Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

War of hearts. por FumiSaho

[Reviews - 208]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hello, personas!!!

Les traigo un capituleichon mas. :) Espero que se animen mas respecto a Akashi. :3

 

 

Cuando volvieron a encontrarse con sus amigos, Hiroshi de inmediato reclamó la atención de Kouki con una conversación a la que Seijuuro se sintió ajeno, pues los temas de videojuegos no eran su fuerte. En realidad, ningún tema concerniente a Kouki, eran su fuerte.

−Akashi-kun. –Kuroko se mostró atento a la expresión ligeramente de inconformidad que delataba a su amigo. Sin embargo era tan tenue que solo él, quien sabía leer a las personas, lo notó.

−¿Dónde se metieron? –preguntó Aomine con un tono bastante aburrido como para demostrar real interés.

−Fuimos por una manzana acaramelada. –contestó Furihata. No quería causarle problemas a Seijuuro con sus amigos, así que pensó que lo mejor sería intervenir.

−No era el único con hambre. –comentó Kagami a Kuroko, quien tenía la mirada clavada en aquel rastro de kétchup en la comisura izquierda de los labios de Kagami, su pareja desde hace un año.

−Oh... –una sonrisa ladina nació de aquella expresión de comprensión. −¿solo por una manzana? –preguntó con suspicacia abrazando por los hombros a Furihata. Nervioso por no entender a que se refería, solo asintió seguido de un dudoso sí. –Hmm…que aburridos.

−No todos piensan en lo mismo que tú, Aomine. Existen personas normales. –le recordó Midorima acomodándose los lentes.

−¡Jajajaa! Me gusta tu manera de pensar. –concordó Takao chocando las palmas con el moreno. Las sonrisas de ambos delataban el encontrar algo así como un confidente de fechorías.

−¿Y bien? Veremos la lluvia de estrellas o nos quedaremos a saber las porquerías que piensan Aomine y Takao? –preguntó Kagami tomando de la bolsa de papel, una de sus tantas hamburguesas.

 

 

Era increíble. Podías olvidar que la ropa se te humedecía al estar tendido en el césped en compañía de un montón de chicos que acababas de conocer con solo ver el oscuro cielo estrellado y la única luz que se alcanzaba a ver, era de la luna, al costado derecho, sin interferir al enfoque de la lluvia de meteoros. Fue cuestión de segundos para que los ojos de todos se acostumbran a la oscuridad del infinito y poder apreciar la maravilla que casi nadie tomaba en cuenta.

Se sentía parte del universo. Como si se encontrara solo en el firmamento, el único ser en el mundo. Hacia frio y el gélido viento se colaba por la tela que lo cubría erizando su piel, sin embargo eso no le importaba, eso también formaba parte de la burbuja de su imaginación. Su corazón latía frenético, se mantenía caliente solo con eso en mente. ¿Qué más daba que se hubiese lastimado vergonzosamente el tobillo frente a la persona que le gustaba? Ahora era un astronauta en el espacio exterior.

−Furi. –susurró Fukuda a su lado.

−¿Hmm? –por mucho que a Kouki le gustara Hiroshi, no despegaría sus ojos de la imagen que rara vez obtenía. Sin embargo, Fukuda no soltó palabra, sino que su mano viajó hasta la suya, abrazando sus dedos. De inmediato, Furihata se vio en la necesidad de mirar a Fukuda, quien también lo veía.

−¿No tienes frio?

−No mucho. –admitió dubitativo, esta vez incapaz de mirar otra cosa que no fueran los ojos de Hiroshi. Notó que se mordía los labios y soltó una suave risa que le contagiaría a su amigo.

Junto a Kise, quien observaba y recibía indicaciones de Takao para que identificara las constelaciones y demás estrellas solitarias, se hallaba Seijuuro suficientemente fuera de sí para pedir silencio. Después de todo no alcanzaba a escuchar la conversación de los dos castaños hasta el otro extremo de donde él se encontraba. Oh, pero claro que veía la satisfacción en la sonrisa que le regalaba Kouki a Hiroshi.

−¿Tienes hambre, Aka-chin? –preguntó Murasakibara al verlo distraído.

−En absoluto. –murmuró volviendo a recostarse. −¿Cómo esta Tatsuya? –la pregunta salió sin mucho ánimo, pero necesitaba dejar el asunto de lado.

−No lo sé. No hemos hablado en más de un mes. Dice que lo distraigo mucho. –refunfuñó mordiendo la paleta que tenía en la boca. –Por eso ahora paso más tiempo con Kise-chin, aunque Mine-chin se enoja porque ya no juega con él.

−Atsushi, ¿te interesaría trabajar en un restaurante como repostero? –ofreció Akashi. Conocía a su alto amigo, por lo que sabía perfectamente que aunque Tatsuya le haya dicho eso con la intención de enfocarse en su trabajo, pues tenía una pasantía en la empresa de su madre, en realidad quería escuchar su voz.

−Hmm… no lo sé.

−Piénsalo, podrás distraerte con mayor facilidad y hacer lo que te gusta.

 −De acuerdo. –murmuró sin ánimos.

El resto de la noche en el campus trascurrió de una manera que nunca creía poder olvidar. Jamás se había sentido tan insatisfecho. Se imaginaba un agujero en el estómago imposible de llenar por más alimento que le fuera suministrado. Su corazón parecía latir solo porque era esa su función anatómica natural y no sentirse emocionado por mantener una charla con Kouki, o cuando sus ojos se encontraban mutuamente y Furihata sonreía con naturalidad. Si, la emoción lo embargaba a pesar de que con él era igual de amable que con los demás.

Pero la noche no acabaría ahí, Kuroko y Kagami habían comprado previamente varios cartones de cervezas ya que celebrarían el ser el último tanabata en la escuela. La última vez que serían estudiantes en un plantel. Sin embargo, Murasakibara se rehusó a ir ya que tenía mucho sueño, Aomine parecía enfadado y se fue antes de que alguien pudiese insistirle, Midorima, quien era otro que se veía incomodo, se negó de inmediato, pero al ver que su acompañante no tenía intenciones de irse todavía, aceptó a regañadientes. Kawahara y Fukuda se tuvieron que ir pues tendrían que trabajar desde muy temprano. Solo quedarían los anfitriones, Takao, Kise, Furihata, Midorima y Akashi mismo, quien había dudado durante un buen rato desde que se lo propusieron, pero aceptado al final.

Su mente le gritaba que debía irse y mantenerse lejos para evitar ese dolor vacío que le pinchaba el pecho cada que veía al castaño, pero el mismo vacío le decía que se quedara, que disfrutara del tiempo que pudiese otorgarle Kouki.

−Qué bueno que están aquí. –dijo Kuroko con una sonrisa que apenas era perceptible.

Kuroko se mudó con su novio luego de cumplir ocho meses, consecuentemente, Ni-gou se mudó también, por lo que Kagami tuvo que perderle el miedo al saber que el perro acostumbraba dormir a los pies de la cama.

−¿Dónde está tu perro? –preguntó Midorima inspeccionando la casa con el ceño ligeramente fruncido.

−Con mis papás. Los fines de semana está con ellos.

Aclarado esto, los presentes se acomodaron alrededor de la mesita de centro. Kagami le ayudó a Furi a sentarse sobre el suelo dejando un cojín debajo de su pie izquierdo. Kuroko se sentó junto a él y del otro lado estaba Takao riendo con anécdotas que Kise le contaba sin contenerse en sus expresiones. El rubio se sentía cómodo estando con Takao, pues era como una extensión de sus propios pensamientos, claro, no obscenos como lo eran los de Aomine. Midorima estaba sentado frente a Kuroko, sus brazos cruzados y la mirada furibunda ponía ligeramente nervioso a Furihata, después de todo apenas lo conocía, pero podía descubrir que no tenía muy buen humor.

−¿Necesitas ayuda, Taiga? –Akashi se ofreció para ayudarle a llevar las cervezas ya que también debía llevar un tazón con papas y el aderezo casero que tanto le gustaba a Kuroko.

−Ah, Akashi… seguro. Llévate dos six y yo llevo el resto. –pidió mientras partía un par de limones.

Seijuuro vio en el suelo dos cajas con seis botellas verdes de cerveza. Se preguntó si debía llevar esa, pero de inmediato Kagami abrió el refrigerador mostrándole otras cuatro cajas con el mismo contenido. Claro, ese par estaba fuera porque ya no tenía cupo el refrigerador a pesar de que estaban bien acomodadas para que la comida tampoco se aplastara. Tomó las dos cajas dejándolas un momento en el suelo para meter las otras dos. En total había treinta y seis botellas.

¿No habían exagerado con la cantidad?

No. Entre charla y peroratas de Kuroko ebrio después de tres botellas de Heineken, se quedó dormido en el sofá. Kagami, que preveía eso, solo había tomado cinco, siendo ese su límite antes de empezar a marearse. Midorima estaba tomando la tercera mientras hablaba con Akashi sobre asuntos bastante aburridos como el crecimiento poblacional del mundo, y la escasez de agua y alimentos. Seijuuro tenía un buen aguante pues su padre le había invitado a múltiples eventos donde no solo te daban una copa de vino, sino numerosos vasos de bourbon seco o en las rocas, así como whisky, brandy o ron. Por esa razón, el haber consumido seis y no sentirse mal, no era sorprendente. Kise y Takao, por otra parte, también tenían un buen aguante, pues aunque apenas pasaba de media noche, entre ambos se habían acabado un six y medio. Ambos reían a carcajadas golpeado la mesa o los sofás, incluyendo a veces a Kagami y Furihata quienes platicaban lo que podrían jugar con cartas y discutiendo los ingredientes para un buen curry y comidas tradicionales tanto de América como de Japón. Furihata no poseía un buen estomago para la cerveza, por eso con su cuarta cerveza destapada, la bebía de tanto en tanto sin tardar tampoco mucho ya que una vez que entraba a temperatura ambiente, la cerveza perdía su característico buen sabor.

El calor ya se hacía notorio en la sala y Kagami se levantó decidiendo llevar a Kuroko a su habitación al verlo temblar y removerse en busca de calor. Pero un movimiento en falso tiró una de las botellas desde la mesa, quebrándose en el suelo, junto a Kise, mojándolo de la pierna.

−Perdona. –se disculpó juntando los cristales con un pedazo de cartón que arrancó de la caja.

−No problem. –balbuceó Kise levantando su pulgar a Kagami.

−Tengan cuidado, en un rato limpio bien. –advirtió tomando en vilo a su pareja.

 Fue entonces que Furihata se vio atrapado en la divertida discusión del par de risueños que se halagaban mutuamente, sin embargo el juego entre ellos sobre quienes aguantarían la respiración más tiempo, le hizo reír al ver los gestos que se dedicaban con tal de que uno de ellos soltara primero el aire.

−¡Pfwa! –soltó el aire Takao contagiado de las risas del castaño. −¡Eso es trampa! –arrastró las palabras empujando con el dedo índice el hombro de Kise, quien exageradamente se echó hacia atrás.

−Au. –musitó levantando la palma de su mano. Se había cortado el dedo con un diminuto cristal verde. –Es sangre. –evidenció con ojos sorprendidos. Miró a Takao con la misma expresión y luego a Kouki, quien se mostraba preocupado, pues aunque la herida era pequeña, una escandalosa cantidad de sangre manaba de su dedo.

Midorima y Akashi se habían levantado para fumar un cigarro en la terraza, por lo tanto Kise como Takao se vieron aliviados de no ser regañados por el peliverde que siempre parecía molestarle todo.

−¡Pfft! –rio Takao siendo seguido por Kise. –Sanaré tu dedo con un ungüento mágico. –se pavoneó alzando su dedo índice para luego señalarse a si mismo.

−¿Dónde está? –preguntó Furihata aliviado de que tuviese un remedio para el dedo de Kise.

−Ya verás. –le quiso guiñar el ojo al castaño, pero terminó cerrando ambos. –Dame tu dedo, Kise. –ordenó. Kise obedeció haciendo ademanes bastantes graciosos y parecidos a los de una ayudante de mago, solo para estirar su mano. Takao miró el dedo fingiendo seriedad y asintió un par de veces antes de imitar el gesto de Midorima al subirse los lentes. Acto seguido sacó la lengua acercándose al dedo pálido de Kise. Lamio el recorrido de la sangre con tal cautela sugerente, que Kouki se vio forzado a tragar saliva. Kise parecía sorprendido, pero la bonita sonrisa de modelo no desapareció de sus labios cuando su dedo fue succionado con suavidad y acariciado por la lengua de Takao.

−Perfecto. –murmuró el pelinegro al ver que el sangrado había cesado. Kise, por otro lado, se acercó al rostro de Takao, quien terminó por extinguir el espacio entre ellos para besarse primeramente con timidez y un segundo después el beso era feroz. La mano de Kise abrazaba el torso contrario al tiempo que Takao ceñía en un puno el cabello rubio de su nuca.

Furihata no sabía qué hacer. ¿Debía detenerlos? Tal vez ambos se gustaban y por eso se besaban.

−¡¿Qué demonios haces, Takao?! –inquirió Midorima apenas entró a la sala.

Kouki se giró sobresaltado ante el grito de Midorima. Moreno y rubio se separaron con una sonrisa divertida.

−¿Qué tiene de malo besar alguien? –inquirió Takao cruzándose de brazos.

−Que no debes hacerlo con cualquiera. –rezongó molesto.

−Kise no es cualquiera, es un chico divertido. ¿Cuál es el problema? Solo es un beso, se le puede dar a todo el mundo. En occidente se saludan de beso.

−¿Por qué a Kise?

−También puedo besar a Furihata.

−¿Qué? –exclamaron Seijuuro y Kouki al unísono.

−Apuesto que no tiene la mente cerrada como la tuya, Shin-chan. ¿Verdad, Furi?

−Ahm… es que no… −no quería hacer enfadar más de la cuenta al par de ojos verdes que lo taladraban.

–Vamos, solo será un beso. –susurro acercándose peligrosamente a sus labios.

−¡Takao!

−Bien, tal vez no se sienta cómodo conmigo, pero si con Akashi. ¿O también eres tan hermético como Shin-chan? –inquirió enarcando una ceja.

−¡Vamos, Akashicchi! ¡Demuestra el poder de los amigos! –instó Kise recostado en el sofá. Apenas podía mantener los ojos abiertos.

−Primeramente deberían conocer la opinión de Kouki. No pueden decidir que demostrar con alguien que apenas conocen. –amonestó Seijuuro pasándolos de largo para tomar asiento en el mismo lugar de hace un rato, solo que esta vez sobre el sofá, un tanto retirado de Furihata.

−Entonces puedes besar a Midorimacchi.

−Cierra la boca, Kise. –farfulló siguiendo a su amigo para sentarse en el suelo.

−No tengo problema. –agregó Seijuuro para callar al par de ebrios que no se detendrían por más regaños que les diera. Así eran las personas de tercas cuando bebían demasiado. –¿Shintarou?

−A mí no me metan en sus ridiculeces. –se cruzó de brazos.

−¿Te estas acobardando? –se burló Takao.

A Midorima le molestó su comentario y se levantó del suelo encarando directamente a Akashi, quien impresionado por la espontaneidad de su reacción, levantó la vista siendo atacado de inmediato por un torpe beso que apenas tocó sus labios. Midorima ladeó levemente la cabeza para profundizar su beso lento.

La mente de Akashi nada nublada, solo pensaba en lo bien que podían sentirse los labios de Kouki. Se arrepentía, debió aceptar la oferta que le ofrecía Takao y acceder fingiéndose ebrio, pero eso iba en contra de sus principios.

Kise se impresionó por ver los ojos cristalinos de Takao al observar como Midorima se recargaba en el respaldo con una mano y con la otra levantaba el rostro del pelirrojo. Sentía su corazón latir con gran velocidad, pero la misma velocidad parecía  centrifugar su sangre para dejarlo mareado.

−¿Takao? –la voz de Furihata al pronunciar su nombre, alertó a Midorima, separándose de inmediato de su amigo. Takao se había levantado para ir al baño en silencio.

Seijuuro se limpió los labios con el pulgar dejando que Midorima se sentara a su lado.

−¿Qué paso? –Kagami salió de su habitación sacudiéndose el cabello con una toalla. Llevaba bermudas y el torso descubierto. Se había bañado.

−No lo sé. –Kise se encogió de hombros. −¿Dónde dormiré, Kagamicchi?

−Hay una habitación libre, pero Furi tiene su pie lastimado…

−No hay problema, Kagami. Puedo dormir en la sala. Además de que el baño me quedara más cerca y no tendré que usar muletas. –sonrió.

−Eres un amor, Furi. –dijo Kise sacudiendo los cabellos castaños de Kouki.

Al cabo de un par de minutos, Takao dormía en la misma habitación que Kise, Kagami y Kuroko en su cama, Midorima dormiría en un sofá mientras que Furihata y Akashi en un par de futones que tenían extra. Midorima se quedó dormido en cuestión de segundos. La estancia estaba a oscuras y la única luz que se filtraba era la de la noche, iluminando escasamente los muebles, pero todavía se podían ver a lo lejos las luces de la ciudad. Era evidente siendo el festival de tanabata.

Kouki no podía conciliar el sueño porque su pie le daba mucho calor estando vendado. Contó los tres aviones que pasaron y trató de contar también la cantidad de luces rojas, otras amillas y otras blanquecinas que parpadeaban en la ciudad. Perdía la cuenta y volvía a comenzar.

Su silueta se delineaba por la escasa luz nocturna, sus ojos se deleitaban con el taciturno respirar de Kouki visualizándose apenas. Inexplicable seria la palabra adecuada para describir su deseo por querer estirar la mano y alcanzar a tocar los cabellos castaños frente a él. No podía dormir. No quería dormir. La idea de descansar su cuerpo le inquietaba ante la posibilidad de despertar y no ver a Kouki a su lado; quizás era esa la razón por la que se obligaba a pensar otra cosa, ya que ese chico no pensaba en él de la misma forma. ¿Cómo podía ser que alguien le robara el sueño?

Fastidiado de sí mismo, se levantó del futon ya que no se cubría con nada por el calor del verano. Encontró en la oscuridad la cajetilla de cigarros y el encendedor que estaban sobre la mesa antes de dirigirse sigilosamente a la terraza donde podría fumar.

Abrió la puerta corrediza de cristal y la cerró a sus espaldas sin percatarse que Furihata lo miraba atentamente. Recargándose en la baranda que lo resguardaba de una muerte fortuita al caer, sacó un cigarro colocándoselo entre los labios. Dejó la cajetilla en una mesilla metálica blanca y encendió su cigarro. La primera calada no la sintió, sin embargo, al soltar el humo, lo vio desvanecerse en la oscuridad de la noche.

La ropa que le prestó Kagami era de Kuroko. No le quedaba pequeña, pero si ajustada. De todos modos solo eran bermudas y una camiseta de manga corta. Si se le impregnaba el aroma del cigarro tendría que comprar otro conjunto, o en caso contrario, mandarla a lavar. Solo esperaba que Kuroko no se enfadara.

−No sabía que fumabas. –escuchó la voz asaltarle por sorpresa. No se movió y continuó mirando las espirales de humo retorcerse al quemarse el tabaco. Las luces le ayudaban a ver y la música entremezclada una con otra le recordaba que no solo existía la clásica.

−No comúnmente. –concedió dándole una calada más al cigarro. –Discúlpame si te desperté. −trató de ser más cortante, como lo podría ser ante un ser cualquiera, alguien que le diera igual.

−Estaba despierto, no te preocupes… −su voz se oyó apaciguada por el bostezo que lanzo al aire. Se subió el cierre de la sudadera gris que le prestó Kagami. También era de Kuroko.

Como cada que hablaban, la atmosfera se vio sumida en el silencio. Akashi mantenía la vista fija a ningún punto en específico queriendo concentrarse en traducir mentalmente al alemán su última clase de francés, y Furihata se mantuvo recargado en el barandal mirando la luna que se obstinaba en brillar junto con las oscuras nubes que cobraban claridad al estar cerca. Era como ver una escena de película de terror, solo que era la vida real y por ende, un poco aburrida.

−Sei…

−¿Si? –apagó distraídamente el cigarro en el cenicero que había sobre la mesa y dejó ahí mismo la colilla. Volvió la vista a la ciudad después de darle un vistazo a Furihata, que recargaba su barbilla en los brazos.

−No tienes que responder si no quieres, pero, ¿te atrae Midorima?

−¿Cómo es que llegaste a semejante conclusión? –preguntó extrañado.

−Bueno, no te negaste cuando Takao lo propuso la segunda vez, pero la primera… quizás sea porque apenas nos conocemos y le tienes más confianza que a mí, pero yo quiero conocerte de verdad, ser tu amigo como Midorima... No quiero que nuestras conversaciones sean únicamente de Hiroshi y…

−¿Entonces hubieses aceptado un beso? –cuestionó con seriedad. Kouki se irguió calvándole la mirada a ese par de ojos tan peculiares que cobraban un brillo singular por la luz de la luna.

Se dio cuenta de que su boca estaba escasamente abierta y la cerró de inmediato respondiendo simplemente como le había llegado la información al cerebro.

−Si.

No se lo pensó dos veces, pero sus pasos eran cautelosos al acercarse a Furihata. El espacio se vio reducido a escasos centímetros entre ellos, ninguna palabra más fue lanzada al vacío, solo el vaho de una noche húmeda de verano se interponía entre ellos, una noche que les ponía la piel pegajosa por el calor. Sus ojos contemplaban los labios entreabiertos de Kouki, de donde manaba vapor al exhalar. Alargó una mano alcanzando su rostro. Las yemas de sus dedos parecieron quemarse al contacto con la piel cálida del castaño. Era un calor soportable y exquisito que recorrió cada resquicio de su ser, se trataba de la primera vez que lo tocaba y también la última. Bajo su palma sentía el tamborileo del corazón contario, tan acelerado como el propio. Su pulgar delineó el labio inferior de Kouki provocándole un estremecimiento interno que agitó aún más su ritmo cardiaco. Levantó la mirada hacia los ojos castaños que le devolvían la mirada, antes de inclinarse con suma delicadeza y por ultimo cerrar los ojos al posar sus labios fríos contra los labios fervientes de quien ahora ceñía la manga de su sudadera correspondiendo su tacto. 

 

 

Notas finales:

 Les gustó? no les agradó?

Se suponia que seria tan corto como los anteriores, pero despues no pude cortarle el hilo y pos asi quedó. :D

El siguiente vendra con la vision de furi. 

Gracias por su constancia! Buen fin de semana y nos vemos en la actualizacion! :}


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).