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Encanto por neblinadesol

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Notas del capitulo:

¡Buenas tardes! (6-6-2015), son las 16:05 hora de Argentina, aun sin la velocidad del internet :C, ¡no importa!, ¡nada me detendrá! (salvo la falta de inspiracion ;P), y tratando de escribir en neutro, bah, es lo de menos..., gracias por los reviews, no sé si contesté a todos, o quizas ya se hayan contestado solos con la lectura de los capitulos pasados y agradecimientos a los que dejaron comentarios:

anonimo 1, 2, 3, 4...(son varios , no sé si son la misma u otra persona ;D, The toxic machine, C.C.B. Shiki 1221, cr0wley r3a15, NeblinaLlameante (¿eres  mi prima lejana? :v), laprimaprima, Jila, Namanti, Antonia. A los demás tambien, obvio ya que se tomaron su tiempo en leer mi fic, :D.

Los personajes son de la serie NARUTO de Masashi Kishimoto, hagan la vista gorda por si ven algun error de ortografia, (aunque  lo revisé pero bue~)

Ok, les dejo leer--->

Naruto caminaba de un lado a otro, vestía el usual traje de trabajo, una camisa y saco naranjas con el lema de su país en los hombros, el pantalón oscuro con zapatos negros, el hermano mayor de Sasuke le seguía con sus ojos negros tras los anteojos de marcos de igual color sentado en  su cómoda silla mientras sostenía algunas hojas en su mano izquierda y en la otra una pluma apoyándolas en su escritorio temporal, llevaba un traje completo de color azul oscuro con bordados dorados en las mangas y su coleta mal atada.

—No hagas un agujero. Ya tengo suficiente con las reparaciones—El rubio chasqueo la lengua y le miró sombrío. Itachi supo que era una de esas miradas que podrían matar, pero estaba hartamente acostumbrado a ellas. Ni se inmutó.

—No me pongas esa cara, ¿no que eras el alegre embajador del Remolino? ¿No tienes algo más que hacer? ¿Molestar a tus parientes, visitar a algún amigo que te deba dinero, un caballo que peinar…?  —Naruto se acercó a la mesa apoyando ambas manos.

—Itachi, vamos…Déjame verle.

— ¿Ya saludaste a mis guardias?

—Itachi…en serio…

—Ya te dije: hoy NO te dejo.— ¡Maldicion! pensó con amargura el rubio. Desde ese día Itachi le prohibió verle y cada vez que se acercaba al cuarto de aquella pequeña tienda uno, dos, y hasta cuatro guardias se lo impedían, ¿desde cuando había tanta gente en un mísero pasillo? Y luego la mañana después muy temprano en la que él fue a cambiarse de ropa y visitar a su abuela que se alegró de verle bien y de contarle (no todo) lo sucedido, ellos se trasladaron al castillo donde simplemente no podía acceder más allá de la base de las escaleras que conducían a la recamara más alta, otro puñado de guardias le impedían subir.

—Hace siete.., ¡SIETE DIAS  que no me lo permites, entiendo que estaba algo aturdido pero ya creo que…!

— Si ya lo has vistoo~.—Canturreo.

El pelilargo se refería a la ceremonia de entierro del rey de hace cuatro días atrás que fue bastante modesta, la gente acudió por respeto y curiosidad, se hablaba de que el castillo había ocurrido una revuelta, por eso la masacre, algunas familias importantes habían perdidos a sus integrantes varones y aun no lograban encontrar en las habladurías de la chusma las verdades de lo que sucedió allí. Y el primogénito solo alentó esas suposiciones.

En el cementerio del país, había un lugar apartado para la nobleza, Itachi y Sasuke vestidos de negro y escoltados con los más cercanos de su gente acompañaron los últimos pasos del ataúd del soberano  hacia el mausoleo. Ese día Naruto pudo acercarse silenciosamente y estar a su lado, el pelinegro lucia decaído y permaneció junto a él todo el tiempo, deseaba abrazarlo y consolarlo en la pérdida pero la mirada inquisitiva de su hermano mayor hizo que no moviera sus manos, ninguno habló, salvo la sabia que le dedicó unas frases que resumían sus mejores dotes de mando cuando era un joven príncipe. Luego de eso Sasuke se alejó de él para quedarse abrazado a su hermano marchándose juntos.

— ¡Pero no pude hablar con él!

—No levantes la voz,  gran parte del recubrimiento acaba de ser puesto.

— ¡NO EXAGERES!—una pequeña piedra cayó en el escritorio, desarmándose al rebotar, Itachi levanto una ceja viendo cómo el polvo ensuciaba  algunos documentos y luego miró a  Naruto, quien  giró su cara inmediatamente hacia las ventanas  a un costado evitando sus ojos.

Unos golpes en la puerta los sacó del curioso ambiente, Itachi alzó la voz permitiéndole ingresar  y un mensajero avanzó con un montón de papeles y sobres en sus manos.

—Majestad, me enviaron a dejarles estos documentos.—El aludido torció su boca de mala gana pero asintió dándole el permiso de pasar. El mensajero que llevaba una larga capa marrón con capucha que le cubría todo el cuerpo y tenía unos curiosos triángulos rojos en sus mejillas caminó presuroso y dejó en el escritorio el manojo de sobres de varios colores y otros papeles.

—Y esto es para usted —Se acercó a Naruto, que lo observó confundido y recibió un sobre lacrado. Naruto le agradeció y el mensajero luego de una inclinación de cabeza salió del despacho.

—¿Cómo sabía que estaba aquí?—Naruto comenzó a rasgar el sobre y abrió  el papel plegado. Comenzó a  leerlo.

—Seguro que le llegó a la sabia y ella lo envió aquí, ya que pasas todas las mañanas en el castillo...

—Es de mi padre.

— ¿Ya te quiere de regreso? Me haría un fa—Pero se calló al ver que el rostro del rubio se ensombrecía nuevamente  y comenzaba arrugar el papel.

—¡¡LO MATARÉ!!— Y a pasos veloces abrió la puerta casi arrancándola de sus bisagras y salió de la pequeña oficina de Itachi cerrándola  estrepitosamente, el pelinegro se le quedó viendo asombrado por la aptitud.

¡PLICK -PLICK!. Unas pequeñas piedritas cayeron cerca de su hombro izquierdo. Miró hacia arriba y contemplo con resignación la grieta formada en el techo y que terminaba en el marco de la puerta. Sacudió con la pluma de su mano sobre los papeles recién llegados limpiando el polvo y se percató del sello dorado en uno de ellos. Con desgano lo tomó y lo abrió.

—Su Magnifica  Majestad  Fugaku Uchiha… Ilustre Soberano del Reino de la Hoja, gran protector…  Bla-bla-blá…— Pasó sin más la adornada presentación. Sus ojos veloces buscaron el motivo y el remitente, lo halló y sonrió de buena gana.

—Algo hice bien en mi vida pasada, aunque no sé qué pudo haber sido. JU-JU-JU-JU….

Dos sirvientes que llevaban una larga cortina enrollada se detuvieron y vieron con temor la puerta de la que provenía la casi inaudible carcajada.

—¿Ese es su ma…?—El otro asintió y jaloneó la tela para indicarle al otro que debían salir presurosos de ahí.

La risa era dulcemente aterradora.

 

Naruto caminaba con la expresión furiosa, salió del palacio bajando las escalinatas casi corriendo a buscar a su caballo en los establos, debía urgentemente aclarar algo con la sabia, esto no debería estar sucediéndole, era un estúpido error de su estúpido padre, ¡Estúpido, estúpido! tenía ganas de saltar en el mismo lugar como un niño con su berrinche  ¡maldita sea! ¡¿Qué le picó al viejo?!  ¡¿¿Por qué ahora??!

Ya arriba de Kyuubi, se giró y levantó la vista hacia la torre más alta, recordó otra vez con frustración que esta mañana volvió a ser acorralado por los cinco  guardias bien armados impidiéndoles el paso.

No, el resolvería ese asunto antes de los rumores se expandieran y llegaran hasta aquí. Por qué nada lo alejaría. Se enfrentaría a cualquier persona que lo intentara. Ya lo había hecho y además debía contar a ese monstruo. Se sacudió el cabello dorado intentando alejar el recuerdo de ese encuentro y las imágenes que se le grabaron. Espoleo y salió a trote veloz siendo observado por varios guardias que le dejaron libre el paso.

 

El capitán Hatake Kakashi es paciente en explicar sus métodos y le agradaba enseñar, eso era lo que pensaba Sasuke sentado en el salón de entrenamiento. Vestía ropas un poco grandes para su gusto, llevaba un pantalón que era holgado del que tuvo que ponerse un cinturón para que no se le cayera y una chaqueta de cuero que le cubría el cuerpo y los brazos y que a su entender le limitaba los movimientos, pero el capitán le advirtió que si no lo usaba, no lo entrenaría. Jamás pensó que su hermano aceptara y le pusiera un maestro, y nada más que el capitán de la guardia real, aunque el señor Hakate estaba de descanso por las heridas sufridas de ese día. Aún tenía que averiguar que fue exactamente lo que sucedió. Pero debería ser paciente, su hermano le contaría pero no ahora. Bastante feliz estaba de que aceptara su pequeña propuesta de aprender a defenderse, aunque no estaba seguro que eso se aplicase a los demonios, de solo imaginárselo un sudor frio le atravesaba la espina dorsal, pero algo es algo.

Y en cuanto al asunto de Naruto, tal vez debería disculparme…, pensó, fui un poco brusco,   ¿y si le exijo una explicación…?, pero saber la verdad por propia boca del rubio lo haría estar más triste y enfadado, cerró sus manos en puños.

Esto… tiene que terminar.

Te…olvidaré.

Porque es lo mejor… ¿no?

Pero…aun duele…

Sacudió su cabeza, debo concentrarme, suspiró y centró la vista en las dos personas que tenía en frente.

—Y entonces cuando se acerque debe hacer este movimiento.— Dio unos pasos y un pequeño giro con el talón, desarmando con la pequeña espada al otro guardia que blandía su arma.

—¡A-asombroso!—Sasuke parpadeó fascinado por el nuevo movimiento que practicaría.

—Bien ahora le toca a su majestad.— El pelinegro se levantó decidido, tomó la espada de hoja corta y se aproximó al guardia  a realizar el ejercicio.

— ¿Preparado su majestad?—le advirtió el guardia, Sasuke se puso serio y adquirió la pose que le habían enseñado. Asintió cuando estuvo listo.

— ¡Pues adelante, Uhm!

 El capitán sonrió aunque no se le vio con la máscara que le cubría medio rostro, su majestad era un alumno aplicado y pese a no tener entrenamiento se movía con gracia y era certero en sus movimientos, mientras veía con su único ojo se tocó el  parche que le cubría el otro por la herida producto de ese día. ¡Oh!, acaba de desarmar al guardia…

 

—Capitán Hatake.

—Majestad, ¿me mandó  llamar?

— ¿Cómo estás?

—Sobreviviré— Itachi negó suavemente, y le miró el brazo izquierdo vendado y el parche en el ojo izquierdo  — ¿Y cómo va todo?

—Mañana mismo podemos regresar, sus habitaciones como las de los sirvientes están nuevamente en orden, solo queda ultimar los detalles del entierro de su majestad y arreglar alguna que otra rotura de pared.—El pelilargo asintió conforme.

—Hatake, quiero que instruyas a mi hermano en defensa.

—Majestad, pero él...

—Él me lo pidió, he estado pensando y luego de estos eventos, tiene algo de razón, y no quiero correr riesgos, sé que puedo confiarte su seguridad, pero prefiero que esté prevenido y que tenga un poco de confianza de si mismo, solo enséñale lo básico.—Kakashi le dio la razón.

—Como ordene.

 

Observó atento a los dos jóvenes volver a sus posiciones, el pequeño Sasuke si hubiera sido un hombre, sería igual o mejor que su hermano y a pesar de que su majestad Itachi era fuerte y decidido, le faltaba algo que no tenía o que había desechado al darse cuenta, y que solo con su hermano menor sacaba a relucir, ¿era quizás su debilidad? Ni siquiera le vio una cara de tristeza al ver morir a su madre o lo que sucedió hace unos días atrás a su propio padre, el cual murió entre sus brazos y le suplicaba perdón por obrar tan mal a causa  del amor perdido que lo llevó a ese estado…, pero no debía tener ese tipo de pensamientos, su majestad Itachi llenaba los estándares de su linaje. Era perfecto para el puesto mientras no encontrara pareja. Solo preocupándose por el futuro del reino.

 Un perfecto rey seco de amor.

 

Naruto se dirigió a la vieja casona  en el que vivía su abuela, alejado del puerto y al otro lado de la ciudad. Bajó de su caballo y atándolo en el poste  subió las escaleras a paso firme, antes de tocar la puerta, ésta se abrió y fue recibido por uno de los sirvientes que, inclinación mediante, le pidió que le siguiera, lo guió hasta el jardín donde la sabia estaba sentada en elegantes sillas junto a su dama de compañía tomando un té. Ambas con vestidos blancos que con la luz del sol resaltaban y molestaba a la vista.

—Abuela, mi padre…—Antes de seguir Tsunade hizo una seña con su mano a su dama, la cual se levantó e inclinándose se despidió dejándolos solos.

—Tenía la impresión de que vendrías por ese motivo. La carta…—Naruto asintió serio.

—Creí que quedó en claro hace años.

—Sabes que eso no se puede anular.

—A menos que ambas partes estén de acuerdo. Lo leí miles de veces, tratando de justificar esa locura.

—Naruto: Es por el bien de nuestra familia.

—No, es por el bien del nombre de nuestra familia, pero no lo acepto— Se cruzó de brazos y la miró ceñudo, la rubia se masajeó la sien.

—Naruto…entiende que es lo mejor para ti. — el rubio entrecerró sus ojos.

—Y tu abuela, ¿lo superaste?—Ella lo miró con asombro y luego de unos segundos  bajo la cabeza ocultando su mirada triste.

— ¿Cómo…?

—Padre me lo contó una vez.

—Naruto no tientes a tu suerte, esto que tienes es tu oportunidad para evitar...

—NO quiero escuchar nada sobre mi futuro. Si será bueno o malo, lo sabes. Si es necesario llegaré hasta las últimas consecuencias, no me rendiré. Solo vine a decírtelo y si no me apoyas, al menos mantente ajena a esto. —La rubia no dijo nada y apartó su mirada contemplando su jardín, Naruto sintió que no conseguiría su apoyo, se entristeció, suspiró y levantó la vista al cielo a modo de súplica, volvió a verla y luego de negar con la cabeza  se volvió sobre sus pasos hacia la  vieja mansión. Tsunade de reojo le vio marcharse y juntando ambas manos sobre su regazo dijo en un susurro.

—Es que presiento que terminará mal.

 

 

Su respiración comenzó a agitarse contemplando la delgada belleza del cuerpo que estaba recostado bajo suyo. Por un segundo dudó en esperar a que se acostumbrara al dolor pero sintió el movimiento de cadera incitándolo a moverse. Ya no iba a esperar, comenzó a moverse bruscamente dando grandes y fuertes estocadas, moviendo todo su cuerpo en un vaivén que hacía bailar ambas figuras, su miembro, salía, se adentraba y se hundía en esa pequeña entrada causando espasmos y gritos de placer en el joven de piel nívea, no podía ver su rostro, los cabellos oscuros se lo ocultaban, el joven le rodeo con sus  torneadas piernas la cadera que lo envestía con rudeza, hubo mordidas desesperadas marcando el blanco cuello, más chupones  en el plano y sensible pecho. Se embriagaba del sabor dulce de la piel…

Las estocadas estaban en su punto más alto, los movimientos más rápidos, los gemidos más fuertes, los besos que extraía el aire del pelinegro dejando los labios semiabiertos con restos de saliva a su alrededor, rosados y de sabor dulzón…

El sudor recorriendo sus cuerpos acompasados, el movimiento brusco del agua a su alrededor, todo indicaba que llegarían a ese momento tan ansiado, más rápido, más fuerte, más exquisito…

Sus cuerpos se arquearon al unísono para llegar juntos al climax, y ahí  los vio, los ojos oscuros que le miraron con hambre de lujuria desaparecieron  y vio una de miedo y de lágrimas.

Despertó sobresaltado de su cama con la respiración agitada, se levantó quedándose sentado en ella, sintió el tirón de algunos raspones en su carne, miró a su alrededor a fin de ubicarse, se encontraba en su habitación semitapado apenas con una sábana húmeda por la excitación del sueño, el corazón le latía a mil, miró sus grandes manos, aún tenía la sensación de haber tocado esa suave piel, se fijó en su entrepierna, la cual bajo la sabana dejaba ver un enorme  bulto. 

—Otra vez…

Observó al jovenzuelo que yacía ¿dormido? a su lado de espaldas e inmóvil. Horas antes lo había violado sin contemplaciones, desde que regresó a su país tuvo ese sueño y harto de no sentirse satisfecho consigo mismo comenzó a buscar en los jóvenes cuerpos los retazos que el sueño  le ofrecía… lo observó, la piel blanca y cabellos negros, no, no era él, intentando recrear su sueño, no era lo mismo. Se pasó frustrado una mano por el cabello dorado llevándolo hacia atrás.

La sed no estaba saciada, algo en su interior se removía, no recordaba nada desde que regresó de aquel lugar y con varias heridas que apenas pudieron ser explicadas. Tenía que regresar, seguro que allí estaba lo que buscaba. Tomó su glande y sin importarle que estaba un poco lastimado con diminutos rasguños se dio placer a si mismo rememorando las sensaciones aun presentes del sueño, esa dulzura lo estaba volviendo loco.

Cerró los ojos recordando la cálida piel, los suaves labios y esa mirada lujuriosa, tan oscura y profunda como la noche que le invitaba a regocijarse en el placer absoluto del sexo, era la nueva información que obtenía. Emitió un sonido ronco y echó su cabeza hacia atrás al eyacular su simiente que se desparramó sobre su mano y la tela, si esos ojos negros me ponen así....

Si tuviera ese níveo cuerpo gimiendo bajo él.

Esos labios…—susurró.

Hoy haría los preparativos. Mañana se dispondría a volver, obtendría más información.

¿Y si esa belleza existía…y no era producto de la imaginación…? Entonces…

—Lo encontraré y lo haré mío.

Notas finales:

Itachi usa anteojos :)....Cuando el Raikage (en la serie shippuden) se entera de que "secuestraron" a su hermano, se la agarra con Sasuke, (si era el lider del grupete que le fué a capturar), y esa obsesion que tenia de matar al Uchiha me pareció un poco rara, ya que estaban tanto Karin, Suigetsu y Juugo, ah, no, ¡el Raikage queria matar al Uchiha!....que sospechoso ;P, y bueno esa "obsesion" lo plasmé de otra manera...

¿Alguna otra opinion rara aparte de que Sasuke en el manga nuevo está muy lindo a pesar de los años XD?

Proxima actualizacion...el sabado 13 si no hay ningun inconveniente, nos leemos!!! :3


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