Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Harem del príncipe Ryoota por himurita

[Reviews - 124]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

No sé cómo empezar a disculparme por los mil años que tardé en actualizar, pero cómo sé que las excusas no valen, sólo diré que espero que les guste el capítulo y que lamento mucho la tardanza

Este capítulo va dedicado para Key, quien cumplió años el 12 de Noviembre, y me hace el honor de leer ese loco fic, muchas gracias por aguardar por la actualización, y ojalá que hayas disfrutado mucho tu cumpleaños, aunque esta desobligada autora no haya podido dedicarte el capítulo a tiempo.

Y por supuesto gracias a todas las personas que se toman el tiempo de leer y dejar sus valiosos comentarios.

Kise: La autora está más avergonzada de lo que yo estaré en este capítulo, por haber tardado tanto en actualizar, así que me mandó a darles muchos besos a quienes dejaron sus lindos reviews~ mua~ mua~ *les manda besos a todos hasta que, por orden de Akashi (?), Murasakibara se lleva cargando a Kise, y el resto del harem reclaman por el hecho de no ser ellos quienes carguen al rubio*

Key

MakotoKise

La chica del yaoi

Amy

Karolin

YukaSayamato

maggi-kun

yukkiteru123

Charlotte

tatychan29

Mika

teddy sama

GrimmUlquiForever

Un par de anónimos, entre ellos quien quería ver hard~

Capítulo VIX  Luna y sol

Kise Ryoota, príncipe del reino de Teiko, jamás se imaginó que su vida tomaría un rumbo tan… extraño, pues si esperaba casarse y tener hijos algún día, pero no con seis hombres, y mucho menos esperaba que los hijos tuviera que llevarlos él en su vientre, eso era demasiado, y precisamente por eso era que no podía terminar de procesar tan impactante noticia, lo único que había hecho durante los últimos segundos era temblar en medio del posesivo abrazo que su primer esposo le daba, podía sentir las grandes manos deslizarse por su cadera, siendo suaves toques que poco a poco se tornaban más demandantes, esas manos pronto subieron por su cintura, y no supo cómo, pero el contacto de las mismas era directamente contra su piel, misma que ahora estaba expuesta, ya que el moreno se había encargado de continuar rasgando la túnica blanca que llevaba, siguiendo el camino que se había abierto cuando descubrieron el tatuaje en su espalda baja, y Ryoota no fue capaz de reaccionar hasta que la mano ajena rozó con descaro su trasero y una húmeda lengua le recorría el cuello.

El rubio abrió los ojos sorprendido, y sobreponiéndose al shock de la noticia acerca de ser un doncel, llevó sus manos hasta el fuerte pecho del moreno, empujando tanto como pudo para poder apartarle, por supuesto no fue cosa fácil, pues Daiki se negaba a dejarle ir, y a cada momento su agarre se volvía más firme, y sus manos avanzaban inquietas sobre la suave y blanca piel, estaba demasiado ansioso por tocarlo, por acariciarlo, besarlo e incluso lamerlo de pies a  cabeza, ese rubio era un pecado hecho hombre, y si antes ya lo deseaba con locura a pesar de no conocer su apariencia, ahora sentía que explotaría si no lo hacía suyo, lo necesitaba, y lo necesitaba ahora.

 

Ryoota  observó las iris de color azul eléctrico nubladas de deseo, e inevitablemente sintió miedo, miedo de dejarse llevar, de ceder ante esas agradables cosquillas que recorrían su vientre, de entregarse por completo a ese hombre que le miraba con adoración y lujuria, por lo que haciendo uso de todas sus fuerzas logró empujarle y escapar hacia un lugar seguro, bueno, al menos hasta la cama en donde Tetsuya permanecía sentado observándoles con atención.

-¡Kurokocchi!-exclamó colocándose a lado del peliceleste y abrazándole como si con ello pudiera protegerse de la bestia salvaje en la que Daiki se había convertido, eso sin mencionar que cuando echó una mirada al resto de sus esposos, pudo notar que todos mantenían una actitud de complicidad, y el deseo brillando en sus ojos como una llama de característico color, verde esmeralda, rojo escarlata, rojo oscuro y violeta, e incluso le pareció que el azul celeste de Tetsuya desprendía un brillo similar.

Daiki frunció el ceño notablemente  molesto y frustrado porque el rubio se le hubiera escapado, eso y el hecho de que el mencionado parecía tener demasiado apego al peliceleste, ¿por qué prefería a ese chico que a él? El darse cuenta de ello le llenaba de celos y tristeza, pero aún así no podía aceptarlo, no podía…

-No puedes cambiar el hecho de que eres un doncel-intervino Shintarou para evitar que el moreno hiciera una locura-eso soluciona todos tus problemas con el consejo, y para tener un heredero también necesitas de nosotros, necesitas nuestra ayuda para…-el de ojos verdes no pudo terminar aquella frase, pues estaba sumamente avergonzado de estar hablando de “eso”, y el rojo de su rostro lo decía claramente.

-Pero…-el rubio quiso protestar, más la expresión de Shintarou le causó mucha ternura, estaba avergonzado en verdad, pero se mantenía firme- Kurokocchi también es un doncel-aseguró sacudiendo levemente al de ojos celestes por los hombros- el puede… llevar a mi heredero…-terminó por susurrar ahora sin mucha seguridad, y no porque dudara de que Tetsuya pudiera hacerlo, sino porque su vista se dirigió hacia cierto moreno de cabellos azules que parecía algo cabizbajo y decepcionado, incluso le daba la espalda, y eso logró que Ryoota sintiera una punzada de dolor en el pecho y dudara de lo que estaba diciendo, incluso creía que en cualquier momento diría que no le importaba nada y que le dejaría hacer lo que él quisiera sin importar el miedo que pudiera tener.

-Kise kun…-el peliceleste llamó la atención de su esposo, haciendo que éste volteara a verle, le miró seriamente por unos segundos y luego extendió su mano hasta sujetar con suavidad el rostro ajeno-mis hermanos inventaron esa mentira para venderme a buen precio-procedió con cautela al ver la expresión de sorpresa e incredulidad del contrario-no soy un doncel… y si hablamos de intimar, realmente preferiría que tu fueras abajo Kise kun-el más bajo acortó la distancia que había entre ambos y unió sus labios con los ajenos en un beso suave y lento, sumamente cuidadoso para que Ryoota se relajara, pero que al mismo tiempo se diera cuenta de que con “abajo” no se refería solo a la posición, sino más bien al rol pasivo y al activo, dejando en claro que él quería el segundo, Tetsuya era un varón, y como tal, pese al poco tiempo que llevaban juntos, sentía el mismo deseo que sus compañeros por poseer al rubio príncipe.

Sobra decir que la cara del de ojos dorados era todo un poema, lo dicho por Tetsuya y el beso que éste le daba, le tomaron con la guardia baja, de manera que se dejó hacer, como si fuese una estatua, incluso estaba igual de tenso y sus ojos permanecían abiertos, con la incredulidad plasmada en ellos.

Todos se dieron cuenta de que Ryoota no estaba nada bien, y si seguían dándole sorpresas y noticias como las de ahora, era probable que terminara por desmayarse, aunque de hecho lo que les sorprendía era que no se hubiera desmayado ya, quizá era porque temía por su integridad física si es que quedaba indefenso ante esos seis.

-¡Oye! Suéltalo ya- gruño Taiga al mismo tiempo que se acercaba y jalaba a Ryoota, ubicándose a su espalda y pasando sus brazos por debajo de los ajenos para tirar del rubio hacia atrás y separarle del beso en el que el peliceleste le había atrapado, de por si el tigre ya se había quedado quieto por demasiado tiempo, y la paciencia no era una de sus virtudes, mucho menos dejar que todos los presentes quisieran sobrepasarse con su esposo, le envolvió en un abrazo protector, mirando a los demás con cara de “si se acercan los mato”.

El rubio pareció calmarse un poco, tomó aire y se dejó envolver por lo cálido del cuerpo del pelirrojo, tomándose al fin un respiro de toda esa locura, a la vez que volvía a observar a sus esposos, cayendo en cuenta de que ahora éstos lucían preocupados, además también pudo darse cuenta de que no importaba lo que pasara, ellos jamás le harían daño, y aunque habían llegado ahí en circunstancias extrañas, les apreciaba de verdad, había nacido en él un cariño genuino hacia cada uno, y éstos le habían correspondido de la misma forma, así que, ¿por qué no ceder esta vez? De alguna manera era justo que cumpliera con lo que su harem le estaba demandando, avanzando un paso más en esa extraña relación.

-Ryoota…-le llamó Akashi, más el rubio le hizo una seña con la mano de que ya lo había comprendido y que lo aceptaba-no puedes evadir esto por siempre-completó de todas maneras para que le quedara claro.

-Yo…-se sentó apropiadamente en el borde de la cama, alejándose del abrazo en el que Taiga le mantenía y dejando que sus pies desnudos tocaran la alfombra -sé que no llevamos una relación como lo sería la de esposos, pero bajo las circunstancias que nos trajeron aquí no había muchas opciones, de alguna forma todos necesitábamos la ayuda del otro, pero yo… siendo sincero, jamás pensé en cumplir ningún deber marital…-bajó la cabeza sintiéndose un poco culpable.

-Oh si, nos dimos cuenta de ello cuando nos pusiste en abstinencia y no nos dejaste tocarte un solo cabello-reprochó Daiki, volviendo a su actitud de siempre, sarcástica, burlona, salvaje y hosca, pero en el fondo Ryoota se alegraba mucho de que volviera a ser el mismo, le había afectado verle triste y resentido hace unos momentos, y no quería verle más así.

-Aominecchi… te dije que podías tener todos los amantes que quisieras…- se quejó haciendo un puchero al mayor, cual niño pequeño encaprichado al que le han regañado e intenta defenderse, causando que más de uno sonriera, pensando que ese lado infantil era sumamente lindo.

-Y yo te dije…-cual felino acechando a su presa, el moreno caminó a paso lento hacia el rubio, se colocó frente a él y le rodeó con ambas manos por la cintura, inclinándose sólo un poco para poder sujetarle mejor, aplicando un poco de fuerza le levantó al mismo tiempo que le apegaba a él, haciendo que en el proceso el rubio pasara sus brazos por el cuello ajeno para no caer, Daiki esperaba que también enrollara sus piernas en torno a su cadera, pero el menor pareció resistirse a hacerlo, estaba demasiado avergonzado para hacerlo, y todos sus demás esposos estaban mirando- te dije que no quería a nadie más… sólo a ti…-susurró con voz profunda, mirando con el azul eléctrico de sus ojos a los dorados que ahora brillaban más hermosos que nunca, y una a una, sus manos descendieron hasta las largas piernas del rubio, obligándole a colocarlas en torno a su cadera, quedando absolutamente pegados en un contacto muy íntimo.

Sus frentes estaban casi pegadas, y sus labios a penas separados por unos centímetros, aguantando el deseo de probarse unos a otros debido a que no podían de dejar de mirarse a los ojos, y sus caderas juntas de esa forma no hacían sino aumentar la inquietud y el erotismo.

El mayor avanzó con el rubio en brazos hasta depositarlo en la cama, recostándolo lenta y suavemente, más no le soltó en ningún momento, su cuerpo se amoldó a la perfección sobre el ajeno, y sus pieles se rozaron con mayor facilidad y sensualidad. Las manos del príncipe de Teiko se dejaron caer sobre la seda del colchón, al igual que sus piernas permanecieron sobre la cama, un poco flexionadas y ligeramente abiertas para que el moreno sobre él tuviera todo el acceso que deseara.

-Aominecchi…. Bésame…-jadeó con una voz demasiado sensual, teñida de un tono suplicante que erizó la piel morena, cuyo dueño de por si estaba sumamente afectado desde que tuvo la oportunidad de ver a su esposo por completo, de contemplar aquella inusual belleza que parecía casi sobrenatural y deleitar sus ojos con tan sensual figura.

Por su puesto Daiki acató el pedido de inmediato, asaltando los rosados labios entreabiertos con demasiado gusto, tan sólo tomándose un instante para apreciar lo sonrojadas que estaban las mejillas ajenas, tanto por la excitación del momento, como por la vergüenza de lo que estaba pidiéndole.

Después de eso, ambos se encontraron demasiado perdidos en la boca ajena, aquello se sentía demasiado bien como para reparar en cualquier otra cosa, sólo querían saciar su sed del sabor de su compañero, e incluso sus lenguas habían comenzado una ardiente batalla dentro de la boca del rubio, pues el moreno seguía siendo demasiado dominante y era quien marcaba el ritmo de ese húmedo y necesitado beso.

Ryoota apenas si podía respirar, pero no le importaba, o al menos hasta que escuchó alguna protesta de inconformidad y voces discutiendo algo, entonces si que volvió a la realidad y abrió ampliamente los ojos, absolutamente avergonzado porque se había olvidado de que todos sus esposos estaban ahí presentes, observando lo que estaban haciendo, primero reparó en Taiga, quien estaba sentado en la cama justo a lado de ellos, observando todo demasiado cerca, pero no lucia nada feliz por ello, al lado contrario estaba Tetsuya, quien le veía con cara de “Pensé que yo iba a ser el primero”, y el resto de pie a un costado de la cama, también con mala cara, pero lo que le dejó congelado fue la mirada bicolor de Seijuro, así que se removió para que Daiki le soltara y le empujó un poco para que reparara también en sus compañeros.

El moreno chasqueó la lengua, separándose de mala gana de los deliciosos labios que había estado saboreando, giró la cabeza para ver a sus inconformes compañeros, y luego les gruño como si de un felino salvaje se tratara, como si con ello estuviese diciendo “Es mío aléjense”.

-Daiki, sólo tendrás esta noche, no sueñes con que te daremos más tiempo con Ryoota, así que aprovéchala-le advirtió Seijuro de manera seria, pero dando su aprobación al fin y al cabo, además quedaba claro que el emperador no quería una noche en donde tuviera que compartir a Ryoota, pero sin duda ya tendría la oportunidad de que fuera sólo suyo-Atsushi-le llamó, y éste entendió de inmediato que él también debía retirarse.

-Pero Akachin…-quiso protestar, haciendo un gesto cual niño decepcionado porque no tendría su dulce-bueno… no quiero que Kisechin muera en su primera vez- se dio por vencido por fin, y caminó hasta donde estaba el rubio, le despeinó un poco el cabello y luego le susurró al oído con la voz grave y profunda-Cuando estés listo te dejaré probar algo verdaderamente grande…-con total descaro lamió la oreja ajena, delineándola con su lengua lentamente mientras el rostro de Ryoota explotaba en un alarmante color rojo ante aquella declaración, y es que Atsushi ¡era enorme! Y él no quería pensar acerca de qué otras cosas eran así de grandes en el de cabellos morados, aparte de su estatura.

El pelimorado sonrió satisfecho y se retiró detrás del de ojos bicolor, por su parte Daiki frunció el ceño al ver la reacción de su esposo, porque aunque no alcanzó a escuchar lo que el otro le había dicho, era obvio que se trataba de algo pervertido o subido de tono.

Taiga no estaba seguro de aquello, definitivamente no quería dejar al rubio solo con una bestia como Daiki ¡A saber que obscenidades podría hacerle! porque joder ¡él mismo quería hacerle todas esas obscenidades al provocador príncipe de Teiko! El tigre, algo abochornado por sus propios pensamientos, y con las mejillas tan rojas como su cabello, se acercó a besar el cuello del rubio, pero no conforme con ello succionó hasta dejar una marca absolutamente visible, y de hecho no se hubiera detenido de esa placentera tarea de succionar tan apetecible piel, de no ser porque un delicioso gemido de parte de Ryoota inundó la habitación, el menor simplemente no había aguantado tan salvaje succión en su cuello, pues el pelirrojo había usado demasiada fuerza y aquello le resultó placentero y doloroso a la vez, que simplemente no pudo contener su voz, y ni hablar del rojo de su rostro que de por sí ya estaba así desde lo que sus demás esposos habían hecho.

El pelirrojo se retiró de la habitación y jaló consigo al peliceleste que no parecía tener ganas de irse en realidad.

-Pero Kagami kun, Kise kun quiere que yo….- intentó protestar Tetsuya, pero el más alto se lo echó al hombro cual costal de papas, tan sólo murmurando un malhumorado “No molestes” y lo saco del lugar. El peliceleste solo pudo poner ojos de cachorro triste mientras lo alejaban del hermoso rubio que ahora era su esposo y que hace tan solo unos minutos había estado muy cerca de él, preguntándose cómo hubieran ido las cosas si no les hubieran interrumpido.

Para ese momento, ya habiendo salido casi todos de la habitación, Daiki se había quedado sentado en una orilla de la cama, con los brazos cruzados y mala cara, enfuruñado por las muestras de cariño que todos tenían hacia el de Teiko, pues prácticamente sentía como si su esposo le estuviese engañando con otros en su cara, bueno… no era un engaño como tal ¡pero diablos! ¡él quería a Kise Ryoota solo para él! ¿por qué tenía que compartirlo con todos?

Los ojos azules del moreno chocaron con unos esmeralda, aguardando con recelo por lo que Shintarou haría a continuación, pero al mismo tiempo era como si le diera su aprobación para hacerlo, a fin de cuentas todos habían hecho lo que les había dado la gana, y de alguna manera el de ojos verdes era el que más tiempo llevaba a su lado, así que podría decirse que eran como compañeros, amigos, hermanos, algo así… por más ridículo que sonara.

Shintarou entendió el mensaje del moreno a la perfección, y sin perder tiempo fue donde se encontraba su esposo, ofreciéndole su mano para que se levantara de la cama en donde estaba sentado, el rubio la tomó sin duda alguna, pero si con algo de curiosidad, pues de todos sus esposos, el de anteojos era el más serio e introvertido a la hora de expresar sus sentimientos o dar muestras de cariño.

Para su sorpresa, el de Teiko se vio aprisionado entre un par de fuertes brazos, siendo pegado segundos después contra la pared, su cuerpo estaba atrapado entre el muro y su alto y musculoso esposo de ojos verdes, ojos que no se apartaron de él ni por un momento, trasmitiéndole con esas esmeraldas una pasión desbordante y un profundo cariño.

-Midorimacchi…-susurró el príncipe a penas con un hilo de voz al tiempo que levantaba sus manos y las llevaba hasta el pecho ajeno, pero sin aplicar fuerza para apartarle, no sabía que era lo que el otro haría, pero él no podía evitar estar inquieto y nervioso, a la expectativa de lo que haría.

-Supe que eras un doncel desde la primera vez que te realicé un chequeo médico…-confesó-pero jamás se me ocurrió que tú no sabrías al respecto-le dedicó una leve sonrisa que tenía un tenue matiz de burla, pues lo más normal es que si eres un doncel lo sepas desde tu nacimiento, pero el rey y el príncipe de Teiko parecían dos personas de lo más distraídas – el punto es…-antes de decir algo más, se inclinó hacia adelante y capturó los labios ajenos en un beso, uno que fue profundo desde el principio, porque aunque Shintarou quería transmitirle cariño, la finalidad de ese beso era darle algo más, y el rubio lo entendió cuando sintió como algo pasaba a su boca e inevitablemente tuvo que tragarlo, finalmente la lengua ajena acarició la suya, y sus labios fueron lamidos y succionados antes de separarse.

-Eso fue…-intentó preguntar Ryoota, al mismo tiempo que tomaba aire nuevamente luego del demandante beso.

-Es un comprimido que contiene una mezcla de hierbas que te ayudarán- le anunció con una nueva sonrisa, aunque el de ojos dorados pareció mostrarse confundido sobre a qué exactamente es que esas hierbas le ayudarían-Es claro que aún no estás listo para tener un heredero- le dijo de manera cómplice, y en respuesta recibió un cálido abrazo, el rostro del rubio se iluminó al escuchar aquello, y agradeció sobre manera los conocimientos médicos de su esposo, pues, ciertamente, él no se sentía preparado para enfrentarse al enorme reto de tener un hijo, de aceptar que su cuerpo cambiara, de soportar el dolor que seguramente aquello debía traer y de dar vida a un ser al que no tenía ni idea de cómo cuidar.

Shintarou se apartó lentamente del cuerpo que mantenía cautivo contra la pared, y salió de la habitación, tan sólo diciéndole a Daiki que más le valía ser amable y cuidadoso con Ryoota, o se las vería con él si es que llegaba a hacerle daño, aunque lo dudaba, el moreno era un bruto, pero no creía que fuera capaz de hacer algo que lastimara al rubio.

Y así, fue que la habitación se sumió en silencio, todos se habían ido y ahora Daiki y Ryoota estaban completamente solos en la habitación, ambos se miraron, lentamente y casi de manera tímida, como si el estar solos los  hubiera vuelto completamente conscientes del otro, de lo mucho que se deseaban, y de lo que estaban por hacer en esa habitación, en esa cama…

Daiki se puso de pie, y avanzó poco a poco hasta donde el rubio se encontraba, aún pegado contra la pared en donde el de ojos verdes le había dejado, su mirada estaba fija sobre la contraria, pero no dijo nada, tan sólo estiró su mano hasta sujetar la muñeca del rubio, de una manera suave pero firme, y le jaló un poco para hacer que le siguiera.

El moreno le guio hasta la amplia cama y, tras sentarse él, hizo que su esposo se sentara en sus piernas, Ryoota le miró apenado, pero no protestó por la acción ni el contacto, en cambio envolvió con sus brazos el cuello del mayor al mismo tiempo que le dedicaba una tímida sonrisa.

-Yo….no sé nada sobre romanticismo ni delicadeza…-comentó el de ojos azules, visiblemente nervioso, aunque no tanto como su compañero-tan sólo sé que te quiero… -la mirada que ambos se dirigían, aunque no pareciera coherente porque relativamente llevaban poco tiempo de conocerse, era de amor, un lazo innegable había nacido entre ellos desde el momento en el que el rubio comenzó a llamarle “Aominecchi”, desde el momento en el que el moreno no tuvo ojos para nadie más que su esposo, desde el momento en el que unieron sus vidas para permanecer siempre juntos, o quizá desde antes de eso…

La sonrisa del de ojos dorados creció un poco más al escuchar tan sincera confesión, sintiéndose ahora con la plena confianza de dar el siguiente paso, de entregarse a Aomine Daiki en cuerpo y alma sin ninguna clase de duda, y eso le hacía feliz, le hacía sentir completo, tanto, que para cuando se dio cuenta, había girado un poco su cuerpo para quedar de frente al moreno, pero aún sobre él, colocando sus piernas, una a cada lado del cuerpo ajeno, y se había abalanzado sobre su esposo a llenarlo de besos, besos que al inicio fueron inocentes y llenos de cariño, en la mejilla, en la frente, la nariz, pero en cuanto los rosados labios llegaron hasta la barbilla, y subieron lentamente hasta la boca de su compañero, todo se volvió intenso, pasional y demandante.

Se devoraban en uno al otro con la boca mientras sus cuerpos entraban en contacto, reconociéndose lentamente con cada roce que sus movimientos provocaban, Daiki le apegaba a él por la cintura mientras sus inquietas manos se colaban por debajo de la prenda desgarrada del rubio, subiendo y bajando por la cadera y espalda baja. También era innegable el suave vaivén de caderas que sus cuerpos comenzaban a realizar en una especie de deliciosa danza que les permitía frotarse el uno al otro de aquella erótica manera.

Poco a poco la temperatura de la habitación comenzó a elevarse, sus cuerpos estaban cada vez más calientes y la ropa se convertía en algo incómodo, estorboso e innecesario para ambos, se habían contenido por demasiado tiempo, y aunque querían ir despacio, la piel demandaba el contacto de la otra y era demasiado difícil  el no dejarse llevar.

-Aominecchi…-gimió el rubio al tiempo que su espalda se arqueaba como reflejo del placer al sentir una posesiva mordida en su cuello y algo extremadamente duro entre las piernas del moreno presionar contra sus glúteos.

Daiki había bajado por el cuello ajeno con besos y succiones, totalmente encantado por la textura tan suave y el sabor de tan blanca piel que contrastaba enormemente con la suya, pero en su recorrido se encontró con una marca rojiza que no era de su propiedad, una marca que Taiga había dejado ahí hace un momento, y que logró que sus dientes se hundieran en esa parte hasta borrar lo que el pelirrojo había hecho, y dejar únicamente su marca en ese hermoso lienzo. Por su puesto Ryoota no fue consciente de ello, tan sólo del leve dolor que en seguida se volvió placer.

El azul y el dorado de sus ojos volvieron a encontrarse, dejando ver el intenso deseo y el cariño que poco a poco se había vuelto profundo, una sonrisa cómplice se dibujó en sus labios, y ambos actuaron de acuerdo a sus deseos e instintos, las fuertes manos del mayor tomaron con firmeza las caderas ajenas y le elevaron un poco para poder depositarle sobre la cama, con suavidad pero con una seductora determinación, lentamente se fue ubicando sobre el delicado cuerpo tendido sobre la cama, y las manos de éste le recibieron con anhelo, envolviéndole en un necesitado abrazo.

Ryoota tironeó torpemente de la parte superior de las ropas de su esposo, intentando quitárselas sin mucho éxito, Daiki se percató de esto a pesar de que ya estaba muy ocupado degustando la piel del hombro derecho de su rubio y parte del cuello, y utilizó su poco autocontrol para separarse levemente y mirarle divertido por la pequeña pelea que el ojidorado tenía con la ropa.

-¿Un pedazo de tela se resiste al gran príncipe de Teiko?-inquirió con burla al mismo tiempo que sujetaba las manos ajenas y las apartaba de sí tan solo para ponerlas contra el colchón.

-Deja que te ponga las manos encima de nuevo y verás cómo se resiste esa tela-protestó el menor haciendo un gesto infantil de inconformidad, aunque con el leve rubor que cubría su rostro y lo “acalorada” de la situación, a los ojos del moreno, solo terminaba siendo lindo y sensual.

-Mmm aja…-respondió de manera automática, sin prestarle mucha atención en realidad a las palabras, pues estaba mucho más concentrado en observar con detenimiento las hermosas facciones del chico frente a él y la gama de expresiones que se dibujaban en las mismas ante cada una de sus acciones. El rubio quiso hablar cuando notó sobre él la fija y depredadora mirada azulina, esos ojos ardían de deseo, y él estaba dispuesto a dejar que ese fuego le consumiera por entero.

El de Too tuvo que liberar las muñecas que mantenía presas para poder dirigirlas hasta el borde de la túnica blanca que el otro portaba con demasiada sensualidad, una sonrisa coqueta y un suspiro de ansiedad por parte del mencionado, bastó para que Daiki desgarrara aquellas prendas sin contemplación alguna, la tela cedió de inmediato, abriéndose por el frente y dejando al descubierto la blanca  e inmaculada piel.

Por reflejo Ryoota intentó cubrirse con las manos de manera pudorosa, su cara estaba demasiado roja, era demasiado vergonzoso mostrarse totalmente desnudo frente a otra persona, mucho más si esa persona te observaba de esa manera tan… intensa… Su voz a penas fue suficiente para pronunciar un débil “Aominecchi deja de mirarme”, mientras ladeaba el rostro intentando escapar de los irises azules, pero por supuesto que  el moreno no le dejó, le sujetó de la barbilla e hizo que volviera su mirada hacia él.

-Es inútil intentar escapar…-la ronca voz del moreno logró estremecerle por completo, entendiendo a la perfección que, en efecto, no podría escapar de esos fuertes brazos- nunca más te dejaré ir Ryoota- terminó por susurrarle sobre los labios, pero no concretó el contacto, en lugar de eso, tomó las manos ajenas y las guio por sobre su propio cuerpo, mostrándole cómo debía retirarle esa molesta tela que llevaba puesta. Las manos de uno se deslizaban gentilmente sobre las del otro, y estas a su vez se deslizaban sobre la morena y tonificada piel hasta dejarla también al descubierto.

El roce de piel contra piel les resultó exquisito, pero aún así se tomaron unos segundos para contemplarse mutuamente, para dejar que sus pupilas se recrearan en la desnudez ajena, por un lado, el príncipe de Teiko, de piel tan blanca como la nieve y sedosos cabellos cual rayo de sol, con esos ojos de inusual tono dorado, exponiendo toda su delgada y estilizada figura, desde los hombros delicados hasta las largas y torneadas piernas que resultaban muy, pero muy  incitantes, pasando también por el trabajado torso, que aunque no estaba demasiado marcado, exhibía un perfecto tono muscular, dejando ver un plano y ligeramente cuadriculado abdomen, así mismo, las peligrosas curvas de la cadera acentuaban la estrechez en su cintura, estilizando aún más su figura de esa manera tan sensual, era más que seguro que cualquiera mataría por tener semejante vista del codiciado príncipe.

Por otro lado, estaba el príncipe de Too, de oscura piel como la noche y ojos y cabello como el oscuro azul del cielo, exponiendo su fuerte y trabajada figura, con esa espalda ancha tan atrayente y cada músculo de su torso duro y marcado, todos y cada uno de los músculos de su cuerpo se mostraban poderosos y resistentes como si pudiera levantar cualquier cosa con esas grandes manos y esos tonificados brazos, fuerte e imponente como el rubio jamás había visto, con ese tinte salvaje y erótico que complementaba su descarada personalidad. Claro que Ryoota intentó evitar mirar la entrepierna del moreno, pues temía echarse para atrás en cuanto viera ese duro pedazo de carne que, a su parecer, era demasiado grande…o eso recordaba…

Ambos eran como el día y la noche, o el sol y la luna, y era por eso que también parecían encajar tan bien. Luego de aquel momento e contemplación que les pareció demasiado breve, sus labios volvieron a unirse, pero esta vez las manos de ambos se movieron impacientes sobre el cuerpo ajeno, las de Ryoota sobre la espalda y torso del moreno, y las de Daiki sobre la cintura y piernas del rubio, a pesar de que a éste último le costaba estar quieto, sobresaltándose cada vez que su esposo avanzaba un poco más con los toqueteos y caricias.

-Kise…-llamó el mayor con la voz ronca, mientras iniciaba un descenso lento por el blanco pecho-si sigues haciendo esa cara no sé cuánto podré contenerme…-le informó, y sin aguardar por una respuesta o queja, ubicó su mano derecha en uno de los rosados pezones que ya se observaban un poco duros, recibiendo a cambio un suave suspiro y un leve estremecimiento, su esposo era demasiado sensible, y él lo disfrutaba en grande, por lo que continuó frotando aquel pequeño botón con las yemas de sus dedos, y atendió el otro con su boca, sacando esta vez gemidos más audibles y por demás eróticos de los labios del menor.

-Aominecchi…nhg…eso….mmm..-tiró un poco de los azulados cabellos, retorciéndose ligeramente contra el colchón, su corazón latía tan rápido y fuerte que estaba seguro de que su esposo podía escucharlo a la perfección, y eso le avergonzaba aún más que el hecho de tenerle lamiendo su pecho de esa manera.

-¿No te gusta? Porque te haré muchas cosas peores…-ronroneó, dándole una suave mordida, y volvió a descender, dejando que su lengua recorriera el camino por sobre ese plano abdomen, al igual que sus manos acariciaban los costados de arriba abajo, jugueteó un poco en el ombligo del rubio, distrayéndole con leves cosquillas para poder descender finalmente hasta donde la erección ajena se alzaba pidiendo atención, con un lindo tono rosado en la punta.

A penas los cálidos labios del mayor depositaron un beso en tan sensible lugar, el de Teiko se dejó caer por completo en la cama, desistiendo cualquier intento de apartarle o decirle algo, había sentido una deliciosa corriente eléctrica por toda su espalda con ese simple contacto, y todo dio vueltas cuando el moreno chupó y lamió toda su extensión como si de un dulce se tratara, la habitación no tardó en llenarse de gemidos, cada vez más altos, y obscenos sonidos de succión que sólo lograban poner más caliente el ambiente.

-Ahhh ¡Dios! ¡¡Aominecchi!!¡No más! ¡Detente!-gimió aquellas palabras de manera entrecortada y bastante escandalosamente, no podía controlar sus emociones, ni mucho menos todas las sensaciones y el placer desbordante que le asaltaba a cada momento, jamás había experimentado algo así, y ahora era demasiado el tener esa cálida boca succionando  de manera húmeda y obscena su miembro.

Daiki se detuvo por aquella petición, mirando embobado la imagen que el rubio le regalaba, totalmente sonrojado, con los ojos llorosos, sus manos aferradas fuertemente a las sábanas, su pecho subiendo y bajando agitadamente y su boca entre abierta dejando escapar jadeos sensuales y desesperados.

-¿Cómo pudiste privarme de esto por tanto tiempo…?-se quejó, aun dirigiéndole esa mirada de fascinación, como si no pudiera acabar de creer que ese hermoso chico fuera su esposo, que le tuviera ahí y de esa manera solo para él, que al fin decidiera ceder y entregársele por entero, pero no por ello se apartó de donde estaba, al contrario, sus manos subieron cual serpiente por las largas piernas del contrario, acariciando cuanto podía hasta llegar a los muslos, le dedicó una nueva sonrisa pícara, y con firmeza separó ambas piernas de un leve tirón, abriéndolas todo lo que le fue posible, y en realidad se sorprendió de la flexibilidad y elasticidad que su rubio poseía, pues realmente había podido abrirlas de par en par.

Se tomó su tiempo para seguirle contemplando, mientras Ryoota creía que se moriría de la vergüenza, pero entendió que no tenía ningún caso ni intentar escapar, ni tampoco intentar cerrar sus extremidades inferiores, así que optó por cubrir su rostro con su antebrazo, escapando al menos de la vergüenza de mirar a Daiki a la cara.

El moreno rio un poco por tan adorable reacción y retomó la labor que mantenía ocupada su boca antes, envolviendo por completo el miembro del rubio en humedad y calidez al mover su cabeza en un vaivén de arriba abajo, lamiendo lentamente pero succionando con fuerza, animado por los gemidos que creaban una  incitante melodía erótica, tan placentera que no sabía cómo es que podía aguantar sin lanzársele encima al rubio y tomarlo ya mismo.

Impulsado por esas ansias de poseer a su esposo, para cuando se dio cuenta, gracias a un gemido aún más fuerte que los otros, ya tenía uno de sus dedos explorando el interior del rubio, moviéndolo de adentro hacia afuera y a los lados, al mismo tiempo que intentaba ir lo más profundo posible, por supuesto que para ese punto Ryoota se removía incómodo por el ligero dolor, y mucho más cuando el moreno introdujo el segundo dedo sin esperar demasiado, estaba apresurando la preparación porque no aguantaría mucho más, su miembro palpitaba dolorosamente, clamando por enterrarse en ese cálido pasaje tan estrecho que seguro sería delicioso.

Poco después fueron tres dedos los que se movían en el interior del de ojos dorados, pero éste no se quejó abiertamente, no dijo nada para que el otro se detuviera, ni intentó apartarse, tan solo se dejó hacer, aguantando el dolor y la incomodidad con el orgullo digno de un príncipe, aunque lo cierto era que la boca del moreno le distraía bastante bien, hundiéndole en el exquisito placer mientras los intrusos le dilataban lo mejor posible, y fue en una de esas “embestidas” que toda su vista se nubló, el mayor tocó un punto en su interior que le hizo estremecerse por completo, un punto que ni siquiera sabía que tenía, o al menos no en el sentido de que pudiera darle tanto placer, su espalda se arqueó y todo su cuerpo se tensó mientras el orgasmo le asaltaba y su blanca semilla se esparcía por su propio cuerpo y el ajeno también, apenas y el mayor había alcanzado a apartarse, por lo que nada manchó su rostro, pero no por ello se abstuvo de probar lo que su rubio le ofrecía, así que acercó su rostro al abdomen ajeno, el cual aún subía y bajaba acelerado por lo recién experimentado, y lamió todo lo largo de la piel manchada con la blanca esencia, saboreando con deleite mientras miraba fijamente el sonrojado rostro de Ryoota y la cara tan erótica que mostraba luego del orgasmo.

A partir de ese punto, podría decirse que Daiki perdió toda la cordura y la lucidez que poseía, necesitaba unirse con Ryoota y lo necesitaba ya, si no lo poseía en ese preciso momento iba a enloquecer aún más. Sujetó la las piernas ajenas y tironeó de ellas hacia abajo, atrayendo al contrario aún más a él, sujetó su cadera posesivamente y jadeó con anticipación cuando dirigió su miembro, ya demasiado duro hasta aquel estrecho anillo de músculos, su respiración era caliente y agitada, y sin miramientos empujó hacia adelante esperando por sentir ese delirante placer que solo el cuerpo que ahora estaba debajo de él podría proporcionarle. Aguardó uno… dos… tres… cuatro…. Cinco segundos…. Y… ¿por qué el placer no llegaba? ¿por qué su erección seguía palpitando dolorosamente pidiendo por alivio?

El príncipe de Too abrió los ojos rápidamente para encontrar una explicación, encontrándose con un par de blancas manos que, ubicadas en su cadera, le empujaba hacia atrás evitando su avance, su miembro estaba ahí, justo frente a la entrada ajena, presionando a penas la parte exterior y con unas enromes ganas de introducirse ya, pero sin poder hacerlo.

-Kise…-reprochó levantando la vista hasta los dorados y asustados irises del rubio, y esa expresión fue la que le hizo volver en sí, su esposo estaba nervioso y asustado, mirando la enorme erección que amenazaba su castidad como si fuese un monstruo que le causaría mucho dolor, y es que el mismo Daiki reconocía que su miembro era de un tamaño considerable, pero no estaba seguro de que fuera para que el rubio mostrara ese cara de susto.

-Eso no…-comenzó a decir, sin apartar la mirada del miembro ajeno, observando como aquel enorme pedazo de carne era surcado por varias venas hinchadas que le hacían ver aún más grueso de lo que ya era, además le parecía también demasiado duro y estaba seguro de que moriría si dejaba que “eso” le penetrara…-¡Ese monstruo definitivamente no entrará!-gritó empujándole aún más con fuerza que seguramente solo venía de su instinto de supervivencia.

-Que grosero…llamarle monstruo solo porque está un poco grande y ansioso de ti…-dejó de intentar empujar sus caderas y apartó las manos ajenas para ponerlas de nuevo contra el colchón al mismo tiempo que se ubicaba sobre su esposo-Ryoota…-le llamó depositando suaves y conciliadores besos sobre el rostro del mencionado-te necesito en serio… necesito ser uno contigo o me volveré loco…-jadeó sobre sus labios, hablando con sinceridad y transmitiéndole a su esposo ese intenso deseo que no podía aguardar más.

El príncipe de Teiko pareció aturdido y confundido por un momento, el moreno había vuelto a derribar sus defensas, y pese al miedo que tenía, o el hecho de estar seguro de que ese enorme “monstruo” jamás podría entrar, asintió con la cabeza y se aferró a su compañero, murmurando a penas un “Esta bien, pero si me duele ter morderé”

El de ojos azules sonrió, asintiendo también a la “temible” amenaza de su esposo antes de buscar sus labios y regalarle un profundo pero suave beso para que se calmara un poco, al mismo tiempo su erección retomó la dirección de antes y sus caderas presionaron para, esta vez, si comenzar a entrar, lentamente pero sin detenerse hasta que sintió como unas uñas se clavaban en sus brazos

Ryoota volvía a estar tenso, aferrándose a la piel ajena como si su vida dependiera de ello, adorablemente sonrojado y con las lágrimas queriendo desbordarse de sus ojos, trataba de quedarse lo más quieto posible para que el dolor fuera menos, y se mordía los labios para evitar que su voz estallara en gemidos o quejidos.

Daiki lo notó, y detuvo su avance, pese a que se sentía tan exquisitamente aprisionado entre esas estrechas paredes, que tenía unas enormes ganas de introducirse de una sola vez en ese cálido pasaje. No fue hasta después de unos segundos que el rubio pareció dar una silenciosa aprobación para que continuara, y por supuesto que el mayor aceptó la invitación, volviendo a empujar un poco más, o al menos hasta que la mitad de su miembro entró, acompañado de un sonoro gemido, uno alto y prolongado, el menor contenía la respiración, sus uñas seguían causando daño a la morena piel y sus piernas se aferraban a la cintura ajena.

-Ngh…pensé que moriría…- dijo entre jadeos el de ojos dorados, sonriendo un poco al pensar que el moreno estaba finalmente dentro de él, en tanto su compañero volvía a aguardar quieto, haciendo uso de todo su autocontrol para no lastimar al chico bajo él que de por si ya estaba al borde de las lágrimas.

-Eso solo fue la mitad…-le informó mordiéndole los labios, sin poder evitar que algunos jadeos de placer también escaparan de sus labios, el interior del príncipe era maravilloso, y estaba seguro de que si le seguía apretando así terminaría por correrse aún sin siquiera haber iniciado el vaivén de caderas.

-¡¿Q…Qué?!-preguntó el menor estremeciéndose ante lo que se le había dicho, ¿qué esa enorme cosa que estaba dentro de él era solo la mitad? Pero si él ya sentía que aquello era inmenso y que le partiría en dos en cualquier momento…-No…no puedes hablar en serio… ¡moriré en verdad si metes un centímetro más de ese monstruo!

-¿Crees que en este punto puedo echarme para atrás?- negó con la cabeza y le sujetó con firmeza ambas manos contra el colchón, se inclinó hacia adelante para que sus cuerpos estuvieran sumamente juntos, y al mismo tiempo que tomaba los rosados labios con los suyos, terminó de profanar el cuerpo de su amado en una certera y profunda embestida.

Los gritos y gemidos murieron en sus labios, y las lágrimas se desbordaron finalmente de los irises dorados, aquello dolía horrores, y aun no concebía que de verdad hubiese entrado todo en él, un poco de sangre manchó las blancas sábanas, y el moreno le besó hasta que dejó de temblar.

A penas sus labios se separaron, Ryoota mordió con fuerza el hombro ajeno, pues aquello aún dolía sin importar cuanto su esposo quisiera distraerlo. Daiki sonrió al sentir esa mordida que le hubiera prometido, y en respuesta, embistió contra la cadera del rubio, iniciando el tan necesitado vaivén que le sacaba roncas expresiones de placer en cada ocasión al mayor y melodiosos gemidos de la boca del menor.

El movimiento era lento, pero sus caderas se acoplaban a la perfección una con la otra, llevando un ritmo suave y calmado, pero profundo y certero a la vez, de esa manera cuidaba la integridad física de su estrecho esposo y además podía tomarse el tiempo para disfrutar cada centímetro de ese cuerpo de pecado, de por si ya era la gloria la manera en la que las paredes de músculo le aprisionaban, junto con lo caliente que estaba ahí adentro que sentía que se derretiría, además la textura era  tan suave como la de la blanca piel que en ese momento estaba profanando con su boca.

-¿Qué tal está ahora?..—preguntó el moreno con la voz ronca de excitación, y sin que sus caderas de detuvieran ni un momento, en tanto alternaba besos y mordidas por todo el cuello, orejas y labios de su esposo.

-Aun duele….ngh…. como el infierno….-a penas pudo responder, entre un montón de gemidos que no paraban de salir de sus labios, el miembro en su interior estaba tan duro como una roca, y llegaba tan profundo que en ocasiones sentía que se quedaba sin respiración, y era por ello que se le dificultaba hablar o decir algo coherente cuando ese “monstruo” golpeaba su próstata de manera tan deliciosa, mezclando así el dolor y el placer en una armonía tan perfecta que le hacían ver las estrellas.

-Pero no quieres que me detenga…-afirmó con confianza, haciendo tan solo una breve pausa para incorporarse, quedando ahora sentado, y por su puesto jalando al rubio con él, pues por ningún motivo pensaba salir de tan placentero lugar.

Como respuesta recibió una negación con la cabeza, Ryoota admitía silenciosamente que no quería dejar de sentirle en su interior, pero estaba demasiado abochornado como para decirlo. El nuevo cambio de posición le hizo gemir aún más alto, dado que el miembro ajeno podía alcanzar lugares aún mas adentro, sus ojos seguían derramando algunas lágrimas que surcaban su rostro y le daban una apariencia tan sensualmente inocente que el de ojos azules no pudo aguantar más y embistió cada vez más rápido y fuerte.

Daiki sujeto de manera posesiva la estrecha cintura, y comenzó a moverle de arriba abajo al mismo ritmo que las poderosas embestidas, asegurándose en el proceso que el miembro del rubio se frotara entre sus vientres. Ryoota gemía alta y desesperadamente con cada estocada, manteniendo sus piernas enredadas en la cadera ajena y aferrándose a los hombros y espalda de esa piel oscura que le estaba resultando tan placentero arañar, incluso con una de sus manos parecía que empujaba un poco al moreno del hombro como queriendo escapar de todo ese placer que era más del que podía soportar.

-¡Daiki!-gimió embriagado de éxtasis, cerrando los ojos con fuerza cuando el orgasmo le alcanzó nuevamente, estallando esta vez de manera mucho más intensa y arrolladora, todo su cuerpo se estremeció de pies a cabeza, y su espalda se arqueó sensualmente, inevitablemente su interior se estrechó mucho más, y mientras continuaban los espasmos y contracciones placenteras de dicho orgasmo, sintió como era llenado por un líquido caliente y espeso, lo cual, por más vergonzoso que le pareciera, logró que su orgasmo se prolongara.

A lo lejos sólo pudo escuchar una ronca exclamación de placer junto con su nombre, pronunciado de una manera que le resultó encantadora y cargada de deseo, luego, un par de embestidas más le obligaron a gemir levemente antes de abandonarse por completo al fuerte cuerpo que le sujetaba.

-Eres exquisito…-le susurró Daiki al oído, acariciando con adoración la blanca espalda de su amante, mientras ambos intentaban normalizar sus agitadas respiraciones.

-Aominecchi…-se miraron a los ojos antes de entregarse a un cariñoso beso, sintiéndose por completo pero de una manera más calmada y tranquila luego de tan increíble orgasmo.

No fue, sino hasta que pasaron un rato de esa manera, regalándose besos y caricias, que el moreno recostó a su esposo con cuidado sobre la cama, y con la mayor suavidad que le fue posible salió poco a poco de su interior. Por su puesto que el de ojos dorados no pudo evitar quejarse levemente, aun estando rojo por la vergüenza de volver a estar sobre la cama con las piernas totalmente abiertas y observando como su esposo salía de él.

-¿Te lastimé?-preguntó preocupado el mayor de haber sido demasiado brusco, pese a que intentó controlarse, pero es que en cuanto retiró su miembro, pudo ver como su semen, mezclado con un poco de sangre, salía del apretado anillo de músculos.

-No soy tan frágil como crees Aominecchi-se quejó empujándole un poco para poder cerrar sus piernas y que su esposo dejara de mirarlo así, claro que él también había notado la sangre, pero suponía eso era normal por ser su primera vez, y por el hecho de que el tamaño del moreno era monstruoso.

-¿A no? Pero si lloraste como princesa-se burló, logrando que el rostro ajeno se pusiera más rojo y una leve expresión de inconformidad se dibujara en él.

-¡No es mi culpa que “eso” sea enorme!-se defendió indignado de ser llamado “princesa”-¡fue como si una barra de acero me partiera por la mitad! ¡Además aún siento como si ese pedazo de carne estuviera dentro de mí!-continuó exponiendo sus quejas en voz demasiado alta, y sin caer en cuenta de las cosas que estaba diciendo hasta que fue muy tarde, y quería esconderse bajo las sábanas por las barbaridades que había dicho.

-Shhh, ya ya, culpa mía-se acercó conciliadoramente y le abrazó, volviendo a ubicarse sobre él- Ryoota…-pronunció su nombre con cariño, obligando a que el rubio le mirara a pesar de la vergüenza- Te amo…

-Yo… también te amo…-respondió con una sonrisa más radiante que la misma luz del sol, y se aferró con fuerza al cuerpo del que ahora era su amante, sintiéndose completo y feliz.

El moreno lo consintió un poco más, y le siguió llenando de besos hasta que Ryoota comenzó a mostrarse con sueño, cansado por la reciente actividad, y en cuanto le pilló con la guardia baja, volvió a colarse entre sus piernas, y aprovechando su propio semen, se hundió de una sola estocada en el pálido cuerpo que se retorció bajo sus brazos por lo repentina de aquella acción y el desconcertante placer que le recorrió al estar aún tan sensible.

-¿No creías que te iba a dejar escapar solo con esto verdad? –la voz grave del mayor resonaba como una excitante melodía en sus oídos- te dije que estaría contigo toda la noche… y aún no he tenido suficiente de ti…

Durante toda la noche, se escucharon gemidos y obscenos sonidos en aquella habitación mientras esos dos amantes se entregaban el uno al otro con toda la pasión de dos jóvenes enamorados…

Lástima por los que afuera de la habitación, podían escuchar todo a la perfección…

Notas finales:

Ejem... pues cuando quise escribir esto me di cuenta de que estaba un poco oxidada en eso del lemon, y esa es otra de las razones de la demora.

Gracias por leer, y ojalá me hagan saber su opinión

Saludos!

PD: Que este 2016 este lleno de todo lo que les gusta~

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).