—Onodera… quiero un hijo contigo…
— ¡¿Qué?!
Ya después de medio año como pareja, Takano Masamune y Ritsu Onodera estaban en su día libre abrazados y hablando de cosas trivales para pasar su tiempo, solo que el editor en jefe se le salieron las palabras de la boca.
— ¡Masamune! ¡Sabes que soy un hombre! —El chico castaño se levanta y lo mira con su cara roja en busca de su explicación—.
—esa es la desventaja… ¡ahhh…! —suspira pesadamente—.
— ¡La vejez te está afectando mucho!
—ven aquí. —lo jala hacia él y lo sienta sobre su regazo enfrente suyo—.
— ¡No te daré uno!
—eso no importa.
— ¿Eh? —primero decía que quería un hijo, ¿ahora que no importaba? —“vaya, Takano es bastante bipolar con lo que quiere”
—a mí me sobra amor, pero es porque te tengo a ti: prefiero eso a compartirlo.
— ¡baka! ¡Después del accidente andas más romántico que de costumbre!
—gracias a ti.
— ¡No es cierto! —estaba rojo con esas palabras tan ciertas—.
— ¿No? Pero con cuanta desesperación hacías que me enamorara de ti. ¿Qué no recuerdas?
Esos pequeños detalles, Masamune no los puede olvidar…
—emmm… etto… ¡BAKA! —aventó la almohada en su cara y huyo a su habitación compartida—.
—Ritsu, no te ocultes.
— ¡No!
—vamos, que admiro esa determinación tuya por hacerme recuperar mi memoria…
— ¡baaaaka!
Se sentó pero al hacerlo dejo caerse con todo su peso a donde la puerta y darte la espalda a la misma.
—Ritsu, por favor… quiero estar contigo… quiero ver su rostro; besarte y abrazarte un millón de veces… y lo del bebe fue una broma, lo cual tu tomaste demasiado enserio.
— …
En unos segundos se oyó el cerrojo de la puerta abrirse y ahí estaba el rojizo Onodera que miraba al suelo tal sea por el orgullo que de nuevo le carcomía como la primera vez.
—Onodera Ritsu: de acosador de secundaria; ahora el orgulloso, frio y sin sentimientos…
—cállate… —en ese momento, Takano tomo su rostro entre sus manos y le planta un beso—.
—no importa que me digas: sé que me amas…
Lo mira directo a los ojos y sin penarlo Ritsu lo volvió a besar.
—prometí que no te dejaría ir por alguna de mis tontas palabras. —a pesar de que ya las dijo hace muy poco—.
—entonces ámame hasta que nos hagamos uno; ámame hasta asfixiarte de mí, que yo estaré para ti toda la eternidad…
Con esto el castaño se abrazó el cuello del azabache y se volvieran a unir en un apaciguarle beso…
—y... si pudieras hacerlo, ¿me harás el hijo?
—Masamune... —rio algo forzado—. Si pudiera tener un hijo, tú serias el primero en saberlo...
—no digas con eso... me estas provocando a que te empuje al sillón hasta que te duermas o te canses...
Se acercó a él y tomo su rostro—. Anda... hazlo... estamos libres el día de hoy... —él se moría de vergüenza por todo lo que decía, pero... su amado se merecía tener esas palabras, ¿verdad?—.
—... no me dejas opción...
Lo empujo al mueble y le dio de besos en la boca con cierta pasión que quemaba las bocas cada uno. Las cosas se notaba que iban a subir un tono, por lo que ahora, no sabían qué hacer con tanto amor que ahora derraman: nunca estuvieron más felices, aun cuando se conocieron y enamoraron por primera vez. ¡ahh! ¡Qué lindo es el amor nostálgico!
—Onodera… quiero un hijo contigo…
— ¡¿Qué?!
Ya después de medio año como pareja, Takano Masamune y Ritsu Onodera estaban en su día libre abrazados y hablando de cosas trivales para pasar su tiempo, solo que el editor en jefe se le salieron las palabras de la boca.
— ¡Masamune! ¡Sabes que soy un hombre! —El chico castaño se levanta y lo mira con su cara roja en busca de su explicación—.
—esa es la desventaja… ¡ahhh…! —suspira pesadamente—.
— ¡La vejez te está afectando mucho!
—ven aquí. —lo jala hacia él y lo sienta sobre su regazo enfrente suyo—.
— ¡No te daré uno!
—eso no importa.
— ¿Eh? —primero decía que quería un hijo, ¿ahora que no importaba? —“vaya, Takano es bastante bipolar con lo que quiere”
—a mí me sobra amor, pero es porque te tengo a ti: prefiero eso a compartirlo.
— ¡baka! ¡Después del accidente andas más romántico que de costumbre!
—gracias a ti.
— ¡No es cierto! —estaba rojo con esas palabras tan ciertas—.
— ¿No? Pero con cuanta desesperación hacías que me enamorara de ti. ¿Qué no recuerdas?
Esos pequeños detalles, Masamune no los puede olvidar…
—emmm… etto… ¡BAKA! —aventó la almohada en su cara y huyo a su habitación compartida—.
—Ritsu, no te ocultes.
— ¡No!
—vamos, que admiro esa determinación tuya por hacerme recuperar mi memoria…
— ¡baaaaka!
Se sentó pero al hacerlo dejo caerse con todo su peso a donde la puerta y darte la espalda a la misma.
—Ritsu, por favor… quiero estar contigo… quiero ver su rostro; besarte y abrazarte un millón de veces… y lo del bebe fue una broma, lo cual tu tomaste demasiado enserio.
— …
En unos segundos se oyó el cerrojo de la puerta abrirse y ahí estaba el rojizo Onodera que miraba al suelo tal sea por el orgullo que de nuevo le carcomía como la primera vez.
—Onodera Ritsu: de acosador de secundaria; ahora el orgulloso, frio y sin sentimientos…
—cállate… —en ese momento, Takano tomo su rostro entre sus manos y le planta un beso—.
—no importa que me digas: sé que me amas…
Lo mira directo a los ojos y sin penarlo Ritsu lo volvió a besar.
—prometí que no te dejaría ir por alguna de mis tontas palabras. —a pesar de que ya las dijo hace muy poco—.
—entonces ámame hasta que nos hagamos uno; ámame hasta asfixiarte de mí, que yo estaré para ti toda la eternidad…
Con esto el castaño se abrazó el cuello del azabache y se volvieran a unir en un apaciguarle beso…
—y... si pudieras hacerlo, ¿me harás el hijo?
—Masamune... —rio algo forzado—. Si pudiera tener un hijo, tú serias el primero en saberlo...
—no digas con eso... me estas provocando a que te empuje al sillón hasta que te duermas o te canses...
Se acercó a él y tomo su rostro—. Anda... hazlo... estamos libres el día de hoy... —él se moría de vergüenza por todo lo que decía, pero... su amado se merecía tener esas palabras, ¿verdad?—.
—... no me dejas opción...
Lo empujo al mueble y le dio de besos en la boca con cierta pasión que quemaba las bocas cada uno. Las cosas se notaba que iban a subir un tono, por lo que ahora, no sabían qué hacer con tanto amor que ahora derraman: nunca estuvieron más felices, aun cuando se conocieron y enamoraron por primera vez. ¡ahh! ¡Qué lindo es el amor nostálgico!