —Tenías la camisa desabotonada y el tipo te franeleaba con los brazos, ¿Un amigo hace eso?

—¿¡Un amigo abraza al otro y le hunde el rostro en el cuello!?

—¡No compares mi situación con la tuya, Takashima!

—¡¡Voy a hacer lo que quiera porque contigo ya no se puede hablar, no me escuchas y no me dejas hacer nada!!

—A ver, ¿Qué no te dejo hacer?— espetó, rabioso. Me acerqué rápido, tirando los trapos y quitándole de un manotazo la escoba.

—¿Quieres saber qué no me dejas hacer? No me dejas tenerte, porque yo te quiero, Kojima, te quiero. Pero no me ayudas, contigo doy un paso adelante y dos hacia atrás— le miré a los ojos apagados, los míos vidriosos; me desesperé y me tomé del pecho con fuerza, aguantando el llanto —¿Qué tengo que hacer para que me quieras en serio? ¿¡Qué necesito hacer, qué tengo que conseguirte!?

—Te lo diré de la forma más sutil que se me ocurre— contestó, molesto; su pecho se pegó a mis manos, a pesar de su típica calidez lo sentía… frío, lejano —Tienes que gustarme, y eso no se logra contigo queriendo comprarme— una nueva bomba explotó en mi interior, me temblaron las rodillas.

—¿Me estás diciendo que no te gusto?— Tomándome de las mejillas, sus labios temblaron sobre los míos, atrapando mi inferior entre los suyos, tirando levemente.

El gélido aire de su boca me golpeó en el rostro al decir:

—No.

En la oscuridad de mis ojos cerrados sentí que todos y cada uno de mis nervios arder en fuego y morir congelados al no tener más la boca de Kojima a mi disposición. Por lo que busqué su rostro con súplica y volví a besarlo, besarlo con miedo, con emoción, con ansia y hasta con remordimiento, intentando salvar algún perdón entre nuestros rostros inclinados y nuestros brazos enredados en el cuerpo del otro.

—¿Por qué me haces esto?

Sí, él me había ayudado, pero yo me molesté en no apartarlo, en buscarlo e incluso reconocerlo como un… como un igual. Como otro como yo; él era yo, yo era él. Jamás me había molestado en encontrar iguales, y con Kojima me había esforzado como nadie (estoy seguro), me había desalmado por seguir con él, por tratar de explicarle que todo estaba bien, que se juntara conmigo de todas formas, que no le importase lo que dijeran…

Ah, no. Cierto. Eso último soy yo. Eso me lo transmitía Kojima a cada segundo.

—Juro que no quise comprarte o sobornarte con el concierto— jadeé entre sonoros besos contra mi mandíbula y mi mentón —Es que te veías tan triste, tan decaído…

—Perdóname por haberte tratado como basura. Cuando llegué a casa entendí que lo habías dicho en broma. Y me gustas, sí que me gustas.

—No quiero dejar de venir, no quiero dejar de verte— separé las piernas cuando su rodilla pidió permiso, el ardor en el lado interior de mis muslos me nubló la visión —Amé tu mensaje de texto.

—Cuando te ignoraba era por miedo. Te tengo miedo.

Abrí los ojos y lo aparté unos centímetros, estaba un poco agachado y con la pelvis prácticamente inclinada hacia adelante, buscando contacto con la misma zona de Kojima. Me pasé la lengua por los labios hinchados.

—¿C-cómo es eso?

Notas finales:

Bien, espero les gustara. Casi que no terminan de aceptar sus sentimientos esos dos tontos x3 Supongo que así de raro es el verdadero amor.

En fin, ¿Qué sera? ¿Sera que ahí AoixRuki? ¿Qué sera? x3

¿Que dicen? ¿Quieren Aoiki o no?

 

En fin, quiero agradecerles de todo corazón a:

laura lxlight

♥Tiffany091

the slave of bou 

 

Y así mismo a todos aquellos que leen, pero que no dejan review. Espero les gustara este cap. Cualquier comentario es bien recibido, por favor :3

En fin, volveré lo más pronto que pueda.

Sayo♥


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