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Sin darme cuenta, seduje a mi guardián por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

Bueno, no he tenido tiempo de subirlo el día de ayer, pero ahora está recién revisado y se los dejo para que lo disfruten ^^

 

 

 

Cierto castaño caminaba por el campus mientras repetía mentalmente el pequeño resumen para la clase de ese día, sentía que en cualquier momento se le iba a olvidar, después de todo se levantó en la madrugada asustado por haber olvidado la tarea. Su mirada se centraba al frente pero no prestaba atención, sintió como tropezaba con algo y con rapidez intentó equilibrarse pero, no caía solo. Usando los reflejos que adquirió durante años, tomó por la cintura a la persona que caía junto a él, soltó sus libros, usó su mano libre como soporte para apenas evitar que ambos se golpearan de forma brusca con el suelo, se giró levemente haciendo que su cuerpo recibiera el daño de la caída y el peso de la muchacha sucumbiera encima de su cuerpo. Gimió de dolor pero solo por instinto, suspiró profundo al ver que la chica no estaba herida, solo fue un susto

 

-¿estás bien? – vio las hebras largas y negras levantarse, mostrando el pálido rostro que reconoció

-si… solo me asusté – la muchacha al ver que estaba sentada encima de su compañero de clase se paró de inmediato avergonzada, ofreciendo su mano para que Tsuna se levantara también

-me alegra que estés bien – sonrió Tsuna apreciando el leve rubor de su compañera – pero no deberías correr por aquí, generalmente está lleno y tropezarías con cualquiera

-los rumores son ciertos – sonrió la azabache – tienes buenos reflejos, muchas gracias por atraparme, hubiese sido doloroso si me caía –

-¿eso dicen? – Tsuna se avergonzó levemente. Años atrás era llamado dame, odiaba ese sobrenombre pero con esfuerzo logró que aquellas fallas se mitigaran. Era gracioso que ahora lo consideraran un talento en ciertos aspectos, sus reflejos era uno de ellos – creo que no es cierto

-acabo de comprobarlo – sonrió la chica – etto… creo que se nos hace tarde, ¿te parece si vamos juntos?

-¡Tsuna-kun! – la voz conocida de cierta castaña cortó las palabras de la muchacha

-Kyoko-chan, pensé que tenías práctica – sonrió el castaño mientras recogía sus cosas ayudando también a la azabache – ella es mi compañera de…

-si no te apresuras te retrasarás – sonrió la mencionada ignorando a la chica al lado de Tsuna – debes apresurarte, más tarde nos veremos para comer

-lo siento Kyoko-chan pero tengo otro asunto que atender, lo dejaremos para otro día – Tsuna se despidió de su amiga mientras se alejaba seguido por la chica de cabello negro

-no sabía que tenías novia Sawada-san – sonrió la muchacha cuando llegaron a su clase

-¿eh?... no, Kyoko-chan es mi amiga nada más – la chica a su lado no dijo nada más pero en su mente recordaba la mirada de la castaña, algo como si le advirtiera que se alejara del castaño “creo que ella está enamorada de ti” pensó mientras abría su cuaderno al momento en que el profesor ingresaba

 

 

Kyoko suspiraba mientras seguía su camino, no le gustó nada lo que vió, sabía que Tsuna era atento con todos pero cuando pasaba algo parecido con una chica, sentía celos. Quería que el castaño la mirara, ser importante en su vida, que correspondiera a los sentimientos que ella había desarrollado con el pasar de los años, pero no se deprimía y por el contrario hacía todo lo posible por compartir tiempo con Tsuna. Acercarse a él era su meta, le gustaba esa amabilidad que tenía pero a la vez se frustraba ya que todo el mundo era importante para el cielo Vongola. Se sentía mal en ciertas ocasiones ya que incluso sentía envidia de Haru cuando sonreía con el castaño o Chrome ya que asistía a las reuniones con Tsuna, sabía que no estaba haciendo bien. Hana era la única que sabía esas cosas, la aconsejaba, la escuchaba con paciencia, su amistad era el único apoyo que por ahora sentía como verdadero, siempre era agradable que alguien te escuchara a pesar de que algunas veces tus razones para estar molesta fueran absurdas “¿qué tienes que hacer, Tsuna-kun?” se preguntaba mientras retomaba sus actividades, esperando que no fuera lo que se estaba imaginando

 

 

Mientras él…

 

 

 

Tsuna terminó completamente cansado, durante el par de horas mientras atendía, impedía también quedarse dormido, su compañera se encargaba de mantenerlo despierto en ciertas ocasiones, se lo agradeció infinitamente al final de la clase. Pocas horas de sueño eran mala idea si quería tener buenas calificaciones. Suspiró cuando se dio cuenta que se había quedado solo, olvidaba que el día martes los horarios de nadie coincidían, no le agradaba almorzar solo, pero ese día tal vez no sería así, tenía algo que hacer antes de concentrarse en sus siguientes asignaturas. Sabía perfectamente a donde ir ese día, usó el metro, tardaría pero tenía la obligación de ir allí, sin prisa caminó entre aquellas calles en donde escuchaba las sonrisas de los niños pequeños disfrutando de libertad. Había recorrido esos lugares ciento de veces cuando caminaba hacia el edificio en la cual conoció a todos los integrantes de su futura familia, sonrió con nostalgia recordando las veces que había llegado tarde, corriendo para no ser castigado. Ingresó en silencio a aquel lugar, seguramente las clases aun no terminaban así que tratando de no ser visto exploró el sitio “lo más probable es que... ” subió las escaleras con seguridad, su intuición le decía que encontraría a esa persona. La terraza de Namichu era siempre un lugar sereno en donde Hibari solía descansar a menudo y al parecer seguía haciéndolo

 

-¿qué haces aquí, herbívoro? – la voz profunda de aquel hombre resonó en la cabeza de Tsuna que se tensó un poco, reacción que todavía conservaba a pesar de que el miedo ya dejó de invadirlo

-sabía que estaría aquí, Hibari-san – sonrió mientras se giraba para enfrentar la mirada metálica de su guardián de la nube – es un lugar pacífico y silencioso

-estás demasiado lejos de tu destino

-tengo algo importante que comentarle – dejó sus cosas en el suelo mientras se sentaba apoyando su espalda contra la pared. Sentía la mirada de la nube sobre sí, no era incómodo, con el tiempo se había acostumbrado

-habla – fue la simple orden que el mayor le dio

-tenemos a alguien rondando el lugar – explicó imaginando que la media sonrisa de Hibari se extendía

-no necesito que me lo informes – para qué ocultar lo contento que esa noticia lo dejó, aunque ya presentía algo así, siempre estaría dispuesto a morder hasta la muerte a los intrusos en su querida Namimori

-solo quería advertirlo

-no soy tan débil como ustedes – gruñó pero estaba lejos de estar enfadado, sabía perfectamente que el cielo se preocupaba por cada miembro de la familia, la mafia le importaba muy poco pero en esas pequeñas ocasiones en donde alguien digno de retar a los Vongola aparecía, su sangre hervía ansiosa por una batalla, le gustaba

-nunca se sabe con quién nos enfrentaremos, Hibari-san. Todos debemos estar prevenidos y ser de apoyo

-hago las cosas solo

-lo sé… aunque desearía que no fuese así Hibari-san, usted es tan importante como los demás

-no me incluyas en tu manada de herbívoros problemáticos

-nunca entenderé su forma de ser – susurró Tsuna mientras suspiraba, muchas veces intentó involucrarlo con los demás pero simplemente parecía que no había solución. Él se había convertido en mediador entre su guardián de la nube y los demás miembros de Vongola – solo tengo que decirle que sea quien sea que esté persiguiéndonos… es demasiado fuerte como para despreciarlo

-hmm – miró al castaño, nunca entendería como aquel niño temeroso se convirtió en aquel joven seguro, maduro y hasta podría decirse que ansiaba probar las fuerzas ganadas con los años de aquel conejo

-Hibari-san… - dudaba en decir aquello pero siempre estaba bien intentar una vez más – ¿a almorzado?

-no – dudó un poco en decir aquello, sabía que el castaño siempre lo incluía en los planes “familiares”

-podría venir a mi casa – sonrió un poco nervioso al ver la mirada ¿irritada o asqueada? De su nube – no se preocupe, seguramente Lambo todavía está en la escuela, los demás también, mi madre estará feliz de tener invitados

-hmm – la idea de comida casera no era tan mala, si algo aprendió de las constantes invitaciones, a los cuales se veía obligado a ir en ciertas ocasiones, era que la madre del cielo Vongola era una excelente cocinera – bien

-¿eh? – creyó haber escuchado mal, pero vio al mayor girar encaminándose hacia la salida, no pudo evitar sonreír feliz, pensó que tendría que insistir más terminando por recibir una negativa – es extraño que acepte

-vamos – fue lo único que el azabache dijo. Era una extraña reacción  pero ninguno de los dos dijo nada, por el contrario compartieron un agradable silencio en el viaje en auto, claro que Kusakabe conducía. Tsuna siempre se preguntó por qué tanta lealtad hacia Hibari, pero no negaba que tener a Kusakabe cerca le daba la seguridad que al menos su guardián tenía un apoyo. Recordaba la época en que se enteró que Hibari sería su guardián de la nube, el pánico, las dudas pero al final ahí estaba, sentado a su lado mientras admiraba con curiosidad el lujoso  auto, en parte se parecía a Hibari, al menos en su estilo, sencillo, cómodo, seguro… ¿desde cuándo se sentía tan seguro a lado del azabache?

-hemos llegado – la voz de Kusakabe interrumpió las meditaciones de Tsuna quien agradecido sonreía por llegar a casa, se moría de hambre

-Kusakabe-san también debe acompañarnos – el castaño no esperó a que respondieran cuando ya estaba abriendo la puerta de su casa – están en su casa, pasen por favor – ingresó con rapidez buscando a su madre, el ambiente tenía un aire dulzón, seguramente un postre recién hecho los esperaba pero la nota en la mesa le daba aviso que nadie más estaba allí, solo la comida preparada

-Herbívoro – el azabache sonrió al ver el pequeño saltito que su cielo daba

-al parecer almorzaremos los tres, mi madre a salido pero nos ha dejado preparado todo – sonrió mientras se fijaba que faltaba una presencia – ¿y Kusakabe-san?

-tiene algo más que resolver – el azabache repasó el lugar con cuidado, el toque cálido de una familia desprendía en cada lugar, desde las cortinas con flores, hasta el aroma de la comida recién hecha

-entonces estaremos solo los dos Hibari-san, prepararé todo – se sintió nervioso al estar solamente con su nube, pocas ocasiones lo había hecho,  era extraño aunque no tanto, sabía que aunque el azabache era callado y algo intimidante… era gentil, prueba de eso era hibird

 

 

Sin que nadie dijera nada, Tsuna preparó todo, Hibari en silencio ayudó a colocar la mesa, una sonrisa por parte del castaño le indicó que podían comenzar. “itadakimasu” fue la última palabra dicha antes de que empezaran a degustar aquel almuerzo. Hibari observaba de vez en cuando las expresiones del castaño quien, parecía un niño pequeño apreciando los sabores en su boca, seguramente no había probado la comida de su madre en todo el día. Le gustaba la compañía del menor, era el menos bullicioso de todos, gentil y amable, lo comprendía o al menos trataba de hacerlo, Tsuna era de las pocas personas que permitiría entrar a su espacio personal

 

-Hibari-san, me alegra tenerlo de compañía – esas palabras confundieron un poco a la nube, que observaba la sonrisa del castaño – creo que es agradable convivir con usted, son raras las oportunidades como esta

-hmm – esos ojos chocolates siempre llamaron su atención, no entendía como la personalidad de ese chico cambiaba cada vez que defendía a su familia, se transformaba en un depredador – no me reúno con la manada bulliciosa, son desesperantes

-pero es nuestra familia – añadió mientras observaba el leve ceño fruncido de la nube – somos parte de Vongola y como tal…

-no me incluyas en eso – lo interrumpió – sigo ahí por intereses propios, pero no formo parte de tu manada

-Hibari-san… a veces creo que debería rendirme con usted – suspiró – pero no lo haré, lo necesito con nosotros, usted es parte de todo, no lo dejaré solo

-¿quieres borrar mi soledad? – sonrió de medio lado observando el pequeño rubor que se mostraba en el rostro del castaño – eso suena demasiado…

-lo siento, tal vez no lo dije correctamente – odiaba esos momentos en donde la inseguridad lo invadía, no quería hacer sentir incómodo a su guardián y sus palabras fueron… – Hi-Hibari-san – cando se dio cuenta tenía los dedos del azabache rozando su mejilla, se quedó estático observando la mirada azulina, la profundidad de esos ojos lo hundían, algo que solo la nube lograba hacer – qué… - la caricia leve que descendió hasta su labio lo aturdió momentáneamente, la calidez de esa caricia era acogedora

-una mancha – fue lo primero que dijo, en parte no era mentira, pero pudo simplemente ignorar el hecho o avisarle para que el cielo se limpiase. A veces no entendía porque su cuerpo se movía solo en situaciones como esa, le gustaba la mirada chocolate, le costó mucho aceptarlo pero… ese rubor ocasionado cuando se acercaba al cielo, el más joven parecía un pequeño conejo siendo acorralado, quería devorarlo… le gustaba – tú…

-¿en verdad? – se exaltó mientras acercaba sus dedos al lugar en donde Hibari lo acariciaba, sonrió nervioso sin saber por qué – lo lamento

-no te disculpes – Kyoya se separó de inmediato ocultando la media sonrisa al ver el rubor intenso que ahora adornaba las mejillas del castaño, seguramente avergonzado completamente. Hizo como si nada hubiese pasado aunque de vez en cuando lo miraba de reojo, las facciones algo maduras no le quitarían ese suave encanto que tenía, algo aniñado pero fuerte a la vez, una extraña combinación para los veintidós años del cielo

 

 

 

Hibari estaba consciente de la atracción que ocasionaba Tsuna en él, a pesar de que el más joven no se diese cuenta, desde hace muchos años que empezó eso, y no se había detenido. Al principio lo evitó considerando toda esa preocupación por el castaño como una molestia pero no era solo eso, lo que más le enfadaba era que esa preocupación lo obligaba a participar más en esa manada, cada vez que sentía el peligro acercarse, su mente le jugaba bromas y la imagen del castaño lo agobiaba, el deseo por protegerlo ¿cuándo había aparecido?... Al ver al menor consumir el postre mientras parecía saborearlo con cuidado, entendía que cada expresión, cada detalle lo hacía obsesionarse un poco más, era una criatura inocente, se reía de sí mismo debido a los pensamientos que rondaban su cabeza, pero ya no le molestaba, tal vez hace algunos años lo odiaba pero ahora… se acostumbró. Quería saborear lo mismo que el pequeño cielo así que probó un poco de aquella tarta, estaba dulce, aunque no le agradara se la terminó. Cuando escuchó un pequeño suspiro a su lado, se fijó en la satisfacción del cielo, el castaño estaba deslizando su lengua en los bordes de aquellos labios rosados, seguramente intentaba quitar las migajas que adornaban su boca, un movimiento lento, tortuoso, “¿desde cuándo me fijo en eso?” se preguntaba el azabache sin poder dejar de admirarlo, deseando saber si aquellos labios tendrían el mismo sabor que el dulce postre…

 

-Hibari-san ¿sucede algo? – aquella voz le quitó esos pensamientos que empezaban a desarrollarse en su mente

-si – respondió mientras se disponía a levantarse y ayudar con la limpieza

-no se preocupe yo lo haré – se apresuró a quitarle los objetos de las manos del mayor, rozando sin intención y sin darse cuenta que estaba causando que el autocontrol de la nube se desvaneciera – es mi invitado este día

-Sawada… - quería amenazarlo para que dejara de hacer esas cosas, pero eso sería aceptar que lo observaba constantemente… no era buena idea

-puede llamarme Tsuna como los demás

-no soy como ellos – gruñó alejándose

-Hibari-san – la seriedad en ese llamado  puso alerta a la nube, miró al cielo que se tensaba mientras giraba rápidamente hacia la ventana – ahí está

-tsk – quiso salir para seguir aquella persona que se desvanecía entre los techos cercanos con rapidez – lo morderé hasta la muerte – susurró mientras se encaminaba a la salida, una cosa que odiaba era ser vigilado

-¡espere, Hibari-san! – apenas logró tomar del brazo del mayor – no sabemos que quieren, es demasiado pronto para actuar

-no me des ordenes – se zafó de aquel agarre con cuidado, demasiado cuidado como para concordar con su personalidad, pero el castaño no lo dejó alejarse sosteniéndolo de nuevo

-no se las doy – a veces la seriedad de esa voz lograba detener a la nube, esta ocasión lo hizo – solo estoy analizando la situación, si nos ponemos agresivos con alguien que no quiere atacar nos arriesgamos a generar una batalla sin fundamentos. Las provocaciones deben ser ignoradas

-has madurado

-no es momento de burlas – se quejó Tsuna mientras soltaba al mayor – por favor le pido que no actúe precipitadamente, si ese individuo lo molesta de nuevo puede tomar las medidas que desee pero por ahora solo déjelo como está

-si se atreve a seguirme de nuevo no me contendré – dio como aviso enfrentando la seriedad de su cielo, quien solo asintió mientras de nuevo desviaba la mirada hacia la ventana

-mientras no cause problemas estará bien – susurró mientras volvía a la tarea de limpieza

-¿tienes un mal presentimiento?

-no y si… es difícil de explicar, solo digamos que mi intuición está alertándome y a la vez se relaja un poco, no había sentido algo así antes – el castaño dejó de pensar en eso y se concentró en su tarea – pero no hay que preocuparse por ahora – sonrió al fin

 

 

 

Con el rubio…

 

 

 

Iemitsu reposaba en su silla, girando de vez en cuando pensando en todo lo dicho en esa reunión con el noveno. Suspiraba al imaginarse a su hijo, aunque sabía que la homosexualidad no era el fin del mundo, sentía que debió estar junto a su hijo mientras crecía. No era que odiara ese aspecto de Tsuna… solo se sentía culpable… ya ni siquiera sabía que sentía. Se recostó en el escritorio frustrado golpeándose ligeramente la frente, se sentía despreciable y no sabía por qué

 

-¿qué demonios te pasa? – se quejó cierta mujer de cabellera azulada, de tonalidad oscura – parece que perdiste las ganas de vivir

-ahora no Lal – se quejó el rubio mientras fingía sollozar – quiero un poco de paz

-¿puedo ayudarlo? – la voz de un muchacho de cabellera rubia ceniza interrumpió los lamentos del mayor que solo suspiró poniéndose de pie – ¿no se siente bien? ¿Deberíamos ir al médico?

-no es eso, Basil – la mujer solo suspiró – se siente pésimo al saber que no tendrá descendencia, déjalo ya se le pasará

-pero… parece desecho – decía el jovencito mientras observaba al rubio deprimirse en un rincón

-déjalo solo, pronto entenderá que su hijo gusta de…

-¡Lal deja todo eso de lado!... y mejor dime que sabes sobre ese par – se quejó Iemitsu retomando su calma natural – no me dan confianza

-llegaron a Japón pero parece que se saben escabullir muy bien, no logramos dar con ellos

-¿el pasado de ambos? – exigió ya recompuesto e interesado

-Carlo sirve a Nono desde hace años, nada sospechoso, su lealtad se ha demostrado siempre, es asesino profesional aunque no existen registros de sus trabajos, Yasu es otra historia – murmuro la mujer dándole los papeles al rubio mayor

-están en blanco – se quejó Iemitsu

-no logramos dar con él… tiene un pasado muy complicado y ambiguo – Basil se mostraba serio con los brazos cruzados – sabemos que es huérfano y que Carlo se hizo cargo de él desde que tenía seis o siete años, lo demás simplemente rumores sin fundamento

-necesito más información de ese chico – gruñó mientras miraba al chico de cabellera rubia con un tono cenizo, la mirada azulina siempre calmada demostraba las capacidades que tenía – Basil, te encargaré ese trabajo

-¿quiere que le diga algo a Nana o a Tsuna? – sonrió el menor mientras tomaba los documentos que necesitaría, le gustaba viajar a Japón

-no hace falta… regresaré contigo, quiero estar cerca de todo al menos por unos días

-entonces prepararé todo – sonrió Basil antes de retirarse

 

 

Casa…

 

 

Regresar a casa para cierto azabache significaba una vida de limitantes, su cuerpo adolescente le daba problemas  aunque agradecía infinitamente que su evolución fuera más rápida que la de los demás. Biológicamente debería tener 10 años pero aparentaba 15 con facilidad. Cada vez que lo llamaban “niño” tiempo atrás quería matarlos a todos… incluso golpeó a muchos al escucharlo, pero tarde… muy tarde, después de acabar con los huesos de muchos imbéciles… entendió su condición, estaba creciendo con normalidad como cualquier persona lo haría, bueno cualquiera pero ¡él estaba harto! Pasar por una adolescencia por segunda vez, no era nada grato, acostumbrado a beber café, vino, vivir el libertinaje de un adulto, el placer de estar con una mujer, el simple hecho de fumar en alguna ocasión, todo eso le estaba prohibido y estaba  desesperándose. Cada vez que observaba su reflejo en el espejo gruñía enfadado, su cuerpo bien formado por la batalla no estaba, ahora su musculatura recién se formaba, aunque sus habilidades seguían ahí tenía que forzarse al entrenamiento nuevamente para que funcionaran al 100% ¡maldita sea  ese bastardo de Checker Face! El aura negra que desprendía al salir de la oficina de Nono se mantuvo incluso hasta que tomó el jet para regresar a Namimori, si, un jet porque él se merecía respeto, jamás compartiría lugar con personas insoportables, él tenía el privilegio de usar los recursos de Vongola, él era un asesino profesional y de renombre… ¡él era un hombre hecho y derecho atrapado en un cuerpo adolescente! ¡Maldito fuera el mundo!

 

Su mal humor estaba justificado, nadie sabía la horrenda situación por la que pasaba, incluso Tsuna había planteado la idea de que regresara a la escuela, claro que ese día le apuntó con el arma y jugó a “si quieres vivir  no digas ni una sola palabra o emitas algún sonido” durante horas mientras torturaba a su alumno en un arduo entrenamiento. Tsuna jamás volvió a mencionar el asunto. Le avisaron entonces que llegó a su destino, Reborn se había quedado dormido después de acomodarse en el cómodo asiento, algo adormilado todavía, se levantó saliendo del jet mientras pensaba las partes positivas de su vida… ninguno, no podía pensar en nada, suspiró profundamente mientras caminaba a su hogar, porque no le dio la maldita gana de llegar pronto, caminó despacio por esas calles. La noche fría le gustaba ya que la soledad invadía. “Cosas buenas” susurró para sí mismo, acomodó su fedora cuando recordó algo… convivir con una familia normal era lo único que apreciaba aunque jamás lo diría en voz alta pero le gustaba sentirse parte de los Sawada. La comida casera de Nana, el alboroto en las mañanas cuando los más pequeños iban a la escuela, molestar a su alumno quitándole porciones de comida, realizar los paseos y planear la mejor manera de poner en apuros a su dame-alumno… pero aun así ¡no se comparaba con la vida adulta!

 

 

Con fastidio ingresó a casa, miró la entrada y se fijó en la estructura, digna de un mafioso. Enorme y sofisticada. Hace unos años que fue remodelada porque Iemitsu pensó que al crecer los niños necesitaba espacio, compraron la casa adjunta, nada más acertado que eso, ahora las habitaciones eran amplias, la cocina enorme en donde Nana feliz cantaba mientras con las habilidosas manos preparaba los alimentos, un patio amplio en donde incluso había un pequeño estanque de carpas, era maravilloso saber que la mayoría de habitaciones contaban con baño privado. Reborn observó el segundo piso ni siquiera había luces encendidas, bueno no había avisado así que nadie lo recibió, tampoco es como si le importara. Ingresó sin hacer escándalo ya que no quería despertar a Nana, su cuarto le  esperaba y la cama suave le invitó a seguir durmiendo sin preocupaciones, al menos eso era lo mejor… ahora tenía su propia habitación e incluso Leon, quien se bajaba de la fedora con habilidad, tenía su pequeño “departamento” creado especialmente por Haru quien quiso hacerle un regalo

 

 

Continuará…

 

Notas finales:

¿Cómo estuvo?

Bueno yo amo el 1827, asi que me encanta hacer las narraciones de este par. Y ya se viene el RL señores muajajaja

 

Pido disculpas por no responder a sus reviews, lo haré en poco tiempo, cuando ya me libere de algunas cargas universitarias ^^

 

Muchas gracias por sus comentarios anteriores y los futuros jejejje, leerlos me animan mucho

 

Nos veremos la próxima semana

Bye-bye~~


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