Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sedúceme por Haruka Eastwood

[Reviews - 130]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Final alternativo 1: Undertaker x Ciel

 

Próximamente: Sebastián x Ciel (solo si quieren y comentan 7u7)

 

 

 

 

 

Hola! Lamento tanto haber demorado en escribir esto, llegue al punto en que creí que sería innecesario, no sé, pensé que cualquiera podría imaginar el final que quisiera, pero una linda chica me contacto en Face y me hizo cambiar de opinión, Sully, linda espero que alguno de los finales te agrade n.n por el momento dejare el de Undertaker x Ciel, en cuanto tenga tiempo escribiré el que falta n.n

 

¡Los dejo leer (quien quiera TmT) y nos vemos en notas finales!

 

 

Titulo: Sedúceme

Resumen: Después de una odiosa semana de exámenes, Ciel se ve arrastrado a un bar por su amigo Alois, donde por culpa de unas copas de más, demuestra su lado seductor con un moreno de atrayentes ojos escarlata. ¿Será él quien seduce o caerá en las garras de la seducción?

Categoría: Kuroshitsuji

Clasificación: No menores de 16 años

Género: Romance, Erótico.

Advertencias: Lemon.

N° Capítulos: 16 de 17

Por: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Sedúceme

Ciel Phantomhive Pov

Final alternativo 1: Por tu sonrisa.

No sé ni por qué diablos corría, simplemente era un cumulo de emociones sin forma ni sentido. Verlo después de tanto tiempo había sido fatal, lo esperaba, sin embargo nunca creí que ocurriera tan rápido. Necesitaba un respiro, escapar de todo y resguardarme… ¡Estupideces! Yo soy Ciel Phantomhive y no tendría por qué esconderme de nadie mucho menos por él, por Sebastián.

Aun así corrí como si mi vida dependiera de ello, sujetando fuertemente la mano de Undertaker, quien sin preguntar se limito a seguirme, a lo lejos seguía escuchando su voz, llamándome con desespero.  

—Ciel —la suave voz de Adrian me saco de mi letargo, poniéndose frente a mí, no podía verlo, no ahora. Me sentía incapaz de mantenerle la mirada después de lo que paso—, mírame Ciel —con dulzura limpio unas lagrimas traicioneras que resbalaban por mi mejilla, ni siquiera me di cuenta en qué momento comencé a llorar—. Te amo, te amo mucho pero, ¿tú me amas?

—Yo… —baje la cabeza apretando su cálida mano.

La respuesta debería ser obvia, sabía que le quería, aunque no estaba seguro de amarle, quería hacerlo, él es la persona que siempre espere… sin embargo Sebastián fue mi primer amor… alguien a quien no podría olvidar así de fácil, mucho menos con lo que me acaba de decir, sus palabras, su expresión, parecía arrepentido, aun así me jure no volver a creerle, no sé si por miedo a ser lastimado o decepcionado nuevamente. ¡¿Por qué todo es tan jodidamente difícil?! Ya no amo a Sebastián, quiero amar a Adrian… quiero amarlo a él.

—Lo sigues amando, ¿cierto? —ansiaba gritarle que no… ¡No, no lo amo! Yo… yo no sé, no sé que siento en estos momentos—. Nunca dejaste de hacerlo —le vi con sorpresa, solo rogaba porque no este tratando de terminar conmigo—. Tu mi pequeño niño, debes aprender a perdonar e ir con quien realmente amas…

No pude dejar de ver aquellos preciosos ojos verdes, su mirada era melancólica a pesar de la gran sonrisa que intentaba dibujar en sus finos labios. Recordé todo lo que había pasado con Sebastián, las lagrimas derramadas, las desilusiones, el dolor y el miedo a no saber qué hacer, después recordé todo lo que he vivido hasta ahora con Undertaker, gire mi rostro viendo aquel camino lleno de nieve que segundo antes recorrimos y apreté su mano antes de besar su mejilla de forma dulce, tanto que incluso yo me sorprendí.

—Gracias… —sonreí como nunca antes lo había hecho, es verdad, ame a Sebastián, en pasado, sé que los sentimientos no se van de la noche a la mañana que sus caricias no se olvidan tan fácil, ni sus besos ni palabras—, pero ya le perdone, no por él, por mí, lo necesitaba y… y ya estoy con quien realmente amo.

Sus ojos se abrieron de la impresión, tal vez esperaba que saliera corriendo al lado de aquel que fue mi gran amante…; a Sebastián le conozco, no lo suficiente, y me pesa saber que me mintió, tal vez si hubiera sido sincero las cosas serian diferente en estos momentos y estaría yendo a su lado. Lo peor de todo es que no sé porque me busca ahora, él debería estar plenamente feliz con su hijo y su esposa, después de todo, lo que más anhelaba era poder formar una familia.

Su dedo recorrió mi mejilla con dulzura, antes de que sus labios se posaran sobre mi frente, en un beso que no supe cómo interpretar. Lentamente descendió, deslizando sus labios por mi nariz, hasta llegar a mis labios, besándome despacio como si creyera que no era yo, o que en cualquier momento cambiaria de opinión, por lo que solo pude corresponder.

—Te amo tanto, mi pequeño conde…

—No soy pequeño —farfulle entre el beso, logrando que riera.

Es verdad, lo que más amo de él son sus sonrisas inesperadas, claro que también esta aquella actitud seductora, misteriosa y atrayente.

—Hi hi hi para mí lo eres, aunque creo que alguien merece una explicación.

Mi vista se fijo en el lugar que apuntaba su dedo, era exactamente el mismo desde donde se escuchaban los gritos de Sebastián, llamándome. La verdad no quería verlo, pero creo que si se merece una explicación… y si lo hago es por dos motivos, porque él me lo pide y por el tiempo que compartimos juntos… creo que al menos debe saber que lo nuestro ya no volverá, paso, ahora solo son recuerdos unos muy bellos que siempre atesorare.

—No creo que sea el momento.

—Nunca lo será —me abrazo—, pero es mejor dejar las cosas en claro.

Le mire con un pequeño puchero antes de asentir, tenía razón, pese a todo no me sentía preparado, tan solo limpie todo rastro de lagrimas soltando un suspiro. Caminamos sobre nuestros pasos, finalmente después de tanto tiempo pude verle, no lucia como el Sebastián de mis recuerdos, aquel aire seductor y coqueto había desaparecido casi por completo, tampoco poseía aquel semblante preocupado con el que me tope la última vez que nos vimos.

Su rostro estaba mucho más pálido, se veía delgado y unas terribles ojeras adornaban sus ojos. Estaba demacrado, tal parece que la paternidad no le ha favorecido en lo más mínimo, en cuanto nos vio su mirada pareció brillar; solo pude aferrarme aun más a la mano de Undertaker, tan cálida. Era estúpido pero su agarre me daba fuerza, aquel pánico irracional y ese tonto temor a volver a verlo había desaparecido casi en su totalidad.

—Ciel —musito en un hilo de voz—, por favor perdóname.

—Tsk, no es necesario que pidas perdón —taje volteando mi rostro, viendo una cafetería la cual señale—. Vamos a tomar un café, aquí hace frio.

Y era verdad, podía ver el vaho de mi respiración, estaba a nada de empezar a tiritar mientras caminábamos hacia allá, él con una débil sonrisa, mirándome de soslayo y yo sin soltar a Adrian, quien con su mirada me dio a entender que podía marcharse para que hablara a solas con Sebastián, era evidente que me negaría, ahora él era mi pareja, tan solo sería una charla rápida con Sebastián y podríamos irnos, seguir con lo que habíamos planeado al llegar.

Al entrar agradecí aquel calorcito tan rico que brindaba el lugar. Under termino sentándose en una mesa aparte para darnos espacio, lo cual comprendí de inmediato y agradecí en silencio, observándolo cada cierto tiempo, viendo como Sebastián le fulminaba con la mirada por haber estado tan cerca de mí, sabía que no le agradaba para nada y su rostro tenía escrito “posesivo” en todos lados.  

—Y bien… —espete mirándolo a los ojos.

Comenzó con una disculpa, y lo que creí que sería una charla rápida nos tomo poco más de una hora, me conto sobre su madre, sus deseos por una familia y el cómo espero ilusionado la llegada de su hijo, quien al final resulto ser producto de una infidelidad de su esposa. No niego que me sentí mal por él, sobre todo cuando me ha confesado que no puede tener hijos, al final creyó que nunca lo entendería e intento cortar todo lazo conmigo, negándose a responder llamadas, ya que no me podía ver a la cara.

—Solo te pido una oportunidad —murmuro esperanzado.

—Sebastián… si todo esto que me acabas de decir lo hubieras hecho desde un principio, te juro que todo abría sido diferente —bebí un poco de chocolate caliente—. No solo quisiste desaparecer, olvidándote de mí como si nunca hubiera existido; me creíste tan infantil como para no entenderte, ¿qué pensabas? ¿Qué te gritaría que debías divorciarte y te obligaría a no ver a tu hijo?

—Claro que no —su expresión se torno seria—. Existía la posibilidad de que si Beast descubría que tenía un amante, no me dejaría ver a mi hijo.

—Entonces me creíste tan imprudente como para ir y decirle a tu mujer: oye yo soy el amante de tu esposo —le mire ceñudo—. No soy estúpido, Sebastián.

—Creí que no lo entenderías.

Mi ceja titilaba del coraje, y es que si creía arreglar las cosas está logrando todo lo contrario, ahora solo tengo ganas de darle un fuerte puñetazo en la cara y largarme de aquí.

—No soy un niño incapaz de comprender, Sebastián.

—Lo eras y lo sigues siendo, aquel día ni siquiera me dejaste explicarte bien las cosas, empezaste a gritar —su tono era molesto—. Yo solo quería y quiero estar contigo, anteriormente me quedaba el consuelo de ser padre, de poder criar y mimar a un hijo, cuando lo perdí no me quedo nada.

—¿Cómo querías que reaccionara si te niegas a contestar mis llamadas por días, te desapareces, y cuando te quiero ver me dejas esperando dos putas horas? —Bufe molesto intentando contenerme—. No soy un remplazo.

—¡Nunca dije que lo fueras! —Mostro una expresión de frustración—. Era un caos, no sabía qué hacer, ni como decírtelo. ¿Por qué no me entiendes? Tan solo quiero estar contigo, que me des otra oportunidad.

—Lamento no haberte entendido —taje con molestia—, tampoco creo hacerlo en estos momentos, y si estoy aquí no es precisamente para darte una oportunidad; te ame y te quise como no tienes idea, tiempo pasado. No niego que me hiciste darme cuenta de muchas cosas, sin embargo —por instinto dirigí mi mirada a Adrian, que se mantenía bastante sereno; sonriendo ligeramente al observar por la ventana—, todo ha quedado en el pasado. Tengo a alguien a quien amo, alguien con quien quiero estar siempre… y tú deberías hacer lo mismo.

Me levante y tranquilamente salí de ahí, observando que Under hacia lo mismo.

—Hi hi hi creo que las cosas no siempre pueden salir bien —sonrió—, ¿no es así mi pequeño niño?

—No soy un niño.

—Lo sé, pero me gusta ver tu expresión cada que lo digo —con delicadeza poso su dedo sobre mi ceño fruncido, obligándome a relajar mi expresión.

En ese momento salió Sebastián del café, caminando hasta nosotros, dando grandes zancadas. Su expresión era de molestia y por unos momentos temí que quisiera iniciar una pelea.

—Yo solo quiero estar contigo, Ciel —su intensa mirada rojiza se veía más decidida que nunca, tanto que provoco un escalofrió en todo mi cuerpo, uno bastante desagradable—. No esperes que vaya a aceptar tan fácil el hecho de que me hayas cambiado por este payaso.

Sin decir nada más, dio media vuelta marchándose de ahí, solo pude ver como desaparecía entre las personas.

El primer motivo por el que me fui a ese colegio, era porque mis padres no querían aceptar el hecho de que su único hijo fuera gay (vaya crimen), por lo cual pusieron el grito en el cielo —literal, no es ninguna exageración de mi parte—, cuando se enteraron que seguía siendo gay (tal vez esperaban que me “curara”, como si de una enfermedad se tratase). Lo peor de todo, no es el hecho de que seguía con la misma idea de querer estar al lado de un hombre, sino confesarles que ahí encontré a una persona especial (obviamente hombre), al cual amaba.

Mi madre estuvo a punto de desmayarse nuevamente y mi padre comenzó a gritar groserías en todos los idiomas que sabía, (para mi sorpresa habla a la perfección siete). Tal vez no fue tan buena idea pasar a casa acompañado de Adrian, quien se presento con una sonrisa que incluso sonrojo a mi padre (lo cual fue tétrico), sé que no tenía caso ocultar las cosas, por lo que sin miramientos dije que era mi pareja, y que lo había conocido en el colegio. Fui sutil… creo.

Llegue a un punto en que no me importaba su opinión o que dijeran que era anormal que dos hombres se amara, yo le amaba, él me amaba y me hacia feliz, eso debería ser suficiente para ellos, tampoco iba a negar mis sentimientos o hacer todo lo que mis padres querían por recibir una aprobación. Sería el equivalente a rechazar mi felicidad, cuando la tengo tan cerca. Así que no me importo que tardaran más de veinte minutos en tranquilizarse.

—Estoy completamente segura que solo buscas aprovecharte de mi hijo y su confusión —espeto mi madre. 

—En eso se equivoca —intervino Undertaker con una expresión de seriedad que nunca antes había visto—. Yo amo a su hijo, no tengo ningún motivo para aprovecharme de él, así que pueden preguntar todo lo que haga falta para que estén seguros de mis intenciones.

Que yo no lo hubiera podido decir mejor, inevitablemente mi rostro enrojeció, ¡No entiendo su maldito afán por decir cosas vergonzosas! Aun así mi padre carraspeo incomodo y entrecerrando la mirada lo escaneo, frunciendo el ceño.

—Para empezar —gruño mi padre—. ¿Cuál es tu nombre completo, qué edad tienes, a qué se dedican tus padres y qué intenciones tienes con mi hijo?

Todas esas preguntas me hicieron pensar que lo aceptaban, en todo caso que intentaban hacerlo. Adrian es un chico de veintiún años, hijo único de una reconocida familia de médicos, sin embargo él no está interesado en salvar vidas, muy por el contrario, me dijo hace poco que preferiría trabajar en una funeraria en lugar de un hospital. Siento que la expresión de sorpresa de mi madre fue similar a la mía cuando me ha contado parte de su vida.

—Hi hi hi y las intenciones que tengo con Ciel creo que son obvias. Nos casaremos cuando cumpla la mayoría de edad —sentencio con una sonrisa que iba de seria a picara, mientras me miraba.

Eso… eso si que ni yo me lo espere, por primera vez me quede sin palabras, sonrojado y con una expresión de idiota enamorada… patético, yo soy patético.

Al final mis padres insistieron en que me quedara con ellos, así que no regrese al colegio sino a mi antigua escuela, por otro lado Adrian realmente comenzó a trabajar en una funeraria, por lo que su apodo de “Undertaker” le iba de maravilla. Nos veíamos constantemente después de su trabajo o los fines de semana, claro que a mis padres seguía sin agradarles la idea de que me gustaran los hombres, pero poco a poco se iban adaptando, eso sí, no pude evitar que mi madre llorara a mares, diciendo que ella quería nietos y ahora ya no iba a poder. Incluso nos relato todo lo que tenía pensado comprarle, como decoraría su habitación… hasta una lista de nombres tenía guardada…

Ese día Under estaba en casa, así que termino por tranquilizarla, diciéndole que en un futuro (algo lejano) adoptaríamos un bebé, y ella podría elegir el nombre, decorar su cuarto e incluso algo de su ropa. Fue mejor idea que la mía, yo estaba a punto de sugerir que tuvieran otro hijo, después de todo aun es joven para eso… creo, la verdad no sé mucho de ese tema.

Por otro lado fui capaz de recuperar mi amistad con Alois; lo primero que hizo fue aventarse a mis brazos y decir que me había extrañado. La verdad no importa cuánto tiempo pase, sigo sorprendiéndome de su enorme capacidad para perdona a las personas. También me entere que regreso con Claude, curiosamente me llevo bien con él, dentro de toda su seriedad y esa expresión intimidante he de decir que es bastante agradable, incluso se disculpo por lo de Sebastián.

Fue innecesario, aun así lo agradecí, en cuanto a Sebastián… el primer mes me lo encontraba todos los días al salir de la escuela, incluso había ocasiones que me llevaba flores o me invitaba a salir. Me sentía mal por él, era incapaz de corresponderle, tan solo podía brindarle mi amistad. Afortunadamente pareció entenderlo y poco a poco dejo de frecuentarme.

—¿Estas nervioso?

Gire mi rostro, viendo a Alois en el alfeizar de la puerta, lucia unos pantalones cafés bastantes ceñidos a su cuerpo, unas botas altas y una camisa (que parecía más una blusa) blanca. Se veía realmente bien, aunque tuviese esa sonrisa llena de maldad dibujada en sus labios.

—Tsk, no digas tonterías.

—Oh, no es ninguna tontería, es normal que estés nervioso el día de tu boda —sonrió—. Aunque sigo insistiendo que te verías mejor en vestido.

—Solo me casare por el civil —farfulle nervioso, intentando calmarme—, sabes que solo será una pequeña reunión, así que no es una boda… no como tal, y no pretendo usar un maldito vestido, no estoy tan loco como tu —le mire—. Solo a ti se te ocurrió algo tan trillado como casarte con un vestido.

—No era un vestido —chillo ofendido, apuntándome con el dedo—. Déjame decirte que yo me case con un precioso kimono blanco de seda, y eres un ignorante, para tu información es un atuendo común en Japón.

—Sí, sí, lo que digas —suspire hastiado—, igual, no me pondré uno.

Justamente hoy, Adrian y yo cumplíamos cuatro años de novios, aunque dentro de un par de minutos seremos esposos… habíamos organizado una reunión sencilla, algo intimo, y a mi parecer más bonito. La ceremonia fue muy tranquila, más que nada todo era simbólico, porque desde hace tiempo, sabía que quería estar al lado de Under, me enamore de sus sonrisas y de aquella actitud alegre, seria y misteriosa que mostraba la mayor parte del tiempo, claro que para mí era tan claro como un libro abierto.

Entre los invitados estaba Sebastián, quien era acompañado por un atractivo chico de unos veintidós años, cabello plateado, piel nívea y preciosos ojos carmesí, desde lejos se veía que estaba profundamente enamorado de él. Por todos los cielos, que lo veía con una admiración sorprendente, lo curioso de todo es que se la pasaba abrazándolo o dándole discretos besos en la mejilla a Sebastián, ambos eran tal para cual, incluso Claude me comento que estaban planeando casarse.

Me alegre mucho por él… finalmente todos teníamos lo que tanto queríamos y esperamos por tanto tiempo, dándome cuenta que la vida es como un juego de seducción, en donde tienes dos opciones: tener la iniciativa o dejarte llevar… creo que yo fui de los primeros y no me arrepiento de nada.

—¿Eres feliz? —levante mi rostro observando los preciosos ojos verdes de mi esposo, quien sonreía al robarme un beso.

—Mucho… creo que es obvio jejeje.

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Fin

Notas finales:

Quien leyó, espero de todo corazón que les haya gustado :3 no quise ser muy explícita con la relación Under x Ciel, porque sé que a muchas no les va esta pareja :3 sin embargo el siguiente final (SebasCiel) será mucho más extenso, detallado y no sé, puedo incluir lemon (solo si quieren), claro que todo con romanticismo xD

 

A las que leen esto: ¿les gustaría saber un poco sobre la boda de Alois?

 

*se siente ignorada*

 

Nota: La pareja de Sebastián es Pluto xD siendo sinceros, no sé me ocurrio nadie más, y hay que admitir que Pluto le ama bien amadamente jajaja

 

En fin, ¡mil gracias por esperarme, soportarme y seguirme leyendo!

 

¡Los quiere bien queridamente Haru!

 

Haruka Eastwood


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).