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1 palabra, 1 drabble por Dashi Schwarzung

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Notas del capitulo:

Este drabble no fue pedido por nadie XDDDDD Es que en la madrugada me puse a divagar por una página específica y me topé con esta pic y no pude evitar hacer un drabble.

Así que perdónenme por hacerlos sufrir (otra vez)

Advertencias: Mucho Angst.

..::Memoria::..

.:.

.

 

Una de sus manos morenas se entrelazaba con otra de piel bronceada, en un gesto tierno, sin que Daiki pensara en soltar a su esposo; pudo sentir entre sus dedos el metal dorado que yacía en el dedo anular en la mano izquierda de Taiga; lo miró… más bien, lo contempló, como pidiendo que todo regresara a la normalidad. Taiga, en su mano derecha sostenía una foto que le traía bastantes recuerdos en ese momento.

Daiki y Taiga llevaban 24  años casados y ninguno de los dos se había arrepentido de haber dicho aquel “acepto” en la iglesia… Daiki jamás se había arrepentido, incluso cuando estaba pasando por un momento demasiado difícil en aquella etapa de su matrimonio.

 

—Y entonces… ¿Cómo se encuentra nuestro hijo?

La voz cálida y tranquila de Taiga, junto con esas palabras lo había hecho sonreír; estaba feliz de ese corto momento de paz.

—Ryo está muy bien. Sólo falta un año para que se gradúe de la Universidad.— Giró un poco el rostro y fijó sus orbes en el rostro de su esposo, notando cómo las facciones de Taiga cambiaban en una sonrisa.

—Me alegra escuchar eso… Ryo siempre fue muy inteligente.— Su tono de voz denotó orgullo.

 

Ambos se encontraban en una banca, con un árbol justo detrás de ellos, cuya sombra caía en el lugar, evitando que el sol intenso diera de lleno en sus cuerpos.

 

—Quiero verlo.—Musitó el pelirrojo, apretando un poco más la mano de Daiki aún entre la suya.

El moreno soltó un suspiro de resignación, y dirigió su vista nuevamente al frente, en donde un par de niños jugaban tranquilamente sobre el césped.

—Lo verás… Mañana vendrá a verte.— Trató de mostrar una sonrisa, ya que aún sentía la mirada de Taiga sobre la suya, pero fue imposible… lo único que logró fue intento de sonrisa que se desvaneció sin premura.

—¿Lo prometes?— Taiga mencionó con un poco de emoción, notando el perfecto perfil que aún tenía Daiki, a pesar de que los años habían pasado por su cuerpo.

—Lo prometo.—  Confirmó tranquilo.

 

Taiga llevó hacia sus ojos aquella foto que sostenía en su mano derecha; en esa foto aparecían Daiki y él con grandes sonrisas y denotando mucha felicidad. La iglesia se miraba detrás de ellos y los invitados se veían felices… Una simple fotografía de cuando ambos se habían casado.

—Daiki… Quiero que todo vuelva a la normalidad…— Su voz estaba a punto de quebrarse, y el moreno, al escuchar tal tono giró rápido el rostro hacia su esposo, sin soltar aquella mano.

—Todo estará bien, Taiga.— Apenas pudo formular, ya que sentía ese nudo en la garganta que no lo dejaba hablar.

Sin más palabras se abalanzó hacia el pelirrojo y lo rodeó gentilmente; Taiga dejó que los brazos del moreno rodearan su cuerpo, en un abrazo tierno pero firme.

Cerró los ojos al sentir cómo la calidez del cuerpo de Daiki lo reconfortaba de muchas formas; suspiró resignado, sin saber si podía creer en las últimas palabras de su esposo.

 

Pero el abrazo, después de al menos dos minutos se rompió, fue Taiga quien empujó al moreno y lo miró con suma sorpresa y hasta cierto punto desconcierto. Daiki no tardó en percatarse del cambio de actitud en el pelirrojo y lo único que pudo hacer fue quedarse estático, con un rostro de dolor.

Taiga parecía aterrado por tener al moreno junto a él, pero al ver que éste no se movía, se tranquilizó un poco, tomando asiento correctamente y sintiendo en su mano un pedazo de papel. Sus ojos, como por instinto, se enfocaron en esa fotografía en sus manos y la examinó por unos segundos.

 

—¿Quiénes son ellos? Se ven felices…— Mostró una pequeñísima sonrisa al ver lo felices que estaban ambas personas en la foto.

Daiki lo miró con sumo dolor, y ante la pregunta no pudo evitar el cambio en su semblante y emociones. Un par de lágrimas escaparon de sus ojos que trató de cubrir con sus manos.

Había pasado el momento de lucidez, las memorias de Taiga nuevamente se habían esfumado, aquellas memorias se habían ido por quién sabe cuánto tiempo y Daiki no podía saber cuándo regresarían de nuevo.

Era un dolor que su corazón, después de 2 años de ver así a su esposo, no podía asimilar. Esa maldita enfermedad que había atacado a Taiga estaba agravándose con cada día, y aquello dolía como cuchillos clavados en su corazón.

—Te seguiré amando, Taiga…— Fue lo último que dijo antes de tratar de contener aquellas lágrimas rebeldes que no dejaban de salir de sus ojos.

 


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