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Sexo casual por Haruka Eastwood

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Notas del capitulo:

Hola!!

Aunque no lo crean, sigo viva y muy contenta de saber que esta historia a tenido tanto apoyo nwn sinceramente desearia poder publicar más seguido, pero últimamente no tengo tiempo libre y como sabran, escribo desde la tablet. No sé si eso justifica mi retraso, pero no crean que me olvido de esta historia. 

¡Los adoro!

Y sin más, les dejo leer ♥

Título: Sexo casual

Resumen: Solo pretendían tener un poco de sexo rápido en el elevador, ninguno de ellos imaginó que protagonizaría el video porno más visto de las redes sociales…

Categoría: Kuroshitsuji

Clasificación: Mayores de 16 años

Género: Romántico. AU.

Advertencia: Lemon. Mpreg.

N° Capítulos: 15 de x

Por: Haruka Eastwood

 

~ • o0O0o ♦ o0O0o • ~

Sexo casual

Sebastián Michaelis Pov

Capítulo 15: Aún te amo

Todos tenemos secretos porque somos humanos, lo que significa ser mentirosos, ambiciosos y egoístas por naturaleza. Simplemente imperfectos. Nos creamos falsos ideales que nos mantienen en un mundo rosa, evadiendo la realidad porque es lo mejor, engañandonos hasta que todo estalla en nuestras manos y esta vez era igual.

Cuando dije que lo amaba no sé si fue egoísmo o mentira, lo que si sabia es que esas simples palabras actuaron como el placebo que tanto necesitaba porque Gregory sonrió, y me miró como aquel día en que nos casamos, antes de volver a caer en la inconsciencia.

Cerré los ojos y visualice el día que lo conocí. Acababa de cumplir catorce años, era alguien problemático que escapaba de casa para no tener que lidiar con Claude porque lo consideraba una molestia. Lo sigue siendo, pero en aquel entonces todo era diferente, pensé en quedarme con un amigo mientras caminaba sin rumbo fijo, entonces lo vi, estaba de pie frente a una tienda de mascotas, observando a los cachorros saltar para llamar su atención sin importarle la tormenta que caía sobre él. Su ropa estaba empapada, sin embargo, Gregory seguía inmerso en su mundo, uno complejo y extraño que aún ahora me cuesta trabajo entender.

—Es curioso —murmuró obligándome a detenerme a su lado—. Ellos hacen todo lo que está a su alcance para llamar la atención… buscan desesperadamente ser aceptados para obtener un hogar el cual creen que amaran. Y son tontos porque permanecerán en él sin importar nada.

—¿Qué…?

—Nos parecemos a ellos —continuó—. Buscamos un hogar al cual pertenecer y hasta que eso sucede, actuamos como cachorros en vidrieras.

Mi ceño se contrajo y lo mire como si estuviera loco, después metí las manos en mi chaqueta dispuesto a ignorarlo, pero había algo en él que me obligó a buscar su mirada. Aquellos ojos opacos, sin vida y carentes de toda emoción me contemplaron y entonces lo entendí todo.

—Estás huyendo —afirme.

—¿Y tú?

Por largos minutos no supe qué decir, dejando de lado la tormenta que me empapo y que mi cuerpo comenzaba a tiritar. Simplemente me concentré en Gregory y nuestra inusual charla en el momento y lugar menos apropiado. En aquel entonces, no hubo sentimiento alguno que me indicara que aquel extraño doncel pasaría a ser mi mundo entero, nos vimos infinidad de veces después de eso y las mariposas en el estómago jamás aparecieron, no hubo romance, ni emoción, tan solo charlas oscuras y retorcidas en donde utilizamos metáforas para hablar porque era lo mejor, y porque podíamos decir tantas cosas sin hablarlo directamente.

Tal vez el hecho de que tuviéramos pasados trágicos nos unió, no lo sé. Mi padre murió de cáncer… cáncer en el cerebro, era un tumor enorme e inoperable que le provocaba extraños cambios de humor, así que antes de descubrir lo que pasaba, le vi golpear a mi madre cientos de veces, insultarla y arrojarme cosas por defenderla.

Muchas veces, ella se quedaba en el suelo porque el dolor de la golpiza era tanto que no podía moverse, así que me sentaba a su lado y jugaba con su largo cabello negro, cantandole la cancion de cuna que compuso para mí, intentando no llorar por no poder hacer nada más, odiandome por ser un niño, mientras ella se disculpaba por ser mala madre, contando historia de lo dulce que era papá. Su frase favorita era “él no es así, tu padre es un hombre bueno, gentil y amoroso, por eso me enamore...”. La verdad es que muy dentro de mí, sabía que ella tenía razón y que papá no siempre fue así.

Y mientras yo lidiaba con eso, Claude permanecía en uno de los mejores internados de Rusia, para él nuestro padre fue un hombre ejemplar, cariñoso y atento, describiendolo como el mejor, y probablemente lo era antes del cáncer, desgraciada o afortunadamente él nunca conoció su faceta agresiva, jamás recibió un insulto o golpe, así que lloró y lloró cuando papá falleció, mientras yo lo observaba a la distancia comiendo la manzana que mamá pelaba para mí, ella estaba en shock, incluso dejó de hablar, pero todos pensaron que era normal, después de todo, su esposo había muerto, era normal porque cada persona enfrenta su duelo de diferente forma, aunque yo sabía que nada estaba bien, ella se culpaba por todo, por no haber hecho nada cuando la actitud de él cambió, por soportar su trato, por no poder detenerlo cuando me golpeaba e incluso por su muerte.

Horas antes de que mi padre muriera,  conocí al hombre que Claude nombraba con tanto afecto, llegó a casa con una enorme sonrisa y me entregó un obsequio por mi cumpleaños número ocho, incluso trajo pastel, pero después de las felicitaciones y de decirme que era un buen hijo, se desplomó. Murió camino al hospital…

La excusa de mi padre fue un tumor cerebral, pero el de Gregory era un maldito que le hizo cosas innombrables, cosas por las cuales fue encarcelado, desgraciadamente ese hombre se suicidó  antes de ser condenado. Maldito cobarde...

—Señor Michaelis, ¿se encuentra bien?

Al levantar el rostro, vi a una de las enfermeras observarme con preocupación, por lo que me levante, saliendo de allí sin contestarle. Me sentía abrumado con los recuerdos, hasta hace poco, Grégory era mi pasado, uno que pensaba olvidar, pero ahora volvía a mi como señal inequívoca de que debemos estar juntos, y tal vez sea lo correcto, no tanto por él, sino por mí… porque después de perder a Ciel creí que ya no me quedaba nada.

•••

Suspire y mire mi reloj de pulsera, eran nueve menos cinco, lo cual significaba que Claude iba a matarme por haber desaparecido dos días sin decirle nada. Pensé en llamarlo pero no había nada que quisiera decirle, por lo que preferí quedarme en el hospital con Gregory quien se encuentra muy débil, según los médicos, su cuerpo se deterioró en estos tres años, así que deberá asistir a rehabilitación, y lo más seguro es que tenga que usar una silla de ruedas por unos meses, hasta que pueda volver a caminar.

—¡Sebastian Michaelis!

En cuanto abrí la puerta, Claude se acerca a mí con una expresión que pretende ser atemorizante, dando grandes zancadas que resuenan por toda la sala. Su cabello es un desastre, su ropa está arrugada y con manchas de comida, sin mencionar que da la impresión de estar a punto de sufrir un colapso, sonrió y me pregunto si será por el cansancio o por la falta de comida.

—Vaya, dos días con mis hijos y pareces un vagabundo.

—No es momento para tus estúpidas bromas —gruñó mientras me tomaba de la camisa—. ¿Dónde mierda te habías metido?

—No creo que te importe —le retó con una sonrisa ladina que poco a poco se dibuja en mis labios, haciéndolo bufar.

—Me dejaste a tus hijos. ¡Claro que me importa!

—Solo fueron dos días.

—¿Acaso pensabas ser como ellos? ¡Largarte y olvidarte de tus hijos!

—¡Claro que no!

—¡¿Entonces?!

—Estaba en el hospital —brame molesto, y es que aún no logro adaptarme a la idea, era surrealista, como una fantasía que me niego a creer del todo, entonces contempló a Claude y sé que no fue un mal sueño—. Gregory despertó… él estará bien.

Su agarre perdió fuerza, y repentinamente su mirada se volvió comprensiva, impresa de lástima y pena, llevándome hasta la cocina en donde colocó un vaso de té frente a mí y otro de whisky. Sin pensarlo tome el segundo bebiendolo de un solo trago.

—Creí que él…

—Yo igual —murmure ausente—. Fui al hospital porque quería verlo una última vez antes de… de desconectarlo —deslice una mano por mi rostro, observando detenidamente a Claude, aún debía procesar toda esta información, por lo que suspire meditando en que lo mejor seria cambiar de tema—. Eres un asco, ve a bañarte.

Me reí sin ganas y él suspiró aliviado entendiendo que por el momento quería estar solo, de hecho, prácticamente corrió al baño de mi habitación dando un portazo, ambos sabíamos que el tema de Gregory es importante, pero que también después de todo lo que paso me costaba hablar, mejor dicho, me negaba a hablar de alguien que casi destruyó mi mundo. Rode la mirada y me serví otro trago caminando lentamente hasta el cuarto de Beast, todo a mi paso era un caos, aunque Claude intentó limpiar no lo culpo por el desastre, al menos no incendió el lugar.

Entonces el pensamiento de una nueva vida al lado de Gregory asaltó mi mente en cuanto arrope a Lawrence y Beast. Escenas familiares, comidas juntos, viajes, aniversarios y risas sin sentido me llenaban de un estúpido anhelo. Dentro de mi era consciente de que me estaba precipitando, me gustaba la idea, pero lo más probable es que Gregory se rehuse a volver, ya se marcho una vez, así que podría hacerlo de nuevo.

Entre negaciones por mi absurda idea,  ingrese a mi habitación, notando que Claude salía del baño con una toalla enredada en la cintura, suspire arrojándole lo primero que tomé del armario. Extrañamente se mantuvo en silencio, dándome tiempo para explicar todo lo que pasó. Nada era fácil, todo era confusión tras confusión, pero de cierta forma, me encontraba feliz.

—¿Qué piensas hacer, Michaelis?

—No lo sé —respondí sincero—. No me acostumbro a la idea de que haya vuelto… yo lo consideraba… lo consideraba...—me callé de golpe, no podía decirlo, aun me era difícil la idea de saber que realmente pude perderlo, pero en medio del silencio, su voz me sacó de mis turbios pensamientos.

—Entiendo.

—Él ahora está bien, está sedado por el momento… necesitará rehabilitación...

—Sebastián.

—Los médicos dijeron que es probable que use silla de ruedas unos meses…

—Sebastián —siseó molesto obligándome a verlo

—¿Qué?

—No deberías hacerte ilusiones, lo sabes.

—Lo sé —dije molesto—. Conozco a mi esposo y lo más probable es que desaparezca en cuanto logre ponerse de pie, tampoco lo voy a encadenar a mi para evitar que se vaya, mucho menos lo obligare a ver por la hija que abandonó.

—Y pese a todo seguirás cuidando de él.

—Hice un juramento —lentamente, camine hasta el mueble de noche, tomando la cajetilla de cigarros, me había prometido no volver a fumar, aunque esta vez no importará, así que tras darle una larga calada, cerré los ojos recordando el día de mi boda—. Prometo amarte en las buenas y en las malas, en la salud y enfermedad hasta que la muerte nos separe —susurre—, o hasta que pida el divorcio.

—Cualquiera que sea tu decisión, sabes que puedes contar conmigo, tan solo no desaparezcas sin decir nada.

—Vaya, vaya, eso es algo que no estoy seguro si puedo prometer.

••

Claude pareció aceptar la situación muy bien, y me ayudaba con los niños por la tarde al igual que Agni, quien primero se enfado por seguir cuidando de mi esposo a pesar de todo lo que me hizo, al final dijo que no tenía remedio y sin importar lo que me dijera, acabaría por hacer las cosas a mi modo, y no se equivocó.

Habían pasado quince días y yo seguía visitando a un callado Gregory que mantenía una mirada ausente, observando fijamente la ventana sin dignarse a dirigirme la palabra, pero de cierta forma lo entendía, no era nada fácil despertar y saber que has perdido tres años de tu vida, no solo eso, sino que necesitaría horas y horas de terapia para poder volver a ponerse de pie, y quizá pasen meses antes de que pueda volver a caminar.

—Me hubiera gustado traer orquídeas azules, pero solo tenían amarillas —le comente sentandome a su lado.

—¿Por qué? —susurró de repente, viéndome a los ojos con un sentimiento que no pude descifrar.

—Porque son tus favoritas —respondí con simpleza.

Lentamente negó con la cabeza y desconcertado, vi como silenciosas lágrimas salían de sus ojos para perderse en la almohada. Se veía tan indefenso y frágil, que no evite abrazarlo y consolarlo como cuando éramos jóvenes.

—Me fui —gimoteó entre sollozos—. Te abandoné con nuestra hija… no lo entiendo, no te entiendo. ¿Por qué estás aquí? ¿por qué no me dejas tal y como yo lo hice?

—Todos cometemos errores.

—No fue un error, Sebastián.

—Entonces explicame —taje con molestia, viéndolo a los ojos—. ¿Por qué te fuiste? ¡¿Por qué?!

—¡Porque tenía miedo!

—¡¿Miedo de qué?!

—¡De mí! —sollozó con más fuerza—. De lastimar a Beast… yo te había prometido que no volvería a consumir nada, pero no lo pude evitar, entonces Beast lloraba y le pegué… le pegué, Sebastián. Ella era una bebé y yo le hice daño. Sabía que estaba mal…

—Entonces te fuiste.

—Si te decía algo no lo entenderias.

—Y sigo sin entenderlo, Gregory —me levante masajeando el puente de mi nariz con cansancio—. Dejaste una maldita nota adhesiva. ¡Te largaste por años! Y cuando finalmente vuelvo a saber de ti, descubro que estas en un maldito hospital, me dijeron que tenías muerte cerebral y que lo más sensato era desconectarte. ¡Creí que estabas muerto!

En ese momento fui consciente de que estaba llorando al igual que Gregory. Y de un momento a otro, toda mi energía desapareció, obligandome a sentar con la cabeza gacha para controlar los malditos espasmos de mi cuerpo.

—Lo lamento…

—Una disculpa no compensa estos años perdidos, Gregory. Creí que te habías ido porque dejaste de amarme, porque te hartaste de nuestra vida y de Beast… pensé que huías de todo… hasta de mi.

—Estaba huyendo, pero no de ti… y yo nunca deje de amarte Sebastián, aún ahora te amo tanto como el día en que nos casamos —susurró—. Pensé muchas veces en volver y disculparme, pero no tenía caso porque sin importar lo que hiciera, no podía ofrecerte esa familia amorosa que tanto anhelabas. Eran errores tras errores y en algún momento, me convencí que había hecho lo correcto, deseando fervientemente que siguieras adelante, y si era necesario odiarme, entonces estaba bien.

—No puedo odiarte, ni cuando te fuiste ni ahora.

Entre nosotros se formó un silencio agradable que no me atrevía a romper. Gregory mantenía su vista fija en la ventana, pero sus ojos mostraban de nuevo aquel singular brillo que tanto me gustaba.

—Sebastián…

—Dime.

—¿Tengo una oportunidad de volver a estar contigo?

—No.

—Me esforzare… seremos una familia.

—Vaya, creí que te había dicho que no.

—No pienso aceptar un no como respuesta. Entonces… ¿podríamos intentarlo?

—No lo sé —sonreí por su terquedad mientras me acercaba a él y tomaba su rostro entre mis manos, robandole un inocente beso—, todo depende de tu reacción.

—¿Qué reacción?

Su ceño se contrajo mientras me observaba atentamente tomar mi cartera y sacar una foto que dude un segundo en mostrarle. Cuando la tomó, frunció más el ceño pasando su mirada de la foto a mi rostro y viceversa.

—Se llama Lawrence, tiene un año y es…

—Tu hijo —afirmó como si nada, devolviendome la foto—. ¿Y su madre?

—Creí que te molestarias.

—¿Molestarme? ¿Por qué? —soltó una risa juguetona—. De hecho, no me sorprendería si de repente aparecen más hijos tuyos —se encogió de hombros, restándole importancia—. Eres un promiscuo y pervertido de primera. Orgias, trios, infidelidades, exhibicionismo, voyeurismo y fetiches raros —enumeró.

—Vaya, creo que me estas confundiendo.

—No, para nada —sonrió levemente antes de colocar una mueca de seriedad—. Y aun no me has dicho que paso con su madre.

—Padre doncel —aclare—. Él se fue en cuanto nació, dejando una nota.

—Sebastián.

—Es en serio… ¿crees que el problema sea yo?

—No —ahora fue su turno de tomarme del rostro y besarme con suavidad—. Tu eres alguien maravilloso, y me encantaría que los cuatro fuéramos una familia.

•••

Las cosas nunca son fáciles. Retomar una relación como la nuestra fue todo un reto, aunque Beast quedó encantada con la idea de tener a su papi de nuevo y Lawrence se adaptó a él más rápido de lo que imagine. En cuanto a su recuperación, las terapias fueron difíciles, pero en tan solo cinco meses volvió a caminar.

Básicamente éramos esa familia que desde un principio deseamos, por lo que intente ignorar esa extraña sensación que me hacía pensar en él. Y antes de que nos diéramos cuenta, ya habían pasado tres años, tres años más en los que seguía sin saber dónde estaba. Suspiré y decidí acomodarme en la cama, notando que ya eran las once de la noche.

—Sebas… —levante el rostro, viendo atentamente a Gregory con una mueca de preocupación que logró alterarme—. Nunca lo hablamos, entonces no sé si te disguste la idea.

Instintivamente lo atraje en un abrazo, frotando suavemente su espalda.

—¿Qué pasa?

—Estoy embarazado.

Mi mente repitió esas dos palabras una infinidad de veces y cuando logre asimilarlo, lo abrace con más fuerza y llene de pequeños besos su rostro, sintiéndome absurdamente feliz, aunque una parte de mí se preguntaba ¿cómo sería todo si Ciel jamás se hubiera ido? No sé, tal vez quien estaría entre mis brazos en este momento sería él. Pensarlo me hacía sentir un maldito, seguía con Gregory a quien me forzaba a amar, mientras pensaba en alguien más.

Hace muchos años lo ame más que a mi vida, pero cuando Ciel llegó, todo cambió y me hizo darme cuenta que aquel sentimiento por Gregory era solo aprecio. Y pese a todo, sigo con él por comodidad, porque ya me acostumbre a su presencia y porque en este momento no podría dejarlo, mucho menos ahora que seremos padres.

•••

—¿Saldrás de viaje?

—Solo serán dos días, princesa.

Con los dedos retire el cabello de su frente dándole un beso. Actualmente Beast estaba por cumplir los ocho, y por alguna razón, cada vez se me asemejaba más a mi madre, sonreí con nostalgia tomando en brazos a Lawrence que se aferró a mi pierna y que curiosamente era la viva imagen de Ciel.

—¿Puedo ir con papá? —cuestionó mirándome con sus hermosos ojos azules.

—No, cielo. Papá tiene que trabajar, pero cuando regrese te prometo que iremos al acuario, ¿te parece?

Asintió suavemente provocando una sonrisa ladina en mí, no solo se parecía a Ciel físicamente, sino también en carácter, dándome cuenta de que era sumamente orgulloso y un tanto terco, aunque también debo admitir que es sumamente inteligente y muy lindo cuando se lo propone.

—¿No te despediras de mi?

—Claro que sí —gire sobre mi propio eje viendo a Gregory, lucía tierno con su vientre de cinco meses, y el toque cómico venía al observar su ropa manchada de pintura, debido a que acababa de terminar un lienzo precioso. Y sin esperarlo, sonrió y depositó un beso en mis labios—. Te prometo que intentaré regresar cuanto antes.

Acaricie su vientre y me marché. Entre nosotros ya no había palabras dulces, miradas cómplices, ni demostraciones de amor más allá de besos inocentes y abrazos superficiales. Tal vez ambos nos hemos dado cuenta que nuestro matrimonio se acabó desde hace un tiempo, pero hasta ahora seguimos siendo incapaces de decirlo abiertamente.

Nos hemos acoplado a la perfección en estos años, fingiendo que somos una amorosa pareja, y es que queremos creer que estamos en una burbuja rosa. De cierta forma es bueno, cómodo y conformista, porque seguiremos así hasta que uno se decida a romper el encanto, trayéndonos de vuelta a la realidad, aunque no creo que pase pronto y cuando suceda será demasiado tarde.

•••

Suspire con cansancio subiéndome al auto. No tenía ganas de conducir de regreso a casa, incluso sopese la idea de quedarme en el hotel otra noche, sin embargo ya le había prometido a Beast que hoy regresaría, por lo que comencé a manejar, dándome ánimo con la idea de que solo serian tres horas de viaje. A medio camino baje un poco la velocidad, eran como las siete y desde esta carretera, el atardecer se veía precioso.

Lo que nunca espere ver, era a Ciel deteniéndose en una gasolinera en medio de la nada, la cual se encontraba a unos quince metros, y con la elegancia que tanto lo caracterizaba, bajó de la moto acomodando su cabello mientras era bañado por los últimos rayos del sol. Mi cuerpo se paralizó y tuve que parpadear varias veces para asegurarme que no era otra maldita ilusión, esta vez era verdad, él estaba ahí.

Con una sensación entre molestia y alegría, salí del camino estacionando el auto. Habían pasado cuatro años desde la última vez que lo vi y tenía que admitir que lucía mucho más hermoso ahora. Y en cuestión de segundos, ya me encontraba a su lado conteniendo la respiración y el grito de reprimenda, por lo que lo tome del brazo, obligándolo a verme. Necesitaba respuestas… y lo necesitaba a él. Tristemente, ahora era como un perro sin dueño, el cual fingía tranquilidad hasta volver a ver a su amo, entonces todo mi mundo giraba entorno a él, moviendo la cola con alegría por su regreso.

—¿Qué mierda te pasa? —bramó rompiendo el encanto, pero en cuanto vio que era yo, su rostro palideció—. Sebastián.

—Desapareciste cuatro putos años.

—Tsk. ¿Y? Ese era el trato, o es que lo olvidaste?

—Nunca me dijiste que lo harías, ni siquiera te dignaste a ver a tu hijo.

—Yo no quería a ese niño, tampoco me interesaba verlo. Tu lo sabias, entonces ¿cuál es tu maldito problema?

Sentía la mandíbula tensa, era y seguirá siendo toda una odisea poder hablar con él sin evasivas y sin sus malditos comentarios ácidos. Suspire intentando tranquilizarme, era seguro que si me enojaba no conseguiría que hablara.

—¿Por qué te fuiste? —Volví a insistir, empleando esta vez un tono que bien se puede interpretar como lastimero.  

En ese instante, su expresión altanera se desdibujo de su lindo rostro, alzó una ceja mientras me observaba de arriba a abajo, como si quisiera evaluarme. No entendía nada, mi ceño se contrajo y cuando estaba a nada de decirle algo, estalló a carcajadas, era una risa burlesca e irritante, que me hizo mirarlo con molestia.

—No creí que fueras tan malditamente patético —jadeó intentando oxigenar sus pulmones—. Esto debe ser una maldita broma —volvió a reír estruendosamente.

Cualquiera que lo viera pensaría que estaba feliz, que yo le había dicho el mejor chiste del siglo y estarían en lo correcto al sonreir y creer que comparten su alegría tan contagiosa, sin embargo. No reia porque fuera feliz, no, nada de eso. Ciel se estaba burlando de algo, o de mí, de un momento a otro pase a ser su maldito bufón.

—No veo la gracia en ninguna parte, Phantomhive.

—¡Claro que la tiene! —chilló divertido—. Es patético y al mismo tiempo me da nauseas saber que te enamoraste de mi —fingió sentir pena, entonces sus ojos se enfocaron en los mios, estremeciendome de una manera enfermiza—. ¿Acaso todos estos años estuviste esperando mi regreso?

Sus palabras hirientes estaban surtiendo efecto, frente a él me sentí impotente, molesto y decepcionado. Me trague mi molestia dispuesto a irme, él volvió a reir, solo que esta vez con más discreción. No había dado ni dos pasos cuando me sujetó del brazo para que lo mirara.

—¿Qué pretendes ahora, Phantomhive?

—Estas huyendo como un perro, Sebastián.

—Al igual que tu lo hiciste hace cuatro años —me solté de su agarre, viéndolo de frente—. Solo contestame una cosa… ¿alguna vez me quisiste?

—¿Quererte? —sonrió prepotente, levantando una ceja en un gesto altivo que tanto lo ha caracterizado—. No te equivoques Sebastián. Jamás, te quise y jamás te querré —se dió la vuelta subiendo a la moto—. Tu lo dijiste, fue solo un momento.

Se colocó el casco y se fue haciendo un gesto de despedida con la mano. Lo único que pude hacer fue contemplarlo hasta que lo perdí de vista, y pese a no verlo, mi vista se mantuvo en la carretera por una eternidad, como si no creyera lo que acababa de pasar. Cuando regrese a la realidad, el viento sopló y sentí mis mejillas húmedas y heladas, molesto conmigo mismo me limpie el rostro con la mano dirigiéndome al auto.

—No vales la pena, Phantomhive…

En ese instante, el tiempo se detuvo y lo vi todo en cámara lenta. Las llantas de aquel auto emitieron un sonido escalofriante, la luz me cegó y repentinamente todo se volvió negro.

~ • o0O0o ♦ o0O0o • ~

Continuará

Notas finales:

Finalmente aparecio Ciel, ¿a qué creen que se deba su actitud?

¿Qué pasara con Gregory y Sebas? Todo esto y más hasta el 2017 (? Un poco antes si comentan 7u7 

Los invito a leer esta historia en Wattpad, esta con el mismo nombre y bajo el seudonimo de HarukaEastwood nwn

Muchas gracias por leer, cualquier duda favor de dejarla en un rw, que ahorita voy a estar contestando, incluido los atrasados, en verdad los leo y los amo, mil millones de gracias por tomarse su tiempo en hacer feliz a esta pobre escritora ^w^. Por el momento me despido y les deseo un lindo día.

Haruka Eastwood


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