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Cuando el amor vuelve a tocar el corazón por lady_chibineko

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Notas del capitulo: Nyah... a ver, despues de tiempo subo algo o.o subire varios chaps...
Título: Cuando el amor vuelve a tocar el corazón

Autor: chibineko

NOTA: Todos los personajes de este fanfic pertenecientes a la serie de Rurouni Kenshin son propiedad exclusiva de su autor Nobuhiro Watsuki.

Advertencia: Este es un fanfic del tipo yaoi, lo que quiere decir relaciones chico-chico; si no es de agrado este tipo de lectura, por favor no sigan.

Capítulo VII: Una esperanza tras la derrota

Kamatari se sentó en su sitio luego de entrar al salón, dándose cuenta de que ni Matt-san, ni Kate-san había llegado aún, al igual que el profesor, por lo que aprovechó en sacar su sandwich y comer lo más rápido que pudiese antes de que todos llegaran, y con suerte terminar más de la mitad.  Eso de no comer hasta el receso de las 4:00 pm. no se le daba muy bien, y curiosamente de pronto sentía mucha hambre, teniendo en cuenta lo inapetente que se había mostrado en el último par de días.

Cuando Matt y Kate llegaron al salón encontraron a Kamatari con la boca totalmente llena, y observando al techo como viendo a invisibles pajarillos volando por allí; también notaron con sorpresa la actitud extrañamente relajada del mismo, y su rostro despreocupado que parecía ser sinónimo de que estuviese pensando en alguna cosa banal y sin sentido.  Realmente parecía muy feliz consigo mismo.

-"Hola Kamatari"- saludó Matt con algo de cautela, a lo que el joven oriental volteó con y los miró tanto a él como a Kate, con las mejillas rojas de vergüenza y de paso completamente hinchadas debido a lo llena que estaba su boca (parecía un hámster incluyendo el deformet) , lo cual podía notarse también muy bien por la gran cantidad de migajas de pan dispersadas por el rostro, el uniforme, y la carpeta del mismo.

Kamatari comenzó a masticar más rápido para tratar de terminar pronto, al tiempo que guardaba lo que quedó del almuerzo y limpiaba un poco su uniforme y la carpeta; pero como era de esperarse de alguien que come con tanta prisa, terminó atorándose de la manera más estrepitosa que se podía.

Tras la ayuda de parte de Matt para que recuperara el aliento (léase que le dio unos buenos golpes en la espalda), y de Kate quien le pasó algo de tomar, Kamatari por fin pudo dar una buena bocanada de aire y recuperarse a tiempo para cuando llegó el profesor y comenzó la clase. 

-"Gracias" - alcanzó a decir Kamatari con una sonrisa, antes de comenzar a tomar notas de la clase, y sus amigos lo observaron con una mezcla de curiosidad y de alivio al ver aquella sonrisa tan sincera.

Tanto Kate como Matt sintieron entonces una fría mirada sobre ellos, y al voltear ligeramente vieron a Eve mirándolos con odio, pero como por acuerdo mutuo ambos decidieron tratar de ignorarla.  Por otra parte, ambos también notaron la extraña ausencia de Wildfire, y no solo en esa clase, sino también en todas la clases que siguieron ese día; más no se atrevieron a preguntarle a su amigo si sabía algo al respecto, en realidad si por ello fuera, eso podría quedarse así de manera indefinida, un problema menos con el cual lidiar.  En cuanto a Kamatari, al parecer ni se dio por enterado del asunto; era más, estuvo durante todo el día con aquella actitud relajada.

**********

Steven llegó a su habitación de milagro; y hundió su rostro en la almohada al tiempo que se tiraba sobre su cama.  Se sentía terrible.  Giró sobre si mismo para terminar mirando al techo.  Aún tenía en sus oídos todas y cada una de las palabras que él le había dicho; palabras que para completa desesperación suya eran realmente ciertas.  ¿Cómo fue que no se dio cuenta antes de lo que sentía?; ... pero que idioteces pensaba, si era la primera vez que sentía algo parecido.  ¿Por qué no se dio el tiempo de conocerlo mejor?, se preguntaba a si mismo una y otra vez con desesperación.

*¿Crees que yo me fijaría en alguien como tu?*

Esa pregunta resonaba en la cabeza del atormentado joven una y otra vez, junto con todo el remolino de frases que le habían seguido a esta; pero no podía recordarlas bien, o más bien dicho sí podía, pero el solo recordarlas le dolían tanto...  Las lágrimas asomaron por el rostro de Steven Wildfire, y mientras que este se hundía en la más profunda de las depresiones, el tiempo siguió corriendo, los segundos, los minutos, las horas....

Cuando Steven despertó era ya de noche, al parecer se había quedado dormido mientras lloraba... raro, eso no le había sucedido nunca, ni siquiera cuando era un niño.  Muy despacio se fue levantando de la cama, más cuando estuvo sentado en esta un terrible dolor de cabeza lo invadió; se detuvo durante un momento, y luego encogió las piernas, hundiendo el rostro en ellas.  Aún se sentía miserable.  Decidió que un poco de aire le haría bien, pero no tenía muchas ganas de levantarse de su cama, así que tardó un buen rato en hacerlo, pero una vez que se levantó salió a caminar por los pasillos del tercer piso, de manera lenta y sin percatarse muy bien del rumbo que estaba tomando.

Tras varios minutos de andar por aquellos interminables pasillos, Steven llegó a lo que sería la segunda mitad del piso, y de pronto se encontró con un piso bastante polvoriento, y ventanas tan sucias que ni siquiera podían observarse con claridad las estrellas que iluminaban aquella, para el joven, triste noche.  Steven entonces decidió entrar a una de aquellas habitaciones (las cuales no habían sido utilizadas desde que él llegara a estudiar a aquella institución), y se encontró con un cuarto solitario, triste, sin vida.  Fue en ese momento, y por primera vez desde que llegara, que Steven en verdad deseó que el lugar estuviese repleto de gente, no quería sentirse solo; necesitaba estar en un lugar con gente, con vida, con bulla por todos lados; quería que el lugar no fuese tan silencioso.

*¿Alguien como tu; que es lo suficientemente egoísta para dejar sin lugar a los demás?*

*Oh, por Dios!, cuanta razón tenía él al decir aquellas palabras.*; Steven miró hacia atrás, y se dio cuenta de que era básicamente imposible que su intimidad hubiese sido alterada de modo alguno si por lo menos la mitad del piso estaba habitado.  ¡¡El tenía su habitación hasta el otro extremo del piso!!.  Steven se apoyó en una de las paredes y se dejó caer hasta el piso. 

-"No soy más que un maldito bastardo egoísta"- se dijo a si mismo en voz baja.

Volvió a mirar hacia la vacía habitación que tenía abierta delante suyo, suspiró y se levantó mientras cerraba aquella puerta y se daba media vuelta, caminando ahora hacia su propia habitación.

*No tengo ya la más mínima oportunidad con la única persona de la que me he enamorado*- se dijo de pronto a sí mismo.  Había tomado una decisión, después de lo que había pasado esa mañana era claro que Kamatari no querría volver a estar siquiera en la misma habitación con él; aunque debía admitir para sí mismo que por lo menos podría verlo en clase; lo más probable era que fuese lo más cercano que volviese a estar jamás de aquel dulce chico oriental que había robado el corazón.

Una vez que Steven llegó a su habitación se miró en el espejo que tenía frente a su cama.  Se veía tan terrible como pensó que estaría; y no podía hacer lo que pensaba presentándose en esas fachas.  Se lavó la cara y se peino un poco antes de salir, no podía hacer nada por las ojeras.  Suspiró para si mismo; por lo menos, por haberle dado aquella lección; por lo menos eso le debía.

**********

La mañana del día martes llegó (a diferencia del día lunes, el martes solo había clase por las mañanas para Kamatari, así que no era tan agotador como el día anterior, pero las clases comenzaban a las 8 de la mañana), y cuando Matt y Kamatari salieron de su habitación a toda velocidad para llegar lo suficientemente temprano para la clase de esa mañana se encontraron con un gran alboroto justo en frente de su puerta.  Una gran cantidad de chicos subiendo y bajando del tercer piso junto a cajas, maletas, mesitas de noche, y cosas por el estilo.

Ambos chicos se miraron extrañados, no entendían nada de lo que estaba sucediendo allí.  Por último Matt detuvo a uno de los agitados viajeros para pedir que les explicaran que era lo que pasaba; y la respuesta que obtuvieron dejo perplejos a ambos, dando a cada uno algo diferente que pensar.

-"¡¡¿¿QUEEE??!!.... ¡¿Pero estas seguro de eso?!.  Todo medio piso abierto...."

-"Si, así es.  Desde hoy la mitad de las habitaciones del tercer piso de este edificio esta habilitado para los alumnos con estadía en la universidad, o por lo menos eso dice el cartel que apareció esta mañana.  Allí estaba una relación de nombres y números de cuarto asignados... en realidad nos reubicaron a los que ya estabamos de tres o cuatro en una habitación.  No me pregunten más por que no se que pasó para que Wildfire cediera la mitad de su piso, pero la verdad es que no me quejo."

(Nota de la autora: Bueno, antes de nada quiero aclarar que no hay un solo edificio de habitaciones para estudiantes, son 4 en total, uno para chicas y tres para chicos; y se distribuyen uno en cada extremo del campus obedeciendo a la distribución de los puntos cardinales, osea Norte, Sur, Este y Oeste, además cada edificio tiene tres pisos, excepto el de chicas que consta de cuatro, y cada piso tiene a su vez 100 habitaciones habilitadas para un número de dos alumnos por habitación... errr, bueno, por algún lugar tenían que llover las explicaciones, ne?.)

-"No  claro..."- Matt estaba atónito, e inmediatamente pensó que de seguro era otra de las excentricidades de Steven, y que era mejor no pensar en ello, ya bastante mal había ocasionado, tal vez algo bueno de su parte para variar no estaba de más... pero era obvio que eso no sería suficiente para cambiar la mala opinión que Matt tenía de él... no valía la pena pensar en eso, Matt descartó todo residuo de pensamiento y apuró a Kamatari, debían llegar a clase.

Por su parte Kamatari no pensaba lo mismo que Matt, quien no tenía la más mínima idea de lo que había pasado el día anterior.  Kamatari recordaba demasiado bien todas y cada una de las palabras que le habían salido desde lo más profundo de su alma al decirle las verdades en su cara a ese sujeto.

*Si cree que con esto logrará que me arroje a sus brazos esta muy equivocado.  Esto solo demuestra lo egoísta que puede ser.  Apenas lo vea de seguro que me hará otra de sus proposiciones... pero ahora estoy mejor preparado que antes.*

Kamatari caminó detrás de Matt con dichos pensamientos recorriendo su cabeza, diciéndose una y otra vez que sin importar que, ya no pensaría en Steven Wildfire, aunque la verdad era que de tanto pensar en no pensar hacía exactamente lo contrario.

La primera clase de ese día pertenecía justamente a un curso en el cual Kamatari vería por allí a Steven... dos carpetas más atrás para ser exactos (Steven es más alto que Kamatari), y al llegar al salón, para gran sorpresa de ambos chicos, Steven ya había llegado (el rubio tiene la costumbre de llegar casi siempre tarde, o por lo menos con las justas para entrar... a tiempo, verlo antes de que suene el timbre es para que a alguien le de un infarto a lo menos... hablo del profesor claro está).

Kamatari respiró profundo y entró con todo el valor que pudo reunir, de pronto Steven le parecía demasiado grande... demasiado imponente; pero a medida que él y Matt se acercaron pudieron notar a un Steven depresivo y con cara de no haber pasado una buena noche; un Steven que con una mirada triste recorrió a Kamatari una sola vez y luego se concentró en lo primero que vio delante suyo, que fue el profesor Jhonson que entraba a clases y casi suelta los libros que tenía en las manos al ver a Wildfire sentado en su pupitre.  Como que Kamatari no entendía que era lo que estaba sucediendo, pero decidió no pensar en eso.  Seguramente era una nueva estrategia de aquel joven, Matt-san le había dado varias advertencias al respecto; si ese era el juego de Wildfire, el también podía jugarlo.

Pronto el profesor comenzaría la clase, no sin mirar de manera significativa al joven Wildfire y al joven Kamatari.  Tenía algo que había venido pensando toda la noche anterior en relación a lo que había presenciado durante el descanso de medio día del lunes, claro que se había dicho a si mismo que solo ejecutaría aquello a lo que le había dado tantas vueltas si es que veía síntomas aunque sea un poco notorios de lo que él pensaba que había notado, y la actitud que notó en Wildfire apenas entró al salón de clase lo dejaba sin ninguna duda; claro que si alguien se enteraba toda su carrera estaría en peligro, pero no podía dejar que una mente tan brillante y despierta como la del joven Wildfire se desperdiciara de esa manera solo por no andar con las compañías adecuadas.  Si tan solo encontraba un oportunidad, eso era lo que había pensado tantas veces; y creía haber encontrado lo que buscaba, debía de actuar con cautela, pero no podía dejar que pasase demasiado tiempo y se enfriara todo, debía ser cuidadoso pero también rápido.  La clase dio inicio.

**********

Diez de la mañana, la clase del profesor Jhonson acababa de llegar a su fin, y por primera vez en su vida Steven había prestado realmente atención a lo que se había tratado en la clase, y para su sorpresa le resultó interesante, tal vez escuchar lo que los profesores decían no era una mala idea al fin y al cabo (eso y mirar a Kamatari de vez en cuando).  Sin muchas ganas de encontrarse con su grupo de amigos, Steven trató de irse lo más rápido que le permitieron su piernas.  Ya no tenía clases ese día y la verdad que quería recluirse en su cuarto y no ver a nadie más durante todo el día.  Pero pronto una mano que se poso en su hombro detuvo su apresurada marcha en busca de soledad.  Al voltear Steven vio a un joven que no conocía detrás suyo, pero antes de que Steven pudiese decir algo aquel desconocido joven tomo la palabra... una solo palabra en realidad.

-"Gracias"

-"¿Disculpa?"

-"Solo eso, gracias.  Tu sabes, por lo de las habitaciones, de verdad que nos hacían falta, a mi y a muchos más.  Oye, de verdad que te lo digo de parte de todos.  Gracias."

Luego de estas palabras el muchacho dio media vuelta y se marchó, dejando con una extraña sensación de complacencia para consigo mismo a Steven; pero al voltear este se encontró de pronto con la mirada de Kamatari viendo directamente a sus ojos.  Steven y Kamatari se quedaron durante un buen rato mirándose como hipnotizados, y de pronto por la mente de Kamatari paso el pensamiento de que era un buen momento para demostrarle que no le interesaba en lo más mínimo lo que el hubiese hecho o pudiese hacer, no era tan fácil.  Pero entonces, antes de que pudiese hacer nada, Kamatari se dio con la sorpresa de que la mirada de Steven cambio, haciéndose infinitamente triste, y luego lo vio dar media vuelta e irse en dirección a la salida, fue entonces cuando Kamatari comenzó a darse cuenta de lo que estaba pasando. Simplemente Steven Wildfire al parecer se había rendido, ya no lucharía más; había aceptado su derrota.  En ese momento y sin saber por que un muy ligero dolor apareció en el corazón de Kamatari, uno tan pequeñito que paso por completo desapercibido; tanto así que Kamatari simplemente se dio la media vuelta y le dio alcance a sus dos mejores amigos Matt y Kate; aunque de alguna manera su mente no quería aceptar la completa posibilidad de aquella súbita rendición.... no, solo por si acaso se mantendría alerta.

**********

Luego de efectuar un exitoso recorrido eludiendo a su grupo de amigos, Steven llegó a su habitación y se encerró en esta.  Nunca había pasado más de dos horas en su habitación a solas, y ahora ya llevaba el gran total de día y medio encerrado y no tenía ganas de ver a nadie.  Como no estaba acostumbrado a quedarse en su cuarto, y ya no estaba llorando como la noche anterior, Steven comenzó a pasearse inquieto por su propia habitación, no tenía la más mínima idea de que hacer a solas allí.  Dio un rápido recorrido por su cuarto, paso a la salita, a la cocina, de nuevo a la salita, y luego se quedo parado en medio de esta, no habían pasado ni diez minutos y ya se sentía como un león enjaulado y a punto de comenzar a trepar paredes.

Luego de haberse dado un super recorrido de reconocimiento por su propia habitación, Steven optó por terminar de sentarse en el suelo alfombrado de su salita, y con la cabeza apoyada sobre sus manos dio un vistazo general del lugar, hasta que su vista se posó de pronto en su propio librero; y otra de aquellas frases que tanto lo habían estado atormentado resonó nuevamente en su cabeza.

*Que no sabe aprovechar un buen libro*

*Hmmmm, es cierto lo que dijo; nunca me he detenido siquiera a ver lo que tengo en el librero.... recuerdo que cuando el estaba aquí se interesó mucho en los libros que tenía, de seguro que le gusta mucho leer, ¿qué tipo de lectura le gustará?... me gustaría tanto poder averiguarlo algún día.....  Algún día; ahora eso suena demasiado lejano para mi....*

Sin pensarlo demasiado Steven tomó uno de los libros de leyes que estaba en un estante bajo, y comenzó a ojearlo un poco, pasando las páginas con desgano, cuando de pronto uno de los títulos que logró leer entre hoja y hoja le llamó la atención...

"Hey!, de esto se trato la clase de hoy del profesor Jhonson.... no sabía que tenía información sobre esas cosas.  Veamoooooosssss.... dijo algo de esto, si, lo dijo; esto también.... ¡esperen!, esto no lo dijo en clase.... oh, creo que esto es lo que le sigue al tema de hoy, porque de aquí ya no hay nada de la clase de hoy... bueno, la clase de hoy estuvo interesante, pero hubo momento que no entendía algunas cosas, y creo que eso me molestaba.... tal vez si leo ahora sobre esto entonces en la próxima clase ya no tendré dudas, si, es una buena idea; e incluso creo que puedo matar el tiempo así... si, por que no, y aclarar lo que no entendí hoy también, si, creo que eso haré..."

Y mientras que Steven seguía hablando solo su monólogo en medio de su salita, sin querer comenzó a estudiar por primera vez en su vida... y la verdad era que lo estaba disfrutando. 

**********

Teodorus (Teddy) Campell, Kurt Spencer y Jayson Smith se sentían aburridos.  Sin su 'jefe' (la verdad que no es exactamente el jefe, o por lo menos Steven no piensa así) con ellos, no tenían la más mínima idea de que hacer en su muuuuuuy extenso tiempo libre.

"No entiendo por que Steven esta en ese plan; no ha salido de su cuarto en dos días, y encima ni siquiera hizo algo interesante en clase... algo malo esta pasando y aunque no entiendo que rayos es no me gusta nada." - señaló Teddy con preocupación.

"Creo que tiene algo que ver con la que sucedió ayer por la mañana; ya saben, lo que ocurrió con el chico ese, con el extranjero... dicen que lo dejo mal parado ante muchas personas, tal vez esta algo avergonzado por eso y no quiere mostrarse en público... puede ser" - señalo Jayson con algo menos de preocupación que su amigo de 'travesuras'

"Pues en ese caso debemos mostrarle al extranjerito que nadie tiene derecho a dañar a alguien del grupo, mucho menos a nuestro jefe, yo opino que le demos una lección, de lo contrario ya nadie nos volverá a respetar como hasta ahora."- volvió a señalar Teddy con respecto al asunto.

"Por Dios, ya dejen de tomar las cosas tan en serio ustedes dos"- señalo un, por el contrario, despreocupado Kurt- "a Steven nunca le han afectado ese tipo de cosas, y no le van a afectar ahora... yo creo que el problema es otro.  Si no se han dado cuenta, nuestro buen Steven no ha tenido nada de 'acción' desde que conoció a el extranjero ese; creo que ese es el problema principal, y nosotros podemos hacer algo al respecto; ¿no les parece?.  Por otro lado, si después nos dice algo en relación al extranjero, pues bueno, ese ya será otro asunto."

"Siiii, tienes toda la razón viejo; algo de 'acción' es la mejor medicina para cualquier mal... y creo que conozco a 'la enfermera' que le puede dar toda la medicina que desee..."

"Kurt, eres un genio"

"Lo sé pequeño Teddy, eso es más que obvio"- dijo Kurt con altanería, tras lo cual los tres muchachos decidieron planearlo todo con mucho cuidado; bueno, por lo menos con todo el cuidado que podían tener esos tres al trazar un plan.

**********

Era ya bastante tarde cuando Steven dejó el libro que había tomado; tanto se había concentrado en la lectura de este que no notó el correr de las horas hasta que estuvo tan oscuro que ya no podía distinguir las letras del libro que tenía en sus manos.  La verdad era que aquella tarde, de alguna manera, la había pasado muy bien.  Sin querer estaba descubriendo aspectos de su propia personalidad por completo desconocidos para él mismo.

Tras un relajante estirón, Steven guardó el libro en su sitio, y se paró de manera perezosa; tras lo cual caminó lánguidamente hasta su cama, sobre la cual cayó de manera pesada.  Aún tenía el cuarto a oscuras, pero el mismo hecho de haber permanecido sin luz todo el tiempo había hecho que sus ojos se acostumbraran desde un principio a aquella oscuridad.  Boca arriba, y con los brazos extendidos de manera relajada Steven comenzó a mirar el techo, sin observarlo en realidad.  Poco a poco su pensamiento se volcó hacia él.  Su figura; cada curva de su cuerpo; su manera de caminar; la manera en la que hablaba, con aquel gracioso acento que le impedía pronunciar la 'L' de manera correcta; su mirada; su forma de reír... el olor y el sabor de su cuerpo, y aquella sensación que experimentó junto a él hacia ya un par de noches, pero que aún llevaba grabada en cada uno de los poros de su piel.  Steven suspiró de manera pesada mientras que rodaba sobre si mismo, hasta quedar de costado y mirando hacia la ventana, contemplando las estrellas que recién comenzaban a brillar en lo que parecería una noche clara dentro de las ya frías noches de otoño.

-"Si tan solo pudiese tenerte esta noche entre mis brazos.... si tan solo pudiese retenerte a mi lado cada noche hasta el siguiente amanecer.... si tan solo.... creo que es la frase más estúpida que se ha inventado en la historia, por que solo se dice en aquellas situaciones en las que obtener lo que se quiere es básicamente imposible... ".

Era un razonamiento doloroso, pero real... o por lo menos eso era lo que Steven pensaba en ese momento... de haber estado animado durante todo lo que le quedo de la mañana, y durante toda la tarde pasó a un estado de depresión parecida a la de la noche anterior.  ¿Es que acaso sería ese el sentimiento que le acompañaría por el resto de su vida?... ¿Es que acaso terminaría pensando en él cada vez que su mente se liberara de deberes y quedara en blanco?... tal vez estaba destinado a eso, a tratar de mantenerse ocupado todo el tiempo que pudiese para no pensar, y sin embargo no poder hacer nada más una vez que el día terminase.  Steven suspiró.

La noche se hizo más fría, y Steven se quitó los zapatos para poder meterse dentro de las sábanas y frazadas, sin importarle el hecho de que aún se encontraba vestido con el uniforme; pero no se dio cuenta que incluso protegido por el calor de estas, aún así estaba temblando.  Su estómago de pronto hizo un ruido, y Steven, quien ya estaba medio dormido, recordó recién en ese momento que no había desayunado ese día.... ni almorzado, y menos aún cenado, en realidad no había probado bocado desde el desayuno del día anterior; simplemente se había mantenido lo más ocupado posible.  Por un momento contempló la idea de salir de la cama y prepararse aunque sea un pan con mermelada para comer... pronto el cansancio lo hizo descartar esa idea, ya comería un buen desayuno el día de mañana.

**********

Jueves por la mañana; ya habían pasado cuatro días desde el último incidente que Kamatari tuvo con Steven Wildfire, y este último aún no se le había siquiera insinuado a Kamatari por ningún motivo; era más, desde el martes que Kamatari no lo veía excepto al inicio de cada clase, a las que de manera inusual había estado llegando realmente temprano; pero siempre desaparecía apenas terminaban las clases.  Kamatari se sentó sobre su propio cama luego de terminar de acomodar sus cuadernos de ese día (el chico es ordenado, le gusta tener un cuaderno diferente para cada curso).  De pronto y sin poder evitarlo, mentalmente Kamatari recordó que cada día, Steven se veía más pálido, más ojeroso, y parecía estar adelgazando, como si ya no se alimentara muy bien.  Pronto un violenta sacudida de cabeza por parte de Kamatari hizo que su mente volviera a la realidad.... ¿¡Que rayos le importaba a él si ese sujeto adelgazaba hasta desaparecer por completo!?... Pues no le importaba nada, en lo absoluto... ¡y eso era todo!.  Muy molesto consigo mismo, Kamatari busco su abrigo, pues los días estaban cada vez más fríos; y sin despertar a Matt, quien dormía pacíficamente en la cama del otro lado de la habitación, el joven oriental salió muy despacito hacia su primera clase del día.  Los jueves eran los únicos días en los que Matt y Kamatari no coincidían en una clase, la cual era a las 8 de la mañana; y para colmo era justamente una de las clases en las que si se encontraba Steven Wildfire.  Era cierto que Matt-san le había dicho que no lo dejaría para nada en la misma clase a solas con ese sujeto; pero a Kamatari le daba pena despertar a su amigo, quien ya llevaba muchas noches de desvelo a causa de los exámenes.  Además, con la actitud de Wildfire de los últimos días, Kamatari no creía tener ningún problema en lo absoluto.

Cuando llegó al salón, recién en ese momento Kamatari se dio cuenta lo temprano que era aún.  7:45 según el enorme reloj que estaba en la torrecita del patio central; era imposible no verlo una vez que se salía de los edificios de habitaciones.  Bueno, eso quería decir que tenía tiempo para llegar a clase con toda la calma de mundo.  Kamatari empezó a caminar muy lento, respirando hondo y relajándose por completo.  Pronto Hime salió al encuentro de su amo, y se posó sobre uno de sus hombros; en realidad esa era la rutina de casi todas las mañanas, a menos que Kamatari se encontrara corriendo de manera apresurada por llegar a alguna clase.  Unas migajitas de pan semiduro dentro de un pañuelo, una caricias bajo el pico y en el pecho del pequeño animalito; la verdad era que no se necesitaba mucho más.  Luego de unos cuatro o cinco minutos, Hime voló en dirección a su árbol predilecto, a posarse de seguro en su rama favorita.  Kamatari sonrió para si mismo al tiempo que volteaba una esquina que estaba ya cerca de la entrada a su facultad.  De pronto una par de voces lo detuvieron, y una de aquellas voces era dolorosamente conocida.

-"Vamos, no me digas eso.  No te preocupes por nada, verás como yo te hago sentir mucho mejor"- dijo ronroneante una voz femenina.  El tono en el cual hablaba dejaba muy en claro el tema al cual se refería.

-"No me hagas repetirlo; he dicho que no.  Lo siento, pero en verdad que no estoy de humor para eso el día de hoy.  Discúlpame si te desilusiono por esto"- la voz masculina sonaba por el contrario como cansada.

Kamatari se quedó en su sitio un momento, mientras que su cabeza le gritaba que no era sensato acercarse hacia el lugar de origen de aquellas voces.  Pero mientras que su mente decía una cosa; su cuerpo decía otra, su inconsciente lo guió hasta el lugar donde se escuchaban más fuerte aquellos dos, y no paró hasta que asomando la cabeza un poquito logró ver en primera fila toda la escena, asegurándose claro esta de no ser visto él mismo a su vez.

La chica en cuestión no era alguien conocido por Kamatari, ni siquiera era de la facultad de leyes, o por lo menos Kamatari no recordaba haberla visto nunca por allí.  No podía negarse que era una chica bastante bonita.  Era alta y delgada, de cabello rojizo, ojos verdes, tez clara, nariz perfecta y un par de graciosos hoyuelos en las mejillas; las cuales terminaban de adornarse con unas ligeras pequitas sobre estos.  Ella estaba prácticamente encima de Steven; un una pequeña sonrisa lasciva en sus labios, y los brazos alrededor del cuello del antes mencionado.

-"¿Entonces?, mira que no te estoy pidiendo nada a cambio.  Solo algo de diversión para los dos".

Steven miró a Chelsie (así se llama la pelirroja), y suspiró pesadamente.  Obviamente tenía la intención de volver a decir que no; más al abrir los labios para cumplir con dicho fin, no salió ni una palabra de estos, pues los pequeños y rojos labios de la hermosa Chelsie aterrizaron de lleno sobre los primeros, acallándolos de manera inmediata.

Kamatari miró, con el corazón acelerado, el superbeso que Chelsie le dio a Steven; tras lo cual la joven se separó de este con una sonrisa juguetona, lista para cumplir con 'aquello' a lo que se había ofrecido de buena gana a los amigos de Steven.  Pero para total sorpresa de esta y de Kamatari mismo, Steven, luego de partir el beso, solo se limitó a mirar de la misma manera cansada a la joven, al tiempo que decía con voz pesada.

-"¿Y bien?, ¿Ya terminaste de divertirte?."- ante el gesto de desconcierto inicial de la joven, y su posterior mohín de disgusto, Steven continuó - "Dime Chelsie, ¿acaso tus amigas no te han hablado aunque sea un poco de mí?- por la mirada que le plantó la joven, Steven supo que la respuesta era si- "Bien, entonces sabrás que cuando digo que no, significa que no.  Lo siento, pero en realidad no me atrae la idea de estar contigo.  No me mal interpretes, no se trata de ti; eres en realidad muy bella y sensual; pero el problema aquí soy yo.  Creo que tal vez, nunca más vuelva a ser el mismo después de todo, creo que ya me es imposible."- esto último Steven lo dijo como si estuviese con su mente en otro lugar, uno muy lejano por cierto.

Ante las palabras de Steven, tanto Chelsie como Kamatari se quedaron bastante sorprendidos, más la joven intentó una vez más a pesar de todo.

-"Pero... Steven..."

-"Gracias de todos modos.  Estoy seguro que debe haber por allí un chico que te conviene más que yo de cualquier forma"- sin siquiera dejarla terminar de hablar, Steven se dio media vuelta y siguió su camino hacia la facultad de leyes, que fue donde la joven lo había interceptado.

Por su parte Kamatari, quien aún no salía de su asombro; siguió desde una distancia prudencial a Steven de manera casi mecánica, mientras que en su mente trataba de analizar el extraño comportamiento de un casanova como Steven, al tiempo que se preguntaba a si mismo por que rayos de pronto se interesaba tanto en el tema de pronto.

Pronto llegaron a la facultad de leyes; y como aún con el retraso, era bastante temprano, no habían más de tres o cuatro almas aparte de ellos dirigiéndose al igual que ellos dos a sus respectivos salones.

Una vez en el salón, Steven se dirigió a paso lento a su pupitre.  Estaba agotado, realmente cansado; pero descansar era lo último que quería en ese momento, pensar en el era lo último que quería en ese momento.  Una vez frente a su sitio, Steven decidió esperar al inicio de la clase estudiando, esa sería la mejor manera de no pensar en él, teniendo la mente ocupada al cien por ciento.  Muy lentamente dejó encima el libro que había llevado consigo, así como su pluma y todos los papeles en blanco que había logrado reunir; miró estos últimos y pensó que lo mejor sería comprarse un cuaderno de notas,.... al igual que él.  Sonrió con tristeza para si mismo, y procedió a sentarse, pero sus piernas de pronto no le respondieron y estuvo a punto de caer si no fuera por que se sostuvo a tiempo con el mismo pupitre.  Era cierto, no había comido desde el día anterior, y solo el desayuno; pero la verdad que no tenía hambre; y no había estado durmiendo más de dos o tres horas por noche desde hacía tres noches, pero era demasiado doloroso tener la mente en blanco, prefería seguir leyendo y estudiando, aún cuando para eso terminara con dolor de cabeza y los ojos enrojecidos por la débil luz de las lamparillas de aceite con las cuales se procuraba luz durante la mayor parte de la noche.  Con dificultad se sentó en su sitio, y luego hundió su rostro entre el hueco de sus propios brazos.  Se sentía tan cansado.

Un ruido repentino lo hizo alzar la mirada, solo para encontrárselo a él sentado dos carpetas delante suyo.  Aquel dolor que lo había estado acompañando se intensificó ligeramente, mas a pesar de ello, Steven sonrió un momento para si mismo.  Estar con él a solas en una misma habitación, aún cuando fuera en el salón de clase, aún cuando él ni siquiera le hablase, ya de por si era como un pequeño sueño hecho realidad; un sueño que se daría el lujo de saborear aunque sea solo por un par de segundos.  Aún con aquella sonrisa interna, y con las fuerzas ligeramente renovadas, Steven abrió el libro del cual había estado estudiando en los últimos días.

Por su parte Kamatari no podía quitarse el sentimiento de angustia que se apoderó de su ser al momento de verlo casi caer al suelo.  Trataba de leer lo que había escrito la última clase, pero no podía; ¿por qué se vería él tan débil?, no podía entenderlo... ¡¡¡¡¿¿¿¿Y QUE RAYOS LE INTERESABA A ÉL LOS ASUNTOS DE ESE SUJETO!!!???.  ¿Acaso no se había repetido una y mil veces que no le interesaban en lo absoluto?... entonces, ¿por qué esa angustia en su pecho?..... ¿Por qué?.  Kamatari tuvo que dejar sus pensamientos de lado a la llegada del profesor, o por lo menos eso intentó... pero... simplemente no pudo hacerlo.

**********

Jueves por la noche. Algunos ya están durmiendo pacíficamente en sus camitas, otros se matan estudiando para el examen del día siguiente; algunos profesores corrigen exámenes tomados ese día, o tal vez un día antes, otros preparan por el contrario las preguntas de las pruebas que tomaran al día siguiente, o bien la próxima clase. 

Unas manos se mueven nerviosas, definitivamente tomar una decisión así no es nada fácil; pero un buen profesor debe de hacer todo lo que este a su alcance para lograr sacar lo mejor del intelecto de sus estudiantes.  ¿Aunque no lo haga por los mejores medios?.... ¿aunque no sean los más morales? ... ese era en realidad el problema.  El profesor Jhonson suspiro... ¡al diablo!, de alguna manera u otra lo había decidido ya de antemano, solo que ahora tendría que buscar una buena excusa par poner en marcha su plan.  Buscó un rato entre sus papeles, la ficha de registro de notas de sus queridos estudiantes; una sonrisa burlona apareció en sus labios, con las notas de la mayoría una excusa era de lo último que se debía de preocupar.

-“Bueno, bueno; estoy seguro de que el martes mis queridos alumnitos morirán de felicidad cuando les de las buenas nuevas”.

Y tras decirse estas palabras a si mismo, tomo un par de hojas de papel y comenzó a recortarlas en pedazos iguales, al tiempo que formaba grupos de nombres en otro papel; debía de ser bastante cuidadoso si es que quería que su plan le saliera bien... y que nadie lo descubriera.  Bueno, de todas maneras todo eso no llevaría más de un par de horas.

**********

Sábado, 2 de la tarde.  Kamatari salía de su última clase de la semana; por fin tendría suficiente tiempo para dormir a sus anchas durante todo lo que quedaba del fin de semana.  Tenía planeado ir a la calle donde estaban sus tiendas favoritas por la tarde, incluyendo su panadería - pastelería favorita, tenía pensado comprarse sus bollitos favoritos.  Pero antes tendría que sacar dinero de su habitación. Silbando se fue hasta el edificio de estudiantes donde estaba su cuarto.

Steven había salido de su última clase de manera apresurada, como lo había hecho durante toda la semana.  Estaba cansado, muy cansado.  No había comido nada desde el desayuno del jueves, y la verdad que su organismo le estaba reclamando por la falta de cuidado que le estaba aplicando, no dormía, no comía; y eso era algo que nunca antes había hecho consigo mismo.  Con pasos rápidos y bastante cansados consiguió llegar hasta las escaleras que llevaban hasta el segundo piso; pero las fuerzas le fallaron de manera miserable en los últimos escalones, obligándolo a quedarse en el último de los escalones por un buen rato, mientras trataba de recobrar fuerzas, o más bien dicho de mantenerse consciente, porque sentía que se estaba desvaneciendo.  Se pronto el piso comenzó a moverse bajo sus pies, y todo se empezó a oscurecer.

Kamatari subía alegremente por las escaleras cuando de pronto algo cayó sobre él de manera pesado.  De no ser al gran sentido de estabilidad que tenía se hubiese caído escaleras debajo de manera aparatosa con todo y el bulto. 

Kamatari abrió los ojos lentamente y se encontró entonces sosteniendo a la última persona en la cual había pensado ese día.  Kamatari casi muere de la impresión cuando se dio cuenta de quien había caído (literalmente hablando) encima suyo, para luego mandarlo bien lejos con todos los merecidos insultos del caso; pero cuando estaba a punto de hacerlo, se dio cuenta que de manera extraña, Wildfire estaba con los ojos cerrados, y una observación más detallada le dejo ver que el individuo al cual estaba reteniendo en sus brazos estaba inconsciente; y no solo eso, sino que además estaba tiritando, y estaba con el rostro cubierto de sudor.  Kamatari, de manera cuidadosa, colocó el torso de su mano sobre la frente de Steven, solo para confirmar sus sospechas, que el rojo de sus mejillas significaba que tenía fiebre, no solo eso; Steven Wildfire estaba literalmente hablando volando en fiebre.  Ahora Kamatari estaba realmente asustado.

En un primer momento no estaba muy seguro de que hacer, pero lo que si sabía era que no podía dejar a alguien en medio de las escaleras, aunque ese alguien fuera Steven Wildfire.  En un primer momento pasó por la cabeza de Kamatari esperar que alguien pasara por allí, pero luego de cinco desesperantes minutos de espera sin que nadie pasara por allí, recordó que como la semana pasada se habían celebrado las festividades, ahora todo el mundo estaba demasiado ocupado, y el edificio debía de estar prácticamente vacío, pues todo el mundo o bien estaba recuperando clase, o bien estaba metido en alguna biblioteca o salón vacío suplicando por que le entrase toda la información para el exámen siguiente; las posibilidades de que alguien pasara en ese momento, o en algún momento dentro de las próximas 2 horas era casi nulo.  Y él seguía en la misma posición en medio de las dos escaleras con ese sujeto en brazos.  Kamatari suspiró; no tenía muchas posibilidades en realidad, vaya suerte la suya.  En fin, pareciera que tendría que llevarlo él mismo hasta algún lugar donde pudiese dejarlo a salvo.  Kamatari comenzó a pensar en las posibilidades nuevamente.  Pensó en llevarlo a una enfermería... pero para ello debería de cruzar todo el campus llevándolo en brazos, solo para que la enfermera le dijera al final que debía de quedarse allí por ser él quien lo llevó...ya había escuchado varias veces que eso era lo que ocurría siempre.  Solo le quedaba una única y miserable opción.... tendría que llevarlo ÉL MISMO a su habitación (la de Wildfire obviamente). 

Kamatari, resignado, levantó en vilo a Steven, quien aún estaba inconsciente, y se dispuso a llevarlo hasta su habitación, con bastante fastidio por cierto.  No era que le pesase ni nada de eso, porque él tenía la suficiente fuerza para levantar una catapulta de madera de las grandes sin ninguna dificultad... pero ahora estaba cargándolo a él... y no era nada, nada agradable.  No le tardó más de dos minutos en llegar al frente de aquella puerta, y fue entonces que un sin fin de emociones entremezcladas se desarrollaron en su interior.  No pensó volver a estar frente a aquella puerta nunca más en toda su vida, mucho menos volver a entrar a aquella habitación, y sin embargo era exactamente lo que iba a hacer en ese preciso momento; pero definitivamente no por propia voluntad... simplemente que no podía dejarlo abandonado y quedar en paz con su conciencia, aún cuando fuera un perro... con el perdón de los perros.  Aspiró de manera profunda y se decidió a entrar, pero entonces recordó un pequeño detalle... no tenía las llaves de aquélla habitación... y no creía que la hubiese dejado sin seguro.  Por si acaso se decidió a ver si no se equivocaba... no, la puerta estaba con llave, y eso solo significaba una cosa.

Con el corazón latiéndole a mil por hora, Kamatari comenzó a tantear por sobre el saco, los bolsillos de Steven, mientras suplicaba a todos los dioses que estuviesen allí y no tuviese que buscar en los bolsillos del pantalón. ¿Que había hecho él para merecer semejante castigo?.  Pues bien, para suerte suya las llaves estaban en uno de los bolsillos del saco de Steven, tras lo cual con rapidez Kamatari abrio la puerta del cuarto, y entró lo más rápido que pudo.  Cuanto más rápido fuese en aquella empresa, más rapido finalizaría todo aquel martirio.

Con gran celeridad, Kamatari colocó a Steven en el sofá, y se dispuso a irse, pero su consciencia le reclamaba que no podía dejarlo así.  Además del hecho de que había algo que le estrujaba el corazón por ver en el mal estado en el que Steven se encontraba... claro que no era algo demasiado fácil de aceptar aquello último.  Prácticamente derrotado por si mismo, Kamatari pensó en que necesitaba algo para cubrirlo; y para su suerte, justo cuando pensaba en que tendría que entrar a aquella habitación, se dio cuenta de que había una manta justo en uno de los brazos del sofá, por lo que lo abrigo lo mejor que pudo pensando en salir rápido de allí.  Pero aún no podía... volvió a mirarlo, y pudo distinguir lo mucho que había perdido peso, y en ese preciso momento un ruido de protesta salió del estómago de Steven, lo cual hizo que Kamatari frunciera el ceño.

*¿Que no podía por lo menos comer antes de desmayarse?*- penso con desgano, mientras que se dirigía a la pequeña cocinita; aquello iba a durar más de lo que esperaba.

**********

Cerca de un cuarto de hora después, Kamatari tenía preparada toda una jarra de té, y había sacado unos bizcochitos que había encontrado de milagro en la alacena.  Era como si no hubiese comprado comida durante días.  Kamatari puso todo en una bandeja y se dirigió hacia donde Steven dormía, ahora de una manera más tranquila.  Dejó todo en la mesita y se acercó a probar por última vez antes de irse.  Kamatari respiró profundo y colocó con cuidado su mano en la frente de Steven; aún tenía fiebre pero esta había bajado un poco.  De repente sintió un alivio inesperado, y se dispuso a marcharse de una vez y por todas; y mientras se disponía a marcharse, dijo en voz baja y de manera casual

"¡Mou!"- se quejó con fastidio- "Para la próxima vez cuidate un poco más, a ver si dejas de causar tantos problemas."

Cuando de pronto una cálida mano lo sujeto por la muñeca, y cuando volvió el rostro pudo ver a Steven mirándolo directamente a los ojos, de una manera extraña y cansada.  De pronto se volvió a sentir como atrapado por aquel hombre.  Entonces Steven sonrió lentamente, y aflojó un poco la mano con la que retenía a Kamatari.

"Mi hermoso ángel... en realidad volviste a mi"- y mientras decía esto acercó lentamente la mano de Kamatari hasta sus labios, y la beso con mucho cuidado y ternura.

Kamatari estaba completamente paralizado, no sabía bien que hacer; quería huir de allí, pero no tenía la más mínima idea de como hacerlo.

Por su parte Steven no parecía darse cuenta de la incomodidad que sentía el joven que estaba frente a él, la verdad era que estaba demasiado ocupado en explorar su mano.  Entonces, luego de un interminable minuto de minuciosa y demasiado lenta inspección, Steven dejó la mano de Kamatari, pero casi de inmediato su mano se concentró en explorar los rasgos faciales del mismo, pasando sus dedos lentamente por el rostro, ahora bastante rojo, de Kamatari; por su nariz, por sus párpados... por sus labios.

"Eres tan hermoso"- volvió a repetir de manera lenta Steven, mientras enmarcaba de manera anhelante la forma de la boca del atemorizado muchacho.  Y fue este temblor ya casi imposible de ignorar, el que hizo que Steven parara su exploración.

"¿Por que tiemblas?. ¿Acaso crees que te voy a hacer daño?"- preguntó más para si mismo que para Kamatari, y casi de inmediato una atormentada expresión apareció en su rostro, mientras que con insistencia repetía una y otra vez- "¡¡NO!!, ¡No te voy a hacer daño!, yo mismo me lo juré, nunca más te voy a volver a hacer daño... yo te amo."- Y como tratando de probar sus palabras en ese mismo momento, Steven se medio inclinó en dirección a Kamatari, mientras que enmarcaba con toda la palma de su mano el rostro de su 'ángel', con obvias intenciones de darle un beso.

Kamatari se sintió perdido, más que nada porque de pronto sentía que su propio cuerpo no le respondía en lo absoluto, y solo atinó a cerrar fuertemente los ojos, en espera de lo que era prácticamente un hecho.  Pero por más que espero y esperó, aquel roce nunca llegó, y entonces se arriesgó a abrir los ojos, solo para encontrar a Steven nuevamente echado sobre el sofá, demasiado cansado al parecer, y mirándolo de una manera que Kamatari no se atrevía a interpretar.

"Eres tan hermoso... y frágil... no quiero... hacerte daño... no quiero que me temas... aunque sea en ... mis sueños..."- y tras estas palabras Steven cerró los ojos, volviendo a quedarse profundamente dormido.

Kamatari no se creía lo que le había ocurrido, y en cuanto recuperó por lo menos un poco de control sobre su propio cuerpo salió de aquella habitación lo más rápido que pudo.  Con apuro se dirigió hasta su propia habitación en el segundo piso, y no fue hasta que entró en esta y cerró la puerta tras de sí que se atrevió a respirar de nuevo.  Recostándose contra la puerta, trató de decirse a si mismo que nada había pasado, que todo estaba muy bien; pero entonces sus piernas volvieron a fallarle de manera miserable, haciendo que cayera poco a poco al suelo, pues la puerta detenía poco a poco su caída.  Estuvo así un tiempo, pero no tuvo la más mínima idea de cuanto, con la mente en blanco navegando por algún lugar.  Hasta que de pronto se paró como un autómata, recogió algo de dinero de su cajita personal, y sin saber bien como se dirigió a la calle, a comprar las galletas y panecitos que desde un principio tenía planeado comprar, esos planes que no incluían nada de lo que había sucedido hacía tan solo un tiempo atrás.

**********

Kamatari volvió algunas horas después, cuando ya comenzaba a anochecer, junto una gran bolsa directamente salida de la panadería, y se dirigió sin pensarlo dos veces hasta el techo del edificio de estudiantes; necesitaba de toda la compañía que sus bebés pudieran proporcionarle en ese momento.

Una vez en su lugar especial, Kamatari sacó dos enormes medialunas de mantequilla (uno de sus vicios adquiridos en el nuevo mundo), y después de colocarse una de estas en la boca, comenzó a deshacer la otra sobre un platito que tenía guardado en el mueblecito donde guardaba todos los utensilios y la comida de sus bebés, y luego puso el platico a un costado, con lo cual una pequeña bandada de avecitas salidas de las cálidas casitas invernales puestas en el lugar, fueron a posarse a los costados del platito y comenzaron a picotear encantadas el manjar que su querido 'papá' les había llevado ese día.  Por su parte, Hime se fue directamente al hombre de su dueño, y comenzó a picotear directamente de la medialuna que Kamatari tenía en la boca.

Kamatari permaneció un buen rato en silencio, mientras mordisqueaba casi con desgano lo que cualquier otro día hubiese comido con tanto gusto, hasta que de pronto tomó a Hime entre sus manos, y luego la abrazó comtra su pecho, y preguntó casi en un susurró "¿Qué es lo que me está pasando Hime-chan?. Por favor, dímelo; porque yo no sé lo que me pasa... no lo sé...'

**********

Steven despertó cuando la tarde terminaba, y de pronto miró a su alrededor confundido; no tenía la más mínima idea de donde estaba, pero luego de un rato se dio cuenta que estaba en su propia habitación, un misterio resuelto, ahora la gran pregunta era ¿como había llegado hasta allí?...ni idea, al final llegó a la conclusión de que lo más probable fuese que él mismo hubiese llegado por cuenta propia, pero no se acordaba. Lo cual no sería tan raro, pues últimamente hacía las cosas, pero estaba tan cansado que no se acordaba de lo que había hecho tan solo un momento después, claro que ese ya era el colmo, pues ni siquiera recordaba haberse puesto encima la frazada que lo cubría... o haber hecho el té que se asomaba frente a si mismo en la bandejita de la mesa, ni haber puesto los bizcochitos... definitivamente eso ya era el colmo.

Con mucho esfuerzo logró incorporarse en su sitio, hasta sentarse por completo, y entonces sintió un gran dolor en la espalda.  Cerró los ojos, intentando recordar lo que le había ocurrido; y entonces llegó a su memoria el maravilloso sueño que había tenido.  Soñó con él, soñó que estaba a su lado, y que se preocupaba por él, que lo cuidaba.  Steven sonrió con tristeza.

"Lástima que solo fuera un sueño.  Mi reino por el cumplimiento de ese sueño"- dijo finalmente con triste ironía.

Sin muchas ganas tomo un bizcocho y colocó un poco de té en la tacita que estaba en la bandeja.  Hizo un gesto de desagrado pues el té estaba frío, pero entonces frunció el ceño y le dio otra probada al té, sabía diferente a como siempre lo preparaba, estaba como... mejor.  Sintió pena de no recordar como lo había preparado, y le dio un sorbo más.  Entonces volvió a pensar en su sueño... si tan solo se pudiese hacer realidad; casi podía escuchar la voz de 'su' ángel exigiéndole que se cuidara un poco más, fue tan real. Steven entonces se detuvo en seco ante un loco pensamiento que surgió por su mente, pero casi de inmediato lo descartó; era imposible que eso hubiese pasado.  Entonces se preguntó a si mismo si de alguna manera, alguna vez 'él' volvería a interesarse de alguna manera en lo que le pasara.  Bueno, últimamente ya no lo miraba mal, como a principios de semana, sino que ... era una tontería.  Pero aún así, volvió a repetirse, fue tan real.  Entonces, como si fuese una posibilidad, se le ocurrió a Steven la más grande de sus locuras.

*¿Y si fue algún tipo de aviso? ¿Y si en verdad el se preocupa por mí?*

De pronto Steven pensó que si era así, entonces el descuido que tenía sobre si mismo solo le ocasionaría otra pena a su amado.  Entonces, de alguna manera, otra vez lo estaría lastimando.  Steven se sintió miserable de nuevo.

"Pues bien"- se dijo entonces enérgico- "En ese caso no puedo dejarme a morir.  Le demostraré que nunca más lo volveré a lastimar de alguna manera, aunque ya no exista ninguna posibilidad entre nosotros"

Y diciendo esto, trató de incorporarse, pero la debilidad le ganó, y volvió a caer sobre su sitio.  Así que luego de un rato y con una actitud más calmada, volvió a intentar incorporarse, lográndolo esta vez, y dirigiéndose hacia su cama; pues con la taza de té y el bizcocho ya se sentía repleto; y el sueño volvió a invadirlo.

Una vez en su cama; Steven estuvo a punto de dormirse en el acto, cuando un ruido familiar se dejó oír sobre su cabeza.  Era él; estaba seguro de eso.  Con una sonrisa, Steven cerró los ojos, y se durmió lentamente; al tiempo que por su mente pasaba la idea de que, sin importar como, su pequeño ángel estaba velando por él... de alguna manera.

**********

Martes por la mañana, comenzaba la primera clase del día; era la clase del profesor Jhonson.

Kamatari llegó de manera apresurada junto con Matt y Kate; y como se había vuelto costumbre, Steven ya estaba sentado allí, dándole una hojeada a sus notas de la clase anterior.  Involuntariamente, y al igual que el día anterior; Kamatari se fijó en la visible mejora de Steven, quien a pesar de verse aún algo delgado, estaba recuperándose, y además se veía más descansado.  Al darse cuenta de los rumbos que tomaba su mente, se molestó consigo mismo y se obligó a ir a su propio sitio, sin pensar en nada más que la clase que estaba a punto de empezar.

Fue entonces que el profesor llegó.  El era un muy buen profesor, y un buen hombre.  De mediana edad, bien parecido y muy preocupado por sus alumnos, solo tenía un ligerísimo defecto.  Su sentido del humor era más negro que una noche sin luna; casi, casi, le recordaba a aquel policía psicópata que ahora era jefe de Cho, ese tal Saito.

El profe entonces llegó a su pupitre; y para susto mayúsculo de sus estudiantes esbozó una enooooooorme sonrisa gatuna; una de esas que hacían temblar a los estudiantes más de lo que temblaban las hojas de los árboles sacudidas por los fuertes vientos otoñales.

"Buen día mis queridos niños y niñas"- saludó de manera dulzona a sus estudiantes.- "He venido hoy con una maravillosa sorpresa que estoy seguro que los dejará mudos de la alegría."

Una ola de preocupación mezclada con miedo inundó el ambiente... definitivamente ese anuncio inicial no representaba en lo absoluto buenas noticias.

"Pues bien; como no quiero hacerlos esperar más, les contaré la maravillosa idea que se me ha ocurrido.  Bueno, ya que falta toooodo un mes para que acaben las clases de este semestre, he decidido dejarles un maravilloso trabajo grupal que les robara hasta el último de sus minutos libres durante las próximas cuatro semanas" - informó con gesto inocentón.

Una gran protesta se dejó oír entonces en todo el salón, más el profesor ni siquira se inmutó.  Simplemente se dedicó a sacar un montón de papelitos cortados en iguales proporciones, junto con una bonita bolsa negra de terciopelo y una hoja de papel en blanco, que presumiblemente era para los nombres de los alumnos; y una vez que hubo terminado simplemente dijo...

"Por cierto... ¿Ya les he dicho los bonitos promedios que la mayoría presenta hasta ahora?... y solo por preguntar ¿Sabe la mayoría de ustedes rezar?".

Un silencio sepulcral inundó el aula, dejandose escuchar solo el zumbido de un molesto mosquito, y los sollozos casi suplicantes de varios de los jóvenes.

"¡Bien!"-dijo entonces el profesor con un muy buen ánimo- "entonces, ya que veo que todos estan mudos del contento con la noticia; en este papelógrafo que extiendo aquí en la pizarra está la lista de temas en la que tan afanosamente y con tanto cariño van a trabajar durante éstas semanas.  Los grupos constarán de tres miembros cada uno; y se darán por sorteo, nada de afinidad ni amistad, que no estoy para que al final me digan que se la pasaron conversando en vez de trabajando.  Cada uno tome un papel y escriba su apellido en este, luego dóblelo en 4 parte iguales y métalo a la bolsa negra. Ya que son 42 caballeros, y 6 damas, no habrá nadie que sobre o falte en ningún grupo.  ¿Alguna pregunta?- terminó de decir por toda explicación el profesor.

No se dejó oír ni un murmullo en toda el aula, por lo que el profesor continuó...

"Ya que faltan, al parecer, tres chicos y tres chicas; esos ya se dan como dos grupos formados; por lo que las alumnas que si han venido a clase, quedan como el segundo grupo femenino formado.  ¿Están de acuerdo señoritas Kate, Vivian y Mallory?"- preguntó el profesor a las tres jóvenes presentes, a lo que las tres respondieron afirmativamente.

Esto la verdad que le dió mucho gusto a Kamatari, porque desde que Eve había participado en aquello que no quería recordar; se alejó de manera tajante de Kate y Vivian, y se unió al otro grupo del salón, en el cual la pobre Mallory era utilizada por las otras para hacerles la tarea, la comida, y un montón de cosas más, y todo a cambio de muy malos tratos.  La pobre estaba tan asustada que nunca se le ocurrió siquiera salirse de aquél grupo, esta sería un excelente oportunidad.

"Espero"- continuó el profe- "que alguien me haga el favor de avisarle al trío de siempre que son un grupo también" -comentó refiriéndose al antiguo grupo de Steven.

Mientras que el profesor hablaba, uno a uno los alumnos habían ido a tomar un papel, y colocándo su nombre en estos, los habían introducido en la bolsa; y ya habían terminado para cuando el profesor terminó de hablar.

Luego de esto, el profesor movió enérgicamente la bolsita y comenzó a sacar de tres en tres los papelitos con nombres; asignándo a cada grupo un trabajo de acuerdo al orden en el que estos estaban puestos en el papelografo.  Habían pasado unos minutos; cuando el profesor sacó uno de los tres nombres involucrados en el asunto que tanto lo preocupaba.  Suplicó al cielo estar haciendo lo correcto, porque luego de sus siguientes tres palabras ya no habría marcha atrás, y de allí sol sería cuestión de acomodar a otros en los lugares de aquellos tres a medida que salieran sus nombres.  Aspiró hondo.

"... Carter, Kamatari, Wildfire.... trabajo número 11..."

En ese momento, una explosión de emociones se desató de manera silenciosa, y a la vez explosiva en aquél salón.  En primer lugar, Carter estuvo a punto de pararse a pedir de manera no muy amable que cambiaran ese orden; pero de pronto una mano de Kate sobre la suya propia, y una mirada de Matt a sus ojos suplicantes le recordaron la amenaza de expulsión que pesaba sobre su cabeza, por lo que no le quedo otro remedio que guardarse dentro su amargura.

Por otro lado, Steven de pronto se sentía en el séptimo cielo; como si de pronto hubiese recibido el mejor regalo de su vida.  Ni siquiera se atrevía a respirar demasiado fuerte por temor a que todo fuera un sueño, y que ante el menor movimiento brusco se desvanecería como humo entre sus dedos.

Por último, Kamatari sentía emociones encontradas en su pecho.  Por un lado el miedo lo dominó, y por otro una muy pequeña e ignorada parte de su ser hervía emocionada.  Creyó que ante una situación como esa sentiría desprecio de tan solo en pensar en trabajar con él, más no era así, las dudas acerca de sus propias emociones lo estaban matando, y no podía pensar en nada más que en aquello.  De pronto Kamatari se sintió solo en aquél lugar, todo a su alrededor había desaparecido, y todo lo que escuchaba eran los latidos de su enloquecido corazón.

Fin del séptimo capítulo.


Comentarios de la autora.... =^.^=vvvvv

"GOMEEEEEENNNNNNN.... GOMEN ONEGAIIIIIIII....." - chibineko se refugia en su canastita esperando que no la decapiten por esta tardía aparición después de tantos meses.

chibineko entonces sale un poquito, asomando el hociquito, e intenta explicarse.

"Verán todos... la verdad es que he tenido un millón de problema; incluso no podré poner una imagen del diario de Kamatari en este capítulo.  Sucede que a chibineko se le malogró su PC; pero eso fue recientemente, antes de eso chibineko estuvo dando exámenes, pues está en la universidad; y entre el estudio de porque mi atuncito de cada día tiene el nombre científico de Tunnus obesus, el lugar donde vive este generalmente, la manera de sacarle las medidas, y la forma en la cual se descompone hasta sus atunados elementos primordiales cuando esta en mi pancita, se me pasaron los 4 meses del primer semestre (¿chibineko dijo por si acaso que estudia Ciencias Biológicas?), pues bien; y justo a 20 días de terminar el semestre... que el último día fue hoy 3 de agosto, se me malogró la PC, y perdí todo lo que tenía en ella.  Si chibineko no tuviera una copia de seguridad del 99% de lo que tenía en ese momento en la PC, se vuelve loca.  El asunto es que en ese 1% que no guarde estaban las fotos del diarios, y no encuentro los negativos..."- chibineko llora desconsolada su pena. =^T.T^=

"En fin; pero aquí estoy terminando por fin hoy este capítulo, ya lo tenía medio avanzado antes de comenzar clases.... y de suerte siempre chibi guarda, por consejo de ciberneko, una copia de todo lo que trabaja; asi que no perdí la información.  Y allí entran mis agradecimientos a mi amiguita Mikki-chan, escritora de fics y hechicera negra de 3/4 de tiempo (a lo que argumento que yo soy su gatita acompañante de 1/2 tiempo, aunque es raro que en vez de negra sea blanca, pero que se le va a hacer.... eso si, siempre me pasa por carbón cuando tiene que ir a sus susodichas fiestas de brujos... dis que para pasar apariencias =¬.¬=v)... en fin, le agradezco por haberme prestado su computadora para continuar el fic; sin su ayuda no habría podido lograr avanzar y terminar por lo menos este cap.  También agradezco a la compu de mi universidad, la cual separé y defendi a capa y garrita para que nadie me la quite yavanzar la última semana durante 4 horas y media... si, ya sé que soy lenta pero no lo puedo remediar."

chibineko ahora saca un montón de papeles impresos que tiene a su costado y de solo contar cuantos son se marea.

"También quiero agradecer y mandar un gran bechito felino a todos aquellos que me escribieron sus mails pidiéndome que continuara con el fic, la verdad que nunca pensé recibir tantos, yo juraba y rejuraba que hastga ahora el fic había ido aburrido, pero los mails me hicieron sentir muy bonito en los bigotes cada vez que los leía.  Gracias a Mikki-chan (si otra vez, a pesar que la tengo en la misma ciudad es la que más me pide que avance), Luciana, Alicel, Sailor Rukawa, Khiory, Loreto, Kokoro, Wendy, Chris, Marta, Nary, Shinta, Zaida... y muchas, muchísimas personas más por sus mails.  Se que algunos los conteste y otros no, me disculpo por los que no contesté, pero la verdad es que el tiempo no es mi aliado".

chibineko termina roja por el emotivo momento que acaba de vivir... aunque solo sea emotivo para ella, y llama al resto de la manada.

"Un gran bechito felino a todos, y prometemos, mis hermanos y yo, seguir trabajando con esmero hasta terminar satisfactoriamente este fic."

chibineko =*^.^*=


Avances felinos del próximo capítulo

Bueno, en resumidas cuentas, quieranlo o no, por fuerzas mayores de la naturaleza (bueno, no exactamente pero suena bonito), Kamatari, Matt y Steven tendrán que trabajar juntos durante la gran cantidad de tiempo de 4 semanitas....

¿Como actuará Steven ahora?, hay que tener en cuenta que Matt no esta muy de acuerdo.

¿Y Kamatari?, algunas cosas que no parece entender del todo se agitan en su interior, ya no está seguro ni de lo que piensa, ni de lo que quiere, ni de lo que siente.

Bueno, con estas preguntas los dejo para que se muerdan las patitas hasta el próx. cap., el cual espero que pueda terminarlo pronto.

Cuidense mucho todos, y no se desesperen, que estoy trabajando con todo mi ahinco. 

Un bechito supergatuno y felinos abrazos para todos

chibineko otra vez  =^.~=


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