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El Sendero de la vida por Fullbuster

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Naruto Uzumaki


 


Me sentía idiota y utilizado. Sabía que Sasuke era abogado, que mentía, me lo demostró desde el primer día pero yo fui tan idiota de creer en sus palabras, supongo que pensar que yo siempre decía la verdad me llevaba a la idea errónea que la gente podría hacer lo mismo y ser como yo, no era así, cada persona era un mundo, algo diferente y que yo no mintiera no quería decir que los demás se comportasen como yo.


No quería ver a Sasuke y sé que el dolor que sentía en este momento no desaparecería. Tenía novia y había jugado conmigo, fingió ser mi novio únicamente para que su familia pudiera utilizarme como carnada, para que pagasen su desilusión conmigo al no ser alguien importante, alguien que mereciera estar con su hijo… yo viví las bromas de sus primos, les hice frente, me gané a su familia y estuve al pie del cañón haciendo todo lo que estaba en mi mano para caerles bien, pero Sasuke no quería que les cayese bien, buscaba lo contrario, quería humillarme para que luego vieran a su novia con mejores ojos de los que me verían a mí. Yo sólo fui su juego.


No quise delatarle, ya lo haría él solito así que aquel mismo día llamé a Mikoto por teléfono para comentarle que no podía seguir trabajando allí, le informé que ya no estaba con su hijo así que toda mi relación con esa familia terminaba aquí. Lloré en mi habitación y es que les echaría de menos, fue la única familia que yo había conocido y les extrañaría, les había cogido cariño a todos ellos, desde a Mikoto y Fugaku hasta a los primos de Sasuke, pero ya no había vuelta atrás. Sólo bajé a comprar un periódico para empezar a mirar ofertas de empleo. Al final acabé en lo de siempre, camarero en un lujoso restaurante del centro, tenía la entrevista en unos días.


Para ir a ver a mi hermano tenía que tener veinte ojos y es que no quería cruzarme con Sasuke, sólo pensar en él me provocaban ganas de llorar. Aquel día llegué al hospital y me senté en la camilla viendo como Deidara se comía una insulsa sopa de hospital sin sal. Se quejaba de lo mala que estaba y era verdad, cuando la probé estaba muy mala. Los dos sonreímos pero a mí se me notaba la tristeza.


- ¿Qué te ocurre Naruto? – preguntó preocupado.


- He roto mi relación con Sasuke… o lo que se supone que teníamos, ya no estoy seguro de si alguna vez llegó a quererme, creo que sólo fui un juego para él.


- ¿No puede ser que ese chico se enamorase de ti de verdad? – me preguntó.


- No – le dije – es un gran mentiroso y yo caí como un idiota en su juego. En realidad fue mi culpa, no debí enamorarme de él, sabía que esta farsa tarde o temprano debería acabar, no podíamos estar juntos pero supongo que no esperé que tuviera novia y no me contase nada en tanto tiempo. Yo no me habría acercado a él si lo hubiera sabido.


- Naruto… él se va a perder más que tú – me dijo Deidara limpiándome las lágrimas – eres un gran chico y un día se dará cuenta lo que ha perdido si es cierto que no te amaba.


- Por un momento… pensé en todos ellos como mi familia – le dije sonriendo con tristeza – supongo que sólo te tengo a ti, ya no me queda nadie más.


- Ven aquí – me dijo agarrándome con fuerza para llevar mi rostro hasta su pecho dejándome llorar – yo siempre voy a estar contigo Naruto, no pienso abandonarte, eres mi hermanito y seguro que esa familia va a echarte de menos porque has tenido que dejarles huella.


- No creo, sólo he sido el chico pobretón como decía Sasuke.


- Tú nunca serás un pobretón Naruto, tienes lo más importante… tienes todo lo que le falta al ricachón de Sasuke – me dijo intentando consolarme limpiándome las lágrimas – ahora te quiero ver sonreír, tú eres más fuerte que todo esto y si necesitas ayuda para levantarte yo estaré aquí contigo.


Volví a casa tras hablar con Deidara y es que tenía el juicio en unos días, debía enfrentar de nuevo a Sasuke Uchiha, era mi abogado, mi defensor y no sé cómo me tomaría estar cerca de él de nuevo. Sólo esperaba que me sacase al menos de ese problema legal ya que no podía arreglarme el corazón.


 


Sasuke Uchiha


 


Todo era un caos. Quería decirle a Tenten que lo nuestro no nos llevaba a nada, quería romper con ella ¡otra vez! Y quería estar con Naruto pero… todo se había complicado y ahora Naruto no quería saber nada de mí. Había intentado localizarle estos dos últimos días y no había forma, no me cogía el teléfono, no contestaba a mis mensajes, no me abría la puerta de su casa y se había despedido del trabajo que mis padres le dieron como niñero. Hasta había ido varias veces al hospital intentando encontrarle si iba a ver a su hermano, pero nada, no hubo forma de lograrlo.


Pasaron casi dos semanas y traté de localizarle de todas las maneras posibles. Tenten seguía insistiendo en que debíamos estar juntos, que éramos la pareja perfecta y al ver que Naruto no iba a responderme, que no volvería a saber de él, acabé aceptando seguir con ella ya que no encontraría al amor de mi vida… ya lo había encontrado y lo dejé escapar.


Mi familia no se tomó nada bien la noticia, ahora ni mis primos me hablaban en la mesa, me miraban mal desde el otro extremo hasta que les comenté tras tanta insistencia en que llevaría a Tenten a cenar un día para que la conocieran. A mis primos les hacía cierta ilusión y supuse que no era precisamente por nada bueno, algo tendrían planeado esas cabras locas. Decidí llevarla esta noche ya que mañana tenía el juicio y así podía mantener la excusa de irnos antes a casa. No quería estar mucho tiempo en esa casa aguantado a la familia. No dejaban de hablar de Naruto.


Me vestí en casa y recogí a Tenten con el coche para ir a cenar. Una vez entró se retocó los labios con el pintalabios y visto que la conversación no fluía, decidí colocar la radio. Sonó la primera canción que escuché con Naruto cuando hicimos el primer viaje y mis primos cantaron con él. Sonreí al recordar cómo había acabado cantando yo también con ellos y de repente… ya no había música, Tenten había quitado la radio.


- Vaya música más extraña crean últimamente, no harán nada decente – me dijo y yo me mantuve en silencio mirando unos segundos la radio y pensando en Naruto.


- Oye Tenten… ¿Qué opinas de los niños?


- Que son muy monos.


- ¿Tanto como para tenerlos?


- ¿Te has dado un golpe en la cabeza? Sabes perfectamente que los niños arruinarían nuestra vida, tú mismo lo dijiste. Manchan las paredes de la casas, rompen cosas, se enfurruñan, hay que cambiar pañales, desbarajustan nuestra vida laboral… son un problema.


- Ya – dije con poco ánimo y es que seguía sintiendo que tener niños con Naruto me habría gustado, ser padre aunque tuviera que ser adoptivo. Con Tenten me esperaba todo lo contrario, volver a mi antigua vida, a esa vida a la que no quería volver.


Con Tenten me esperaba una vida aburrida y yo no podía de ver las diferencias entre ella y Naruto, amaba a Naruto y no podía evitarlo. Habría salido en este preciso momento corriendo a buscarle, pero él se había ocupado de desaparecer, no quería verme, no me abría la puerta de su apartamento, no cogía mis llamadas… ¿Qué podía hacer?


La cena fue un desastre como predije, cada cosa que Tenten decía mis primos lo rebatían con un “Naruto no hacía eso”, “Naruto no diría algo así”, “Naruto nos caía mejor” o cosas similares. Con la broma de meterle la cucaracha de plástico en el plato de la sopa a Tenten todos nos reímos pero ella armó un gran escándalo. No entendía las bromas de los niños y eso aún me hacía darme más cuenta que Tenten no era Naruto, amaba la alegría de ese rubio, la forma en que veía la vida, el carácter que tenía y la forma en que se comportaba con mi familia integrándose y haciéndose de querer.


Antes de marcharnos, mi hermano dijo que necesitaba una copa por el asombro de todo lo acontecido en la cena. Yo le seguí, creo que necesitaba otra copa para bajar las emociones. Cuando llegué a la cocina mi hermano estaba buscando el Coñac para ponerse una copa y me sirvió otra a mí.


- ¿Enserio cambias a Naruto por ella?


- Amo a Naruto y no le habría cambiado por nadie pero… él no quiere saber nada de mí ¿Qué puedo hacer?


- No lo sé. Está decepcionado.


- Lo sé – me dijo – pero no me deja ni acercarme a él para hablar de esto. ¿Sabes dónde está verdad?


- No – me dijo bebiendo de su copa.


- Debes saberlo. Deidara es su hermano, seguro que han hablado.


- Claro que han hablado, pero no me he quedado a cotillear sus conversaciones. Le he visto cuando se marchaba.


- ¿Y por qué no me avisas? Necesito verle y aclarar todo esto.


- Él no quiere verte Sasuke, no puedo avisarte.


- ¿Por qué no? Hablaré con Deidara entonces.


- A mi esposo ni se te ocurra – me amenazó – acaba de salir de un coma y Naruto es su hermano, ni le delatará y encima me vas a crear a mí un problema con él y eso me enfadará contigo. Es su hermano y mi esposo, así que no le he preguntado por Naruto ni lo haré para venir a decírtelo a ti. No quiero líos con mi esposo.


- Eres un pésimo hermano.


- Pero un gran esposo – me dijo en su defensa – asúmelo Sasuke… si quieres ver a Naruto tendrá que ser por tus propios medios.


Al final sabía que mi hermano tenía razón, yo no quería causarle problemas con su esposo por mi problema con Naruto, era mejor así. Supongo que mañana vería a Naruto en el juicio porque tenía pensado sacarle de ese problema como fuera. Sabía que era incapaz de llorar y de mentir pero me tocaría mostrar mis trucos para evitar que le hundieran a él por no hacerme caso en su momento de tirar unas lagrimillas inofensivas.


Dejé a Tenten en su casa y es que no habíamos hablado nunca de vivir juntos, ni ella quería ni yo tampoco y menos después de haber compartido mi vida con Naruto. Habíamos tenido bastantes discusiones y es que ella no entendía que me hubiera llegado a acostar con Naruto cuando todo era una farsa pero para mí fue algo que pasó y que hizo que mi visión de la vida cambiase por completo. Amaba a ese chico y ahora estaba aquí entrelazando mi vida a la de Tenten cuando no la amaba.


Esa mañana fui al juicio y creí que mi corazón se desbocaría al ver a Naruto entrar con el casco de su moto quitándose la chaqueta. Entró en la sala saludándome con tono serio sin siquiera mirarme. Intenté hablar con él pero su única frase fue “Cíñete al guión, tan sólo eres mi abogado”. Cuando el tribunal le hizo subir al estrado tras haber escuchado la sarta de mentiras del acusado, yo le hice las preguntas oportunas y me senté. El abogado del acusado también hizo su tanda de preguntas pero yo veía cómo Naruto no apartaba sus ojos de mí. Contestó a las preguntas lo más calmado que pudo hasta que empezó a llorar y supe en aquel momento… que el caso estaba ganado pero él no lloraba por el juicio, lloraba por mi culpa.


El caso lo ganamos, eso era evidente porque Naruto no había cometido ningún delito pero aunque traté de alcanzarle cuando todo finalizó, no lo conseguí. Salió con rapidez y pese a correr por medio juzgado, cuando llegué a la calle lo único que conseguí ver fue su moto pasando por mi lado a gran velocidad alejándose del lugar.


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