Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sedúceme por Haruka Eastwood

[Reviews - 130]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Titulo: Sedúceme

Resumen: Después de una odiosa semana de exámenes, Ciel se ve arrastrado a un par por su amigo Alois, donde por culpa de unas copas de más, demuestra su lado seductor con un moreno de atrayentes ojos escarlata. ¿Será él quien seduce o caerá en las garras de la seducción?

Categoría: Kuroshitsuji

Clasificación: No menores de 16 años

Género: Romance, Erótico.

Advertencias: Lemon.

N° Capítulos: 12 de 17

Por: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Sedúceme

Sebastián Michaelis Pov

Capítulo 12: Palabras rotas

«Doce de diciembre» repetí en mi fuero interno con una sonrisa ladina y llena de satisfacción, ya que mañana saldría con mi pequeño zafiro en una cita para celebrar su cumpleaños número dieciséis. Siendo sinceros me hubiese gustado más pasar con él el día catorce, pero se negó con una sonrisa decaída ya que ese día siempre la pasaba con sus padres.

Era de esperarse, después de todo era hijo único y es normal que sus padres quieran estar con Ciel justo el día que cumpleaños dieciséis. Ahora que lo pensaba, Ciel me comento que la mayor parte del tiempo permanecían fuera del país por motivos de negocios, lo cual es lógico si eres dueño de la marca de juguetes más reconocida a nivel mundial. Solo he visto al matrimonio Phantomhive un par de veces en mi vida, más que nada hacen apariciones en revistas y cenas con altos ejecutivos.

Suspiro pensativo, haciéndome una idea más concreta de la convivencia de Ciel con sus padres, al cual a mi parecer es peor que nula. Al igual que los padres de mi pequeño zafiro, mi madre se la pasaba constantemente fuera del país o en la oficina haciendo informes y un sinfín de cosas más, por lo que rara vez la veía. La diferencia conmigo es que Claude y yo siempre estuvimos juntos, tal vez ya no lo parezca, pero anteriormente no nos separábamos por nada del mundo.

Madre solía decir que parecíamos amo y sombra ya que siempre estábamos uno al lado del otro, claro que ahora esos solo son recuerdos que quedaran en la memoria de cada uno de nosotros, ya que no me imagino a Claude contando el hecho de que corría a mi encuentro cada vez que le llamaba, logrando que muchas veces callera de cara al suelo.

—¿Se puede saber a qué se debe esa expresión de idiota?

Le escucho a lo lejos haciendo que salga de mí mundo de recuerdos, pero no  hago nada por moverme, de hecho ni siquiera me tomo la molestia de levanta el rostro del montón de informes que aún me quedan por revisar.

—Se puede saber, ¿Por qué rayos no tocas la puerta? Estúpida araña.

—Hace mucho que no me llamabas así, cuervo bastardo.

—Lo mismo digo… Faustus.

—Michaelis… —me reta con la mirada clavando esas gemas ambarinas sobre mi persona, escudriñando cada acción que llevo a cabo por muy mínima que sea, a lo que correspondo con una mirada igual a la suya.

—¿Y bien? —Espeto con fingido desinterés.

—Tsk… eres imposible —farfulla encaminándose hasta mí mientras levanta un folder negro, dejándolo caer sobre el escritorio al tiempo que se acomoda en una de la sillas para quedar de frente conmigo—. Solo he venido a traerte el informe de este mes, al menos podrías agradecérmelo —sonríe ladinamente, a lo que yo arqueo una ceja intrigado.

Si no le conociera diría que solamente está siendo amable, pero se trata de Claude Faustus, él entre menos trabajo haga mejor, es de los clásicos jefes que delegan responsabilidades, por lo que ese informe siempre lo trae Ángela.

—Gracias —le digo con burla—. Mejor dime que es lo que quieres Faustus.

—De ti no quiero nada, Michaelis.

—Como digas.

Vuelvo a lo mío ignorando por completo su presencia, con él he aprendido a que si quiero que me diga algo nunca funcionara presionarlo, ya que sí lo hago solo consigo que parezca distante y el maldito me deja con la curiosidad. Me entretengo por varios minutos leyendo y firmando todo el papeleo pendiente, con el fin de no dejar nada sin hacer y poder escaparme con tranquilidad el día de mañana con mi pequeño zafiro.

—Alois…

Le escucho decir, y por instantes me sorprendo ya que creí que se había marchado hace bastante tiempo, hago una mueca de desconcierto y frunzo el ceño al no saber a qué se refiere.

—¿Eh?

—Idiota —farfulla ofendido—. Alois esta distinto.

—¿Qué le hiciste? —contraataco—. Seguramente lo tienes arto.

—Sebastián por una puta vez, ¿puedes prestar atención?

Cierro la boca y guardo la ofensa que tenía preparada al verlo tan serio, Claude podrá parecer un maldito bastardo y siempre tener esa expresión de asesino, pero normalmente es muy paciente, así que le escucho hablar, pero con cada palabra que dice mis ojos se abren de la impresión, sinceramente no puedo creer lo que me está diciendo. Siendo sinceros, yo en su lugar no sabría que hacer ni decir o si quiera si seguiría, mejor dicho es una situación que te acorrala.

—Maldición —farfulla golpeando mi escritorio.

—Tranquilízate —ordeno demandante.

—¿Cómo diablos quieres que me tranquilice así? —Aprieta los puños antes de respirar frustrado, quitándose los lentes para masajearse el puente de la nariz—. No sé qué hacer…

—Es sorprendente que tu no sepas que hacer.

—No estoy para que me jodas el día con tus comentarios, Sebastián.

—No lo decía por eso —me defiendo recargándome en la silla—. Habla con él.

—No puedo. —suena afligido, tanto que me encantaría decirle que hare algo por él, pero en una situación así, es precisamente Claude quien debe arreglar todo este maldito asunto.

—Entonces no vengas a quejarte a mi oficina —espeto y él frunce el ceño.

Le veo tranquilizarse, al tiempo que se recarga sobre la silla serrando los ojos, realmente se ve frustrado, pero creo que en su lugar cualquiera lo estaría, así que lo dejo pasar y cinco minutos después le veo salir de mi oficina con un rostro sereno, se que la decisión que tome no será la mejor y probablemente se arrepienta, cuesta creer que lo conozco tanto, aun así ya le he dicho todo lo que pensaba, pero no puedo obligarle a que tome mi consejo… estúpida araña.

Cuando llego a casa, entro directamente a la habitación, mirando detenidamente como Beast está profundamente dormida con una expresión tan serena, tanto que muchas veces me ha hecho dudar de las cosas que hago, pero ¿para qué mentirme? Yo no amo a esta mujer, simplemente le tengo un cariño enorme por todo el tiempo que hemos pasado juntos.

En mi rostro se forma una sonrisa ladina al recordar cómo fue que la conocí, se veía realmente bien en aquel vestido de noche, su ondulado cabello llegaba hasta su cintura, el cual adornaba con una pequeña arquilla en forma de mariposa. Aquel día asistí a una cena que organizo uno de los posibles socios de mi madre, lamentablemente no fue Beast quien llamo mi atención, sino el hombre que estaba de pie justo al lado de ella, recuerdo que en un principio me acerque con la intención de platicar con él, pero por alguna razón termine en una amena charla con esta mujer.

Sacudo un poco mi cabeza con la intención de disipar esa clase de recuerdos, por lo que me encamino al armario para ponerme el pijama, una vez listo me meto en la cama y antes de quedar profundamente dormido siento como se abraza a mí, se aferra a mi cuerpo como si temiera perderme… tan solo suelto aíre por la boca y me quedo contemplando hacia la nada, ya que pronto ella y yo no seremos más que conocidos.

No tiene caso permanecer al lado de una mujer cuando amas a alguien más…

Al despertar lo primero que hago es estirarme e intentar espabilarme, justo estoy en eso cuando veo a Beast salir del baño.

—Buenos días amor —ronronea con voz melosa.

—Buen día —respondo escuetamente.

Su semblante se torna abatido, pero hoy no estoy de ánimo para tolerar uno de sus berrinches, ya que es un día bastante importante, debido a que es trece de diciembre. Mañana será el cumpleaños de mi pequeño zafiro, pero por “asuntos familiares” no podre verlo, así que me toca celebrarlo un día antes. Hemos quedado de vernos hoy a las diez de la mañana frente al cine a petición suya.

En cuanto estoy listo cojo el carro para llegar más rápido, pasando primero a comprar otro detalle para él, sé que no le gustan esta clase de cosas, ya que las considera cursis, pero estoy más que seguro que no me negara una caja de chocolates. Al llegar lo veo de pie contemplando la cartelera con sumo interés, por lo que sigilosamente me posiciono a un lado de él.

—Pequeño zafiro —ronroneo cerca de su oído haciendo que se estremezca.

—Imbécil —farfulla girándose en mi dirección—. Has tardado.

—Lo siento —me excuso entregándole la caja de chocolates—. ¿Vamos dentro?

Asiente sin quitarle la vista de encima a la caja que le he entregado. Mientras compro los boletos para la función le miro de soslayo hacer muecas de gusto al comer cada chocolate cubierto con trocitos de avellana, lo que me provoca soltar una sonrisa ladina al reparar en lo tierno que se ve. Ya dentro tomamos nuestros respectivos asientos, unos bastante alejados de las personas, por lo que no perdí la oportunidad de robarle más de un beso que fue perfectamente correspondido.

—¿Te apetece ir a comer? —Inquiero en cuanto salimos del cine.

La película realmente estuvo buena, pero lo mejor de todo fue aquella reacción de Ciel cada que le besaba. El camino al restaurante fue bastante tranquilo, charlamos de cualquier cosa sin importancia, comimos y alrededor de las cinco comenzó a hacer algo de frio, por lo que nos subimos al carro, tenía pensarlo llevarlo al mirador, en esta época del año hay una vista estupenda.

—Sebastián…

—Dime —sonrió sin apartar la vista del camino.

—No, no es nada, mejor olvídalo.

Le miro intrigado al tiempo que el observa el paisaje fuera de la ventana, perdiéndose en sus pensamientos, no quiero presionarlo para que termine molestándose, puede ser divertido en ocasiones hacer que se exaspere, pero por este día no lo hare.

Al final nos toma poco más de una hora llegar al mirador y como supuse, las luces de la ciudad te proporcionan una vista magnifica, por lo que sonrió encantado al ver la expresión maravillada de mi pequeño niño. Con calma me acerco hacia él abrazándolo por la cintura, junto su cuerpo con el mío sintiendo su encantador calorcito que tanto me gusta, dedicándome a llenar de mimos su perfecto cuello, sintiendo como una oleada de escalofríos le recorre completamente todo el cuerpo, sacándole un pequeño jadeo.

—Feliz cumpleaños amor…

—S-Sebastián  —gime en cuanto he comenzado a lamer el lóbulo de su oreja, de una manera lenta y tortuosa—. Aquí no… ¡Ah!~

Muy cerca de aquí se encuentra el hotel “Zafiro”, curioso nombre y el perfecto para esta ocasión, por lo que sin pensarlo nos dirigimos ahí. Siendo sinceros mi plan no era terminar así, pero ¿cómo negarle algo a mi pequeño orgulloso el día de su cumpleaños? Incluso la vergüenza de estar aquí conmigo se le ha olvidado en cuanto hemos entrado a la habitación. No pierdo tiempo y reclamo sus labios como míos en un beso profundo y placentero, invadiendo su pequeña boquita con mi lengua, hasta encontrar a su compañera de baile con la que se entrelaza en un danza rítmica, en la cual compiten por ver quien tiene el control del beso.

Me excito ahogando sus gemidos entre mis labios, al momento que recorro hábilmente su cuerpo con mis manos, explorando cada parte de su piel con premura, deleitándome de la suavidad y embriagándome con su sensual aroma, en el cual me encantaría perderme y que nunca me cansare de probar. Ciertamente me es demasiado adictivo, el estar con Ciel de esta manera es sumamente placentero, porque yo realmente le amo, me he enamorado de este pequeño niño orgulloso.

—Mmm S-Sebastián —gime cuando me he dedicado a jugar con sus rosados pezones, mientras lentamente le despojo de la camisa, para poder llevar mis labios hasta su pecho, lamiendo y chupando su exquisita piel—. ¡Ah!~

—Ciel…

Con movimientos agiles le despojo de toda estorbosa prenda de ropa, admirando su perfecto cuerpo desnudo, recostado sobre la cama. Sin duda es una vista sumamente erótica el verle jadear con las mejillas sonrojadas y los labios semi-abiertos, mirándome con la más infinita lujuria, al mismo tiempo que usa sus manitas para cubrirse infantilmente su cuerpo, evitando que lo mire. «Malditamente excitante» pienso, mientras me despojo de la ropa ante su atenta mirada que me observa con gula.

Con movimientos felinos me posiciono sobre él, empezando a besar cada parte de su cuerpo, comenzando por sus labios, hasta llegar a su cuello en donde dejo una que otra pequeña marca de propiedad, para después besar delicadamente sus hombres hasta llegar a su pecho, en donde me encargo de atender perfectamente sus pezones que se ponen erectos y listos con mis caricias. Sus manos se aferran a mi cabello con fuerza cuando he bajado el rostro hasta su entrepierna, devorando su sexo, comenzando con pequeñas lamidas en la punta, hasta engullirlo por completo, iniciando con una deliciosa felación que le hace arquear la espalda y aferrarse con fuerza a las sabanas. Veo de soslayo como los dedos de sus pies se contraen en cuanto he comenzado a preparar su entrada con pequeños movimientos circulares, antes de simular embestidas con mis dedos.

—Voy… voy a… —intenta apartarme, pero asiendo caso omiso continuo chupando su sexo con maestría hasta sentir su cálida esencia llenar mi boca, la cual trago sin desperdiciar ni una sola gota—. I-Idiota —me reprende jadeante—, no te comas eso.

—Pero si es delicioso… —le vuelvo a besar, pero a diferencia de antes, este es un beso más suave.

Simplemente quiero que sienta cuanto le amo, así que lentamente y sin apartar mis labios de los suyos, le penetro de forma lenta, sintiendo sus uñas clavarse en mi espalda cuando le he llenado por completo, comenzando un delicado vaivén de caderas, entrando y saliendo de su cuerpo, sin dejar de besarle y acariciarle. Complaciéndome de sus gemidos de placer que suelta con cada arremetida, y caricia proporcionada, en donde sin palabras quiero decirle tantas cosas.

—Ciel… —ronroneo sobre su oído, estremeciéndolo aún más cuando he dado en ese punto que le hace delirar de placer y pedir por más, no es necesario que lo diga, por lo que me dedico a penetrarlo a un ritmo constante, dando en ese único lugar al tiempo que mi mano sube y baja sobre su sexo—. Te amo… —rugí en el momento en el que se ha venido sobre mi mano y yo dentro de él.

Con delicadeza salgo de su cuerpo, atrayéndolo hacia mí en un protector abrazo, comenzando a llenar de besos su frente perlada en sudor.

—Sebastián —musita llamando mi atención en cuanto su respiración a regresado a la normalidad, sus ojos lucen cristalinos y por algún motivo me siento nervioso por lo que me pueda decir—. Yo… yo te… quiero…

—Shhh —le silencio colocando el dedo índice sobre sus labios—. Te amo Ciel Phantomhive —sentencio y él me mira abatido—, por lo que no importa cuánto tiempo me tome. Hare que me ames.

—Eres un mentiroso.

—No lo soy —aseguro—. Soy capaz de hacer cualquier cosa por ti.

—Deja a tu esposa —demanda serio y me estremezco. «No es necesario que lo digas» Pienso en mi fuero interno dedicándole una sonrisa.

—Lo hare si dices que me amas —sonrió ladinamente a lo que él esconde su rostro entre mi pecho.

—Idiota, primero déjala y después pensare si te amo —farfulla, haciendo que me ría socarronamente.

—Como ordene amo.

Después de nuestro maravilloso y ajetreado día lleve a Ciel a su casa, y yo me dirigí a la mía, realmente no tenía ganas de llegar, pero debía hacerlo, debía hablar con Beast. Aun era temprano, por lo que supuse estaría en la sala, así que a paso lento me dirigí hasta ahí, viéndola entretenida con un pequeño libro y una humeante taza de té.

—Beast —la llame suavemente para no asustarla. Con una sonrisa dejo el libro a un lado y corrió a abrazarme, pero no correspondí, por lo que confundida se separo de mi, observándome con seriedad.

—¿Qué pasa cielo? —Inquiere dubitativa.

—Debemos hablar —sentencio y ella se tensa—. Quiero el divorcio.

Hace muchos años llegue a creer que el casarme con una mujer no sería tan mala idea, después de todo una de las cosas que más anhelaba era convertirme en padre, tener un hijo al cual consentir y educar era uno de mis más grandes sueños, pero conforme pasaba el tiempo iba viendo esa posibilidad cada vez más lejana. Incluso me prometí hacer cualquier cosa por la mujer que me diera un hijo, se que yo soy gay, nunca he pretendido ocultarlo, lamentablemente un hombre no me puede dar aquello que tanto deseo, no me puede proporcionar una familia.

Sin embargo tras cinco años de matrimonio con ella, ese sueño ha quedado en el olvido, ahora toca ver por mi felicidad, la cual está junto a Ciel.

Sus ojos se humedecen y me abraza con fuerza mientras tiembla.

—No me hagas esto… por favor —pide con lágrimas en los ojos—. Yo te amo.

—Beast… sabes mejor que nadie que esto no funciona —la aparto de mi cuerpo—. No tiene caso seguir juntos.

—No me dejes ahora… —corre hasta el sillón tomando una pequeña caja—. Se cuanto lo ansiabas… y ahora que por fin seremos padres me dices que me dejas. —Mis ojos se abren de la impresión al ver la prueba de embarazo que marca positivo, las manos me tiemblan y ella me mira esperanzada—. Estoy embarazada ¡Embarazada! —Suelta un gritillo de nervios, intentando disipar la tensión del momento, abrazándome con fuerza y no puedo hacer otra cosa más que corresponder el contacto—. Por favor no me dejes —masculla dolida.

—Yo… 

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Continuará

Notas finales:

Gracias por leer~♥

Haruka Eastwood


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).