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Blanca y Negra Nube por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

Bueno esta vez si me demoré más jajajajaja

Pero bueno, han sido días muy duros y en los que he batallado con mi salud. Bueno señores y señoras... :v no tengo nada más que decir 

XD

 

Espero que disfruten de la lectura 

 

 

 

Era una hermosa mañana, un castañito caminaba feliz por las calles nuevas, miraba todo con curiosidad mientras también se fijaba de no separarse de su madre. Cuando vio un parque sonrió espléndidamente para correr hacia allí. Se subió a los columpios, escaló un pequeño árbol con agilidad, probó cada juego, ya que a sus escasos cinco años vividos, todo era interesante y sin peligros. De pronto gritó al ver a un cachorro acercársele y huyó con el pequeño can siguiéndolo, un pequeño trauma que Tsuna ganó después de toparse con el perro de su antiguo vecino

Se alejó de su madre para terminar siendo derribado por el cachorro y siendo devorado por aquella lengua ensalivada y que olía raro. Pidió auxilio mientras pataleaba, pero al parecer se alejó demasiado de su madre y ahora ella no podía ayudarlo. Desesperado, con las lágrimas nublándole la vista intentó quitarse al pequeño can de encima

 

-fuera – la voz infantil resonó en el lugar y el cachorro se detuvo de inmediato – no te lances encima de los niños – sujetando la correa de aquella amenaza, hizo que el perro se alejara

-ehm… gra-gracias – aun sollozaba en el suelo, sintiéndose a salvo al no ver a aquel horrible monstruo

-hmm – hizo una mueca de desagrado al ver al más pequeño, lleno de tierra, gimoteando bajito, un raspón en la rodilla – herbívoro – susurró antes de darse vuelta e irse

-gracias – repitió una vez más viendo al niño alejarse, tal vez fuera mayor que él… un año más, tal vez dos pero se veía enorme en comparación a él

-Tsu-kun, me asustaste, ¿dónde estabas?

-mamá – sollozo al ver a la castaña arrodillada cerca de él y se lanzó a los brazos de su protectora mamá

-¿qué pasó?

-un monstruo – sollozo escondiéndose en el pecho de su madre, quien entendiendo la situación cargó al menor y lo llevó en brazos nuevamente a casa

 

No supo más de ese niño, no lo vio de nuevo por ese parque, al menos no hasta que llegaron a su nueva escuela. El castaño temeroso de la nueva actividad en su vida se aferraba a las faldas de su madre, negándose a aquedarse ahí. Después de una plática y una promesa de que la castaña volvería en unas horas, el pequeño se dejó guiar por la maestra correspondiente a su salón. Muchos niños, muchas caras nuevas, muchas dudas de cómo empezar a conversar con los otros niños. Tuvo la suerte de encontrarse con un chiquillo vivaz y alegre que lo llevó a incluirse al pequeño grupo de juego que armaron para perseguir la pelota en el patio. Fue normal como cualquier otra cosa en su vida

 

 

-¡hola! – sonrió cuando después de correr unos metros alcanzó a cierto azabache más alto que él. Era el segundo día de su etapa escolar

-eres tu – observó al jadeante niño cerca de él, era extraño – ¿qué quieres?

-etto... gracias por salvarme del monstruo – dijo con voz vivaz, levantando sus manos y formando unas garras imaginarias para dar a notar su explicación

-era un perro – se quejó frunciendo levemente el ceño

-era un monstruo – insistió mientras veía a una señora de larga cabellera negra parada a unos metros y que coincidentemente platicaba con su madre – ¿es tu mamá?

-si – respondió cortante mientras trataba de retomar su camino

-¡espera! – pidió un poco temeroso de la mirada de aquel chico, una mirada azulada y amenazante – gracias… toma esto – extendió sus manos depositando una pequeña perla en las manos del más grande

-¿qué es esto? – curioseó la pequeña cosa brillante

-un regalo – sonrió con dulzura – se parece a las estrellas de la noche – insistió señalando el objeto

-bien – por un momento se quedó viendo al más pequeño, quien parecía brillar un poco cada vez que sonreía

-Kyoya-kun, ven por favor… debemos ir a casa – la voz de una de las madres hizo que el pequeño azabache le diera la espalda al otro y se encaminara hasta tomar la mano de la mujer azabache

-Tsu-kun nosotros también – sonrió la castaña y el pequeño castaño corrió hasta estar a la altura de su madre – mira ella es Hibari-san y el pequeño Kyoya-kun – explicó Nana a su hijo

-ella es Sawada-san – la pelinegra se arrodilló hasta acariciar la mejilla de su hijo – y él es Tsunayoshi-kun… debes llevarte bien con él, es nuevo en la ciudad y podrían jugar juntos de vez en cuando

-¡eso suena divertido! – apoyó el castaño, pero al sentir la mirada seria sobre él, se encogió un poco, esa intensa mirada del niño pelinegro lo asustaba pero también le atraía

-bien – respondió al final, analizó al castaño, no era una amenaza, pero tampoco era una molestia… así que por él estaba bien

-¡genial! Que les parece si los invito a comer – sonreía la castaña quien liderando al grupo ya se encaminaba a su hogar

 

 

El castaño trató de llevarse con el mayor de los dos, Kyoya en cambio evitaba todo contacto con el pequeño, fue difícil y a pesar de eso, no podían evitar querer estar juntos aunque sea un momento. Ahí empezó todo. Fue mejor cuando se reunieron en la primaria, Tsuna solía visitar a Kyoya en su salón, y a veces el azabache aparecía cerca del salón de Tsuna a la salida. La amistad de sus familias se fortaleció, terminando así en unir a los pequeños también. El camino que tomaron esa vez… parecía ser el correcto

 

 

 

 

-¿soy libre? – miraba a aquellos ojos azulados que poseía Alaude

-lo eres – con seriedad habló, en su brazo ya se tatuaba la señal de liberación, un tatuaje que le quemaría cada vez que intentase acercarse a Giotto nuevamente… la única forma de mostrarle que su tortura terminó

-¿y tú? – se abrazó a si mismo sintiendo una mezcla entre emoción, alivio y tristeza

-lo soy – mostró el tatuaje que en la piel de Giotto no se mostraba, un ángel siempre será puro… el malvado allí era Alaude

-¿te veré de nuevo? – miró a su acompañante con un leve toque de esperanza

-jamás – estiró sus alas negras cuando la nube empezaba a desvanecerse – eso ya lo sabes

-fue un horrible castigo – también estiró sus alas para elevarse en aquel cielo, miraba a Alaude y su pecho dolía… incluso los ángeles, demonios, caídos podían tener ese tipo de emociones

-lo soportaste bien – sonrió con ternura al ver a Giotto sufriendo por él… por el amor que nunca debió forjarse

-creo que esto es un adiós – sonrió melancólicamente, a pesar de los años de suplicio… a pesar de que pagó caro por esas emociones… no quería dejarlas de lado

-esta será su última vida también – dijo mirando a la tierra en donde observaba a dos niños – volverán a ser ángel y demonio

-que cruel – sonrió con tristeza

-Giotto – susurró el de alas negras acercándose al otro – adiós – susurró mientras depositaba un casto beso en el ángel de alas blancas… ignoró la ardiente marca que infringía dolor en su cuerpo… necesitaba al menos despedirse

-adiós – respondió retomando el suave contacto – espero no volver a verte nunca – fue más como una súplica que un reclamo

-no lo harás – sonrió antes de caer en picada hacia la tierra

-que cruel – repitió Giotto mientras extendía sus alas y ascendía a las nubes más altas – pero así es el destino de nosotros los neutrales… supongo que debo  ser un ángel guardián nuevamente… tal vez de uno de ellos…

 

 

 

 

El castaño tenía diez años cuando sus memorias llegaron, imágenes confusas de cosas que él hizo. Situaciones anteriores que a la vez parecía que no eran reales. Acostumbrándose a tener sueños raros creció sin problemas, aunque claro, cada vez que le contaba a Kyoya uno de sus sueños, en los cuales el azabache también participaba, el mayor solo le decía que eran tonterías. Pero dudoso, el pequeño castaño seguía recolectando algunas memorias en un cuaderno que escondía en un tallo hueco en el árbol de su casa. No todos los sueños eran buenos, muchas veces se levantaba llorando pues sentía mucha tristeza cuando su sueño se volvía pesadilla llena de fuego o de agua. Tenía catorce cuando al fin entendió qué era lo que le pasaba y se mantuvo en silencio como en alguna de sus vidas pasadas, esperando a que el mayor se acordara y disfrutar de la compañía de su gran…

 

 

-te amo – fue un día en el que Tsuna se quedó limpiando su salón, estaba concentrado en su tarea, rememorando una de las citas que tuvo con Kyoya cuando su cuerpo era el de una fémina – yo te… amo – Tsuna vio ingresar a Kyoya a su salón y sin entender las repentinas palabras se limitó a sonreír

-Kyoya… es raro que vengas aquí y…

-te amo – repitió mientras las lágrimas surcaban sus mejillas, unas lágrimas que nadie más que el castaño tenía derecho a ver – yo te… – se acercó al castaño con rapidez estrechándolo entre sus brazos – yo…

-lo recordaste – susurró correspondiendo al abrazo y dejando salir sus lágrimas también – esperé… mucho – se quejó hundiendo su nariz en el pecho ajeno, sintiendo como el azabache besaba sus cabellos mientras temblaba ligeramente

-lamento haber tardado – Kyoya se quedó allí, aspirando el aroma de aquel cuerpecito que siempre reencarnaba de forma similar, castaño, ojos chocolate,   piel un poco bronceadita, dulce aura y enorme sonrisa

-no te… preocupes – se separó para tomar entre sus manos el rostro de aquel hombre, que al igual que él, conservaba sus características distintivas en cada vida, tal vez así se les hacía más fácil reconocerse – Kyoya…

-Tsuna – lo besó con ternura, posando sus labios sobre los del menor que suspirando se aferraba a su cuello, el sabor salado de sus lágrimas no le quitaba lo dulce del momento

-Kyoya… – respondió al sentirse libre por unos momentos – ya no me dejes

-ya no – se abrazó al cuerpo del que en esta vida fue su mejor amigo, su más cercano compañero, su amable vecino – ya basta…

-el cielo conspira contra nosotros – sollozó Tsuna pues una memoria más le llegó hace un tiempo… una memoria que lo atormentaría en su última vida

-es un castigo porque enlazamos esencias – apretó sus puños al recordar ese día, ellos solo querían estar juntos… compartir el lecho fue considerado sacrilegio

-¡no te arrepientas! – exigió cuando vio ese rastro de culpa en la mirada del más alto – nunca

-no lo haré – suavizó su mirada, conservó la calma pues ahora podía acariciar ese rostro

-entonces solo nos queda esta vida – sonrió melancólicamente, era una oportunidad única, una forma de ser felices y que al final les traería una soledad eterna

-si – suspiró pues la vida humana era demasiada corta, era irónico que deseara más tiempo cuando ya tuvo decenas, miles de vidas anteriores

-después… ¿qué haremos? – el miedo lo invadió momentáneamente

-no lo sé

-no quiero separarme de ti

-y yo no quiero que sufras más – confesó apretando aquella mano que acariciaba su mejilla con tanta ternura que le daba la sensación de tener algodón brotándose contra su piel

-si es contigo vale la pena – sonrió divertido al ver el ceño fruncido de Kyoya

-pero vernos morir uno al otro, no es vida… no son vidas – se quejó

-entonces que ésta sea la última – sonrió como solo él podía hacerlo

-así debe ser

-nos quitaran memorias después – su voz se quebró pero soportó las lágrimas

-tu un ángel y yo un demonio… nunca debí hacerte ese mal

-no reniegues Kyoya – se molestó golpeando la frente del mayor

-prefiero tenerte a salvo… aunque lejos de mí – apretó la nariz del castaño con un poco de rudeza, era una forma infantil de pelear pero… era su forma de matar un poco de aquella pena que los embargaba

-supongo que eso es el final de todo

-tenemos esta vida

-y no pienso desperdiciar un día – sonreía Tsuna con melancolía

-te amo

-yo también te amo – fue la promesa de esos dos que al fin cursaban una vida tranquila

 

 

Desde ese día estuvieron juntos, sin tapujos, sin vergüenzas, en esa vida en donde a pesar de las protestas de un padre celoso que reclamaba la inocencia de su hijo castaño, lograron mostrarse como una pareja que se amaba. Kyoya era conocido como el líder del comité disciplinario de Namimori, duro, rudo, implacable, mordía hasta la muerte a quien le diera contra o a cualquier bastardo que se atreviera a tratar mal, o peor aún, a tocar a su castaño. Tsuna por su lado, torpe muchas veces, no destacaba en ninguna actividad, cosa que con pasar el tiempo cambió en torno a todas las memorias pasadas que venían a su cabeza, después de todo estudiar cientos de veces tenía sus ventajas, pero lo que todos notaban, y el motivo por el que a veces lo molestaban, era la gentileza infinita, de amabilidad innata, ayudando al prójimo sin dudarlo, aura tranquila, sonrisa brillante… atrayente.

Cuando algunos valientes se daban cuenta de la hermosura en alma y cuerpo del castaño, intentaban acercársele con otras intenciones, todos terminaban siendo masacrados por la reencarnación del demonio que llora, aunque no lo supieran. Tsuna siempre terminaba interponiéndose entre esas palizas, suspirando levantaba al herido y lo llevaba a la enfermería, uno de los tantos subordinados de Kyoya lo ayudaba siempre. Hibari no reclamaba pues adoraba esa amabilidad de su castaño, solo les daba una advertencia a los imbéciles y no los volvía a ver. El azabache imponía su ley, ese era su instinto, Tsuna calmaba la naturaleza agitada de su gran amor. Eran felices en esa extraña relación. Kyoya no dudaba en mostrar que el castaño era suyo, besándolo donde le diera la maldita gana, amenazando con la mirada a los que los criticaban… eso hasta era divertido de ver, y Tsuna reía bajito cuando eso pasaba

 

 

-no me gusta que te miren – gruñía nuevamente después de que un rubio alto se hubiese acercado al castaño con la excusa de estar perdido

-es inevitable en ocasiones… pero no me miran a mí, sino a ti – había un leve puchero de reproche – eres como un imán para las personas

-es a ti a quien quieren tener cerca – frunció su ceño al recordar de nuevo al rubio, al que por cierto dejó inconsciente en los vestidores de un local de ropa cercano

-¿celoso? – sonreía mientras terminaba el helado que tenía en frente. Una cita en un centro comercial, algo normal y una odisea que Kyoya soportaba solo por ver la sonrisa de su castaño

-por supuesto – sonrió mientras deslizaba sus dedos por los labios carnosos de Tsuna, los cuales estaban manchados de esa dulce sustancia – eres mío… – sonreía de medio lado mientras deslizaba su lengua por los dedos usados

-que directo – pronunciaba mientras trataba de disminuir el calor en sus mejillas

-como sea – repasaba con la mirada el cuerpo del pequeño, Tsuna tenía quince años, Kyoya dieciséis – ¿no crees que es hora?

-¿hora?... ¿de qué? – ladeó su cabeza mientras meditaba aquellas palabras

-de compartir el lecho – vio como el pequeño se atoraba con una de las fresas que tenía en su boca, tosía de forma graciosa atrayendo las miradas de lo demás clientes

-¡Kyoya!... que… ¡qué cosas dices! ¡Y en qué lugar! – se quejó cuando logró respirar mejor, sus mejillas rojas, su cuerpo estremeciéndose ante la leve sonrisa que el mayor le mostraba

-tranquilo… no es como si fuera la primera vez – comentó sin inmutarse por el leve golpe en su frente, que un avergonzado castaño le lanzó

-pero sí lo es, en esta vida – comentó sin mirarlo de frente, siempre evitó recordar todas sus primeras veces con Kyoya… era… – siempre es… vergonzoso

-siempre eres tan dulce – soltó una risita baja, sin temor a demostrar sus emociones, nunca con el castaño

-y tú un desvergonzado

-¿no quieres? – tomó la mano de Tsuna entre la suya acariciándole la palma con su dedo medio, logrando que el menor temblara ligeramente ante ese insignificante roce

-yo… no estoy listo – miró aquellos ojos metalizados, los mismos que en muchas vidas lograban hacerlo sucumbir ante las peticiones ajenas

-nunca lo estás – sonrió mientras besaba el dorso de aquella mano, ascendiendo en un suave caricia y repasaba con su lengua la punta de esos dedos que temblaban levemente

-no hagas… eso – protestó cuando sintió una leve mordida en uno de sus dedos

-¿eso es un sí? – pero no necesitaba respuestas, el leve rubor del castaño, el temblor en ese cuerpo, la forma en que apretaba el puño de su mano libre… todas sus primeras veces demostrándose su amor de forma física eran así… Tsuna se avergonzaba y él adoraba corromper esa alma pura – vamos entonces – susurró antes de dejar el dinero y llevarse a su pareja sin soltar su mano, entrelazando sus dedos

-¿por qué nunca me puedo negar? – se quejó bajito

-porque me amas – sonrió mientras se detenía y acercaba al oído del más pequeño – y porque te encanta recibirme dentro de tu cuerpo

-yo… yo – rojo como un tomate retrocedía ante esas palabras pero… no podía negarlas

 

 

Cuidaban del uno al otro, todas sus vidas compartiéndolas juntas, dulces en cada acto. Sus primeras veces en diferentes cuerpos, en diferentes circunstancias, en diferentes edades, todas y cada una… lenta, delicada, dulce, descubriendo la singularidad del cuerpo contrario, perdiéndose en la mirada ajena, sucumbiendo al placer de la carne. Tocar en donde ellos mismos no lo hacían, tratando de que el placer fuera compartido, marcando sus pieles con mordidas que en medio de la excitación solo eran estimulantes, entrelazando sus manos, besándose cuando se volvían uno solo, disfrutando del tiempo en el que sus cuerpos se revolvían y combinaban, llegando al ansiado éxtasis compartido, demostrando que estaban hechos el uno para el otro, que se acoplaban perfectamente. Un amor que superaba barreras, un amor que superaba la muerte, un amor nacido de un acto de pecado, un amor… eterno, fuerte, correspondido… eso era su amor

 

En algunas vidas recitaron sus votos. En la salud y enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la felicidad y en la tristeza… ellos aumentaban un “en la vida y la muerte”… y en esa última vida lo recitaron cuando tenían dieciséis y diecisiete años, después de agotarse en el amor físico, iluminados por la luna, cubiertos por las sábanas blancas, juntaban sus frentes y recordaban ese día maravilloso en muchas de sus vidas anteriores. Se besaban terminando la ceremonia, compraban cualquier joya de fantasía, una pulsera, un collar, un anillo, lo que fuese para demostrar su unión. La primera vez fue un par de collares de oro, en otra una simple pulsera tejida de lana que cada uno hizo, en otra las argollas de bodas, en esta vida fue un par de anillos de plata que compraron en una tienda de fantasía. Siempre se reían ante esas cosas, pero para ellos era importante

 

Crecieron juntos, estudiaron juntos, trabajaron con empeño sin descuidar jamás su relación, viajaron, discutieron en ocasiones, se reconciliaron rápidamente, lloraban cuando la realidad los golpeaba pues con cada año se acercaba su separación… pero siempre terminaban de nuevo sonriendo y disfrutando el tiempo que tenían. Adoptaron un par de pequeños que en soledad sobrevivían en un pueblito, los criaron con amor como si fueran los propios, incluso era sorprendente que Kyoya fuera tan dulce con esos dos, nadie lo creería pero el azabache tenía dotes de ser padre… y Tsuna no se quedaba atrás, después de todo ellos dejaron generaciones de hombres y mujeres con sus genes en algunas de sus vidas… era tan raro

 

Disfrutaron sus días uno al lado del otro, hasta que la vejez les arrebató las fuerzas, hasta que juntos sucumbieron al sueño eterno… hasta el día en que retomaron su forma original. Unas alas blancas y brillantes en el castaño, las plumas espléndidas, numerosas, delicadas que denotaban la pureza en Tsuna, uno de los principales mandos celestiales, encargado de purificación. Unas alas negras y que constaban de piel fina nacieron en la espalda del azabache junto a algunas marcas negras en su piel, Kyoya se veía poderoso, un demonio de los más fuertes y longevos.

 

Se sonrieron una vez más y se dieron un beso corto antes de que los líderes de cada bando les arrebataran todas las memorias… buenas, malas, pasionales, inocentes, vengativas, bondadosas, bancas y negras… y ahí empezaron como seres neutrales  nuevamente. Nunca recordarían que alguna vez se amaron de tal forma intensa, y de tantas formas distintas… que con cada unión, ayudaron a que los hombres, allí en la tierra, progresaran con rapidez.

 

 

 

 

Su amor fue verdadero, poderoso, duradero… atroz y considerado como pecado… olvidado eternamente…

 

 

 

 

Así fue su destino, así fue su futuro… así sería su día a día, así sería su falta de recuerdos, así sería su paz interna, así serían sus blancas y negras nubes… por la eternidad

 

 

 

 

 

FIN

 

Notas finales:

¿Qué opinan?

Personalmente, me encantó su final, obviamente yo lo hice  a mi gusto y no lloré en ninguna historia, me encantó como quedó y sip... estoy orgullosa de este pequeño fic (aunque no le hecho portada ni nada aún... creo que me tomaré mi tiempo). Pude hacer una historia en donde Kyoya fuese mujer y Tsuna hombre pero preferí dejarlo así, el yaoi es mi más grande pasión así que decidí hacer un amor 1827 tal y como debe ser 

 

Bueno en esta historia no todo fue tristeza ¿verdad? también tuvieron sus momentos felices y en su última vida lograron amarse en todos los años humanos que les otorgaron, eso es amorsh... 

Bueno algunas personas me hicieron saber que les encantó, y se los agradezco. Siempre me ganan las inseguridades cuando hago un fic, así que tenía miedo de que no les agradara la idea, pero leer sus palabras me llena de emoción, un simple "me encanta, o me gusta" es como 1000 dólares virtuales para mi jejejeje 

 

No es el único fic en donde hago sufrir a las parejas principales, de hecho siempre los hago sufrir aunque sea un poquito, a veces me paso jejejeje (si alguien leyó "Anhelando la lejanía" sabrá que soy cruel con los ukes, aunque no hice algo tan malo... ¿o si?... ¿o tal vez aun no llego  a ese punto?) ... bueno me desvié, el asunto es que hay muchas personas que a pesar del dolor de algunas escenas, terminan disfrutándolas también, y la verdad me sorprendieron porque me dan más ideas para seguir haciendoles sufrir horrores ajajjajaja... eso es hermoso y siento que no soy rechazada.... *suspira* les agradezco a todas esas personas ^^

 

Bueno ya dije muchas cosas emocionales, lamento si les aburro pero cuando publico una actualización en las notas siempre expreso lo que mi corazoncito siente. Cambiando de tema, ahorita les respondo sus reviews jejejjee

 

Muchas gracias a los que me dejan sus comentarios o mensajes por facebook (estoy como KratSn Fics) y también a los lectores desde las sombras ^^

 

Me despido de ustedes

Muchos besos

Nos veremos en otra oportunidad ^^ 


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