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Cuando el amor vuelve a tocar el corazón por lady_chibineko

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Título: Cuando el amor vuelve a tocar el corazón


Autor: chibineko


NOTA: Todos los personajes de este fanfic pertenecientes a la serie de Rurouni Kenshin son propiedad exclusiva de su autor Nobuhiro Watsuki.


Advertencia: Este es un fanfic del tipo yaoi, lo que quiere decir relaciones chico-chico, no es apto para menores de edad; si no es de su agrado este tipo de lectura, por favor no sigan.


Capítulo X: Aprendiendo a vivir en el paraíso (parte I: Revelaciones del pasado)


Steven abrió los ojos con desesperación en medio de la noche, más pronto llegó el alivio a su ser al sentir aquel peso ya conocido encima suyo, y al acostumbrar una vez más su vista a oscuridad pudo notar con agrado como su pequeño tesoro dormía apaciblemente sobre si, en un sueño visiblemente profundo (bueno, quien lo culpa; después de todo Kamatari no esta muy acostumbrado a cierto tipo de acción, y si con una vez ya esta cansado, pues con cuatro.... =v.v=UU); era como un sueño hecho realidad... no, mucho mejor aún que el mejor de sus sueños.


Ya más tranquilo, Steven se relajó y volvió a dormirse, por cuarta vez aquella noche... pero era que el simple hecho de saberlo entre sus brazos lo llevaba al mejor de los rincones del cielo; simplemente no podía ni quería evitar despertar para comprobarlo allí... si, el mejor de sus sueños.


**********


Kamatari comenzó a despertar lentamente, se sentía increíblemente cansado. Pudo sentir los rayos del sol pegar en su cara; y algo tibio brindándole calor por debajo suyo. Trató de abrir los ojos, pero estaba tan cansado... bueno, tal vez un intento más.


Cuando por fin logró abrir los ojos, Kamatari pudo ver el rostro sonriente de Steven observarlo, sintió como acariciaba con una mano suave sus cabellos, mientras lo miraba con aquellos ojos color cielo que lo hacían de alguna extraña manera sentirse confortable y protegido; y todos los recuerdos de la noche anterior surgieron una vez más, haciendo que sus mejillas se cubrieran de un color carmesí.


- "Buenos días." - pudo escuchar decir al rubio, con un tono bastante cariñoso.


- "Ohayoo" - logró decir Kamatari con nerviosismo... de pronto se había olvidado como saludar en inglés.


Steven lo miró divertido, le gustaba oír aquel idioma en los labios de su amor... pues fue lo que estuvo escuchando durante toda la noche.


- "Ohayoo entonces." - una sonrisa devastadora se formó en los labios del rubio.


Kamatari escondió el rostro en el hombro de Steven, ya ni siquiera podía mirarlo de frente... pero podía sentir su calidez, su olor, su piel; de pronto en su pecho estaba saltando su corazón como loco, estaba tan feliz de alguna manera, pero por otro lado...


Con algo de pesar Kamatari se levantó del lecho, intentando no mirar a Steven directo a los ojos; trataba de ordenar sus ideas, pero sabía que no podría hacerlo si le daba una mirada a esos profundos ojos color cielo; buscó su ropa, la cual había sido arrojada en el piso formando un montón, y empezó a vestirse lo más aprisa que pudo.


Steven miró casi aterrorizado a su amante dejar el lecho, y casi podía sentir de nuevo esa angustia que experimento la primera noche que ambos estuvieron juntos y su tesoro lo dejó; pero no era igual, él le había dicho que estarían juntos, se lo había prometido... Steven debía de saber.


- "¿A dónde vas?" - la nota de temor en su voz no pudo ser ocultada - "Es domingo... no es necesario salirse tan temprano de la cama; podría prepararte un muy buen desayuno y..."


- "Necesito irme." - Kamatari cortó las palabras de Steven en seco y sin siquiera mirarlo, más pronto un suspiro mal ahogado dio paso a que el oriental viese de frente a su pareja, y acercándose un poco dijo con voz gentil. - "Hay... hay algo que debo de resolver ahora, algo que no puede esperar... pero... yo no... yo no estoy arrepentido de lo que sucedió, ni me retracto de lo que dije anoche; si tu aún lo quieres, si aún me quieres..."


- "¡Claro que si!... yo te amo, por eso... por eso te apoyaré en todo lo que necesites, y por eso prometo no amarrarte en este mismo momento con la soga de emergencia que guardo bajo mi cama;..." - dijo Steven en broma, tratando de bajar la tensión del momento, y alegrándose al ver su logro de arrancar una sonrisa pequeña de los dulces labios de Kamatari - "...así que vaya usted a resolver ese asunto que yo lo espero... Te esperaré por siempre si es necesario."


Kamatari mostró entonces una sonrisa de agradecimiento, y con algo de vergüenza besó los labios de su koibito (amante), tras lo cual terminó de vestirse y se dispuso a irse; más al levantarse pudo sentir un terrible dolor en su trasero... al igual que Steven notó sus extraños movimientos, y no se necesitaba ser un genio para adivinar de que se trataba.


- "¡Mi Dios!, ¿Te lastimé anoche?" - preguntó preocupado Steven, mientras que comenzaba a levantarse para ayudar a Kamatari, más este lo detuvo con un movimiento de su mano.


- "Esta bien; debí de haberlo recordado... después de la primera vez... solo que..." - *Solo que esa vez Matt-san y Kate-san no me dejaron salir de mi cama para nada en días, y yo no tenía ganas tampoco* terminó de decirse Kamatari mentalmente. - "Estoy bien, no te preocupes... hasta luego."


Steven vio a Kamatari salir de su habitación luego de que este cogiese su cuaderno y sus notas de la mesita donde habían trabajado la noche anterior; y Steven se sentía de pronto por completo impotente, y como un niño se cobijó debajo de las sábanas; no tenía ganas de hacer cosa alguna. Sabía que debía de estar feliz por lo que acababa de suceder... ¡Estaba con la persona que amaba... aquél de quien se había enamorado!!!!; sin embargo, no se sentía feliz si él no estaba allí, entre sus brazos. Casi y haciendo un puchero, Steven se acomodó del lado de la cama donde había dormido Kamatari durante la noche, y hundió su rostro en la almohada... aún olía a él; y Steven tuvo aquella gran idea. Entonces Steven lo decidió... ¡No podía estar sin él de esa manera por Dios del cielo santo!... ¡¡¡LO AMABA!!!. Bien!, de ese día no pasaría, era algo que resolvería cuanto antes, ese mismo día en realidad. Steven abrazó la almohada apretándola más contra su propio cuerpo, al tiempo que susurraba...


- "Te amo."


**********


Kamatari llegó hasta el frente de la puerta de su habitación con pasos inseguros... pero era algo que debía de hacer; después de todo lo que había hecho por él, era lo menos que le debía a Matt-san, una explicación de lo que había decidido la noche anterior... solo esperaba que Matt-san no lo condenara demasiado rápido.


Kamatari aspiró hondo y sacó su llave para abrir la puerta, más antes de siquiera poder meter la llave, la puerta se abrió dejándolo frente a frente a Matt. Kamatari pasó sin siquiera ver a los ojos a su amigo, algo le decía que no había tenido que imaginar demasiado para saber lo que había sucedido la noche anterior. Lo peor vino cuando notó que también Kate-san estaba en la habitación; ahora sería mucho más difícil aún, pero de alguna manera, Kamatari supo que así sería mejor, después de todo lo que había sucedido entre los tres... se los debía a ambos.


A paso lento, Kamatari avanzó hasta llegar a su cama, y procedió a sentarse en ella; y pudo escuchar el crujido de la otra cama, por lo que supuso que la pareja también había tomado asiento en esta. Kamatari tomo aire profundamente una vez más... Oh, Kami-sama!, se estaba muriendo de nervios... pero...


- "Matt-san... yo..." - Kamatari calló un momento, pues la verdad que le costaba seguir... Matt-san había pasado tanto por su culpa.


- "¿Si?" - el tono de voz de Matt dejaba entreoír algo así como ... ¿ira?... a Kamatari le estaba doliendo tanto.


Por fin Kamatari alzó la vista, tenía que enfrentarlos de frente; más estuvo a punto de llorar al notar la dura mirada en los ojos de su amigo. Ya ni siquiera se atrevía a mirar a Kate-san, algo le decía que no podría soportarlo, así que volvió a bajar la mirada... y continuo


- "Yo, anoche... anoche, estuve con Steven... yo he decidido... aceptarlo... como mi pareja." - jamás Kamatari había sentido que frase alguna se le hubiese dificultado tanto, y lo que siguió fue peor aún.


- "¡MALDICIÓN KAMATARI!... ¡QUE DEMONIOS CREÍAS QUE... EN QUE MIERDA ESTABAS PENSANDO!... Con ese sujeto... con él... tú... " - Matt simplemente se volteó sobre su sitio, pues se había parado de golpe cuando comenzó a gritar... y dio una muy clara muestra de su desagrado por la situación... listo, Kamatari había perdido a su mejor amigo, ahora lo sabía; y lo más probable era que también a Kate-san... él...


Kamatari bajó la cabeza y se aferró a las frazadas de la cama casi con desesperación, mientras silenciosas lágrimas empezaban a surcar su rostro; más entonces algo cálido rodeo a Kamatari, y al abrir los ojos pudo distinguir a Kate abrazándolo con calidez y dulzura; y Kamatari no pudo hacer otra cosa más que abrazarse también a Kate y aferrarse a ella como una tabla en aquel momento en el que se sentía ahogar.


- "Esta bien Kamatari, todo esta bien. Si eso te hace feliz, si tu estás feliz; yo también estoy feliz por ti. Prometo apoyarte en todo lo que tu quieras amigo." - Kate sonrió de manera confortante para Kamatari, y este solo pudo mirarla con ojos agradecidos y aferrarse aún mucho más a ella.


- "Pero que demonios!... ¡¿Kate?!..." - Matt no podía creerlo, y pasó una mano con exasperación por su cabello... ¡No podía creerlo, y estaba a punto de continuar cuando una increíblemente dura mirada salió de los ojos de Kate y fue directo hacia donde él estaba, dejándolo cuasi helado en su sitio.


- "¿Yo que Matt?... ¿Acaso ahora también me vas a prohibir que le diga a mi amigo cuanto lo quiero y me alegra el que él sea feliz solo para que tu te sientas mejor?" - las palabras de Kate eran tan duras en el tono de su voz como la mirada que aún sostenía sobre su novio - "Pues en ese caso lo siento mucho por ti, pero yo me encuentro muy feliz de que 'MI' amigo sea feliz, después de todo lo que ha sufrido, después de que pensó que no encontraría jamás a alguien con quien sentirse amado; me siento dichosa de que se haya equivocado en aquello que creía, y pienso demostrárselo como lo debe hacer una buena amiga." - y dirigiéndose a Kamatari, y cambiando por completo la dureza de su rostro, así como el tono de su voz y su mirada - "No importa lo que pase Kamatari, yo te apoyaré en esto; por que ... ¿Eres feliz, cierto?"


Kamatari miró a Kate, casi y no podía creer lo que ella acababa de decir, pero aún con lágrimas en los ojos, Kamatari asintió... si, en ese momento, y a pesar de todo, él era feliz.


- "¡¿Pero es que acaso ambos se han vuelto locos!?" - rugió de pronto Matt - "Que no se dan cuenta que ese tipo dejará a Kamatari con el corazón destrozado para cuando se aburra de él... ¿cuánto demonios creen que durará esto?, una semana, un mes... tal vez dos o tres... ¡Maldición!"


- "¡Pues cuando eso ocurra yo estaré allí para apoyar a Kamatari, si es que eso en realidad sucede!, ¡¿Qué no puedes ser un poco menos....?!" - pero las palabras de Kate fueron cortadas por un murmullo de Kamatari.


- "Eso yo ya lo sé... estoy preparado para las consecuencias de mis actos."


- "Kamatari..." - Kate ahora si que no sabía que decir; Kamatari continuó.


- "Esta bien Kate-san. Yo... yo ya sabía eso; en realidad no espero que dure demasiado, aunque espero que dure todo lo que pueda durar. Yo... simplemente... quiero saber lo que se siente... unos brazos sosteniéndote cuando lo necesitas, alguien que te diga que te ama, alguien a quien tomar de la mano para no sentirte tan solo. Yo quiero poder guardar todo eso, quiero poder atesorar esas sensaciones, los recuerdos... el sentimiento... para que cuando muera y vaya al otro mundo, no me arrepienta nunca por no haber podido tener nunca alguien a quien decir que amé... aunque sea solo por un tiempo." - Kamatari alzó la vista hacia Kate, con los ojos inundados de lágrimas y una sonrisa débil en los labios. - "Sé que terminaré con el corazón destrozado, que Steven no se contentará solo conmigo porque él es alguien de mucho mundo y yo no tengo nada de eso, pero... quiero intentarlo."


Kate asintió, y Kamatari supo que sin importar que, él podría contar con ella; entonces ambos voltearon al escuchar un suspiro de derrota, y vieron a Matt mirarlos de una forma extraña por un rato, luego bajó la mirada y dijo con desgano...


- "Pero que conste que aún no me gusta todo esta... a la primera que ese idiota haga alguna estupidez... que ni sueñe con volver a acercarse a ti..." - y luego abrió la puerta retirándose de la habitación, al tiempo que lo escuchaban murmurar algo de - "Una sola vez, y... ese sujeto no me gusta nada." - y Matt desapareció por la puerta sin siquiera mirar hacia atrás, al parecer necesitaba tiempo para asimilar todo aquello.


- "No te preocupes, se le pasará. Tu sabes Kamatari, él te quiere mucho de verdad; una vez me dijo... pero no le digas que yo te lo dije..." - Kate de pronto tomaba una cómica actitud de seriedad - "Que tú eras algo así como su hermanito menor... se siente obligado a cuidarte."


Kamatari sonrió ante esta perspectiva sin poder evitarlo, después de todo Kamatari estaba seguro de ser mayor que Matt-san, y se abrazó una vez más a Kate. Les deparaba un largo día por delante, el cual iba a empezar con un buen desayuno... a Kamatari comenzó a gruñirle el estomago... se moría de hambre... hmmmm, le hubiese gustado desayunar con Steven.


**********


Ya casi eran las dos de la tarde, para cuando Kamatari volvió a la habitación del tercer piso. Había hecho de todo ese día para no pensar demasiado en lo que estaba a punto de enfrentar de ese momento en adelante (a pesar del dolor que tenía en sus partes traseras). Había limpiado toda la habitación; había alimentado, limpiado y sobreabrigado a sus bebes (el día estaba muy frío en realidad), había ido a lavar su ropa (no le gustaba que nadie tocase su ropa, en especial la que había traído de Japón, osea su bata blanca para dormir y su ropa interior... aunque a veces utilizaba ropa interior occidental), había preparado un almuerzo ligero, y por último había hecho un montón de nuevos apuntes para el trabajo... y ahora estaba de vuelta en la habitación de Steven; sentía mariposas en el estómago.


Kamatari tocó a la puerta, y no pasaron más de tres segundos antes de que esta se abriera en un dos por tres; y de paso de que Kamatari fuera jalado hacia adentro sin que el dueño de la habitación se preocupase de nada más.


Steven estaba demasiado feliz abrazando y besando por todos lados a Kamatari como para dejarlo decir palabra alguna; y estaba en este asunto cuando de pronto la puerta fue tocada de nuevo. Con gran desgano Steven soltó a Kamatari en un suspiro preguntándose quien sería, cuando encontró al abrir la puerta a Matt y a Kate fuera; ambos con una gotita sobre la cabeza y al primero algo... enojado.


- "¡Carter!, ¡Kate!... No me di cuenta de que estaban afuera cuando abrí... ¿Acaban de llegar?."


Matt solo soltó un gruñido antes de entrar seguido por Kate, murmurando algo acerca de que por si Steven no lo recordaba, tenían un trabajo pendiente.


- "Espero que no te moleste si vengo a acompañarlos... es que mis compañeras y yo no trabajamos el domingo." - dijo Kate con toda la calma que pudo mientras notaba la mirada asesina que le propinaba Matt a Steven al ver a Kamatari tratar de arreglarse un poco la, de pronto, arrugada ropa.


- "¡Claro!, no hay problema Kate; eres bienvenida por aquí cuando quieras.... ¿Té?"


Kate sonrió ante esto... por lo menos así se aseguraría de que Matt no mataría a Steven; mientras tanto por su parte Matt pensaba que no le gustaba para nada que SU novia y ese tipo se estuvieran tuteando... aunque claro que Kate le había dado permiso... pero igual.... grrrrr.


Steven preparó una enorme jarra de té, y la colocó sobre la mesita de trabajo junto a cuatro tazas; tras lo cual se sentó al lado de 'su' Kamatari, mientras que al otro lado del pobre oriental se encontraba un muy enfurruñado Matt. Kate solo se limitó a beber su té lo más calmada y silenciosamente que pudo, no sin dejar de paso de observar con detenimiento a su novio... y así el trabajo comenzó.


Kate debía de admitirlo, a pesar de todo esos tres trabajaban muy bien; aún con toda la coquetería de Steven hacia Kamatari... sí, aún así.


Las horas siguieron pasando, y Kate se dio cuenta que estaba aprendiendo mucho en realidad junto al grupo de chicos, cuando de pronto todo quedo paralizado ante una pregunta que Steven le hizo a Kamatari algo así como a la ligera; aunque Kate pudo sentir que Steven estaba nervioso.


- "Y entonces... ¿Cuándo te mudas para aquí Kamatari?"


Kamatari estuvo a punto de atorarse con la galleta que en ese momento estaba mordiendo... *Mu... mu... mudaaaaarrseee.... ¡MUDARSE!*


Steven asustado tuvo que golpear fuertemente la espalda de Kamatari...


- "¿Mudarme?" - preguntó Kamatari con un atisbo de incredulidad en los ojos una vez que logró respirar de nuevo.


- "Oh!, ya veo... no quieres..." - murmuró Steven sin poder evitarlo; más de pronto tratando de poner su mejor rostro dijo - "No importa... después de todo solo estamos a un piso de distancia, cierto?"


Kamatari seguía mirando a Steven como si no captara lo que acababa de suceder, y Kate por su parte miraba a Matt lista para cualquier cosa... aunque la verdad que Matt estaba tan impresionado como el mismo Kamatari por aquella pregunta.


- "¿Mudarme?" - volvió a preguntar Kamatari; y esta vez Steven se dio cuenta que la pregunta no estaba destinada a él, sino que Kamatari se la hacía a si mismo.


- "¿Si quieres?"- preguntó Steven con un toque de esperanza en la mirada.


Kamatari siguió mirando a Steven con aquel rostro de incertidumbre, más ya no volvió a decir nada, solo se limitó a mirarlo. Steven volvió a preguntar, pero esta vez un poco más lento.


- "¿Quieres?.... hmmm, ¿Te molesta la idea de vivir conmigo?" - Steven tomó el asunto desde otro punto de vista.


En ese momento Kamatari pareció despertar de su estupor, y respondió de prisa.


- "¡NO!, claro que no... es solo que yo..." - pero Kamatari no pudo seguir diciendo nada más, debido a que acababa de ser apresado en un fuerte abrazo de Steven, al tiempo que sus labios eran sellados por un fuerte beso... para completa turbación de Matt y Kate.


- "¡BIEN!, ¡Entonces cuando te mudas!"


Kamatari se quedó con las palabras en la boca... era imposible, al parecer, decirle que no a ese hombre. Fue entonces que , para sorpresa de todos, Kate tomó la palabra.


- "Tu solo decide cuando Kamatari; y Matt y yo te ayudaremos en lo que tu quieras.... ¿verdad Matt?"


Matt miró a Kate y con todo el dolor de su alma y su orgullo asintió; a pesar de todo, él lo admitía, quería que su amigo fuese feliz... ¡PERO A LA PRIMERA...!


Las cosas habían quedado arregladas a medias, pero entonces se le ocurrió a Steven otra pregunta que había tenido para su dulce desde hacía rato, solo que se le iba olvidando todo el tiempo.


- "Por cierto Kamatari... ¿qué significa Koi?"


Ahora si que a Kamatari casi le da un ataque o algo parecido; se puso rojo como un tomate maduro, y comenzó a balbucear algo sobre decírselo después... Y en cuanto a Steven, pues éste no entendía mucho, pero estaba extasiado y maravillado por aquello... le encantaba en realidad; sobre todo el saber que habría un después, y tal vez en su propio cuarto... juntos...


- "¿Te mudas conmigo ahora?" - dijo una vez Steven, volviendo a tomar por sorpresa a Kamatari, quien ya estaba a punto de estallar de la vergüenza.


- "¡STEVEN!" - Kamatari no sabía ni donde meterse a estas alturas... ¡Por Kami!, que vergüenza, y justo con Matt-san y Kate-san allí.


- "Por favor" - suplicó Steven poniendo ojos de cachorrito, al tiempo que se ponía de rodillas en el suelo y apoyaba la cabeza de manera lastimera sobre las piernas de Kamatari.


Kamatari ya no lo soportaba más, y solo para que aquello terminase de una buena vez... bueno, y por que en verdad le estaba comenzando a agradar la idea, casi grito...


- "¡De acuerdo!... de acuerdo; pero... será hasta mañana, ¿de acuerdo?"


- "¡Mañana!... entonces, ¿no pasarás la noche conmigo?"


Allí estaba de nuevo el rostro de cachorrito apaleado, justo frente al rostro ahora rojo luminiscente de Kamatari...


- "Yo... yo... aaahhh... yo..."


Bueno, a estas alturas ambos chicos se habían olvidado de que existía un mundo más allá de los 5 cm. de donde ellos se encontraba, y Matt estaba a punto de echar el grito al cielo, cuando sintió una mano en su hombro, y al voltear vio el rostro amable de Kate diciéndole que ya era hora de que ambos se fuesen de allí... ese día el grupo no avanzaría nada más de lo que habían avanzado hasta ese momento; y tomando su mano, Kate sacó a Matt del lugar.


Por su parte, Steven había comenzado a besar efusivamente a Kamatari, cualquier otro pensamiento había quedado atrás, ahora solo existía ese momento, y ese momento estaba hecho para amar.... esa noche estaba hecha para que ellos dos se pudiesen amar y para nada más.


**********


Kamatari pudo sentir nuevamente los rayos del sol inundando su rostro; y a diferencia de la mañana anterior, ahora no se sentía tan cansado... tal vez porque la noche no había sido tan agitada como la anterior a esa, bueno, tal vez; aunque por algún motivo que Kamatari no comprendía aún, sentía que no había pasado una tan buena noche al dormir, como si su sueño hubiese sido disturbado por algo, en fin.


Abrió los ojos lentamente, y observó al hombre que protegía su sueño en la seguridad de su abrazo... se sentía tan bien. Si no fuese porque Kamatari tenía clases a las 8, no le hubiese importado seguir en la cama, aunque estaba comenzando a extrañar el salir a correr por las mañanas; y eso que Steven aún lo hacía, Kamatari pudo sentirlo regresar casi al amanecer, y meterse de nuevo a la cama luego de ducharse, y pudo sentirlo cuando éste acarició su cabello y besó su frente. Kamatari había tenido ganas de abrir los ojos y mirarlo, a sabiendas de que aquel hombre lo volvería a amar hasta que ambos cayesen rendidos; pero no se atrevió a hacerlo... ya no era el mismo de antes, ya no era capaz de decir lo que sentía de aquella manera tan directa, ni de coquetear abiertamente como lo hizo hacía ya tiempo atrás... cuando Shishio-sama vivía; un par de lágrimas amenazaron con salir, más Kamatari se negó a si mismo a que aquello ocurriese; tenía clases, y tenía que asegurarse de despertar a Matt-san, sabía que este de seguro no estaría despierto aún, y ya era tarde.


Con cuidado, Kamatari se deslizó del abrazo de su hombre; y se metió al baño procurando asearse lo más silenciosamente posible. De todas manera tenía que volver al otro cuarto, pues no tenía su uniforme en aquel momento; tal vez lo más sensato sería bañarse allá; así que tomando sus cosas, el joven partió una vez más de aquella habitación, la cual pronto sería también su habitación... Kamatari se preguntó por cuanto tiempo podría decir aquello.


**********


El día fue tan ajetreado como cualquier lunes, y Kamatari cayó en la cuenta que no podría hacer la mudanza hasta el día siguiente. Tal vez eso fuese lo mejor después de todo, algo le decía que de alguna manera estaban apurando demasiado las cosas.


A las 4 de la tarde, el grupo estaba reunido por segunda vez en el día para seguir trabajando en la unión de la información, y su ordenamiento, y la posterior redacción de la monografía. Faltaba tan solo una semana, y tendrían que apurarse y comenzar de una vez con la redacción si es que querían terminar a tiempo, por suerte, estaban terminando con la reunión de los datos, aunque ahora existía un pequeño problema al respecto de la atención brindada al trabajo.


Matt se encontraba de lo más incómodo debido al pequeño espectáculo que Wildfire estaba dando al no dejar de coquetear con Kamatari... sin poder evitarlo, Matt se preguntó si Kamatari alguna vez se sintió también incómodo cuando se encontraba junto a él y Kate. Matt tuvo que carraspear fuertemente para que esos dos se dieran cuenta que él aún se encontraba allí; y una vez más, pudo observar como su amigo se ponía rojo de pies a cabeza sin encontrar la manera de disculparse del todo con Matt. Matt no pudo hacer otra cosa más que suspirar, eso se estaba yendo de mal en peor; y aún más desde que Kamatari le dijo al rubio que la mudanza se haría al día siguiente... si, eso iba para largo.


- "Bien Kamatari; ya entendí, no te preocupes... no me molesta. Solo que debemos de continuar si es que queremos acabar a tiempo... ¿De acuerdo todos?"


Un par de afirmaciones le siguieron a la pregunta... por lo menos Wildfire daba signos de querer terminar el trabajo aún después de obtener lo que quería... eso era bueno.


- "Bien" - continuó Matt -"Entonces creo que para lograrlo, debemos de trabajar aún más horas... sé que estamos en exámenes, así que debemos compartir nuestras horas de trabajo con horas de estudio, y lo que dormimos es ya de por si bastante poco, pero... si es que están de acuerdo los dos... creo que debemos de comenzar a escribir el trabajo por las noches. ¡Se que es pedir demasiado!; pero no nos queda otra opción, esto es para el próximo martes, pero ustedes deciden."


Tanto Steven como Kamatari se miraron, ellos también estaban conscientes de eso, así que ninguno dudó en aceptar, y Matt procedió a repartir entre los tres lo que hasta ese momento podían ir ya escribiendo (bueno, piensen que en esa época no tenían computadora, ni fotocopiadora, ni internet, ni máquina de escribir siquiera (bueno, no estoy muy segura respecto a este último punto)... todo era a mano, y tomaba más tiempo... así que escribir una monografía completa... yo lo tomo como una pequeña pesadilla). Luego de esto los tres siguieron trabajando, y para sorpresa de Matt, aunque Steven no se alejaba demasiado de su 'novio', había dejado de lado todos los jueguitos, y se había puesto a trabajar una vez más con la seriedad que había demostrado hasta ese momento. La media hora de descanso pasó, y los tres tuvieron que volver a sus clases.


Cuando la noche llegó, Steven no dudó en tratar de llevar a Kamatari de nuevo a la habitación; claro que aún estaba de por medio el hecho de que tenían que avanzar cuanto antes con la monografía, y que en lo posible tenían que comenzar avanzando lo más que cada uno pudiese hasta la noche... y ni Steven ni Kamatari iban a hace mucho estando juntos y solos, por lo menos eso pensaba Kamatari. Más la eterna cara de cachorrito que en los últimos días le ponía Steven, menguaban por completo la voluntad del oriental, así que a pesar de lo que su consciente le decía... terminó obedeciendo a su deseo, más una vez en el cuarto...


- "Steven...." - Kamatari susurró con cuidado el nombre del hombre que en aquel momento estaba abrazándolo.


- "Hmmm?" - Steven en realidad no parecía prestar mucha atención a nada, pero eso cambió cuando sintió a su niño zafarse de su abrazo.


- "Tenemos que avanzar... ¿Lo recuerdas?. Si no comenzamos ya nunca acabaremos."


Steven miró a su pareja con algo de renuencia, pero sabía que él tenía razón, así que ni modo pues, a trabajar. El rubio sacó unas cuantas hojas en blanco de una de las gavetas de su escritorio al igual que plumas y tinta, y lo llevó todo a la pequeña salita, colocándolo todo sobre la mesita; por su parte, Kamatari sacó los borradores que había guardado dentro de uno de sus cuadernos. Pronto ambos comenzaron a trabajar, aunque Kamatari avanzaba algo lento para no equivocarse al escribir.


El tiempo corrió lento mientras la pareja trabajaba afanosamente sentados sobre el suelo y apoyándose en la mesa, cuando de pronto Kamatari observó una de las líneas, y se dio cuenta de que necesitaría ayuda; e involuntariamente sus pensamientos fueron a Matt-san... él siempre lo había ayudado y acompañado... y ahora lo había dejado solo. Además, ellos eran un grupo, ¡Se supone que debían de trabajar juntos!.


Kamatari dejó lo que estaba haciendo y se levantó al tiempo que tomaba su abrigo; mientras que Steven, quien hasta hacía unos segundos nada más le había estado acariciando una pierna con la mano libre, lo miraba extrañado. Pero antes que el rubio pudiese preguntar nada, Kamatari lo miró con una sonrisa y anunció que volvía en un rato; diez minutos después regresaba tirando de la mano de un consternado Matt mientras anunciaba feliz que ahora si el grupo estaba completo. Steven solo tuvo que sonreír ante la ocurrencia.


**********


Martes por la mañana. El reloj de la torre sonó 7 veces despertando a Kamatari después de un rato, quien observó el reloj de pared que se mostraba frente a él, y casi le da un ataque al ver la hora... ¡Se había quedado dormido!!!!!!... ¡Eran las 7:30 de la mañanaaaaaaaaaa!. ¡Iba a llegar tarde!. ¡Iba a llegar tarde!. ¡Oh, Kami!


Kamatari se levantó de un salto de la cama y fue de inmediato al baño a asearse y cambiarse, saliendo completamente listo apenas 5 minutos después; y entonces lo vio... Steven seguía dormido. Increíblemente sobresaltado, Kamatari intentó despertar al rubio por todos los medios posibles, pero lo único que obtuvo fue ver a Steven voltearse hacia el otro lado mientras murmuraba algo de 5 minutos más. Kamatari miró el reloj, solo quedaban 23 minutos para llegar a clases, así que con los nervios ganándole la partida y sin poder evitarlo, Kamatari de pronto se encontraba levantando la cama del suelo y tirando a Steven al mismo, quien se paró casi al instante pero aún medio dormido mientras veía a todos lados murmurando... "De acuerdo, de acuerdo... ya me desperté, ya estoy despierto...". y como Steven se había caído del otro lado de la cama, y justo frente a la puerta del baño, se metió tambaleándose a este y pronto se oyó el sonido del agua.


Kamatari colocó lentamente la cama en su lugar, no podía creer lo que había hecho... no podía creer lo que le había hecho a él. Kami-sama, se sentía tan avergonzado. Kamatari se sentó sobre la cama mientras comenzaba a temblar sin control y las lágrimas salían de sus ojos. Él había utilizado la violencia con Steven, y de seguro Steven ya no lo querría ahora. Shishio-sama no lo había querido por eso... él había preferido a Yumi por se más delicada... y ahora se había mostrado agresivo con Steven. Kamatari no podía dejar de llorar, lo había arruinado todo; porque ese que había salido era el antiguo Kamatari... y Steven, al igual que todos aquellos que lo conocieron antes que él, no lo iba a querer.


Y fue así como lo encontró Steven al salir del baño unos minutos después, hecho casi un ovillo sobre la cama aún destendida, y con lágrimas surcando su ojos; y asustado por aquella actitud de su chico fue a atenderlo de inmediato.


- "Bebé..." - susurró el rubio abrazándolo - "¿Qué pasa?" - y se alarmó aún más al sentirlo querer desembarazarse del abrazo protector en el que lo tenía envuelto.


- "Lo siento" - lo escuchó susurrar casi en la exhalación de un aliento.


En un principio Steven no entendió muy bien de que se trataba, pero razonando un poco entendió.


- "Oh, vamos." - dijo casi con tono divertido mientras afirmaba su abrazo - "No lo dirás por el empujoncito que me diste para despertarme, ¿O si?. Seamos sinceros, ¿qué otra manera tenías para despertarme?."


Kamatari miró a Steven entonces, con los ojos llenos de lagrimas.


- "Pero... pero... yo; yo no debí... no se supone que yo..." - más no pudo continuar al ser silenciado por un beso que acalló sus pobres excusas.


- "Hey!; entonces para que se supone que estás aquí conmigo sino. Mira; hay cosas que yo no se de ti, así como aún hay cosas que tú no sabes de mi... y otras tantas que ni siquiera nosotros mismos sabemos de nosotros... pero esas cosas las vamos a conocer de a pocos; para eso vamos a vivir juntos; bueno, en realidad es una de las metas, aunque no la principal..." - Steven dijo esto con algo de malicia - "así que no te preocupes tanto por favor... además, si voy a tener a alguien que me despierte por las mañanas, aún botándome de la cama; pues la verdad que prefiero que seas tú antes que cualquier otra persona... ¿sabías eso?, ¿hmmmm?, ¿lo sabías?." - y mientras decía estas últimas palabras con travesura; Steven le sacaba pequeñas sonrisas a su koi (ya sabe lo que significa, créanme... no paró de preguntar hasta que Kamatari le dijo), mientras le hacía cosquillitas en los costados. Más de pronto vio el reloj y ahora fue él quien casi muere. DIEZ PARA LAS OCHO!!!!.


Steven de pronto salió volando del lugar (en deformet) con Kamatari tomado de una mano (volando tipo cometa también en deformet) y los útiles en la otra, y al llegar al segundo piso tocaron desesperados la puerta de Matt para ver si aún estaba allí o ya se había ido; algunas sonrisas salieron al verlo salir 5 minutos después sin siquiera haberse peinado. Los tres compañeros llegaron a las justas para sentarse en sus sitios 3 segundos después de que el profesor Jhonson había llegado, pero luego de tranquilizarse lo suficiente la clase fue igual que siempre.


Por su lado, Kamatari sonreía en su interior; de alguna manera, lo ocurrido minutos antes lo hacía sentirse ahora un 'poquito' más seguro de aquella relación. Claro que eso no significaba que iba a durar para siempre después de todo, pero tal vez si durar algo más de lo que él creyó que duraría en un principio; tal vez sus posibilidades de vivir un verdadero sueño junto a ese hombre no se desmoronasen en una horrible pesadilla al finalizar todo aquello.


Las clases del día martes terminaron para Kamatari; viéndose para después del almuerzo por completo libre, al igual que Steven; quienes luego de comparar lo avanzado la noche anterior junto a Matt, decidieron (bueno, Steven decidió) que ya era hora de efectuar la mudanza (algo me dice que Kamatari de nuevo va a tener que recuperar clases el día sábado =v.v=... hay estos chicos).


Steven ya había desalojado la mitad de sus muebles; bueno, en realidad había arrimado todo, pues aunque el chico es millonario, no suele tener muchas cosas, por lo que acomodar sus cosas le dio todo el espacio que consideró necesario para Kamatari.


Poco a poco, todo lo que Kamatari tenía en su habitación del segundo piso pasó al tercer piso; y al terminar esta mudanza, menos de una hora después; el espacio que Steven había designado para su amor estaba de sobra, Kamatari no tenía casi nada de ropa, y muchas menos aún pertenencias.


Kamatari estaba terminando de ordenar las cosas en un rinconcito (había decidido tratar de ocupar el menor espacio posible para que Steven no cambiase demasiado su forma de vida por su culpa), mientras que Steven lo observaba por detrás, sentado sobre el baúl que tenía enfrente de la cama y con el mentón apoyado sobre sus manos. El espacio para la ropa había sido ocupado con las justas. Solo estaban los dos uniformes de verano envueltos en lo que Kamatari había llamado papel de arroz, alegando que así no se maltrataban; luego estaba su otro uniforme de invierno, pues de los dos Kamatari utilizaba uno en ese momento; su uniforme de correr; un par de camisas y un par de pantalones; un chaleco, y algo parecido a una bata de algo colorida que Kamatari dijo que era su gi para ocasiones importantes (fiestas del barrio japonés). Luego estaban dos pares de zapatos y sus zapatillas de correr, al igual que un par de sandalias y por último una bata blanca que Kamatari colocó delicadamente en uno de los cajones... era su pijama (el cual le encantó a Steven, ya se podía imaginar a él mismo quitándoselo a su bebé... hmmm). Aparte de eso había colocado en dos de los cuatro cajones que Steven le había separado, sus dos toallas, enseres para el baño, 3 piezas de tela que Kamatari argumentó con sonrojo que se trataba de su ropa interior, tres pares de medias blancas, y un pequeño cuadernito que Kamatari le suplicó a Steven que no viera... era su diario... Steven no pudo evitar de pronto amar más a ese hombre, aunque no había razón para ponerse así solo por saber que él tenía un diario, pero igual. Aparte colocó una cajita donde guardaba su dinero, e hizo espacio para todos sus útiles universitarios. Y en la parte superior del mueble de tocador puso un estuche pequeño con unas mancuernas, y un frasco chiquito de colonia; su peine y un espejo... y eso era todo lo que Kamatari tenía.


Kamatari terminó de ordenar todo lo que tenía, pero aún le faltaba algo; así que volteando para hablar con Steven lo encontró mirándolo de una manera extraña, pero aún así continuó.


- "Steven..."


- "¿Hmm?" - Steven parecía distraído en alguna cosa.


- "Puedo pedirte un favor más." - preguntó Kamatari con voz casi tímida, lo cual para sorpresa suya, pareció sacar a su hombre de su ensimismamiento.


- "¡Por Dios!, sabes muy bien que tú puedes hacer lo que quieras, solo pídelo y yo te lo daré."


- "Puede Hime dormir aquí dentro. Es que está acostumbrada a dormir en el mismo cuarto que yo."


Steven miró un tato a Kamatari y luego tuvo que echarse a reír; ¡claro que podía!, si él prácticamente había adoptado a Hime desde el día que la vio por primera vez... era tan encantadora como su dueño.


- "¡Pero que preguntas haces bebé!. Por supuesto que si puede, si no lo decías tú entonces yo mismo me iba a buscar a esa pequeña cosita preciosa y me la traía hasta aquí de la colita." - la sonrisa de Steven pareció contagiarse a Kamatari, quien le agradeció feliz a Steven por ello... aunque Steven hubiese preferido algo así como que se le tirase encima o algo, y era que desde hacía un par de días podía sentir que su tesoro se reprimía por alguna cosa... como lo ocurrido aquella mañana. Steven estaba decidido a sacar el yo interno escondido de ese hombre que podía sentir tan claramente a flor de piel; pero antes... pues el lado de su muchacho se veía muy vacío desde el punto de vista de Steven, comenzaría por eso...


**********


Miércoles por la madrugada, y Kamatari no podía pegar los ojos. Luego de la mudanza se habían vuelto a reunir con Matt-san para avanzar todo lo que pudiesen, y continuaron hasta que el cansancio los agotó. Más no lo suficiente como para que Steven no pidiese algo de cariño esa noche también, aunque por lo cansado de ambos solo hicieron el amor una vez y luego los dos exhaustos amantes se quedaron dormidos uno en brazos del otro... temprano... lo suficiente como para que Kamatari pudiese descansar plenamente desde que su relación comenzase... lo suficiente como para descubrir que era lo que le había molestado las últimas dos noches y sintiese que no dormía bien por algún motivo.


Casi a las 1 y algo de la noche, un ruido extraño despertó a Kamatari; y una vez que este se aseguró no estar bajo ataque enemigo y tomar conciencia del lugar donde se encontraba... Kamatari lo comprendió. Allí, justo a su costado, el ruido más ensordecedor del mundo se estaba llevando a cabo: Steven estaba roncando... ¡Y que ronquidos!, una cueva llena de osos invernando era más pacífica de lo que era esa habitación en ese momento. ¡POR KAMI!, nunca escuchó Kamatari ruido más ensordecedor en su vida, Steven roncaba como si su vida dependiese de ello. Ya decía el oriental que nadie podía ser tan perfecto en este mundo (nota de la autora: sip, yo ya opinaba lo mismo =¬.¬=U).


Pasó casi una hora antes de que Kamatari se diese por vencido a la idea de volverse a dormir; por lo visto iba a tener que 'cansarse' mucho todas las noches para poder descansar en aquél cuarto, pero no iba a lograrlo ya esa noche (aunque la idea no le desagradaba del todo), bueno; al fin y al cabo el problema no era tan grave, de seguro que luego de vivir un tiempo juntos Kamatari podría acostumbrarse a dormir perfectamente con aquellos ronquidos... pero no lo iba a lograr es noche, de eso estaba bien seguro. Kamatari tenía que buscar alguna otra cosa que hacer. Con maestría se zafó del abrazo de su amante y se escabulló de la habitación tras envolver su cuerpo desnudo con su bata, y tomar una de las lamparas de aceite de la mesa.


Kamatari se dirigió hacia el librero que estaba en la sala... vaya y que le traía recuerdos. Era gracioso, no había podido coger un solo libro en todos esos día... bien, ahora necesitaba uno. Kamatari comenzó a recorrer con los dedos los libros que iban siendo iluminados por la linterna, tratando de decidirse por alguno; cuando de pronto se topó con uno de los libros que había llamado tanto su atención el día que observó con detenimiento por primera vez aquél librero... era un libro con caracteres en japonés... ¿cómo había llegado hasta allí?, ni idea; pero leer algo en lengua materna... si, no era mala idea. Kamatari decidió tomar el libro, y lo hizo con cuidado; se veía antiguo, no quería dañarlo. Una vez que lo sacó del estante, se dirigió con cuidado a la mesa donde habían estado trabajando y lo puso encima; pensaba leerlo acompañado de una buena taza de té, afortunadamente, había agua caliente guardada en uno de esos termos que Steven había comprado, así que prepararse el té no fue gran problema. Poniendo el té en la mesita, y acercando ésta más hacia el sofá de la habitación; Kamatari se echó en éste plácidamente mientras tomaba el libro entre sus manos y se decidía a darle una ojeada rápida antes de comenzar a leerlo (es un hábito muy común por cierto); más apenas y puso sus ojos sobre las primeras líneas de alguna página casi a la mitad del libro, de inmediato quedó prendado de éste. ¡Era un libro de artes de la espada!, y muy bueno por cierto; habían cientos de explicaciones y dibujos en cada hoja que daban un planteamiento total de los movimientos del cuerpo, e incluso de las sensaciones que se tenía al efectuar dichas técnicas.


El tiempo se pasó volando mientras Kamatari leía embelesado unas cuantas páginas con detenimiento, y para cuando se dio cuenta, ya había pasado casi una hora y su té estaba helado. Las técnicas presentados en el texto eran increíbles... ¡Sorprendentes!, tenían gracia y estilo, eran limpias y rápidas; pero sobre todo... eran por completos mortales para sus contrincantes. ¿Cómo llegó eso hasta la biblioteca personal de su koibito?, Kamatari no lo sabía; pero sintió gran curiosidad de saber a que estilo pertenecían dichos movimientos, así que le dio una mirada a la página. Kamatari palideció... ¡NO PODÍA SER CIERTO!... los Kaneda del clan de fuego... ¡El clan Kaneda!... eso era imposible... ¡Ese clan había sido por completo exterminado hacía mucho!... y si alguien hubiese sobrevivido, lo cual no era muy probable... pues... pues... no tendría nada que ver con su pareja... ¡STEVEN ERA AMERICANO, NO JAPONES!


Pero entonces sucedió; Kamatari comenzó a atar cabos... los Kaneda pertenecientes al famoso clan Kaneda... el clan del fuego salvaje... Fuego Salvaje... Wildfire. Kamatari respiró lo más hondo que pudo... ¡Nadie podía enterarse de aquello!; oh, Kami-sama... sino, si alguien se enteraba... se lo iban a matar.


Kamatari abrazó fuertemente el libro que tenía entre sus brazos mientras un miedo de antaño, el miedo de perder a alguien bajo el filo de la espada del gobierno japonés, volvía a fluir por sus venas; y comenzó a temblar sin control mientras que mentalmente se repetía una y otra vez, que absolutamente nadie, debía de enterarse de aquello... nadie.


**********


Cuando Steven se levantó para correr se llevó con la sorpresa de que no solo era tarde (bueno para él, porque eran las 4:50 de la mañana), sino de que su adorado chico oriental no se encontraba entre sus brazos; y mayor sorpresa fue notar que había una luz prendida en la sala, y al dirigirse a esta lo vio dormido en el sofá, abrazando uno de los libros que se había traído de casa. Steven sonrió, por Dios que se veía precioso. Steven se acercó lentamente con la intención de volver a llevárselo a la cama para que durmiese más cómodo... él ya había sentido lo incómodo que era dormir en el sofá; más ni bien se acercó unos pasos, Kamatari se levantó casi de un salto y con el libro increíblemente aferrado contra su pecho. Steven se sorprendió un poco, nunca había visto a nadie despertar de esa manera, su Kamatari había estado en verdad bastante alerta.... bueno, no importaba.


- "Hola cariño." - saludó Steven a un aún algo nervioso Kamatari, más sus besos lograron calmar al chico de cabellos oscuros.


- "Buenos días." - saludó Kamatari débilmente una vez que Steven cesó el beso.


Steven observó a su amor un rato... se vía raro; bueno, nada que un poco de cariño no pudiese solucionar. Steven entonces trató de tomar el libro que Kamatari tenía entre sus brazos para dejarlo por allí y llevarse a su chico a la cama; pero entonces sucedió algo que Steven no comprendió... Kamatari no quiso soltar el libro... por ninguna razón o motivo; simplemente no quiso. Y parecía tan, pues bien, preocupado.


- "¿Sucede algo cariño?- preguntó Steven algo intrigado poniéndose de cuclillas frente a Kamatari.


- "Steven..." - Kamatari comenzó a hablar con demasiado cuidado.


- "¿Hmmm?"


- "¿Dónde... dónde conseguiste este libro?." - bien, esa era la pregunta del millón de yenes.


- "Pues de mi casita... es de la familia." - Steven no entendía el por que de la pregunta, pero respondió algo divertido. - "Es uno de los libros que me mandó mi hermano; siempre dice que debo de interesarme más por la historia familiar... tu sabes, hermanos. ¿Por qué?, ¿lo quieres?... por que si es así por mi no hay problema y..."


- "¡No es eso!." - lo cortó de pronto Kamatari, más se quedó en silencio casi de inmediato; con la cabeza baja... Steven pudo notar la preocupación que su rostro presentaba.


- "Kamy... ¿qué pasa?."


- "No le digas nunca a nadie que tienes esto. Nunca lo lleves por el barrio japonés o a algún museo por favor. Esto debe de quedar en secreto." - entonces Kamatari alzó la mirada, lágrimas asomaban en sus ojos; y abrazando fuerte a Steven volvió a suplicar -"¡Por favor!." - el chico se oía en verdad desesperado.


- "Claro; lo que tu quieras... pero por favor, dime que pasa. ¿Si?." - Steven le pidió a Kamatari que le contase que sucedía porque se estaba muriendo de la angustia al ver a su amado en ese estado.


Kamatari bajó la cabeza hasta que esta quedó en el pecho de Steven, y allí pudo escuchar el sonido del corazón del rubio. Quería que ese sonido perdurase todo el tiempo posible, y la ignorancia no es un buen método para prevenir un desastre... si, era lo mejor contarle todo; por lo menos todo lo que él pudiese decir, aquello que se sabía en el medio en el cual él vivió tanto tiempo... era más que suficiente. Pero antes debía de tener más información para armar el misterio de cómo estaba ocurriendo aquello, si se suponía que todos los miembros del clan Kaneda fueron... Kamatari no quería ni siquiera pensar en aquello.


- "Steven... ¿tienes idea de cómo llegó este libro a tu familia?." - Kamatari preguntó con sumo cuidado mientras pensaba como había podido suceder todo en realidad... tal vez tendría que utilizar mucho su imaginación, era posible que existiesen muchos cabos sueltos.


- "Pues, claro. Hace muchas generaciones... mi tatara tatara tatara tatara tatara tatara... bueno, ya no me acuerdo cuantas veces tatara abuela llegó de Japón, y comenzó aquí una familia, la familia Wildfire... hasta donde sé ella fue madre soltera de un solo varón, era muy buena luchadora, trabajaba muy duro; y en sus ratos libres escribió muchos libros en japonés sobre artes marciales y técnicas de espada. Tardó toda su vida haciendo eso."


Kamatari parpadeó asombrado... en realidad no había tenido que atar muchos cabos que digamos. ¡No había tenido que atar ninguno!. Kamatari tembló, era demasiado fácil preguntarle a un Wildfire y que este respondiese... demasiado peligroso.


- "Steven, hazme un favor. No vuelvas a contar esa historia con tanta facilidad... es muy riesgoso para ti y para toda tu familia."


Ahora si Steven estaba intrigado, además de preocupado por la actitud de su amante. Pero esperó pacientemente a que Kamatari decidiera comenzar a contarle lo que estaba pasando, eso era lo mejor, no ganaba nada; y de suerte, no tuvo que esperar demasiado.


- "Ven." - Kamatari señaló el sitio vacío que se encontraba a su costado, haciendo que Steven se sentase en el sofá. - "Creo que vas a conocer un poco más de la historia de tu familia; pero necesito que me escuches con mucha atención, esto es importante... muy importante."


- "De acuerdo." - Steven estaba comenzando a preocuparse de verdad; Kamatari tomo aire.


- "Bien, esto se remonta a más de 100 años atrás... a varias generaciones atrás, cuando la Era Meiji ni siquiera se encontraba dentro de los sueños de persona alguna; cuando la Era Tokugawa, con el gobierno de los Bakufu, donde la ley de la espada del samurai era la que dictaba las normas que imperaban... era todo lo que importaba."


*****Comienza un flash back narrativo****


Fue en esa época donde los clanes más poderosos eran los que reinaban en las grandes ciudades y en las pequeñas villas; pero todos se encontraban bajo el mandato del gran Shogun, quien era el más poderoso de todos. Los miembros de los clanes eran por lo general hombres de mucho honor, que se esforzaban cada vez más en superarse a si mismos. Las batallas por nuevos territorios eran el pan de cada día, la ley del más fuerte era la que imperaba.


Uno de los clanes más fuertes que llegó a existir jamás fue el clan Kaneda... tanto así que hoy en día, cuando el gobierno Meiji instauró el derecho de todos los ciudadanos de poder portar un apellido propio, más de uno tomó el apellido Kaneda para su familia.


Bien, los miembros del clan Kaneda eran muy fuertes; increíblemente fuertes según la opinión de algunos; y siempre era el miembro más hábil y fuerte el que mantenía el liderazgo de todo el clan. Aún cuando no eran muchos para ser un clan en esa época, eran temidos por la mayoría, quienes en la medida de lo posible, evitaban enfrentarse a ellos. Pero llegó un día, en el cual llegaron a ser tan poderosos, que incluso el gran Shogun llegó a temerle al poder del clan Kaneda, y entre los gobernantes de aquella época comenzaron a hacer averiguaciones y a meter espías dentro del clan. Hicieron muchas conjeturas, e incluso llegaron a decir que había una fuerza sobrenatural que impulsaba a los miembros del clan a ser tan poderosos, y comenzaron a inventar historias sobre un espíritu que volvía a nacer una y otra vez dentro del clan, haciéndose así más fuerte con el objetivo de tomar todo el poder del gobierno en sus manos.


Era una época donde las creencias religiosas eran muy fuertes, muy importantes; tanto que incluso llegaban a matar a familias enteras cuando se rumoreaba que se habían aliado a algún tipo de demonio... pero el clan Kaneda era demasiado poderoso, así que si iban a atacarlos debían de hacerlo todos juntos, y con el apoyo del Shogun... y lo lograron.


Se decretó una especie de orden de ejecución para los miembros del clan; y todos los demás clanes se unieron gustosos para desaparecerlos... ni siquiera los eliminaron con honor... los llevaron a una trampa. Citaron a todos los varones del clan a una reunión con el Shogun, y allí los atacaron a traición... y aún así las perdidas en los otros clanes fue increíble; más no contentos con eso, otro grupo fue a atacar a los miembros restantes del clan... cada anciano, mujer o niño del clan Kaneda fue eliminado sin el menor remordimiento. Y se dice, que el último en caer fue el gran líder del clan, quien en sus últimas palabras echó la más terrible de las maldiciones hacia aquellos que los habían atacado a traición, jurando que el clan regresaría en el futuro, y con tal fuerza... que ningún hombre o bestia podría parar dicho regreso... o sus consecuencias.


No hubo uno solo de los implicados que pudiese sentirse seguro tras lo que se dijo, y eso incluyó al gran Shogun; quien temeroso de que su soberanía o la de sus descendientes fuese amenazada por aquello, promulgó un decreto sin límite de vigencia en el cual se estipulaba que ante la mínima creencia de la aparición de un miembro del clan Kaneda en tierras japonesas, era obligación de cualquiera que se enterase dar muerte a dicho ser. Luego de eso la historia del clan Kaneda fue por completo borrada de cualquier documento escrito dentro del gobierno, más no pudo ser borrado del recuerdo de las personas... y aunque ahora no muchos recuerdan lo que pasó en realidad, si saben que no existieron seres vivos más poderosos en todo Japón que los miembros del desaparecido clan Kaneda.


Más ningún Kaneda del clan del Fuego Salvaje volvió a aparecer nunca más en aquellas tierras, o tal vez no quiso hacerlo... porque el decreto de muerte para cualquier miembro del clan aún sigue vigente... por lo menos eso es lo que dicen los registros... que ningún Kaneda sobrevivió...


*****Fin del flash back narrativo*****


Kamatari terminó su historia lo más claro que pudo; y durante unos segundos se extendió un incómodo silencio en la habitación. Más pronto el silencio fue roto una vez más por Kamatari.


- "Sabía que la historia era cierta, y sabía cuales eran los hechos más reales... lo que no sabía era que hubiese una sobreviviente... eso no está en ningún archivo... o nada..." - Kamatari ya no pudo decir más, tenía un nudo en la garganta pensando lo que podría pasar si alguien se enteraba de aquello... alguien del gobierno Meiji.


Steven por su parte se mantuvo en silencio; jamás creyó conocer una parte de su propia historia por medio de alguien de quien nunca creyó posible... no tenía idea de que... simplemente no sabía que pensar. Kamatari trató de continuar para romper el muevo silencio, eso le afectaba los nervios sobremanera.


- "Bueno... lo que menos me imaginé fue que fuese una mujer... aunque tal vez fue alguien muy joven... tuvo que serlo para venir a este país y hacer toda una nueva vida... si, muy joven." - Kamatari calló por un momento, más sus nervios lo impulsaban a seguir hablando. - "Y.. wow, quiero decir... para que redactase todas las técnicas de su familia... debió de haber estado muy atenta a los varones... en esa época las mujeres ni siquiera podían tomar una espada y..." - más Steven cortó en ese momento a Kamatari.


- "Mi papá me dijo de pequeño que las mujeres siempre aprendieron lo mismo que los hombres en mi familia..." - Steven ni siquiera supo por que dijo eso, fue como un acto reflejo; pero de alguna manera lo devolvió a la realidad.


- "Oh!." - fue todo lo que dijo Kamatari.


Steven lo miró en ese momento, y una duda asaltó sus pensamientos.


- "¿Entonces?" - preguntó Steven con la voz afectada y mirando a Kamatari a los ojos, encontrando solo duda en ellos... Kamatari no sabía sobre que estaba preguntando, Steven aclaró - "Tú... vienes de allá; ¿dirás algo?." - Steven sentía el corazón en un hilo, y sorprendentemente lo último que le importaba era su bienestar o el de su familia; él solo necesitaba saber si la respuesta era si o no.


Kamatari solo miró a Steven unos momentos a los ojos, la mirada incrédula, las manos que aún se aferraban al libro temblando; y solo pasó un momento antes de que el libro cayese al suelo y Kamatari se arrojase al cuello de su pareja mientras temblando le susurraba desesperado que nunca lo haría, que lo que en realidad sentía era miedo. Y Steven sonrió, porque esa fue la primera vez que pudo sentir el verdadero amor y cariño y preocupación que su amante podía llegar a demostrar, pero que por alguna razón simplemente no quería dejar salir; así que con besos y abrazos y palabras susurradas tiernamente Steven calmó todo lo que pudo a Kamatari, prometiéndole una vida juntos, e incluso la luna y las estrellas si él así lo quería, por que en ese momento todo estaba bien.


Y ambos continuaron así hasta que Kamatari volvió a dormirse, esta vez sobre Steven, quien esta vez no se quejó por la incomodidad del sofá; pues lo que podría llamarse la primera crisis de aquella relación había en cierta medida superada. Pero entonces surgió una nueva duda para Steven, aunque estaba claro que no podría preguntárselo a Kamatari en ese momento pues él estaba dormido; pero, ¿cómo fue que él supo la verdad de lo que pasó si le dijo que todo el país había olvidado o trasgiversado aquellos acontecimientos?... ¿Cuál es el propósito por el que un chico de universidad tenga que saber de esas cosas?. Ahora Steven tenía muchas preguntas... tal vez más que antes; pero también estaba seguro de que su amado no le iba a dar las respuestas fácilmente... él estaba ocultando algo, y tendría que ser astuto para saber que era, y demostrarle a su niño que fuese lo que fuese; él estaría allí para aceptarlo. Pero ya no era hora para pensar en aquello, estaba a punto de amaneces y ambos tenían mucho sueño, así que Steven levantó a Kamatari en brazos y lo llevó a la cama; gracias a Dios que no tenían clases hasta las 12 ese día.


**********


El día miércoles amaneció muy tarde, eran casi las 11 cuando Kamatari abrió los ojos y se encontró al lado de su oso roncador... por lo menos ya sabía como diferenciar cuando estaba despierto y cuando dormido; y en un impulso que no pudo controlar, Kamatari abrazó con fuerza a su pareja despertándolo de pronto, pero fue un despertar feliz; algo había cambiado durante la madrugada, algo había echo que Kamatari se mostrase más abierto a aquella relación. Y Steven pensaba aprovechar y explotar eso al máximo pues lo había decidido, pasaría el resto de su vida con ese hombre.


Luego fue un miércoles común y corriente; desayuno, clases, estudiar para el examen del día siguiente, clases, avanzar con el trabajo del profesor Jhonson, cena-almuerzo, y por último seguir avanzando con el trabajo del profesor Jhonson en la habitación; aunque antes de seguir con el trabajo, Kamatari tropezó con el libro que había dejado caer durante la madrugada y lo tomó entre sus brazos con preocupación, y se paseo por la habitación algo distraído, por lo que se sorprendió ligeramente cuando un par de fuertes brazos lo envolvieron desde atrás.


- "Te asusté." - fue una afirmación pudo notar Kamatari - "Lo siento cariño."


- "Hm, no; esta bien... es solo que hoy estoy..."


- "Lo sé... lo sé." - Steven guardó silencio un momento y luego dijo con mucha seguridad. - "Enséñame japonés."


- "¿Qué?".


- "Enséñame japonés." - volvió a decir Steven con más confianza - "Enséñame para poder leer los libros de mi familia... quiero aprender lo que dicen, quiero conocer más... necesito saberlo.


Kamatari miró a Steven con ojos incrédulos un momento, más luego no pudo más que decir que si... en el lugar de su koibito, él también estaría deseoso de saber más acerca de su familia.


- "De acuerdo."


- "Hmmm... gracias; ese es mi pastel de fresas." - dijo Steven abrazando a Kamatari con más fuerzas; pero este último volteó extrañado por el nuevo apelativo... nunca antes lo habían llamado de una forma parecida.


- "¿Disculpa?"


- "¿Te molesta que te llame así?."


- "¡NO!... no; no sé... es que nunca... yo... ¿por qué pastel de fresa?." - a Kamatari solo le quedó preguntar eso al no tener una respuesta clara de su propia reacción. Steven solo sonrió.


- "Por que si. Es que eres mi dulce preferido, ¿no sabías eso?."


Ahora Kamatari estaba seguro de que se había sonrojado.


- "¿Te gustan... las fresas...?" - preguntó algo inseguro Kamatari mientras que Steven lo cargaba en brazos y lo llevaba al sofá, donde lo sentó justo encima de sus piernas al sentarse él mismo.


- "Oh, si; son mis favoritas... en especial las que tengo aquí." - Steven había recuperado su picardía de siempre.


- "Las... de aquí..."


- "Aja. Me gusta esta..." - señaló Steven al acariciar sobre el saco una de las tetillas de Kamatari, haciendo que éste suspirase despacito - "... y esta..." - Steven acarició la otra tetilla sonriendo al notar el rubor en las mejillas de Kamatari- "... me gusta también esta..." - y pasó la mano por la región del vientre, mientras que con un dedo señalaba el ombligo - "... y esta..." - y le dio una lamida a la nariz del oriental - "..., pero en especial... me gusta ésta... " - y Kamatari tuvo que terminar de ponerse rojo al pensar en cual 'fresa' era la favorita de Steven, más con una risa ante la turbación de su amante, cuyo motivo era muy fácil de notar; el rubio aclaró - "oh, si; también me encanta esa fresa... pero mi preferida es ésta." - y acto seguido beso con pasión a Kamatari justo en su 'fresa' preferida.


Kamatari se aferró al cuello de Steven durante el beso; y entonces pensó que ya sabía que sería lo que sucedería luego; después de todo era lo que había estado sucediendo desde el sábado... claro que teniendo en cuenta que acababan de comenzar, se suponía que aquello era lo normal; pero en ese momento Kamatari no tenía muchas ganas, no después de lo que había ocurrido... pero no quería perder a su pareja por algo como eso, así que si Steven quería, él simplemente accedería.


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