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Cosas que aprendí de tí. por Dashi Schwarzung

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Notas del capitulo:

Casi son las 12 de la madrugada en mi país... y perdí la cuenta de cuántas hoaras me pasé escribiendo éste capítulo.... ya saben.. entre Facebook, Youtube y chateando con ciertas compañeras se me fueron las horas, pero por fin lo terminé....

No estoy segura de que el resultado que quería para éste segundo capítulo haya sido bueno... DD: de hecho, creo que hasta resulta aburrido... ya ustedes me harán saber si me equivoco o no...

 Ah! También hago la advertencia de que éste capi es KagaAo y contiene lemmon.

 

…::Capítulo 2 —Gratas sorpresas:::...

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Las vacaciones aún no terminaban, aún quedaban dos semanas para regresar a clases, y ésta vez tendría que enfocarse a estudiar más y no tener ningún problema para jugar en los campeonatos… seguro que su novio se molestaría demasiado si algo así llegara a pasar.

Miraba su reflejo frente al espejo de su cuarto, acomodaba su elegante traje negro  y daba los últimos toques a su cabello.

Akashi Seijūrō había organizado una elegante cena en su lujosa mansión, y había invitado solo a los miembros de la Kiseki no Sedai, mencionándoles que podían llevar a un acompañante. Al principio Aomine había pensado en invitar a Kagami, sin embargo, aquella relación de 8 meses que tenía con el jugador estrella de Seirin aún no salía a la luz, así que prefirió ir solo; al principio había pensado en convencer a Momoi de ser su acompañante, pero para su desgracia, Kuroko se había adelantado a sus planes, aunque… no podía ser tan malo el hecho de ser el único miembro de la Kiseki que fuera solo…

Eran las 6 de la tarde, si no se apresuraba sería el último en llegar. Tomó su celular y lo metió a su bolsillo, se despidió de su madre, quien estaba preparando la cena y sin demora se dirigió hacia el lugar del encuentro.

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—Por fin llegas, Aomine-kun— El miembro fantasma de Seirin habló al mirar al moreno cruzar la gran puerta del lugar. –

—Mine-chin ¿Por qué tardaste tanto? Íbamos a empezar sin ti.— La voz de Murasakibara sonaba ansiosa, pues su estómago ya le estaba pidiendo comida a gritos.

Aomine dio un ligero vistazo a los presentes, la mayoría habían ido solos así que no se sintió tan mal después de todo.

—Sí, sí, claro… empecemos con esto.— Descortésmente habló para luego caminar hacia una silla vacía y tomar asiento debidamente junto a Kuroko.

Akashi hizo un ademán al chef y pidió que sirvieran los mejores platillos del menú, pues desde hacía 20 minutos que Murasakibara había estado tan molesto e infantil pidiendo algo de comer, pues no había llevado ningún dulce a una reunión tan elegante como esa.

—Aomine-kun… ¿Por qué Kagami-kun no vino contigo?— Cuestionó Kuroko casi en un susurro, con un tono de voz en completa curiosidad.

—Tetsu… nuestra relación es secreta… ¿lo entiendes? Se-cre-ta—

El peliceleste mostró una cara de pocos amigos al saber que el moreno lo estaba tratando como si fuera estúpido, pero después de todo tenía razón, aquella relación que llevaban sus dos ‘luces’ era secreta, y nadie debía enterarse de eso.

 

Después de unos minutos, los chefs habían servido una variedad de comida a los invitados, haciendo gala de sus dones gastronómicos, a todos  les brillaron los ojos al ver la suculenta comida que yacía frente a ellos, y sin más se dispusieron a comer tranquilamente.

Aomine probó la comida que se veía tan apetitosa, sin embargo… a su paladar no llegó el sabor correcto… pues aunque aquella comida había sido hecha específicamente por un chef totalmente capacitado y se veía asombrosamente deliciosa… en realidad no era así…

Y entonces se dio cuenta de otra cosa, que ni siquiera había pasado antes por su mente: la comida de su novio sabía mil veces mejor que un platillo preparado por un chef de un restaurante de 5 estrellas…

—Aomine-kun, no estás comiendo nada… ¿Estás enfermo?—El chico fantasma preguntó curioso, pues no podía evitar fijarse en las acciones de su antigua ‘luz’

—No… es sólo que la comida que él prepara es mucho mejor.—Enfocó sus orbes en la comida que yacía en el plato frente a él, no se veía tan apetitosa como hace unos momentos, antes de darse cuenta que había aprendido otra cosa más sobre su novio.

—Bueno… es porque la comida que prepara esa persona, tiene el ingrediente más importante.-

—¿El ingrediente más importante? ¿Cuál es ese ingrediente?— Miró ahora a su ex compañero de equipo sin entender sus palabras.

—Amor…—

Miró por unos segundos más a Kuroko  y luego tapó su boca, queriendo reír ante las palabras tan cursis que habían salido de los labios del jugador de Seirin. No entendía cómo es que el peliceleste podía decir oraciones tan vergonzosas como esas.

—Tetsu, esas son tonterías… deja de decir esas cosas tan estúpidas.—

Kuroko sólo mostró una muy pequeña sonrisa, sabía que aunque tratara de explicarle esa metáfora al moreno, éste simplemente no entendería nada, pero también tenía entendido que su moreno amigo se acordaría de esa oración ‘vergonzosa’ tarde o temprano.

 

La cena transcurrió lenta, todos hablaban sobre sus experiencias en el anterior torneo (la Winter Cup), recordando a cada rato a Kuroko y a Kagami quienes los habían vencido a todos ellos. Kuroko se sintió plenamente superior al saber que sus compañeros habían reconocido su gran esfuerzo en ese torneo; el peliceleste por fin notó el cambió tan grande que sus antiguos compañeros de equipo habían sufrido, era justo como en los viejos tiempos. Sonrió al saber que el ambiente era tan cálido y no pudo evitar recordar aquellos tiempos en los que todos ellos jugaban con pasión y dedicación.

 

—Aomine-kun… necesito pedirte un favor.— Masculló el chico de Seirin, acercándose un poco al moreno para que éste lo escuchara debidamente. Aomine no dijo nada, sólo se limitó a mirar a Kuroko, dándole toda su atención, esperando sus siguientes palabras. —Mañana por la tarde iré a visitar a mi tía a Okinawa… ¿Podrías cuidar a Nigou por mí?—

El de Tōō chasqueó la lengua, la idea no le gustaba nada, pues no quería pasarse el día cuidando a un cachorro.

—¿Por qué no se lo pides a Satsuki?— Mencionó sin rodeos, a lo que la chica pelirrosa, que estaba sentada junto a Kuroko, giró el rostro al escuchar su nombre.

—Bien sabes que su padre es alérgico a los perros.—

El moreno rodó los ojos y suspiró resignado.

—¿Qué hay de Kagami? ¿Por qué no se lo pides a él?— Pudo notar cómo el peliceleste abría los ojos en sorpresa y lo miraba extrañamente.

—¿Acaso no lo sabes?—

Frunció el ceño al escuchar la última pregunta… “¿Saber qué? Maldito Tetsu, yo no sé leer la mente”.
Aquel gesto que el peliazul le había regalado a Kuroko le había confirmado la respuesta a su recién pregunta, fue su turno de regalarle a Aomine una pequeña sonrisa traviesa, y el de Tōō supo inmediatamente que aquello no era nada bueno.

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Eran las 8 de la mañana del día martes, Kagami había recibido un mensaje de Aomine, que decía que iría a casa de Kuroko y de ahí a la suya para que desayunaran juntos, como la amorosa y tierna pareja que son, aunque… debía admitir que sus pequeños celos se habían apoderado de él al no saber el motivo por el cual su novio iría a casa de su mejor amigo; trató de no pensar en ello, mientras se disponía a preparar el desayuno.

Abrió la heladera y sacó un paquete de tocino y se dispuso a hacer un desayuno común y corriente, sin nada complicado.

 

Rascó un poco su espalda, mientras de espabilaba mejor, cuando escuchó el timbre del departamento sonar, sin siquiera tener que adivinar quién era, caminó hasta la puerta, para recibir a su novio, giró la perilla de la puerta y sonrió al reconocer a su hombre alto de piel morena y ojos como la medianoche.

—Hey.— Saludó levantando una mano y mostrando una sonrisa tierna.

—Llegas a tiempo… estaba a punt—

Kagami no pudo terminar de hablar, pues miró cómo algo entre el brazo de su novio se movía extrañamente y luego enfocó su vista en aquello que cargaba el moreno.

—‘Woof’—

—¡¡¡WAAAA!!!— Kagami dio un gran salto hacia atrás, totalmente asustado, como si hubiera visto a un fantasma, notando aquellos ojos celestes de Nigou, quien se encontraba entre los brazos del chico de Tōō.

Aomine denotó sorpresa, miró cómo su novio, rápidamente escabullía tropezándose con varios muebles y tirando varias cosas a su paso.

—Qué….¿Qué rayos estás haciendo?— Cuestionó sin entender qué era lo que estaba pasando por la mente del pelirrojo.

—¡Aho! ¿Por qué trajiste a ese monstruo?—

El de Tōō giró el rostro hacia ambos lados del corredor, luego enfocó su vista en el cachorro que tenía en los brazos.

—¿Te refieres… a él?— Señaló al cachorro, mirando el sudor frío que emanaba del rostro de Kagami, quien asintió aterrado a la pregunta recién hecha por el moreno —Tú… Estás bromeando… ¿Verdad?—

—¡No, idiota! ¡¡Así que llévate a ese monstruo de mi departamento!!—

El moreno frunció el ceño, si aquello era una mala broma golpearía fuerte al pelirrojo hasta que no volviera a hacer una broma de ese tipo. Pero pudo convencerse cuando soltó a Nigou y éste felizmente corrió a revolotear cerca de Kagami, quien estaba acorralado en un rincón, gritándole al cachorro que se fuera. Aomine corrió hacia el pequeño animal y lo tomó entre sus brazos, alejándolo del pelirrojo, convenciéndose de que no era una mala broma.

—Tetsu me pidió que lo cuidara mientras él iba a Okinawa a ver a su familia...— Confirmó, para dejarle claro que si quería que Nigou se fuera, él también tendría que hacerlo —No pude decirle que no al favor que me pidió.—

Kagami disipó sus celos anteriores y entendió el por qué su novio había ido a casa de su ‘sombra’, pero no podía estar en el mismo lugar que Nigou, pues después de casi un año de conocer al cachorro, aún no podía tolerarlo del todo.

—No te preocupes… lo encerraré en el cuarto de visitas.— El moreno pensó que encerrar a Nigou no era buena idea, sin embargo, sólo sería por un par de días, mientras Kuroko regresaba de su pequeño viaje; no había otra manera para tener tranquilo a su novio, era eso o irse de ese lugar, pero claro que no planeaba irse, pues quería aprovechar al máximo sus vacaciones y entre sus planes estaba pasar todo el tiempo posible junto al pelirrojo.

 

Kagami respiró aliviado al vislumbrar cómo el moreno abría la puerta del cuarto de visitas y dejaba a Nigou dentro de éste. Sabía que el husky siberiano era un perro muy tranquilo, así que no daría muchos problemas, al menos por un par de horas.

—¿Contento?—

Kagami asintió más tranquilo, mientras ponía una mano sobre el suelo y se levantaba de éste… para ir directo a la cocina y encender la estufa para preparar el desayuno que minutos antes estaba planeando.

Aomine por su parte, se dispuso a sentarse a la mesa y mirar fijamente cómo su novio preparaba el desayuno. No quiso tomar el tema de los perros por el momento, le había sorprendido las acciones del chico de Seirin; era la primera vez que lo notaba tan aterrorizado por algo… y ese algo, era simplemente un cachorro husky siberiano.

 

—Terminé…— Musitó el pelirrojo, poniendo un plato de comida enfrente de Aomine; el desayuno consistía en huevos fritos con un poco de tocino, nada impresionante, simplemente para empezar bien el día.

Kagami se sentó frente al de Tōō, dispuesto también a comer.

—Itadakimasu.— Aomine probó el primer bocado y su sorpresa no se hizo esperar.

Aunque el desayuno era tan simple, algo que incluso él podía cocinar… aquella comida tenía un sabor totalmente único y delicioso… “Tal vez le puso alguna especia…” Pensó de repente, pues no era nada normal que la comida que yacía frente a él supiera de esa forma.

—¿Usaste alguna especia?— No pudo evitar preguntar, pues a medida que probaba más bocados, podía notar el exquisito sabor de la comida.

—¿Eh? No… claro que no… — Confirmó, notando cómo su novio comía tan a gusto —Sólo lo hice especialmente para ti… ya sabes… justo como a ti te gusta…—

El de Tōō enfocó sus orbes sobre el pelirrojo, a su mente llegó una oración que justamente había escuchado el día anterior.

“La comida que prepara esa persona, tiene el ingrediente más importante… Amor”

Y entonces todo tuvo sentido en aquellas palabras que su ex compañero de equipo había dicho… se arrepentía de haberse burlado de Kuroko de la forma en que lo hizo, pues finalmente había comprendido lo que el chico fantasma había querido decir.

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Ambos se encontraban en la habitación del pelirrojo, dejando a Nigou suelto por todo el departamento para que se sintiera libre después de haber estado encerrado un par de horas.

Kagami se encontraba sentado al borde de la cama, mientras Aomine permanecía detrás de él, sobre dicha cama…éste último  recorría con sus labios la parte trasera del cuello de Kagami; sus manos deambulaban por  el pecho fornido, deteniéndose un momento en los pezones, estimulándolos un poco, hasta lograr que Kagami soltara un gemido muy tenue.

El de Tōō, con movimientos lentos se deshizo de la camiseta que cubría el cuerpo de Kagami, quien cooperó gustoso a las acciones, luego sintió cómo esos labios suaves se posaban nuevamente sobre su piel, ésta vez sobre sus hombros, besando tiernamente y lamiendo a su paso; sus suspiros no se hicieron esperar, pues le encantaba ser atendido de esa forma por los habilidosos labios del jugador estrella de Tōō.

Las manos del moreno recorrían toda la piel expuesta, desde el cuello hasta las abdominales del pelirrojo, dejando a su paso caminos invisibles que podía trazar con la yema de sus dedos.

 

—Y entonces… ¿Por qué le tienes tanto miedo a los perros?— Curioso habló, sin dejar de besar la piel calidad que se encontraba frente a él.

Kagami no podía creer que justo en ese momento, Aomine haya traído el tema… pero después de todo, Aomine era su novio, y claro que le tenía confianza.

—Cuando era niño… un pitbull me atacó… —

Aomine detuvo todos sus movimientos al escuchar la confesión del pelirrojo, realmente no se imaginaba algo como eso, simplemente no podía imaginar aquella escena tan impactante en la vida de Kagami, y sin más ánimos de escuchar detalles sobre lo sucedido en la infancia de su novio, prefirió seguir con las caricias tiernas sobre el cuerpo de su novio.

—Nadie te volverá a dañar mientras yo esté junto a ti…— Dejó otro beso sobre los hombros fornidos del pelirrojo, mientras sus manos, lentamente acariciaban toda su espalda. Sin darse cuenta, Kagami sonrió plenamente, de antemano sabiéndose totalmente protegido por el moreno.

Aomine detuvo sus caricias sólo porque sintió una cicatriz sobre la piel del pelirrojo y sin pensarlo, enfocó su vista en esa zona del cuerpo contrario, vislumbrando no solo una cicatriz, sino dos… ambas cicatrices estaban separadas, justo a la altura de los omoplatos.

—Tienes… dos cicatrices…— Dejó el comentario al aire, sintiendo la cálida piel, percatándose del incómodo silencio que surgió de repente entre ellos dos, un silencio que no duró por mucho tiempo. No podía entender cómo rayos no se había dado cuenta de esas marcas en la espalda de Kagami antes… pues había tenido sexo con el pelirrojo incontables veces…

—Ese perro me dejó heridas en toda la espalda… pero esas dos cicatrices, fueron las heridas más graves…—

El de Tōō prefirió no decir nada, sólo llevó ambas manos a cada una de las cicatrices en la espalda de Kagami, las observó cuidadosamente, era como si…. Aquellas cicatrices hubieran sido hechas de otra forma muy diferente… como si Kagami hubiera nacido con alas, y con el paso del tiempo se las hubieran arrancado…  su mente comenzó a divagar al ver aquellas marcas en la piel, y no pudo evitar sonreír ante sus pensamientos tan singulares… Claro que para él Kagami era un ángel… el ángel que lo había sacado del abismo profundo y oscuro en el que se había sumido desde secundaria, era inevitable que se enamorara irremediablemente de ese chico pelirrojo.

 

—Kagami…— Aomine descendió nuevamente con besos tiernos sobre la espalda de Kagami, mientras besaba ambas cicatrices. Kagami sólo dejó salir un pequeño sonido de su garganta, esperando que Aomine prosiguiera con sus palabras. —Quiero… que tu…—  nuevamente mudó por unos segundos… y el pelirrojo giró un poco sobre su posición para enfocar sus orbes en los del otro —Quiero… que me hagas el amor…—

Kagami abrió los ojos de par en par… no podía ocultar su estupefacción, pues el de Seirin, durante esos 8 meses de relación era el único que había entregado su trasero, era el único que había estado en la posición de ‘recibir’, lo cual no le importaba en lo absoluto si era por Aomine, pero… ahora el moreno le pedía tomarlo, y por un momento dudó bastante.

—Ao…mine, pero… yo… tal vez no— Miró como el moreno se movía hasta llegar al borde de la cama y se levantaba de ésta.

—Shhh… sólo tómame…— Aomine susurró en un tono sugestivo, para apoderarse de los labios de Kagami y tomarlo de la nuca. Poco a poco, el de Tōō fue recostándose en la cama, mientras atraía al pelirrojo y no dejaba que se despegara de él, hasta que Kagami se encontró sobre el moreno, con ambas manos a los lados de la cabeza de éste, sintiendo cómo los labios morenos prácticamente lo devoraban con pasión.

 

Aomine, desde hacía ya varias semanas, había pensado seriamente en entregarle la virginidad de su trasero a Kagami, quería saber qué era lo que se sentía cuando estimulaban su cuerpo de una manera diferente, realmente no le importaba entregarse a la persona a quien él más amaba.

Kagami no puso objeción por el momento, aquella tendría que ser la primera vez que tomara el papel del ‘activo’, así que tendría que darle rienda suelta a su imaginación para hacer gozar a Aomine de la misma forma en la que él lo había hecho tantas veces.

 

La pasión del as de Tōō se encendió por completo cuando el pelirrojo posó sus labios sobre su cuello, mordiendo suavemente y besando con vehemencia, trazando un camino de saliva hacia uno de sus pezones. La boca de Kagami se entretuvo con cada una de las tetillas del moreno, degustando esa zona de su cuerpo, mientras una de sus manos se dedicaba a desabrochar aquel molesto pantalón. Habiendo logrado su cometido, bajó un poco el pantalón y la ropa interior de Aomine, y se apoderaba gentilmente de aquella virilidad que rogaba por atención.

Pasó un dedo por la punta del miembro de Aomine, sintiendo cómo poco a poco, empezaba a salir el líquido pre seminal, uno de sus dedos curiosos esparcía por el glande aquél líquido blanquecino que se derivaba del deseo del peliazul.

Su boca se situó ahora en las abdominales, delineando con su lengua aquellos músculos tan bien formados de esa zona. Aomine soltaba uno que otro jadeo ahogado, entregándose ante las sensaciones placenteras que el pelirrojo le estaba brindando.

 

—No pensé que fueras tan bueno en esto…— Bromeó el moreno, postrándose sobre sus codos, para mirar cómo el pelirrojo se deleitaba con sus abdominales.

—Y aún viene lo mejor…— Guiñó un ojo mientras, entre su mano, tomaba correctamente el sexo del de Tōō y dejaba un beso sobre el glande. Aomine sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo con aquel simple toque, y cuando la lengua de Kagami pasó sobre el mismo lugar, tuvo que morder su labio para no dejar escapar un gemido, evitando ser muy ruidoso; pero todos sus deseos por contener su voz desaparecieron cuando el pelirrojo metió de lleno su miembro en su boca.

Aomine gimió al sentir su pene totalmente erecto entrar profundamente en la garganta de Kagami; definitivamente no tenía noción de que Kagami no sufriera del ‘reflejo nauseoso’

—Nnnghh… Kagami… cómo puedes… ahh… hacer eso…— A pesar de sus gemidos, su voz denotaba sorpresa, pues era la primera vez que el pelirrojo le hacía un oral que lo mandaba al cielo y a mirar estrellas.

Las succiones del as de Seirin eran tan placenteras para el moreno, y Aomine, como por acto de reflejo, posó una de sus manos sobre la melena roja, guiando los movimientos y pidiendo por más.

Se posó nuevamente sobre sus codos y lo que sus ojos captaron fue sumamente excitante, pues Kagami prácticamente se atragantaba con su pene; no tuvo la oportunidad siquiera de contener, cuando sintió cómo su esencia era depositaba en la boca de Kagami, quien se tragaba todo el semen que llegaba hasta su garganta.

 

—Vaya… no me imaginé que eras un eyaculador precoz…— El pelirrojo habló, haciendo gala de un tono en broma, limpiando la comisura de sus labios, por donde empezaba a escurrir un poco del esperma de su novio.

—Cállate Bakagami.— No había querido terminar en la boca del pelirrojo de esa manera, pero las succiones eran fuertes y el sentirse totalmente dentro de la boca del otro, hizo que no pudiera contenerse más, no era que fuera un eyaculador precoz, era el hecho de que Kagami se veía tan sexy, aunado a eso… estaba el hecho de que Kagami había tragado hasta la última gota de su semen.

El pelirrojo soltó un par de risas y se incorporaba totalmente para despojarse de sus pantalones y ropa interior, para luego hacer exactamente lo mismo con las prendas sobrantes sobre el cuerpo del moreno, ambos quedando desnudos.

—Sólo… sigue y cállate, estúpido.— Insultó, queriendo golpear a Kagami en la cara por reírse de él de esa forma.

Kagami se acercó al estante de noche y sacó de allí una pequeña botella de lubricante, sonriendo plenamente a la última oración dicha por su novio. Se acercó al moreno y se dispuso a lubricar sus dedos correctamente.

Lo siguiente que pudo sentir el de Tōō fue cómo los dedos del pelirrojo rozaban la entrada de su trasero, para luego meter uno de esos dedos, causándole una muy extraña e incómoda sensación, no pudo evitar soltar una especie de gruñido al saberse invadido, pero no quería que Kagami se detuviera, y parecía que el pelirrojo había entendido, pues ahora adentraba dos dedos, moviéndolos lentamente, tratando de expandir esa estrecha cavidad.

—Kagami… sólo… ¡fóllame ya!—

—Eres muy impaciente…—

Aomine giró sobre su posición, dándole a su novio una excelente vista de su trasero, incitándolo a tomarlo de una vez por todas y terminar con todo el proceso de preparación. No le importaba si en ese momento le dolía, lo único que quería era sentir a Kagami dentro de él, saber por qué el pelirrojo gemía audiblemente mientras lo tomaba de forma salvaje.

Sin más preámbulos, Kagami tomó posición detrás de Aomine, tomando su propia erección y bañándola en lubricante, para luego situarla en la entrada del moreno, quien alcanzaba a mirarlo, expectante a todos sus movimientos.

Lentamente, fue abriéndose paso en aquella zona estrecha y desconocida para él, dándose cuenta de cómo el de Tōō apretaba fuertemente las sábanas entre sus manos. Cuando se sintió completamente dentro, detuvo todo movimiento, haciendo uso de toda su fuerza de voluntad para no mover sus caderas y embestir frenéticamente a Aomine.

—Espera… Kagami… no te muevas… aún no…— Masculló, apretando los dientes y cerrando fuertemente los ojos… no podía creer que Kagami hubiera pasado por aquel dolor en su primera vez… estaba seguro de que el pelirrojo trataba de ser cuidadoso, pero el sentirse invadido por el gran miembro de Kagami era doloroso.

El pelirrojo mientras tanto, trataba de calmarlo, depositando besos en toda la piel expuesta a su paso.

—Muévete… despacio…—

Y así lo hizo Kagami… con movimientos muy lentos empezó a mover sus caderas, sintiendo en cada movimiento cómo las paredes de Aomine envolvían deliciosamente su pene.

—Eres… tan estrecho.— Pudo mencionar, mordiendo su labio, pues el placer que el interior del moreno le brindaba era completamente placentero.

—Kagami… hazlo más rápido… nnghh.— Pidió al saber que el dolor iba despareciendo en cada estocada, dejándole paso al placer, sin darse cuenta de que sus gemidos poco a poco iban subiendo en intensidad.

 

Kagami llevó una mano hacia el miembro semi erecto del moreno, sintiendo cómo éste cada vez adquiría más firmeza ante el toque de su mano; en ese punto, Aomine no pudo contener más sus gemidos, y el cuarto se llenó de esos sonidos que escapaban de la boca del moreno.

—Así... ahhh…más fuerte... Dame más…— Pidió casi como una súplica, provocando una gran sonrisa en el rostro del pelirrojo.

—Si lo hago más fuerte… mañana no serás capaz de caminar…— Mencionó recordando la primera vez en la que Aomine le había hecho el amor de esa forma tan salvaje.

—Joder, Kagami… nngghhh sólo hazlo…—

No pudo negarse a aquella petición tan excitante, y sin objeciones, se separó de Aomine, girándolo un poco hasta que la espalda morena se encontró sobre el colchón; se encontraban ahora frente a frente, y Aomine, sin ánimos de contenerse, atrajo el rostro de Kagami hacia él y lo besó apasionadamente, sintiendo claramente, cómo el pelirrojo se adentraba nuevamente en él, empezando otra vez con el vaivén que mandaba descargas de placer a todo su cuerpo.

Gemía justo en el oído del pelirrojo, mientras musitaba palabras como ‘más fuerte’, ‘más rápido’ o ‘más hondo’, y por supuesto que Kagami cumplía cada una de aquellas exigencias al pie de la letra… ¿Y cómo no hacerlo cuando tenía a su completa merced al moreno?

 

Gritó de placer cuando el miembro del pelirrojo rozó una zona especial dentro de su cuerpo; no podía entender qué rayos había sido ese sentimiento que lo había mandado prácticamente a ver estrellas, pero quería sentirlo de nuevo.

—Oh… parece que lo encontré…— Jadeó el diez de Seirin, sabiendo que había hallado el punto exacto en el cuerpo de Aomine que lo haría gritar nuevamente. Y sin pensarlo dos veces, golpeó su próstata, arrancando otro grito de los labios del moreno. Se dedicó a golpear una y otra vez ese ‘punto dulce’, y fue en ese preciso momento en el que Aomine perdió la cordura y se entregó totalmente al placer.

—Daiki… no duraré…— Se detenía fuertemente de la cama, sin dejar de mover sus caderas, sintiendo aquel pequeño espasmo en su vientre, que le decía que debía terminar de una vez por todas.

—Hazlo… termina… nnghh termina dentro de mí…— Suplicó, sabiendo que él, en cualquier segundo terminaría por segunda ocasión. Abrazó fuertemente al pelirrojo, intentando arduamente no clavar sus uñas en su espalda, pues no quería provocar más cicatrices en el cuerpo de su amado.

No pasó mucho tiempo, cuando Kagami terminó dentro de Aomine, con movimientos erráticos y un gruñido de placer desmedido, y la última estocada que sus caderas dieron al cuerpo de Aomine hicieron que éste depositara su esencia sobre su propio abdomen, entregándose por segunda vez al placer que el cuerpo de Kagami le había brindado.

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Kagami había caído rendido boca abajo sobre la cama, en un momento estaba hablando con Aomine y confesando lo bien que el sexo con él se había sentido, y al otro momento, se encontraba completamente dormido, dejando al chico de Tōō hablando solo.

—Pfff Bakagami…— Se quejó al saber que estaba hablando solo cuando su novio yacía completamente dormido sobre el colchón. Sus orbes azules contemplaron lo perfecto que era Kagami, de pies a cabeza, sus manos curiosas se situaron sobre la espalda de piel bronceada del pelirrojo, específicamente sobre aquellas cicatrices que hasta ese día había descubierto.

—Te amo… — Balbuceó, con una sonrisa sobre su rostro y una mirada tierna, recorriendo con sus dedos la espalda ancha del pelirrojo.

 

Ese día también había sido productivo… había aprendido varias cosas más sobre su novio: Supo  que Kagami cocinaba mucho mejor que un chef de renombre… se enteró acerca de las cicatrices en su espalda, y su miedo por los perros… Y hablando de perros……. Pensó en  levantarse de la cama para ir a revisar a Nigou, y esperar que el cachorro no haya hecho alguna travesura como morder algún mueble o hacer sus necesidades sobre la alfombra.

Antes de incorporarse de la cama, dejó un beso sobre el hombro del pelirrojo, puso un pie sobre el piso y su cadera comenzó a dolerle.

—¡¡Argh!! ¡Maldito Bakagami!— Ahora su cuerpo dolía por el salvajismo de Kagami al hacerle el amor… parecía que aquella…era la única cosa mala de ser el ‘pasivo’.

 

 

Notas finales:

Pido disculpas si hubo algún error ortográfico o similar... 
Creo que me estoy acostumbrando a escribir a contratiempo... hace días que quería actualizar este fic, pero he tenido otros fics en puerta, pero ralmente no me gusta dejar nada a medias... así que aquí lo tienen.

Gracias por seguir la historia y por sus comentarios!


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