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Golpes de la realidad por Samantha0507

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Notas del capitulo:

Hola, no es mi mejor capitulo, pero que le voy a hacer.... esto es para ustedes 

Kise despertó sintiéndose observado, ese sillón era realmente cómodo y el beso antes de dormir le había dado el mejor descanso que había tenido en muchos años, pero siempre había tenido el sueño bastante liviano y la constante presencia junto a él, además de la obvia mirada de alguien termino por despertarlo.

 

Se giró para toparse de lleno con dos orbes doradas como las suyas que lo miraban con curiosidad.

-Kisecchi.- Ryouta se había despertado y lo miraba con mucha curiosidad, como cuando un niño mira un tesoro o descubre algo nuevo.

 

-Si mi amor…- no midió sus palabras hasta que ya habían salido de su boca, después de todo podía molestar a Aomine con el trato que está teniendo con el niño, quizá debía preguntarle al moreno cómo comportarse con el pequeño.

 

-¿Pede Dyou dodmid con ute?.- el pequeño apretaba sus manitos y miraba al suelo, se veía obviamente nervioso.

 

-pero… ¿no crees que es mejor que te quedes con tú papá?

 

-Pedo cuando papá pete pa tabajad Dyuo debeda petad y si toy con Kisecchi no petada.- al parecer el ritmo de vida que llevaban el pequeño no le gustaba, pero se notaba que el moreno de verdad se sacrificaba por el pequeño.

 

-bueno amor, pero hoy papá no trabajara tan temprano.- se hizo a un lado dejando al pequeño rubio se acomodara entre sus brazos, después de todo Aomine y él habían llegado hoy, lo más probable es que Daiki tuviera que buscar un trabajo.

 

-Kisecchi… - el pequeño se acomodó, los brazos de Kise eran cálidos y suaves.- ¿Cómo son los papás de mi papi? ¿Tú los conoces?

 

-Sí, son personas muy buenas.

 

-papi dice que estademos con ellos  un tempo, que su casa es gande y bionita.

 

-Bonita amor, se dice bonita.- Kise hizo memoria mientras acariciaba una y otra vez los mechones rubios del menor, las palabra de Aomine, sus padres ya lo habían rechazado, quizá no podrían pisar nunca esa casa, una loca idea paso por su cabeza, no es que quiera conseguir información de mala forma, pero quizás así podría saber de su moreno.- Ryou ¿y hasta cuando se quedaran con tus abuelos?

 

-Hasta que papi conte a su ángel.

 

-¿Su ángel?

 

-Si papi tene un ángel, el ta cá en Japón, papi lo quede machiado y cuando temos juntos sedemos un fiamilia como la que tenen mis migos del jadin de la nivedsidad, tendemos una casita gande y un pedito, entonces Dyou tenda mamá y todo eso.

 

-Todo eso ¡wooow! Entonces creo que es que es mejor que durmamos para que mañana tú y papá puedan buscar a ese ángel.

 

-¿Kisecchi pede Dyou quedadse qui con uted? Cuando papá busca, camina miuchooo y cancho y lele mis patitas.

 

-¿y papá salé mucho a caminar con Ryou?- para el pequeño su padre solo salía a caminar, pero quizá cuentas veces el moreno había salido a buscar trabajo con el niño a cuestas, el corazón del rubio se apretó, no quería siquiera pensar cuanto era lo que realmente había sufrido Aomine.

 

-Shi, cando Oto-san debe buscad tabajo…a veces no cansamos a tomad el tubus y papá, lleva a Dyou en bazos, pedo se cansa mucho y después se enfedmada.- la mirada del niño se ensombreció.- si no pedemos tad con los buelitos  ¿nos podemos Dyou y papá quedan con tú Kisecchi?- el pequeño no espero respuesta, cerró sus ojitos y se durmió sintiéndose pleno, por las suaves caricias que Kise le propinaba.- Dyou quiede estad con Kisecchi.

 

El rubio sintió su cuerpo temblar ante la pregunta del pequeño, pero algo que le encantaba imaginar desde que sus ojos se habían juntado con las orbes doradas del pequeño Ryouta, como se sentiría ser llamado papi por un pequeño tan tierno y cálido como Ryou, no pudo evitar sonreír ante la idea de que su bebé, que así se vería su bebé si hubiera nacido, probablemente sería un niño que llenaría su mundo de alegría, llevó la mano a su vientre sintiéndolo vació, aún lo amargaba la realidad, su descuido, su pena, su dolor, eso se había llevado de su lado a su bebé antes de nacer, no había sido capaz de cuidar ese regalo de la vida, pero quizás ahora la vida le daba una nueva oportunidad.

 

-Nuestro pequeño  Ryou…- susurro el rubio acariciando las hebras doradas del pequeño, antes de  caer en los brazos de Morfeo, imaginándose esa bella familia que podrían tener si su pequeño hijo no lo hubiera dejado antes de si quiera nacer, una lagrimita bajo por su mejilla, Aomine tendría dos hermosos hijos en ese minuto.

 

Kise realmente tenía el sueño liviano, o por lo menos el tiempo que había estado encerrado en el hospital se había hecho más liviano, al punto de sentir siempre lo que pasaba a su alrededor y con su compañero de cuarto en ese tiempo, así que cuando sintió los sonidos del baño no tardo ni dos segundos en prestar atención, despabilando todo él sueño que estaba teniendo, se oía las fuertes arcadas y las maldiciones, era obvio que él moreno era quien estaba en el baño.

 

Se levantó dejando al pequeño acomodado entre las almohadas del sofá, la puerta de baño no se encontraba bien cerrada y los ruidos escapaban rápidamente desde el interior, con mucho cuidado abrió la puerta, la luz estaba apagada y solo iluminaba el departamento tenuemente el amanecer, debían ser cerca de las 6 de la mañana.

 

Aomine estaba arrodilla frente al baño vomitando, se notaba pálido, con las mejillas sonrojadas, su rostro aperlado por el sudor, probablemente tendría fiebre y el esfuerzo de vomitar  eran los culpables de la expresión que se formaba en el rostro del moreno, a Kise el pecho se lo contrajo ante la imagen del moreno, se veía débil, como nunca antes el rubio lo había visto.

 

-Aominecchi…- trato de sonar calmado.- ¿te sientes mal?

 

-Kis…e- una nueva nausea le impidió hablar de forma fluida.-maldición…lo…lamento.- siguió vomitando, mientras el rubio le refrescaba la frente con la punta de una toalla.

 

-Aominecchi, debemos llevarte al hospital, esto no es normal…- cuando el moreno logró levantar la cabeza, el mareo y el malestar habían aumentado.

 

-No puedo Kise.- La voz se le oía rasposa por el vómito.-no tengo con que pagar un doctor.- nuevamente sentía vergüenza de sí mismo, nuevamente  tenía que mostrar frente a Kise lo débil que era, lo incapaz que era de cuidar de su vida y de su hijo.

 

-Yo lo pagaré.- se acercó para ayudarle a incorporarse, pero Aomine solo lo miraba con cara de sorpresa, hasta cierto punto era posible que la lastima fuera el sentimiento que él rubio mantenía por él.- ven debes volver a la cama y no me mires así, estas enfermo y eres mi amigo debo ayudarte.- Aomine se sentía perdido, pero al parecer ese rubio que tanto extrañaba, era lo que realmente necesitaba para ser feliz.

 

Con mucha dificultad, con pasos lentos, ambos volvieron al cuarto del rubio.- Aominecchi, sobre el beso…- el modelo empezó, sabía que era mejor decir la verdad.-…Aominecchi, hay algo que necesitas saber, yo aún estoy enamorado de ti como el primer día… quiero… necesito.- otra vez dudaba, el rubio no sabía cómo hacer para sonar más firme, pero quería trasmitirle tanto al moreno y no sabía, sus ojos se humedecieron.-…yo…yo te…- aunque intentaba no tartamudear el nudo en su garganta se hacía más y más grande.

 

-No puedo Kise.- el moreno estaba con la mirada gacha, apretó sus puños, buscando desde el fondo de su corazón ser firme con su decisión.- lo lamento, pero no es correcto

 

-Aominecchi…- el rubio sentía que nuevamente el corazón se le partía por la mitad, quería salir rápido de la vista del moreno, que tan idiota podía ser en confesarse de esa forma, era posible incluso que Aomine aún amara a la madre de Ryouta,  se giró buscando alejarse, cuando la mano del moreno rodeo su muñeca, sin ejercer fuerza, solo como un suave contacto, como si lo que tuviera entre sus manos fuera el cristal más fino y delicado que pudo conocer.

 

-No Kise… no es eso… pero por ahora no puedo, no debo corresponder tus sentimientos…- cuanto había soñado el moreno que Kise nuevamente fuera suyo, cuanto realmente deseaba que él y Kise pudieran ser los padre que su pequeño Ryouta merecía, pero estaba claro que por más que lo deseara eso no pasaría, no era digno de estar con alguien como Kise, no por ahora, no estaba a su nivel, tenía metas, tenía sueños, tenía que darle una buena vida a su hijo, eso era lo primero.

 

-…tú ángel…-el moreno se sorprendió, miró el rostro del rubio con la duda inscrita en el.- es por el verdad Aominecchi, tú ya amas a alguien…

 

-No es eso Kise… pero por ahora, no puedo, dame tiempo y yo…- pero no pudo continuar cuando una fuerte presión en su pecho lo hizo quejarse.-Ahhh… duele.-se sentía mareado nuevamente.

 

Kise lo recostó y le tomó la mano, mientras el dolor parecía calmarse.- llamaré a Midorimacchi.- marcó su número esperando que le contestará a pesar de la hora, aunque el peliverde lo regañaría por llamarle, siempre le atendía, más aun después de su enfermedad, el moreno se veía más pálido de lo que hubiera querido y ese dolor lo hacía sentir un poco ahogado.

 

-Kise… ¿qué pasa que me llamas a esta hora?- Midorima se oía cansado, pero como el suponía le contesto inmediatamente.

 

-Midorimacchi, lo lamento, pero necesito que vengas a mi departamento.- miro al moreno que se había acurrucado cerca de sus piernas, tratando de controlar su respiración, parecía tener escalofríos a pesar de que su piel estaba realmente caliente, probablemente  le había subido la fiebre.

 

-Kise….- susurro.- pero ¿estás bien? –Midorima a pesar de ser todo un Tsundere jamás lo había dejado de lado, había sido un gran compañero y un pilar en su recuperación, era por la misma razón que llamarlo también significaba que todos se enterarían y que probablemente se molestarían con él, por culpa del moreno.

 

-Tranquilo, yo estoy bien, pero necesito que vengas Midorimacchi, es algo urgente, en serio…- el moreno apretaba los ojos y jadeaba nuevamente tratando de regularizar su respiración, apegándose poco a poco al cuerpo de Kise.

 

-Voy… solo…no hagas nada…estúpido.- el peliverde se había  preocupado.- llevaré a Takao conmigo.-  es probable que el peliverde pensará en que estaba teniendo una crisis o que querría suicidarse nuevamente, Kise sabía que la sorpresa sería peor de lo que esperaba.

 

-Gracias…- colgó, el rostro de Aomine se había relajado un poco, luego de la mueca de dolor, pero aún parecía no poder calmar su respiración.

 

-Tendrás problemas…- el moreno no había levantado su cabeza de las piernas del rubio, ni siquiera había abierto los ojos, parecía estar mareado.- ellos… me odian…- la respiración del moreno se volvía errática al paso de los minutos, jadeante.

 

-Tranquilo, todo estará bien…- la mejillas del moreno se notaban rojas, eso no era bueno, probablemente tendría fiebre.- Aominecchi...- habló suavemente.- iré por unos paños fríos, creo que es mejor que trate de bajarte la fiebre.

 

Kise llevó los paños y una jarra con agua junto con un vaso, era lo único que se le ocurría, además de que sabía del pasado del moreno con las drogas, no podía darle cualquier medicamento.

 

-Me duele la cabeza…- el moreno se quejó sin abrir los ojos.- Estoy mareado Kise…- se notaba que con el paso de los minutos Aomine se sentía peor, era muy extraño que el moreno asumiera el malestar que tenía.- no dejes que Ryou me vea así…no quiero que se asuste…-

 

-Tranquilo, Midorimacchi ya viene, él sabrá que hacer.-trató de sonar tranquilo, aunque era lo que menos estaba, ya había pasado un rato y Midorima aún no aparecía.

 

El timbre del departamento sonó, se apuró a la puerta,  ya eran cerca de las 7:30 de la mañana, el rubio sabía que al abrir esa puerta sus problemas crecerían al triple, sintió sus manos temblar, los chicos probablemente se decepcionaran de él, de haberle abierto nuevamente las puertas de su casa y de su corazón a esa persona que tanto daño le había hecho.

 

Solo quizás era mejor dejar todo como estaba, el rubio no podía evitar dudar, si ahora todos se enteraban, lo más probable es que pronto le reclamaran y que lo dejaran solo, era muy probable que nunca lo perdonaran, alejó su mano de la manilla, pero un ruido a su espalda lo distrajo, Ryou se acomodaba en el sofá.

 

-No puedo dejar solo a Aominecchi ahora, menos ahora que tiene a Ryou…- su mira se cruzó con rápidamente con la verde del doctor, Midorima y Takao venían preocupados, aunque en ese punto no sabía que era mejor, verlos preocupados o verlos molestos.

 

 

Takao se quedó en la sala, apretando los puños mientras su esposo estaba con Kise en la habitación revisando al moreno, la verdad es que había acompañado al peliverde para ayudarlo de ser necesario, pero el ver a Aomine Daiki en la cama de su amigo no era realmente lo que se esperaba.

 

-¿Hola?- una voz dulce lo sacó de su pensamiento, levantó la vista, dando de lleno con unos ojos dorados que apretaban un pequeño peluche fuertemente contra su pecho y metía su pequeño pulgar a su boca.

 

-Hola…-saludo Takao tratando de entender que pasaba, ese niño era la viva imagen de Kise, pero eso era imposible, no podía ser, él mejor que nadie sabía que su amigo no tenía un bebé y que su pequeño había muerto incluso antes de que su presencia se hiciera real para ellos.

 

-Ryoucchi, ya despertaste, ven te presentare a alguien.- Kise se acercó al rubio menor, mientras un sorprendido Takao lo observaba en silencio y con la duda reflejada en su rostro, Kise lo cargo poniéndolo a la altura de Takao .- Kazucchi este pequeño es Ryoutacchi, es el hijo de Aominecchi.

 

-¿SU HIJO?-su voz salió más alta de lo que esperaba sorprendiendo al niño y al modelo.

 

El modelo asintió de manera tierna, mientras con ternura acariciaba nuevamente la cabeza del niño, después de todo él se había llevado la misma al ver a un niño con facciones tan similares a las propias.- Saluda amor, él es un amigo de tú papi y mío.

 

-Hola, soy Dyouta Aomine, es guto conócelo.- saludo mientras Kise lo cargaba en brazos.- Kisecchi, Dyou quiede ved a papi, ¿pede?

 

-Amor, debes esperar, papi esta enfermito y un doctor lo está revisando.- repentinamente el rubio sintió el sollozo del menor en sus brazos, el pequeño Ryou se había abrazado fuertemente a su cuello llorando.- amor… ¿qué tienes?

 

-Papi va a modid…- el niño se escondió en el cuello del mayor, dejando salir su dolor.- mamá mudio cuando nací poque femo y aoda papi femo… papi va a modid…-el niño explicaba entre las lágrimas, su pena y su miedo, ambos adultos se enternecieron, para un niño que solo había tenido a su padre y que más aun había enfrentado el saber cómo murió su madre, lo más fácil era hacer la relación como su cabeza le decía que era.

 

Takao aún estaba con la boca abierta y un poco molesto con el rubio, pero decidió acercarse a Kise y prestarle algo de apoyo por lo que el niño estaba diciendo, después de todo eso no podía ser verdad.

 

-Pequeño, Ryou-chan no llores, mi esposo Shin-chan que es doctor está atendiendo a tu papi y él ayudara a que mejore, pero tú debes ser un niño grande y no llorar.- Kazunari acaricio los cabellos del niño tratando de animarlo.

 

-¿ute es un angel vedad?- el niño lo miro con los ojitos llenos de lágrimas.- papito dice que cuando uno se casa es poque su angel llego a hacele compañía pada siempe, usted e el ángel de su poso, Kisecchi ¿pede tu lleva Sechichi con papi?, cuida mucho cuando Dyou ta cholo.- el pequeño peluche era viejo, un pequeños osito en color azul con una cinta desteñida en el cuello y un ojo de botón adornando su carita.

 

Ambos jóvenes sonrieron ante las palabras del niño, al parecer Aomine había cuidado un niño muy lindo, Takao sonrió y le dijo que fueran al sofá, la verdad había mucho que quería preguntar y reclamarle al rubio, pero no lo haría frente al niño, solo les sonrió dando a entender que pronto hablaría con el rubio mayor

 

 

 

Mientras tanto Midorima le tomaba la presión a un semi consiente  Aomine, que trataba de mantener la cabeza y su vista fija en las acciones del doctor, pero el dolor y el mareo se lo impedían.

 

-Tienes la presión alta Aomine y tienes fiebre, es una gripe, un poco fuerte, pero no es más que eso.- guardo su estetoscopio sin siquiera dedicarle una mirada al moreno.

 

-Tss... Tú también me odias.- el moreno hablo, su voz se oía rasposa, pero con un tono extrañamente irónico.-  sé que lo merezco, sé que estuve mal, pero no te desquites con Kise.- la melancolía  y tristeza en la voz del moreno eran tan diferente a lo que él peliverde recordaba.

 

El peliverde detuvo sus movimientos, el Aomine que él conocía o al menos ese Aomine que había estado presente durante sus últimos años como amigos era una persona egoísta y cruel, jamás pediría a alguien algo para un tercero, el mismo lo había visto, a pesar de haber estado con el rubio como pareja, nunca lo había cuidado realmente, solo lo usaba como pasatiempo.

 

-Creo que solo hoy ya le debo casi mi vida a Kise…-se le seco la garganta y un nuevo nudo se le formo en el pecho, era doloroso, tosió un poco, de verdad sentía la boca y la garganta demasiado seca, el doctor le dio un poco de agua.

 

-Aomine, no creo que eso sea algo que debas opinar, no sabes todo lo que pasado entre Kise y nosotros estos años, no sabes todo lo que cambio cuando te fuiste…- su tono era más denso que lo usual, Midorima nunca había sido una persona fácil de entender, ni menos de complacer, pero la verdad es que ahora su vida iba bastante bien y la llegada del moreno podía distorsionarlo más de lo necesario.- Aomine…- quería preguntar, realmente quería hacerlo, pero por más que pensaba que odiaba al moreno había una respuesta que no deseaba oír.- …Aomine, necesito que me respondas esto con sinceridad ya que puede afectar directamente al tratamiento que te de…- se giró mirando por primera vez el rostro del moreno, notando entonces el mal semblante que tenía.

 

-Tss… suenas como todo un médico… dime…- el moreno jadeo lo último, nuevamente sentía nauseas.

 

-Supimos que habías estado consumiendo drogas…necesito que me digas si en este minuto sigues consumiendo alguna y sus nombres.-  Midorima analizó el rostro de su antiguo compañero, estaba obviamente pálido, sus labios de veían resecos y partidos; tenía grandes ojeras y su rostro estaba demasiado delgado comparado con lo que había sido, parecía que su cuerpo había perdido musculatura.

 

-Ya no… hace años que no lo hago, hace años que no me he metido ni una porquería al cuerpo, solo me tomó una cerveza cuando el dinero me alcanza.- el moreno tenía los ojos cerrados.

 

-Aomine….

 

-Midorima no te miento, no he consumido nada…lo hago por mí y por mi bebé…-dejó salir el aire de sus pulmones con pesadez, el agua lo había asqueado, realmente quería vomitar otra vez, el recuerdo de lo que había sido, de lo que había hecho, todo eso lo asqueaba.

 

-Aomine, te dejaré una receta para que compres los medicamentos nanodayo, pero no debes consumir alcohol, además necesito que te hagas exámenes, estas bajo peso y presumo que puedes tener anemia, debemos controlar eso primero.- Midorima solo quería hacer oídos sordos a todo lo que decía su compañero decía, estaba molesto, realmente dolido, no solo con Aomine, sino también con Kise.

 

-No creo poder…no tengo como.- el moreno no quería compartir todo lo que pasaba con él, pero la fiebre le impedía darse cuenta que era lo que tenía y que no decir.

 

-Aomine ¿hace cuánto no comes?- Midorima dejó de escribir mientras Daiki lo miraba con una mueca de incomodidad en el rostro, sus labios estaban pálidos y sudaba copiosamente, la fiebre había subido bastante en cosa de minutos.

 

-Hoy comí en el avión, nos dieron maní y unas bebidas, a Ryou le dieron una leche con chocolate…estaba tan feliz… nunca había probado una…- los ojos del moreno de habían anegado por las lágrimas que trataba de retener.- le prometí que cuando tuviéramos dinero le compraría… soy un maldito, ni siquiera le he podido comprar un dulce a mi hijo…sabes Midorima, Ryou no tiene juguetes, nunca pude comprarle nada… en la última navidad le regale un pequeño osito de felpa, me lo dio una chica en el trabajo, ya que tenía una falla, le faltaba un ojito, tk…. Y sabes cuál fue mi brillante idea… solo le pude ponerle un botón y lo metí en una bolsa vieja y arrugada…-Aomine estaba sufriendo, pero le estaba contando algo que no le había dicho a nadie, qu no había compartido con ninguna persona, algo propio de su crianza y dolor.- y el aun lo tiene… y lo cuida tanto… me dijo que le diera un nombre y sabes le puse Sechichi, ni siquiera lo lleva al jardín para que no lo ensucien pues su papá se lo regalo…- había comenzado a llorar, con una extraña sonrisa en los labios, sus mejillas estaban arreboladas por la fiebre.- soy un maldito, pero no me lo quiten… no me quiten la esperanza, no odien a Kise… ustedes son lo único que tenemos con Ryou…

 

-Aomine…- el corazón del peliverde se había apretado, desde que era doctor había escuchado historias que de verdad podían partir una piedra por la mitad, pero esto era otra cosa, Aomine Daiki era su amigo, no solo un paciente más; y ahora estaba en el suelo pidiendo ayuda para ponerse de pie, el médico se cuestionó si realmente debía o no permanecer tan estoico como habían sido desde que Akashi les había confirmado la vida que Aomine estaba llevando, de verdad no era por debilidad, menos por compasión, era por ese cariño, esa amistad real que había desde hace ya tanto tiempo.

 

-No le digas a Kise…- le tomó la bata atrayendo la atención del peliverde.- él…insistirá en pagar… no quiero más deudas…por…favor.- el moreno fue cerrando los ojos, sintiéndose cansado.

 

-Lo siento Daiki, pero no te dejare caer más…- Aomine se había dormido sin escuchar las últimas palabras del peliverde, pero Midorima había tomado una decisión, la Kiseki era quien debía estar presente en ese minuto, no solo por Aomine sino también por Kise, después de todo ellos no querían ver como su estúpido amigo se quebrara nuevamente.-…no los dejaremos caer otra vez…- salió dejando a Aomine con un paño húmedo en la frente.

 

En la sala Takao conversaba animadamente con un pequeño, por un segundo a Midorima se le paro el corazón, ese niño era la viva imagen de Kise, en realidad Aomine podía ser tan masoquista que se había buscado una mujer tan parecida al rubio.

 

Repentinamente los pequeños ojos del niño se fijaron en él, Midorima podía sentir algo en su pecho, ese niño no tenía un solo rasgo de su antiguo compañero, pero si parecía un pequeño Kise.

 

-¿usted es el dotod que esta devisando a mi papa?- El peliverde aun un poco absorto, solo pudo asentir, mientras el niño se acercaba a él, afirmándose de su pantalón.- entonces… ¿lo cudo? Papi... ¿no mudio?- el niño aún tenía los ojos rojos por el llanto y se notaba cansado, pero aun así no lloraba al hacerle preguntas a un adulto.

 

-Tú papi, solo esta con una pequeña gripe.- el peliverde se acercó, disimulando lo mejor que pudo su sorpresa, se agacho para quedar a la altura del más pequeño.- mi nombre es Midorima Shintaro.

 

-Hola, yo soy Dyota Aomine, gacias pod cuidad a mi papi, yo lo amo mucho y ahoda lo amo a usted pod cuidadlo.- el niño se apretó al cuello de Midorima esos pequeños brazos;  lo quebró y por alguna razón sus ojos se llenaron de lágrimas, solo pudo atinar a abrazar el cuerpo del menor y aceptar su agradecimiento.

 

-Eres muy educado y tierno.- la voz del peliverde salía entrecortada por las lágrimas, pero se oía tan afectada, que Takao comenzó a preocuparte.

 

-Shin-chan, Ki-chan está en la cocina, preparando café y haciéndole algo de comer a Ryou-chan, sería bueno que le dijeras como se encuentra Aomine.

 

El peliverde agradeció la pequeña libertad que le estaba dando Takao, la verdad es que no solo la muestra de cariño del pequeño lo había enternecido, el ver a su antiguo y aunque no quisiera aceptar amigo, lo había quebrado y era algo que Takao sabía sin que se lo dijera, después de todo él podía leer a Shin-chan, solo con mirar sus ojos verdes.

 

Estaba seguro que no solo tendría anemia y habría perdido varios kilos, era probable que su salud no fuera ni la mitad de lo que fue cuando era un simple adolecente y además con un niño.

 

El rubio estaba parado en la cocina mirando a la nada, solo con la vista fija, pensando, la verdad es que sabía que ahora era probable que se avecinara una de las peores tormentas que podría haber esperado, pero la verdad es que a pesar de eso habría tomado la misma decisión.

 

-Estuvo bien, nanodayo.- Midorima lo miró desde la puerta, el peliverde se veía quebrado, menos firme que otras veces, pero había leído sus pensamientos.

 

-¿A qué te refieres Midorimacchi?- se giró con escusa de buscar las tasas para el café.

 

-De Aomine, de ayudarlo ahora.- se acercó, pero no llego a tener un contacto con el modelo.- está débil, demasiado para mi gusto, creo que de alguna forma, le salvaste la vida y a ese niño también.

 

-¿Conociste a Ryoutacchi? No es un sol.-  el peliverde se sorprendió al notar la chispa con la que actuaba el modelo con solo nombrar a Aomine y a su hijo, ellos habían causado tanto dolor, tanta tristeza y ahora eran la fuente de alegría más pura para el rubio, la mezcla entra la melancolía y la felicidad , ese era un Kise que él no recordaba .- me pregunto si mi pequeño se habría visto tan guapo como él.- a pesar de lo triste que era la frase, del dolor que había significado el aborto para el rubio, este aun sonreía, aun parecía feliz.

 

-Sin duda es el único que puede hacerte así de feliz.- Kise lo miró y entonces se fijó de vez primera en el rostro que traía, su mirada era diferente, relajada, suave, como las que le dedicaba cuando lo habían internado.- Tú hijo habría sido aún más tierno Ryouta.- el modelo abrió los ojos sorprendido, por la forma que el médico había decidido llamarlo.

 

-¿Cómo está?- el rubio solo quería cambiar el tema, no quería un regaño.

 

-Débil, demasiado débil, pero con los cuidados adecuados se repondrá.- suspiro recordando que el moreno no quería que le mencionara el tema de los exámenes al rubio.- quiero hacerle exámenes Kise, creo que hay cosas que debemos controlar, pero me dijo que no tiene dinero para eso.

 

-No tenía dinero ni para quedarse en un cuarto.- Kise sintió que sus ojos se llenaron de lágrimas.- tampoco para comer, ni para alimentar a Ryoutacchi.- las palabras del rubio salían entrecortadas, había comenzado a llorar sin esperarlo.- debemos hacer algo, por favor Midorimacchi, por favor… por favor.

 

Midorima abrazo al modelo, nuevamente el Kise frágil y pequeño estaba frente a él, nuevamente esos ojos, ese rostro dejaba ver cuán realmente feliz, pero a la vez asustado se encontraba el rubio,  mientras Takao abrazaba a un pequeño Ryouta que se había quedado dormido prendado a su cuello, cuando ambos habían llegado a la cocina.

 

-Solo espero que esto no lastime a nadie…ni siquiera al mismo Aomine.-  Takao se alejó de la cocina para acostar al menor.

 

 

 

Notas finales:

Gracias 


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