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A Good Brother por anik_blood

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Notas del capitulo:

:D

Hola, lamento la tardanza, pase por un ligero bloqueo existencial pero ya lo supere ~¬w¬~ 

Espero que les guste el cap ya la historía :D

Hashirama siempre había tenido la plena convicción de que la vida seguía su propio ritmo y que tenia un sentido de humor único.  Pero por más que se esforzaba nunca lograba bailar a ese ritmo que le marcaban y pocas veces, sin importar siempre cuanto riera, podía entender esa gracia dantesca de los acontecimientos desafortunados.  




Nunca había conocido a alguien como él, tan peculiar, tan simple y tan complicado a la vez. Madara era muchas cosas para él, a veces era un juguete roto al que debían de reparar y otras, era una guía,  la esperanza que trae la lluvia a la sequía.   




Era su amigo, su hermano y su amor platónico. Era la razón por la cual había aprendido a apostar y a maldecir, la razón por la que se desvelaba en las noches hasta verlo volver luego que partía a media madrugada para dormir en algún frio y sucio árbol, la razón por la cual había fingido que no sabia usar la espada solo para que él le enseñara. Era la razón de muchas cosas y ahora que no estaba junto a él, parecía ser la razón de su vida. 




Sí, Madara había sido su primer amor y la primera duda que disparo la chispa de la sexualidad. Ese ultimo beso solo logro que esa chispa se convirtiera en un fuego iracundo cuya ausencia poco lograba por disiparlo. 




Luego de haber perdido a su hermano mayor pocas cosas le importaban. Itama había muerto dos semanas antes de encontrar a aquel famélico niño en su granero. Recordaba perfectamente  el día que llego su padre con lagrimas en los ojos, aun con la armadura puesta, y un bulto cubierto por una sabana azul ensangrentada, el cuerpo de su hermano caído en batalla, Batsuma no dijo mucho, solo un lo siento a su madre que se desmorono contra el suelo al ver el pálido rostro de su primogénito. Una lanza atravesó su corazón. Era una nublada tarde y el reloj marcaba las dos con cinco.higado 




Luego de eso recordaba las largas horas en las que lloraba hasta quedarse dormido, solo para despertar y seguir llorando; los largos días solos, cargados de miedo y las aun más eternas noches solo interrumpidas cuando se levantaba gritando por pesadillas dantescas. 




Al llegar Madara creyó encontrar un nuevo amigo, alguien en quien confiar, que lo hacia sentir cómodo, feliz, y por que no decirlo también, protegido.  Solo fueron necesario dos meses para ver que él era capaz de llenar el vacío de Itama, y con el  pasar el tiempo, se dio cuenta que lo que sentía era más que un amor socialmente aceptado, más que uno fraternal.  Lo descubrió luego de tener un sueño húmedo con él y lo comprobó con las largas e impúdicas miradas que le daba cuando se bañaban juntos. 




Se enamoro como un estúpido, movido por las causas perdidas del amor imposible. Admirando su cuerpo, su belleza natural y salvaje, como la de un lirio de fuego en plena primavera, sus ojos negros insondables, su cabello largo y  despeinado, su sonrisa o malevolente o sus cejas fruncidas, sus mejillas pálidas, sus mejillas rosadas, su voz, sus gritos, sus susurros. Llegó un punto en que Madara fue una obra de admiración, su obsesión y no concibió existencia posible sin él a su lado. 




Sin embargo, ahora había partido. Se lo habían arrebatado así como la guerra le había quitado a su hermano.  




 




La mañana paso larga y tediosa como siempre. Miraba el plato de comida sin mucho apetito, posiblemente terminara botándola de nuevo. Una sonrisa sarcástica se formo en su rostro, cuando estaba Madara, nunca desecho un solo plato, simplemente porque cuando lo hizo la primera vez, este se sintió tan indignado y molesto que casi le rompe la nariz de un golpe. Le enseño inclusive, hasta la importancia de la comida y del hambre para valorarla. 




-Hashirama, ¿No vas a comer nada?-Pregunto su madre algo preocupada, ni siquiera molesto en mirarla, carecía de fuerzas para levantar el rostro. 




-Debes de comer más-aconsejo su padre- Dentro de un año iras a la guerra y te necesitamos fuerte 




Batsuma intercambio una mirada preocupada con su mujer, desde la partida de Madara, Hashirama había estado lo suficiente deprimido como para perder el apetito, había adelgazado y no escuchaba a Hiruzen ni a nadie. Inclusive Tobirama, el pequeño albino indiferente, se mostraba preocupado por el aspecto decaído de su hermano. 




- ¿Sabias que el clan venció garrafalmente al clan Uzumaki hace unos  días?-Hashirama seguía apático a sus vanos intentos a pesar que era una estupenda noticia-¡Tuvieron que huir como cucarachas! 




-¿No puedo creerlo? Pensaba que Minato era invencible-, contesto su madre con admiración-¡Es decir que todo el bosque es nuestro! 




-¡Así es! ¡Pensábamos a penas tomar una hectáreas pero con su retirada lo tomamos todo! ¡Quince hectáreas de pino! 




Sí,  era cierto, hacia unos días su clan había masacrado a casi doscientos hombres y se habían adueñado de una gran extensión de bosque pertenecientes a estos. Para él en vez de algo de orgullo era algo de asco. Se pregunta cuantos habían muerto en esa lucha, cuantos padres, cuantos hermanos, hijos, abuelos, tíos, todo por una porción de bosque. Se pregunto también desde  cuando la madera había valido tanto como la sangre. 




Él hubiese dado todo los bosques de los Senjus y todo su dinero y un brazo si era necesario por recuperar a su hermano o Madara.   




¿Era necesario? Tanto odio, tanto esfuerzo, tantos huérfanos y viudas...¿Para que? ¿Para ser el más fuerte? ¿El mas rico? ¿El mejor?...En esos instantes frente a su plato de porcelana lleno de fruta fresca, hubiese deseado mil veces estar junto con su mejor amigo pasando hambre y sed, durmiendo  bajo un lecho de ramas y hojas, contando cuentos y robándole un beso fugaz que lo dejara ruborizado por tres días.  Posiblemente seria más feliz. 




-¿Papá cuando puedo marcarme?-Pregunto Tobirama luego de un rato, interrumpiendo la conversación de sus padres-Ya tengo la edad para llevar la marca de mi clan en mi mano. 




-Es cierto, con todo lo que ha pasado lo he olvidado. Mañana mismo iremos  




-¡Mi pequeño Tobirama esta creciendo muy rápido!-Dijo su madre acariciando el cabello blanco del chico, tenía ocho años y una estatura solo superada por su gran inteligencia-Pronto serás todo un Senju y ayudaras a tu padre y a tu hermano en el clan. Tan solo imaginarte con tu armadura me llena de orgullo. 




-Defendiendo el clan al lado de su familia-Susurro su padre con orgullo. 




-Igual que Itama 




El estruendo de un plato quebrándose detuvo la conversación abruptamente. 




Había clavado el cuchillo contra el, rompiéndolo por la mitad. Estaba temblando de rabia, ¿Cómo se atrevían a mencionar a su hermano muerto cuando fueron ellos mismos que por su sed de poder que Itama murió a la tierna edad de dieciséis años? ...¿es que no se daban cuenta? ¡Nada de lo que decían tenia sentido! Su idea de moral, de ética, de honor estaban basadas bajo una asquerosa montaña de cadáveres y avaricia. Podridos igual que él mundo. 




-Hashirama-, llamo su padre molesto-¿Podría saber que te atormenta ahora? 




Apretó los dientes temblorosos.  Pronto Tobirama iria a la guerra, es decir, que aun más pronto el estaría en ella, enfrentadose a los otros clanes, a los Uchihas por ejemplo, matándolos. No podría matar a Madara, no permitiría que nadie lo hiciera, entonces, era un traidor en potencia. 




-Quiero que Madara vuelva... 




-Sabes bien que es imposible-, susurro tumbándose en la silla, no era la primera vez que tenían esa conversación y por la mirada en los ojos de su hijo tampoco seria la ultima. 




-¡Tu pudiste detenerlo!-Grito levantándose de la mesa y le dio una desafiante mirada que solo logro irritar mas a su padre. Era la primera vez que osaba a gritarle sin embargo no se sentía cohibido por ello. 




-¿Pude Hashirama?  




-¡Si pudiste! ¡Tu te quedaste allí sentado viendo como se llevaban a Madara y a Izuna! ¡No hiciste nada!-Grito con todas sus fuerzas hasta sentir dolor en la garganta. Estaba lleno de rabia y de dolor y por un instante quiso llorar pero no lo hizo-...siempre dices que nos protegerás de todo pero cuando Madara te necesito tu simplemente viraste la mirada e hiciste como si nada pasara.  




Los ojos de su padre se entrecerraron. Estaba molesto. 




-Dime que debía decirle a Tajima en todo caso,  ¿Qué me quedaría con su hijo porque así me daba mi maldita gana? Bien ¿Y que pasaría luego? ¿Crees que los Uchihas no se vengarían? ¡Tajima hubiera matado a toda tu familia en venganza ese mismo día!...¡Tu no eres quien para decir que yo no protejo a mi familia! 




-¡Madara es tu familia! 




-¡Es el maldito enemigo Hashirama Senju!-Grito golpeando la mesa con tanta fuerza que los platos temblaron. Su madre y su hermano estaban algo asustados, raras veces Batusma se molestaba de esa forma-Vino a mi casa y me mintió en la cara. Nos dijo que sus padres estaban muerto cuando no era otra cosa que el hijo del líder del clan Uchiha, nada más y nada menos-, por un instante los ojos de su padre se oscurecieron y Hashirama se dio cuenta de una enorme tristeza que yacía en ellos. padre también le había agarrado cierto cariño a Madara- . Fue mi culpa, tuve que matarlo el primer día que lo vi, entonces nada de esto estaría pasando. 




Bajo un poco la mirada y trato de tranquilizar su agitado corazón. Su padre tenia razón si él se hubiese opuesto, esos Uchihas los hubieran matado, realmente no pudo hacer nada para evitar que se lo llevaran. Lo sabia sin embargo aun la imagen de su padre distante mientras Tajima toscamente se llevaba a su amigo le quemaba por dentro. 




-No me importa quien es-, susurro levantando la mirada. 




-Debe de importarte. Es el enemigo, un Uchiha. 




-No lo es, Madara es mi amigo y lo quiero de vuelta, no me importa que deba hacer o las consecuencias de ello-, tomo algo más de brío, hastiando a su padre-Siempre me dices que como futuro líder del clan debo de tener decisiones fuertes y ser fiel a mis ideales, pues este es uno: no dejar atrás a la gente que amas. Y juro que lo cumpliré. 




-Eres un niño-, casi escupió al suelo luego de escucharlo-Dentro de poco serás un hombre, iras a la guerra y luego gobernaras este clan. Con esos ideales solo traerás muerte y hambre a tu gente. Debes de comenzar a actual como se espera de ti. Y por ello, comienza a olvidarte de ese Uchiha. 




Sus ojos cafés se ensombrecieron, por un instante se sintió insultado por su padre.   




-¿Actuar como se espera de mi? ¿Y en que esperas en que me convierta? ¿En alguien igual a ti?-Apretó los dientes-Yo no soy tu, padre. Yo no dejare que alguien se llevase a Tobirama de mi lado solo por que representara para mi un inconveniente político. No soy un cobarde. 




-¡Hashirama Senju!-Grito su padre ofendido, levantándose de la mesa. 




-No puedes evitar que lo haga. Que lo olvide. Que lo traiga de vuelta conmigo...-Respiro profundamente, nunca se había sentido tan fuerte en su vida, era la primera vez que desafiaba a su padre- Cuando vaya a la guerra yo mismo encabezare la lucha con los Uchihas. Lo buscare y lo traeré conmigo, te guste o no. 




-¡No te das cuenta que ocasionaras una guerra aun mas grande que la que tenemos!-Le grito con tanta fuerza que le dolieron los oidos,  Batsuma golpeo una vez mas la mesa, esta vez tumbando dos platos al suelo.  




-¡Seria entonces la primera vez que esta maldita guerra tiene un motivo noble!-Sin embargo su voz salió mil veces mas fuerte que la de su padre.  




Dicho esto se fue escuchando como su padre y su madre le gritaban y juzgaban, no le importo, se fue dejándolos con sus miedos, él ya no quería ser parte de ellos. Toda su vida había sido los que ellos querían, el niño educado, estudioso, el buen hijo que sigue el protocolar. No más. Tenia que luchar por ser el mejor sino estaría condenado a ser dominado por aquellos que si lo hacen.  




 




Se fue directo al bosque y se monto en el árbol más alto y más grande de todos, donde siempre Madara se refugiaba por las noches. Si quería recuperarlo quizás necesitaba comenzar a pensar como él. 




 




-Madara esta demente-, dijo obstinado mientras se quitaba las hojas de los arboles y el montón de insectos que le picaban la piel de forma dolorosa 




Esperaba que estar en el bosque lograra comprender el misticismo y el amor que sentía aquel Uchiha por los árboles pero solo obtuvo unas quince espinas clavada en su espalda, hambre, frío y sueño. Se dio cuenta que buscarle sentido a su amigo era como intentar comprender los libros de Hiruzen, imposible y frustrante. 




Volvió a su casa y se sirvió un enorme vaso de leche y se robo cinco galletas pertenecientes a la futura cena. Luego subió a regañadientes las escaleras, con la cabeza en alto,  obviando la mirada de su padre y de su hermano y se encerró en su habitación. Se tumbo en su cama mientras miraba distraídamente mucho de los dibujos que Madara había abandonado, eran muy bonitos, algunos eran de bosques y animales, pero la mayoría eran repetitivos. Por lo visto estaba obsesionado en dibujar a a una mujer. 




-Hashirama-, su madre entro en la habitación con una cándida sonrisa. 




-¿Qué sucede madre?-Pregunto sin dignarle a darle el frente, aun estaba molesto, pero a ella no le importo pues sus suaves brazos lo rodearon y luego lo empujaron lo suficiente como para sentarle en sus piernas-¡Mamá ya estoy grande! 




-Sigues siendo un niño, y hoy demostraste que también eres un soñador 




-¡No soy un so- 




-Y a este mundo le faltan muchos soñadores-, dijo sonriéndole y arreglando los lisos cabellos del chico y quitándole una que otra ramita que yacía en ellos-, si más tiempo pasáramos soñando que peleando quizás no tendríamos tantas guerras, quizás aun tendría a mi Itama. 




No podía debatir eso. Solo se quedo tranquilo y manso entre sus brazos, hundiéndose en el aroma de su piel, ese aroma que solo las madres tienen. Chizuro siempre sonreía aunque era algo impaciente, y  era por excelencia la mediadora de todas las peleas entre tanto fraternales como paternales. Cerro los ojos y por un instante sintió su corazón palpitar de dolor. Su calor solo hacía que sus sentimientos salieran a flote. 




-¿Puedo contarte un secreto?-Dijo con voz apagada, aun sostenía entre sus manos los dibujos de su entrañable amigo, posiblemente lo único que le quedaba de él. La miro con los grandes ojos cafés-¿Y tu me cuentas uno a cambio? 




-Me parece bien. Solo si juramos que nada de los que se diga aquí lo sabrá tu padre-, dijo con un tono pícaro, logrando sacarle una pequeña sonrisa. 




-Tu primero, ¿amabas a mi papá cuando te casaste con él? 




Ella dudo un poco en contestar, era un tema muy viejo, de esos recuerdos teñidos de amarillo y manchados, como una fotografía vieja. 




-No, no lo conocía realmente. Era necesaria una unión entre nuestros clanes, nuestro matrimonio fue un grupo de amigos lanzando dados-, dijo en un suspiro-,éramos tan jóvenes y estábamos tan asustados en nuestra primera noche-, una sonrisa se formo en los labios de la mujer.- Con el paso del tiempo, me fui enamorando, y hoy en día dudo que pueda vivir un día sin él, por eso es que temo tanto cuando va a la guerra...él tiempo hace milagros Hashirama, cambia muchas cosas, hasta lo que creemos sentir por los demás. Deberías darle una oportunidad. 




Desvió la mirada y se bajo de ella.  Quizás el tiempo podría blanquear sus cabellos, arrugar su piel, debilitar sus rodillas y hacerlo testarudo pero dudaba que fuera lo suficientemente fuerte para erosionar la gran piedra que Madara había dejado en él.  




-¿Cuál es tu secreto hijo?-Pregunto intrigada.  




Desvió la mirada y suspiro. Si en alguien podía confiar era en su madre. 




-Yo...yo lo he besado-dijo sintiendo las mejillas enrojecérseles. Si tan solo su padre se enterara de las cosas que pensaba en el día y que sentía y hacia en las frías noches... 




-¿Cómo? 




-Bese a Madara. En la boca-, no podía ver el rostro de su madre en este momento, el sonido de sorpresa de su voz era suficiente como para darle una pista de como lucia-. Y estoy enamorado de él. 




Suspiro algo aliviado, un gran peso acababa de sacarse de encima aunque otro comenzaba a crecer en él, ¿Cómo reaccionaria su madre? Chizuru estaba inmóvil, con los ojos muy grandes y boquiabierta. Luego de cinco minutos de silencio comenzó a impacientarse, si seria desheredado, quemado o expulsado de su casa prefería saberlo antes de anochecer. Formo un mohín impaciente. 




-...Bueno, eso son dos secretos 




-¡Mamá! 




-¡Que quieres que te diga! ¡No me esperaba esto!-Dijo algo angustiada, nunca nadie le había dicho como afrontar una noticia como tal. Si su hijo era gay, gay con el heredero del clan Uchiha posiblemente contrajera un sin numero de problemas para todo el clan -Hashirama, creo que aun estas muy joven y debes de esperar a que tu sexualidad se desarrolle. Quizás estas confundido. 




-No, estaba bastante seguro a quien besaba cuando lo hice-, se cruzo de brazos y frunció el entrecejo-, no estoy confundido. Yo siempre he sido así a fin de cuentas-, pudo ver como comenzaba a palidecer su madre-. Nunca me gustaron las niñas. 




-¿Estas seguro?-Frunció un poco el seño ante esa pregunta. 




-Bastante como para hablar de esto con mi madre-, era vergonzoso y difícil, ser gay en un mundo misógino, aun más difícil era estar enamorado del futuro líder del clan Uchiha -estoy mal, lo se-, dijo riendo un poco con algo de tristeza.  




Le daba algo de risa pensar que si hacia lucia su comprensiva madre, la de su padre debía de ser aterradora.  




-Hashirama, por supuesto que no estas mal.  Eres mi hijo. 




-Lo estoy. Se bien que le hacen a los hombres que son...que son como yo-, susurro con algo de vergüenza de si mismo-Los matan, torturan y en menor caso solo los humillan públicamente. Me acuerdo perfectamente como arrastraban por las calles a un gitano que acusaron de ser homosexual. 




El mundo aun era pequeño pero más que pequeño era caótico. La gente no podía permitir que alguien trascendieran los pequeños equilibrios sociales que tan difíciles les había costado construir. Los cambios y la gente diferente no solo producían asco sino eran una señal de alarma. Cuando mataban a un homosexual, a una bruja o alguien con alguna deformidad física era buscando purificar la sangre o eso creían. Por eso era permitido arrastrar a un gay por las calles o matarlo a golpes, apedrear hasta matar a un  deforme o quemar a una hechicera que posiblemente no era otra cosa que una mujer extrafalaria. 




Hashirama sabia que le esperaba una vida muy dura por delante. 




 




-.-. 




Madara labraba la tierra con el esmero con el que trabaja una madre soltera que espera llevar el pan a su casa.  




Dio un jadeo y afirmo los pies descalzos en la tierra y clavo con fuerza el rastrillo y lo pateo haciendo que se hundiera hasta el fondo y luego lo halo hacia él arrastrando los pedruzcos, las raíces y la tierra, dejando pequeñas líneas de casi diez centímetro de profundidad, donde luego otro Uchiha plantaría semillas de trigo. 




Era una tarea simple pero se volvía pesada y agotadora cuando debía de repetirse por hectáreas. Tenia tanto el rostro como el pecho desnudo llenos de sudor y tierra y los músculos tan tensos que se marcaban como piedras bajo su piel; por sus antebrazos las venas palpitaban y se delineaban  y las manos estaban llenas de llagas y heridas sanguinolentas hechas por la fricción del rastrillo.  




Pero no era el único.  




Todos los Uchihas llevaban días trabajando sin parar, y luego de nueve días de faena casi toda la cosecha había  sido recolectada, empacada y guardada; unas para el futuro y el autoconsumo y otras eran llevadas en grandes mulas al mercado común para vender.  




Termino cuando el cielo comenzaba a teñirse con el manto rosado del crepúsculo y el sol era solo una mancha lejana tras una montaña. Jadeando sin parar  se sentó sobre la tierra, exhausto.  Sonrío mirando a lo lejos, nunca creyó  ver a su clan siendo buenos en algo que no fuera pelear. Todos labraban y sembraba y regaban casi al unísono, como si fueran cada uno engranes de una gran maquina, incluso el pequeño Izuna corría detrás de las ovejas para llevárselas a una mujer para que las esquilara.  




Habían pasado casi seis meses desde que llego al clan y muchas cosas habían cambiado. Podía decir con orgullo que era el clan más letrado de todos. El saber leer y escribir era cosa de las elites, de los poderosos que podían desperdiciar en libros lo que podrían usar para comer. Se sentía orgulloso cada vez que veía a los Uchihas leyendo poemas o escribiendo el menú del día en la taberna.  




De su clan casi todos sabían leer y escribir menos unos pocos, algunos niños y bebes como Izuna, cuyo mayor logro del mes fue amarrarse los zapatos por su propia cuenta; algunas mujeres embarazadas que por su condición se les dificultaba, y dos más, su padre por obvias razones y Hikaku.  




Hikaku siempre iba a todas las clases y escuchaba todo atentamente y sin llegar a interrumpir o bostezar cual alumno ejemplar,  pero jamás escribió o participó en clase, solo hacia dibujitos y lo miraba fijamente con una pequeña y apretada sonrisita, sin siquiera parpadear, cosa aun más aterradora que su forzada amistad. Y por supuesto, era el alumno con mejores notas. Solo una vez Itachi tuvo el brío de regañarlo por no escribir en clase. Solo una vez... Aun recuerda como corrió detrás de él para evitar que tratara de clavarle la pluma en la tráquea. 




-¡Oye Madara!-Sasuke se le acercaba acompañado de su hermano y de otro Uchiha que reconoció como Shisui, el mejor amigo de Itachi-¿Quieres ir por una cerveza o prefieres seguir tragando tierra? 




Sonaba demasiado tentador como para negarse en visto que solo había comido dos naranjas a las cuatro de la mañana, cuando comenzó a trabajar. Se levanto y busco su camisa que estaba guindada en un árbol, una negra sin mangas. Se calzo las sandalias y se fue con ellos.  




Madara sabia que terminaría volviéndose alcohólico tarde o temprano. Casi todos los días iba a beber y a comer en aquella taberna, mas a beber que otra cosa. Nunca creyó que en su clan la gente tuviera la decencia de darse tres comidas al día y suficiente dinero para ropa y cachivaches, después de todo el terreno era gigantesco y ellos solo unos sesenta Uchihas y todos trabajaban decentemente en las plantaciones o en los negocios o vendiendo en el mercado. 




Afortunadamente había  logrado que la gente pagara por consumir, de esa forma, los dueños de los negocios, específicamente la dueña del bar, una mujer hermosa de pechos exuberantes,  recibía una moneda por una jarra de cerveza, tres por un plato de comida y cinco por permitir a la gente follar en los baños, un pequeño problema de negocios que aun no podía arreglar. 




La taberna era un lugar agradable luego de que te acostumbrabas a las peleas, los gritos, las canciones estridentes de los borrachos y los gemidos de las putas que follaban en los baños. Incluso el aroma a sudor y licor era como una fragancia que reconfortaba y recordaba a la casa. Al llegar la mujer los saludo con gracia y los llevo a su mesa favorita, una lejana que daba a una gran ventana. De un golpe limpio la mesa, coloco un mantel rojo limpio y prendió cuatro velas y luego sirvió dos jarras de cerveza y platos caliente de comida. Hoy servían carne de oveja en salsa y papas al vapor. 




Luego de una larga jornada de trabajo,  el sabor de la cerveza fría y espumeante pareció revitalizar cada parte de su cuerpo y la carne en salsa hizo que su rostro adquiriera un color rojizo. Si hubiera pan con mantequilla fuera el almuerzo perfecto. Sin embargo, se acercaba a la perfección, pues si había  algo que hacia que una comida fuera agrádale era acompañarla con la alegre y fútil platica entre amigos, de esas conversaciones que se tienen en la plena adolescencia, cuando ellos te entienden más que a ti mismo.  




Se pregunto si Hashirama habría hecho nuevos amigos, si ya tenía a otro que acosar y empujar, al que contarle tétricas historias de terror o de aventura, otro que le enseñara a usar la espada y a mentir.  




¿Hashirama se habría  olvidado de él?  




Las cejas se curvearon por un instante en una expresión de desdén y por un instante creyó que la distancia que separaba a sus clases crecio mil veces.  Sin embargo pronto soltó una carcajada y se ahogo con la cerveza por algún comentario demasiado sexual y vulgar que había  dicho Shisui sobre su padre y una oveja. Sin darse cuenta esas inquietudes fueron desapareciendo, olvidándolas.  Solo por un momento. 




Charlaron largo rato hasta que no quedo sol en el cielo y las jarras de cerveza fueron reemplazada por segunda vez.  Hablaron primero de política, de economía, del campo y luego de chismes obscenos que habían escuchado en los baños y las calles. 




-Hemos tenido suerte-, dijo Shisui con la boca llena mientras les ofrecia a cada uno unos cigarros amargos y baratos-, es la primera vez que pasamos tanto tiempo sin que nos ataquen. Empiezo a perder la practica. 




-Es que la gente tiene miedo. Y no hables con la boca llena, es asqueroso-, le contesto Itachi sacándole una sonrisa a Shisui. Él era de esas personas que al sonreír cerraban los ojos y mostraban todos los dientes, dándole un toque de inocencia y a la vez de maldad. Parecía agradable. 




-Perdón princesa-, dijo comiendo esta vez con la boca muchos más abierta incluso dejando escapar migajas, y luego, eructo. Itachi arrugo el entrecejo. 




-Como decía... Todos saben que masacramos a un clan de casi trescientas personas, muchos piensan dos veces antes de atacarnos ahora. Pero en cualquier momento pueden atacarnos. No deberíamos bajar la guardia. 




Madara bebió con calma y trato de no pensar en una pila de trescientos cadáveres humeantes, el aroma a piel rostizada y cabello chamusqueado. Prefirió mirar como Shisui comía con las manos y Sasuke lo imitaba solo para irritar al mayor. Sonrío un poco, eran un trio único de personas, Itachi el educado y estilizado, Sasuke el frio y malasangroso adolescente y Shisui el adicto al juego, a las prostitutas y la cosas baratas.  Si Hashirama estuviera con ellos de seguro se divertirían hasta morir... 




La sonrisa se borro de sus labios. Sus ojos cafés, su cabello liso, su risa escandalosa, su beso... 




¿Debería él olvidarlo? 




-¿Quieren jugar?-Pregunto rápidamente mientras se bebía lo que quedaba de cerveza y pedía otra jarra para todos. De sus bolsillos saco un mazo de póker que  se había  llevado de la casa de los Senjus y comenzó a repartir las cartas. 




Apostar era posiblemente otro de los vicios de Madara junto con el beber, maldecir y su insana obsesión con ver arder a su padre. Hashirama lo había  alentado al enseñarle como funcionaba los juegos de azar y aun más importante a hacer trampa. Pero los respetaba demasiado como para hacer lo ultimo.  




Quizás en una sociedad normal ver a unos incautos que no llegaban a los veinte años tomando, apostando y fumando fuera motivo de controversia y desapruebo pero en su clan casi todos eran jóvenes y uno de sus lideres no llegaba a los quince. Además estaba un dicho muy Uchiha "si puede cargar una espada, es un hombre" Madara era entonces no solo un hombre, sino un anciano. 




A medida que pasaban las horas y caía la noche  la taberna comenzó a tranquilizarse, eran cerca de las dos de la mañana y los borrachos tocaban guitarra y acordeón al son de desafinadas canciones lentas y de desamor, las prostitutas caminaban cansadas por las mesas buscando un ultimo cliente antes de ir a dormir y la cantinera comenzaba a quedarse dormida sobre el mostrador. El centro de la mesa comenzó a llenarse de monedas de bajo valor, de paquetes de cigarrillos, pulseras o cadenas de oro robadas y cualquier cosa que llevaran encima.  Las jarras de cerveza, la cera de vela y las colillas de cigarro iban amontonándose.  




Llego un punto en que Madara no distinguía las reinas de los reyes de sus cartas y la conversación seguía un tono picante y personal que la sobriedad sanciona. 




-Primera experiencia sexual-, lanzo Sasuke con voz lenta y cantarina, tenia las mejillas rosadas y respiraba rápidamente- Yo comienzo...¿Recuerdan la chica del clan Haruno? ¿La que gritaba mucho y no me dejaba en paz? Bueno, digamos que le di algo que la dejo tranquila-, dijo con sonrisa arrogante. 




-Sasuke, cada día me avergüenzas más que vengas de nuestra madre-, susurro Itachi mientras lanzaba cuatro monedas más en la mesa-. La primera vez debe ser algo memorable. No una revolcada. Uno debe ser un caballero y... 




-Y marica-, susurro su hermano. 




-Y pasiva-, completo Madara. 




-Y virgen-Finalizo Shisui. 




-¡Pueden irse todos ustedes a la mierda!-Grito con el rostro rojo y molesto, era la quinta vez que bromeaban sobre su sexualidad. Solo Itachi usaba ese lenguaje bajo efectos elevados de alcohol-...Hm. Mi primera vez fue con en ese entonces mi novia, Mikaru, en el bosque-, una sonrisa leve se formo en sus labios-Lo hicimos durante toda la noche, hasta el amanecer. Lastima que no funciono... 




-No me digas-, susurro Shisui tomando otra carta del mazo-¿Toda la noche o cinco segundos?-Itachi ensombreció el rostro y casi pudo ver como le temblaba una ceja-. La mía fue doble. Mi papá, que me quiere mucho, me llevo dos prostitutas cuando cumplí dieciséis. Las hermosas Dina y Lina. Gemelas...Y eso, queridos hermanos de otra madre, fue una experiencia memorable. 




Madara encogió los hombros y tomo otra carta, una favorable y lanzo tres monedas más a la pequeña fortuna que se apilaba en su mesa. Sintió entonces la mirada de los tres sobre él y el imperturbable y repentino silencio. Parpadeo unas cuantas veces y oculto sus cartas a sus inquisitivas miradas. 




-¿Qué?-Dijo encogiéndose en su silla algo incomodo. 




-¿Y tu?-Pregunto Itachi curioso. 




-¿Yo qué? 




-¿Tu primera vez? 




-¡Oh!-La cara comenzó a calentársele y no por el alcohol. Dudaba que la experiencia que tuvo con la madre de Hashirama se tomara como perdida de inocencia en ese sentido 




No era exactamente su culpa. La mitad de su vida había estaba demasiado ocupado tratando no morir de hambre y la otra mitad la había pasado tratando de comprender esa vida. Actualmente entre su padre, su hermano y su clan apenas tenia tiempo como para masturbarse. Así que no sabía bien que contestar. Y con el tiempo que tardaba más aseguraba una respuesta. 




-No puedo creerlo-Susurro Itachi formando la sonrisa mas cruel del mundo-¿Eres virgen? 




-¡Por supuesto que no!-Dijo luciendo ofendido. Era una de esas cosas que eran mejor negar para evitar perder el honor personal-¡Yo he follado mucho! ¡Mucho!-, pero sus expresiones no mostraban credulidad, al contrario comenzaban a parecer jocosas-...mucho 




-¡Eres virgen!-Grito Shisui carcajeándose.  




Tenia catorce años y aun se sonrojaba cuando alguna mujer le sonreía. Pero por lo visto Sasuke, con el que compartía la misma edad,  había follado desde antes de salir del vientre de su madre. Se dio cuento que ellos tres se asegurarían que antes de terminar la noche, lo corromperían en otro aspecto. Hoy llegaria tarde a su casa. 




-Lo sabia, siempre lo supe-Dijo Sasuke terminando la cerveza y lanzando las cartas en la mesa, todos lo imitaron. Madara lo miro fijamente buscando respuestas-Es muy notorio. Todo el tiempo andas con cara de culo estreñido. Necesitas relajarte un poco hombre. 




-Estoy de acuerdo-, Afirmo Shisui  con una enorme sonrisa mientras con sus manos se tomaba todas las monedas, había  sido el gran vencedor de la noche. Madara sintió los bolsillos vacíos y un deje de culpa por no haber hecho trampa.-Deberías follar antes de que seas tan viejo que no puedas levantar nada. 




-Y tengas las bolas arrugadas y las orejas peludas-, completo Sasuke mirando con recelo como Shisui se guardaba las casi veinte monedas, las dos cadenas de oro, los tres paquetes de cigarro y cinco caramelos de miel. 




-Vale, vale-, susurro recargando su rostro sobre una de sus manos-¿Y como hacemos entonces con este problema?-formo una sonrisa divertida. 




-¿Me estas proponiendo una cama de amor picaron?-Bromeo Sasuke tocando afeminadamente una de sus manos. 




-¡Puto asco! ¡No estoy demasiado borracho para ello! 




Luego de reírse un poco y pagar  salieron juntos dando algunos traspiés y soltando risas ebrias. Todos habían decidido que de regalo de cumpleaños atrasado le pagarían una noche entera en un burdel. Madara nunca había  estado tan emocionado y nervioso en su vida pero los gritos y risas de los otros lo animaban a revolcarse con una desconocida.  




Eran las tres de la mañana y la luna les iluminaba el camino desolado de tierra que los guiaba directo al mercado común. Todos estaban absurdamente borrachos. 




 




Madara hubiese deseado siempre recordar su juventud de esa forma con amigos y noches que pareciesen nunca acabar.  Ojala los ecos de las risas de sus amigos perduraran  y los efectos del alcohol a largo plazo le afectaran, entonces tuviera en buenos recuerdos que repasar antes de dormir. Ojala las cosas siempre hubiesen sido como quería, que todas las noches fueran iguales y que siempre hubiera sobre la mesa, cerveza, secretos y cartas. Ojala... 




 
 




Llegaron al mercado común casi completamente abandonado excepto por algunos bares y restaurantes que aun estaban copados de clientes.  




En la guerra era imposible un comercio directo entre los clanes sin que el menor termino de cobranza culminara en una matanza, así que para que nadie se empobrecería, todos los clanes habían pactado desde hace unos treinta años una tierra neutra donde se pudiera vender y comprar sin recibir amenazas algunas. Ese era el mercado común. Allí se encontraba dese licor de nuez y comida hasta objetos malditos y venta de esclavos y drogas.  




También estaba el burdel mas grande y magnifico de todos, no era como la asquerosa casa de putas que había  en el clan Senju, donde las mujeres eran feas y las camas tenían mas manchas de semen que ratones debajo de ella. Este era una mansión blanca de cinco pisos con un bar y aguas termales incorporadas, bebidas, drogas y mujeres y todos aquellos caprichos que enloquecen a los hombres. Las mujeres eran elegantes y siempre bellas aunque quizás alguna que otra estuviera muerta por dentro, sin embargo, nunca lo darían a notar.  




Entro acompañado de todos, Shisui hizo un gran escandalo al tropezar y tumbar un jarrón que presumía ser costoso. Frente a ellos, a un metro de la entrada había  un señor ojeroso y medio dormido sobre una mesa de mármol blanco.  




-¿Se les ofrece algo?-Pregunto incorporándose un poco. Miro el jarrón roto y arrugo el entrecejo 




-Si, mi amigo-, dijo Itachi señalándolo-, quiere pasar su primera vez con una dama. Toda la noche. 




-Mm-, murmuro rascándose la barba mientras le daba una larga mirada a Madara-¿Es mayor de edad?  




-Oh bueno-, soltó una pesada bolsita llena de monedas sobre la mesa-, supongo que esto cuenta como veintidós años. 




-Déjemelos en dieciocho recién cumplidos-, dijo sonriendo abiertamente y tomando la bolsita-Puede esperar en la habitación treinta y cinco, en el tercer piso, en poco enviare una de nuestras mejores, especialista en primerizos, ¡toda una dulzura! Puedes pedirle lo que desees, ella te complacerá...ehh y anal y tríos valen un poco más caros, así que... 




-¿Que tan caro?-Pregunto Shisui buscando monedas en sus bolsillos. 




-¡No! ¡Esta bien así!-Dijo apresuradamente evitando que esas cosas se fueran de tono. Si no sabia que hacer con una vagina poco sabría que hacer con varias. Los demás solo les sonrieron, Madara se dio cuenta que pudo haber pedido tener una orgía y aun así se la hubieran pagado. 




-Vale. Supongo que nos veremos mañanas-, susurro Shisui guiñándole un ojo-Coge un poco por la patria. 




-Hazlo valer. Ya veras que después que lo pruebes vivirás solo por ello. 




-Trata de durar mas de cinco segundos por el honor del clan. Nadie quiere saber de un Uchiha virgen y precoz. 




Luego de unos cuantos comentarios más humillantes y unos concejos que no comprendió se fueron directos a su casa o a otro bar. Madara le dio una ultima mirada al hombre y se fue subiendo las escaleras casi de tres en tres. Tenia el corazón de la boca ante la promesa de una experiencia nueva y maravillosa.  




La habitación era grande y bonita, realmente era la más elegante que había  visto en su vida. Una cama matrimonial de sabanas blancas y rojas, una chimenea, una mesa de noche con rosas, velas aromáticas y aceites y sustancias en envases de cristal cuyo uso pronto descubriría. Un baño tan blanco como un destello de sol, con una tina llena de agua tibia y burbujas. Todo lucia demasiado hermoso como para ser un acto tan sucio. 




Al final se metió en la cama sin saber mucho que hacer, como por ejemplo, si dejar abierta o cerrada la puerta para la mujer. Se quito la camisa y recapitulo todos los concejos y las largas charlas de Hiruzen sobre la caballerosidad y el manual de diez pasos para coger que le recito Shisui, del cual poco se acordaba hasta el paso cinco. Curvo la ceja y se rasco una mejilla, estaba seguro que debía de hacer algo con dos dedos 




Rápidamente reparo en su aspecto, apestaba a tierra, sudor, a licor y cigarros.  




Corrió al baño como un poseso, quitándose la ropa en el proceso y dejándola tirada en el suelo. No podía permitir espantar a la mujer con su aroma. Brinco en la tina haciendo un gran reguero. El agua caliente y jabonosa le quito un poco la ebriedad. Tallo con una esponja su piel quitándose cada rasgo de suciedad de su cuerpo y de su cabello. En menos de cinco minutos se dio el baño más rápido de toda su vida.  




Se seco el cuerpo limpio y con aroma a jazmín donde ya la figura de los músculos se marcaban con mas nitidez, algunos cruzados por sendas cicatrices y moretones. Guindo la toalla sobre su cadera y luego de repasar el manual de Shisui mentalmente salió del baño con las rodillas temblándole, aun ni sabia como poner en practica los diez pasos.   




Como lo esperaba encontró a un hermosa mujer sentada sobre su cama con las piernas cruzadas y ligeramente inclinada hacía atrás. No pudo reaccionar. Era alta y morena, de cabello liso, ligeramente ondulado en las puntas, de senos turgentes y trasero dulce, como del de un melocotón en plena estación. Vestía un vestido blanco traslucido que deslumbraba los pezones cafés  pequeños. Casi se atraganto, era cercanamente una de las imágenes más eróticas que había visto en su vida. 




-Que tierno, te bañaste primero-, dijo sonriéndole. Reparo en sus labios gruesos y rojizos, brillaban. Trago duro y se le tenso cada centímetro del cuerpo. Su vos era hermosa. 




-Apestaba-, fue lo único que pudo decir luego de segundos de silencio, no podía dejar de mirarla, era demasiado preciosa como para que el se sintiera merecedor de tocarla, como esas princesas de cuentos. No se sentía como el caballero o el príncipe azul, ni siquiera por el enemigo bastardo, sino como el ogro torpe y ridículo. 




-¿Vas a sentarte conmigo? 




-¿Puedo acostarme también?-Dijo con algo de brío, con una ligera seguridad que no era dueño, realmente no podía caminar y la erección que quería marcarse entre sus piernas lo avergonzaba aun más. 




-Puedes hacer lo que quieras, pagaste la noche, muy generosamente-, dijo curveando las cejas viendo como el joven muchacho se sentaba a su lado. Estaba tan tenso que la espalda estaba completamente recta y la cabeza algo alzada, como si estuviera en una línea militar. Ella sonrió y acaricio su pierna-...¿Nervioso?-Demasiado, esa caricia solo logro aun ponerlo más firme. 




-Solo un poco. Nunca he hecho esto. Espero no decepcionarte-, la miro levemente a los ojos pero instintivamente su vista se fue a sus labios, luego a sus senos y finalmente al triangulo del pubis. Se dio cuenta que estaba haciendo luego de sentir el primer palpitar de su erección que trataba de ocultar entre sus piernas. 




-No seas tímido-, dijo juguetonamente sentándosele lentamente en las piernas. Madara juro, juro que por un instante el corazón dejo de latir. Ella puso un dedo en su barbilla y le alzo el rostro-¿Nunca has escuchado que la timidez es un gran pecado contra el placer? 




Y luego con algo de brío él busco su boca y la beso. Fue un breve instante en que su mente quedo en blanco y en silencio, solo existían los tersos y gruesos labios, húmedos por el labial con sabor a fresa. Luego movió un poco sus labios buscando más contacto y ella lo imito, guiando sutilmente su inexperta boca solo usurpada por Hashirama.  




Ese beso era tan diferente al triste beso que le dio Hashirama y también  a todos los que había imaginado. 




Fútiles caricias comenzaron a tomar vigor y la ropa escasa cada vez iba cayendo más rápido al suelo. Antes de darse cuenta estaban desnudos sobre la cama, él temblando y tímido como nunca creyó estarlo en su vida pero al mismo tiempo completamente dispuesto a continuar.   




Todo en el era un mar de sensaciones y emociones. La piel desnuda, caliente, erizada, temblándole. La respiración densa, acelerándose cuando ella lo miraba fijamente con sus grandes ojos negros, insondables,  y luego amainándose cuando gemía y se mordía los labios, indicándole que todo estaba bien, que lo estaba haciendo bien. Invitándolo a seguir con un suspiro pausado. 




Hundió sus manos en ella y toco más de lo que podía tocar;  beso su piel y su boca hasta que le ardieron los labios, venerando la hermosura y majestuosidad de su cuerpo que le brindaba el abrazo mas caliente que nunca había recibido. Se adentro  de su cuerpo como un explorador en una selva desconocida, esperando encontrar cosas que lo hicieran alucinar o cosas que lo pudieran matar y encontró un poco de las dos.  




Y a medida que pasaban los minutos y las velas del candelabro se consumían, Madara iba sintiendo sensaciones y emociones únicas y nunca alcanzadas por el mismo durante las noches solitarias, cosas que iban más allá del placer y todos esos libertinajes carnales. Se dio cuenta que el sexo era dejar que alguien te viera desnudo, era perderse en sus rizos negros y encontrarse en sus manos al acariciarle el rostro y luego nuevamente perderse  con un  sorpresivo e inaudito orgasmo donde no supo si sintió el paraíso o el infierno. Era una extraña mezcla de pecado con un deje de hermosura, como un demonio con alas.  




Al final se encontró temblando, aferrándose a sus manos como si fuesen su salvación en esa agonía con aroma a sudor y perfume,  ahogándose con su nombre y observando como la habitación se distorsionaba en relámpagos de luz. Al final observo como los primeros rayos del sol bañaban aquel desgastado cuerpo, como sus ojos somnolientos brillaban y rogaban en secreto un poco más, sin saber que era el mismo quien se reflejaba en sus ojos, que era él el agotado vagabundo.  




Quizás él era realmente eso, un vagabundo, un niño tratando de ser un hombre en un mundo de destrucción, asustado del hambre y del horror que causan los hombres, asustado por la promesas de la soledad y el fracaso que le asechaban cual sombra.  




Quizás el no era más que eso, un vagabundo rogándole unas monedas de amor a una prostituta. 




 




-Muchas gracias-, dijo mientras se terminaba de calzar las sandalias, ella lo acompaño hasta la salida de la habitación-De verdad, muchas, muchas gracias.  




-Oh no, gracias ti, fue una noche esplendida-, le dio un beso en la mejilla luego de esas palabras. Madara quiso saber si realmente lo había disfrutado o lo había fingido, de todas formas ella nunca se lo diría y el nunca lo descubriría-, eres todo un caballero-Esas palabras hicieron que se le llenara el pecho de timidez. 




-¿Puedo volver a verte?-Dijo demasiado rápido, casi entorpeciéndole las palabras, demostrando lo mucho que anhelaba volver a tenerla en brazos. Sonrió y se sonrojo un poco, y hablo con voz más pausada-, es decir, me gustaría volver a verte, prometo que vendré apenas tener dinero. 




-Y yo esperare ansiosa-, su sonrisa creció más ante esas palabras. Sabia que era una prostituta y que trabajaba por dinero pero a pesar de ello, lo que el había sentido en esa cama fue mas fuerte que todas las emociones antes sentidas, casi tan fuerte como el beso de Hashirama, casi. 




-Entonces, adiós, supongo-, luego de unos segundos de vacilación se volteo dispuesto a irse pero antes se volvió a ella-¿Cómo te llamas? 




-Puedes decirme Nana 




-Nana-, dijo asintiendo con la cabeza y acariciando el nombre entre sus labios. 




Y entonces se fue con esa dulce sensación que tienen los jóvenes al sentirse más maduros de lo que realmente son. Había descubierto algo asombroso, algo que siempre había estado ignorando y no podía esperar por decirles a todos lo que había descubierto. 




Con una canción en el corazón salió directo a su clan sin poder dejar de repasar todas las horas que paso junto a ella. Con las escasas siete monedas que quedaban en su bolsillo se compro un pastel de pollo y un enorme vaso de jugo de naranja recién exprimido que vendía un viejo Hiuga en el mercado común que parecía estar mas alborotado que nunca, la gente chocaba consigo, gallinas corrían entre sus pies, gritaban precios, gitanos, adivinos y prostitutas vendían su talento entre las calles.  




Apestaba a sudor, basura y polvo.  




No tenia prisa así qué paso el rato visitando los locales y mirando a gente de todos los clanes circulando y comprando como si fueran hermanos y no se mataran día a día en los campos de batalla. Se pregunto si algún día esa fraternidad iría más allá de una mera transacción comercial, sí realmente podría existir la paz entre los clanes, sin distinciones ni odios, así como el profundo aprecio que sentía hacia los Senjus, esos Senjus que más tarde que nunca terminaría matando en la gleba.  




Pensando en eso siguió caminando y a pesar de solo pensar en ver a Hashirama destripado sobre el suelo le daba nauseas siguió comiendo, no había cosa que más detestara que desperdiciar una comida, no importaba que tan mala sea. Con las tres monedas que le quedaban le compro un caballito de madera a Izuna y dos caramelos de miel. Hoy lo llevaría a jugar al río, hacia ya un tiempo en que no pasaban un buen rato juntos. 




-¡¿Que maldito imbécil no sabe montar a caballo?!-Madara arqueo una ceja y se acerco con curiosidad a una zona donde había un montón de gente aglomerada. 




Un hombre algo obeso bien vestido gritaba sin parar a otro que yacía en una penosa situación, por lo visto mientras cabalgaba el caballo resbalo y callo al suelo junto a él, quebrándole la pierna cuando unos casi cuatrocientos kilos de animal se la aplastaron, y a pesar que lloraba  de dolor y su pierna estaba torcida en una posición anorma,  no paraba de ser reprochado ni amenazado. Realmente era un espectáculo penoso, algo gracioso, digno de mirar por unos minutos 




-¿Ahora donde carajos consigo a un escriba que me lleve las cartas al clan Uzumaki?-Le grito pateándole tierra en la cara. 




-¡Lo siento señor, lo siento, prometo que conseguiré a alguien! 




-¿Y donde lo buscaras entre este montón de pelagatos? ¡Te juro que te matare a patadas maldito! ¡Si no le mando esta carta a Minato besándole el culo por un armisticio mañana mismo nos reventaran el culo!-Miro como dolorosamente le pateaba el estomago y lo escupía. El hombre obeso parecía estar apunto de enloquecer, gritaba tanto hasta quedar afónico.  




-Yo se escribir-, dijo repentinamente Madara detrás de él hombre. Batsuma siempre dijo que donde hay necesidad hay dinero, y ese hombre parecía tener muchas de ambas. 




-¿Tu?-Gruño al ver el poseedor de aquella voz, era un muchacho delgado y pálido, comiendo con cierto salvajismo. Camino hacia él con porte amenazador y hundió dolorosamente un dedo en su pecho y le miro molesto, no estaba de humor-Tu no podrías escribir ni tu propio nombre ni aunque se te fuese la vida en ello. 




-Yo...-trago el ultimo bocado de su desayuno y se lamio los labios-si que puedo.  




-Bien, veamos si es cierto-, le tomo con fuerza de un brazo y lo llevo hasta donde estaba su carruaje donde lo esperaba otro mozo que estaba de igual de asustado, le arranco de sus bolsillos unas hojas blancas y una pluma ya entintada-¡Escribe! 




-¿Que cosa? 




-"Si soy un mentiroso mi pierna quedara peor que la de él"-escribió con rapidez y soltura una legible y muy recta letra, colocando mayúsculas estilizadas, esas que Hiruzen le había obligado a hacer mil veces-Mm, nada mal...-susurro mirándolo minuciosamente-ahora esto "sexagésimo, obtuso, afecto, apnea"-Nadara siguió escribiendo correctamente, sin equivocarse.  




Por un instante el hombre obeso sonrió y dejo de sudar. Parecía secretamente aliviado. 




-¿Te gustaría tener un pequeño trabajo provisional? 




-Depende de cuanto me pague 




-¿Que te parece esto y un caballo rompe huesos?-dijo lanzándole un saquito de terciopelo rojo, pesaba como a cincuenta monedas. No sonaba nada mal. 




-Me parece bien, ¿que debo hacer? 




-Ve al clan Uzumaki y entrégale esta carta a Minato, dile que vienes de parte del clan Jyugo. Luego volverás a mi clan con la respuesta, si es necesario volverás a ir allá. Si llegas antes de la medianoche te daré el triple de lo que te di hoy-, Madara sintió un ligero temblor en las piernas, tres caballos y ciento cincuenta monedas solo por escribir cartas, ¿Por qué Hiruzen no le dijo que podia ganar dinero escribiendo? 




-Llegare antes que vaya a la cama-, dijo conteniendo la emoción en su voz. Al día el cobraba solo veinte monedas luego de vender en el mercado o cosechar medio campo, era una ganancia equitativa que se repartían en su clan según las ventas que tenían. 




Con ayuda de unas personas volvieron a ensillar el caballo y le dieron una cartera llena de hojas, dos tinteros y cinco plumas de diferentes grosor. Las hojas eran tan blancas como la leche, los tinteros de cristal de bohemio y las plumas eran de grandes y estilizadas. También le dieron una insignia cocida con hilo de oro del Clan Jyugo que lo calificaba como escriba y por lo tanto tenia inmunidad y nadie debía hacerle daño en terreno enemigo 




Se sentó en el caballo, un gran semental negro con una crin increíblemente lisa y cuidada, de seguro comía mejor que él.  Tomo las riendas y estuvo apunto de dar el primer golpe para salir volando al clan Uzumaki que quedaba al sur pasando la tierra del agua. Estaba a cinco horas de viaje rápido y sin paradas. 




-¡Espera!-Le grito antes de que se fuera-¡Ningún escriba de mi clan ira vestido como un pordiosero a otro! ¡¿Qué pensaran de mí?! 




Madara reparo en su aspecto y frunció el seño, estaba seguro que esa era una de sus mejores camisas aunque estuviese algo raída y sus pantalones tuvieran un remache y los ruedos deshilachados. Sin embargo no era como para acusarlo de pordiosero. El hombre miro a todos lados como si esperara encontrar un mágico saco de ropa elegante. Su  mirada se fijo en el pobre hombre lisiado que estaba recostado contra una pared luchando por levantarse 




-¡Quítate la ropa! 




-¿Q-qué?-Pregunto tiritando. 




-¡Qué te quites mi puta ropa! ¡Quítenle la ropa!-al ver que no se movía mando a sus otros asistentes. Madara miro desde cierta lejanía como desnudaban al pobre hombre, le daba algo de pena haberle quitado el trabajo y haberlo dejado herido y desnudo en la calle, pero afortunadamente él no era una persona moral.  




Se vistió con su ropa que le quedaba algo grande,  una camisa manga larga de lino negro y unos pantalones de cuero café, cocidos con buen hilo y unas elegantes botas grises de piel de lobo, perfectas para cabalgar y caminar mucho. Sonrió ampliamente como un niño con un nuevo juguete. Las cosas no podían ser mejor. 




Luego de recibir una amenaza de muerte si se llegaba a caer del caballo partió con un rápido galope hacia el sur. Cada latido de su corazón sabia a sorpresas.  

Notas finales:

:D!

Proximo cap Madara conocera a Minato, es decir, posible MinaMada <3

Quizás, quizás salga Hashirama aunque no estoy segura 

:3 criticas por favor <3

Adioos


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