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1 palabra, 1 drabble por Dashi Schwarzung

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Notas del capitulo:

Fic dedicado a Pao de Kagami, quien pidió la palabra "Shota" 

Tengo varias cosas que decir antes de que lean el escrito: En verdad pensé que me sería demasiado difícil escribir Shota, (no es algo que pueda o me guste escribir) cuál fue mi sorpresa que las palabras fluyeron demasiado bien. La respuesta es porque... este escrito está basado en mi experiencia personal.
A los 16 años trabajé en un ciber, la propietaria tenía a un pequeño niño de alrededor de 6 o 7 años, el niño era un encanto, siempre que llegaba me saludaba, me hacía la plática y un día llegó con una gelatina y me la regaló. Su mamá al poco rato llegó y me dijo "Es que no sé que le pasa a mi hijo que quiere traerte muchos regalos" Es una de las vivencias que jamás olvidaré y que me hacen sentirme muy bien así que esa experiencia la plasmé de una manera un poco diferente. Espero que les guste, de verdad que fue el escrito que más me agradado.

..::Shota::..

.::.

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Al regresar de Estados Unidos, Kagami creía que estar en Japón iba a ser algo realmente aburrido. Así fue como se inscribió al club de basquetbol de la preparatoria Seirin, creyendo que en ese país no existía alguien con su nivel en basquebol.

Cuál fue su grata sorpresa al conocer a cinco chicos, llamados “La generación de los Milagros”, cuyas habilidades eran asombrosas. ¡Cuán equivocado estaba en pensar que su estadía en Japón sería aburrida!

Aunado a eso estaba aquel pequeño de 6 años, piel morena y cabello azulado llamado Aomine Daiki, que siempre se encontraba jugando en aquel parque de recreación infantil, al que Kagami solía frecuentar cada día.

El pequeño solía pasar allí su tiempo, jugando en los columpios, resbaladillas o simplemente tratando de escalar los árboles o buscando insectos. Y cuando Kagami no podía encontrarlo en aquel lugar, estaba seguro que el pequeño se encontraba en la cancha de basquetbol, jugando con cuanto niño mayor encontraba para enseñarle sus asombrosas habilidades en ese deporte.

Kagami había entablado una buena conversación con el pequeño, puesto que Kagami se presentaba en aquel parque para correr (ya que había una pista para correr alrededor del parque), pues necesitaba mejorar su resistencia para así vencer a sus rivales.

 

—¡Kagami!— La voz aguda del pequeño peliazul se escuchó inmediatamente se había presentado en ese lugar.

—Hey, Aomine. ¿Dónde está tu mamá?— Cuestionó al no encontrar a la mujer peliazul que a veces acompañaba a Daiki y lo cuidaba.

—Está ocupada, dijo que iría al supermercado, pero ir con ella es aburrido.— Hizo una mueca y dirigió sus orbes hacia Kagami —Preferí quedarme aquí a esperarte para correr junto a ti.

 Una sonrisa se formó de inmediato en los labios de Kagami, aquel pequeño era encantador en todos los sentidos, y el pelirrojo simplemente sentía aquellas emociones extrañas dentro de su pecho.

—Perfecto, empecemos entonces.—

Sin demora, ambas personas empezaron a trotar por la pista, charlando entre ellos y Kagami no podía evitar reír ante cada oración graciosa que salía de los labios del pequeño.

..::..

.:.

.

Al día siguiente, Kagami se presentó en aquel parque, como todos los días. Al llegar lo primero que hizo fue buscar al pequeño peliazul entre todos los niños que felizmente jugaban, pero no lo encontró. “Tal vez tuvo cosas más importantes que hacer” Pensó, empezando a mover sus piernas y a trotar por la pista, teniendo en mente que tal vez el niño moreno se presentaría al día siguiente.

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Debía admitir que su resistencia era cada vez mejor, y eso se hacía demostrar en los partidos que tenía en los campeonatos, estaba en su mejor condición.

Tan absorto estaba en sus pensamientos cuando escuchó aquel tono de voz tan agudo, un tono que supo reconocer de inmediato.

 

—¡Kagami!— El pequeño gritó, corriendo detrás del pelirrojo para alcanzarlo.

Kagami detuvo sus pasos y miró al niño, con una enorme sonrisa en su rostro; una sonrisa que no sabía que estaba apareciendo en sus labios.

—Hey, creí que no vendrías hoy.— Paró sus movimientos y se puso en cuclillas, quedando a la altura del pequeño.

—Acompañé a mi mamá al supermercado.— Confesó, mostrando la misma sonrisa grande que el pelirrojo, con ambas manos en su espalda. —No fue tan malo.

Kagami enarcó una ceja, le había resultado extraño el que Aomine acompañara a su madre a hacer las compras cuando al pequeño le resultaba sumamente molesto ir a esos lugares; incluso sabía que Daiki se ponía un poco grosero cuando su madre lo obligaba.

—Espero que te hayas divertido.— Fue lo último que Kagami dijo antes de incorporarse de nuevo para seguir con sus actividades. Pero pronto sintió la pequeña mano de Aomine sobre su camiseta, jalándola un par de veces, a lo que nuevamente se puso en cuclillas, notando cómo el moreno quería hablar con él.

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—Quiero darte algo. ¿Lo aceptarías?

Kagami lo miró con sorpresa. ¿Darle algo? ¿Qué podría ser? No se imaginaba lo que Aomine quisiera darle, y sin saber por qué, algo cálido recorrió su pecho.

El pequeño se notaba nervioso, y un pequeño rubor había teñido sus mejillas, claro que dicho sonrojo podía pasar desapercibido debido a su color natural de piel; varias veces miraba hacia un sitio en específico del lugar, sin que Kagami pudiera notar aquello.

—Claro. Lo aceptaré.— Una mirada tierna se mostró en los orbes rubíes, y Aomine de nuevo mostró una enorme sonrisa.

Mostró una de sus manos que tenía en la espalda y le ofreció a Kagami el objeto que yacía en aquella pequeña mano morena.

Kagami sintió cómo su corazón latía fuerte en su pecho al ver cómo Aomine le estaba ofreciendo una hermosa rosa roja.

—La vi en una tienda de flores, y pensé en comprarla para ti.

Kagami no podía articular palabra, las sensaciones dentro de su pecho eran demasiadas, tantos sentimientos extraños que no sabía cómo asimilar.

—Gracias… Esta rosa… es hermosa.— Apenas atinó a decir, vislumbrando cómo el pequeño le regalaba la mejor de sus sonrisas y su rostro se iluminaba de felicidad al saber que Kagami había tomado a bien su regalo.

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Trató de disimular su felicidad y lo último que dijo en ese momento fue un “iré a jugar” antes de que Aomine corriera hacia los columpios a divertirse.

Kagami suspiró hondamente y enfocó sus orbes en aquella rosa hermosa que yacía en su mano. Trató de desaparecer su sonrisa, pero simplemente no podía; incorporándose de nueva cuenta, siguió con su trote demasiado lento, con esa cara de tonto que no podía desaparecer, hasta que una mujer llamó su atención.

 

—Kagami Taiga…— La mujer habló con voz suave, haciendo que el mencionado se detuviera y la reconociera de inmediato… Era la madre de Daiki, quien seguramente había visto toda la escena anterior.

—Usted… es la madre de Aomine.— Una aclaración salió de su boca, a lo que la mujer de cabellos azules asintió con un movimiento de cabeza. Kagami la conocía de vista, pero jamás había entablado conversación con ella.

—Deberás disculpar a mi hijo. No sé qué le pasa últimamente, no es la primera vez que quiere traerte un regalo, pero ésta vez se animó.—Habló, y Kagami pudo distinguir la alegría en la voz de la mujer.

—No hay nada que disculpar, Daiki es un buen niño, es grato pasar el tiempo con él.

—No sé qué es lo que trama mi hijo, pero… le agradas… bastante.— Aquellas palabras habían sonado con un tono extraño que no pasó desapercibido a los oídos de Kagami. Parecía que la mujer había entendido las intenciones del pequeño y la fijación con el pelirrojo, y aun así estaba dispuesta a aceptar a su hijo tal y como era.

Kagami no respondió al momento, sino que giró su rostro hacia donde Daiki jugaba con un par de niños y suspiró hondamente.

—Daiki… me agrada también.

Notas finales:

Gracias por leer! espero que les haya agradado este escrito, personalmente me encantó xD soy feiz con lo que escribí.

<3


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