Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sexo casual por Haruka Eastwood

[Reviews - 295]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!! Espero que les guste el capítulo >:D 

Titulo: Sexo casual

Resumen: Solo pretendían tener un poco de sexo rápido en el elevador, ninguno de ellos imagino que protagonizarían el video porno más visto de las redes sociales…

Categoría: Kuroshitsuji

Clasificación: Mayores de 16 años.

Género: Romántico. AU.

Advertencias: Lemon. Mpreg.

N° Capítulos: 10 de x

Por: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Sexo casual

Sebastián Michaelis Pov

Capítulo 10: Una palabra

Apreté los labios mientras enterraba las uñas en las palmas de mis manos. Le había dicho a Ciel que lo nuestro fue un momento, como si no tuviera importancia y lo deje marchar, deje que se fuera cuando todo lo que anhelaba era estrecharlo entre mis brazos, pero no le podía hacer esto a Claude, ni a Ciel… no soy como cree, no soy alguien bueno para él por muchos motivos. Sólo bastó un par de horas para conocerlo, para saber que ama la paz, la calma, la monotonía y la tranquilidad, todo lo que yo no puedo darle.

Pase la mano por mi cabello, desordenándolo, maldiciéndome por anteponer la felicidad de alguien más a la mía. Sé que Ciel llorara por lo que le dije, sé que se molestara e incluso podría odiarme, pero con el tiempo estará bien, porque es lo mejor para ellos, aún si eso significa dejar ir una parte de mí… es irónico y muy probablemente estúpido —absurdo—, pero no se necesita mucho para enamorarte de alguien como Ciel, de sus gestos y de su complicado carácter, uno que oculta resplandecientes sonrisas, miradas cómplices y palabras dulces disfrazadas de frialdad.

Durante años he sido un desconocido en la vida de mi hermano, así que no puedo llegar y volverle arrebatar a la persona que tanto ama, mucho menos cuando tengo una responsabilidad con Gregory, con Beast… conmigo mismo. No sé, si es bueno o malo el hecho de que lo admita, pero con una dificultad monstruosa cuido de mi hija, mientras me repito que tomar una botella de alcohol, inhalar cocaína, o salirme a dar la vuelta, buscar problemas y desaparecer por días no entra dentro del papel de buen padre o buen esposo. Así que ese soy yo, un completo caos… sólo eso.

Suspire frustrado, resintiendo el peso de mis palabras mientras caminaba hacia la ventana, observando a Ciel entrar en su auto, el mismo que estaciono a una calle de distancia. Logre verlo justo en el momento que entramos al edificio, por eso mismo no lo seguí, y es que si lo hacía, correría a estrecharlo entre mis brazos, mientras tenía un derroche de palabras llenas de sentimentalismo absurdo que acabaría por dañarlo más a él. Abrí la ventana, dejando que el viento helado inundara el cuarto, y aun desde esta distancia, pude escucharlo llorar, haciéndome sentir peor. Y dentro de mí, me decía que de esta forma solo lo haría llorar una vez, en cambio, si estaba a mi lado sería algo constante hacerlo derramar lagrimas, y no precisamente porque lo desee, al contrario, quiero que sonría, por eso dije todo aquello.

Al final, me quede ahí de pie, hasta que el auto arranco, ni siquiera cerré la ventana, tan solo me metí al baño, dándome una ducha rápida, al salir, cambie con cierta desesperación las sabanas, las cuales olían como él. Era una mezcla entre rosas y menta… no sé, simplemente era un aroma cautivante, uno que debo olvidar cuanto antes, regresando a mi antigua fachada, una que amenaza con romperse.

•••

—No deberías fumar.

Expulse el humo con lentitud, antes de girarme para ver a Agni. Mantenía aquella expresión serena, la misma que le acompaña desde que le conozco, aunque por primera vez, decidí ignorar sus palabras y me gire nuevamente, contemplando un punto fijo en la pared, dándole una larga calada al cigarrillo, reteniendo el humo por varios segundos. Y sin ninguna emoción plasmada en mis facciones, le extendí la cajetilla y el encendedor, invitándole a tomar uno, pero como siempre, negó suavemente con la cabeza, sentándose a mi lado con pesadez.

—Es el primero —dije lacónico.

—¿De la hora? —Ironizó con un deje de molestia, tomando cenicero, llevándolo a la cocina, y vaciando su contenido—. Nunca te había visto fumar tanto, ¿qué tienes?

—Nada por lo que debas preocuparte.

—Son las cinco de la tarde y el cenicero tenía alrededor de treinta colillas, como si hubieras prendido uno tras otro —se volvió a levantar, solo que esta vez, comenzó a abrir las ventanas, ventilando el cuarto—. Y tu bote de basura tiene una botella vacía de whisky y en la mesa de noche hay una de brandy, pero no es eso lo que me preocupa, sino el hecho de que al llegar me abrió Beast la puerta y tú ni por enterado.

—Siempre le digo que cada que toquen la puerta se fije por el mirador quien es, y que sólo abra si eres tu o Claude… así que está bien…

—Sebastián, tiene tres años —su expresión pasó de la calma a la seriedad absoluta—, no esperes que siga todas tus instrucciones al pie de la letra, cuando su padre es incapaz de comportarse como tal.

—¿Y qué pretendes que haga? —le mire con molestia, poniéndome de pie, caminando hasta la cama en donde me deje caer, luego de apagar bruscamente el cigarrillo en el cenicero.

—Que la cuides —respondió con simpleza, soltando un sonoro suspiro—. ¿Y bien?

—¿Qué?

—¿Qué tienes?

Con molestia me volví a poner de pie, yendo hasta la ventana, respirando sonoramente como si el aíre de mi propia habitación me sofocara. No iba a admitirlo, pero desde ayer en la noche he desatendido a Beast a tal grado que no recuerdo que es lo que desayuno, o si lo hizo. Sé que alrededor del medio día, toco la puerta preguntando si podía comerse el paquete de galletas y el jugo de manzana. Decir que soy mal padre es poco, ya que solo respondí que si, pidiéndole que vea la televisión y que no me molestara.

—Ayer llamaron del hospital… Gregory sufrió un infarto, pero lograron estabilizarlo —frote mi rostro en claro signo de frustración—, así que termine por ir, y el médico me volvió a sugerir desconectarlo, esta vez anexo la posibilidad de que se convirtiera en donante. Y al igual que hace un mes, no pude decidir, menos con Beast ahí. Una hora después de llegar a casa, aparece Claude con esto —del bolsillo de mi pantalón, saco una bola de papel, lanzándosela a Agni.

Extrañado, la tomó y desdobló, intentando alisarla para poder leerla mejor. Se trata de la invitación a la boda de Ciel y Claude… la leí tantas veces repasando con las yemas de los dedos las finas letras en cursiva que, podría recitarla de memoria, sin saber cómo sentirme realmente. Molesto, frustrado y decepcionado son las primeras opciones, pero ninguna me es suficiente. No me bastan.

En cuanto la tome entre mis manos y vi de que se trataba, tan sólo fui capaz de murmurar: felicidades —uno demasiado falso, pero era lo mejor que pude decir— mientras mi mente se perdía, ignorando todo lo que Claude me decía con una expresión que interprete como alegría. Pude decirle que era muy desconsiderado de su parte invitarme a su boda con un chico que me cautivo desde el momento en que lo vi, pero eso delataría muchas cosas, así que preferí callar.

—Sebastián…

—Soy incapaz de tomar una decisión con respecto a mi esposo —me apoye en el marco de la ventana con demasiada fuerza, como si temiera caer de rodillas en cualquier momento—. No me atrevo a decirle a Beast que paso con Gregory… ni siquiera puedo cuidar de ella… no sé si quiero cuidar de ella —solté, tomando otro cigarrillo, encendiéndolo con las manos temblorosas—, y por algún motivo, deseo que esa boda nos e lleve a cabo. Así de egoísta soy, Agni…

—Tú mismo lo has dicho. Gregory significo todo en tu vida los últimos diez años, pero es momento que lo dejes ir. Acepta que es parte del pasado, uno que jamás volverá —su mano se deslizó por su cabello, desordenándolo—. No puedes mantenerlo atado a una cama de hospital eternamente. Sebastián, él esta…

—¡No lo digas! —Interrumpí con brusquedad.

—Beast no puede vivir en una mentira eternamente. Y has podido cuidarla los últimos tres años, la adoras, es tu hija, así que no digas estupideces —tajó—. Respecto a lo último, tú así lo decidiste, tú quisiste que Ciel se quedara con Claude, así que se convertirá en tu cuñado quieras o no. Te toca ir a su boda y felicitar a la feliz pareja que ayudaste a continuar adelante. Según tú, es lo mejor, pero la verdad es que solo tienes miedo. Y lo triste de todo es que nunca sabrás si lo suyo pudo funcionar, porque decidiste terminar con todo antes de empezar. Tampoco estas tan arrepentido de dejarlo con tu hermano —me miró directamente a los ojos—, de lo contrario ya hubieras ido a por él.

—En ocasiones puede ser muy cruel, Agni-san…

—Lamento no estar de acuerdo con usted, Sebastián-san. Yo diría que es ser realista —escaneó toda la habitación, antes de verme fijamente, extendiendo la palma de su mano hacia mí—. Dame el paquete de cocaína.

—Vaya, vaya, no sé cómo puedes ser capaz de pensar que tengo algo así —lleve una mano hasta mi frente en un gesto claramente dramático que le hizo rodar la mirada.

—¿Te digo? —Inquirió alzando una ceja.

Solté el aire que retuve, dándole un pequeño paquetito blanco mientras salía del cuarto. Al caminar hacia la sala, escuche el inconfundible sonido del televisor y a los pocos segundos, visualice a Beast sentada en el sofá en compañía de aquel enorme peluche de tigre. Aún portaba el pijama y su cabello estaba revuelto, a su alrededor había tres paquetes de galletas de diferentes sabores y varias cajitas de jugos, voltee hacia la cocina, recordando donde había puesto las galletas, entonces vi una silla y el estante de arriba abierto.

—¡Papá! —Gritó con alegría en cuanto me vio—. Ven, esta Nemo.

—Soy un mal padre —susurre, sabiendo que Agni estaba atrás de mí.

—No lo creo, ella te ama —suavemente me empujo, por lo que camine hasta sentarme a un lado de Beast, abrazándola fuertemente.

•••

En cuanto termine de peinar a Beast, corrió hacia el espejo de cuerpo completo, observándose con mucho detenimiento. Llevaba un vestido rosa y un suéter blanco. Curiosamente me recordaba a mi madre, de niño había visto muchas fotos de ella cuando tenía unos tres o cuatro años, incluso podría decir que Beast era una copia en miniatura de ella, así que termine sonriendo con nostalgia.

—¿Dónde vamos? —Me miró atentamente, regalándome una hermosa sonrisa. Ahora recuerdo que nunca le dije, solo la lleve a comprarse la ropa adecuada para este día.

—A una fiesta. Tu tío Claude y Ciel se van a casar.

—¿Cómo papi y tú?

—Sí —respondí con un enorme nudo en la garganta.

—No llores —instintivamente lleve mis manos al rostro, extrañado por su petición.

—No estoy llorando —dije fingiendo una sonrisa ladina, levantándola en brazos para salir de casa. Había quedado con Claude que le vería antes de la misa, así que tenía el tiempo justo—. Papá nunca llora, amor.

—¿Por qué triste?

—No lo sé…

Después de eso ya no volvió a preguntar nada, simplemente se quedo en silencio hasta la iglesia, lo cual agradecí, ya que ni yo mismo sabía porque tenía este desazón, comenzando a repetirme mentalmente que yo así lo había querido y que si no hice nada era por… por todos. Al llegar me encontré con Agni —Claude me pidió que lo invitara y afortunadamente acepto—, por lo que en cuanto me vio, tomó a Beast en brazos, permitiéndome ir con mi hermano. Camine durante unos minutos por el lugar, escuchando el eco de mis pasos hasta llegar a un solitario cuarto destinado para el novio y entre sin llamar. Claude permanecía frente a un espejo de cuerpo completo, acomodándose la corbata con claro nerviosismo.

—Michaelis…

—Tu corbata está bien.

—Lo sé.

—¿Nervioso?

—Un poco… —admitió, dejando salir el aíre por su boca.

—¿Por qué escogiste esta fecha?

—Porque fue un catorce de febrero cuando nos conocimos, así que me pareció ideal que nos casáramos el mismo día —levantó los hombros, restándole importancia—. Pero hay algo que me preocupa.

—¿Qué cosa?

De una pequeña mesita, tomó un celular, mostrándomelo.

—Contrate a varios investigadores.

—¿Por lo del video?

—Sí —carraspeó incomodo—. Lo importante es que rastreando al usuario dieron con una dirección y ahí encontraron el móvil. Un basurero —lo dejó nuevamente sobre la mesita—. No había nada de utilidad más que el video y que desde el publicaron en internet y enviaron los correos. También investigue la empresa de Ciel, ese día no había nadie que monitoreara las cámaras, pero en las grabaciones del edificio Funtom se muestra a alguien con capucha accediendo al cuarto de vigilancia, sin embargo no hay tomas de su rostro, al parecer conocía el lugar.

—Exactamente… ¿qué te preocupa?

—No lo sé, Sebastián, simplemente es un mal presentimiento.

—Tu intuición siempre falla.

—Espero que esta vez no sea la excepción.

Ni siquiera me esforcé por tranquilizarlo, muy en el fondo deseaba que esta boda no se llevara a cabo, así que no dije nada y él no insistió con el tema. Soy egoísta, tal vez demasiado, porque no quiero que él y Ciel estén juntos, pero yo tampoco podría estar con Ciel, o no sé, probablemente es algo que nunca sabré, tuve la oportunidad pero la deje ir. Si me arrepiento o no, es algo irrelevante, ya no queda tiempo.

Cuando la ceremonia dio inicio, me encontraba sentado en primera fila, sintiendo como Beast jugueteaba con mi mano, estando completamente aburrida. La marcha nupcial comenzó y por la puerta de la iglesia vi a Ciel del brazo de su padre, lucia precioso en aquel kimono blanco —era una costumbre traída de Asia, y desde hace casi un siglo, todo doncel se casaba con esa vestimenta—, así que no evite quedar cautivado, siguiendo cada pequeño movimiento.

Parecía feliz. Eso era bueno, para todos, menos para mí, claro está. Conforme la ceremonia daba inicio, no dejaba de imaginar que me levantaba, impedía la boda y terminaba robándome a Ciel, haciendo un momento dramático y todo un escándalo para los presentes. Evidentemente no hice nada, tan solo mordí el interior de mi mejilla, saboreando mi propia sangre, escuchando la voz serena del sacerdote.

—Claude Faustus, ¿aceptas en Santo Matrimonio a Ciel Phantomhive para amarlo, cuidarlo y respetarlo en la salud y enfermedad, hasta que la muerte los separe?

—Acepto.

El sacerdote le dedico una sonrisa casi imperceptible, posando de manera inmediata su vista en Ciel. Mi estomago dio un vuelco y empecé a mover mi pie con impaciencia, quería irme, no quería escuchar la palabra que terminaría con algo que jamás empezó. «Tú así lo decidiste» recordé lo que Agni me dijo, obligándome a mantenerme quieto, tragándome toda mi frustración mientras esbozaba una falsa sonrisa.

—Ciel Phantomhive, ¿aceptas en Santo Matrimonio a Claude Faustus para amarlo, cuidarlo y respetarlo en la salud y enfermedad, hasta que la muerte los separe?

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Continuará

Notas finales:

Gracias por leer =D si no dejan rw no escribo, recuerden que son gratis y hacen feliz a Haruka :3 ~♥

Haruka Eastwood


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).