Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sexo casual por Haruka Eastwood

[Reviews - 295]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!! Sigo viva y aquí les dejo el nuevo capítulo, especialmente largo para compenzar aunque sea un poco la tardanza XD la verdad es que no puedo actualizar más seguido, ya que anteriormente les dije que mi pc se descompuso, entonces todo lo escribo desde la tablet, y corregir un capítulo desde allí es una tortura, por lo que me tienene con el diccionario durante horas xD en fin, no molesto y los dejo leer, solo espero que les guste :3

Título: Sexo casual

Resumen: Solo pretendían tener un poco de sexo rápido en el elevador, ninguno de ellos imaginó que protagonizaría el video porno más visto de las redes sociales…

Categoría: Kuroshitsuji

Clasificación: Mayores de 16 años

Género: Romántico. AU.

Advertencia: Lemon. Mpreg.

N° Capítulos: 13 de x

Por: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o *~

Sebastián Michaelis Pov

Capítulo 13: Falso ideal

Perfecto, todo Ciel era perfecto, creando un escenario idílico en ese único momento carente de toda lógica y coherencia, rayando lo absurdo y sorprendiéndome una vez más con su singular comportamiento que, contradice a la perfección sus palabras, dándome una gama de opciones ilimitada sobre lo que podría hacer a continuación.

Y lo único que puedo decir es que su voz, su cercanía, su esencia y su perfume... todo él estaba volviéndome loco, simplemente es irracionalmente hermoso. Tanto, que por un momento jure que me rechazaría, sin embargo, sus labios se movían rítmicamente con los míos en una danza lenta, erótica y cadenciosa que aumentaba gradualmente nuestro libido, haciéndolo inquietante y peligroso a la vez.

Con cada roce de su piel caliente contra la mía, estaba a punto de transformarme en una bestia al acecho, una hambrienta y necesitada bestia que no dudaría en saltar sobre el manjar que se le presentaba en charola de plata. Era como si hubiera fijado un único objetivo, uno que resulta arriesgado y dañino, siendo un peligro constante y latente, invirtiendo los papeles, porque inevitablemente era yo el que actuaba conforme la voluntad de Ciel, siendo un peón más en un juego estratégicamente planeado de ajedrez. Transformándome en una pieza que usa a su antojo sin medir las consecuencias.

No lo entiendo y tal vez nunca lo haga pese a que deseo conocer todo de él. Por ahora me bastaría con saber lo que represento en su vida, porque no quiero que lo nuestro, esto que tenemos ahora mismo, se reduzca a "sexo casual", algo de un noche, o del momento. Lo quiera o no, tenemos un lazo que nos unirá siempre, uno que él se fuerza en cortar por todos los medios, amenazando con esfumarse en cuanto le sea posible, dejando todo en el olvido. Por eso sigo aquí, intentando persuadirlo sutilmente para que se quede a mi lado, no solo hoy, sino siempre.

—Ciel... 

Su rostro bellamente sonrojado era una tentativa a lo prohibido. Sus labios contra los míos, el calor de su cuerpo y sus manos traviesas me hacían querer tomarlo aquí y ahora, oírlo gemir mí nombre entre jadeos que suplicaran por más. Era adictivo de muchas formas, deseando fundirme con él y dentro de él.

—Quiero hacerlo —gimió sobre mi boca de manera erótica y provocativa, dejándome sorprendido y complacido por un par de segundos antes de volver a cazar sus labios con desespero, sin opción a replicas, sujetando su cabeza para intensificar el contacto.

—Será todo un placer —ronronee seductor, besándolo apasionadamente y dándome el gusto de recorrer su deliciosa boquita con esmero, descendiendo mi mano sobre su espalda, a la par que trazaba pequeñas figurillas imaginarias a lo largo de su columna vertebral, estremeciéndolo hasta conseguir sensuales jadeos.

Poco a poco su cuerpo cedía al profundo placer que le proporcionaban mis manos en compañía de un fogoso beso, relajándose mientras me contemplaba con aquellos preciosos zafiros que denotaban lujuria, en conjunto con una sonrisa maliciosa que se dibujaba en sus finos labios conforme sus manitas descendían sobre mi pecho, deteniéndose en la hebilla del cinturón mientras se mordía el labio inferior, jugueteando de forma peligrosa, sin la más mínima intención de quitarlo. Disfrutaba torturarme, aparentando tener el control de todo, pese a que acabara cediéndomelo entre suspiros de éxtasis.

Y dejándose llevar por todas las emociones y sensaciones del momento, lo atraje hacía mi cuerpo, comenzando a masajear sus nalgas mientras dirigía mis labios a su cuello, succionando la zona hasta dejar una visible marca rojiza que me encargue de delinear con la lengua, sintiéndolo temblar conforme ascendía hasta apresar el lóbulo de su oreja entre mis dientes, tirando sutilmente de él, dejando escapar un ronroneo que le hizo jadear y arquear la espalda.

Mi mano derecha se escabullo bajo su ropa interior, e inevitablemente mis inquisitivos dedos viajaron hasta su entrada, acariciándola suavemente y haciendo un poco de presión para introducir un digito, comenzando a silenciar sus encantadores gemidos en un pasional y demoledor beso que nos dejó sin aliento, obligándonos a separarnos por segundos, dándome el placer de limpiar con mi lengua aquel fino hilillo de saliva que resbaló por la comisura de sus labios, antes de volver a enfrascarnos en un nuevo beso, mucho más demandante que el anterior.

Y vaya que era una sensación adictiva probarlo, embriagándome por el mar de emociones y sensaciones  que amenazaban con dejarme a la deriva. Realmente no podía contenerme ni un segundo más, repentinamente era como si mi cuerpo acabara de comprender que no podía empotrarlo contra la pared más cercana, bajarle la ropa interior y penetrarlo con salvajismo, iniciando un vaivén fuerte y rudo debido al embarazo. Así que me obligue a separarme un poco de sus labios, los cuales se encuentran levemente hinchados por tanto beso, observándolo recargarse sobre la isleta de la cocina, mientras un diminuto sonrojo va tiñendo sus mejillas conforme acorto la distancia entre ambos, sentándolo sobre la isleta para estar a la misma altura.

—Te hare gemir tan fuerte mi nombre, que quedaras afónico... zafirito.

—No creo que seas capaz —me reta con una sonrisilla prepotente, separando sus piernas y jalándome de la corbata para volver a cazar mis labios en un beso rudo y demandante, invadiendo mi boca en busca de su compañera de juego, separándose levemente cuando la falta de aíre se vuelve un problema—, ni hoy ni nunca —sentencia con mofa.

—Disfrutare hacerte cambiar de opinión.

—Idiota... —farfulla enredando sus brazos alrededor de mi cuello, mientras comienzo a levantar el suetercillo que trae, dándome el gusto de acariciar su vientre, por lo que termino inclinándome para besarlo con dulzura—. No hagas eso...

—Eres precioso...

—Lo sé... ¿vas a meterla o me adularas toda la tarde?

—Voy a hacerte el amor.

—No necesito que me hagas el amor —rió—. Simplemente quiero sexo, Sebastián.

—Y lo tendrás.

Sin decir nada más, le ayude a bajar de la isleta, comenzando a caminar hasta su cuarto mientras le sujetaba de la mano, ni siquiera sé que esperar con él, así que en cuanto entramos volví a cazar sus labios en un apasionado beso carente de lujuria e impreso de todo lo que no puedo transmitirle con palabras el cual no quería terminar.

Al separarnos para tomar aíre, aproveche el momento, y le quite el suéter negro que traía, dejando al descubierto su lechosa y suave piel, permitiéndome acarician sus botoncitos en lentos movimientos circulares, sonriendo al darme cuenta que se está volviendo demasiado receptivo gracias al embarazo.

Y sin perder más tiempo, comencé a besar su cuello, bajando hasta sus pezones los cuales empecé a llenar de mimos, acariciándolos y jugueteando con ellos, deslizando mi lengua sobre ellos hasta hacerlo arquear la espalda, aferrándose y retorciendo las sabanas entre sus manos con cada lamida, sobre todo cuando he apresado uno entre mis dientes, mordiéndolo con sutileza, haciéndolo gemir y temblar entre mis brazos. 

Deliberadamente, comienzo a besar el centro de su pecho, descendiendo lentamente hasta su vientre, pero no hace amago de separarme, ni siquiera un poco, tan solo hunde los dedos en mi cabello, tirando de él con fuerza, sumergiéndonos en un mundo alterno por un corto periodo de tiempo que me encantaría resguardar por toda una eternidad en una burbuja impenetrable. Finalmente respiro hondo, colocando ambos pulgares en el elástico de su pantalón y bóxer, jugueteando un poco con él antes de deslizarlos lentamente por sus perfectas piernas, hasta que caen al suelo con un ruido sordo. 

Sorpresivamente levanta mi rostro, atrayéndome hacia él para besarme mientras lo recuesto en la cama, sintiendo sus piernas rodear mi cintura a la par que sus inquisitivas manos me despojan de la camisa, acariciando minuciosamente mi pecho y abdomen, deteniéndose en mis hombros para deslizar sus uñas, marcándome el pecho. 

Sonrió y sin pensarlo, hundo mi rostro entre sus piernas, entrelazando mi lengua en la punta de su miembro, lamiendo con deleite en movimientos circulares y precisos que le hacen jadear y retorcerse conforme aumento el ritmo de la felación, introduciendo dos dígitos en su húmeda entrada para comenzar a dilatarlo, haciéndolo llegar al éxtasis sin mucho esfuerzo.

—S-Sebastián —gime con gozo, intentado apartarme de su cuerpo, así que aumento el ritmo, sintiendo una explosión en mi boca, bebiéndome toda su esencia, que curiosamente tenía un sabor dulce.

—Eres realmente delicioso —susurro comenzando a lamerlo y chuparlo, observando esos excitados zafiros rebosantes de lujuria, besándolo nuevamente, mientras separo sus piernas, colocándome entre ellas, terminando de prepararlo con lentos movimientos, antes de simular un par de embestidas.

Una vez listo, mi mirada busca la suya al momento de adentrarme en él, sintiendo como la punta de mi miembro se abre paso en su interior, haciéndome jadear por lo estrecho que es, a la par que Ciel se aferra a las sabanas, apretando los labios y regalándome una vista excepcional que me hace iniciar un vaivén fuerte y constante, besándolo con voracidad, ahogando nuestros gemidos entre besos, sintiendo como se aferra a mi espalda, clavándome las uñas con saña conforme mis embestidas se vuelven más rápidas e insistentes, dando en ese punto dulce que le hace arquear la espalda y gritar mi nombre entre alaridos inentendibles. 

—Ciel... me encantas... 

No responde, sería raro que lo hiciera, tan solo cierra los ojos, echando la cabeza hacia atrás, enroscando con más fuerza sus piernas a mi cadera. Le siento vibrar bajo mi cuerpo, teniendo mucho cuidado de no aplastarlo. 

—Más fuerte —chilla jadeante como única respuesta. 

Estoy en mi límite, así que aumento la velocidad, sintiendo como sus paredes internas me aprietan de forma deliciosa, corriéndose entre nuestros vientres, mientras le lleno por completo, soltando un gruñido gutural sobre sus labios, terminando por besarlo con una ternura que desconocía, tal cual lo haría un chiquillo inexperto y temeroso de cometer un error con alguien que ama.

Admito que me encantaría permanecer en esta posición, pero conociéndolo, está a nada de botarme, por lo que salgo cuidadosamente de su interior, tumbándome a su lado, repartiendo pequeñas caricias en su cabello y pecho a la par que él intenta controlar su acelerada respiración.

—¿Te sientes bien? —cuestiono hundiendo mi rostro en la curvatura de su cuello y hombro, aspirando su embriagador aroma a rosas, depositando un besito en su barbilla.

—Ya deberías irte —susurró un poco somnoliento.

—¿Por qué?

—Porque necesito estar solo —respondió con un matiz de fastidio impreso en su voz, parándose de la cama para ir directo al baño como si no estuviera aquí, como si no acabáramos de hacer el amor, y antes de entrar me volteó a ver sobre el hombro con una mueca de fastidio—. Ya tengo el postre que quería y tu un polvo, por lo tanto puedes irte.

—Sabes que no es así.

—¿Acaso esperabas otra ronda, palabras de amor o alguna estupidez similar? —Volteó a verme con una fina sonrisilla de burla—. No seas idiota, Sebastián. Tuve sexo contigo por placer, no porque sienta algo por ti, eres un momento, uno que tendré que alargar por cuatro meses más, hasta que esto —señaló su vientre con desprecio— salga, entonces me iré y tu podrás quedarte con tus hijos y tu esposo.

—No quiero que te vayas, sabes lo que siento por ti. Ni siquiera me has dejado explicarte. 

—No lo sé y no me importa, ni lo que sientes ni lo que pretendas decirme. Suficiente hice con seguir con este absurdo embarazo, lo que haga después de que nazca no es tu decisión. 

Sin decir más se adentró al baño dando un portazo. Simplemente apreté los puños, contuve mi frustración y comencé a vestirme. En cuanto estuve listo salí de allí intentando no azotar la puerta. Ciel es imposible, no importa lo que le diga o haga, insiste en rechazar a nuestro hijo, alegando que solo estoy con él por sexo... 

—No es solo sexo... Ciel —me digo una vez que entre al auto, yendo hacia la casa—, nunca fue por sexo…

•••

Suspire sin ánimo de nada, intentado concentrarme en preparar la cena, con el fin de no pensar en él, y es que con nueve meses de embarazo, en cualquier momento podría dar a luz, lo malo es que últimamente ya no visitaba tanto a Ciel. Dos meses atrás discutimos, me grito que lo acosaba y que prácticamente me estaba volviendo un estorbo en su vida, uno mucho más grande del que ya era, diciéndome que estaba embarazado no inválido, por ende era perfectamente capaz de atenderse sin necesidad de que estuviera rondando por su casa todo el tiempo.

Después de eso se negó a contestar mis llamadas y a abrirme la puerta cuando lo visitaba. Se puede decir que la poca convivencia que teníamos, empeoro desde el día que terminamos en su cuarto haciendo el amor. Se volvió más distante, más esquivo y absolutamente todo le irritaba. No sé si es él, la situación, yo o una combinación de los tres anteriores, básicamente era imposible hablar con él sin una ofensa de por medio hacia mi persona.

—Espabila, Michaelis —de mala gana, gire el rostro topándome con la sonrisa ladina de Claude—. Y deberías prestar más atención.

—No estoy de humor para tus tonterías —espete, volviendo a girarme para seguir picando los vegetales—. ¿Cómo entraste?

—Beast me abrió la puerta, por cierto, creí que no estabas.

—Entonces, ¿por qué has venido?

—Para visitar a mi sobrina, es lógico. Por cierto... ¿cuándo nacerá?

—No lo sé, en estos días supongo.

—¿Y por qué no estas con Ciel?

Resople con molestia ante su maldito interrogatorio, clavando con frustración el cuchillo en la tabla para picar, volteándome para verlo directo a los ojos.

—Porqué nos peleamos, me gritó que no quería verme y que me había convertido en una molestia, por eso —siseé completamente cabreado— no estoy con él.

—No importa lo que te haya dicho, Ciel te necesita y lo sabe, son los últimos días de su embarazo —suspiró con pesar—. Han pasado muchas cosas, tan solo dale tiempo él... es demasiado orgulloso y no demuestra fácilmente lo que siente, pero si de algo estoy seguro es que siente algo mucho más fuerte por ti, de lo que sintió por mí en estos años.

—Vaya, a menos que te refieras al odio, debo decirte que no estoy de acuerdo. Ciel me odia y lo ha dejado claro una infinidad de veces.

—No es odio —rodo los ojos, y antes de que pudiera protestar, me tomó de los hombros sacándome de la cocina—. Yo terminare de preparar la comida de Beast y tu iras a reconciliarte con Ciel.

—Eres una maldita araña.

—Lo sé, ahora lárgate.

Antes de que pudiera protestar, ya me había sacado de mi propia casa, arrojándome un suéter negro sobre la cabeza junto a mis llaves. Inhale y exhale un par de veces cuestionándome sobre lo que debería hacer, si regresar y golpear a Claude o ir a visitar a Ciel, al final, termine en el estacionamiento, subiéndome al auto para empezar a conducir rumbo a casa de Ciel. Pensé en lo que me diría y nada era bueno. Vaya que tenía su carácter, aunque eso era parte de su encanto único y singular, así que tras conducir veinte minutos llegue a su departamento. 

Aun conservaba un juego de llaves de aquí, por lo que dude sobre si debía entrar o no, sopesando la idea de que si tocaba, jamás me abriría. Y rememorando mis años de adolescente en donde allanaba casas, termine por entrar, escabulléndome entre los pasillos con el mayor sigilo posible, guiado hasta la sala por un aroma inconfundible y que no debería existir en esta casa, no ahora. 

Mi ceño se contrajo mientras apretaba la mandíbula, luchando contra mi ira que manaba a borbotones por su culpa. Ciel permanecía sentado frente al enorme televisor, sosteniendo un vaso con whisky con hielo, junto a un cigarrillo, y por las colillas en el cenicero, supuse que no era el primero.

—¿Qué diablos haces, Sebastián?

—¿Yo? —farfulle, intentando mantenerme sereno, pero era imposible—. Mejor dime, ¿qué mierda te pasa, Phantomhive? ¡Estas embarazado, no deberías fumar ni beber! —le quite el cigarrillo y el vaso, viéndolo a los ojos, al parecer estaba bastante ebrio—. ¿Tienes idea de lo peligroso que es?

—No es algo que me interese —sonrió—, y hay estudios que demuestran que una copa de vino en el embarazo es inofensiva.

—¡Una copa! —Grite—. Tú llevas media botella de whisky y doce cigarrillos.

—No veo la deferencia —se encogió de hombros restándole importancia—, una copa o una botella, es igual... pero eso es lo de hoy...

Su sonrisa altiva me cabreo tanto, que por instantes tuve deseos de abofetearlo, aunque simplemente me límite a tomarlo del brazo para que se levantara.

—Debo llevarte al hospital.

—Suéltame —bramó—. No iré a ningún lado. Estoy harto de esto, de ti, ¡de todo! —Se soltó de mi agarre, dejándose caer en el sofá—. Tú no entiendes, nunca quise a este niño, y me ha causado infinidad de problemas en los últimos meses. ¡¿Dónde diablos esta la bendición de ser padres, Sebastián?! ¡Que yo no la veo por ninguna parte! —se levantó, golpeándome el pecho con el puño cerrado—. Estoy solo, desde un principio la relación con mi madre era escasa, pero no me odiaba por deshonrar a la familia ni me llamaba ramera, y dentro de mi sabía que estaba orgullosa, tal vez no estudié para manejar la empresa de mi padre, pero tienes una idea de lo que quería ser, ¿sabes lo que tengo que pospones por un niño del cual pude deshacerme? 

—Puedes retomar tus estudios, y Rachel no te odia, es tu madre, necesita tiempo, al igual que todos.

—¡No puedes saberlo, ni siquiera conoces a mi madre! —Bramó, mientras que sus ojos se tornaban vidriosos, luchando contra sus impulsos de ponerse a llorar—. Y para tu información, estudiaba Astro física, especialidad: geología planetaria. Suena genial, ¡¿o no?! Tuve que pelearme con mi padre para que no me obligara a estudiar administración de empresas o derecho, le grite que no le iba a dar el gusto de equivocarme ¡Y veme! Intente llamarlo y me dijo que no tenía hijos, el que creía que era mi amigo resulto ser un maldito bastardo que arruino mi vida, mis compañeros se han negado a contestar mis llamadas y perdí al hombre que amaba por una estupidez. ¿Qué me queda?

—¡Yo! —Le obligue a verme a los ojos—. Estoy yo, y prometo no dejarte.

—¡No quiero nada de ti, ni tu compañía, ni tu falsa preocupación, mucho menos tu lástima!

Intente calmarlo, pero todo era inútil, y cuando creí que me seguiría gritando, sus labios se separaron, pero lo único que salió de ellos fue un chillido agudo, al mismo tiempo que Ciel se agarraba el vientre, doblándose de dolor. A sus pies se formó un charco de agua y mi cuerpo se paralizo por segundos, antes de reaccionar y sujetarlo, impidiendo que cayera de rodillas. 

—Respira —balbuceé llevándolo hacía la entrada, sintiendo como sus uñas se clavaban en mi brazo conforme avanzábamos. 

—Duele...

—Lo sé, lo sé, vamos a ir al hospital.

—¡¡Ah~!!

Sentí sus dedos perforándome la piel del brazo mientras se inclinaba, haciéndose un ovillo en el suelo. Mi cuerpo estaba rígido, negándose a moverse libremente, y no podía pensar con claridad, por lo que termine cargándolo junto a la maleta que preparo hace meses y que se encontraba en la mesa de entrada. Y en cuanto nos subimos coche, maneje tan rápido como pude, pasándome varios altos.

De soslayo vi a Ciel retorciéndose de dolor mientras su frente se perlaba en sudor, comenzando a jadear en un intento por oxigenar sus pulmones. Mis manos temblaban afianzándose al volante cada vez más fuerte y en todo lo que podía pensar es en que teníamos que llegar rápido al hospital. Recuerdo que cuando iba a nacer Beast, Gregory simplemente hacia pequeñas muecas de dolor, sobándose su abultado vientre mientras ponía en práctica sus ejercicios de respiración, pero jamás lo vi así.

—Ya casi llegamos, aguanta un poco más.

—No tengo otra opción —jadeó afianzándose a la puerta del auto, arqueando su espalda en cuanto una nueva oleada de dolor le invadió, mucho más fuerte que la anterior—. No me dejes...

—No lo hare... voy a estar contigo en todo momento, te lo prometo.

Finalmente llegamos al hospital, ni bien estacione el auto, baje, tomando a Ciel entre mis brazos. Un grupo de enfermeras nos recibió con una camilla, comenzando a checar sus signos vitales, mientras le administraban algo. Y en menos de un minuto ya lo habían ingresado a la sala de parto.

—Usted es el padre, ¿cierto? —preguntó una enfermera rubia, a lo que asentí lentamente mientras me guiaba a un cuarto, dándome una bata, pantalones, gorro, cubre bocas y cubre zapatos de color azul—. Sera mejor que se ponga esto.

Le obedecí sin rechistar y a los pocos minutos estaba frente a una puerta de madera, la cual empujo dejándome pasar. En el centro de la habitación se encontraba Ciel, rodeado de varias enfermeras y un hombre, que supuse era el doctor, y por su expresión parecía molesto.

—No puedo ponerle una epidural, debido al alcohol que hay en su sistema —le dijo a Ciel, quien simplemente se agarró de la camilla, soltando un alarido que me erizo los bellitos del cuerpo.

—No puede darle algo para el dolor —cuestione con suavidad, tomando la manita de Ciel entre las mías.

—En su estado sería contraproducente —tajó con voz sería. 

No sé cuánto tiempo paso, pero Ciel cada vez se veía más pálido, comenzando a sudar copiosamente, mientras que todo lo que podía hacer era sujetar su mano, escuchando a lo lejos como el médico le decía que pujara. Siendo sinceros, creí que por su estado le harían una cesaría, pero según la enfermera que monitoreaba su ritmo cardiaco, no era necesario, alegando algo de infección, así que tres horas después de que ingresamos, finalmente escuche el llanto de nuestro hijo y el como la enfermera lo tomaba, checando que estuviera bien. Una vez limpio y envuelto en una mantita azul se acercó a mí con una sonrisa.

—¿Gusta tomarlo?

Tras asentir, trague saliva, intentando contener mis ansias mientras lo sujetaba en brazos con extremo cuidado. Era un varoncito perfecto, de piel pálida y cabello negro azulado, una mezcla perfecta entre Ciel y yo, por lo que no evite besar su frentesita, sintiendo como se removía levemente.

—Gracias —susurre viendo a Ciel.

Lucia extremadamente pálido y ojeroso, sin mencionar el cansancio que reflejaba su rostro, aun así era hermoso. 

—No agradezcas.

—Quiero hacerlo —me incline, depositando un pequeño beso en sus labios—. Te amo.

—No mientas...

—No lo hago, y lo sabes... tampoco podría, mucho menos ahora que me has dado un hijo precioso —junte mi frente con la suya—. Míralo...

—Así estoy bien —susurró, volteando el rostro para no ver al bebé.

—Ciel...

—Ahora estoy muy cansado —sus labios se curvaron en una diminuta sonrisa, mientras cerraba los ojos, durmiéndose inmediatamente.

No entendía cómo podía negarse a conocer a su propio hijo, ni como seguía manteniendo esa actitud y opinión tan fría y despreciativa, menospreciando a alguien inocente, un alguien que resulta ser su primogénito. Todo lo que podía hacer en ese momento era arrullar a nuestro hijo, deseando que pronto cambiara de opinión y lo aceptara, podía vivir sabiendo que me odiaba, pero era diferente cuando se trataba del pequeño que sostenía en brazos.

Y por muy extraño que parezca, una sensación de angustia se instaló en mi pecho haciéndome sentir ansioso cómo si algo malo estuviera a punto de suceder, aunque la deje pasar entregándole el bebé a las enfermeras, saliendo de allí para que pudieran preparar a Ciel y lo llevaran a una habitación.

En cuanto me senté en la sala de espera, tome el móvil marcándole a Claude, desgraciadamente eran las siete de la tarde y el horario de visitas para el área de maternidad estaba por terminar, así que él y Beast vendrían mañana a las diez para conocer a Lawrence, nombre que deseo ponerle en honor a mi padre.

Así que tras terminar la llamada, me recargue por completo en el respaldo de la silla, viendo fijamente el reloj de la pared y el cómo sus manecillas se movían cadenciosamente llegando a desesperarme. Justo estaba por levantarme, cuando un médico me llamó informándome que ya podía pasar a ver a Ciel y que lo más probable es que lo diera de alta pasado mañana, claro que primero me regaño por haberlo dejado tomar, por y lo irresponsable que era, afortunadamente nuestro bebé estaba completamente sano, y eso era lo único que me importaba.

•••

Desperté con un agudo dolor en la espalda, gracias a la mala posición en que me dormí, claro que parte de la culpa la tienen los incomodos sofás que ponen en las habitaciones de los pacientes. 

Sé que me dijeron que podría irme a casa, pero preferí esperar, por lo que me levante para estirarme un poco, viendo que son las cinco de la mañana. Bostece y camine hasta Ciel que ha estado durmiendo desde ayer, se veía tan tranquilo que no resistí la tentación de acercarme y darle un beso en los labios.

—Te amo aún si no me crees... y haré hasta lo imposible para que te quedes a mi lado, porque, qué sería de mi si no pudiera conquistarte. 

Con cariño le arrope, saliendo de allí, curiosamente mis pasos me llevaron hasta los cuneros, por lo que busque con la mirada a nuestro hijo, quien permanecía despierto, agitando sus manitas, ajeno a todo y tan pendiente a la vez del mundo que lo rodea. La verdad es que no importaba que sea mi segundo hijo, la emoción sigue siendo igual, incluso superior a la primera vez, por lo que cuando me di cuenta, ya eran las siete de la mañana y la enfermera entraba para alimentar a los bebés, quienes extrañamente se habían mantenido en silencio.

Sonreí, rogando internamente para que Lawrence sea así de tranquilo siempre, claro que eso sería pedir demasiado por lo que suspire resignado, empezando a despedirme de mis largas noches de sueño mientras caminaba de regreso al cuarto de Ciel aunque a pocos metros de entrar, una de las enfermeras salió a toda prisa, comenzando a voltear a todos lados con una expresión de fingida tranquilidad.

—Señor Michaelis —susurró con un tono de preocupación en su voz—. Su esposo se ha ido...

—¿Qué?

Sin pensarlo pase de ella, entrando a la habitación en donde un par de horas atrás, él dormía plácidamente. El cuarto estaba vacío y su maleta con ropa estaba sobre la cama a un lado de la bata de hospital que le dieron, pero no babia rastro de Ciel.

—El aún necesita reposo, es peligroso que ande afuera —la escuche murmurar—, ya he dado aviso a los guardias, pero ninguno le ha visto.

—¡¿Cómo es posible que se les pierda alguien aquí?! —brame saliendo de allí.

Me sentía desorientado, aun así llegue al estacionamiento, me subí al auto y comencé a manejar a su departamento sin saber qué más hacer, en cuanto llegue entre buscándolo por toda la casa, pero nada. Se había ido, incluso se llevó parte de su ropa, todo lo que dejo fue una nota sobre la cama, la cual tome con miedo por lo que diría... pero al abrirla solo había dos líneas escritas.

Te prometí que cuando naciera me iría de tu vida, así que es momento de marcharme.

Ciel P.

~ * o0O0o ♦ o0O0o *~

Continuará

Notas finales:

Si esto fuera un libro, diria que aquí acaba el primero xD pero como no es así, pues continuará, si es que no me matan primero, la verdad es que me gusta hacer sufrir a los personajes muajaja ¿alguien se esperaba esto? Espero que no 7u7 

Y yo les quiero ofrecer una disculpa por dos cosas, la primera es por hacerlos esperar tanto para las actualizaciones y la segunda es por no haber contestado sus rw, pero creanme que los leo y los amo, y sin ustedes esta historia nunca hubiera pasado de los tres capítulos, así que muchas gracias a las personas que comentan y tambien a aquellos que leen, aunque no comenten, 7u7 

Yo me despido y hare hasta lo imposible para que no tengan que esperar tanto por la actualización.

Ciel: Ya sabemos que tardaras un mes, así que callate.

Tu ni me hables, que estoy enojada contigo por que abandonaste a Sebby... En fin, yo me despido y les deseo un hermoso día.

Haruka Eastwood


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).