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1 palabra, 1 drabble por Dashi Schwarzung

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Notas del capitulo:

La verdad es que tengo un escrito qué terminar, pero no podía dejar pasar ésta fecha sin escribir algo para ustedes.

Tal vez no sea una trama tan bien elaborada, así que espero que les guste éste drabble, el cual hice con todo cariño para ustedes, mis queridos lectores.

 

Les deseo una feliz Navidad, acompañada de sus familiares o amigos! :)

 

Advertencias:
-Crossdressing

 

 

..::Happy Christmas!::..

.:.

.

 

 

Caminaba tranquilo; trataba de pensar en algo positivo, pues las calles estaban congestionadas de personas, debido a la fecha: 24 de diciembre por la tarde, era obvio que muchos individuos habían decidido comprar los regalos a última hora, o, como él, yendo al último minuto a comprar las cosas para la cena.

 

No era nada del otro mundo, todos los años era la misma historia en las calles.

 

Mientras sus pies avanzaban por la calle y su cuerpo esquivaba a las personas, se preguntó qué era lo que Daiki le daría de regalo de Navidad.

Aquella costumbre de regalarse algo en esas fechas había nacido apenas hace un año, cuando comenzaron con una relación formal a los ojos de todos.

 

Kagami no había aguantado sus ganas y había dado, el día anterior, su regalo a Daiki, el cual consistía en un par de zapatos deportivos Nike Jordan de Edición Limitada, los cuales, su padre le hizo favor de conseguir en Estados Unidos, ya que a él le era más fácil obtenerlos en ese país.

El pelirrojo no debía ni siquiera mencionar cómo su novio saltó y gritó por todas partes, eufórico y feliz por su regalo.

 

Taiga tenía claro que debía esperar hasta Navidad para entregar su regalo, pero, después de todo, el mundo no terminó por un regalo adelantado a esa persona que él amaba.

 

Nuevamente se preguntó qué sería lo que Daiki le obsequiaría en Nochebuena; recordaba cómo éste le había mencionado que tenía un trabajo de medio tiempo para poder pagar un buen obsequio, pero Taiga, por más que le preguntó en qué estaría laborando, el moreno siempre se las ingeniaba para cambiar de tema y no decir nada al respecto.

 

 

Dejó a un lado sus recuerdos y entró a una gran plaza comercial, donde encontraría todo lo necesario para pasar una buena Navidad al lado de su novio.

Estuvo deambulando y comprando en varias tiendas, hasta que algo acaparó su atención, y es que muchos niños estaban entusiasmados porque sus papás pagaran por tomarse la típica foto con Santa Claus.

 

Con curiosidad se acercó hacia el grupo de personas que yacía en el lugar, y cuando sus ojos enfocaron a Santa Claus, trató de contener la carcajada que estaba por salir de sus labios.

¿Cuándo se había visto un Santa Claus de color? Pero eso no era todo, sino que a ese Santa le hacía falta bastante peso.

 

Así es… el gran as del equipo de Tōō, aquel chico tan intimidante, quien era su novio estaba trabajando en esa Plaza Comercial.

Eso era digno de grabar o al menos de tomar una foto, pero decidió hacer algo mucho mejor:

Sacó su billetera, pagó para ir y encarar a Santa, sin importarle en lo más mínimo que los presentes lo miraran raro, por ser algo dedicado a los niños.

 

Pudo notar la mirada de sorpresa de Daiki, a través de la tonta peluca y barba falsa que portaba.

 

No tenía que reír, o de lo contrario su plan no funcionaría.

 

—Hola Santa… — Saludó, siendo osado y sentándose sobre una de las piernas del otro chico, tal y como debían hacerlo los niños.

—Uhhh… Supongo que quieres pedirle un regalo a Santa. ¿No es así? — Aomine trató de permanecer en su personaje; debía agradecer el hecho de que su indumentaria no le dejara ver a su novio que estaba completamente sonrojado.

¡Joder! Aquello era tan embarazoso para él… esa fue la peor manera de hacerle saber a Taiga que trabajaba para comprarle un regalo.

—Oh, sí… por supuesto que quiero un regalo. —Mencionó, girando sus ojos escarlata y fijándolos en la mirada de su novio. De inmediato acercándose al oído de Daiki para susurrarle. —Quiero que mi novio me haga suyo…

 

De inmediato, Daiki simuló toser, sin saber si alguien más había escuchado esa petición tan osada.

Sin siquiera esperar a que sacaran la típica foto, Kagami se levantó, se percató de que su novio lo mirara fijamente, y cuando Daiki posó su vista en él, dijo sus últimas palabras antes de irse:

—Oh, y lleva ese traje…— Habló, para luego morderse el labio y guiñarle el ojo de forma juguetona

 

La mirada de sorpresa del Santa de piel morena no podía ser ocultada.
Cuando Taiga se retiró, pensó mejor las cosas y una sonrisa se dibujó en sus labios; si eso era lo que su novio quería de regalo, entonces Daiki le daría la mejor noche de su vida.

 

 

..::..

.:.

.

 

 

Eran las 9 de la noche cuando Aomine llegó al departamento de su novio; tal y como el pelirrojo lo había pedido, portaba el traje de Santa, pero claro, se había quitado la peluca y la estorbosa barba que lo hacían ver menos sexy, pero sí llevaba el típico sombrero rojo.

 

Entró sin tocar la puerta, como ya empezaba a ser costumbre, pero sintió una pequeña confusión al notar que Taiga no se encontraba a la vista, ni siquiera en la cocina.

 

Con curiosidad, fue hacia la alcoba del pelirrojo, donde, muy seguramente, podría encontrarlo.

Abrió la puerta, y lo que sus ojos vieron lo dejaron fascinado:

—Vaya, estaba esperando el regalo de Santa… qué bueno que llegó a tiempo. — Mencionó en tono seductor el pelirrojo, estando recostado sobre la cama.

 

Pero no fue ese tono, ni mucho menos las palabras del pelirrojo las que dejaron a Aomine impresionado, fue ese traje de duende que portaba Kagami:

Un traje rojo y verde que terminaba en falda, la cual llegaba hasta media pierna, además de que estaba usando unas mallas de líneas blancas con rojas y por último un sombrero en verde y rojo, acorde al traje.

¡Demonios! Su novio se veía completamente irresistible.

 

—Hey, pequeño duende… ¿Qué te parece si me ayudas con algo? — Dijo en doble sentido y señalando hacia su entrepierna, mirando cómo el pelirrojo se levantaba de la cama y caminaba lentamente hacia él.

—Claro que sí, Santa… estoy a su servicio.

—Me encanta escuchar eso. — Confesó, observando el modo en el que su novio sonreía y se ponía en cuclillas.

 

Después de todo, los regalos no importaban, y la deliciosa cena que había preparado Taiga podía esperar… lo que más deseaban en ese momento era pasar una Navidad juntos, entregándose el uno al otro en la manera en la que a ellos más les gustaba.

 

 


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