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A Good Brother por anik_blood

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Notas del capitulo:

Hola

Como lo prometi, aquí esta el siguiente cap!!

:3 gracias a todos por sus comentarios y les juro seguir asi de rapido

La carne y el vino que había consumido en tal  agradable cena le habían dado las fuerzas suficientes como para llegar a la que se suponía que sería su nueva casa. Luego de algunas señalizaciones llego cerca de las afueras del territorio.

Se sorprendió un poco al verla, era una bonita casa de tres pisos, hecha con madera, piedra caliza y granito, de ventanas grandes, bases fuertes y un jardín imponente. Rebosaba de solidez.

En su vida solo había vivido en dos casas. La primera la tuvo de muy pequeño y era de leña e hielo, bastante fea. Recordaba perfectamente la cama, hecha de hojas que estaban envueltas en telas, telas que no eran otra cosa que la ropa más vieja y sucia que tenían, pero a pesar de todo, amaba esa cama. Era quizás un buen recuerdo de infancia, cuando iba a dormir siempre respiraba el dulce el aroma a pino, a madera, a flores y a tierra, una fragancia tan suya como sus propios ojos.   Y por supuesto, la última en la que vivió fue la de Batsuma, cuyo recuerdo era hermosamente doloroso y prefería mitigarlo…

Todas las casas traen una enseñanza, eso lo sabía muy bien Madara, representan un momento de la vida, sus paredes, sus pisos y su color esconden los secretos más allá que el propio corazón. Antes de abrir la puerta se preguntó que aprendería en ella.

Abrió la puerta y entro con cierto recelo como si temiera que un Uchiha demente y sediento de poder lo intentase de matar. Tenía suficientes razones para estar paranoico.

-¡Izuna!-llamo con voz alta aunque debido a los largos días en ayunas, fue más un gemido ronco que otra cosa-¡Izuna!

Escucho sonidos en la parte de arriba de la casa y luego vio como desde unas pequeñas escaleras de madera, su diminuto hermano corría hacia él. Por primera vez en esos cinco días, Madara logro respirar, parecía que había olvidado hacerlo.  Izuna aún era muy pequeño y sus piernas regordetas difícilmente podían escalar algo que tuviera diez centímetros de altura por lo cual camino rápidamente subío las escaleras y a mitad de ellas lo tomo y lo abrazo profusamente.

Se dio cuenta de lo mucho que había estado asustado su pequeño niño, Izuna lloraba lleno de miedo y de emoción en su pecho y sollozaba cosas que no entendía, luego de ver como aquellos Uchihas se llevaban arrastrado a su inconsciente y sangrante hermano, posiblemente había temido lo peor.

-¿Estas bien? ¿Nadie te ha lastimado?-Pregunto mientras besaba su frente y acariciaba sus mejillas ahora pálidas y húmedas.  El chico negó fuertemente-¿Seguro? ¿Padre no te ha pegado? ¡Si lo hizo tienes que decírmelo Izuna!

-E-estoy bien-dijo tartamudeando entre sollozos-¿Tu etas bien?-Pregunto acariciando el muy demacrado rostro de su hermano, el cabello estaba enredado,  su cara estaba lleno de hematomas y tenía los labios agrietados y la piel algo bronceada por el sol.-Hueles feo-, dijo arrugando la nariz. Madara solo sonrió y beso su frente.

-Sí, estoy bien. Yo siempre estoy bien-, la sonrisa de su hermano mayor lo conmovió,  lo suficiente como para volver a hacerlo llorar, esta vez con mucha más fuerza, de una forma inconsolable-¿Qué sucede?

-L-Lo siento-, susurro ocultando sus ojos bajo sus pequeñas manos. Estaba avergonzado.

-¿De qué hablas? No has hecho nada malo.

-Yo t-tenía mucho miedo-,Izuna se quitó las lágrimas y miro con vergüenza a su hermano mayor y recordó esa terrible sensación de impotencia, de vergüenza y cobardía que sintió al ver como aquella noche le mataban a  golpes y él no podía moverse de miedo-No pude ayudate. Tenía tanto m-miedo que no po-podía moveme

-¡Oh!-, susurro al caer en cuenta de ello. Lentamente se sentó en las escaleras y se lo colocó en las piernas. Beso su frente y lo acuno en sus brazos, podía sentirlo tan pequeño como la primera vez que lo vio abrir los ojos.-Está bien. No importa. Eres aún muy niño, no hubiese podido hacer nada aunque lo intentaras

-¡S-si hubiese podido!-Grito molesto-¡Tenía que hacer ago!-Madara solo suspiro y acaricio los revueltos cabellos del niño.

Pensó un rato que decir mientras lo veía llorar, pedir perdón y criticarse a sí mismo.

-… ¿Realmente crees que esos estúpidos me lastimaron?-Pregunto luego de unos minutos con una sonrisa burlona.

-Estabas sargrando

-¿Y? ¿Tú no sangras por la nariz a veces sin que pase nada?-Izuna asintió algo confundido-¡Ni me dolieron los golpes! ¡Para nada! ¡Es más hasta me dio tanto sueño que me quede dormido y me tuvieron que llevar a la cama!-, mintió descaradamente, pero Izuna aún era suficientemente pequeño como para creer que la luna era de queso y que existían hadas que se llevaban sus dientes de leche por las noches. Otra mentira blanca no le haría daño.

-¿D-De verdad no te paso nada?-Pregunto acariciando el rostro de su hermano, tocando los hematomas y las ojeras.

-¡Claro que no niño tonto!- Dijo con una sonrisa burlona-Ahora seca esas lágrimas de mujer, no está bien que los hombres lloren y menos por idioteces.

Suspiro aliviado al ver como Izuna sonreía y se secaba con cierto entusiasmo las lágrimas, se alegraba internamente que el chico no le hubiese preguntado donde había estado esos cinco días. Pero no pudo escapar a la pregunta que desde hacía días se había preguntado cómo contestarla:

-¿Cuándo volvemos con mamá y papá?

Madara en ese instante sintió un leve escalofrío. Izuna había prácticamente nacido en la casa de los Senjus, era normal que tomara la figura de Batsuma y Chizuru como sus progenitores y la de Hashirama y Tobirama como la de sus hermanos. El realmente nunca se molestó en aclarárselo, primero porque era difícil explicarle esos temas a un bebe y segundo le resultaba demasiado doloroso hablar de su madre.

Luego de una larga mirada contesto casi en un susurro.

-No podemos-trato de obviar la mirada sorprendida de su hermano-Ellos…Ellos no son nuestra familia. Tajima es nuestro padre.

-¡No, no lo es!-Grito confundido y al mismo tiempo ofendido-¡Es un hombre malo! ¡Él te pegaba! ¡Y Quiero irme! ¡Ahora! ¡Ahora! ¡Ahora!

-¡No podemos Izuna!-Le grito con cierta fuerza, la suficiente como para asustarlo y detener la pataleta que estaba a punto de iniciar-No podemos. Más nunca…Más nunca volveremos a casa, ¿entiendes? Más nunca-por un instante no supo para quien era más doloroso escuchar eso, si para él o para Izuna.

-P-Pero mamá va a estar triste-, vio que las lágrimas volvían a llenar los ojitos grises del niño y sintió que el corazón se le rompió-Yo quiero…-un leve sollozo rompió sus palabras-volver con mamá y papá…

Madara paso un rato largo tratando de explicarle todo, lentamente, detalle por detalle, a pesar que Izuna ni siquiera había cumplido los tres años y difícilmente entendía las cosas. Le hablo de su verdadero padre y de su verdadera madre, de cómo le había sonreído mientras moría,  de porqué y como escapo del clan, de que había tenido tanta hambre que había comido pasto, cuando se encontró con los Senjus y demás cosas que ahora ya no tenían mucha importancia.

Por un instante Izuna dejo de llorar y se quedó quieto y en silencio entre sus brazos, abrazándose al amplio torso de su hermano y hundiendo su rostro en su pecho, escuchando los pausados latidos de su corazón que lo llenaban de calma. Ambos terminaron así, en silencio, sentados sobre una escalera en una casa desconocida.

Iban comprendiendo poco a poco el terror y la incertidumbre del futuro. Madara se dio cuenta que caminaba sobre carbones con los pies descalzos y que si tropezaba, si apenas perdía el equilibrio, aunque sea por un pequeño instante,  y caía, moriría.  Izuna estaba en la misma situación. Era su deber guiarlo por aquel sendero, y si el fracasaba, Izuna se iría con él.

-Tengo miedo-, fue como si un golpe le hubiese calado en lo más profundo de su alma, un golpe que ni su padre ni nadie jamás habían sido lo suficientemente fuerte como para herir.

Tomo a su hermano por los hombros y lo hizo mirarle. Estaba muy serio, casi molesto, los ojos negros temblaban como si rebosaran de odio,  pero luego de un rato Izuna comprendió que realmente que Madara Uchiha estaba temblando de miedo. Pero nunca se lo demostraría, nunca.

-Te protegeré-susurro con seguridad, demasiada como para que su voz sonara racional- Yo voy a protegerte Izuna. No tienes por qué tener miedo. Mientras viva nadie te hará daño y quien lo intente, lo matare. Me asegurare que seas feliz, no importa qué o quienes se interpongan en mi camino, si es mi padre, mi clan o todo el maldito mundo.

Respiro profundamente y formo una sonrisa, una llena de valentía y fuerza, de convicción y de amor. A los ojos de un niño de dos años, Madara era el dragón de los cuentos. Y era bastante curioso sentirse protegido bajo el regazo de un dragón. Era como dormir en el fuego.

Izuna formo una trémula sonrisa y juro que algún día sería igual que él.

-Soy tu hermano mayor y ese es mi trabajo…

 

 

Madara caminaba por las calles agarrado de la mano de su pequeño hermano, se dio cuenta que Izuna caminaba inflando el pecho y manteniendo una expresión seria, como si tuviera dolor de estómago. Le daba algo de gracia.

Comió un puñado de arroz y carne de oveja-que por lo visto era lo que abundaba en el clan-, y se dio un largo y muy necesitado baño de agua fría y se cambió las desastrosas ropas por una más propia de su clan. Una camisa negra de cuello amplio, unos pantalones claros y unas sandalias. Algo raídas pero bastantes cómodas.

Sintió cierto placer al volver a vestir la camisa con el gran y vistoso símbolo de su clan. Un sentimiento de pertenencia que lleva años sin sentirlo ni encontrarlo en el espejo.

El clan era algo grande. Tenía numerosas casas, las que estaban más hacia la periferia eran las más lujosas y las que estaban más al centro eran más humildes, aunque la mayoría estaban deshabitadas debido a la escasa población. Tenía una enorme plaza en el centro, varias hectáreas llenas de mieses que los Huguramas no tuvieron tiempo de cosechar, y una modesta cantidad de agua cristalina de un rio que fluía desde una alta montaña-donde había una gigantesca cantera- un afluente del rio principal que divida al clan Uchiha del clan de los Senjus.

Mientras caminaba con Izuna y reconocían todo el lugar se encontró con Itachi, llevaba en sus manos una cantidad considerable de papeles y parecía algo estresado, sin embargo por primera vez no estaba tan ojeroso, es más hasta parecía no tener sueño o estar aburrido.

-¡Joven Madara!-El muchacho se le acerco con una grata sonrisa. Izuna al verlo le tomo con fuerza de la mano y le dio una cruel mirada.

-Tranquilo, es un amigo-, le dijo al niño aunque no lo convenció.

-¡Él estaba allí!-Izuna inflo más el pecho y oso a darle un golpe en la pierna al otro Uchiha. Al ver como blandía el otro pequeño puño se dio cuenta que él bebe estaba dispuesto a molerlo a golpes, o a cosquillas, lo cual era lo más seguro, Madara rápidamente lo tomo por un hombro-¡Deja! ¡Deja!

-Quieto pequeño asesino-dijo con cierta risa. Itachi estaba en iguales condiciones. Izuna lo miro arrugando la nariz y luego de darle una última patada, se escondió detrás de su pierna y desde entonces, le dio asesinas miradas al otro.

-Es bueno verlo así, usted entiende, sin tanta sangre-dijo Itachi luego de un leve silencio.

-Nada que un buen baño no arregle.

Madara siguió el camino de Itachi. Le interesaba ser su amigo o por lo menos ganarse su confianza, era el consejero de su padre, él sabía más de la administración política y económica del clan que nadie, y además era posiblemente la única persona en la que realmente podía confiar, aunque de eso ultimo no estaba muy seguro.

-Itachi-, llamo viendo todo esos papeles-¿Sabes leer y escribir?

-¡Oh si y en varios idiomas!- contesto con un deje de orgullo. Ante la mirada intrigada del otro se dio cuenta que tenía que explicar las cosas-Mi madre, Mikoto, era una sacerdotisa, mi padre la tomo cuando el clan saqueo hace muchos años un poblado. Ella me enseño todo lo que se, a contar, sumar, restar, dividir, multiplicar, leer, escribir, historias y buenos modales, es decir, todas esas cosas que nos hacen ver ante los idiotas como unos afeminados pretenciosos…¿Por qué la pregunta?

-Yo también aprendí unas cosas cuando estaba con los Senjus-dijo encogiendo los hombros-¿Cuántas personas en el clan son analfabetas?

-Ehh, bueno, sin contar a Sasuke, diría que todos, incluyendo su padre-dijo soltando un suspiro.

Madara guardo silencio un rato, cuando dejo su clan casi nadie sabía leer y por lo visto luego de unos cuantos años ese “casi” había desaparecido. Si quería mantener a flote su clan debía de comenzar a educarlos, poco le convenía un montón de animales que siquiera pudieran contar cuantos kilos de trigo tendrían por año o que no pudieran leer una declaración de guerra.

-¿Cuántos jóvenes tenemos?-Pregunto luego de un rato de silencio. Itachi medito un rato.

-Unos treinta y algo, creo. Somos cincuenta y cinco en total.

-¡Demasiado pocos!-frunció un poco el ceño-además hay muy poca gente mayor.

-La gente vieja no existe entre los Uchihas, ¿Acaso alguna vez conociste a tus abuelos?-Madara negó con la cabeza, ahora que lo pensaba, era cierto,-eres viejo si tienes unos cuarenta años. Pocos llegan a esa edad. El hambre, las luchas y las enfermedades se los llevan a los treinta años.

-Es decir que tenemos un monto de huérfanos que crecieron solos y llenos de miedo-, dijo más para sí que para él. Itachi lo miro algo confundido-Se mas o menos como se siente eso…

»Nuestro clan, Itachi, es un clan de niños, niños asustados de su propia sombra, que solo han conocido la sangre, el odio y el hambre como forma de vida. Y ahora que nos dan esta gran oportunidad-su rostro se ensombreció-… ¿Qué crees que hace un niño cuando le das un nuevo juguete?

-¿Lo cuida?

-No, lo rompe-dijo con el ceño fruncido-, no hoy, no mañana, pero tarde o temprano, lo rompe, y cuando lo rompe está más triste que cuando no lo tenía, ¿Entiendes lo que te trato de decir?

-Sí, entiendo-dijo guardando silencio por un rato-¿Y cómo haremos para que nuestros niños no rompan este gran y bonito juguete?

-Educándolos. Castigándolos. Un poco de las dos-contesto sin pensarlo mucho-tenemos que enseñarles a pensar. Ellos aún no saben una cosa, que seguimos siendo igual de pobre que antes de tomar este terreno. Creen que esta comida, que esta tierra es eterna, pero no lo es, cuando se acabe el arroz, las ovejas, el trigo, ¿Qué harán? ¿Golpear y maldecir la tierra hasta que salgan frutos de ellas?

»Por otro lado debemos de poner orden. Esta gente no entiende lo que es vivir en sociedad. Necesitamos reglas, algo que los obligue a convivir sin matarse los uno a los otros y también-de repente se detuvo ante la gran risotada de Itachi-¿Dije algo gracioso?

-No, no, es que… ¿Educarlos y castigarlos? ¡Hahaha!-Madara frunció el ceño y se detuvo-Está hablando de Uchihas, señor. Le reto a enseñarles a sumar y a salir vivo de ello. No, no, mejor, le reto a que trate de obligarlos a hacer algo

-No tienes por qué retarme, lo hare, antes de que termine este ciclo tendremos una cárcel y una escuela-dijo con seguridad mientras seguía el camino, por un instante pudo ver algo de miedo en los ojos de Itachi-y tú me ayudaras en ello, señor que sabe leer y escribir en varios idiomas

-¿Usted no habla en serio?-la sonrisa en los labios de Madara lo aterro.

-Si lo hago, ¿Crees que tu líder bromearía sobre el futuro de nuestro clan?-Pregunto con voz seria y demandante. Itachi bajo la mirada un poco.

-Pero…usted no es mi líder, es su padre.

Madara sonrió un poco.

-¿Realmente crees eso?

 

Luego de haber dejado bastante consternado a Itachi con su plan de gobierno-completamente secreto-, volvió a su casa y deposito en su cama al pequeño Izuna que hacia unas horas se había quedado dormido luego de caminar casi la mitad del clan. Lo arropo bien y beso su frente.

Su padre le dio una larga mirada cuando vio que Madara se disponía a salir de nuevo de la casa. Madara también lo miro fijamente. Fue un incómodo momento que oscilo desde que camino hasta la puerta hasta que salió por ella. Ninguno dijo nada, no había palabras que decir entre ellos, excepto un seco te odio.

Fue a un bar que había visto hacía rato, no porque quisiera beber realmente, sino porque allí había visto alguien con quien le interesaba hablar.

Madara no podía esperar menos de su clan. En el bar había unas tres sillas rotas, algunas personas peleando, apostando o fornicando con mujeres en una esquina o en el suelo. Apestaba a licor, a sudor, a sexo y a tabaco y opio.

Hikaku bebía solo sobre la barra de una enorme botella, estaba riéndose solo y mirando a los demás con su distintiva mirada de demente. Al ver al joven Uchiha acercársele le regalo una sonrisa aún más grande. Madara no la contesto, por su culpo no podía comer bien del lado derecho.

-¡Amigo mío tiempo que no te veía!-Le grito dándole un cariñoso puñetazo en el brazo-¡ vamos, quita esa cara y deja que te busque algo de beber!

No había mesero. Estaba muerto junto con todos los Huguramas. Los Uchihas tomaban el licor que querían y lo bebían. Madara suspiro con pesadez, a ese paso todo su clan quebraría y caería en la más profunda desgracia. Dos semanas como máximo.  Pronto volvió Hikaku con una botella cargada de un licor transparente y tan fuerte que hacia llorar los ojos y enrojecía la nariz y las mejillas.

-Necesito tu ayuda en algo-Le dijo luego de unos cuantos sorbos bastante cautelosos. Lo menos que quería era caer borracho.

-¿Qué necesitas?

-Cinco Uchihas me lanzaron piedras mientras estaba atado.

-Sí, bueno, eso se conoce como lapidar, apedrear.

-¡Se muy bien como se dice!-Casi le grito.

-¿Entonces?

-Quiero que vayas y le cortes un dedo a cada uno de los que lo hicieron-, finalizo dando un largo trago de licor que lo iba mareando un poco.

-¿Un dedo por una piedra?-Pregunto algo consternado.

-Al principio considere amputarles la mano, pero luego me di cuenta que un Uchiha manco no me es útil… ¿Qué?-Era la segunda vez que lo miraban así, con incredulidad de sus propias acciones.

-No me malinterprete, me gusta más que a un líder le teman que lo amen, pero cuando te ganas el odio de la gente, eso sí es peligroso. Sobre todo porque yo seré el que los corte.

-No quiero ser odiado. Primero quiero ser temido, luego respetado y finalmente amado. Pero para que me teman, tengo que darles un motivo, ¿no lo crees?

Hikaku formo una pequeña sonrisita. Una aterradora.

-Vaya…-tomo la botella y se bebió casi la mitad de un golpe-¿y que te hace pensar que yo hare eso?

Madara se le acercó un poco, lo suficiente como para que su aliento golpease con el suyo. Si los ojos de Hikaku estaban llenos de locura los de él estaban llenos de rencor e ira. Toco con un dedo su pecho, como si fuese una amenaza y lo hundió dolorosamente.

-¿Qué crees que he pensado en hacerte a ti y que no he hecho porque creo que puedes servirme de algo?

Fue una amenaza. Los Uchihas odian las amenazas, todos los saben. Hikaku frunció el ceño y por un instante pareció que quiso estrangularlo, pero luego una trémula sonrisa se formó en sus labios y poco a poco comenzó a crecer hasta enseñar los dientes. Comenzó a reír en una carcajada. Nada gustaba más a un demente cuando otro desafía su propia locura.

-Me gustas, me gustas mucho Madara-, le dio un último y largo trago a la botella y se levantó-Iré directo a por tus dedos-, luego de una pequeña y burlona reverencia de despedida, se fue tarareando la misma canción de la noche anterior.

 

Madara llego algo tarde a su casa.

Hashirama y él habían ya probado el licor pero nunca pasaban de una cerveza y la mitad de un cigarro compartido.  Esa noche bebió solo y fumo solo, mucho. Lo suficiente como para que le ardiera la garganta y le picara la lengua. Lo suficiente como para hundir sus manos entre su rostro y susurrar angustiado cosas ininteligibles. Lo suficiente como para no sentir las piernas y llenarse de desdén y de una falsa alegría. Lo suficiente como para que por un segundo, olvidara un poco las cosas.

Su padre estaba despierto al verlo llegar mareado a su casa, no dijeron nada, y de nuevo el sentimiento de incomodidad comenzó desde que entro por la puerta hasta que subió por las escaleras hasta llegar a su cuarto. Se dijo que si la relación con Tajima era así, sería muy fácil de llevar.

Su cuarto era algo simple, una cama pequeña de sabanas azules, una mesita y una gran ventana. Se preguntó quién habría dormido allí, un niño o un hombre Hugurama, si lo habrían matado en esa habitación o en la calle, si le habría tenido una muerta lenta o rápida, en todo caso, ya no importaba.

Antes de tumbarse en la cama se dio cuenta de algo, en una esquina estaba un montículo envuelto en una tela roja. Casi se le sale el alma, ¡Eran las cosas que había traído de la casa de Hashirama!

Corrió hacia ellas y las desenvolvió y sonrió torpemente al ver la pintura y las hojas de papel fino, las canicas de insectos, el mazo de póker, la ropa y también, el viejo y gran libro que podría comprarle veinte caballos. Lo tomo entre sus manos temblorosas y lo abrazo con fuerza. Su aroma lo invadió, olía a tinta y hojas viejas, a horas de interminable aburrimiento, a sueños despiertos y curiosidad. Olía a esperanza.

Prendió una vela y se sentó en la cama con el pesado tomo. Lo abrió y paso sus manos por la primera página de las dos mil que tenía y leyó en voz baja y conmovida, como cuando uno emana una plegaria:

-Capítulo I: Del comienzo de la historia…

 

Al otro día, Itachi por orden de Madara había reunido a los Uchihas-menos su padre-en la plaza del clan. La plaza tenía unos cuatro kilómetros de extensión y era el único espacio verde entre el montón de casitas y negocios del clan. Quizás su rasgo más resaltante eran los grandes y robustos  manzanos, rebosantes de redondas y dulces manzanas rojas que comían con calman los Uchihas que yacían sentados en varios banquitos irregulares hechos con cemento.

La mayoría estaban alegres y charlaban amistosamente entre ellos, otros un poco más silenciosos luchaban contra la resaca y el radiante sol vespertino. Otros yacían un poco más apáticos y lejanos al pequeño grupo, estos luciendo torvas miradas y vistosos vendajes en la mano derecha. Eran los cinco a los que Hikaku le había dado una generosa visita a media noche.

Madara llego un rato después junto con Hikaku casi como guardaespaldas. La mirada de todo su clan se clavó sobre él. Sintió un deje de nerviosismo, sabía muy bien que era lo que trataba de hacer, sabía que para los demás era solamente un mocoso cobarde de trece años que pretendía darle ordenes, posiblemente la gran mayoría lo detestara.

-Buenos días-, dijo parándose frente a ellos. Busco tomar una actitud segura y resuelta, sin embargo las manos le temblaban un poco, por lo cual las coloco detrás de la espalda -Me llamo Madara Uchiha, soy hijo de Tajima, su líder. Al igual que a mí padre, me deben respeto…Los que no lo hagan, se abstendrán a las consecuencias-, miro largamente a los cinco heridos y pudo sentir el filo de sus ojos sobre su cuello.

»El bien del clan-, prosiguió ignorándolos-, es mi tarea primordial, es el motivo por el cual no puedo dormir por las noches. Como todos saben, tenemos esta linda y nueva tierra. Debemos de mantenerla, protegerla y cultivarla. Nadie quiere que se repita lo que paso hace once años…-escucho algunos murmullos y otros asintieron y  otros más lo miraron con desconfianza.

»Como futuro líder, me comprometo a ayudar a mi padre. Tenemos muchas cosas por delante, crear un cuerpo de seguridad que proteja el clan, atender los campos y el ganado y sobretodo debemos de aumentar el número de nuestra población-, por sus rostros se dio cuenta que lo que decía parecía agradarles-. Me he enterado que casi nadie sabe leer ni escribir, ¿estoy en lo correcto?-al no tener objeción siguió-A partir de hoy yo me asegurare, personalmente que todos reciban la educación adecuada, ustedes, sus hijos y sus nietos. Es mi primera labor como líder de este clan.

Dejo que sus palabras fueran asimiladas. Muchos parecieron disgustarle la idea para su sorpresa, por lo visto veían como algo inútil pasar el tiempo estudiando que entrenando para las batallas que estaban a la vuelta de la esquina. Otros simplemente se negaban a aceptar que un niño les diera órdenes.

-¡Yo solo acepto ordenes de Tajima!-Dijo uno levantándose-¡Tajima, el que peleo a nuestro lado hace un ciclo! ¡Tajima el que nos dio nuestro nuevo hogar!-Todos lo apoyaron con orgullo, Madara sintió un deje de asco-¡No tomo ordenes de un niño cobarde!

-¡Una vergüenza para nuestro clan!-Grito otro señalándolo-¡Hasta su padre lo dejo pasando hambre y sed como un perro!

-¡Además de que nos servirá escribir en un papel cuando le habremos sacado los ojos a todos nuestros enemigos! ¡Prefiero sacarle filo a mi espada que leer un maldito libro!

Antes de poder evitarlos cincuenta personas estaban gritando y despotricándole. Madara apretó los puños y se obligó a controlarse, a mantenerse firme y distante al monto de críticas que iba recibiendo. Hikaku tenía razón, no era nadie para su clan y eso le dolía más de lo que le enfurecía saber que su padre era considera un santo varón.

Levanto la mano pidiendo silencio.

-Sé muy bien que admiran a mi padre, es un gran hombre, un hombre al que le jurado mi vida-, un pequeño juramento que quemaba un poco su alma-No pienso tomar la posición de él, yo nunca sería capaz de cosechar tantos logros como los que él ha hecho-, la gente comenzó a calmarse, vio como Itachi lo miraba sarcástico-pero deben de entender algo,  destruiremos esta tierra si seguimos así, comiendo cuanto ovejas queramos, bebiendo sin pagar…¿Qué pasara cuando se acaben las ovejas? ¿Qué pasara cuando no tengamos más trigo ni arroz ni licor? Díganme, ¿Qué pasara?-Todos guardaron silencio

»… ¿Saben cómo nos ven los demás? ¡La gente cree que somos unos barbaros! ¡Creen y juran que somos unos animales que se comen a sus propios hijos, que copulan entre hermanos, unos monstruos, eso es lo que creen los demás! ¡Ni siquiera nos consideran humanos! -Aumento la voz con fuerza-¡Nosotros no somos eso! ¡Somos el clan más fuerte que ha visto este mundo! ¡Somos los únicos que podemos teñir la tierra con sangre sin haber comido en días!... ¿Saben que creo yo? Creo que nos temen, creo que tienen miedo de lo que podemos llegar a ser. Si viviendo en cuevas hemos matado a miles, imaginen su terror ahora que tenemos una tierra-Respiro profundo-…Pero para eso necesito su ayuda. Debemos demostrarles a esos idiotas de lo que somos capaces. Tenemos que saber qué hacer cuando se acaben las ovejas, el trigo y el arroz.

Guardo silencio por un rato y vio a los demás, Itachi asentía con la cabeza, Hikaku miraba el cielo y Sasuke le sonreía sarcástico, los demás parecían estar entendiendo lo que trataba de decirles.

-Supongo que no perdemos nada intentándolo-dijo un Uchiha que yacía entre ellos, Sasuke que desde hacía rato lo miraba -a fin de cuentas, no creo que un puñado de letras sea más fuerte que una espada. Otros quince parecieron estar de acuerdo

-¡Así es, es más fácil de lo que creen!-Dijo Madara con una emoción poco controlada-Solo necesitamos dedicación y confianza.

Antes de darse cuenta se dio cuenta que casi todo el clan parecía dispuesto a aprender, después de todos había un motivo que los unía, nadie quería seguir sufriendo, todos querían ser felices y vivir sin miedo, y a pesar que la guerra no había terminado, que era como una sombra que se alargaba conforme pasaban los días, parecía como si todos guardaran una hermosa esperanza.

-¿Puedo preguntar algo?-Dijo uno de los Uchihas, estaba irónicamente riéndose. Madara se dio cuenta que carecía del dedo índice-¿Ese lindo discurso te lo susurro en el odio el Senju con el que te revolcabas todas las noches?

Un largo silencio se formó.

Madara sintió que las mejillas se le teñían de indignación y rabia e instintivamente llevo su mano a su bolsillo, donde guardaba una navaja, la cual en pocos minutos gotearía sangre. Si había mandado a amputarles el dedo en busca de respeto, no podía permitir que lo humillaran de tal forma frente a todo su clan…

-¿Cómo te atreves a hablarle así sucio infeliz?-Grito alguien detrás de él

Antes de que diera el primer paso para lanzársele encima vio como Hikaku ardiendo en ira tomo una piedra en el suelo y se le lanzo encima, tumbándolo bocarriba y con ella comenzó a golpearle el rostro. Varios soltaron sonidos de sorpresa, entre ellos Madara que se quedó inmóvil al ver como a golpes aquel Uchiha lo mataba de la forma más sanguinaria y brutal posible.

-¡Respeta!-Golpe-¡A mí!-Golpe-¡Amigo!-Golpe.

Hikaku estuvo repitiendo la misma oración unas quince veces por unos largos minutos,  hasta que finalmente no quedo nada solido que golpear. Se levantó del hombre con las manos y el rostro llenos de sangre. Sobre el suelo quedo un rostro deformado y algo que parecía ser su cerebro regado por todos lados. Tiro la piedra y jadeando se le acerco a Madara que no podía reaccionar, lo único que pensaba era que esas situaciones no la expresaban los pesados manuales de política que habían en la biblioteca de Batsuma.

-Por favor, ¿podríamos comenzar a aprender a leer y a escribir hoy?-Dijo con una sonrisa en la que mostraba los dientes llenos de sangre ajena, hacia juego con el temblar irregular de sus pupilas.

-…Supongo que puedo si todos están de acuerdo-, la voz le salió algo insegura, instintivamente dio un paso lejos de su mejor amigo. Miro a los otros Uchihas que miraban algo asqueado el cadáver.

-¡Oh, sí, creo que todos están de acuerdo!

 

Madara entendió porque Hiruzen constantemente le gritaba y restregara su cabeza contra el rincón

Luego de dos largas horas logro que todos los Uchihas se fueran a su casa con una somera, muy somera idea de que eran las vocales y como se escribían correctamente sus nombres. Claro está, era más fácil decirlo que hacerlo. Alfabetizarlos era idéntico a como cuando intento enseñarle a usar la espada a Hashirama, sabía que lo haría mal, que se desesperaría, se molestaría y que en algún momento lo lastimaría con el arma. Sus Uchihas muy animados al principio se frustraron inexorablemente al llegar a la vocal “I”, unos lanzaron el tintero contra el piso, dos trataron de golpearse cuando uno le dijo animal al otro y  tres, los más viejos, se fueron lanzando pestes. 

-¿No fue tan difícil verdad?-Decía Itachi mientras rápidamente corregía el trabajo de los demás con algo de ayuda de Sasuke.

-La verdad estaba preparado para gritos y peleas pero no creí que podría ocasionar un muerto con la primera clase-, una sensación de miedo le lleno el estómago al pensar que diría  su padre.-Estoy pensando en que cuando no obedezcan regañarlos pero temo que me maten si lo hago, o bueno, que Hikaku los mate a ellos.

-Sí, ya tenemos cincuenta y cuatro miembros ahora. Temo que cuando toquemos matemáticas nos queden unos diez.

-¿Por qué en vez de castigarlos les regala algo al hacer las cosas bien?-Dijo Sasuke luego de terminar de corregir su grupo de hojas-a todos nos gustan los premios y la gente se esfuerza más por las cosas que quiere que por las que no quiere.

Madara se encogió de hombros, no era tan mala idea.

-¿Cómo qué?

-No sé, una puta para quien escriba el alfabeto entero-no pudo evitar reír, si propusiera eso antes de darse cuenta él sería el ignorante del clan.

-No, por supuesto que no andaré rifando putas-, dijo riéndose y sentándose al lado de ellos y ayudándolos a corregir-en todo caso sería bueno mantenerlos motivados, premiarlos todas las clases al mejor alumno. El premio tendría que ser económico, pequeño pero significativo…Podríamos premiarles con insectos, piedras o algo así.

-¿En serio?-Inquirió Sasuke-¿Le regalara piedras? Estoy bastante seguro que eso les gustaría. Sobre todo cuando se las lanzara-, Madara se obligó a formar una sonrisa algo molesta.

-Mm, supongo que tienes razón.

-¿Caramelos?-Pregunto Itachi.

 Los caramelos eran algo costosos y exquisito para ese entonces pero si se compraban al mayor era mucho más económico. Eran hechos con sacarina y la azúcar junto con la sal era costosa, principalmente porque solo dos  clanes producían azúcar  y solo uno de ellos  fabricaba los dulces. Lo más caros estaban hechos con azúcar fina y extracto de néctar de frutas y tenían formas de coloridos animales; los más baratos eran unos tan dulces que cortaba la lengua y generalmente eran barras duras de colores amarillentos que se derretían al sol;  y claro, estaban los caramelos de miel, un término intermedio y uno de los fetiches de Madara, dulces sin ser empalagoso, hechos con miel de abeja, canela.

-Les daré un caramelo-dijo estirando su cuerpo y bostezando algo cansado-Más tarde iré  al mercado común a comprar un barril.

-¿Le dará caramelos a asesinos?-dijo Sasuke

-¿Alguna otra sugerencia?

-A mí me motivo bastante la mitad de tu fortuna mientras cuidaba a tu hermano.

-Sasuke ¿Qué hablamos del respeto y la avaricia?-regaño a su hermano mientras le pasaba una hoja que estaba completamente en blanco a Madara.

-¿Qué está mal y que mi alma se la llevaran los demonios?

-Exacto…esa hoja es la de  Hikaku. No hizo absolutamente nada, solo pinto un pajarito comiendo trigo-Madara arqueo una ceja.

-Sí, ya veo-obviamente debía de reprobarlo pero se le revolvió el estómago con esa idea. La imagen de su pene amputado y su cerebro regado por el piso fueron suficiente como para ponerle la máxima nota al dibujo-, no soy tan estúpido como para enfadar a ese psicópata.

-No lo jugué tan mal, el pobre le ha tocado vérselas duro-, dijo el menor-según me contaron que mataron a sus padres y violaron a su hermana menor  frente a él cuando era un niñito y eso lo enloqueció

-Yo escuche otra historia. Mi tío dice que él nació así, que desde pequeño mostro un instinto único  hacia el mal. Según él fue el que mato a sus padres una noche…y realmente no lo pondría en duda, todo el mundo sabe lo que les hace Hikaku a los animales.

El leve silencio que se formó al terminar esa frase y la expresión de trauma en los ojos de Sasuke fueron suficiente como para despertar una morbosa curiosidad en el Uchiha. Se acercó más a ellos como si compartieran un secreto.

-¿Qué le hace a los animales?-En todo caso la verdadera pregunta era si eso podría hacérselo a él.

-Mi padre había rescatado unos lobos bebes del bosque. Servirían en las batallas, para trasportar a la gente enferma y en fin, como amigos…Una noche se escuchó un montón de aullidos y ladridos de dolor. Varios salieron a buscar a los lobos y… ¡Mierda, el muy enfermo les había prendido fuego!-Itachi bajo el rostro algo consternado, parecía un terrible recuerdo, de esos que acosan por las noches segundos antes de dormir-yo…yo tenía tu edad cuando lo vi, recuerdo que parecían pequeñas bolitas de fuego rodando por el suelo. Le lanzaron agua y trataron de salvarlos pero estaban tan…estaban tan mal que ni siquiera podían tocarlos. Al final tuvieron que matarlos para ahorrarles el sufrimiento.

-¿Pero co-como saben que fue él?-dijo con la voz temblorosa

-Todos saben que fue él-el respondió Sasuke-Cuando fueron a buscar a los lobos Hikaku estaba sentado en una piedra sin parar de reír a carcajadas y cuando tuvieron que sacrificarlos se reía tanto que lloraba de la risa. Me acuerdo perfectamente como Tajima lo golpeo  le preguntaba una y otra vez porque había hecho eso.

-Estamos en invierno. Dijo él. Hace mucho frio. No quería que las lobitos tuvieran más frio-Termino de decir Itachi fingiendo un tono de voz absolutamente demencial… ¿Señor está bien?

Madara estaba pálido y tenía una expresión de terror absoluto. Se levantó lentamente, estaba algo mareado y no podía dejar de pensar en su cuerpo, sin pene, sin cabeza y ahora, en llamas.

Solo se levantó y se fue, sin siquiera despedirse, dejando a los dos hermanos algo curiosos.

-¿Crees que lo asustamos?-Le pregunto Sasuke a su hermano.

 

 

-¡Hermano llegaste!

Madara sonrió un poco al ver como su hermano se abrazaba a su pierna y le regalaba una gran sonrisa. Luego de aquel día tan difícil ver la mirada reluciente de Izuna hacia que todo valiera la pena. Acaricio los negros cabellos y camino hasta la mesa, donde yacía su padre esperándolo con una torva mirada, que por supuesto en ningún momento paso desapercibida.

Eran las siete de la noche y apestaba a alcohol y cigarrillos.

Se sentó al lado de Izuna y se sirvió algo de arroz y estofado de carne de oveja. Comió con cierto recelo mientras observaba la mirada fría y constante de su padre. Estaba bastante seguro que sabía que había vuelto a tomar pero dudaba mucho que se molestara por ello, no como Batsuma que hizo un escándalo cuando descubrió que Hashirama había tomado una cerveza a escondidas por influencias suyas.

-¿Vas a seguirme mirando o me dirás lo que tienes que decirme?-Pregunto luego de casi diez minutos de largo silencio. El alcohol era algo bendito, no solamente le alegraba la vida, sino también le daba una seguridad estimable.

-¿No eres tú el que tienes que decirme algo?-Contesto, él solo encogió los hombros.

-Tengo muchas cosas que decir. Sobre todo a ti. Pero si las digo corro el riesgo de pasar otros cinco días sin comer-, vio como su padre comenzó a fruncir el ceño-así que para evitarnos malos ratos, mejor dime cuál es tu problema.

Sabía muy bien que esas palabras le saldrían caro. Efectivamente apenas termino de hablar, Tajima se  levantó de la mesa y camino hacia él y le dio una bofetada que le hizo virar la mirada. El licor barato le tenía insensible el cuerpo pero pudo sentir con seguridad como se sacudió su cerebro y el sabor metálico de algo de sangre.

-¿Mi problema?-Lo tomo con fuerza del cuello de la camisa y lo hizo levantarse de la silla, Madara aún no reaccionaba bien del golpe-¡Mi problema es que tengo cuatro Uchihas con nueve dedos y uno muerto!

Cerró los ojos y llevo una mano a su cabeza, el grito le había provocado dolor de oídos. Con cierta dificultad se soltó del agarre y dio dos pasos algo ebrios hacia atrás.

-¡Ah ya entiendo! ¿Por qué no lo dijiste desde un principio?-Se rio un poco y se sobo la mejilla. Le dio una mirada a su hermano que temblaba en la silla-¿Izuna porque mejor no vas a dormir?-, dijo con un tono de voz cándido, ignorando a su padre-. Tranquilo, en un rato subiré y te leeré un cuento.

-Pero…

-Anda, hazme caso. No me hagas molestar.

Lentamente el niño se levantó de la silla y con la mirada aterrorizada camino hacia las escaleras no sin antes dar una última mirada a su hermano que le sonreía como si no pasara nada aunque tenía una leve marca de sangre en la curvatura de sus labios que él no pudo dejar pasar.  Luego de una mirada apremiante de Madara termino subiendo no sin antes soltar un pequeño sollozo.

Una vez lejos Madara borro completamente la sonrisa.

-Bien-, susurro limpiándose el rostro con la mano y tomando despreocupadamente un vaso de agua-, comencemos por el principio. Si, fui yo quien ordene a Hikaku a que le amputara un dedo a esos cinco Uchihas. Ellos me lanzaron piedras mientras yo estaba…rectificando. No podía dejarlo así, ¿si dejas que lapiden a tu hijo mayor, que respeto puedes pedir para ti?

-¡Tú no eres quien para tomarte esas atribuciones! ¡Lo único que eres es un maldito mocos que no sabe cuál es su puesto en esta casa! ¡Eres mi perro! ¡Mío! ¡Si te ordeno que respiras, respiras, si te ordeno que mates para mí, matas, y si te ordeno que te arrodilles y supliques perdón, lo haces y lo disfrutas!

Madara se quedó en silencio, luchando con no formar ninguna emoción en su rostro aunque no podía evitar sorprenderse al escuchar como cada vez la voz de su padre se hacía más alta y pesada. Verlo así, gritando, ardiendo de ira, asqueado de él le daba una curiosa sensación de felicidad y al mismo tiempo de miedo.

-Lo sé, lo sé-, dijo colocando su mano sobre su hombro. Respiro profundamente y obligo a calmar su orgullo.-Perdóname padre, he sido irrespetuoso.  Tome una posición que no me corresponde y prometo que no volverá a pasar-, Tajima respiro pesadamente, poco convencido-…Y sobre el Uchiha muerto, eso…eso fue culpa de Hikaku. Me insulto y él enloqueció y lo mato. Así de simple, creo que el pobre chico tiene problemas familiares...

-Eso me lleva a mi última pregunta Madara Uchiha-, siseo con rabia mientras colocaba una de sus manos sobre el cuello de su camisa sin alzarla, parecía que la preparaba para romperle la tráquea-¿Puedo saber porque tenías a todo mi maldito clan reunido a escondidas mías?

Por el tono en su voz Madara se dio cuenta que su padre temía que estuviera volteando su clan en su contra. De una u otra forma no estaba lejos de la realidad.

-Les estaba enseñando a leer y a escribir

-¿Crees que soy un imbécil?-

-¡Lo juro! ¡Puede corroborarlo con cualquiera!-Dijo rápidamente evitando que se molestara aún más-Todo en el clan son un montón de imbéciles que no saben qué hacer otra cosa que matar. También planeo enseñarles la matemática suficiente como para que nos sean útiles a la hora de comerciar con los otros clanes.

-¿Suenas como si yo fuera a permitir todo eso?

Soltó un suspiro algo cansado

-Padre, ¿No ves lo que intento hacer? Trato de ganarme tu confianza.

-¿A espaldas mías?

-Solo quería darte una sorpresa. Planeaba enseñarles esta semana lo mínimo y luego ponerlos a trabajar. Quería que despertaras un día y vieras todos los campos arados y cosechados-, bajo la mirada un poco y lucho con todos sus demonios para lucir arrepentido y conmovedor.

»Yo…yo estoy muy avergonzado por mi traición. Durante esos cinco días me di cuenta de lo estúpido que fui. Ni siquiera puedo verme en el espejo sin sentir asco de mí mismo. Quiero hacerte sentir orgulloso de nuevo de mí…Ayudarte en esta larga misión.

Miro los ojos oscuros y molestos de su padre y le regalo una pequeña sonrisa.

-Por favor, confía en mí, soy tu hijo.

Tajima trastabillo un poco antes de contestar, igual como Batsuma dudo antes de aceptar a Madara en su casa. Pero él si tenía algo era una capacidad innata de manipulación que combinaba con unos hermosos ojos embusteros. Hashirama siempre le dijo que con ello conseguiría todas las mujeres del universo, ahora estaba bastante seguro que le conseguiría cosas aún más importantes.

Al final su padre suspiro y soltó su camisa.

-¿Quieres educarlos?, ¿Quieres encargarte de los cultivos? Hazlo, no me importa-, le dijo con cierta desconfianza.-Pero te juro Madara que apenas vea el primer intento de traición-, su voz comenzó a vibrar en rabia-, te juro que te cortare la cabeza delante de todo el clan y esta vez nadie me detendrá.

Madara asintió con la cabeza con una infinita felicidad y por una vez más le juro lealtad-a ese paso su alma ardería en el infierno-. No solo había logrado pasar suficiente tiempo junto con su clan bajo la excusa de enseñarlos, sino también, su padre le había dado el poder sobre la administración de los cultivos, cosa que no esperaba tener.  Eso solo significaba algo, tenía toda la economía bajo sus manos de una u otra forma.

 

Esa noche no durmió.  

Una fuerte opresión en el pecho lo hizo mantenerse despierto en la ventana, admirando las quietas casas de los Uchihas y los grandes, grandes campos de trigo.

Desde que había hablado con su padre se sentía así, desesperado, ansioso y al mismo tiempo curiosamente conmovido. Pero sobre todo si había algo que sentía era una ardorosa sed que le quemaba el alma. Pero, por supuesto, no era una sed de agua o licor, no, era una aterradora sed de poder…

 

 

Notas finales:

:P cha cha chaan!!

Espero que les guste! cualquier critica o sugerencia es bien aceptada :)

En el prox cap saldra Hashirama ¬w¬ 

Hasta luegoo


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