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La Tregua por sue

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Notas del capitulo:

 

Hola hola!!! :D a todos disculpa por la tardanza!! Tenía la pc en reparación y cuando me la entregaron tuve que ponerme al día con los fanfics n_nU pero bueno, lo importante es que ya estamos de vuelta!! A leer mis muchachos!!! 

 

 

 

 

 

El timbre sonó y tanto Chuck como Rose, se alegraron de tener visitas – porque no tenían muchas y menos a esa hora – al abrir la puerta, la impresión se hizo presente.

 

- ¡Rippen! – Exclamaron al unísono.

 

- ¿Qué tal? – Saludó el aludido.

 

Penn que se hallaba sentado en el recibidor viendo la tv, se levantó de golpe directo a la puerta tras escuchar a sus tíos.

 

- ¿Rippen? – Mencionó el pelirrojo.

 

- Si… así me llamo – Contestó Rippen, obstinado. Procedió a dar la explicación pertinente de su aparición en el hogar de los Zero – Debo hacer una visita a cada alumno que esté a mi cargo para verificar que todo esté marchando a la perfección en su vida familiar… – Miró al chico - Son nuevos designios del director – Especificó – Debido a la “situación” de Penn con sus padres, se determinó que su casa fuera la primera que visitara.

 

- Bueno… - Rose dudó un poco – Si es por el bien de Penn…

 

- Esto no se trata de una especie de plan malvado para derrotar a mi sobrino con un engaño cruel y despiadado ¿O si? – Indagó Chuck.

 

- ¿Cómo cree? – Rippen se llevó la mano al pecho y utilizó un tono que denotaba que dicho comentario le parecía ofensivo.

 

- Ya lo oyeron tío Chuck, tía Rose. Son formalidades de la preparatoria… Simple protocolo - Intervino Penn – Además conozco a Rippen, sé defenderme cuando se trata de él.

 

Rippen sonrió internamente. Se notaba a leguas que el muchacho ansiaba disfrutar mucho más de su compañía.

 

Dejaron pasar al hombre a la casa y le ofrecieron asiento en el sillón. Mientras, en la cocina, los demás tenían una pequeña junta familiar.

 

- No lo sé Penn, esto me parece demasiado extraño… - Chuck se rascó la barbilla, pensativo.

 

- ¿Crees qué deberíamos contarle a Brock y Vonnie?

 

- ¡Nada de eso! – El pelirrojo se alarmó ante lo propuesto por Rose. Desde que habían compartido intimidad, Penn tenía la impresión de que todo el mundo estaba al pendiente de descubrirlo.    

 

- Pero Penn, se trata del villano.

 

- “Casi” villano – Recalcó – Lo que significa que no es villano todo el tiempo. Además, es  mi profesor –  Recordaba el ojiazul – Miren, sólo viene a hacer su trabajo. De nada sirve ponerse a especular razones negativas para su visita…

 

- Entonces ¿Qué hacemos? – Preguntó la mujer.

 

- Mostrarle un poco de hospitalidad al estilo Zero – Contestó el pelirrojo con orgullo.

 

Rose y Chuck se miraron las caras. No muy convencidos de hecho.

 

- De acuerdo, pero tendremos un ojo sobre él por si acaso – Propuso el hombre.

 

Penn suspiró, un tanto aliviado de lograr convencer a sus tíos de que permitieran la estadía de su profesor en la casa. Obviamente que tenía que evitar que aquello lo supieran sus padres, pero por los momentos, habían cosas más importantes… 

 

- ¿Y bien señor Rippen? ¿No le parece un encanto?

 

- Oh… sinceramente no sé que decir…

 

La bendita chinchilla era el tema de conversación – para variar – de los tíos de Penn; así que ahí estaba el bendito roedor, vestido con una pequeño suéter que le había tejido Rose y que de paso, le molestaba tenerlo encima, por lo que no dejaba de intentar quitárselo, sólo que sus “padres” no se lo permitían, acomodándoselo a cada segundo. Y Rippen, que era pésimo a la hora de ocultar sus reacciones, su rostro demostraba el tedio de la manera más directa posible.

 

- Bien… creo que lo mejor será que vayamos a mi habitación – Penn comenzó a empujar a Rippen.

 

- ¿A tú habitación? – Preguntó el tío con suma extrañeza - ¿Y para qué tendría que estar tu profesor en tu habitación?

 

- Estoy convencido de que tiene que hacer un estudio exhaustivo de que las condiciones a la hora de estudiar, sean las más adecuadas y óptimas… ¿No es así profesor Rippen?

 

El aludido comprendió el gesto que le proveyó el adolescente y le siguió la corriente.

 

- Es verdad… debo verificar que cada alumno posea todas las herramientas para su desempeño escolar. Como lámparas con luz blanca, un escritorio ordenado y libros que se utilicen para más que pisar papeles y aplastar cucarachas.

 

- De ser así… está bien – Dio el visto bueno Chuck.

 

Antes de que pudiera subir las escaleras, Rose se aproximó a Penn y le susurró a su oído:

 

- Si algo pasa: Grita, que enseguida iremos a tu rescate.

 

- Si algo pasa gritaré – Repitió - Lo tendré en cuenta tía Rose – Aunque esperaba que si “algo” pasaba entre ellos en su alcoba, tuviera el suficiente control como para aguantarse cualquier ruido. 

 

Luego de entrar en la habitación, el menor procedió a cerrar la puerta con seguro.

 

- Disculpa a mis tíos… como habrás notado son un tanto…

 

- ¿Peculiares? – Completó Rippen – Creo que ellos y Larry fueron hechos del mismo molde. No creí que vería algo más ridículo que el elefante de Larry con las gorras que les manda a fabricar a medida…

 

Penn rió un poco ante la veracidad del asunto.

 

El mayor comenzó a analizar el sitio, lo cual, hizo apenarse un poco al pelirrojo.

 

- ¿Por qué no me avisaste que vendrías?

 

- ¿Para qué? ¿Para que ordenaras un poco tu desastre? – Sonrió amplio.

 

- Pues… - Sus mejillas se pintaron aún más.

 

- ¿Acaso temes que me encuentre con cosas vergonzosas si miro de más? – Siguió indagando - ¿Eres de los que guardan las revistas pornográficas debajo de la cama?

 

- ¡Yo no tengo esa clase de cosas! – Se puso rojo como una cereza.

 

- Claro ¿Para qué cuando se tiene internet? – Rippen reparó en el saco de boxeo con un dibujo de su cara pegado en él - ¿Qué es esto? ¿Para practicar tus golpes?

 

- Pues si… - Se apresuró en arrancar el supuesto dibujo del rostro de Rippen.

 

¿Cómo decirle que hacía tiempo que ya no lo utilizaba para descargar su rabia mediante puños, sino que ahora que lo utilizaba para sus “prácticas de besos”?

 

Rippen también se percató de la cometa que le había obsequiado al joven, expuesta sobre una de las paredes.

 

- Veo que aún la conservas.

 

- Pues, claro… me recuerda lo de la tregua - Se apenó de que lo viera – Iba a colocarla en el armario, pero corría el riesgo de destrozarse… Tengo muchas cosas que suelen venirse abajo.

 

- Conque es así…

 

- ¿De verdad viniste a ver como vivo como parte de un proyecto escolar?

 

- No… Simplemente aprovecho la oportunidad de saber como vive el valeroso Penn Zero.

 

Prosiguió con sus análisis.

 

- Oh… tienes una guitarra… me imagino que sabes tocarla. Eso, o eres de la clase de personas que tienen un instrumento sólo para aparentar.

 

- Claro que sé tocarla… - Hizo una breve pausa - … ¿Quieres que toque algo para ti?

 

Rippen asintió y luego de tomar la guitarra, el jovencito tocó unas cuantas melodías, aunque debido al nerviosismo de estar junto al hombre, Zero no pudo evitar cometer una que otra equivocación, lo cual, lo hizo sentirse un tanto avergonzado. Por suerte, el pelinegro no sabía mucho o nada de composiciones musicales.

 

- ¿Quieres que te toque algo más? – Preguntó el menor, tratando de cortar el silencio que se hubo formado una vez iniciado la tonada.

 

La sonrisa de Rippen se fue dibujando. Nunca pensó que hallarle la vuelta a los comentarios de su enemigo, le parecería tan divertido.

 

- ¡Deja de malinterpretar todo lo que digo! – Se apresuró a decir Zero al darse cuenta de sus maquinaciones perversas.

 

- ¿Me vas a decir que no te interesa tocar un poco? – Tomó la mano del joven y la llevo hasta su entrepierna, para que la palpase – Ciertamente, aún eres un niño.

 

- Deja de sonreír así – Desviaba el rostro, estaba a punto de llegar al colapso.

 

- ¿Por qué?

 

- Porque… no me puedo controlar – Confesó al fin.

 

- Deja de controlarte entonces.

 

Dicho esto y el mayor fue directo a los labios del pelirrojo. Penn se sentía en la gloria probando aquel beso en su cuarto, mucho mejor que esos besos de papel que solía darse en las noches con su amante imaginario.

 

Se subieron a la cama donde prosiguieron con los besos y caricias.

 

- Iba a pedirte que volvieras a mi departamento… pero no creo que sea lo más sensato – Sabiendo que Larry aparecía cuando le daba la gana por el lugar y podría hallarlos en una situación comprometedora.

 

- Espera… ¿Vamos a hacerlo aquí?... ¿Ahora?– Preguntó al darse cuenta de que el ojirojo se desabrochaba el pantalón.

 

- Pues claro – Anunció con su sonrisa - Estaba esperando por volver a poseerte mi querido Penn – Le delineó el rostro – No sabes cuanto…

 

Penn se encontraba igual o más agitado que Rippen, pero no deseaba transmitírselo. Le parecía que no era lo correcto.

 

- Sólo… - Murmuró mientras sus propios pantalones eran bajados.

 

- ¿Si? – Se aproximó y susurró.

 

- Sólo sé gentil y ve despacio – Pidió – Mis tíos deben estar alertas a cualquier ruido. No se fían para nada de ti.

 

- Y es que no deberían… - Le abrió las piernas – Después de todo… no tienen ni idea de lo que le estoy haciendo a su adorado sobrino…

 

Mencionado aquello, Rippen entró con algo de rudeza en el interior del joven.

 

- ¡Agh! – Penn se apresuró a cubrirse la boca con ambas manos. Cuando pudo, se quejó: - Te dije que fueras gentil…

 

- Lo siento, olvidé el lubricante – De nuevo, la sonrisa fue la protagonista - Además, lamento decirte que tampoco iré despacio… eres tan estrecho que provoca hacértelo de la manera más despiadada… - Se relamió – Sin ninguna clase de cuidado… Así, como me gusta…

 

- Rip… 

 

- ¿Qué te puedo decir…? Soy un villano después de todo…

 

El modo en que le hablaba y veía, lo hacía querer desearlo… que le hiciera todas esas cosas que mencionaba. Llevado por eso, Penn se contrajo, provocando que Rippen sintiera aquella presión en su pene como un incentivo a iniciar cuanto antes con las embestidas.

 

El pelirrojo se mordía los labios, aferrándose de las sabanas ante la bestialidad del ojirojo.  Trataba de no atragantarse con la saliva, mientras su cuerpo se teñía por completo de ese adorable tono rosado que al placer le encanta colocar a los amantes. 

 

Llegaron juntos al orgasmo, conteniéndose el gemido que deseaba ser arrancado con fuerza de sus gargantas.

 

Penn permaneció con los ojos cerrados, dejándose llevar por la agradable sensación. Rippen se deleitó al verlo con el rostro enrojecido y bañado en sudor, con la boca entreabierta, gimiendo aún por lo bajo, sintiendo su esfínter aún contraerse alrededor de la virilidad. Poco a poco fue saliendo del joven, sacándole otro dulce sonido de sus labios.

 

- Te quiero… - Susurró el mayor para luego depositar un beso cálido en su frente.

 

- ¡! – El pelirrojo abrió los ojos de golpe, ojos brillantes que se habían iluminado tras escucharle.

 

- ¿Qué? – Rippen sonrió con ternura - ¿Aún después de todo lo que hemos hecho, no crees que te quiera?

 

- No es eso… - No pudo mantenerle más tiempo la mirada. Sentía que su corazón iba a estallarle dentro del pecho – No es… eso…

 

El mayor no necesitaba que le contestara. Las mejillas entintadas le demostraban lo que sentía.

 

Cuando bajaron las escaleras, los tíos interceptaron a la pareja.

 

- ¿Y bien? ¿Mi sobrino tiene todo lo necesario? – Preguntó Chuck.

 

- Ciertamente lo tiene – Respondió junto a una expresión de satisfacción pura.

 

- ¿Va a quedarse a cenar señor Rippen? – Intervino Rose al darse cuenta de que su sobrino mantenía la mirada lejos de ellos.

 

- Oh no… No quisiera seguir importunando. Además, tengo un estómago delicado. No paso cualquier cosa.

 

- Comprendo.

 

Acompañaron al hombre hasta la puerta. Luego de que se marchase, Rose y Chuck volvieron la vista a su sobrino.

 

- ¿Todo bien Penn?

 

- Si tío Chuck, todo bien – Su tono de voz denotaba el fastidio que le generaba ser interrogado.

 

- ¿Estás seguro? – Rose quiso ver si conseguía obtener más información que aquella.

 

- Ush… - Penn se quejó - ¿Qué no entienden que no quiero que me sigan haciendo preguntas?

 

- Lo hacemos porque nos preocupamos por ti.

 

- ¡Pues dejen de hacerlo! – Exclamó – ¡No soy su hijo!

 

Ante lo mencionado, los mayores le entregaron al pelirrojo una mirada comprensiva. Penn se dio cuenta de que había sido demasiado severo con ellos, después de todo, se estaban encargando de velar por él en una situación en dónde muchos – aún siendo familiares -, lo hubieran dejado a merced de cualquier organismo competente.

 

- Escuchen… no quise decir eso. A lo que me refiero es que… aprecio lo que están haciendo por mí, pero necesito que entiendan que hay cosas que debo hacer por mi cuenta – Les pidió – Por favor, por nada del mundo mis padres deben enterarse de que Rippen estuvo en la casa.

 

- Eres igual a tu padre, siempre tan testarudo – Comentó Chuck mientras sacudía la cabeza - De acuerdo. Confiamos en ti Penn. Dejaremos que arregles las cosas a tu modo.

 

- Gracias.

 

- Bien, ve a lavarte las manos que la cena ya está casi lista – Rose le dio un guiño - Hay que preparar la silla de la chinchilla, ya sabes que a veces se pone un poco quisquillosa con la comida.

 

El pelirrojo sonrió y por primera vez, estuvo cercano a comprender la relación de sus tíos con aquel roedor, con quién no tenían que soportar las comportamientos irracionales propios de los seres humanos y dónde su forma de actuar, correspondía coherentemente con su naturaleza animal.

 

Era cierto… en ocasiones vivir en un mundo vano era más deleitable que la cruenta  realidad…

 

Quizás y sólo quizás, por esa razón sus tíos eran felices vistiendo y educando a una chinchilla y sus padres dando golpes a diestra y siniestra, rescatando dimensiones de las que nadie tenía el más mínimo conocimiento.

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

 

Entra Rippen y exclama: “Entrega de sexo a domicilio” xD (inner: ¬¬Uu) ja ja xD A todos muchas gracias por llegar hasta aqui y si es de su agrado dejar un rr n_n besos!! Hasta el siguiente!! Bye Bye!!


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