..::Cera::..
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El cuarto era iluminado por una vela que se encontraba en el estante de noche, y que, a pesar de ser de poca intensidad, Aomine tenía la visión más excitante de Kagami; era una visión hermosa, que ni siquiera quería parpadear.
El placer que le brindaba el cuerpo de su esposo era inmenso, además aquella mirada de ojos rubíes no dejaban de mirarlo. ¿Cómo era posible que esa simple mirada aumentara el placer?
—Nmmh, Daiki… delicioso… — Habló el pelirrojo, moviéndose con maestría sobre Aomine, quien yacía recostado sobre el colchón, con sus manos morenas sobre las caderas ajenas, guiando el delicioso movimiento que hacía Taiga. Sentía cómo su miembro entraba y salía exquisitamente del cuerpo del pelirrojo.
—Así… sigue…— Musitó, esta vez cerrando los ojos y enfocándose en las fuertes sensaciones que su esposo le ofrecía.
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El ritmo de aquellos vaivenes aumentó poco a poco, y Aomine decidió moverse debajo de Taiga y tomar las riendas del asunto.
—Daiki… yes… right there… — Gritaba, sintiendo cómo el moreno golpeaba el lugar exacto que lo hacía gritar y repetir una y otra vez su nombre.
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Pero el peliazul tuvo que parar, debido a que Kagami posó una mano sobre su pecho y, sin decir una palabra, lo hizo detenerse.
—Aún no, cariño… viene lo mejor. — Guiñó un ojo a Daiki, y prosiguió a tomar la vela que descansaba sobre el estante de noche.
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Ambos habían hablado del tema, y llegaron a la conclusión de intentar algo diferente durante el sexo, y fue Kagami quien dio la idea sobre la cera caliente sobre la piel morena, pues, después de todos esos años, había entendido que un poco de dolor siempre excitaba a Daiki.
Y ante la idea, el peliazul aceptó sin muchos tapujos. ¿Qué podía ir mal?
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Apartó las manos de aquella cadera y se relajó, dándole a entender a su esposo que estaba a su completa merced, y cuando Kagami lo entendió sólo mostró una pequeña sonrisa lasciva.
Taiga sentía cómo la vela se derretía y empezaba a caer sobre sus dedos, pero no le importaba sentir aquel pequeño dolor, y sin dejar que el momento perdiera el encanto, siguió moviéndose sobre su esposo, ésta vez de forma lenta pero sugestiva.
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—Ahh…— gimió Daiki cuando sintió la cera caliente sobre sus abdominales, había sido una sensación completamente diferente, pero si era sincero consigo mismo, aquello había causado más placer del que Kagami ya le regalaba. — De nuevo… Taiga… — Pidió, cerrando los ojos y enfocándose en aquel placer.
—Mmmm me encanta cómo gimes. — La respuesta del pelirrojo no se hizo esperar, mientras estiraba una mano, para que la gota de cera cayera ésta vez sobre el pecho del moreno.
—Nnngh… Taiga… oh cielos. — Seguía gimiendo a cada gota que caía sobre su cuerpo, no podía entender por qué aquel acto lo estaba llevando al cielo.
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Y de repente, Daiki quiso invertir posiciones y follar a Kagami como sólo él podía hacerlo, lo justo para que el pelirrojo tuviera problemas para levantarse a trabajar el día siguiente.
Sin pensarlo dos veces, y con movimientos rápidos se levantó, pero no contaba con que su codo golpeara la mano de Kagami, haciendo que éste soltara la vela que tenía entre sus dedos.
—¡¡Daiki!! — La voz con sorpresa del pelirrojo se escuchó, y es que la vela había caído justo al lado de él, sobre la cama.
—¡¡Carajo!! — Gritó el moreno, mirando cómo se levantaba rápidamente el pelirrojo y salía del cuarto tan rápido como le era posible, incluso Aomine pudo ver un destello en rojo, tal vez Kagami hasta había entrado en la Zona. El fuego empezó a colarse sobre las sábanas… eso no era bueno… no era nada bueno. En definitiva, el ambiente sexy había desaparecido por completo, tal era su miedo que ni siquiera se había percatado del momento en el que su erección había desaparecido.. —¡Taiga! ¿Qué hago? — Gritó en pánico al ver cómo el fuego poco a poco empezaba a disiparse.
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Pronto, el salvador Kagami Taiga apareció de nuevo, portando en sus manos un extintor que no había sido usado aún.
La espuma y agua que salían del extintor empezaron a esparcirse por toda la cama, hasta que por fin el pequeño siniestro quedó totalmente sofocado.
Daiki suspiró en alivio, sin embargo, su cama estaba espumosa y mojada… ¿Dónde dormirían esa noche?. Pero sus preguntas repentinas fueron interrumpidas por la risa fuerte que escapó de los labios de Taiga.
—Sabes… tal vez en la siguiente ocasión podamos hacer un roleplay… yo seré el bombero. — Dijo, volviendo a soltar un par de risas.
—No es gracioso, Taiga. — claro que no lo era, o al menos ante los ojos de Daiki. Repentinamente algunas imágenes llegaron a su mente, y ellas consistían en ver vestido a Taiga con un traje sexy de bombero… pensándolo bien… — Creo que tienes razón… hagamos un roleplay, yo seré un policía.