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Autumn (Rainy Days) por VampireDark

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Notas del capitulo:

A menos para mi, este cap tiene un tinte bastante melancólico. No se si ustedes lo vean igual.

Disfruten :3

—¿Por qué quisiste parar?— le pregunté abrazando mis rodillas y pegándolas a mi pecho, Kojima se había enloquecido en el camino de vuelta y en el medio de la nada pidió de bajarse, bajarse nada más para correr y sentarse en el pasto a un lado de la ruta, con los ojos como platos y la boca levemente abierta.

Los yuyos altos picaban a pesar de rozar mis mangas, entorné los ojos debido al sol, que me lastimaba los ojos a pesar de estar atardeciendo.

—¿No lo ves?— se encontraba igual que yo, a medio metro de distancia —Mira, Kouyou, míralo con atención. ¿Cuántas veces puedes ver el atardecer sin edificios que te molesten la vista?— volvió a mirar al horizonte con el rosado del cielo pegando en sus pómulos y su mentón —Parecen… dientes diabólicos, negros y puntiagudos, enormes pistolas que apuntan al Sol, que se esconde asustado y abre paso a la noche.

Levanté las cejas.

—Vaya, tienes una veta casi poética… no sabía que te valías de metáforas.

—No es una metáfora— apretó los labios —Es la realidad.

—Entonces…— me crucé de piernas, hundiendo mis manos en el pasto que picaba— Supongo que no te gusta la ciudad, ¿Verdad?

—Es una jungla de cemento, una jungla que hace diferencias, crea como… razas dentro de ella— sabía exactamente a lo que se refería, pero de todas formas se molestó en aclarármelo —Mira tu casa, mira la mía, mi barrio y el tuyo… los colegios, los trabajos, todo. Depende de lo que hagas y dónde estés, eres alguien o no. Importas o no.

—¿Quiere decir que no existes?— murmuré tratando de adivinar su pensamiento.

—Por supuesto que no— bajó la cabeza, perdiéndose del espectáculo del Sol que apenas, apenitas se mostraba por sobre los yuyos y los árboles, desvaneciéndose lenta y hondamente —¿Qué tiene de memorable o importante un chico que trabaja en una tienda de comida rápida y no tiene estudios universitarios?

Gateé hasta él y le tomé el rostro con las manos, buscándole los ojos, intentando mirarle con la misma intensidad con la que él había estado admirando el paisaje.

—Que ese chico es el amor de mi vida. Y eso es algo que nunca nadie te lo podrá quitar.

 

 

 

 

 

—Aún quiero llevarte al lugar donde planeaba tener nuestra primera cita— comentó con la mano en la manija de la puerta para salir y los ojos apagados, cansados.

Fingí no saber de qué hablaba, levanté una ceja.

—No creas que no te vi, miraste en mi mochila y leíste el papel— sonrió de lado, probablemente no tenía ni ganas de eso —Sigo con ganas de llevarte al parque de diversiones, y que vayas sin campera para poder prestarte la mía o abrazarte.

Tomó el cierre de su abrigo y se la quitó con lentitud, se le notaba realmente agotado. Tendiéndome la campera, quise tomarla pero se apoderó con una mano de mis muñecas, direccionando mis brazos y vistiéndome con cuidado, yo retorciéndome en el asiento para que él pudiese abrigarme cómodo.

—Listo— sonrió, acomodándome el cuello y pasando las manos por mi pecho, alisando la prenda —Te queda bien, quedas bastante tierno con las mangas largas.— Al parecer, inevitablemente, Kojima tenía una obsesión con la ropa grande, y aquella campera no era la excepción.

Busqué mis manos arrugando los puños, mis dedos asomaron tímidamente y Kojima resopló en un intento por reírse.

—Te ves como si te hubiera pasado un tren por encima, ¿Te pasa algo?

Negó lentamente con la cabeza, tiró de la manija para abrir la puerta.

—Tengo que esforzar la vista y me duele la cabeza, este fin de semana he hecho mucha fuerza para poder ver— aparentemente, la operación no había salido muy bien.

—¿El atardecer?

—Claro que no, verte. Quién sabe cuándo será la próxima vez que pueda admirarte desnudo.

Sacándome la lengua, se despidió con la mano y bajó los bolsos del asiento de atrás; destrabé mi puerta y salí de ella en un salto para bordear el auto y correr hacia él.

—¡Despídeme bien!

—¿Despedirte bien?

—¡Y sí! ¡Así!— aprovechando que cargaba con sus bolsos, le tomé de las mejillas y tiré de su rostro hacia mí, un único beso cansado y lento siendo mi recompensa —Si quieres podemos ir mañana al doctor para que te dé algo… o quizás debas comprarte anteojos.

—En realidad tengo que hacer ciertos ejercicios— posó su frente sobre la mía, ardía demasiado —Pero no tengo tiempo ni ganas y…

Conté hasta cinco, siguió sin hablar.

—¿Y?

Abrió los ojos de golpe.

—¿Eh, qué? ¿Qué dijiste?

—Nada— sonreí tomando los bolsos y llevándolos hasta el umbral —Dame las llaves, yo llevo los bolsos.

Rehusándose y errándole a la cerradura tres veces, forcejeé para arrebatarle el llavero y entramos a paso lento, cuidándole las espaldas con mi cuerpo por si se caía: cada escalón fue una tortura, entre el tiempo que tardaba en levantar las correas iban cortándome la circulación de los dedos, terminé arrastrando todo y golpeándolo continuamente con el piso hasta que llegamos, siendo recibidos por un pequeño papel en la puerta.

—¿Qué dice?— murmuró Kojima frotándose las sienes.

—Permiso— entorné los ojos —“Byou, nos fuimos a visitar a la abuela, saludos”.

—¿La abuela ya volvió de Odaiba?

—¿Tu abuela fue a Odaiba?

—Pensábamos que iba a deprimirse con la muerte del abuelo, pero se ve que anda bastante contenta— masculló —Bueno, pasa entonces, no hay nadie.

—¿Si hubiera gente no me dejarías pasar?— bromeé.

—No me avergüenzas— declaró de pronto y caminando hasta su cuarto.

Le seguí a pasos cortos y rápidos, él se echó de boca a la cama y yo me encargué de dejar los bolsos a un costado, sentándome a su lado y acariciándole la espalda, luego rascándole la nuca y terminando en su cadera.

—Si quieres me quedo a cuidarte, estás hecho polvo.

—No— resopló —Tú tienes que ir al colegio.

—Iré y ni bien salga vengo aquí, ¿Quieres?

—¿Y la tienda?

—Yo llamo a Kai.

—¿Y tus amigos?

—Entenderán— por supuesto que lo harán, me están cubriendo en este preciso instante.

Con la cara de lado hundida en la almohada, se humedeció los labios y habló con los ojos cerrados, casi conversando con el aire.

—Sabes… sabes que te quiero, ¿Verdad?

Me quiere.

Me quería.

Haber esperado todo un fin de semana, por más que fueran dos o tres días, a mí me habían sentado como una vida entera. A mi corazón le habían sabido a eternidades, oscuras y pesadas eternidades; pero al fin, al fin hermoso fin, estaba apreciando con mis sentidos, con su voz, las palabras que tanto había anhelado.

Con el matiz grave y cansado de Kojima. Con mis lágrimas acompañando en silencio.

Asentí sin que me viese, apreté los labios y arrugué el mentón, dolido. Se sentía demasiado bien, era una calidez que había terminado ardiendo, era una caricia que se había transformado en un corte.

Un corte profundo e imposible de curar, como yo quería que fuese. Porque Kojima para mí sería eterno, sería un recuerdo que jamás borraría de mi mente, ni de mi alma o mi piel.

Yo te quiero aún más, sólo deja que me tome la vida para mostrarte.

Abrazándolo, hundí el rostro en su espalda y gemí contra la tela, gimoteé con fuerza hasta que me dolieron el cuello y la mandíbula: un paso más, un paso más cerca.

Cerca de Kojima, de su interior y de aquel Kojima que yo sabía que existía escondido dentro de ese cuerpo enorme que se giraba torpemente para abrazarme, confundido.

 

 

 

 

 

Me froté lo ojos y abracé las rodillas para juntarme las rodillas al pecho, miré mi habitación desde el rincón en el que me había acorralado: todo era gigante, gigante y vacío. Había llorado todo el camino de vuelta, había llorado al bajar los bolsos y mamá me frenó con preocupación: el “viaje que había tomado para descansar de los exámenes” no había resultado aparentemente.

Aparentemente.

La criada ya había dejado la bandeja con el té y las tostadas, no me molesté en comer y con dos sorbos hirviendo fue suficiente; tenía una extraña necesidad de estar con Kojima, de dormir a su lado, de abrazarlo y sentir su torso desnudo bajo mis dedos. Quería que me susurrara estupideces al oído, quería que me obligara a frenar para ver bien el atardecer y que me dijera que le gustaba, que le importaba y que se moría de ganas por llevarme al parque de diversiones porque la primera cita había sido un desastre.

Descansé la cabeza contra la pared, suspiré con la voz quebrándose a medio camino. ¿Por qué, estando tan feliz, lloraba? No se sentían como lágrimas de felicidad, se sentía diferente.

Fue entonces que volvió, zigzagueante y entretenida, la vocecita de mi cabeza para retumbar con fuerza, picar como una víbora y llenar mi visión de puntitos violetas, producto de su veneno.

¿Sabes por qué lloras, Takashima Kouyou?

No, no lo sabía.

Porque en el fondo, muy en el fondo sabes que pasará mucho tiempo hasta que escuches otro “te quiero” de Kojima.

Y también sabes que si lo presionas para que lo diga, lo perderás para siempre.

Levantándome pesadamente y apoyando las manos en la pared, arrastré los pies hasta la cama y me dejé caer en la cama, gigante y vacía. Me abrigué con las sábanas suaves y muertas y cerré los ojos, ya no quería hacer otra cosa que dormir y esperar al día siguiente.

Ya no podía hacer nada.

Comienza a contar, Takashima… y ojalá no se te olvide la voz de Kojima diciéndote “te quiero”.

Tenía razón… aparentemente sonaba como si tuviera la razón.

Notas finales:

Bien, la verdad es que no se que decir, y no se...

¿Ya estoy demasiado compenetrada con Uru, o en verdad ese "Te quiero" fue doloroso?

Al menos yo si lo sentí así. ¿Y ustedes?

En fin, quiero agradecer a:

laura lxlight

♥Jinshiii

Y así mismo quiero darle la bienvenida a:

shizuka_faryeriu

hina kouyou

También, agradecer a aquellos que leen y que no dejan review y esperar que algún día se animen.

 

En fin, tengo sueño y debo terminar de leer "Frankenstein" así que hasta luego.

PDT/: Mañana contestare sus reviews, tanto del cap 12 como del 11. Lamento no haberlos contestado antes, y debo admitir que me dio pereza, debido a la situación que estaba viviendo AY. 

En fin sin más ahora si, me despido en forma.

Sayo♥


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