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Anhelando la lejanía por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~~~

Bueno la verdad iba a subir este capítulo en dos partes, pero ¡que rayos! les daré todo de un solo golpe

¡El lío empieza señores!

Bueno ya saben que yo siempre revuelvo las cosas, así que bueno... después de esto... empieza lo bueno muajajajaja

 

**se va corriendo a las notas finales**

 

 

 

9 de Julio, regresar a Japón significó su alivio, al menos allí podrían hablar con personas y no solo estar encerrados en la habitación. Ahora estaban condicionados, ya no intentaron escapar, debían pensar en el pequeño ser que crecía ignorando los problemas en el exterior. Sumisos como no pensaron serlo, pues las amenazas constantes eran… horrendas, los golpes amenazantes fueron sus cadenas, labios partidos al principio, noches de lágrimas que poco a poco pararon, crueldades que los tendían en tensión, noches siendo los juguetes de desfogue de esos asquerosos tipos. Tristeza era lo que sentían y una amenaza de aborto que superaron apenas hace dos días. G era meticuloso con el cuidado de Tsuna, pero se negaba a dejarlo solo, cosa que al castaño le molestaba en demasía, el odio en sus almas crecía y parecía que les estaba dañando el alma y su corazón.

 

Pisaron la mansión de los Tonakai, suspiraron al ingresar, el castaño iba tres pasos detrás de G acariciando la pequeña curva que tenía, en sus dos meses y un poquito… cansancio, eso era lo que ahora lo aquejaba, junto a los mareos y nauseas. El castaño vivaz y sonriente había desaparecido en ese tiempo de viaje, ahora tenía una mirada vacía, el brillo cada vez parecía extinguirse más y lo único que lograba mantenerlo de pie eran dos cosas importantes, su familia y Lambo, su hermanito menor. Lambo a su lado mantenía el paso firme, mirando al frente con el rostro  en alto, ignorando la molesta presencia de Daemon al frente suyo. Lo único que quería era ir a su habitación a descansar y no ver al desgraciado que lo mantenía en su lecho cuando se le daba la maldita gana

 

-pueden quedarse en su habitación, la compartirán con alguien más así que esperen a la visita dentro de poco – Daemon miró a los donceles asentir e inclinarse levemente y satisfecho sonrió alejándose

-ten cuidado, Tsuna

-si – respondió a las palabras de G sin mirarlo, y apenas se les fue permitido movilizarse con libertad entre los pasillos, con simples instrucciones para encontrar sus habitaciones, se miraron con complicidad – ¿nos dejarán dormir en la misma habitación?

-no lo sé… pero mientras más lejos este de Daemon mejor por mí – hablaban bajito mientras ingresaban a su sección de la casa. Una habitación para ellos solos, era obvio que sería su habitación de estar en el día, en la noche regresarían a la habitación de sus dueños… asquerosas alimañas

-¿quién crees que comparta la habitación con nosotros? – Tsuna miraba todo, memorizando los pasillos

-no se… ni me importa, pero si se mete con nosotros… le haré la vida un infierno – gruñó molesto, si antes era sociable y amable… eso se fue al carajo bajo la tutela del peliazul que lo atormentaba

-basta Lambo, sabes que no debemos armar alboroto – el tono dulce de su voz desapareció y si lograba fingirlo a veces parecía demasiado forzado. Ingresaron a la habitación y cerraron en seguida, era tatami y fusuma, ideal para que los vigilaran todo el tiempo

-bien, entonces sigamos en la práctica – sonrió mientras acariciaba la curvita que Tsuna tenía – tienes que lograr fingir a la perfección por el bien de este pequeñito o pequeñita

-si maestro – bromeó el castaño sonriendo levemente, con Lambo era el único que lograba soltarse sinceramente

-recuerdas lo que te enseñé, enfócate en un recuerdo una emoción, ¿lo tienes? – cuando vio a Tsuna asentir siguió – entonces hazlo

-a mi señor soy fiel – sonrió mientras acariciaba su vientre – le debo lo que soy y… lo que seré – seguía como si nada, mostrando esa faceta dulce pero… – G-sama es amable… y me ama – no resistió más cuando una mueca de disgusto se formó en su rostro

-Tsuna, pon más empeño – le reclamaba de inmediato. Acordaron en que el castaño aprendería a fingir un amor incondicional hacia G, pero era duro, demasiado duro

-no sé cómo diablos lo logras – pues Lambo ya podía ser tan sumiso como su dueño pedía, se hartó de los golpes y amenazas, tenía que estar sano y firme para ayudar a Tsuna y si para eso tenía que doblegarse ante Daemon… lo haría

-práctica – acarició el cabello rebelde – confía en mi… cuando lo logras una vez, las demás son más sencillas… vamos de nuevo

-tengo hambre – hizo un mohín pero ni así lograba tener esa aura iluminada que antes tenía – quiero waffles – protestó mientras salía al pasillo y se lo pedía a la primer mujer que veía, con mala gana la chica obedeció y Tsuna solo ignoró ese hecho volviendo a su lugar y de nuevo intentando fingir lo que en el fondo le revolvía el estómago

 

Así habían sido sus últimos meses, una batalla entre lo que debían y no hacer, aprisionados como mascotas, siendo usados por sus dueños para satisfacer sus necesidades. Asqueados cada vez que sus señores los dejaban en paz, bañándose por más de media hora para quitarse el aroma ajeno de sus pieles. Componiendo sonrisas hipócritas puesto que necesitaban complacer las exigencias de ese par de hermanos cabezas de familia, que cruel y aun así nada era peor que saber que la libertad estaba a un solo paso fuera de esas puertas pero… un doncel embarazado los mantenía quietos. Tsuna se sentía inútil cada vez que G lo amenazaba para que se comportarse bien, caso contario Lambo sufriría las consecuencias con Daemon. Por su lado, Lambo soportando a ese peliazul que lo amenazaba con la seguridad del pequeño que Tsuna llevaba en el vientre… que rastreros eran. Vivían llenos de lujos, cualquiera lo desearía, podían ser caprichosos y desquitarse con cualquier sirvienta que les cayera mal, mas eso solo lo hacían de vez en cuando, solo si Tsuna tenía esos extraños cambios de ánimo que Lambo adoraba imitar, era un pequeño juego que los sacaba de la realidad… dolorosa y cruel verdad

 

-su pedido – sonreía una de las sirvientas que ingresaba

-hahi… esto es grande – la voz de otra muchacha llamó la atención de los dos donceles que obligados a usar yukata todo el maldito tiempo estaban sentados en la mesita tradicional de aquella casa estilo japonés. Al menos en el sector en donde era su cuarto, pues los dueños de todo aquel lujo, vivían en la sección contigua en donde la modernidad destacaba

-¿quién eres? – investigó de inmediato Tsuna, que molesto porque lo perturbaran mientras devoraba su waffles miró a la chica en la puerta

-lo siento – retrocedió atemorizada por esa mirada no tan apagada, que mostraba solo enfado – yo solo…

-Haru-san será vuestra compañera – explicó la sirvienta mientras ordenaba a las otras sirvientas meter las pertenecías de la chica. La habitación era amplia, los tres calzarían bien, sin molestarse entre ellos – si necesitan algo más no duden en pedirlo

-vete – ordenó Lambo a las muchachas que enseguida obedecieron

-no deberías tratarlas así – se quejó la castaña recién llegada, la que mantenía sujeto varias mantas en sus brazos

-nadie de esta casa merece mi buen trato – ignoró a la chica y Tsuna también lo hizo, siguieron con lo suyo hasta que la chica dejó las mantas que traía en sus manos y que ocultaban su apariencia total…

-ustedes son…

-solo te diré una sola cosa Haru – Lambo miraba a la mencionada con desprecio – trata de hacernos algo malo y te haré la vida un mar de desilusiones, un infierno en la tierra, haré que llores sangre… ¡entendiste! – la amenazó con un dedo y la chica retrocedió asustada

-quedas advertida – completó Tsuna mientras volvía a su comida

 

 

 

Mi jefa…

 

 

 

11 de julio en curso, muchas cosas cambian en poco tiempo, muchas cosas evolucionan… mucho tiene que ver el instinto de supervivencia y cierta pelinegra llevaba la delantera, dejando atrás a sus miedos. Después de decepcionarse de las habilidades de su madre, o mejor dicho del poco interés que Yuriko Bovino tenía por encontrar a su amado hijo menor, ya mismo se terminaba el plazo que Reborn les había dado a sus queridos padres, I-pin se resignó a salir del hueco… sola. Reborn era su aliado en algunas cosas pero la mayoría se la guardaba para ella, después de todo los hombres a su alrededor poco le aportaban

 

-señora… todo está confirmado – un jovencito cuyos cabellos tomaban un color rojizo casi anaranjado saludaba con respeto a su líder

-gracias Shoichi-kun – sonrió al muchachito que con una leve sonrisa se paraba junto a ella

 -solo falta su orden para empezar –

-puedes darla ahora, tomaremos esa región para nosotros, pero que quede en silencio por ahora, ya sabes que necesito extrema discreción para dar mi golpe final – pues sí, ahora gracias a ciertas personas que le eran fieles, podía atreverse a planear su siguiente paso

-I-pin sama… ¿está segura de esto? – dudoso sonreía con nerviosismo

-¿dudas aun? – su voz extremadamente calmada mostraba todo el dolor que la consumía, dolor que se obligó a comprimir en su pecho y anularlo para mantener su mente despejada

-no

-¿tienes miedo?

-no

-¿por qué? – admiró la leve sonrisa de ese chico, le daba ternura de cierta forma

-porque usted es mi líder, usted es sabia y sabe aprovechar las situaciones

-tu líder es Alaude – lo corrigió

-mi lealtad es hacia usted… la seguiré donde vaya, le cedo mi vida – se inclinó en muestra de respeto. Reconocía la sabiduría y mano firme de su actual jefa, aunque en un principio dudó, eso quedó atrás… después de haberla visto surgir de entre las cenizas de su destierro, era como ver a una estrella renacer

-entonces la sabré aprovechar… eres el primero que me jura lealtad – sonrió con ternura hacia el chico que levemente sonrojado asentía

-es porque reconozco su poder, su ideal… usted solo quiere protegernos, quiere alejarse de esta crueldad, quiere absorberla

-sabes que aún no sé qué quiero hacer... que aun no entiendo esto – suspiró cansada pues establecer sus bases para llevar a cuestas el liderazgo de la familia era difícil, su mente solo estaba pendiente en encontrar a dos personas… podía cometer un error sin darse cuenta – solo sé que lucho por mi familia

-y eso es lo que respeto, su familia… todo por ella, está dispuesta a mancharse las manos por aquellos que le importa

-Irie… confío en ti, no lo olvides – su voz calmada pero enérgica sonaba a una amenaza

-eso quiere decir que…

-sí, muéstrame tu recomendación, la usaremos enseguida, pero primero quiero hablar con ella – se acomodaba en esa silla mientras observaba la leve sonrisa de aquel chico

-ella sabrá responder a sus expectativas, no se preocupe – estaba feliz, tenía sus razones

-la someteré a una prueba dura, si aguanta la usaré – veía el anillo en su dedo, el anillo de Lambo, lo acarició con su pulgar con nostalgia

-¿señora y el otro? –

-también, ya es hora de poner en marcha, no quiero esperar más… puedes retirarte y cumplir con las tareas – sonrió de forma comprensiva – Irie… no falles

-hay algo más que quiero comentarle – consciente de que su señora descargaría su furia sobre él si llegase a traicionarla, el pelirrojo sonrió, eso jamás iba a pasar

-dime

-tengo dos muchachos más que la reconocen como su jefa, incluso por sobre sus hermanos – habló emocionado pues adoraría estar rodeados de personas que al igual que él, se deleitan con el brillo de aquella pelinegra 

-eso suena prometedor – sonrió emocionada

-Ryohei y Koyo, la admiran por su fuerza, por su valentía y por su… por su decisión y ganas de vivir – trató de explicarse pues no fue muy fácil de entender a aquellos dos cuando les preguntó sus razones para querer ofrecer sus vidas por I-pin-sama

-¿puedo conocerlos?... aunque a Koyo ya lo he tratado

-están abajo – esa casita a las afueras de Namimori era usada por I-pin exclusivamente, a escondidas de sus hermanos, allí podía sentirse tranquila y pensar

-genial

-señora… hay algo que debe saber y que quiero que esos dos escuchen también – de repente se puso serio, el tema era demasiado delicado

-¿qué cosa?

-creo que descubrí un traidor… la persona que filtró la información de Tsuna… la misma persona que yo creo… fue la culpable de muchas cosas – lo descubrió mientras investigaba un poco, esculcando en videos, documentos, chismes, de todo un poco

-¿quien? – frunció su ceño, si había un culpable… ella misma se haría cargo de devolverle el favor

-déjeme confirmarlo… si es verdad, usted ya tiene a quien dirigir su ira

-¿y eso es bueno?

-dependiendo de cómo lo maneje… lo será

 

 

 

El conocimiento se reduce a negocios…

 

 

 

 

-¡los encontré! – fue la gran noticia que Stella dio a los hombres en esa casa, la base de Colonello – la verdad no es tanto así pero…

-¿a qué se refieres Stella-san? – Basil veía a la mujer ingresar a la sala con una sonrisa

-acaban de volver… y de buenas fuentes sé que está en la mansión… los planos de aquella casa es el siguiente reto a superar – suspiró mientras acomodaba su cabello, estaba feliz de al fin tener una clara base para el ataque

 

Eso ya hace algunos días. Planes, tratos, peleas, afán, se daban con rapidez, Alaude detuvo a Hibari quien pensaba armar una masacre apenas supo que Tsuna estaba de regreso en Japón, Colonello peleó con un Reborn que estaba dispuesto a pararse frente a la mansión de los Tonakai y balear a todo aquel que se interpusiera en su camino, lo común, lo que generó una nueva reunión entre los actuales aliados. En ese momento I-pin en silencio observaba todo, pensando en que estaba ligada con un trío de idiotas. Mientras ellos se liberaban mediante discusiones, peleas, miradas asesinas, frases crueles… ella tranquilamente trazaba algunas cosas en una libreta que traía, hacía círculos, escribía cosas, las tachaba con furia, miraba fuera de la habitación, veía como Reborn amenazaba a Kyoya, se le ocurría algo más, recordaba que tenía un par de reuniones y…

 

-¡BASTA! ¡BOLA DE IDIOTAS! – los calló de un solo grito, estaba harta de eso y perdía su precioso tiempo – ¡¿acaso piensan que desquitando sus frustraciones entre ustedes las cosas se van a arreglar?! ¡Son imbéciles o qué!

-kamikorosu – fue la simple amenaza de un enfadado azabache al escuchar esos insultos

-no me vengas con amenazas – I-pin se paró ante aquellos tres, mirada fiera, una venita saltando de su frente debido al enfado, miró a Alaude y… – deberías comportarte como el líder, has perdido la calma desde que decidiste no ir a ver a Giotto… ¡idiota! ¡Si quieres verlo, solo ve!

-soy un hombre de palabra… no iré hasta que encuentre a Tsuna – su ceño se frunció ante las palabras de su hermanita

-y usted Reborn – la pelinegra desvió su mirada – ya sabemos en donde está Lambo entonces… ¡¿por qué no usa sus contactos sin ataduras a yakuzas para infiltrarse a esa maldita mansión?!

-crees que es fácil fingir que nada pasó con los hijos de puta que se llevaron lo que es mío – gruñó apretando los puños, su sed de sangre se incrementaba con el paso de los días

-Lambo y Tsuna son prisioneros… son mercancías – I-pin los miró con furia – si quieren sacarlos de ese estúpido cautiverio, piensen en eso… ¿Qué harían para tener una preciosa mercancía en sus manos?

-¡no lo trates como mercancía! – Hibari golpeó la mesa de reuniones con fuerza, su estrés estaba llegando a desbordarse

-no me gusta hacerlo pero es necesario – I-pin suspiró mientras observaba las nubes fuera de ese lugar

-pues no me agrada – Hibari golpeó la mesa nuevamente mirando a su hermana con ira contenida – te has vuelto muy fría desde que llegaste

-y tú un idiota cegado por la amargura

-basta I-pin – se quejó Alaude

-todos saben que mis palabras son la pura verdad – gruñó la chica

-lo acepto, estoy perdiendo el control – Reborn suspiró mientras acomodaba algunos cabellos – ¿qué sugieres, I-pin?

-obliguémoslo a necesitar un negocio con nosotros, involucrémonos con ellos, hacemos como si nada pasa, como que si Lambo y Tsuna no nos importaran… pensemos con la cabeza fría ingresemos en esa casa y cuando menos se los esperen… damos el golpe final

-eso sería predecible – Alaude ya ha utilizado esa estrategia antes, es una base que le enseñó su padre

-¿tienes otra magnífica idea, onii-sama?

-tiene que ser alguien ajeno – Hibari meditaba mientras respiraba profundo para enfriar su cabeza – alguien que interceda

-Colonello y Basil son neutrales, pocos son los que saben que trabajan con Reborn, solo a algunos clientes quienes se ven obligados a verles las caras, saben de esa relación – Alaude cruzaba sus brazos observando que ya todos estaban en calma

-tiene que ser alguien más – I-pin sonreía al verlos a todos ya tranquilos y pensantes

-Stella – sonrió Reborn con malicia – ella ahora tiene asuntos conmigo pero en realidad es independiente –

-entonces dile que le pagaremos lo que sea – Alaude ahora se veía más dispuesto a colaborar

-no es necesario, ella simpatiza con esos dos – Reborn deslizaba sus dedos por sus patillas, ya planeaba algunas cosas

-pero tiene que fingir que no los conoce – Hibari aun desconfiaba del Stracci

-entonces habla con ella, onii-san – I-pin sonreía al ver que ya tenía las bases para su plan – parece que ya tenemos el primer escalón, me gusta cuando piensan de esa forma, fría y calculadora

 

 

El negocio, les cayó como un regalo del cielo, parecía una conspiración a su favor, mejor dicho una conspiración organizada por cierto azabache de mirada metálica, quien moviendo hilos y algunas amenazas encontró algo interesante, una empresa en quiebra por mala administración, no era pequeña, tampoco estaba tan acabada, con la debida administración podría ser un negocio de millones, una futura multinacional especializada en tecnología, la misma que necesitaba socios. Hibari era uno de ellos, pero no directamente, sino a través de Kusakabe, quien alejándose de sus tareas se concentró en volverse un empresario respetado. Reborn pidió algunos favores, mejor dicho cobró algunas deudas y así finalmente las noticias de ese gran negocio llegaron hasta cierto peliazul. Ya después conspirarían para incluir a Stella entre los inversionistas

Y la primera reunión de nuevos accionistas era el catorce de ese mes, Kusakabe ya se hallaba sentado en la mesa de reuniones, admirando a sus nuevos socios y poco después a quien más esperaba… ingresó, era Daemon. La verdad no sabía que sería el propio idiota quien aparecería… pero allí estaba, de porte elegante, sonrisa maliciosa, estrechando las manos de algunos mientras se acercaba a su puesto. Acuerdos, pactos, aportaciones, planes a futuro, todo fue bien explicado por uno de los dueños quien trataba de ganar accionistas para salir de la bancarrota, parecía prometedor. Informaron de posibles accionistas a futuro, Kusakabe sonreía al escuchar el nombre de Stella entre los candidatos, ya la tendría como aliada en pocos días más. Después de mostrar cierta duda y demás… Daemon y Kusakabe aceptaron, allí se dio el primer enlace y algo mucho más grande que eso se dio al momento en que se despedían 

 

-parece que seremos socios, Kusakabe-san – Daemon sonreía con hipocresía

-es un placer Spade-san – una leve reverencia terminó con su plática y se disponían a salir, todo normal, todo simple, todo bien planeado y…

-bueno creo que puedo ir en paz a mi pequeño paseo

-parece un hombre que le gusta salir de compras y llevarse las mejores mercancías y de paso planear más negocios – sonreía Kusakabe tratando de empezar una amistad o al menos una buena relación

-algo así… pero por el momento solo quiero distraerme un poco, no me gusta el estrés

-es bueno salir a despejarse, le deseo suerte

-podemos charlar en otra ocasión – sonreía ese hombre mientras ya estaban en la salida de aquel edificio, en la planta baja donde pocas personas transitaban a esas horas del día

-pactemos algo en la siguiente reunión, es bueno fortalecer los lazos entre los socios

-es verdad… pero será en otra ocasión, ahora alguien me espera… nos veremos pronto – Daemon caminó unos pasos antes de que alguien ingresara por la puerta principal seguido de otros dos tipos vestidos de traje


Kusakabe se quedó frio, serio, en shock mientras fingía recibir una llamada… con disimulo veía la escena a pocos metros de él. Un jovencito vestido con una Yukata en tonos celestes, estaban lejos pero claramente podía ver los mechones rizados descender por ese rostro, su cabello agarrado en una coleta pequeña, bien vigilado y… cuando sus miradas conectaron aquel chiquillo de ojos verdes solo sonrió con amargura y apartó su vista casi de inmediato mientras reverenciaba a Daemon… Kusakabe se acercó un poco con intención de salir del lugar, dar aviso a su jefe y de paso escuchar la conversación entre Daemon y…

 

-vamos Lambo – ahora ya Kusakabe no tenía dudas

-si Daemon-sama – obediente, brindaba una leve sonrisa al peliazul, ignorando todo a su alrededor incluso al hombre que atendió en la cafetería hace meses…

-así me gusta – Daemon lo agarraba del mentón y lo levantaba para darle un pequeño beso en esos labios sonrosados con un leve maquillaje – delicado y gentil

-iremos donde usted decida – dejaba que el otro le hiciera lo que deseara, sumiso, eso era lo que Lambo tenía en mente, incluso cuando sentía el asco cuando el otro lo tomaba por la cintura para enseguida salir del edificio y empezar con su paseo… dichoso paseo para presumirlo, como si no lo supiera

 

Más allá Kusakabe ingresaba a su auto, su chofer conducía mientras él… todavía procesaba la información, esos sujetos… ¿no tenían miedo de nada? ¡Presumían como si fuera lo más normal del mundo!  ¿O los habían descubierto y eso solo era una forma de llevarles la contra?

 

-Kyo-san… – lo llamó en cuanto en su mente se calmaron el sin fin de posibilidades

-¿qué paso?

-Daemon es el inversionista… pero – dudaba si decirlo o no

-pero qué – su voz autoritaria estremecía a cualquiera pero Kusakabe era inmune, aunque en esta ocasión si le dio terror

-trajo a Lambo para acompañarlo… ¿usted cree que nos descubrieron?

-tranquilo… eso no significa nada

-lo trataba como si fuera su pareja – se mordió el labio inferior al recordar aquella mirada verdosa, triste, sin vida

-es como si lo fuera – Kyoya chasqueó su lengua al imaginarse la posibilidad de que su castaño pasara por la misma situación

-¿deberíamos avisarle a Reborn-san?

-yo lo haré… debemos hacerlo con calma, porque el Stracci puede salirse de control

-¿qué hará si en otra ocasión… al que vea sea a Tsuna?

-me saldría de control… así que es mejor que tu sigas en ese negocio. Llama a Stella para que se una de inmediato, siendo mujer puede ser más fácil para ella acercarse a Spade – ordenó aguantándose la furia

-confíe en mi Kyo-san

-no aguantaré mucho, así que debes hacer las cosas con rapidez

-si… no se preocupe

 

 

 

Hubo un problema hace pocos días…

 

 

 

 

-ah… ah – miraba el techo y cuando sus labios eran besados cerraba sus ojos para escapar de ese tormento, compartía el lecho como cada noche, no podía escapar de algo así – ya no… ah

-Tsuna – aquel hombre encima suyo pronunciaba ese nombre con dulzura mientras depositaba besos en las mejillas húmedas debido a las lágrimas – Tsuna… yo te amo

-yo… igual – dolorosa respuesta dada entre lágrimas, sin mirarlo, soportando el final de la liberación ajena, obligándose a corresponder como cada noche

 

Así era siempre, G era feliz de simplemente escuchar un “yo igual”, el mismo que poco a poco empezaba a sonar más sincero gracias a las clases de actuación de Lambo, de algo tenía que servir las prácticas. G quería algo más cada día y Tsuna tenía que corresponder, el odio del castaño era alimentado por cada caricia de aquel hombre, odio alimentado por saber que tenía a su hijo con él y sentía el mismo asco y terror, odio al saber que no podía escapar… odio por ver a aquel hombre que decía amarlo, odio al escuchar todas esas declaraciones de amor que terminaban siempre en “debes amarme sea como sea, porque de aquí jamás te irás”. Tsuna podría reírse a carcajadas de eso, pero no podía hacerlo, ya lo había intentado, salió con una mejilla hinchada y dolor debido a las mordidas en su piel, aprendió la lección en las primeras tres semanas, corresponder a todo y callar en todo. Muchas cosas pasaban por su cabeza, y así terminaba su día

 

-quiero ir a bañarme – su señor ya satisfecho, usualmente lo dejaba salir de aquella habitación para tomar un descanso en agua caliente. Para Tsuna restregar su piel quitándose el aroma de aquel hijo de puta que lo tomaba sin pedir permiso, era su recompensa diaria pero…

-no – Tsuna se asustó al escuchar eso, no quería quedarse, no quería – recuéstate un rato más – el menor no protestó, se tragó todo el asco… no quería dormir así de sucio, de manchado, quería quitarse la esencia del tipo que lo violaba cada noche sin excepción, el que le hacía daño física y psicológicamente…

-pero… – recostado boca arriba, sentía como G besaba su vientre, era una curva nada más, pero era la evidencia de que algo crecía dentro. Tsuna odiaba eso, cuando G se ponía en porte de padre abnegado y…

-déjame hablar con mi hijo… mi pequeño…  mi hijo y el de Tsuna… un dulce pequeño – Tsuna quería reírse porque en ese ámbito los dos hermanos se parecían, querían un heredero, un macho como supuestamente eran ellos

 

El castaño solo cerró los ojos dejando que lo acariciaran, se concentraba en el techo para no ser consciente de los roces en su vientre, los besos, los susurros, se limitaba a pasar sus dedos por el cabello pelirrojo tal y como Lambo se lo dijo. ¿Por qué lo hacía? Porque quería evitar la discusión repetitiva de las primeras semanas, no quería escuchar “debes amarme, haz lo que te digo, di que me amas, eres mío, calla esa boca sucia, mírame cuando te…”. Tsuna paraba cuando esas palabras le llegaban, se obligaba a regresar y justo a tiempo, sonreía por el puro gusto de ver que G le permitía levantarse. Se colocaba la yukata y salía con calma, atravesaba pasillos, hasta el ala en donde estaba su habitación. Haru le informaba que Lambo no llegaba, así que lo esperaba pues se bañaban juntos siempre, era una forma de reconfortarse… en ocasiones no concordaban y al parecer esa era una de ellas. Tsuna resignado se fue al cuarto de baño en soledad, esperando a que Lambo lo alcanzara, más cuando él ya terminaba era muy tarde y ninguna señal de su hermanito menor. Tenía un mal presentimiento y ya limpio en vez de volver con G… pasó por la habitación que compartían en el día

 

-¿qué pasó? – corrió junto  a Haru que ayudaba a cierto azabache que el piso se quejaba bajito

-Tsuna… tranquilo, no es nada – Lambo se recompuso aguantándose el dolor de las heridas al escuchar esa voz apagada

-tienes un labio hinchado y tu nariz con rastros de sangre – bufó molesto mientras lo revisaba y cuando lo tomó por los hombros vio el dolor en Lambo – ¿qué te hizo ese maldito?

-Tsuna-san debe calmarse – Haru alejó al castaño pero ya era tarde, la rabia superaba los límites en ese cuerpo delgado

-me va a escuchar – gruñó furioso

-espera Tsuna… yo lo provoqué… ¡espera! – ahora Lambo  se odiaba por regresar a su habitación, debió quedarse en el pasillo hasta verificar que Tsuna no lo vería

 

Le importaba una mierda los pedidos de Lambo para que se detuviera, dejó detrás el ala en donde era obligado a permanecer, corrió por los pasillo débilmente iluminados, maldecía entre dientes mientras se estrellaba con una de las sirvientas. Llegó al ala de los líderes en donde pasaba la noche y lo vio, era Daemon, el hijo de perra que atacaba a Lambo. Lo abofeteó, lo abofeteó tres veces, iba a por el cuarto cuando el otro lo empotró contra una de las paredes, poco le importaba al castaño lo que le pasara… tenía que gritarle las verdades

 

-¿POR QUÉ LO DAÑAS?… ¡MALDITA SEA! ¡¿POR QUÉ LO HACES?! – lo enfrentó a pesar de que le tenía miedo, pero era cruel y eso tenía que acabarse

-más te vale que cierres la boca y te vayas – habló sin inmutarse, ya se lo esperaba, esos dos se defendían entre sí como dos animalitos

-¡¿POR QUÉ?!... ¡maldita sea, lo golpeas por placer! – eso era lo que veía en esos ojos, Daemon era un maldito sádico

-que te importa lo que haga con mi posesión, lo castigo como quiero y si no te callas… olvidaré que llevas un hijo de mi hermano – gruñó mientras daba dos pasos alejándose de aquel chiquillo

-¡PUTO CERDO! – se arrepintió de haber gritado eso cuando vio la furia en esos ojos y luego el puño cerrado levantarse con rapidez

-¡no le pongas una mano encima! – G salió enseguida tirando de la mano de Tsuna para colocarlo detrás de sí y enfrentando a su hermano

-¡más te vale amaestrarlo tal y como yo lo hago con la fierecilla que tengo! – el peliazul simplemente se fue, no quería más gritos, quería solo dormir en paz, estaba cansado

-¡¡DESGRACIADO!! – pero Tsuna no estaba dispuesto a quedarse en silencio, ya no quería

 

Pero fue callado por G y cargado en brazos  hasta la habitación del pelirrojo. Tsuna pataleó, protestó, sus lágrimas salían debido a la impotencia, a la ira, al dolor. Fue dejado dentro de aquel lugar con cuidado, pero él solo quería gritar y así lo hizo… se desquitaría con el maldito, abriría la boca que prometió sellar, después se disculparía con Lambo por romper aquella promesa

 

-¡ME LO PROMETISTE! ¡ME LO PROMETISTE, MALDITO IDIOTA! – su respiración era irregular pero no le importó, solo quería escupirle en la cara

-cálmate Tsuna

-¡DIJISTE QUE NO LO IBA A DAÑAR MÁS! – lloraba mientras se acercaba a G para golpear su pecho con fuerza dada por la adrenalina, quiso golpear ese rostro tatuado, pero sus manos fueron detenidas con un agarre brusco y doloroso

-¡QUE TE CALLES! – lo arrojó a la cama esperando que con eso bastara para calmar al joven castaño, pero de nuevo Tsuna estaba de pie – te dije que no te metieras con Daemon

-¡me importa una mierda! ¡Lambo ya no merece ser golpeado de esa forma!

-piensa maldita sea, ¿qué pasaría si no llego? – pues G conocía a su hermano mayor, él era capaz de todo sin importarle las consecuencias

-me golpearía – respondió con furia – ¡me golpearía y entenderías el terror que yo siento al ver a mi hermano de esa forma!

-sabes el carácter que tiene tu supuesto hermano – reclamó pues Lambo no era una dócil avecilla, más bien era un lobo salvaje

-me prometiste que si me tranquilizaba… y me comportaba como una buena pareja… Daemon ya no le haría daño – se aguantaba las lágrimas, permanecía apuntándolo con el dedo – ¡QUE MIERDA DE PROMESA ES ESA! ¡LAMBO SIGUE… SIGUE…! – le dolía el cuerpo, le punzaba el corazón, su cabeza le estallaba debido a la furia

-¡CÁLMATE DE UNA MALDITA VEZ! – dijo G, abofeteando al menor y zarandeándolo – SI HACE ALGO MAL DEBE SER CASTIGADO… IGUAL ES CONTIGO – lo zarandeó más, observando esas lágrimas derramarse – ASÍ QUE MÁS TE VALE CALMARTE… ¡ME OYES!

-¿me vas a golpear?... ¡mírame y dime!.. ¡¿Me golpearás?! – enfrentó a G como hace tiempo no lo hacía

-¡lo haré si no te calmas!

-te odio... ¡te odio, maldita sea!

-¡basta! – un golpe en la mejilla del castaño que lo arrojó al suelo – Tsuna no me obligues… Tsuna yo… - trató de disculparse al ver que las lágrimas deslizándose en esas mejillas brillaban con la luz

-hazlo entonces… ¡GOLPÉAME! ¡HAZLO! – se levantó observándolo con furia – maldi… - emociones negativas, estrés, un aviso de aborto hace unos días y todo junto ocasionó un colapso…

-¡Tsuna! – G lo vio agarrarse el vientre y supo lo que ocurría, se acercó con los nervios a Flor de piel

-¡déjame! – sollozó al sentir el pánico, el dolor y la rabia junta por no pensar primero en esa vida pequeñita en su interior, la que no tenía la culpa del padre que tenía… soltó sus lágrimas con fuerzas al sentir la punzada en su vientre  – deja... me – gimió de dolor y se aferró a las sábanas mientras se arrodillaba en el suelo

-Tsuna – otra voz se escuchó a la salida, una voz baja y adolorida – Tsuna... ¡POR DIOS, TSUNA! – Lambo ingresó apartando a G en el proceso, él solo estaba buscando a su hermano mayor para detenerlo, escuchó los gritos y supo que los problemas llegaron

-¿quién te crees? – el pelirrojo iba a desquitar su furia con ese pelinegro pero…

-SI NO QUIERES PERDER A TU HIJO… MÁS TE VALE PREPARAR UN AUTO Y LLEVARNOS CON UN MÉDICO… AHORA – sus lágrimas salían al ver a su amigo mordiéndose el labio aguantándose el dolor

 

Después de eso fue el caos, G sabía que podía perder a su hijo, allí le llegó el arrepentimiento. No dijo más antes de salir de aquella habitación gritando órdenes por doquier. Lambo se olvidó del dolor que por su cuerpo aún se esparcía, se olvidó de todo concentrándose solo en Tsuna. Cuando Haru llegó para ayudar y tembló al ver al castaño en el suelo, Lambo la envió de nuevo a la habitación diciendo que él se haría cargo de todo. Ingresaron a un coche en medio de guardias y matones, poco le importó todavía tener rastros de sangre en su ropa y rostro pero permanecía con Tsuna, no se alejaría ni un poquito. El castaño se quejaba debido al dolor, sollozando bajito, derramando lágrimas silenciosas, el ojiverde solo besaba sus cabellos, apretaba la mano de su hermano, le susurraba que todo iba a estar bien y que aguantara, todo ante la atenta mirada de un pelirrojo que por la furia hacia sí mismo ya se había herido las palmas de las manos. Llegaron al primer hospital y allí no había camillas, que gracioso era ver que un líder de la mafia era sacado de la recepción, y así los enviaron a una clínica privada…

 

-soy Bianchi Osuma, puede dejar todo en mis manos – una mujer de cabello rosa y ojos verdes los recibía, en su bata brillaba una insignia pequeñita distintiva del hospital, seriedad y serenidad mientras daba las órdenes a las enfermeras y demás

-más le vale salvar a mi hijo – amenazó el pelirrojo cortándole el paso a aquella mujer

-y más le vale no retrasar mi trabajo – dijo soltándose del agarre que de pronto sintió en su brazo. Evaluó al chico que llorando se quejaba tocando su vientre y dio una vista rápida al otro chico que tenía golpes visibles – también atiendan al chico, tomen datos y preparen la sala de cirugía, exámenes, todo… ya saben el proceso – se dirigió a los internos y a las enfermeras de turno mientras colocaban al castaño en una camilla y salían con rapidez

-ustedes... rodeen el edificio, no quiero que nadie salga o entre – ordenaba G a sus hombres

-usted aquí no da órdenes – Bianchi se quedó a discutir mientras sus colegas seguían con el tratamiento de aquellos jóvenes recién llegados

-parece que no sabe quién soy yo – frunció su ceño y miró feo a la doctora

-no, y tampoco me interesa – la chica no se inmutó, admiró todo a su alrededor y ordenó a sus guardias a recibir a toda emergencia que llegaran, le dio la espalda al amenazante pelirrojo momentáneamente – este es un centro para salvar vidas, si no quiere acatar las políticas de este sitio llamaré a la policía y lo escoltarán lejos

-podría golpearla pero…

-no me amenace señor… y si me disculpa, tengo que atender a ese doncel castaño -

-mi hijo es prioridad

-soy médico, no Dios… pero soy la mejor y mientras me sea posible haré que esas vidas no se apaguen. Ahora si me disculpa – fue lo último que le dijo antes de perderse dentro de esos pasillos blancos

 

 

G jamás se había visto con una mujer de esa clase, al parecer su tatuaje distintivo había fallado, pero ya se encargaría de eso, se tuvo que resignar a esperar y dejar  a sus hombres vigilando para que Lambo y Tsuna no escaparan. Por su parte un Lambo esperaba ansioso, alejándose de todo  médico o enfermero que se le acercaba, peleó con muchos y les escupió a otros hasta que al fin le dejaron en paz. El ojiverde solo quería ver que su amigo estuviese bien, que el pequeño estuviese sano, se recriminaba el hecho de que dejó a Tsuna descubrirlo en esas condiciones, se recriminaba por haber perdido el control y gritarle a Daemon que era un maldito hijo de puta, egocéntrico y sádico… ¿a quién se le parecía? Eran parecidos y tan distintos a la vez…. Se limpió las lágrimas cuando al fin vio a una de las enfermeras y ésta le informaba que Tsuna a estaba bien y solo terminaban de evaluarlo, dejó que curaran sus heridas superficiales, mas no dejó que le hicieran algo más. Solo cuando Tsuna fue trasladado a una habitación se pudo sentir tranquilo, le permitieron estar con él y la doctora que los atendió al llegar, mandó al carajo a G porque aún no terminaba su revisión. Lambo quería reírse al ver la cara de ese pelirrojo cuando le cerraron la puerta en la cara… el hijo de perra se merecía eso o más

 

-quisiera besarla querida doc – se reía Lambo mientras acariciaba el rostro de Tsuna – gracias... pero dígame ¿cómo esta Tsuna?

-ambos están bien, pero ahora siéntate, necesito terminar de curarte – sonreía con amabilidad y cortesía

-así estoy bien – se excusaba pues le avergonzaba que alguien más viera su maltrato 

-nada de peros, hazlo por tu amigo, ¿qué pasa si te enfermas? – regañó con delicadeza mientras se sentaba en una de las sillas cercanas a la camilla en donde reposaba el castaño

-algo me dice que sospecha cosas sobre nuestra situación – el ojiverde hablaba desconfiado observando a aquella pelirosa

-al ver esas heridas y las mejillas de tu amigo… sospecho mucho, pero todo queda entre nosotros – le sonrió levemente mientras miraba al castaño – no te preocupes despertará pronto, solo fue un susto nada más, pero debo hablar con el padre…

-no lo menciones – gruñó Tsuna mientras abría levemente sus ojos – no me lo menciones… al maldito

-bueno ahora, desvístete, algo me dice que tus heridas no solo son las visibles – ordenó a un Lambo que tenso se agarró a la mano del castaño

-no me he bañado, así que mejor me quedo así – se excusaba nervioso mientras apretaba su yukata

-no me obligues a obligarte – Bianchi reía al verlo tan nervioso, parecía uno de esos chihuahuas

-Lambo… por favor – Tsuna también se reía pero entendía a aquella mujer, miraba a su hermanito con súplica, quería verlo sano

-solo por mi hermano – suspiró resignado

-tranquilo, no preguntaré nada, solo quiero cuidar de tu salud

 

Aunque esa mujer era una insolente, G aceptaba que Bianchi era excelente, lo comprobó cuando se le permitió ingresar a ver a Tsuna y Lambo, quienes con mejor semblante y con las curaciones adecuadas permanecían charlando en susurros. G aceptó la eficiencia de aquella especialista y terminó obligando a Bianchi para que cuidara de ambos donceles cuando ellos lo decidieran… caso contrario la clínica se vería afectada… al final la pelirosa no tuvo más opción que aceptar, todo por sus pacientes

 

 

 

Padre y madre… de nuevo…

 

 

 

 

-qué lindo te vez actuando como esposa bien portada – se reía cierta personita que estaba de visita mientras detallaba la yukata que traía puesto Lambo

-muérete – gruñó el ojiverde mientras seguía en su tarea de servir las tasas al invitado y a su señor

-Lambo, ¿qué te dije? – regañó el peliazul con delicadeza y diversión

-discúlpeme Daemon-sama – sonreía forzosamente mientras veía a su hermano burlarse

-¿por qué no me dices onii-chan, como cuando eras un niño? – Lambo solo ignoró a su hermano,  sonriéndole al peliazul trató de levantarse para irse de ese lugar pero… – no me ignores – Lampo tomó la muñeca de pelinegro y…

-¡no te atrevas a tocarme! – el menor tomó la pequeña mesa y la levantó para golpear al peliverde. Lampo apenas pudo reaccionar antes de que aquel objeto lo golpeara, deteniéndola con sus manos – tsk… - el menor bufó debido a su fallo y le dio la espalda

-¡¿qué rayos?! – se quejaba el peliverde al sentir el caliente té en sus pantalones, lanzó la mesa de lado y maldecía debido al ardor – ¿así lo amansas? – su mirada azulada recriminaba a Daemon que divertido por la situación se reía bajito

-no permite que nadie más que yo, lo toque – sonreía divertido al ver como es peliverde se moría del dolor. Con la mirada daba la orden para que el menor se acercara y acarició el rostro de Lambo ante la mirada del peliverde – puedes irte – posó un beso en aquellos labios que ni apretados por la furia perdían la dulzura e inocencia. Lambo acató la orden sin chistar, salía enfadado por el simple hecho de tener que servirle por unos minutos a su imbécil hermano mayor, con rapidez se alejaba de aquella habitación hasta que incluso se escuchaban sus pasos en el pasillo

-no se le ha quitado ese carácter del diablo – Lampo suspiraba mientras limpiaba el desastre de su ropa, frunciendo su ceño indignado observaba a un Daemon que no se inmutaba ante nada

-no me mientas Lampo, aquí no solo has venido a tratar negocios

-la verdad quería ver a mi hermanito – sonrió mientras recompuesto se sentaba frente al líder de los Tonakai

-¿lo extrañas?

-digamos que quería ver qué tan bien cuidado estaba

-ya lo viste – sonrió con malicia

-sangre es sangre, me preocupaba el maldito – gruñó bajito mirando el fusuma por donde el ojiverde había salido

-jajaja… ¿después de venderlo me dices eso?

-uno tiene su corazoncito – habló con fingida preocupación provocando que el peliazul se riera con gusto

 

Luego de una plática corta con aquel líder de mirada maliciosa, el peliverde feliz de la vida al ver que su hermano tenía todo con el simple sacrificio de ser sumiso con Daemon, se fue tranquilo, ya hizo su trabajo. Conducía con calma mientras admiraba el cielo, tendría que dar informes de su jornada, al menos le gustaba la ganancia doble que sacaba con toda esa mierda

 

 

 

La calma estaba dada de forma tan evidente que daba miedo, era un presagio, al menos eso dijo Tsuna quien ahora ya más recuperado y bajo vigilancia reposaba en la habitación. Era 15 de julio, y el castaño suspiraba mientras reposaba su cabeza en las piernas de Lambo, quien acariciaba su cabello. Las cosas desde el segundo riesgo de aborto se habían calmado un poco, la doctora le había mandado reposo absoluto unos días, buena alimentación y como extra, Bianchi se había enfrentado a G reclamándole por la falta de cuidado hacia su pareja, pues apreció que Tsuna estaba bastante tenso, el estrés en el castaño era evidente. Ambos donceles después de ser atendidos y examinados en detalle e incluso les hicieron algunos exámenes, entre ellos un ultrasonido, el cual Tsuna acariciaba de vez en cuando viendo la manchita negra que representaba a su hijo, ahora estaban en casa tranquilos, unos días al menos, hasta que de nuevo las necesidades de sus señores los tuvieran en pánico e incertidumbre

Tsuna había prometido permanecer en calma, todo sea por la salud de aquella vida que crecía dentro de él, se esforzaría en concentrarse solo en su salud y lo demás lo mandaría al demonio, lo que tuviese que pasar pasaría, pero ya no se alteraría por nada ni por nadie. Sería sumiso para ganar su paz en el día, al igual que Lambo y en la noche… mejor no pensaba en esas noches. Haru era una compañía silenciosa y agradable a la vez, cuando se acostumbraron a tenerla cerca y saber que no era una amenaza se calmaron, además ella compartía su martirio, incluso llevaba en el vientre el hijo de…

 

-hahi… todo está silencioso allí afuera – se quejaba mientras ingresaba, la yukata sencilla que usaba dejaba que se viera ese pequeño bulto en su estómago, tal vez por eso compaginaban bien, porque cuidaban entre sí en aquella situación – no encuentro a nadie que me ayude con algún postre de chocolate

-silencio Haru, no quiero escuchar nada más que este silencio – se quejaba el castaño, tal vez ya no la veían como una amenaza pero de ahí a tratarla bien, era cosa diferente

-lo siento Tsuna-san – sonreía con nerviosismo mientras se sentaba cerca de ese par

-esto es raro… ¿qué estarán haciendo G y Daemon?… todo esta tan tranquilo – Lambo veía afuera de su habitación, un par de empleadas rondaba cerca, cuchicheaban no sé qué cosas pero nada más

 

La razón de tanta calma era la tormenta a punto de surgir, dos personas se entremezclaban entre los trabajadores, eran tantos los sirvientes que nadie notó que había dos que no concordaban con los allí contratados para ciertas tareas. Poco después habían tres hombres más ingresando, siendo recibidos por el propio jardinero que con una sonrisa llevaba al hombro las tijeras enormes para podar algunos de los arboles exóticos que en una de las alas había. Las pisadas sigilosas de cada uno evitaban que los allí presentes distinguieran su trayectoria, evitaban adentrarse donde no debían, se separaron un momento verificando que los dos líderes no estuvieran cerca, mas era su suerte que el jefe de los Tonakai hubiese salido a atender asuntos de negocios y que G se mantuviera entrenando en el dojo más alejado de la zona de ataque con varios de sus subordinados, allí se entretenía por horas así que el camino estaba libre

 

Lambo reía cuando contaba una anécdota acerca de cómo peleaba con I-pin cuando salían de compras, pues no tenían gustos parecidos, así se pasaban horas recorriendo los locales y si a I-pin el gustaba algo a Lambo no lo hacía  o viceversa y salían sin comprar nada. Al final terminaban compartiendo unas hamburguesas en el patio de comidas y se reían al volver a la primera tienda a la que entraron, era un caos. Tsuna reía bajito, Haru los acompañaba con una anécdota cuando los dos donceles se lo permitían, era claro que vivían su vida como deseaban y…

 

-disculpe Lambo-san… hemos venido a verlo – Lambo no vio a la sirvienta, la ignoró mientras seguía en su tarea de acariciar los rebeldes cabellos de su amigo

-vete, ¿qué te dije sobre molestar en tiempo de descanso?... si necesito algo llamaré a alguien – Lambo ni siquiera levantó la mirada

-Insisto – la voz de aquella mujer empezaba a cambiar de tono, uno más fino y reconocible haciendo que el castaño abriera sus ojos con curiosidad

-Lambo… ella es – el castaño se levantó de pronto señalando a la mujer que estaba arrodillada en la entrada y sonreía

-¿oka-san? – Lambo se quedó perplejo al verla allí, ¿estaba alucinando?

-hahi… ¿es tu madre?

-Lambo, ¿no me vas a saludar? – sonreía aquella anciana quien abría sus brazos para recibir a su pequeño hijo

-¡oka-san! – sonrió el pelinegro haciéndola entrar y cerrando el fusuma – ¿qué haces aquí? Por Dios, ¿cómo estás? – feliz era poco para describir la emoción de un Lambo que se abrazaba a su madre y besaba sus mejillas

-mejor que tu – sonreía besando las mejillas de su hijo, ambos en su pequeño mundo de reencuentro, pues el tiempo en cautiverio enseñaba a apreciar cualquier pequeña lucecita de esperanza

-debes irte, renuncia a  este trabajo – pues al verla usar ese delantal blanco supuso que su madre estaba lo suficientemente demente como para pedir trabajo en aquella casa – no quiero verte aquí… si descubren que… - Haru y Tsuna se mantenía al margen observando la felicidad y el brillo naciente en los ojos verdes del pelinegro

-mi niño – juntó sus frentes con dulzura y los otros dos daban el espacio para que ellos hablaran mientras vigilaban los pasillos por si acaso – ¿cómo te han tratado?

-no quiero hablar de eso… pero dime… ¿cómo entraste? ¿Por qué? ¿Y los niños? ¿I-pin también está aquí? – su lengua se soltaba desesperada, estaba tan aislado que todas sus preocupaciones se juntaban en un caos

-ya te responderé... en casa – Yuriko sonreía divertida

-¿de qué hablas? – Lambo miraba la tranquilidad de su madre, incluso olvidando que sus padres no eran los ángeles que él creía

-nos vamos Lambo – decía mientras escuchaba tres toques en el piso de la entrada a aquella habitación, Tsuna y Haru se estremecieron por el miedo a ser descubiertos y retrocedieron en defensa

-estás loca, te matarán si intentas sacarnos – susurró Lambo mientras se ponía en frente de su madre para defenderla del extraño que ingresaba

-vámonos, no hay tiempo para dudas – Yuriko tomó la mano de su hijo y tiró de él, abriendo el fusuma y viendo a…

-¿oto-san? ¿Pero qué? – la mirada fría y calculadora de su padre le recordó aquella llamada que Lampo hizo para desenmascararlo y ahí su terror se volvió doble, ¿lo salvaban para venderlo como mercancía nuevamente?

-muévete Lambo – sonrió con malicia mientras veía a uno de sus secuaces y le hacia una seña desde el otro pasillo – apúrate, no nos queda mucho tiempo antes de que se den cuenta – y diciendo eso se adelantó dejándolos de nuevo con las palabras en la boca

-Lambo es mejor aprovechar la situación – opinó Tsuna que tenía un ligero mal presentimiento, algo como…

-nos vamos – sonrió la mujer mayor mientras tiraba de su hijo y salía de esa habitación

-vamos Tsuna, Haru – sonrió Lambo a los mencionados mientras los llamaba con la mano, ya pensaría en qué hacer en el peor de los casos, pero ahora lo más importante era escapar. Otro hombre apareció entonces detenido al castaño que intentaba alcanzarlos – ¿qué pasa? ¿Oka-san?

-solo uno puede salir – habló con seriedad mientras ordenaba a ese hombre recién llegado retener a los otros dos – solo uno me sirve, llevarme a más es arriesgado… solo me importas tú, Lambo – después Yuriko se excusaría por el otro, miró al castaño con desdén y volvió a centrarse en su hijo – ahora haz lo que dice tu madre

-así que eso era – suspiró Tsuna, pero no estaba triste ni nada, esa mujer no le dio buena espina desde el principio – vete Lambo – sonrió hacia su hermano de corazón

-estás loca oka-san... no me voy sin Tsuna ni Haru – se soltó entonces, regresando en sus pasos ligeros

-¿y me decías idiota? – se quejó Tsuna – ¡vete de una maldita vez!

-¿sabes lo que te harán si yo me escapo? ¡No estoy loco para dejarte así! – se quejó Lambo escapado de su madre, pero el hombre no le daba paso para entrar nuevamente a su habitación

-muévete Lambo, es tu madre la que te lo está ordenando – Yuriko estaba furiosa, incluso su calmada personalidad desapareció

-vete Lambo – ordenó Tsuna y Haru se asomaba con timidez asintiendo con una sonrisa – es mejor que al menos uno de nosotros escape del infierno

-¡no! – Lambo miró a su madre y volvió a repetir – sin Tsuna no voy

-muévete de una vez – gruñó Yuriko intentando sujetar a su hijo – solo te necesito a ti a salvo, nada más, no importa que suceda con esos niños

-pues que pena porque yo si tengo corazón – Lambo recordó que su madre era de la misma calaña que Lampo, así que la enfrentó sin temor alguno

-Lambo debo sacarte de aquí, eres mi hijo por Dios reacciona – suplicó mientras observaba el reloj que llevaba, el tiempo se le acababa  

-si quieres llevarte solo a uno… llévate a Tsuna – discutió mientras volvía a intentar adentrarse pero el tipo se lo impidió nuevamente, empujándolo con brusquedad

-no seas idiota, no te dejaré solo – decía Tsuna, pues sabía que sin un apoyo, Lambo terminaría de quebrarse. Tsuna era como el pegamento que unía esos trozos de cristal que Lambo representaba – ahora vete con tu madre

-¡no bromees! solo te quiero a salvo a ti – Yuriko cada vez estaba más ansiosa pero el pelinegro no se dejaba persuadir y se hallaba en el pasillo alejándose lo más posible del que él consideró su madre toda la vida

-si no quieres llevártelo… entonces toma a Haru – frunció su ceño tomando de los hombros a su madre – llévatela y cuida de ella

-¡ya basta! – la mujer vio al aliado y asintió en una orden muda

-que... ¡que hace! – el terror de Lambo se sintió cuando el hombre lo tomó de los brazos y lo obligó a caminar – suéltame… ¡con un demonio! ¡No me toques! – era instintivo, su trauma hablaba por sobre su razón, no quería sentir el tacto de un hombre en su piel, no quería y luchaba cada vez que alguien lo tocaba

-baja la voz, llamas la atención – se quejó Yuriko quien ahora guiaba el camino

-pues jódete porque no me  iré – se soltó tras golpear con fuerza la nariz de aquel hombre, lo empujó para así lograr volver a la habitación

-Lambo recapacita, debes irte – Tsuna reclamaba pero el azabache solo negaba

-así no se puede – se quejaba el atacado tocando su nariz y verificando que no hubiese sangrado

-Lambo cálmate y vete – Tsuna insistía mientras empujaba al ojiverde

-Lambo-san… suerte – sonreía Haru cuando logró empujarlo hasta que ese hombre lo viera y  lo atrapara

-muévete Yuriko – de nuevo apareció el anciano, que con el ceño fruncido exigía a su esposa seguir con el plan

-tu hijo no quiere colaborar

-¡Lambo muévete!

-no – y cuando el sujeto volvió a cargarlo fue el pánico. Tsuna trataba de detener al hombre pues sabía que el trauma que tenía les hacía la vida difícil, entendía el terror de ser tocado y cargado de esa forma. Pero cuando vio las intenciones de ese desconocido por golpearlo, retrocedió de inmediato, su hijo era prioridad. Haru estaba temblando de miedo pues los líderes se pondrían furiosos y la sangre correría cuando llegaran a enterarse – ¡bájame idiota! ¡No me toques! ¡Suéltame! – ya sentía su piel erizarse y el temblor en sus manos, no quería que nadie lo cargara de esa forma, le traía recuerdos dolorosos

-ya cállate – ordenó la madre pero se calló al ver el pánico en su hijo, esa mirada llena de terror solo debía ser por… – ¿qué fue lo que te hicieron?

-¡qui-quiero que me bajes! ¡Ba-bájame! ¡IDIOTA QUIERO QUE ME BAJES!... ¡BÁJAME! – empezó a gritar, y patalear desesperado, ya no se podía controlar a sí mismo, apenas tenía consciencia de que estaba en aquel lugar tratando de ser rescatado – si no voy con Tsuna y Haru… ¡NO QUIERO NADA! – gruñía conteniendo el terror de ser tocado por otro hombre, pataleaba con desesperación mientras observaba el pánico del que consideraba su hermano mayor. Lambo estiraba sus brazos para alcanzar a Tsuna, pero se veía tan lejos… inalcanzable   

-vámonos – Ikuto ignoró la mirada dolida y furiosa de su esposa y ordenó la retirada de todos sus secuaces – Yuriko muévete, porque…

-ya voy – dijo la mujer para empezar a caminar seguida del otro sujeto, después se encargaría de saber que exactamente tenía su hijo menor

-DIJE QUE ME SUELTES – empezó a gritar al ver que cruzaban el otro pasillo, no quería irse con ellos, podrían ser sus padres pero ellos querían venderlo también… jamás confiaría en alguien así de nuevo. De pronto recordó la primera noche que fue ultrajado, uno de los hombres también lo llevó en hombros hasta aquella habitación, veía el pasillo y lo reconocía… era ese  – ¡ME QUIERO BAJAR! ¡NO DE NUEVO!… ¡ME QUIERO QUEDAR AQUÍ! – Lambo no ingresaba a esa parte de la mansión, sus recuerdos lo aterrorizaban

-¡ya cállate! – otros dos desconocidos hablaban con el Bovino mayor, y empezaban a correr pues las cosas se pusieron difíciles – Yuriko-san, Ikuto-san… ¡debemos salir ahora!

-G-SAMA… ¡AYUDA! – a Lambo no se le ocurrió nada más que gritar en ayuda… además, podría aprovechar la ocasión, podría ganarse la confianza de uno de ellos y la protección para Tsuna. Lambo procesaba sus miedos en conjunto con sus planes, todo resultó en una sola cosa – ¡AYUDA! ¡ALGUIEN POR FAVOR!

-¡cállate! – el tipo que lo cargaba al hombro lo zarandeó un poco pero Lambo no dejaba de patalear, no señor… se iba a hacer el inocente, se iba a ganar a G, se iba a quedar ahí porque los malnacidos merecían pagar

-suéltame idiota – Lambo gruñó enfadado, golpeó la espalda del que lo cargaba con su codo pero sus fuerzas se habían reducido últimamente, además estaba en recuperación del ultimo castigo

-niño, ¡me agradecerás después! – Lambo fue golpeado contra una de las paredes y su aire se le escapó, pero no dejó de moverse

-…- Lambo vio a uno de los fieles subordinados de aquel lugar y sabía que G estaba cerca… así que remató con las palabras adecuadas – ¡QUIERO QUEDARME CON DAEMON–SAMA! – incluso Tsuna se impresionó al escuchar eso

-¿QUIÉN DIABLOS SE ATREVE A INFILTRARSE EN MI CASA? – Lambo sonrió feliz mientras veía el pánico en el desconocido detrás de él. Los desconocidos empezaron a correr, el diablo los seguía, o mejor dicho los demás demonios bajo órdenes del gran rey, fueron enviados para atacar… debían huir

-G-sama, ayúdenos – al parecer Tsuna entendió la artimaña del más joven y colaboró con el teatrito y… de veras estaba creíble, hasta estaba llorando – se tratan de llevar a Lambo, ¡ayuda! – se acercó a G y lo miró con súplica – ¡no deje que se lo lleven!

-G-sama… ellos llegaron – Haru lloraba, mezcla entre el pánico y las dudas, no sabía como pero entendió los planes de esos dos… también fingiría inocencia – ellos… ellos llegaron y se lo quieren llevar

-tranquilos… nadie sale de esta casa con Lambo a cuestas – G con seriedad daba las órdenes de captura a los infiltrados – no saldrán vivos – amenazó asustando a Tsuna y Haru que se quedaron atrás de todo

 

Lo demás fue algo rápido, alguien disparó al chico que cargaba a Lambo, el pelinegro se golpeó debido a la caída y fue arrastrado hasta una habitación cercana por una de las mujeres a servicio de los Tonakai. Se escuchó disparos, golpes, discusiones, gritos, de todo y al final… con terror de saber que pudo causar la muerte de sus padres, que aunque eran unos malditos terminaban siendo sus padres... y lo criaron con devoción, Lambo terminó abriendo levemente la puerta y observando, veía marcas rojas… veía la ausencia de gente y al final unos iris caramelo, era Tsuna quien lo abrazaba para reconfortarlo. Ese día se quedaron en su habitación con tres sirvientas a su disposición, sin información ni nada, y llegada la noche fue el propio Daemon quien ingresó hasta allí y comentó. “Así que te querías quedar aquí… muy buen trabajo Lambo, si sigues así pronto los castigos se terminarán… y para que lo sepas, solo dos murieron, pero encontraré a los otros tres y me encargaré de que no vean la luz de un nuevo día”. Lambo no dijo nada, solo agachó la cabeza pues no se arrepentía de nada puesto que G prometió cumplir cada capricho de Tsuna… eso lo valía… además… sus padres, no eran sus padres, solo eran un par de sanguijuelas más, aún recordaba el dolor de ver los exámenes de ADN confirmar que no compartían genes… que vil y sucia mentira de aquellos dos

 

 

 

Fue un fallo… el plan B

 

 

 

 

I-pin esperaba una llamada, estaba reunida con Alaude, Hibari y Reborn, ellos sabían que el rescate sería ese día. Reborn había ordenado el rescate de los dos donceles ese día como fecha máxima, tenían unas copas en su mesa, estaban en un restaurante de su poder, en el segundo piso especialmente para los Inagakai. Todos se miraban, conversaban, reían de los chistes malos, de los planes que Hibari tenía con Tsuna, de un Reborn que suspiraba mientras soltaba el humo del cigarrillo. I-pin sonreía al ver al par de idiotas de esa forma, ellos estaban seguros de su triunfo, estaban saboreando la victoria mientras que Alaude e I-pin se mantenían calmados esperando cualquier fallo que resolver

 

-señor… lo siento – esa fue la voz de un recién llegado que cubierto por un largo abrigo se presentaba

-¿qué pasó? – Alaude se puso alerta al verlo caminar un poco raro, a paso lento y tratando de no asentar su pie derecho

-fracasamos – susurró mientras se inclinaba en una clara reverencia – fuimos descubiertos y… ellos… ellos

-¿dónde están Ikuto y Yuriko? – Reborn miró como el recién llegado de cabello rubio negaba levemente

-escaparon… al saber que no lo logramos… escaparon y dejaron a… – suspiraba con agitación, una mueca de dolor se reflejaba permanentemente

-los mataré – gruñó Reborn mientras se levantaba y salía hecho una furia, ya sabía que en esos dos no se podía confiar

-¿y los demás? – Alaude veló por su gente, parándose y tomándolo en brazos hasta sentarlo en la silla vacía

-señor… lo siento – susurró mientras se abría el abrigo y mostraba la herida de bala en su costado – los otros dos… murieron… no pude – tosió un par de veces manchando su mano por aquel líquido rojizo

-¡Kyoya dame tu celular! – Alaude necesitaba salvar a su fiel subordinado, necesitaba ayuda urgente

-esos dos… nos traicionaron – continuó mientras observaba a su jefe teclear algo y llamar, dando una dirección

-¿que? – Alaude se quedó viendo al ojinegro hasta que el otro dejara de jadear y hablara

-al verse atrapados… nos usaron para despistar a los… Tonakai… ellos huyeron cuando… pudieron

-¿Qué pasó con Lambo y Tsuna? – I-pin no se había movido, permanecía bebiendo en aquella mesa – ¿qué pasó con ellos?

-Yuriko… dijo que solo quería sacar a Lambo – el rubio herido bebió el agua que su líder le ofrecía – ellos… nos iban a traicionar… me dispararon para callarme cuando… los escuché -

-los voy a  morder hasta la muerte – gruñó Hibari saliendo de aquel sitio, se estuvo aguantando tanta frustración para saber detalles, pero lo que ahora quería era destrozar los huesos de aquellos traidores

-I-pin… ya

-ya los llame –decía la pelinegra sin inmutarse, observando la preocupación de su hermano – llega en cinco minutos, son rápidos en una emergencia

-aguanta Teo – sostenía la herida de su subordinado mientras apretaba los dientes – ¡I-pin!

-escucha las sirenas, ya llegan no te preocupes – su voz fría y sin emociones sorprendieron a ambos rubios presentes

-¿por qué diablos no estas molesta? – interrogó Alaude, desconfiando de esa mirada sin emociones en su hermana

-te equivocas, estoy tan molesta como no te imaginas, pero tengo que pensar qué es lo que debo hacer ahora… la tortura, el castigo, lo que haré para desquitarme – apretó sus dientes y sus puños, ya decía ella que no todo era color de rosa

-I-pin-sama… ellos… ellos planearon todo – gruñó el subordinado mientras subían los paramédicos – ellos también… tenían un plan B

-¿qué hora es? – preguntó Alaude

-son las cuatro de la tarde… ya debe ser hora – sonrió la pelinegra con malicia

-¿qué planeas?

-nada… solo predije algo – la pelinegra se levantó y acarició la mejilla del herido – muchas gracias, cálmate todo saldrá bien, yo me haré cargo de castigar a los traidores – miró a su hermano y le sonrió – puedes encargarte de esto… yo haré lo demás

-¿qué tienes en mente?

-recuperar a mis hijos – sonrió mientras esperaba que su celular sonara.

 

Alaude solo vio a su hermana salir, sabía que I-pin cambió bruscamente, ya no era la niña linda que le llevaba galletas o sonreía con él, ahora era seria, dura, cruel en ocasiones y solo se soltaba cuando estaba con sus hijos. Además estaba el hecho de que Reborn mandara a los antiguos padres de I-pin al rescate de los dos donceles, el hecho de que los antiguos estafadores más reconocidos los hubiese traicionado, el tal plan B que según I-pin era tomar a Fuuta. Hasta sentía pena por esos idiotas que traicionaron a un Stracci y un Inagakai, los mismos ancianos que odió desde que vio, aunque solo fue una vez… Alaude tal vez debió ser más firme y evitar que su hermana se casara con ese peliverde idiota… pero ya no podía dar paso atrás y el daño estaba marcado en el alma de su pequeña hermana

 

 

I-pin caminaba por la planta baja, actitud seria, de porte elegante, se alejó del lugar. Subió a su auto, se sentó con tranquilidad y encendió un cigarro, ordenó que regresaran a la mansión y ya esperaba que en el camino alguien la llamara “señora, se llevaron a su hijo… se llevaron a Fuuta... estaba en el parque y…” Hana lloraba por teléfono con desesperación. I-pin solo frunció el ceño mientras le gritaba que se callara, acto que la chica hizo casi de inmediato, para después recibir órdenes de quedarse en la mansión y esperar. El conductor aceleró a lo que fue permitido para no tener un accidente, abrió la puerta de la señora y reverenció. Ni bien la tercera Hibari entró a la mansión su amiga de la infancia y otras chicas se arrodillaron ante ella, disculpándose, llorosas, terriblemente desagradables a la vista

 

-¿dónde está Fon? – pasó su mirada por todas las muchachas, eran cinco y las muy inútiles dejaron que su hijo fuera raptado

-está en la habitación con Mao – Hana hablaba con su voz un poco ahogada por los sollozos

-¿qué pasó? -

-estaba en el parque con los niños… Rin iba conmigo – la mencionada tembló y agachó la mirada – de pronto alguien llegó… nos preguntó una dirección y luego dos hombres más nos acorralaron – Hana hipaba mientras se limpiaba las lágrimas para poder continuar – una mujer y hombre mayor se acercaron a Fon y Fuuta y… dejaron inconscientes a los guardias y tomaron a los niños… logramos rescatar a Fon pero... pero… pero

-¡YA CÁLLATE! – rugió al hartarse de esas lágrimas y sollozos, las muchachas se aterraron y temblaban por la potencia de aquel regaño – ¡chillan como ratas y eso me está alterando los nervios!

-lo lamentamos señora – dijeron en coro mientras apretaban sus manos agarrando su ropa, todos presentes en ese momento entendían que la señora daba más terror que los hermanos mayores. Sin lágrimas, sin desesperarse, enfadada y amenazante… se juraban jamás llegar a molestar nuevamente a su jefa

-ahora bien, ya cometieron el error… debería castigarlas – todas se asustaron ante esa idea, lo que más miedo le daban era que no sabían qué tipo de castigo I-pin les daría – pero primero lo primero

-señora – entraba un pelirrojo con semblante serio, con paso firme pero un poco agitado – ya ordené la búsqueda

-quiero a mi hijo hasta media noche conmigo… sino… ¡todas pagarán! ¡Sin excepción! – miró a todas – más les vale que nada le pase a Fon mientras regreso – después se dio media vuelta ignorando todo – ¡Shoichi muévete! –

-si… equipos listos, un barrido a la ciudad de inmediato – hablaba por celular mientras ingresaba al auto con vidrios polarizados al cual su jefa ingresó apenas momentos antes

-Irie… ¿lo confirmaste?

-si… y ya tenemos al culpable – sonrió al ver la satisfacción del rostro de la pelinegra

-bien entonces… dime, ¿ya los encontraron?

-si – sonreía mientras atendía su teléfono celular y escuchaba la afirmativa final – iremos de inmediato

 

I-pin para lograr calmarse, fumaba con desesperación pero mantenía su mente fresca, su actitud serena y aunque ella mismo no se la creía, sin lágrima alguna. Tal vez el dolor ya no le afectaba, tal vez estaba seca, tal vez… solo sentía furia

 

 

Los minutos pasaban y la líder al fin se logró quitarse toda la mala energía que traía. Usó las piernas de Shouichi como almohada hasta terminar el camino pues necesitaba cerrar sus ojos y mentalizarse para lo que estaba a punto de ver… y hacer. El pelirrojo entendía el estrés por el que pasaba su jefa, acariciando los cabellos negros, trataba de reconfortaba pues después de enterarse de la verdad fue como si algo se destrozara dentro de ella. Al llegar al sitio indicado ambos respiraron profundamente y al final con el porte elegante se encaminaron a un almacén apartado de la civilización

 

-¡oka-chan, ya llegaste! – Fuuta salía en compañía de un peliverde que sonriente dejaba al niño en el suelo para que corriera a los brazos de su madre – ¿y Fon?

-¡Mi hermoso pequeño! – sonreía I-pin mientras estrujaba a Fuuta en sus brazos y frotaba sus mejillas con las ajenas, lo besó varias veces y al final sonreían juntos – Fon está en casa, pronto iremos por él

-¿sabes que hice hoy, oka-chan? – la mirada iluminada del pequeño valía todo el oro del mundo – vi a los abuelos, me encontraron en el parque y luego me llevaron a comer, pero Fon tenía que bañarse y por eso no lo llevamos… – relataba mientras movía sus manitas al relatar los juegos que probó en el corto trayecto –… entonces Koyo-niichan y Ryohei-niichan nos trajeron aquí, aunque yo estaba dormido y los abuelos se tuvieron que ir

-parece que la pasaste muy bien – I-pin miró al peliverde y al peliblanco que sonreían – muchas gracias por jugar con mi hijo – una reverencia le fue dada e I-pin les agradeció con una sonrisa

-fue un placer I-pin-sama

-Fuuta tengo que resolver un pequeño asunto en las bodegas – miró a su hijo y le dio un beso en la mejilla – así que quédate con Kyoko-chan jugando un rato – una castaña salía de la bodega en ese preciso momento

-la hermana de Ryohei-niichan, ella me agrada – sonreía el pequeño quien saludaba con la mano

-te lo encargo – sonreía la pelinegra mientras le dejaba a su hijo en el suelo, pero antes de irse se acercó a ella y susurró – si algo malo pasa con Fuuta, yo mismo te torceré el cuello querida Kyoko-chan

-no se preocupe, mi lealtad está con usted – respondió un poco asustada, aun no se acostumbraba a esas amenazas – nos divertiremos un rato Futa-kun, esperaremos a tu mamá en el auto

 

I-pin dejó a esos dos junto con un tercer subordinado fiel a ella, para después a paso lento ingresar a una de las bodegas y dirigirse por un pasillo hasta la habitación del fondo. Respiraba con calma mientras abría la puerta, seguida por Ryohei, Irie y Koyo. Estaba a oscuras, dos figuras se mostraban sobre unas sillas, encendió las luces y apreció a esas dos personas con las que compartió largos años felices, largos años de mentiras y estafas, largos años de amabilidad fingida. Mordió el interior de sus mejillas mientras escuchaba los gemidos que esos dos soltaban a través de las mordazas, caminó rodeándolos un par de veces, mientras les quitaba aquellas vendas permitiéndoles admirar en lo que se convirtió. Les quitó la mordaza con lentitud, con gracia, mientras sus uñas repasaban las mejillas de ambas personas que alguna vez llamó padres. Koyo y Ryohei se posaron uno detrás de cada cautivo e Irie se mantenía un par de pasos atrás de su jefa

 

-¿I-pin?… ¡suéltame ahora mismo! – Yuriko mantenía la serenidad a pesar de estar atada al igual que su esposo, pero su voz cambiaba de tono constantemente

-basta de juegos I-pin, suéltanos ahora – ordenaba Ikuto con su ceño fruncido

-vaya, vaya, quien diría que llegásemos a esta situación – la pelinegra se mantenía de pie sin ninguna expresión en el rostro – traicionada por aquellos a los que me acogieron en su casa, aquellos a los que adoré como a mis propios padres

-Fuuta no es tuyo, no lleva tu sangre – reclamó el anciano al entender la razón por la que estaban allí

-es mi hijo, legalmente y moralmente – frunció su ceño al escucharlos reírse – ¡a callar!

-parece que nuestra hija ha crecido bastante – sonreía la anciana mientras recordaba como apenas lograron robar un auto fueron arrinconados en un callejón y luego simplemente obligados a seguir un juego llamado “fingiendo que soy la abuela de visita

-en verdad eres un monstruo cuando quieres – I-pin miraba a sus padres sonreír, sin arrepentimiento alguno, nunca imaginó que ese par sería capaz de tantas cosas rastreras solo por dinero, ahora sabía a quienes se parecía Lampo

-parece que aquí el monstruo es otra… caso contrario no nos tendrías aquí, atados, amordazados y observándonos como si fueras a matarnos

-no me mancharé mis manos con su sangre, pero un castigo siempre es bueno para asegurarse de establecer el nivel de jerarquía

-¿qué vas a hacerles a tus padres? – habló Ikuto con ironía guardándose el recelo e ignorando el leve temblor que le ocasionaba la mirada gélida de la que llamaron hija

-ustedes no son nada mío-

-y Fuuta no es nada tuyo – reprochó el anciano

-por robarme a mi hijo simplemente para obtener otra fuente de dinero – ignoró las palabras de ese par de ancianos, levantó su cabeza y cerró sus ojos unos instantes – por traicionar nuestra confianza al ir a rescatar solo a Lambo y dejar atrás a Tsuna – observó al sorpresa de esos dos – por dejar morir a dos camaradas y herir al tercero… por matar a los padres de Lambo y sustituirlos sin pudor alguno

-así que sabias eso – sonrió Ikuto

-yo I-pin Hibari, tercera heredera de los Inagakai y madre del pequeño Fuuta y Fon – sonrió con malicia mientras estiraba su mano y un hierro le era puesto en su mano, el mismo que alargado terminaba en un ardiente símbolo metálico, puesto en fuego durante horas – los castigaré

-¿acaso dañarás a tus padres? ¿A los que te dieron de comer y cuidaron como una hija? – Yuriko sabía que usando las palabras adecuadas doblegarían la voluntad de I-pin, pero…

-¿dónde quedó tu dulzura y piedad? – Ikuto pensaba lo mismo que su esposa pero al ver la nula expresión de I-pin… sintió pánico

-mi piedad se fue junto con aquel hombre que me quitó lo que más amaba… Lampo, me quitó a mi hermano de corazón, el cual me apoyó durante años… ese hombre maligno que desafortunadamente era su hijo mayor – se acercó a paso lento a su padre mirándolo con rabia contenida pues asociar a ese hombre con Lampo era una bomba doble. Agradecía la información que le dio a Reborn sobre Yuriko e Ikuto… ahora no tenía por qué dudar

-¡basta! ¡Deja de jugar! – Ikuto ya temblaba cuando un peliplata posaba las manos en su rostro

-¡que no se mueva! – ordenó la pelinegra mientras preparaba el hierro que brillaba – detenlo con fuerza

-maligna sea mi hija – pronunció Ikuto antes de cerrar sus ojos preparándose para lo que venía

-castigo a los traidores que nunca podrán caminar en paz… que ya nunca podrán ponerse maquillaje y seguir estafando inocentes – gruñó I-pin antes de colocar esa marca

 

La marca de su familia que perduraría en la piel ajena, una flor de loto que se estampó en esos dos cuerpos. Sin piedad las coloco en las personas que convivieron con ella durante años, sin inmutarse por los gritos desgarradores debido al ardor que el hierro a rojo vivo les causaba, ella misma los puso  a sufrir por minutos eternos soportando el aroma a carne quemada, se tragó la repulsión y continuó con el otro cuerpo, mientras lo hacía… su mirada solo reflejaba resentimiento. Al final ella derramó dos lágrimas por su ojo derecho, debido a la rabia que la embargaba, pues sus manos ahora estaban marcadas por su crueldad. Koyo y Ryohei sostenían ambos rostros para que el trabajo se aprecie, la quemadura en las mejillas derechas de ambos ancianos, visibles e imborrables, horribles y rojizas, quemaduras que ella no curaría… la flor de loto de los Inagakai le daba orgullo 

 

-yo… yo no los mataré – la pelinegra miró a ambos ancianos – por respeto a los años en que fueron mi familia

-eres cruel I-pin – jadeó Ikuto tratando de no llorar pues la sal de sus lágrimas lo harían quejarse debido al dolor

-yo no lo soy… Reborn, al que traicionaron, si lo será

-no nos entregues – gimoteó Yuriko tratando de apelar a la piedad que deseaba que I-pin conservara

-tienen  diez minutos para escapar – I-pin les dio la espalda y dirigió su paso firme fuera de esa sala – Koyo, desátalos y déjalos afuera apenas yo me vaya, dales diez minutos de ventaja y empieza a tratar de volver a aprisionarlos… Ryohei, limpia este desastre y no dejes rastros… Irie, contacta a Reborn y dile nuestra ubicación exacta... papá, mamá… será mejor que corran pues la sed de sangre de los Stracci es ilimitada

 

I-pin salió de allí como si nada, ingresó al auto, abrazó a su hijo, mantuvo a Kyoko con ella y ordenó ir a la mansión… su vida cambió hace tiempo y ahora solo lo rectificaba. Reborn se haría cargo de lo demás y la crueldad tachada en sus acciones la volverían una de las más temidas a futuro… por el momento, solo estaba empezando

 

 

 

Deuda…

 

 

 

Lambo rondaba la mansión para calmar su enfado porque Daemon no dejaba de llamarlo puta cada vez que… mejor no pensaba en eso, por eso se alejó de todo, incluso de Tuna ya que no quería contagiarle su enfado. Caminaba sin rumbo por los pasillos que desconocía aún, escuchó un leve ruido, decidió ingresar solo por curiosidad, una habitación tradicional y un jovencito de cabellera negra, ojitos marrones claros reposaba en el suelo. Lo conocía, era el primo de Asari, se llamaba Takeshi Yamamoto, estaba seguro de que era él. Asari era el único hombre de allí al que podía hablarle, mejor dicho al único que le hablaba porque no tenía el corazón tan negro como los demás. Ingresó y cuando lo hizo, vio el terror en aquel joven…

 

-¿qué te pasa?

-Lambo-san... yo no quise… yo no… – el muchacho que no superaba los quince años miraba los retazos de un jarrón en el suelo – yo…

-lo rompiste – susurró acercándose para tomar las manos del muchacho y apartarlas de los pedazos – no los recojas… te puedes herir

-pero yo… acabo de romper el… la reliquia de Demon-sama y – casi no podía hablar mientras temblaba de terror

-¿son reliquias? – miró al chico asentir y vio su terror, un terror que reflejaba el maltrato recibido por el líder en alguna otra ocasión. Daemon era un malnacido  G no se quedaba atrás – tranquilo, seguro no pasa nada

-se equivoca… son herencias de la familia, estaba limpiándolas y… se me resbaló

-¿tan importante es?

-mucho – dijo Yamamoto al ver el desastre – me matarán por esto

-no exageres

-no lo hago… G-sama y Daemon-sama se pondrán histéricos – se agarraba los mechones con fuerza sin saber que hacer

-entonces corre

-no puedo… sabrán que fui yo y será peor…

-¿peor que morir? – habló con ironía, aunque él mismo ya sabía lo que era peor que una muerte… una violación cada noche por el mismo sujeto

-la tortura, ellos no perdonan un error de estos

-bien entonces – Lambo suspiró al ver el miedo de ese chiquillo – QUIERO QUE MUERA… MALDITO IDIOTA – gritó asustando al muchacho

-que... ¿qué hace?

-solo recuerda una cosa – tomó las mejillas del muchacho y lo miró – yo rompí eso

-pero usted no – Takeshi no entendía esas palabras

-si amas a tu primo, mejor sigues vivo, ¿verdad? – le regaló una sonrisa amarga

-pero señor yo…

-MALDITO INFELIZ DE MIERDA – empezó a gritar de nuevo, tomó otro de esos jarrones en su mano y miró al jovencito – ¿esto también es valioso?

-si pero… no entiendo porque – pero se calló al ver la leve sonrisa de aquel ojiverde, un pequeño brillo de ternura en esa mirada apagada

-eres jovencito, no mereces morir, así que recuerda yo… - le hizo una seña para que completara la frase

-usted rompió eso – el más joven se mordió el labio al terminar de hablar

-muy bien… ahora cuidado – dijo mientras lanzaba el jarrón hacia la pared cercana – ODIO ESTO… LO ODIO

-Lambo-san, ya no lo haga – Yamamoto trató de detenerlo pero otro jarrón ya volaba

-ALEJATE DE MI… NO ME TOQUES, ROMPERÉ LO QUE QUIERA – no pasó mucho tiempo para que las sirvientas llegara a detenerlo pero Lambo les seguía arrojando esas cosas disque valiosas

-¡¿qué pasa aquí?! – fue el propio Daemon quien ingresó al final, observando todas las cosas rotas y aun chiquillo sosteniendo el único objeto que logró atrapar

-señor... yo no… Lambo-san se… - no sabía si decir mentiras o verdades, aunque ahora verdades y mentiras estaban combinadas

-CALLATE NIÑO – y Lambo lanzó el ultimo jarrón –

-¡Lambo! ¡Cálmate! – Daemon rugió con furia pues sus más preciadas posesiones estaban rotas, su voz autoritaria estremeció a los presentes pero no a Lambo

-no quiero… mira lo que hago con esto – empezó a tirar las cosas que restaban en esa habitación – a la puta que tu llamas… ¡está harta de esta maldita vida!

-Takeshi... fuera, ¡ahora! – y el chiquillo asustado salió de ahí como se lo ordenaban

 

 

El chico solo obedeció huyendo de aquel lugar, viendo el fusuma ser cerrado por las sirvientas a la vez que Daemon abofeteaba a Lambo y lo empujaba a una de las paredes, escuchó gritos, insultos, golpes sordos y salió corriendo. No quería escuchar más, llegó a la habitación que compartía con su primo y gritó contra la almohada… se sentía culpable por ocasionar eso, pero a la vez estaba feliz… había salvado su vida y respiraría unas horas más. Cuando Asari llegó, Yamamoto no dudó en lanzarse a sus brazos, confesando lo ocurrido en susurros, desahogando su frustración.

Era ya tarde cuando la normalidad llegó, con curiosidad Takeshi pasó por la habitación observando como las sirvientas limpiaban todo y cuando preguntó por el joven amante de Daemon, solo le respondieron que el jefe se lo llevó para castigarlo. Asari fue asignado a la vigilancia al día siguiente mientras los dos líderes salían, a media mañana se topó con Takeshi, tal vez tenían la misma idea y juntos pasaron por la habitación que sabían era en la que reposaban las tres pertenencias de los lideres

 

 

-Asari-san… ¿hay algo que quiera? – Haru los recibía con una sonrisa muy melancólica

-Lambo-san… ¿está bien? – fue el menor quien preguntó y Haru solo agachó su cabeza mientras les indicaba que la siguieran

-podrían traerme un par de analgésicos – suplicó la castaña mientras abría un poco el fusuma de su habitación, en medio del lugar estaba un futón, en este reposaba un pelinegro boca abajo y cierto castaño acariciaba los mechones rizados

-Lambo-san… yo… yo – la voz de Takeshi se quebraba al ver a sus salvador en esas condiciones

-no llores niño – Lambo apenas logró levantar su cabeza y estirar su brazo pidiendo que el jovencito se acercara – ¿estás bien?

-usted recibió mi castigo – sollozó el pelinegro – lo siento – veía a Lambo con un moretón cerca de su ojo, marcas en sus muñecas, y algunas heridas visibles – yo lo siento

-no hay problema – dijo mientras que con ayuda de Tsuna se levantaba – no me hizo nada más de lo que ya me ha hecho anteriormente – sonrió Lambo levemente mientras acariciaba los cabellos de Takeshi breves segundos

-pero… usted

-aun eres joven… así que mejor no haces nada estúpido – sonrió débilmente – ahora vete, no es bueno que estés aquí

-gracias – fue las palabras que Asari pronunció antes de despedirse de aquellos tres – aun no pierden sus corazones bondadosos – susurró para sí mismo mientras veía que aquel ojiverde se volvía a recostar mostrando muecas de dolor – se lo pagaré… como sea

-le devolveré el favor – apoyó Takeshi mientras limpiando sus lágrimas. Ellos dos volvían a sus trabajos en la mansión… pero ya tomaron una decisión

 

 

 

Continuará…  

 

Notas finales:

¿Cómo estuvo?

Bueno creo que me odiarán un poco pero bueno, yo supongo que en el mundo de los Yakuzas las cosas son más horribles que lo que estoy escribiendo, pero trato de imaginarme lo peor... aunque supongo que no soy tan cruel como ellos

Cambiando de tema, debido a problemas de salud me veo en la obligación de descansar, sheee de descansar, así que me demoraré en subir los capítulos, pero supongo que en recompensa los haré largos. Aunque si todo sale bien, volveré a mi rutina normal. Sea lo que sea seguiré en este sensual fic (doloroso para algunas personas)

Deseo saber sus predicciones acerca de lo que sucederá a continuación, desde lo más descabellado hasta lo más sencillo, si me lo dejan en un review o un mensaje en facebook (KratSn Fics)  lo analizaré para ir añadiendo las ideas en el champú

 

Pido no avandonen esta historia, a pesar de que a veces me retrase más de la cuenta en las actualizaciones, lo que más me motiva es saber que disfrutan de mis fics, eso le hace bien a mi alma

^^

Sus reviews los contestaré el fin de semana, porque estoy atareada con la u... jejejeje y aún así sigo escribiendo XD. Muchas gracias por leer

 

 

PD: ¿Quieren spoiler?... pues le daré Spoiler. Hibari y Reborn actuarán, los planes estarán hechos y el ataque será brutal

(aunque no esperen mucho porque la acción no es lo mío)


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