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Recuérdame (Concluído) por Dashi Schwarzung

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Notas del capitulo:

 

Ok, en serio, deberán disculparme, pues en primer lugar me he tardado más días en actualizar, y además... realmente no sé qué demonios estoy haciendo con éste fic DD:
Creo que todo en mi vida ha tenido que ver, he andado de un genio horrible que ni yo misma me aguanto XD
Lo que sea, espero no decepcionarlos tanto con éste capítulo, porque seguramente seguirán odiando a Kagami XD

Por cierto, tengo que agradecer a Iyuri (en Fanfiction.net) quien está leyendo mi historia y me hizo una crítica muy constructiva, por una palabra que la uso mucho y que está mal empleada... Así que hago también la mención de que sus críticas constructivas son muy bienvenidas :) ¡Siempre es bueno mejorar!

 

 

-Akashi… déjame salir…- Pedía Kagami en un tono no tan cordial al ser prácticamente encerrado por el otro.

-¿Por qué me rechazas? ¿Por qué continúas rechazándome? – Akashi comenzaba a alzar la voz -¿Por qué no puedes corresponder a mis sentimientos? ¿Acaso eres tan tonto? – Akashi tomaba a Kagami de la muñeca, mientras él trataba de forcejar al agarre -¿No puedes darte cuenta de que cualquier perra quisiera estar en tu lugar?-

-¡Deja de hablarme de ese modo!- Kagami forcejeaba ante la mano de Akashi, sin embargo, lo único que estaba logrando era que éste lo lastimara más. Sintió que su celular vibraba de nuevo, seguramente era Aomine, así que ésta vez aceptó la llamada del moreno; no lo hizo para que el peliazul se preocupara, más bien lo hizo para que fuera testigo de aquello en caso de que llegara a pasar algo que Kagami no pudiera evitar. Kagami levemente escuchó cómo Aomine lo llamaba por el auricular, pronunciando su nombre.

-Estoy harto de intentar hacer que te enamores de mi- Akashi hablaba en un tono agresivo- ¡Taiga, estoy harto de portarme bien contigo y ver que nada hará que me ames!-

Akashi cada vez apretaba más la muñeca de Kagami, quien se quejaba ante el agarre del otro. Escuchaba cómo Aomine, por el auricular daba gritos de preocupación al escuchar todo aquel ruido.

-Akashi… si no me sueltas tendré que defenderme… no quiero lastimarte-  Kagami empezaba a sentirse cada vez más asustado, pero en sus palabras había seguridad.

-No te atrevas, Taiga, o tendré que recurrir a otras medidas.-

Akashi tomó del cuello al otro, quien sintió el fuerte agarre e incluso con las uñas trató de apartar las manos de Akashi sobre su cuello, por alguna razón, el menor de altura tenía una fuerza superior, y Kagami simplemente trataba de quitárselo de encima.

Aomine por su parte había salido de la casa, sin saber siquiera a dónde ir, lo único que sabía era que Akashi estaba lastimando a su esposo y no lo iba a permitir.

Kagami cerraba fuerte los ojos ante el agarre fuerte de Akashi, en un movimiento rápido, el más alto puso toda su fuerza en su pierna y pateó el parabrisas del auto, estrellándolo sin importarla para nada su integridad física; provocó que la alarma del auto sonara fuertemente y algunas personas se asomaran a ver qué pasaba. Akashi por fin soltó a Kagami, éste último en un movimiento rápido le quitó las llaves al otro y abrió rápidamente la puerta, para salir del auto, ante la mirada de extrañeza de varias personas que se habían acercado al lugar.

 

 

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Aomine no dejaba de marcar al celular de su esposo, estaba realmente preocupado, había dado vueltas por muchas calles de la ciudad, y ni siquiera sabía a dónde dirigirse, hasta que por fin su llamada fue contestada.

 

-Aomine-kun…- Kuroko había tomado el celular del pelirrojo y contestaba.

-¿Tetsu? ¿Qué pasó con Taiga?- Su voz no podía sonar más preocupada.

-Kagami-kun se encuentra en mi casa, no tardes, por favor-

Después de colgar el teléfono corrió rápidamente en dirección a la casa del peliceleste, todo su cuerpo temblaba, no sabía si era por impotencia o coraje, y trató de calmarse, después de todo su esposo no era un chico tan indefenso, y aunque fuera Akashi, él sabía cómo defenderse, su única debilidad es que era un hombre de buen corazón y no le agradaban nada las riñas.

Al cabo de varios minutos llegó a su destino, inhalando bocanadas de aire, pues había corrido sin parar, y Kuroko ya lo estaba esperando.

 

-Aomine-kun… contrólate por favor- El peliceleste mencionó mirando cuán alterado estaba su amigo peliazul

-¿Dónde está Taiga?- Decía entrando a la casa, tratando de encontrar al pelirrojo, pero en su lugar halló a Kise quien tomaba un té, con aquella mirada de preocupación.

-Kagamicchi está dormido… - Kise le decía al recién llegado –Tuvimos que darle unos calmantes, se veía realmente mal.-

-Tetsu… ¿qué pasó?- el moreno miró al más bajo de altura.

-Akashi-kun lo lastimó…-

Aomine apretó los dientes y sus manos formaron puños, jamás imaginó que Akashi fuera capaz de lastimar a Kagami, después de todo, su esposo era a quien Akashi  ‘amaba’, ¿Qué clase de amor era ese, entonces?

-Puedes quedarte aquí, Aomine-kun, mañana podrás hablar con Kagami-kun-

Kuroko pensó que era mejor si los tres permanecían en esa casa por esa noche, no podían dejar a Kagami solo, y más cuando fue atacado que esa forma por Akashi. Aomine asintió a la petición del peliceleste, lo que quería, ahora más que nunca, era estar con su esposo; en el fondo se reprochaba por haberlo dejado, primero por haber permitido hace un mes que fuera solo a jugar con Kuroko y Kise, luego por haberlo dejado durante tres semanas, y por último por permitir que Akashi entrara a su vida. Se sentía tan impotente al ver sufrir a su esposo.

 

-Debemos descansar… Kagamicchi estará bien- Kise regresaba de la cocina con una taza de té en la mano, y se la ofrecía al moreno para tratar de calmarlo.

Aomine no dijo nada, pero sí aceptó la taza que le ofrecía su amigo rubio, pensaba que sería una noche muy larga, suspiró, ya más tranquilo, escuchando cómo Kuroko y Kise se despedían de él con un ‘buenas noches’ para retirarse a su cuarto y tratar de dormir, pues al día siguiente tendrían que trabajar, como todos los días. El moreno permaneció allí, sentado en ese sofá, con la poca luz de la lámpara iluminando esa zona de la casa del peliceleste, pensando y analizando qué hacer ahora con Akashi.

 

 

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Eran las dos de la mañana, cuando Aomine notó una luz encenderse en la cocina, giró un poco el rostro y miró al pelirrojo tomando un poco de agua.  Cuando Kagami terminó de beber el agua del vaso, enfocó su visa en los azules zafiros del moreno, podía notar a simple vista que el moreno no había dormido.

 

-No pensé que te quedaras a dormir- Kagami se servía más agua en el vaso y caminaba hacia Aomine, con el vaso en su mano.

El moreno no respondió al comentario miró el antebrazo y el cuello de su esposo y no pudo esconder su coraje ante aquellas marcas visibles que Akashi había dejado en el cuerpo del pelirrojo. Kagami notó el cambio de actitud del peliazul y se sentó junto a él

 

-Iré mañana a poner una orden de restricción a Akashi- decía mientras sorbía el agua del vaso.

-Suena bien- El peliazul se controló un poco al escuchar los planes de su esposo, no quiso preguntar nada, pues cualquier cosa que dijera sobre el asunto sonaría muy imprudente de su parte.

-Aún quiero ir a América-

Kagami dijo después de un suspiro, lo que hizo que el moreno mirara al lado contrario. Aomine pensó que aquella decisión estaba yendo muy lejos, al principio había pensado que esa decisión había sido causada por sus celos, pero ahora no estaba seguro, pudo notar lo decisivo en las palabras de su esposo. Entonces, debía persuadir a Kagami, debía impedir que se fuera. Pero Kagami, ahora más que nunca sabía que estaba tomando la mejor decisión

 

 –Quiero irme de éste lugar… todo lo que ha pasado es por mi culpa, así que voy a huir como el co-

-Esto no es tu culpa, Taiga….- Aomine lo interrumpió descortésmente –Akashi ya tenía problemas de personalidad desde antes de conocerte - Mencionó sólo por si el pelirrojo no lo recordaba.-Todo lo que ha pasado… desde el principio ha sido culpa mía.- Trató de evitar mirar a su esposo. Kagami entendió algo de aquellas últimas palabras del moreno, algo que ya venía pensando desde hace tiempo y de lo cual no tenía pruebas suficientes para confirmar.

-No debes culparte… no quiero que lo hagas.-

-Entonces ¿Qué es lo que quieres, Taiga? – Aomine por fin encaraba a su esposo, con aquella mirada de súplica, cambiando totalmente el tema del que hablaban-¿Qué es lo que quieres de mí?-

 

Kagami de un solo movimiento se levantó del sofá y miró al peliazul, sintiéndose un tanto temeroso de lo que pudiera decir en ese momento. Notó rápidamente el cambio de conversación que Aomine había hecho, y con las manos en forma de puños trató de que su voz sonara segura para el moreno.

 

-Quiero que me dejes ir.-

 

Aomine permaneció estupefacto por unos segundos, sabía a lo que se refería su esposo, y no era precisamente dejarlo ir a América, él se refería a sus sentimientos, a los sentimientos de Aomine por el otro.

“¿Qué demonios estás haciendo? Eres un estúpido… corre hacia él, abrázalo y dile lo que sientes” La mente del pelirrojo estaba hablando fuerte y claro en su cabeza, pero sabía que nada resultaría bien en esos momentos si decidía quedarse con Aomine. Cerró los ojos y no esperó a que el moreno hiciera algún comentario, así que se dirigió rápidamente hacia su cuarto, a encerrarse en él y olvidar las estúpidas palabras que había dicho, esas palabras en las que su mente las había pronunciado, pero su corazón decía todo lo contrario.

Aomine sintió que su mundo se derrumbaba ante la petición de su esposo, sonrió de tristeza, pensó que tal vez era mejor terminar con todo aquello y darse de una vez por vencido, aquellas ganas de luchar por Kagami se estaban yendo lentamente, y él no podía ganar contra eso, Su corazón adolorido por fin se estaba rindiendo a todas las situaciones que hasta ahora había vivido.

 

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Abrió los ojos al sentir la luz del sol sobre su cuerpo, sintió la necesidad de seguir durmiendo, pues esa noche había sido un infierno para él, primero lo que pasó con Akashi, luego su conversación con Aomine…. Sólo había dormido 4 horas y se sentía sumamente cansado, así que decidió levantarse. Su trauma de la noche anterior ya se había disipado, pensó que debía ir a casa, tomar una ducha e ir a levantar aquella orden de restricción contra Akashi, aunque no sabía de qué serviría, después de todo, él estaba a punto de irse a América, para no volver. Pero  sabiendo la forma en que se había comportado el chico con heterocromía, entendía que no debía de fiarse, sería mejor acudir a levantar aquella orden.

Se talló los ojos y salió pesadamente del cuarto, caminando un poco hasta la sala, notando que Aomine se encontraba dormido en uno de los sillones; estaba seguro que el moreno también había pasado una muy mala noche, así que decidió salir de la casa sin hacer ruido, no quería preocupar más al peliazul.

 

Bostezaba una y otra vez mientras caminaba hacia su departamento “Pero… ¿y si Akashi sigue esperando frente a mi departamento?”. Un escalofrío recorrió su cuerpo al hacerse esa pregunta, detuvo sus pasos y se quedó prácticamente congelado, parecía que no era una buena idea regresar a su departamento, de hecho, era una muy mala idea que él estuviera en la calle, no podía saber si en la esquinan siguiente se encontraría a Akashi. Pensó que Akashi no se atrevería a nada si es que lo llegaba a encontrar en la calle, al menos estaría a la luz pública, donde muchas personas podrían verlos. A Akashi no le convenía hacer nada a plena luz del día, pues al ser un magnate hombre de negocios su reputación lo precedía. Con pasos un poco más seguros caminó hacia su destino.

 

 

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Aomine despertaba de su no tan reconfortante sueño, se rascaba la cabeza y se levantaba del sillón que había sido su cama por esa noche, miraba a su alrededor, pero no halló a nadie. Vio la hora en su reloj, a juzgar por la hora debía pensar que Kuroko estaba dando clases, y Kise tal vez haya ido a una sesión fotográfica. Se levantó, sin muchos ánimos, de aquél sofá, caminó unos pasos y llegó a la puerta del cuarto donde Kagami había dormido, y aún soñoliento tocó a la puerta, llamando a su pelirrojo esposo un par de veces.

Frunció el ceño al no tener respuesta, pensó que tal vez Kagami seguía durmiendo, y con toda su curiosidad, tomó el picaporte de la puerta y lentamente, tratando de no hacer ruido abrió, tratando de enfocar su vista hacia la cama, pero se dio cuenta que el cuarto estaba vacío. Esta vez abrió la puerta de un solo golpe y confirmó lo que segundos antes había visto. Se dirigió hacia el baño, y abrió también aquella puerta, y no encontró al pelirrojo.

-Demonios, Taiga… ¿Cómo pudiste irte así?- Tomó su celular nuevo que descansaba sobre la mesa de centro y salió rápidamente de la casa, estaba totalmente preocupado, y no era para menos, pues la noche anterior había sido demasiado peligrosa para su esposo.

 

Corrió hacia el departamento de Kagami, sin embargo, tras unos cuantos pasos, detuvo su marcha, posando su vista en el piso. Recordó las palabras, o más bien, la petición que en la madrugada le había hecho el pelirrojo “Quiero que me dejes ir”. Esas palabras resonaban en su mente, por un momento había olvidado totalmente el dolor de aquellas palabras. Tal vez su esposo tenía razón, tal vez debía dejarlo ir, debía asumir que aquél chico ya no era más su esposo, y que como lo había dicho Akashi anteriormente, el único documento que los unía como esposos no haría que Kagami volviera a amarlo.

Siguió su andar, ésta vez con pasos lentos, ahora en sentido hacia su casa, no sería tan fácil seguir viviendo en esa casa, ya pensaría qué hacer con ella, pues ahora que había llegado a la decisión de dejar ir a Kagami, sería más sano deshacerse de todos los recuerdos que lo estaban torturando hacía unas semanas.

 

 

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Kagami pensó que debía hablarle a su padre, para confirmarle su regreso a E.U., seguro que él estaría feliz de escuchar eso, su padre seguramente estaría contento de saber que su hijo regresaría a casa, a empezar una nueva vida. Caminaba tan pensativo por calles largas cuando una voz femenina lo sacó de esos pensamientos.

 

-¡¡Señor Aomine Taiga!! – gritaba la chica, sin embargo… él abrió los ojos en sorpresa, ese no era su nombre, dudó un momento de dirigir la mirada hacia la portadora de aquella voz, cuando la escuchó llamarlo de nuevo –¡Aomine Taiga!- Por fin decidió fijar su mirada en la de aquella chica

-¿Cómo me llamó? – Fue su pronta respuesta y su sorpresa era visible

 

 

 

Notas finales:

 

Mi Beta Reader dice que convertí a Kise en un maniático del té XDD jajajaja y en realidad no me había dado cuenta .__. 
Lamento si el capítulo fue un tanto corto, el siguiente capítulo será interesante :D

Gracias por todos sus comentarios y lecturas! De verdad que aprecio mucho sus críticas constructivas y sus opinones sobre el fanfic!


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