Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Un diablillo se coló en mi vida. por Fullbuster

[Reviews - 73]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Aomine ayudó a sus dos compañeros a meter las cosas en la casa. Tetsu no paraba de mirarles escondido desde detrás del sofá y es que todo el suelo estaba lleno de cosas para poder montar las máquinas de ejercicio.


- Ven aquí conmigo, pequeño – sonrió Aomine cogiéndolo como un saco de patatas.


Tetsu no pudo evitar reír, algo que le gustó al moreno. Por fin en la prácticamente  deshabitada casa, se escuchaba algo de alegría, en lugar de los ecos de unas solitarias pisadas. Aomine buscó el mando de la televisión mientras llevaba al pobre Tetsu en su hombro por todo el salón. Kise sonrió al ver lo compenetrados que estaban esos dos, parecía que Aomine tenía la situación bajo control con el pequeño. Cuando encontró el mando, dejó a Tetsu sentado en el sofá y le puso unos dibujos para que estuviera entretenido mientras montaban todo.


- ¿Dónde está el perro que recogiste de la calle? – preguntó Kise sorprendido al no verlo por la casa.


- Durmiendo en mi cuarto. Le cierro la puerta para no molestarle, pero imagino que con el ruido que estamos haciendo estará ya despierto. Iré a por él. Quizá a Tetsu le gusten los perros.


- Preguntémosle – sonrió Kise – ey, Tetsu, ¿te gustan los perros?


Tetsu colocó sus rodillas en el asiento y girándose, apoyó sus manos en el respaldo para mirarles. Su rostro seguía inexpresivo, quizá sólo con Kagami o con Aomine, era cuando realmente relajaba sus facciones, pero ahora mirando a Kise, volvía a tener esa mirada seria más frecuente de la gente mayor que de los niños.


- ¿Perros? – preguntó Tetsu – nunca he tenido un perro. En el orfanato no se aceptan animales.


- Oh – sonrió Kise con mayor ímpetu - ¿Y te gustaría tener uno?


- Sí, por qué no…


- Pues estás de suerte, porque aquí el señorito Daiki va por la calle recogiendo perros – comentó Kise – el otro día trajo un precioso cachorro de Husky.


- ¿En serio? ¿Dónde está? – preguntó emocionado Tetsu mirando hacia Aomine, sonriendo una vez más sólo para ese moreno.


- En mi habitación – le comentó indicándole la puerta que era.


Tetsu bajó corriendo del sofá para ir hacia la puerta que se le había indicado. Tan sólo se detuvo un momento frente a la puerta cerrada, escuchando cómo unos leves arañazos venían del otro lado. Eso le hizo sonreír, no le habían mentido, había algo allí dentro. Se lanzó sobre el picaporte poniéndose levemente de puntillas y abrió la puerta dejando salir al pequeño cachorro que inició su carrera por todo el salón, subiéndose por el sofá y buscando las caricias de todos los allí presentes.


- De verdad que tu casa parece una casa de acogida – le comentó Kise sonriendo.


- Deberías educar al perro si piensas quedártelo – recriminó enseguida Akashi pero eso hizo sonreír a Aomine. Akashi odiaba los perros desobedientes.


- Lo haré, cuando tenga los seis meses, aún es un cachorro. Dejaré que disfrute un poco más de su libertad sin órdenes.


- Eres muy blando a veces, Aomine. Oye, Dai… ¿Qué sabes sobre ese bombero? Digo… vas a compartir a Tetsu con él.


- No sé mucho de él. Los datos que el juez me dio. Es fiable.


- Deberías investigarle. Quién sabe cómo es en realidad – siguió Akashi.


- Akashi… no malinterpretes a la gente, confía un poco. Es bombero, salvó a Tetsu y el juez leyó su historial y no vio nada sospechoso. Más podría desconfiar él de mí, él es un héroe y yo… disparo a la gente. Terminemos de montar esto, me apetece aprovechar mi día libre.


- ¿En qué estás pensando? – preguntó esta vez Kise.


- En llevarme a Tetsu y al perro de paseo. Tomar un helado en el parque o algo.


- Es un buen plan. Así tendréis tiempo de conoceros mejor.


Los chicos terminaron de montar las máquinas dejándolas en una esquina del salón. Durante todo el tiempo que estuvieron ocupados, Tetsu vio la televisión en el sofá junto al perro. Parecían uña y carne, no se habían separado ni un segundo desde que se conocieron. Seguramente, ese perro que ya había sufrido un abandono, sentía también la soledad de Tetsu, por eso ambos habían congeniado tan rápido.


Una vez se marcharon los compañeros de Aomine, se dio una ducha rápida y cogiendo la correa que le había comprado al perro la tarde anterior, salió junto a Tetsu en dirección al parque.


El parque estaba lleno de gente que disfrutaba de un cálido tiempo. El sol brillaba en el cielo, los niños más pequeños jugaban en los columpios siendo vigilados por sus padres y algunos estudiantes o adolescentes, jugaban a cartas, leían libros o disfrutaban de bromas y conversaciones amenas entre ellos.


- Dai… ¿Cómo le has llamado? – preguntó Tetsu mirando al perro.


- Pues… - se rascó la cabeza sonrojándose – en realidad no le he puesto nombre aún, lo recogí ayer. Hagamos una cosa… ponle tú el nombre.


- ¿Yo? Pero… - entristeció Tetsu – pero yo no puedo quedármelo. En algún momento volveré al orfanato.


- Siéntate aquí a mi lado – le dijo Aomine viendo el bordillo de una fuente. Cogió al perro en sus brazos y miró a Tetsu con ternura - ¿No has deshecho tu equipaje por eso? ¿Por qué piensas que no te vas a quedar?


- Sé que no. Casi todos vuelven al orfanato en algún momento. Yo también volví. Al final las familias no te quieren.


- Yo sí te quiero, Tetsu, voy a quererte siempre, eres importante para mí. Quiero que seas tú quien elija su nombre – sonrió - quiero que sepáis los dos… que siempre habrá un hueco en mi casa para vosotros.


- Te quiero – pronunció Tetsu con lágrimas en los ojos abrazándose al pecho de Aomine por no llegar a su cuello.


- Y yo a ti, pequeño. Ahora ve a jugar un rato con el perro mientras yo compro unos helados, ¿vale? No te alejes de mí.


- Vale. Por cierto… Tetsuya 2 – comentó – podemos llamarle “Dos”.


- De acuerdo – sonrió Aomine revolviéndole el cabello.


Aomine pasó a por unos helados mientras vigilaba desde la cola cómo Tetsu y el perro corrían por el césped del parque jugando y riendo. Hacía mucho tiempo que él no sonreía, pero ahora… en su vida había alguien que llenaba el vacío que tuvo durante mucho tiempo en el pecho.


Tetsu estaba lanzando un palo para que “Tetsuya dos” lo buscase cuando ante sus ojos, apareció Kagami sentado en un pequeño banco al fondo mirando su teléfono. Los ojos azules de Tetsu se giraron hacia Aomine que seguía en la cola de los helados y volvió a mirar a Kagami sacando una sonrisa. Era su oportunidad perfecta para empezar a unir a esos dos. No podía pedir nada mejor que esa coincidencia pese a que ellos, ni se habían dado cuenta. ¡Menudos dos estaban hechos! Tetsu aún se preguntaba cómo no podían verse el uno al otro con lo compatibles que parecían.


Esa sonrisa de diablillo volvió a aparecer en su rostro, era la oportunidad perfecta para un nuevo contacto de ellos, conseguiría que hablasen más a menudo y no iba a desaprovechar ninguna oportunidad que se le presentase. Caminó hacia Kagami, que cogía una vez más el móvil y esta vez, conseguía ponerse en contacto con la otra persona al otro lado del teléfono. Tetsu se detuvo un segundo a su lado. Ni siquiera el pelirrojo se había percatado de su presencia, estaba enfrascado en aquella discusión.


- ¿Cómo que no vas a venir? – preguntó a la persona al otro lado del teléfono – Me lo prometiste, Himuro, nada de trabajo hoy, es mi día libre… - detuvo sus palabras escuchando lo que la otra persona le decía - ¿Que te ha salido un caso importante? Venga ya, Himuro, siempre me dices lo mismo, para ti todos los casos son importantes – suspiró frustrado al ver que no podía convencerle – sí, vale, haz lo que quieras.


Kagami colgó el teléfono con resignación mirando la pantalla apagarse con tristeza. Siempre había estado enamorado de Himuro, nunca lo dudó. Eran felices, o lo habían sido hasta que empezó a trabajar hace un par de años en ese nuevo bufete de abogados. Tan sólo algunos fines de semana que Kagami tenía libre era cuando podían estar realmente juntos. Quizá… muchas veces fingía que todo iba bien, pero la verdad… es que se sentía un poco solo.


- Yo te haré compañía – escuchó una dulce vocecita a su lado y se giró para ver al chico regalarle la más dulce de las sonrisas.


- ¿Tetsu? – preguntó sorprendido - ¿Qué haces aquí?


- Menuda cola había en los helados – sonrió Aomine llegando con unos helados, pero se paralizó al ver a Kagami sentado en el banco – vaya… si llego a saber que estabas por aquí, habría comprado otro – comentó Aomine – menos mal que me había comprado dos para mí, te daré uno de los míos – le sonrió ofreciéndole uno.


Kagami se quedó atónito al ver allí a Aomine pero sobre todo… un sonrojo inundó sus mejillas al ver esa sonrisa que paralizó su mundo y reconfortó su corazón por un segundo. La primera vez que supo de ese chico, le juzgó mal por su uniforme, creyó que sería una persona arrogante y prepotente, que sólo le interesarían las armas, la violencia… pero era todo lo contrario, ahora lo veía, era un chico sonriente, alegre, con una gran vitalidad. Aquel pensamiento le hizo sonreír, se dio cuenta de lo equivocado que estaba al juzgar a las personas a su alrededor por lo que eran o por la primera impresión.


- Gracias – agradeció Kagami cogiendo el helado que Aomine le daba.


- ¿Puedo ir a jugar al tobogán? – preguntó Tetsu cogiendo el helado que le daba Aomine.


- Sí, pero mantente a la vista, ¿vale?


- Vale.


Tetsu se marchó corriendo con “Tetsuya dos” y es que, sabía mejor que nadie pese a ser un niño, que esos dos necesitaban un rato a solas para empezar a congeniar. Él se ocuparía de que se encontrasen más de una vez. Él les uniría costase lo que costase.


- Las chicas siempre llegan tarde – sonrió Aomine hacia Kagami pero éste sonrió con cierto toque de ironía en su mirada.


- En mi caso es un chico.


- Oh, vaya. Lo siento. No lo sabía.


- Llevo… cinco años con él y aunque lo adoro, hay cosas suyas que me sacan de los nervios. Es la segunda vez esta semana que anula los planes en mi día libre. Sólo quería pasar un rato con él pero…


- ¿Puedo sentarme? – le preguntó Aomine y Kagami se movió un poco para dejarle sitio, ruborizándose más al darse cuenta de que ni siquiera se lo había propuesto él.


- Lo siento. Claro, siéntate.


- No sé mucho sobre relaciones – sonrió Aomine – pero… deberías contarle cómo te sientes. En eso consiste una relación, ¿no? En poder confiar el uno en el otro. Seguro que si lo sabe, intentará poner remedio, porque te quiere, espero – sonrió Aomine.


- Dios… que fácil es hablar contigo – sonrió Kagami al darse cuenta de cómo había subestimado a ese chico.


- Soy un S.A.T, tiene que serlo – comentó Aomine sonriendo – nos llaman para negociar vidas, tenemos que ser convincentes para conseguir sacar a todos vivos sin disparar.


- Nunca me había planteado cómo era vuestro trabajo. Creía que entrabais, disparabais y salíais.


- Para nada – sonrió Aomine – negociamos primero o lo intentamos. Siempre tratamos de que haya el menor número de víctimas. Nos llaman cuando suena el primer disparo o alguien entra armado, somos… “la caballería” – dijo con la sonrisa – a los que llaman cuando todas las opciones se les han acabado. Si no podemos negociar, entonces entramos en acción. Lo hacemos en segundos, todos sabemos qué función tenemos, nuestro sargento es lo primero que nos programa nada más entrar, nos dice el puesto que ocupamos para cada día.


-  Funcionamos igual en eso – sonrió Kagami.


- A veces… no queda más remedio que disparar para salvar al rehén. Es un trabajo difícil pero alguien tiene que hacerlo. Disparar es nuestra última opción siempre. Generalmente es el francotirador quien lo hace, los de asalto son los encargados de tratar de neutralizar la amenaza reduciendo al enemigo pero manteniéndolo a salvo. Habla con tu novio – le volvió a aconsejar Aomine comiéndose su helado.


- Lo haré.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).