-Yo… aah… Asahi – Esa habitación invadida por sonidos lascivos, el ambiente con aquel aroma a sexo, el calor que emanaba de los cuerpos fundidos en uno solo – no pue… do – Nishinoya soltaba sus palabras de forma errada, sus manos en el pecho ajeno le daban el soporte que necesitaba para seguir auto penetrándose, sintiendo como sus entrañas se expandían para dejar que el miembro de su amante ingresara hasta lo más profundo de su ser y después sentía el vacío que no duraba, porque la necesidad de sentirse lleno era más fuerte, una embestida certera en su punto dulce, un leve grito
-aguanta – la voz de Asahi era tan profunda mientras con sus manos ayudaba a su pequeño amante a mantener el ritmo, podía apreciar al menor en ese vaivén, lo veía arquearse cuando sentía el placer llegar, su miembro era apretado por aquellas paredes, Noya soltaba un profundo gemido, era una imagen hermosa y una le brindaba una sensación embriagadora – Yuu… que lindo – cambió de posiciones con el más joven, dejándolo debajo de su cuerpo, recostado en su cama, se concentró en seguir penetrándolo mientras lo besaba, esa boquita era adictiva
-ya no… puedo – sintió sus lágrimas descenderle, gritó cuando su punto dulce fue torturado nuevamente, se arqueó mientras arañaba la espalda del mayor, su mente en blanco, quería correrse. Atendió su miembro al mismo ritmo que le marcaba Asahi, sentía aquellas manos sosteniendo sus caderas mientras lo penetraba con fuerza, estaba delirando – Asahi… Asahi – los espasmos en su cuerpo, los gritos que salían de sus labios, se arqueó cuando ya no pudo más, dejó que su esperma saliese y apretó sus paredes sintiendo como aquella esencia lo llenaba
-te amo – le susurró abrazándolo, disfrutando del éxtasis de su liberación, mordió el hombro desnudo del más joven, sintió un leve abrazo que cedía poco a poco. Al levantar su vista después de recuperar una porción de su respiración normal, vio aquel rostro calmado, aunque todavía respiraba agitadamente… Noya se había rendido al cansancio, se entregó al mundo de los sueños, Asahi lo besó con dulzura acariciando esas mejillas que guardaban humedad por finas lágrimas derramadas, un beso más y allí terminaba su descontrol
¿Cuántas veces fueron? Poco le importaba, ahora Asahi solo se concentraba en abrazar al cuerpo pequeño de Yuu, dejándose llevar por el cansancio debido al acto que disfrutaron, se descontroló era verdad, pero todo culminó allí… podía quedarse recostado mientras sentía el contacto con aquella piel que él mismo se encargó de marcar, podía escuchar la respiración acompasada, el latir constante del corazón contrario, dejar su cuerpo inconsciente de la realidad
Cuando se despertaron la noche estaba presente, no tenían muy en claro que hora era, tampoco el día, podría decirse que poco les importaba el año que transcurría, solo se sonreían cómplices al rememorar ciertas cosas. Yuu se reía de sí mismo por sentirse feliz al sentir los estragos en su cuerpo, apenas podía mantenerse de pie y tuvo que pedir ayuda, ser cargado como princesa hasta la bañera, fue vergonzoso debido a su desnudes, pues ni siquiera recordaron cómo diablos llegaron a la habitación de Asahi, pero lo valía, claro si le añadía que obligó al mayor a que lo acompañara en esa bañera. Fue tratado con la habitual amabilidad del grandote, con caricias en su cuerpo, besos tiernos, escuchó disculpas que nunca dejó terminar pues lo interrumpía con un beso, limpiaron sus cuerpos y relajaron sus músculos “Fue como un entrenamiento exhaustivo… aunque me duelen más zonas de las que deberían doler” bromeó el más joven logrando avergonzar al mayor
Asahi cargó en su espalda a Yuu para llevarlo a casa pues no pensaron en las consecuencias, se mantuvieron callados la mayoría del tiempo puesto que no tenían nada que discutir exceptuando un “puedes descontrolarte cuando quieras Asahi-san… no tengo ningún problema con eso, pero tendrás que llevarme cargando cada vez que eso suceda” se reía mientras apretaba su agarre “lamento haberte hecho daño”. Discutieron un poco debido a esa respuesta, pero al final solo terminaron sonriéndose pues había que encontrar una excusa para que la madre de Nishinoya justificara el hecho de que su preciado hijo no pudiese caminar por sí solo, al menos no normalmente “me caí de forma brusca mientras practicaba”… bueno, eso también funcionaba
Dando la misma explicación solamente para disimular, un Nishinoya se presentó en el entrenamiento, pues a pesar de que podía caminar con normalidad, si se movía bruscamente sentía leves molestias, platicó un rato con los chicos y se retiró por ese día, ya se desquitaría al día siguiente. Aprovechó esa tarde libre para dormir, ver televisión mientras comía helado e ir a pasearse por el trabajo de Asahi mientras se desviaba en el encargo que le dejó su madre, era divertido, su vida normal regresaba, bueno al menos algo cambió… ahora podía ver más a menudo esa mirada llena de deseo de aquel grandote con corazón de cristal
-¿quieres salir este fin de semana? – eso sonaba a deja vú
-me encantaría, ¿a dónde iremos, Asahi-san? – le emocionaba saber que se darían un descanso antes de que empezara a nevar, sería bastante agradable aprovechando que tenían unos días libres por una junta de maestros
-escuché que habrá un festival, será divertido
-si después me prometes que te quedarás en mi casa y tendremos sexo desenfrenado… ¡acepto! – el mayor se atoró con el batido que consumía
-tranquilo Asahi-san – se reía Yuu mientras golpeaba la espalda del mayor para ayudarlo a retomar su respiración
-¿no crees que nos estás dando mucha información? – comentaba un Ennoshita con las mejillas adornadas de un rubor intenso – todos escuchamos eso – completó mientras observaba que detrás de sí varias reacciones se daban, muchos sonrojos o shock debido a las palabras directas del líbero
-ustedes deberían ser más discretos – se quejó cierto rubio que cubría las orejas de Yamaguchi para evitar que escuchara tamañas barbaridades, aunque el sonrojo del más bajo daba a entender que había alcanzado a escuchar las palabras de Yuu – no es como si quisiéramos saber sus planes
-ustedes deben estar pensando en lo mismo – se quejó Nishinoya mientras observaba que su pareja ya recompuesta también mostraba un rubor intenso que se le contagió de pronto
-no es mala idea – comentaba Tanaka mientras en pose meditativa, ya planeaba algo – mi hermana no estará en casa y…
-Hinata, ¿quieres… ir a mi casa después del festival? – ahí iba a otro temerario, formando sus propios planes
-¡decidido entonces! – comentaba Nishinoya
-¡iremos al festival! – completaba Tanaka con una sonrisa amplia
-¡ya tenemos planes en equipo! – bromeaban ignorando la incomodidad de los demás, claro, era comprensible… no siempre hablaban de intimidades en medio de la calle donde daba la casualidad transcurrían más personas
-vámonos Yamaguchi – el rubio se adelantaba fingiendo no conocer al grupo que ya empezaba a discutir el punto de encuentro para ese día
-sí, Tsuki – todavía algo sonrojado, Yamaguchi procedía a acelerar el paso para alcanzar al más alto, en verdad a veces sus compañeros no se daban cuenta del mal momento para hablar de esas cosas… mejor dicho ¡no había buen momento para decir tales cosas, en público y a viva voz!
Así era la juventud de Karasuno, todos motivados, vivaces, con sueños, como cualquier otro grupo de estudiantes, tenían parejas, disfrutaban del amor profesado, se creaban caminos hacia el futuro, bromeaban, iban a festivales, seducían a la persona amada, se entregaban en cuerpo y alma para fortalecer el lazo destinado… ellos eran felices así. El día del festival llegó y con ello el alboroto, risas, competencias, no era raro ver a Hinata y Kageyama dirigirse de inmediato a los juegos, un feliz Yamaguchi seguir con calma al rubio, el pelinegro mostrando siempre una sonrisa, Tanaka y Nishinoya arrastrar a sus parejas por allí, en fin… dividirse y triunfar
Comer las deliciosas preparaciones de una anciana, que reconociendo a Asahi y su amabilidad, les dio una porción más como cortesía, contentos por compartir tiempo juntos, esperando hasta el espectáculo final se diera. Se reunieron con todos los demás para apreciar los fuegos artificiales desde una parte apartada para tener tranquilidad. Mientras caminaban a sus casas, platicaron sobre los planes de cada quien para cuando terminaran la preparatoria, sonreír cuando cierto par se despedía, a pesar de parecer los más tranquilos ya se daban la idea de a donde se dirigían y qué iban a hacer, el sonrojo de Yamaguchi después de escuchar algo que Tsukishima le susurraba les daba una idea muy clara “y era él quien nos criticaba primero” gruñó Tanaka mientras tomando la mano de Ennoshita procedían a tomar su propio rumbo, los faltantes también se despedían con una sonrisa… se les notaba las intenciones
-ha sido divertido – Asahi, suspiraba mientras se estiraba pues estaba un poco cansado
-pero ya es hora de ir a casa – sonreía Nishinoya entrelazando su mano con la del mayor
-¿era en serio lo que dijiste ese día? – un leve rubor se daba en el castaño
-no hay nadie en mi casa
-ahora lo entiendo
-¿qué pasa, Asahi-san?... pensé que ya no te daba vergüenza pedirme que hiciéramos el mghdhd – sintió la mano del grandote cubriéndole los labios, en verdad adoraba verlo avergonzado
-no deberías decirlo en medio de la calle – trató de sonar serio pero la risita de su pareja era contagiosa
-eres tú el que se ha vuelto atrevido, y me pides cosas en susurros sin importar en donde estemos – podía decirse que lo que cambió fue la frecuencia con la que tenían intimidad y otras cositas
-pero lo hago en privacidad
-eso no importa… ¿o acaso no quieres ir?
-no dije eso – se alteró un poco, pues no iba a desaprovechar la oportunidad
-es mejor así o tendré que seducirte de alguna forma – se reía, ya le había confesado a Asahi de las tretas que usó para llevarlo a esa noche en donde terminaron extremadamente agotados, eran bueno recuerdos.
-aún sigo pensando que debiste discutirlo conmigo
-fue más divertido así, Asahi-san… al menos ahora ya entiendes que no me voy a romper
Eso era lo mejor de todo, entregarse a desenfreno sin restricciones ni miedos, sin pensarlo mucho, solo dejando que sus emociones e instintos los guíen. Llegar a casa y besarse con calma, dejar sus cosas en la sala y relajarse mientras empezaban con el juego previo, caricias, sonrisas, besos, frases sugerentes, dejar que el calor aumentara y nublara su sentido común.
Sin darse cuenta llegar hasta la habitación, desprenderse de cada porción de tela que dificultaba apreciar la piel ajena, memorizar detalles del cuerpo contrario, dejar salir sus voces sin vergüenza alguna, sentir aquellas manos recorriendo el cuerpo entero, los besos en la zona sensible, disfrutar de la invasión de la lengua contraria, suspirar al sentir el primer roce entre intimidades… el deseo surgía, el calor aumentaba, las estrellas y la luna los iluminaba.
Escuchar el sonido de la cama al moverse, los gemidos altos cuando el placer lo inundaba, cada embestida provocaba un sonido lascivo, las marcas en la piel como muestra de posesión, los rasguños pero sin dolor instantáneo, fundirse en uno sin contemplación y las veces que sean necesarias para satisfacer su salvajismo, las palabras de amor cuando alcanzaban el orgasmo, las respiraciones agitadas al caer sobre el colchón… así terminaban su muestra de amor
-Asahi-san… me quedaré contigo
-¿A qué te refieres?
-no iré a la universidad – sonreía mientras se recostaba encima del cuerpo desarrollado y más grande que el suyo
-¿estás seguro de eso?
-me quedaré aquí, conseguiré un trabajo
-entonces… vivamos juntos – sonrió al ver como Nishinoya se incorporaba mostrando su asombro – ¿quieres?
-como negarme a eso – posó un beso en los labios de Asahi, uno tierno y sincero – me encantaría – sin importar la poca iluminación o que de nuevo sus pieles se rozaran provocándole un escalofrío placentero, podía ver la sonrisa del mayor
-así podemos hacer el ruido que queramos – bromeó mientras empujaba al menor hasta tenerlo bajo de su cuerpo
-por esta noche no hay inconveniente – mordió el labio inferior del castaño – quiero más de Asahi
-te llevaré en mi espalda mañana – sonreía divertido mientras empezaba un beso deseoso, deslizando sus manos por las piernas de su amante
-es verdad, mañana tenemos que… - sus labios aprisionados le impidieron seguir hablando, sentía el roce en uno de sus pezones y entendió que ahí terminaban sus palabras… ahora solo era… desenfreno
-te amo – fue lo último que el mayor dijo, la noche era larga y la energía era mucha
Fin