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1 palabra, 1 drabble por Dashi Schwarzung

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Notas del capitulo:

Tercer escrito, dedicado a Aguus Kagami, cuya palabra fue "vendas" Así que hice lo primero que se me vino a la mente :v A ver qué tal salió.

Adveretencias: PWP, NSFW (es decir lemmon :'v)

..::Vendas::..

.:.

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Cursaban el último año de la preparatoria, y lo que en sus mentes estaba por el momento era ser reclutados por una buena universidad en la que siguieran practicando el deporte que tanto amaban.

Hacía 5 meses que Kagami había tenido más problemas con sus rodillas, pues al ser un súper saltador, debía poner toda su fuerza en esa parte de su cuerpo, hasta que el dolor fue aumentando a tal grado de que tuvo que ir a ver al doctor para que el problema no se agravara.

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Ambos llegaron al departamento de Kagami. Aomine ya incluso se había acostumbrado a ir diario al hogar de su novio, aquello había durado menos de dos años y Kagami no podía quejarse, pues le encantaba estar en compañía del moreno.

—Prepararé algo de comer.— Habló el pelirrojo, dejando su maleta sobre el piso de la estancia, pensando en hacer algún platillo que a Aomine le gustara. Pero una mano morena no lo dejó caminar hacia la cocina, tomándolo de la muñeca e impidiéndole el avance.

—¿Cómo están tus rodillas?— Aomine preguntó con preocupación, aunque podía fácilmente decir que el cuerpo de su novio estaba mejor, pues él había sido testigo de los máximos cuidados que Kagami daba a su cuerpo.

—Esto mejor, el dolor ya no se siente.— Denotó una pequeña sonrisa sincera, con lo que hizo que el peliazul se quedara más tranquilo.

—Ven aquí.— fue lo último que el de Tōō dijo antes de jalar delicadamente al pelirrojo hasta sentarlo junto a él.

Prosiguió a levantarse del sofá y posar sus rodillas sobre la alfombra de la sala, ante la mirada curiosa de orbes rubíes que lo miraban interrogantes.

—¿Qué rayos crees que haces, tonto?— El de Seirin interrogó, mirando cómo el moreno estaba desanudando los cadetes de aquellos zapatos deportivos que Aomine le había dado cuando cursó el primer año de preparatoria.

—¿Qué parece que hago? Obvio… te daré un masaje en la rodilla.—

—Ahomine… mi rodilla está más arriba.— Sabía que las palabras eran solo una excusa, pero si recibiría un buen trato por parte de su novio moreno, entonces no se quejaría en lo absoluto.

—Sólo déjame hacer mi trabajo.

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Aomine quitó los zapatos deportivos, y prosiguió a deshacerse de los calcetines, de inmediato posando sus manos morenas en uno de los pies de Kagami y masajeándolo con dedicación.

Kagami no podía apartar los ojos de las acciones de su novio, en verdad que amaba cuando se portaba de esa manera, y debía admitir que últimamente Daiki era tan atento que lo hacía enamorarse cada vez más de él.

El de Tōō, después de masajear el otro pie, prosiguió a las pantorrillas desatendidas. Subió lo más que pudo el pantalón deportivo de Kagami, para luego apretar tiernamente la piel bronceada, masajeando esa parte del cuerpo; prosiguió a subir un poco hasta una de las rodillas, que estaba cubierta por una venda blanca, que hacía que Kagami no sintiera tanto dolor y la quitó delicadamente; siguió masajeando la piel, prestando especial atención a aquella rodilla que solía dolerle más al pelirrojo.

—Eso se siente tan bien.— Habló Kagami en voz baja, posando su espalda sobre el respaldo del sofá, simplemente dejando a su novio hacer todo el trabajo.

Aomine no respondió al comentario, pero sí sonrió, entendiendo que tenía total permiso para hacer lo que quisiera.

Sus manos se dirigieron hacia la otra rodilla, quitando la otra venda que se encontraba sobre el pelirrojo.

Sus manos seguían curioseando, esta vez sobre las piernas del pelirrojo; ojos zafiro y ojos rubíes se encontraron, los orbes de Kagami lo miraban con curiosidad, y los de Aomine miraban al otro chico, como pidiendo permiso.

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Labios morenos se posaron sobre una de las rodillas, en un toque tierno, mientras las traviesas manos subían peligrosamente hacia la entrepierna del de Seirin.

Un suspiro hondo escapó de los labios de Kagami, fijando la mirada en cada una de las acciones de su novio.

La mano morena por fin se posó sobre el bulto  que empezaba, muy lentamente, a crecer, mientras los labios aún seguían con los besos sobre las rodillas en recuperación.

Kagami posó su cabeza nuevamente sobre el respaldo del sofá, sintiendo las caricias tiernas y quemantes sobre su piel.

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Aomine no podía soportarlo, quería a Kagami, necesitaba hacerlo suyo en ese preciso momento, necesitaba decirle de una forma más ‘intima’ cuánto lo amaba; y parecía que Kagami había entendido aquello, pues sin decir ninguna palabra, elevó un poco sus caderas, lo que el moreno tomó como una invitación, y sin preámbulos le quitó aquel pantalón deportivo.

—El tigre está ansioso.— Bromeó el de Tōō, levantándose y quitándose su chamarra negra y su camiseta tan rápido como pudo.

—Es tu culpa por portarte de ese modo.

—Entonces… ¿es mi recompensa?— Soltó una pequeña risa y ante los ojos rubíes, se deshizo de toda su ropa, acaparando la total atención de Kagami.

No pudo evitar recorrer sus ojos por todo el cuerpo del moreno, era una visión demasiado excitante… aquella piel color chocolate, esos pectorales, esas abdominales… esa hermosa erección. Suspiró al ver totalmente erecto a Aomine, y sin pensarlo, se mordió el labio.

—Si no dejas de babear, inundarás la sala.— Rió ante su propio comentario, alcanzando una de las vendas que minutos antes le había quitado a Kagami.

—Tch. Idiota. Espera… ¿Qué rayos.— Al pelirrojo no le dio tiempo de decir nada cuando sintió cómo dicha venda era enredada en su cabeza, justamente tapándole los ojos.

—Shhhh… quiero hacer algo nuevo contigo.

Ante aquellas palabras, Kagami suspiró resignado y se dejó hacer por el moreno, notando cómo, gracias a esas vendas su visión era totalmente privada. Pensó que sería algo interesante, pero aquella idea cambió por completo cuando sintió cómo el moreno ataba sus manos con la otra venda.

—Espera, Aom— Y nuevamente no pudo terminar sus palabras, pues los labios morenos se adueñaron de los suyos en un beso demandante, logrando que su corazón latiera como loco dentro de su pecho.

..::..

.:.

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No pasó mucho tiempo para que Kagami se encontrara recostado boca abajo sobre el sillón, gimiendo el nombre de su novio con vehemencia, que hacía que Aomine lo embistiera con más fuerza. Aún tenía las muñecas atadas y los ojos vendados, y aquello simplemente imprimía más placer al acto.

—Dímelo, Taiga… dime que esto te gusta.— Pidió el moreno, con la voz entrecortada, sin dejar de embestir el cuerpo del pelirrojo, sintiendo cuán estrecho era.

Kagami se mordió el labio, palabras vergonzosas no debían salir de su boca, y menos cuando se sentía totalmente sodomizado por el moreno, lo cual, se daba cuenta que le encantaba.

—Díme, Taiga.— Nuevamente pidió, bajando la intensidad de sus arremetidas, tratando de torturar de esa forma al de Seirin.

—Más… más rápido.

—No, hasta que me respondas.— Una sonrisa maligna se formó en sus labios, y es que sabía que Kagami no tardaría mucho en responder.

—Demonios, Aomine… — Un gruñido de molestia dejó escuchar, parecía que no había otra opción —Me encanta, no pares… esto se siente tan bien, Daiki…—

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Ante tales palabras, Aomine invirtió sus posiciones, esta vez dejó a Kagami justo arriba de él, y sin demora, y torpemente, se deshizo de las vendas que se encontraban sobre las muñecas de Kagami, solo para que éste pudiera detenerse.

Cuando el pelirrojo se sintió liberado, él mismo se penetró con la erección de su novio, dejando salir un gemido sonoro al sentirse invadido.

—Demonios.. Taiga…— Habló al sentir cómo el interior del pelirrojo lo envolvía de una forma deliciosa, pero sus gemidos empezaron a hacerse más frecuentes cuando Kagami decidió moverse derriba de él; no podía ver, pero por supuesto que podía sentir.

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Aomine supo, por un espasmo en su vientre, que no duraría mucho, y sin demora alcanzó la cabeza de Kagami y le quitó la otra venda, sólo para ver el completo rostro de placer del de Seirin.

Terminó dentro del pelirrojo cuando notó aquellas lágrimas de placer que osaban con salir de los ojos del de piel bronceada;  Kagami le siguió segundos después, ambos entregándose al placer del orgasmo.

..::..

.:.

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—Idiota. Mis muñecas quedaron marcadas.— Gruñó en molestia Kagami, notando el color rojo que habían adquirido sus muñecas gracias a las vendas.

—Puedes usar unas muñequeras.— Aomine se defendió, tratando de pensar que aquello no era nada serio.

—La próxima vez las usaré contigo mientras te hago el amor.

Abrió los ojos ante tal confesión, tenía bien entendido que Kagami cumpliría aquello, lo que no sabía es si le gustaría se sodomizado de la forma en la que él lo había hecho con el otro chico.

—Siempre se puede intentar cosas nuevas.— Sonrió, estirándose lo suficiente hasta dejar un beso en los labios del as de Seirin.


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