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A Good Brother por anik_blood

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Notas del capitulo:

perdonen la tardanza!!

ya estoy de vacaciones, juro seguir rapido :DD!!

Voy a editar los capitulos anteriores del fic para corregir errores y dedazos XD perdonenme por eso. De todas formas avisare si cambio algo relevante lo cual no creo

Disfruten <3

 “No llorare”

Lleno de odio. De un odio que lo iba carcomiendo, incinerándolo lentamente. Era una chispa sobre una hoja con el poder de calcinar los mismos cimientos de una montaña. Y era un deseo. Un deseo ridículo, tomar entre sus manos el cuello de su padre y apretarlo hasta matarlo. Sin piedad. Sin remordimientos. Solo odio y fuego.

Su mente estaba distante, incapaz de aceptar la verdad que se mostraba frente a sus ojos. Le era difícil comprender que estaba en el mismo sitio del que huyo hacia casi tres años. Tantos sueños, tantas esperanzas. Y no tenía nada, solo la sangre que caía bajo sus pies.

Vio como las gotas caían en ese charco rojo, por un instante todos los sonidos desaparecieron y solo escucho el goteo de ella, tan hipnótico y macabro, rítmico a los latidos de su corazón. Se lamio los labios y sintió su sabor metálico, dulzón. Le provocaba nauseas pues le recordaba a la guerra y el hambre y la sed. Le recordaba todas esas cosas que había tratado de olvidar.

Alzo lentamente el rostro y miro a su padre con las cejas fruncidas y con los dientes ensangrentados, tan apretados que parecían a punto de quebrarse. Sus ojos irradiaban un seco y profundo rencor, negros carbones apunto de arder cual brasas. El sabor de la sangre, de la ira, del fuego por sus venas, del corazón latiendo y el dolor y la vergüenza.

Era cierto, había perdido la fe, ya no sería pintor, no haría el amor con Chizuru, Batsuma nunca estaría orgulloso de él, no aprobaría los exámenes de Hiruzen y más nunca vería a Hashirama.

Todo había acabado. Por su culpa.

Se incorporó. Dos Uchihas lo sostenían por los brazos para evitar que se le lanzara encima o bien, para que no se desplomara contra el suelo, aunque desde hacía unos minutos sus rodillas habían flaqueado y si no fuera por ellos su rostro hubiese chapoteado en aquel charco de sangre. Con las rodillas temblorosas se puso firme y le dio una mirada desafiante. Su rostro destrozado y rojo bajo la luz de las velas daba un aspecto aterrador. Casi demoniaco.

-Sigue-Dijo lentamente, saboreando el metal en cada silaba. La voz le salió forzada, como quien trata de minimizar un grito en un susurro.

Tajima frunció el ceño y tomo con cierta delicadeza la barbilla de su hijo y le alzo el rostro, tan delicado como un padre, tan cruel como un inquisidor. Empuño el puño derecho. Madara contuvo la respiración. Seguiría.

 

Izuna estaba agazapado en una esquina, abrazándose casi a la pared, ocultando su rostro bajo sus manos. Temblando de miedo, incapaz de comprender la dantesca escena que sucedida frente a él. Cerró los ojos y grito al ver como su padre volvía a golpear sin parar a su hermano, una y otra vez, cada vez más fuerte. Nunca había visto tanta sangre. El rostro, el cabello, la camisa y el suelo estaban cubiertos de rojo escarlata, brillante a la luz de los ocho cirios que iluminaban la pequeña cabaña. 

Quería levantarse y salvarlo. Golpear a ese hombre que trataba de matar a su hermano. Pero tenía tanto miedo, tanto que no podía respirar, las piernas estaban entumecidas y solo podía gritar y llorar. Tenía dos años. Solo dos años. Su edad le ato de manos y pies y su inocencia le vendo los ojos.

Cuando su padre le asesto un puñetazo en el cuello pareció que Madara perdió el conocimiento y volvió a desplomarse, esta vez, parecía que no se incorporaría. Pero pronto se levantó de nuevo, tosiendo y jadeando, cada vez más molesto con esa chispa de miseria ardiendo en los ojos muertos.

Le pidió una vez más que siguiera. Esta vez la voz salió forzada. Su padre lo estaba destruyendo y Madara quería ver hasta dónde podía llegar.

Tajima no paro esta vez hasta que él vomito sangre y se ahogó con ella. Era posiblemente la segunda costilla fracturada.  

El cabello oculto un poco el profundo dolor en su rostro pero los cada vez más vacíos ojos negros reflejaban el fuego de las velas como cristales. Tosiendo y con la mirada algo borrosa lo volvió a mirar. Altanero. No pediría clemencia. Nunca se la pidió a su dios, mucho menos a su padre.  Con bastante dificultad volvió a incorporarse. Las rodillas apenas soportaban su peso.

El pequeño niño sabía que su hermano era la persona más fuerte y valiente del mundo, pero en esos momentos hubiese deseado que fuera un menudo cobarde, que llorara, que suplicara por perdón.

-No, no, no-decía Izuna cubriéndose los ojos llenos de lágrimas, nunca sus manitos habían temblado tanto, su corazón estaba demasiado acelerado, su cabeza le dolía, iba a vomitar en cualquier momento. Quería que parara todo.

Izuna vio como Madara se alzaba nuevamente y miraba distante a su padre. Y como un juramento rezo una palabra:

-…Sigue.

 

Realmente no pensaba en lo que pasaba. La cabaña en donde estaban, como Izuna lloraba, los Uchihas que lo mantenían de pie, su padre. No, en su mente solo se reproducían imágenes grises y distantes, como un viejo álbum de fotografías. Chizuru llorando en el hombro de Batsuma y como este la miraba impotente. Hiruzen despidiéndose desde lejos con una sonrisa triste. Luego está el primer galope del caballo y hay un grito, Hashirama corriendo detrás de él.

Y un recuerdo más, uno inmaterial, una sensación: eran palabras atragantadas. Palabras que quiso decirles a esos extraños que lo amaron como nunca el mismo llego a amarse. Palabras que quiso decir y que ahora, nunca diría.  

Por un momento cerro los ojos en ese vaivén de golpes y de insultos... Recordó la sensación de la boca de Hashirama, el escalofrió y la timidez del primer beso. El calor en su rostro y el temblor en su cuerpo. Sintió cosquillas en el estómago  y una sensación curiosa como si sus pies se despegaban del piso, y por un instante, un pequeño instante, volara.

Solo un poco más. Si tan solo hubiese podido tener solo un beso más, una caricia, aunque sea un susurro, quizás no se sintiera tan destruido en esos momentos.

Tan abandonado.

-Sigue…

Tan lleno de odio.

-Sigue…

“No llorare”

-¿Te das cuenta el daño que le has hecho a este clan?-Pregunto su padre tomándolo fuerte del rostro. Estaba jadeando, parecía cansado-Traicionaste a toda tu familia. Eres un traidor. No mereces vivir a mi lado. No eres mi hijo.  Eres una vergüenza.

-Sigue, solo sigue maldita sea-una bofetada le corto las palabras en seco.

-¡Cierra la maldita boca! ¿Qué tratas de demostrar Madara? ¿Qué eres fuerte? ¿Qué eres valiente? ¿Qué eres superior a mí?

-No-, susurro mientras miraba los ojos de su padre. Torció una amarga sonrisa-solo trato de enseñarte porque me lleve a Izuna.

La mirada torva de Tajima por un instante le helo la boca del estómago.

-¿Cómo te atreves?-Rugió dándole un brutal golpe en el rostro que casi le voló dos dientes-¿Cómo te atreves a hablarme a si?-Otro golpe en el pecho le quebró la clavícula, el esternón o algún hueso. Perdió él aire-¿Cómo te atreves Madara?

Lo golpeo una y otra vez hasta que su rostro quedo irreconocible, demasiado inflamado y magullado, lleno de hematomas y cubierto de sangre espesa. Los gritos y suplicas de Izuna apenas eran audibles frente a los gritos de su padre.

Tajima caminaba de lado a lado, vociferando insultos y amenazas, y a veces hasta lloraba de rabia. Estaba enloqueciendo. Lo golpeaba sin control, como cuando un hombre golpea al amante de su esposa.

-Cuando volvía a casa esa noche…-dijo quitándose una escueta lágrima de las mejillas, manchándose el rostro con su sangre. - Me encontré a mi esposa muerta. Mi hijo había desaparecido junto con mi bebe

»-Pensé en un secuestro. Pero nadie pedía recompensa. Pensé entonces que te habían matado. Pero nadie se daba esa gloria...Y después caí en cuenta, luego de varios días, que te habías ido del clan. No lo quise aceptar ¿Un traidor? ¿Era mi propio hijo un traidor? No…eso no era posible, me decía todo el tiempo. Pero luego me llegaron noticias curiosas. Un Uchiha vivía entre los Senjus. Batsuma tenía una nueva mascota-los ojos de su padre se volvieron sombríos-Mi hijo era ese perro.

En un rápido movimiento le tomo con fuerza del rostro. Madara apenas podía estar consciente de lo que pasaba, todo le daba vueltas y le dolía respirar.

-¿Eres eso Madara? ¿Eres un perro de Senju?

Madara abrió los labios para contestar pero no podía hablar. Las cosas estaban oscurecidas y distorsionadas. Quería tirarse en el suelo, ya no podía seguir de pie.

Solo una imagen se formó en su cabeza, la sonrisa de su madre a punto de morir.  Era una noche de julio y hacia frio, y ella estaba muriendo y aun así si le sonreía y le hizo jurar con su último aliento que protegiera a su hermano. Sin embargo, era un buen recuerdo. Era la primera vez que la veía sonreír en años, tan cuerda y lucida. Sus tres hijos muertos la habían roto como el otoño a las hojas. Parecía feliz, quizás porque sabía que se reuniría con ellos en otra vida.

¿Se reuniría con ella al terminar la noche?

“No llorare”

Los golpes duelen, Madara siempre supo eso, pero también sabía que no había mayor agonía que un buen recuerdo recordado en un mal momento. Los buenos recuerdos, los recuerdos de su esperanza, de todos y cada uno de sus sueños, eran como un  helado cuchillo que le atravesaba el pecho y lo desarmaba. El pasado dolía más.

 

Se había desmayado desde hacía largos minutos. Su padre tomo su cabello ensangrentado y enmarañado y lo alzo exponiendo su cuello, casi como si fuese un animal. Coloco el filo de una navaja en su yugular.

-Señor-, uno de los hombres que sujetaba a Madara le llamo.

-¿Qué quieres Itachi?

-Señor, ya es suficiente…

-¿Suficiente? ¡Yo decido aquí que y que no es suficiente!-Bramo molesto mientras afincaba con seguridad el cuchillo contra el cuello-Es un maldito traidor, ¿Qué se supone que debo hacer con él?

-No quiero faltarle el respeto,-continúo de forma sigilosa. Tenía una voz demasiado calmada como para sonar siempre educada y demasiado grave como para no sonar aburrida-Pero me temo que si lo mata incurriremos en un grave error-Tajima entrecerró los ojos ante las palabras de su principal concejero.

-Explícate.

-Nadie sabe que Madara huyo del clan, todos creen que fue un secuestro y que hoy lo hemos rescatado...si la gente se entera, que su propio hijo, su futuro líder los abandono ¿Por qué no lo harían ellos? Ya varios han desertado. La mitad de nosotros se han ido en el transcurso de los años. La gente no le ve fin a la guerra y se une con clanes más poderosos, que tienen más comida, mejores espadas y mejores mujeres.

-¡Pero ya tenemos un hogar!

-Y a pesar de que ya tengamos un hogar- continuo con voz baja-la gente siempre busca excusas para criticar a sus líderes. Si mata a su hijo, lo verán como un bárbaro, sin corazón, la gente lo odiara… Por todos los aspectos que mire, si mata a Madara, se matara a sí mismo.

-Es mi hijo yo decido que hacer con él. Si mis actos insultan tu moralidad bien que puedes irte.

-¿Le diría eso a la moralidad de cincuenta Uchihas?-Por un instante el pulso le tembló y dudo-No actúe por pasión, es el líder de este clan y más que nunca lo necesitamos. Y en estos momentos por primera vez creemos tener una vaga estabilidad. Trate de mantenerla a flote, señor- Lentamente, muy lentamente quito el filo de su cuello y soltó su cabello.

-¿Y qué hago con él?-dijo escupiendo con asco y frustración.

-¿Dejarlo con vida?-Sugirió. Tajima pareció ofenderse con esa idea-Solo es un niño.

-Además no estamos en condiciones de perder a más ninjas-dijo el otro que lo sostenía que hasta ese entonces no había hablado. Era mucho más joven y de mirada algo torva- y su descendencia depende de Madara…no creo que ese bebe llorón pueda follar nada en muchos años.

Tajima frunció el ceño y miro con desprecio a Madara. Su rostro, su mirada y su sangre le provocaban repugnancia. Ordeno que lo soltaran y vio como cayó desplomado contra el suelo, chapoteando en el gran charco de sangre. Camino hasta un pequeño envase de madera donde había agua y allí se lavó las manos con cierta impaciencia.

Izuna estaba tan tenso que le dolía el cuerpo. Difícilmente respiraba.

-Pero no  lo dejare tan fácil. Atalo a un poste en medio de todo el pueblo. No le des nada de comer ni de beber hasta que suplique perdón-se acercó hasta Madara y escupió con asco su rostro-... Si la gente pregunta dile que es un castigo por permitir que lo atrapasen con tanta facilidad. Y si él pregunta dile que la próxima vez que intente algo estúpido será su hermano el que estará en su lugar.

 

 

Lo ataron a un enorme palo de madera que estaba en medio de todo el clan, donde el anterior clan, el Hugurama, acostumbraba a azotar a los ladrones y enemigos. Despertó confundido cuando lo sentaron la tierra y ataron sus manos detrás del poste. El abominable dolor en su rostro le hizo soltar  por primera vez un grito de dolor.

-¿Madara?-Lo llamo aquel que lo había defendido. Difícilmente logro alzar el rostro, solo podía ver por un ojo, el otro estaba demasiado inflamado como para funcionar-¿Me recuerdas?

Tenía cerca de dieciséis años o más, llevaba su cabello largo sujetado con una coleta y unos ojos rojos y marcadas ojeras. Parecía una buena persona. Tenía esa mirada de soñador que solo tenía las personas inteligentes o bien, los estúpidos.  Era su salvador pero en esos momentos no recordaba nada.

-Soy tu primo, Itachi-Madara solo parpadeo confundido. Aun la cabeza le daba vueltas y le dolía tanto el cuerpo que tenía nauseas-Y este de aquí, es Sasuke, mi hermanito.

-Diría que es un placer pero no lo es. Prefiero dormir en las noches que sujetar a pequeños bribones mientras su papa le da una zurra.

-¡Se más respetuoso Sasuke estas frente a tu futuro líder!

-Si claro. Nadie a quien le den nalgadas puede mandarme. Además está muy niño… ¿Qué edad tienes?-Pregunto el otro, hincándose igual que su hermano para poder verlo mejor.

-Trece-susurro y sintió perfectamente como los huesos del rostro le crujieron. Sasuke formo una sonrisa burlona.

-Yo también tengo trece y  mis padres no me pegan. Y posiblemente me pueda hacer una paja en estos largos días.

-¡Cierra la boca!-Itachi le dio un férreo puñetazo en el hombro de su hermano que casi lo lanzo al suelo-Lo siento mucho. Mi hermano es, bueno, digamos que no es el más listo de la familia. Suele hablar demasiado. Por eso no tiene novias, ni amigos.

Madara parpadeo unas cuantas veces.

-Yo si tengo novias y amigos. Me sobran. A diferencia de ti que solo tienes enormes culos del consejo para lamer -refuto molesto. Itachi le dirigió una mirada irónica-Eso no importa ahora. Escucha Madara, tu padre dijo que te quedarás aquí durante el tiempo suficiente hasta que ruegues perdón. No comerás, no tomaras nada, y como ya te dije no te pajearas siquiera. Si alguien quiere venir a golpearte o insultarte ni pienses que te iremos a defender, ya hizo mucho mi hermano salvando tu vida.

-¿Salvarme?

-Sí, así es-, dijo el mayor mientras sacaba de sus ropas unas cuantas vendas y algo de alcohol que había traído consigo, y con suavidad limpio y vendo las heridas más resaltantes-No puedo permitir que maten a alguien frente a mí, menos si es alguien tan joven y ese joven es el futuro líder del clan.

Soltó leves jadeos de dolor y se estremeció un poco cuando vendo su ojo derecho y luego su cuello donde yacía la leve cortada de la hoja que casi lo degolló. Lentamente se acordó de ellos, eran los hijos de Fugaku y Mikoto. Había compartido con ellos algunas escasas comidas y más de una vez había cazado junto con Itachi, pero Sasuke se le hacía difícil de recordar, tenía la borrosa imagen de un pequeño y menudo niño que todo el tiempo estaba persiguiendo gatos.

-Te debo mi vida-, dijo luego de un rato. Se las arregló para formar una sonrisa agradecida pero no logro mucho. La sangre y el cabello enmarañado no le daban un buen aire.

-No me debe nada-, dijo guardándose aquellos artilugios. Sasuke ya yacía de pie y lo miraba aburrido, quería irse. El constante golpetear de su pie contra el suelo demostraba su impaciencia.

Iba a responder pero fue entonces que un pánico lo azoto tan fuerte como un golpe de agua helada. Miedo. Su hermano, su pequeño Izuna estaba solo con el hombre que hacia minutos casi lo había intentado de matar. La imagen de el bebe siendo golpeado por su padre  y gritando por su ayuda le saco el corazón y sintió que la presión sanguínea le bajo.  Por un instante no sintió el piso.

-¡Izuna!-Grito aterrado-¡Lo matara! ¡Lo lastimara!-Se revolvió con fuerzas, obviando sus heridas, luchando por soltarse y correr hasta él.

-Tranquilízate hombre, está muy pequeño como para que tu padre lo mate-dijo Sasuke bufando aunque recordó las últimas palabras de Tajima y se sintió inseguro. Frunció el ceño un poco.

-¡Es un bebe apenas! ¡Ni siquiera sabe hablar bien! ¡Es mi hermano!-Itachi puso sus manos sobre sus hombros buscando calmarlo pero no parecía funcionar. Antes de darse cuenta se había roto la piel de las muñecas con las cuerdas-¡No puedo dejarlo solo! ¡Le prometí a mi madre que lo protegería con mi vida!

-Y si sigues así no tendrás vida con que protegerlo-Susurro Itachi lo suficientemente fuerte como para hacerlo detenerse. Estaba temblando.-Solo tienes que pedirle perdón a tu padre para que te suelte. Mientras tanto nosotros lo cuidaremos. Yo paso casi todo el día con tu Tajima. Y Sasuke tiene sufrientemente tiempo libre como para ofrecerse a cuidarlo.

-¿Qué yo qué?-Grito molesto. Los ojos de Madara se fueron directamente a los suyos, grandes y negros, desesperados y llenos de miedo-¿Y tú que miras? ¡Ni creas que lo hare!

-Por favor. Te lo ruego-Sasuke curvo las cejas un poco incómodo-Hare lo que quieres con tal que no permitas que lo lastimen. Lo juro.

-¿Lo que quiera?-Dijo con un leve interés-¿Si pidiera la mitad de la fortuna del clan cuando seas líder?

-¡Sasuke!

-Si Izuna está bien será toda tuya-Los ojos azabaches del joven brillaron de una irrisible emoción. Su hermano mayor parecía horrorizado.

-¡Sasuke maldita sea!-Itachi se levantó del suelo y lo zarandeo de un brazo-Lo siento mucho Madara, mi hermano es, es…solo perdónelo-, soltó un leve suspiro-. Debemos irnos, Tajima no le gustaría que estamos junto a ti. Nos vemos luego.

Y se lo llevo del brazo dándole una fuerte riña.  

Madara se quedó solo, inmóvil y aterrorizado, estaba consternado. Movió sus manos buscando liberarse sin resultados, aún más inútil  fue tratar de buscar una posición cómoda para dormir, el dolor de sus heridas no lo dejaba respirar bien y crecía gracia a la fuerte ventisca que lo golpeaba. Estrello su cabeza contra el poste y jadeo desesperado.

Miro las calles de aquel clan que suponía ser su nuevo hogar. Aun había espadas regadas por el suelo y habían manchas de sangre esparcidas por doquier. Se pregunto cuantas personas habrían sido masacradas para que los Uchihas tomaran aquel clan en su poder. Niños, ancianos, mujeres, todos de seguro habrían muerto. Algo le decía que su padre no había dejado testigos ni presos. En todo caso, ¿Qué habrían hecho con los cadáveres? Se imagino una pila gigantesca de cadáveres malolientes siendo incinerados a las afueras del clan. 

Frunció el ceño y sintió asco al recordar ese aroma que conocía muy bien, el de carne y cabello chamuscado y el dulzón de la sangre. Lo recordó porque sabía , efectivamente, que eso habían hecho con los casi quinientos integrantes del clan Hugurama.

Tuvo horribles pesadillas. Soñó con que Tajima le cortaba las manos y las lanzaba a una hoguera viviente de hombres y mujeres que rogaban piedad, entre ellas, estaba su madre ardiendo en brazas, gritándole una y otra vez que huyera, que huyera rápido de allí y también, que no olvidara su promesa.

 

Madara estuvo sentado y muy despierto al otro día. Las heridas dolían tres veces más pero se convenció en que había estado en peores situaciones. Se mantuvo todo el tiempo firme y sin mostrar abatimiento ni vergüenza.

Muchos Uchihas se le acercaba curiosos y lo miraban, luego se reían y se iban, algunos más osados se burlaban de él y le lanzaba piedras. Rápidamente se corrió el rumor que el gran perro de Tajima, había sido secuestrado por unos cuantos Senjus mientras tenía la guardia baja. A sus ojos no solamente era un triste debilucho sino su principal atracción en las horas de ocio.  Los insultos eran cada vez más originales conforme a que pasaban las horas y las pedradas a veces eran lo suficientemente fuerte como para hacerle sangrar.

Descubrió unas tres cosas el primer día de hambre, la primera era que su clan había decrecido, de los ochenta y ocho que había ahora habría unos cuarenta o cincuenta. La segunda era que o bien se habían vuelto infinitamente estúpidos o él gloriosamente sabio, lo cual dudaba mucho. La tercera era que ya entendía porque la gente los catalogaba de salvajes.

Eran un montón de idiotas que no sabían qué hacer con ese enorme territorio que solo los dioses sabían cómo había hecho su padre para conquistar. Por sus lecciones con su maestro, sabía que el antiguo clan Hugurama  era un reconocido productor de lana, arroz, maíz y cebada. Si no tomaba rápidamente medidas acabarían con todo y su clan terminaría volviendo  a pasar hambre. Pero si los lograba entrenar quizás podría no solo mantener la producción del clan sino también hacerlo aún más fuerte y próspero. Era una gran y jugosa oportunidad.

Fue entonces cuando vio como dos Uchihas se rompían en rostro a golpes porque uno había tratado de robarle un puñado de carne. Perdió las esperanzas.

Suspiro. Era casi una tarea imposible. Debería enseñarles a leer y por lo mínimo a sumar y restar. Posiblemente les haría bien tener algunas leyes y uno que otro código moral que seguir, y sobretodo, buscar una forma de hacer que las cumpla. Por otro lado, eran demasiado pocos como para hacer una económica fuerte, así que de una u otra manera debía de poner a esos animales a copular.

-¿Qué demonios mira mariquita?-Una piedra fue aventada directamente a su sien. Su risa le hirvió la sangre.

La primera ley que implementaría sería muy sencilla. Les amputaría las manos a todos aquellos que le habían lanzado piedras.

 

Cuando dieron las tres de la tarde mando un mensaje con Sasuke a su padre solicitando su perdón. No es que lo quisiera, si fuese por él allí hubiese muerto de desnutrición antes de rebajarse, pero su hermano estaba a solas con él y no confiaba mucho en aquellos que le habían inmovilizado mientras Tajima lo molía a golpes.

La respuesta de su padre fue bastante simple. “Es gratificante que mi hijo reconozca sus errores. Creo que pasar cinco días en ayunas y silencio será suficiente para que interiorice los conceptos de traición y lealtad”

Odiaba a su padre. Mucho.

 

Si, el conocía muy bien el hambre y la sed, y se le daba bien aguantarlas. Pero luego de haber pasado casi tres años comiendo y bebiendo hasta el hartazgo, aquello era una verdadera tortura. A pesar que de vez en cuando Itachi o Sasuke le daba algún bocado rápido a media madrugada no era suficiente como para calmar la terrible hambre que sacudía su estómago a cada hora del día.

El clima era casi igual de sádico que el hambre. El sol era increíblemente fuerte desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Tan fuerte que le hacia arder la piel y encandilarle la visión. Lo estresaba y le hacia sudar sin parar hasta ya entrada las cinco de la tarde, entonces un endemoniado frio le helaba los huesos y tiritaba como si fuese un juguete. Durante toda la noche y la madrugada.

El segundo día de castigo, revolvía sus piernas ansioso  y mordía su lengua imaginando que comía algo. Al tercer día el estómago le dolió tanto que creyó que lloraría por piedad, afortunadamente no llego a esos extremos. Imagino enormes bistecs y pescados sazonados con pimienta y sal marica, puré de papas tan suave que se derretía en la boca, pan con mantequilla recién horneado, leche fresca y dulces y enormes caramelos de miel.  Cerca de las dos de la mañana Itachi apareció y le dio unas rápidas cucharadas de arroz duro y simple y un sorbo de agua que sabía a metal y a tierra.  Cada vez más odiaba a su padre.

Sin embargo estaba seguro que ni el calor, ni sus heridas ni el hambre o la deshidratación lo mataría. Lo que lo haría sería el aburrimiento. El apenas sobrevivía a las tediosas y eternas clases de historia  o cuando lo mandaban a su fiel rincón. Esto lo estaba matando lentamente. El lento pasar de las horas y la inactividad lo estaba destruyendo. Lleva tres días atado a un poste en la misma posición, sin poder hablar con nadie solamente unas cuantas palabras con Itachi o cuando maldecía y amenazaba a aquellos que se burlaban de él, por lo demás no hacía más nada.

Había ideado como seria su plan de gobierno y todas y cada una de las reglas que implementaría. Se imaginó unas originales quince formas de matar a su padre, cada una más sádica que la anterior. Al final del día tres se encontró recitando toda la historia de los clanes en voz baja, toda la tabla periódica y cada uno de los principios alquímicos, nombro cada uno de los cuarenta clanes, sus líderes, sus gentilicios, costumbres, habilidades y hubiese dicho sus características económicas si hubiese prestado más atención a la clase.  En el día número cuatro termino poniéndole nombre a los dedos de sus pies y a cada uno le asigno una bonita historia.

Es curioso como en los momentos de mayor desesperación las cosas realmente importantes dejan de serlo. Al final  Madara se preguntaba cosas fútiles como que estaría almorzando a esta hora su familia Senju, si Hashirama habría pasado el examen de matemática, el cual era hoy a las dos de la tarde. Pensó en como estaría vestida Chizuru y si Hiruzen demolería oficialmente el rincón. Se preguntó si Batsuma estaría decepcionado de él y más nunca lo aceptaría a su lado. Se preguntó qué habría pasado con el peluche en forma de conejo de Izuna, ¿Tobirama lo habría adoptado o simplemente lo hubiesen desechado?

-¡Maldita sea!-Madara estrello su cabeza contra el poste y se dio cuenta que había cometido un error fatal-Olvide a Café. Dioses, Izuna amaba ese conejo.

Quizás su mente estaba colapsando.  Saber que había abandonado a aquel peluche se convirtió en el eje de su atención y su angustia hasta que cayó dormido. No encontraba consuelo por semejante error, era culpable de haberlo dejado y no encontraba formas de vislumbrar la vida sin él. Las ganas de volver y buscarlo a contramarea se anotó como una de sus principales metas. Tenía  que volver por el peluche. Tenía que volver. Volver. Solo volver…

 

El sutil aroma dulce y picante de una carne muy aliñada le hizo abrir los ojos a media noche con el estómago rompiéndose de hambre. Era el cuarto día que no comía nada y estaba considerando comerse su propia lengua. Hasta ahora. Un Uchiha estaba sentado frente a él con un plato lleno de carne y verduras y una enorme, enorme botella de vino.

No era Itachi.  Tenía ojos grandes y brillantes y el cabello liso recogido en dos coletas. Sonreía amablemente.

-¿Tienes hambre?-Le dijo con burla mientras tomaba con un tenedor un trozo de carne y la llevaba a su boca. Madara le dio un rápido y sonoro mordisco y lo como tan rápido que casi se atraganto con ella, gracias a dios, un dulce sorbo de vino tinto permitió que la carne llegara a su afligido abdomen.-Veo que sí,  ¿Otro?

Comió unos cinco enormes bocados y se tomó la mitad de la botella de vino hasta que se mareo y sintió un cosquilleo en las piernas. No sabía quién era ese Uchiha ni porque hacia eso, pero realmente no le importaba. La dulce sensación de llenura en su vientre y el calorcito del licor lo hizo sentir vivo de nuevo. Sonrió y soltó un suspiro de placer. Era una de las mejores comidas de su vida.

-Bien, ahora que estas más repuesto creo que podrás prestarme atención.

Madara siempre supo cómo conocer a las personas por el sonido de su voz, el arrepentimiento, el odio, la debilidad siempre fluía junto con las palabras, un fino oído podría descubrir todas las mentiras de un corazón. Y solo con oírlo sintió escalofríos.  Su voz presumía ser agradable pero detrás de ella podía encontrar falsedad, egoísmo y rencor. Madara se dio cuenta que debía de tener cuidado.

-¿Qué quieres?-Pregunto frunciendo el ceño y tratando de mostrarse fuerte pero no logro mucho, tenía la voz rasposa y su aspecto no ayudaba mucho.

Él solo sonrío como un niño y luego le dio una bofetada que le voló el tercer diente desde que estaba en su clan. La sangre le lleno la boca y por un instante todo se puso negro.

-Veras. Esto funcionara así, Madara-, dijo sonriéndole-Yo hago las preguntas, tú las contestas. Cada vez que te equivoques o me hagas molestar te golpeare, si no lo haces te daré de comer un poco más ¿te parece bien?-El Uchiha apenas era capaz de procesar sus palabras estaba demasiado ocupado pensando en cómo comería con tres muelas perdidas.

-¿Qué mierda te pasa infeliz?-por un instante vio un puño blandirse y luego un dolor profundo y agudo sobre una de sus costillas rotas que aún no habían sanado-¡Agh!-Grito y sintió los ojos humedecérseles.

Se encogió sobre sí mismo y jadeo de dolor.  Su sonrisa satisfecha le demostró que sabía dónde lo había golpeado y que había ocasionado. Por un momento se arrepintió de haber comido.

-¿Me harás caso ahora?-dijo mientras movía el cuchillo con el que había picado la carne entre sus dedos de forma juguetona. Solo asintió con la cabeza-¿Sabes quién soy?-Negó lentamente-Pues soy un familiar lejano, algo así como un primo tercero, me llamo Hikaku y posiblemente a partir de ahora tu y yo seamos mejores amigos, ¿te parece bien la idea?-Madara se quedó frio unos segundos y luego asintió con la cabeza-¿En serio?

Antes de preverlo el cuchillo rasgo su mejilla izquierda con profundidad. Fue entonces que se dio cuenta que estaba en serios problemas.

-El hijo del líder no debería hacer amigos así de la nada. Te acabo de golpear y amenazar, ¿Por qué serias amigo de alguien así?-Dijo riendo un poco y luego, su voz se volvió amarga-eso fue una pregunta.

-…Porque estoy bastante seguro que si eres mi enemigo harías algo con ese cuchillo que me arrepentiría-, dijo con cuidado casi arrastrando las palabras. Hikaku sonrío un poco y asintió complacido.

-Muy buena respuesta. Si, así es, si eres mi enemigo te cortare las bolas. No, no creas que es una amenaza tonta y estereotipada, en serio lo hare-, dijo mientras muy sutilmente acariciaba sus testículos con la hoja del cuchillo de mesa. No pudo respirar-. Primero te las atare bien para que no te desangres rápidamente, luego cortaría una y luego otra, y finalmente, tu bonito pene. Duraría unos quince minutos pero podría durar unas dos horas si quiero hacerte sufrir... ¡Pero eso no pasara porque somos amigos!

Había dos personas en el mundo a las que Madara temía, la primera era aquellas que por sus propias pasiones cometen actos horribles, es decir, los estúpidos. Pero eran las otras tipo de personas las que realmente le producían escalofríos, eran aquellas que se divierten haciendo daño. Son esas las que pasan días vigilando a su víctima y fantaseando en como destruirlas, que usan la palabra indicada para herirles o bien, el arma indicada. Ese hombre encajaba en ese puesto.

Madara se quedó frio en su poste, temblando internamente y preguntándose qué tan locos se había vuelto su pobre clan desde que había huido de allí.

-Bueno, comencemos las preguntas. Ya sabes qué pasa si te equivocas-, la mejilla y su boca sangrantes le recordaron sutilmente las reglas-¿Por qué crees que estoy haciendo esto?

-Porque…Porque quieres algo de mí-apretó el estómago al ver como fruncía el ceño pero luego volvió a respirar al ver como asentía.

-¿Y cómo que quiero de ti?

-Soy el hijo de Tajima, heredero por derecho del clan, quieres posiblemente poder, dinero, honor o todos-, volvió a asentir esta vez mas emocionado.

-Así es, muy bien- con el cuchillo trinco la carne y la llevo a sus labios. Madara no podía moverlos, tenía nauseas-Come-, fue una orden seca, violenta y amenazadora. Empujo la carne en su boca y de cierta forma lo obligo a masticar y luego a beber algo más de vino-Y dime, Madara, ¿Qué harías tu pequeño canalla, para llegar a ser líder del clan?

-Apenas salga de acá matare a mi padre.

Fue una muy mala respuesta.

-No eres muy inteligente-La sonrisa jovial de su rostro desapareció y una expresión sombría se hizo presente en él.

Con una de sus manos tapo sus labios. Luego con una lentitud abominable hundió el cuchillo en su muslo hasta traspasarlo.  El grito se ahogó en su mano y sus lágrimas cayeron por sus ojos. Hikaku tenía una torva mirada, cruel y fría, secretamente divertida. Lentamente movió el cuchillo a los lados, abriendo más la herida.

-No, no harás eso-, decía lentamente, divirtiéndose al ver como se removía-, si lo haces, todo el clan te matara por traición y yo me quedaría sin lo que quiero. No, por supuesto que no harás eso, ¿verdad que no Madara?-Negó furioso y tiritando de dolor- Mañana va a ir y vas a besarle el trasero a tu padre y le juraras amor y respeto y luego, luego de muchos años que el haya muerto y tu seras líder de este clan me darás un puesto elegante-Lentamente comenzó a sacar el cuchillo de la gran y sangrienta herida. Madara jadeo de dolor y tembló de pánico-Pero por supuesto, apenas tengas algo de influencia me ayudaras en ciertas cosas que yo quiera.

-¿Y puedo saber porque mierda hare esto?-Siseo de dolor y molesto, sin embargo esta vez no lo lastimo.

-Simple. Porque en este clan no eres nada. Nadie te respeta. Para todos eres un mariquita que se dejó atrapar durante dos años por unos cuantos Senjus. No eres nadie. Yo, por otro lado, soy el asesino más respetado por todos los Uchihas. La gente me ama y me venera. Si quieres comenzar a ganarte el respeto de tu gente deberías aliarte conmigo, para empezar.

Jadeaba forzosamente y se dio cuenta que estaba sangrando mucho. Hikaku  con mucha calma aplico un jutsu medico sobre la herida y luego sobre las de su rostro y prosiguió por las que le había dejado su padre y que algo habían sanado.

-¿Entiendes?-Dijo terminándole de darle de comer aunque apenas masticaba o tomaba-Seré tu mayor amigo, me encargare que comas y estés bien, te daré respeto, te cuidare de tus enemigos e infundiré terror sobre ti en ellos-, decía con voz melosa mientras acariciaba y trataba de peinar sus cabellos. Le sonrió con dulzura y le quito las lágrimas de sus mejillas- Todo a cambio que tú también garantices mi bienestar económico… ambos sabemos lo que es el hambre. No quiero pasarla de nuevo. Y tú tampoco de eso estoy seguro-Se levantó del suelo- ¿Seremos buenos amigos?

-Somos buenos amigos-contesto conteniendo el tiritar de su voz. No estaba en condiciones para llevarle la contraria.

-Me alegra. Mañana estarás libre y comenzaremos nuestra larga y frondosa amistad.

Se fue con una sonrisa y tarareando una canción. Madara se dio cuenta que su clan no solo estaba lleno de barbaros, sino barbaros que querían a toda costa lo que el tenia y al mismo tiempo no. A uno ya le había prometido la mitad de su fortuna,  a otro probablemente todo el poder político de su clan. Tenía trece años y ya sentía la presión del poder sobre sus hombros.

 

Al otro día camino hasta su padre. Estaba sentado en un bonito aunque poco elegante trono hecho de cemento, el signo del clan Hugurama había sido borrado para colocar sobre él, el del clan Uchiha. Cinco personas estaban al lado de Tajima, Itachi, Sasuke, Hikaku, Fugaku y un anciano que no reconocía.

El hambre, la sed y el miedo hacían estragos en su mente. Sin embargo era la ira lo que lo impulsaba a caminar. Fue lo que lo hizo arrodillarse, fue lo que le hizo tomar su mano y besarla. Fue la ira, la cólera, y más que todo, la sed de venganza. Miro a su padre fijamente, muerto de hambre y lleno de odio.

Lo mataría. No hoy, no mañana, pero ansiaba el día en el que sus manos se apresaran sobre su cuello.

-Juro serte fiel, respetarte, amarte y protegerte de todos tus enemigos-, susurro con voz baja y lenta luego de rozar sus agrietados labios por su muñeca-y sobretodo juro ser un gran líder el día de tu muerte.

Su padre sonrío complacido e inflo el pecho lleno de orgullo. Sin embargo algo no estaba bien. Cuando Madara alzo el rostro luego de besarle su mano, pudo ver sus ojos y tembló al verlos. La oscuridad en ellos, el insondable negro, más oscuro que el pozo más profundo. No eran los ojos de un hijo devoto, ni los de un niño hambriento. Eran los ojos de un cuervo.

Ambos se dieron cuenta en ese instante de algo. Tuvo que haberlo matado cuando tuvo la oportunidad.

 

 

 

Notas finales:

:P 

espero que les halla gustado, espero que la proxima semana o la otra mas tardar continue!

Adios!


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