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1 palabra, 1 drabble por Dashi Schwarzung

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Notas del capitulo:

Drabble dedicado a Kagami Taiga Medina, quien pidió la palabra "Deseo"

Este fic me resultó fácil de escribir debido a mi experiencia laboral c: 
Espero haber dado a entender el punto del 'deseo'

Gracias por leer! <3

..::Deseo::..

.:.

.

Se repetía una y otra vez “¿Por qué había contratado a ese hombre tan sensual para ser su asistente?” Hasta cierto punto era una tortura para él llamarlo cada vez que necesitaba algo, pues Kagami aparecía con aquella pequeña sonrisa, con esa figura tan sensual y ese porte tan elegante… con ese trasero de infarto…

Así es… Aomine Daiki trabajaba como uno de los seis gerentes importantes en la empresa transnacional Akashi Corp, y había contratado hacía 6 meses a aquel chico pelirrojo llamado Kagami Taiga como su asistente personal. Pero ahora que lo pensaba dos veces… se estaba arrepintiendo de ello.

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El chico pelirrojo no era solo un buen asistente y servicial, sino que también parecía que seducir a Aomine era el mejor trabajo que podía hacer; relamiendo sus labios cada que hablaba con él, mirándolo provocadoramente cuando se le daba la oportunidad e incluso cambiando el tono de su voz ¿Qué debería hacer Aomine? ¿Resistirse a aquella mirada de ojos color rubí? ¿O simplemente entregarse a su desmedido deseo?

Pero no pudo pensar mucho por ese momento, pues el timbre del teléfono comenzó a sonar y sin demora atendió.

—Diga.— Su voz fría se dejó escuchar por el auricular.

—Aomine-san.—  La voz de Kagami era tranquila y hasta cierto punto muy suave a través del teléfono —Tengo en la línea a Akashi-san, quiere hablar de inmediato con usted.

Suspiró resignado al saber que tenía que lidiar con Akashi, pero tal vez él podía sacarlo de sus pensamientos.

—Claro, comunícamelo.

Kagami cortó la llamada, dejando a Akashi en la otra línea para hablar con el moreno.

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—Daiki, necesito que me entregues los reportes de los objetivos de venta del mes pasado.— Como siempre Akashi se escuchó autoritario

—Sí, si claro, le diré a Kagami que los prepare.

—Acerca de eso… Creo que Kagami Taiga tiene un buen potencial.

Ante las últimas palabras del chico con heterocromía, Aomine frunció el ceño, sin entender realmente lo que quería decir su jefe.

—¿Eh?

—He notado su desempeño, es muy buen asistente. Podría pensar en ofrecerle un puesto como mi asistente personal.

Abrió grandes los ojos ante la confesión. ¡Por supuesto que no dejaría que Kagami se fuera con Akashi! Pero también sabía que ante las órdenes de su jefe, no podía objetar.

Lo último que escuchó del chico con heterocromía fue cómo decía un “hablaremos luego” antes de terminar la llamada.

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Unos toques suaves sobre la puerta de su oficina se escucharon, apenas su pudo pronunciar una palabra que dejaba claro que aquella persona podía entrar, ni siquiera debía adivinar que era su asistente, pues era el único que tocaba de esa forma.

—Aomine-san— Kagami apareció, con una libreta y bolígrafo en mano —Le recuerdo que tiene una cita a las 3 de la tarde con el Señor Yoshi—

—Cancela todas mis citas de hoy.— Interrumpió las palabras del pelirrojo, quien lo miró con la pregunta en sus ojos.

—¿Está seguro?

Aomine sólo asintió con un movimiento de cabeza, y luego suspiró derrotado.

—Siéntate.— Hizo un ademán a sus palabras, y de inmediato Kagami hizo caso a la orden —Parece que Akashi quiere ofrecerte un puesto más importante.—

El pelirrojo no cambió el semblante en su rostro, pues Akashi en alguna ocasión ya se había puesto en contacto con él y le había ofrecido un puesto de mayor jerarquía.

—Si aceptas ese trabajo podrías ganar dos veces más de lo que ganas actualmente.

Kagami frunció el ceño ante esas palabras. ¿Acaso Aomine estaba pidiéndole que aceptara el trabajo así tan fácil? No sabía por qué, pero de alguna forma se había sentido mal al escuchar aquellas palabras.

—Será una muy buena opor—

—Basta—Kagami interrumpió de la misma forma en la que su jefe lo había hecho hacía unos minutos. —Debería ser yo quien decida eso.— Se levantó del asiento y llevó una de sus manos hacia su corbata, aflojándola ante el rostro anonadado del moreno.

Demonios” Blasfemó el peliazul en su mente, mirando la sugestiva mirada de Kagami y esos movimientos tan sensuales que le hacían cambiar la respiración.

—Creo que he hecho un buen trabajo para pensar que quieres que permanezca aquí.— Se levantó de su asiento y caminó hasta posarse sobre Aomine, para luego, de una forma que hacía babear a Aomine, sentarse sobre el escritorio. —Akashi ya me había ofrecido ese puesto… y lo rechacé.— Kagami notó cómo el moreno no podía despegar su mirada de él. —¿Quieres saber por qué lo rechacé?—Aomine asintió como tonto a las palabras, ganando una pequeña sonrisa de parte del pelirrojo —Porque creo que estoy completamente loco por ese tipo tan ególatra y egoísta que es mi jefe.

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El moreno vislumbró cómo Kagami bajaba del escritorio y se sentaba ahora sobre sus piernas, a escasos centímetros de él.

—Y creo que mi jefe me desea… lo puedo ver en su mirada.—Sonrió ladino, llevando sus manos hacia la corbata de Aomine para tratar de quitarla.

Parecía que algo dentro del peliazul se había encendido, pues sin aviso, se levantó de su asiento, cargando a Kagami, quien alcanzó a rodear el cuello moreno con sus brazos para no caer.

Lentamente lo dejó sobre el escritorio, con sus manos aventando todas las cosas que se hallaban sobre éste sin importarle si alguien podría escuchar tanto ruido.

—No te preocupes, cerré con seguro la puerta.— Habló el pelirrojo, recargándose sobre el escritorio.

—Me encanta que pienses en todo.

—Soy un asistente, tengo que hacerlo.

Después de aquellas palabras, Aomine se lanzó hacia el otro chico y juntó sus labios en un beso apasionado que Kagami correspondió al instante, abrazándolo fuerte y atrayéndolo más hacia su cuerpo.

—Si seguimos así… lo haremos en el escritorio.— La voz de Aomine se oyó entrecortada, y es que eran tantos sentimientos juntos que no podía asimilarlos todos.

—Es un buen fetiche… hacerlo en el escritorio… Es una buena idea.

El moreno sonrió a las palabras y de nueva cuenta se apoderó de los labios ajenos, en un beso demandante, en el que planeaba recorrer todo ese camino que por más de 5 meses había estado soportando hasta ese momento.


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