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Sexo casual por Haruka Eastwood

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Notas del capitulo:

Hola!! Lo prometido es deuda y chan chan aquí estoy nwn.

 

Anteriormente dije que este fic ya estaba por terminar y pese a que en "n° de capitulos" dice 22 puedo equivocarme, ya tengo pensado el final desde hace 16 capys pero a la hora de escribir es otro rollo (? En fin, solo espero que os siga gustando. 

Título: Sexo casual

Resumen: Solo pretendían tener un poco de sexo rápido en el elevador, ninguno de ellos imaginó que protagonizaría el video porno más visto de las redes sociales…

Categoría: Kuroshitsuji

Clasificación: Mayores de 16 años

Género: Romántico. AU.

Advertencia: Lemon. Mpreg.

N° Capítulos: 19 de 22

Autor: Haruka Eastwood

 

~ • o0O0o ♦ o0O0o • ~

Sexo casual

Sebastián Michaelis Pov

Capítulo 19: Amargo amor

Gregory. Él fue mi mundo, mi vida y mi todo, durante años no existió nadie más importante que él, me deje llevar por sus malos consejos y decisiones en más de una ocasión con tal de no perderlo, aun así "éramos felices". Actualmente sus brazos rodeaban mi cuello y sus labios se presionaban sobre los míos en un beso superficial, frío y sin emociones, al menos para mi. Carece de calidez o puede que yo sea incapaz de percibir algo más de él, también carece de sentimiento... de todo, entonces me pregunto si lo hace por compromiso, porque realmente quiere y me ama o era yo quien dejó de sentir agradable su tacto.

—Me alegra que ya estes mejor.

Sentí como se aferraba más a mí, frotando su mejilla contra la mía de manera mimosa mientras yo veía a la nada sintiendo ajenas sus caricias, su tacto y a él, aun así lo abracé con fuerza, lo abracé con cuidado y con nostalgia. Lo abracé como si fuera la última vez porque tal vez así sea. Lo quería tanto, era parte de mi vida pero no podía seguir engañándome y engañándolo con la promesa de un futuro idílico en donde ambos éramos los felices protagonistas, al mismo tiempo era incapaz de dejarlo.

—Gregory...

—Estuve muy preocupado, realmente me asuste... 

Al separarse de mí vi sus bellos ojos cristalizados, trague saliva y me sentí un maldito bastardo, uno que finge amor sincero cuando no es así, por lo que acune su mejilla con cuidado, me acerque a su rostro y lo bese. Era un beso lento, pasional e inocente, tanto como el primero que compartimos, y al igual que aquella vez, tembló entre mis brazos, pero finalmente entendí que él no era el amor de mi vida y nunca lo sería. Yo jamás creí en esas estupideces de almas gemelas, pero cuando conocí a Ciel todo cambió, él logró revolucionar mi mundo en segundos, dándole un nuevo significado a todo.

—Perdón... —susurré en cuanto nos separamos, juntando mi frente con la suya.

No me disculpaba por preocuparlo, de hecho no me disculpaba por nada de lo que pensaba. Me disculpaba por engañarlo, por seguir aquí con él, interpretando el papel de esposo amoroso mientras lo rodeo con mis brazos, preguntándome si mi tacto es hipócrita al desear que fuera Ciel quien estuviera en su lugar para poder besarlo, y decirle que ahora todo estaba bien y que yo lo amaba.

Tres días atrás, dos varones nos rescatarón trayendonos al hospital. Eran el hermano de Ciel y un amigo, o al menos así se presentaron, dijeron que estuvimos casi dos días secuestrados, aunque solo recuerdo la charla con Ciel, lo demás es confuso. Despertaba por momentos y volvía a caer en la inconsciencia, después de eso estaba en el hospital, dormí casi tres días, incluso me habían operado. En cuanto abrí los ojos, el médico que me revisaba dijo que tuve suerte pero todo lo que pude hacer fue preguntar por Ciel, así que cuando esbozó una sonrisa volví a respirar, escuchando gustoso que estaba bien y mejor que yo.

—Sebastián, ¿te encuentras bien?

—Si.

—Umm ¿seguro? —asentí y él sonrió no muy convencido viendo su reloj de pulsera—. Claude dijo que traería a los niños, Beast no ha dejado de preguntar por ti —soltó un suspiro cansado mientras se sobaba su abultado vientre.

—¿Qué le dijiste?

—Ella estaba conmigo cuando me llamaron tres días atrás diciendo que habías tenido un accidente en auto. Al principio no me preocupo tu ausencia —bajó la cabeza con culpa—. Siempre tenías la terrible costumbre de desaparecer por un par de días, sin llamar ni dejar un mensaje, así que pensé que esta vez era igual, te había notado estresado y más serio que de costumbre. Quise darte tu espacio...

—¿Accidente de auto? —cuestione confuso mientras lo observaba seriamente.

—Si —sonrió acariciando mi mejilla en un gesto compasivo que me molesto—. El doctor dijo que tal vez tendrías amnesia temporal pero que no debía preocuparme.

—No tengo amnesia.

En ese momento la puerta de mi habitación se abrió dejándome ver a una tímida Beast junto a Claude que cargaba y le hacía mimos a Lawrence. Abrí mis brazos y mi pequeña corrió hacía mí, deteniéndose junto a la cama para abrazarme con mucho cuidado lo cual agradecí —ya que aún me dolía un poco el cuerpo pero es normal si tengo cuatro costillas rotas que tardarán en soldar—, sus ojos se cristalizaron comenzando a sollozar quedito, entonces sonreí para calmarla, acariciando su cabeza como cuando tenía tres años y no podía dormir

—Papi, te extrañe mucho, no quiero que te mueres.

—Yo también te extrañe, princesa, y papi no morirá hasta que seas viejita.

—Cuando sea viejita tampoco quiero que te mueras.

—Vaya, vaya, entonces te prometo que de ahora en adelante me cuidaré más.

—Michaelis, ¿cómo te encuentras?

Rode la mirada y me contuve de decir algo inapropiado, solo esboce una sonrisa ladina, diciéndole sin palabras “jodete” porque era más que obvio mi estado.

—Estaré mejor cuando me des a mi niño.

Chasqueó la lengua y me colocó a un sonriente Lawrence sobre las piernas, entonces lo abracé con mucho mimo teniendo cuidado de no aplastarlo. Al tenerlo así, no podía dejar de pensar en Ciel y en todo lo que hablamos mientras estábamos en ese lugar, sobre todo su expresión al decirme que si podía conocer a su bebé, sus ojos mostraron un brillo de añoranza único y cautivante que me fascino, aunque fui yo el que terminó por eliminarlo de su mirada con mi negativa.

Estaba tan concentrado que no preste atención a nada más, hasta que Claude le indico a Beast que me soltara, ofreciéndole ir a la cafetería para que ella y Gregory comieran algo, quiso negarse y le indique con una mirada que no había problema, por lo que sonrió siguiendo a su papi, pero cuando Claude se dispuso a tomar a Lawrence, se lo impedi alegando que estaba dormido y no daría problemas por al menos una hora.

Me miró con duda, aceptando de mala gana mientras decía que en cuarenta minutos o menos, regresarán. No habían pasado ni cinco cuando la puerta se volvió a abrir, pero quien apareció no fue él, sino Ciel en una silla de ruedas que era empujada por el médico que me atendió hace unas horas. Sonrió cómplice y lo dejó junto a la cama mientras me guiñaba un ojo, alegando que en diez minutos vendría por él.

Desconcertado, mis ojos se abrieron completamente y con una expresión de genuina sorpresa lo observe por varios segundos alternando mi vista entre Ciel y aquel médico sonriente, que se despidió con un ademan de manos saliendo de ahí en silencio mirándonos pícaramente, como si fuera cómplice de dos amantes que se ven a escondidas, y tal vez así sea. Entonces me concentré únicamente en Ciel y su semblante sereno que me relajo. Lo vi con mucho cariño mientras lo analizaba detenidamente con la mirada.

—Le dije que no era necesario que me trajera en silla de ruedas, puedo caminar —con cuidado, se levantó sentándose en el borde de la cama, lucía un poco más delgado y tenía una férula en el brazo, aun así sonrió mientras me observaba atento, apretando los labios y conteniendo un sollozo de felicidad—, es… ¿puedo?

—Claro.

Acaricie los azulados cabellos de Lawrence para que despertara, cuando levantó su cabecita de mi pecho viéndome a los ojos, sonrió y se volvió a acurrucar mirando a Ciel con una extraña fascinación, ni siquiera preguntó por Gregory, Claude o Beast, en ese momento parecía que solo existía Ciel, entonces se separó de mí y gateó lentamente hasta llegar a su lado y con mucho cuidado, limpió la pequeña lágrima que comenzaba a formarse en sus ojos con un beso que no solo me sorprendio a mi.

—No llores —le pidió bajito y con mimo.

Inevitablemente esboce una sonrisa al ver la expresión de Ciel mientras permitía que Lawrence se acomodará sobre su regazo, quedando a horcajadas. Entonces lo apretó contra su cuerpo como si fuera la última vez y le llenó de besos el rostro y la cabecita intentando no sollozar de alegría, provocando una encantadora risa en nuestro pequeño que, curiosamente se dejaba hacer, correspondiendo los mimos con sonrisas.

A pesar de su corta edad, Lawrence siempre ha sido un niño muy serio y reservado, tan similar a Ciel, cuyo carácter es difícil, por no decir imposible de manejar. Había ocasiones en que se asemejaba a un gatito arisco y malhumorado, capaz de arañarte o gruñir si lo tocas. Detesta o detestaba que los extraños lo abracen o mimen, sin embargo con Ciel fue él quien terminó por acercarse.

—Mi niño… eres precioso —susurró Ciel con la voz entrecortada, mientras juntaba su frente con la de él, logrando un enorme sonrojo que obligó a Lawrence a esconder su rostro en el pecho de su papi— y sumamente lindo.

—No soy precioso —reclamó entre pucheros—, solo los donceles son preciosos y lindos. Tu eres precioso…

—Gracias amor, y tu eres muy guapo.

Esta vez su sonrojo fue más grande y estuve tentado a reír, sintiendo un nudo en la garganta por verlos abrazados como si nunca se hubiesen separado. Olvide todas aquellas palabras despectivas que alguna vez Ciel me gritó con respecto a su embarazo, y es que bastaba con ver su rostro en este momento para saber que amaba profundamente a Lawrence y haría cualquier cosa por él. Estuve tentado a hablar, pero temía matar la bonita escena entre ellos, deseando internamente detener el tiempo e inmortalizar el momento, o mínimo tener una cámara de video.

—¿Cómo te llamas?

—Ciel… mi nombre es Ciel, y tu eres Lawrence, ¿cierto?

—Si —sonrió orgulloso—. A mi me gusta el nombre de Ciel, papá siempre lo dice cuando duerme y parece feliz. ¿Tu eres amigo de papá?

—Si, soy amigo de papá, me dijo que tenía un hijo muy guapo pero nunca imaginé que lo vería aquí con él —su tono era de burla, esbozando una sonrisa macabra viendome de soslayo, instintivamente desvié el rostro, sabía que cuando tuviera la oportunidad se reiria mientras pregunta si realmente sueño con él—. Oh, también lo conozco desde hace muchos años, cuando aún era joven —ambos compartieron una risa tan similar que era imposible molestarme con Ciel por insinuar que era viejo.

Y entre risas, sus ojos contemplaron los zafiros de su papi por un largo rato, como si deseara grabarse cada detalle de su rostro en la memoria, hasta que sonrió volviéndolo a abrazar entre bostezos, acurrucandose nuevamente en su pecho con la clara intención de dormir. Lucía tan relajado y tranquilo entre sus brazos que me provocó ternura, mientras recordaba el día en que se conocieron Lawrence y Gregory. Me gustaría decir que fue simple pero cuando puse a mi nene entre los brazos de mi “aun” esposo, tuve que tomarlo casi de inmediato ya que comenzó a llorar desconsolado, y así fue por mucho tiempo. En aquel entonces creí que era normal porque cada que Lawrence conocía a un extraño lloraba, actualmente solo los mira con desconfianza e intenta alejarse a toda costa de ellos.

Pero con Ciel todo fue diferente y me pregunte si fue instintivo, como si Lawrence supiera que ese precioso doncel era su padre y que estaría a salvo entre sus brazos, ya que se volvió a quedar profundamente dormido, aferrándose al suéter del pijama de Ciel, mientras él acariciaba sus cabellos y cantaba suavemente una canción de cuna. Su voz era delicada, dulce y en extremo mimosa, buscando tranquilidad para nuestro nene, creando un ambiente ameno y amoroso en esta fría habitación de hospital, mientras se balanceaba imperceptiblemente arrullando a Lawrence.

Con la mirada fija en ellos, me acerque acunando la pálida mejilla del doncel que me enamoro como idiota —el único— y sin pensarlo, lo bese lentamente, con mucho mimo, dulzura y muy suavecito, casi con miedo. Su cuerpo entero se paralizó y al mover mis labios sobre los suyos tembló visiblemente, jadeó en sorpresa y se estremeció permitiendome adentrar mi lengua en su dulce boquita, deleitándome de su inconfundible sabor a cereza.

—Te amo.

—S-Sebastián —jadeó sin separarse de mí, iniciando un nuevo beso mucho más pasional que el primero, capaz de dejar mi mente en blanco.

—Te agradecería que no utilizaras a mi niño para conseguir un polvo con una zorra ofrecida, Sebastián. Al menos ten respeto por él y por mi —la voz molesta de Gregory me trajo a la realidad separandome de Ciel de inmediato—. Creí que necesitabas descansar y pensé en llevarme a Lawrence, pero veo que solo quieres follar.

—Gregory.

—Dame a mi hijo —espetó con molestia, fulminando a Ciel con la mirada.

—Gregory Violet, ¿cierto?

—Vaya, creo que eres la primera puta de Sebastián que conoce el nombre de su esposo —dio dos pasos en mi dirección—. Hazme el favor de darme a mi hijo y largarte.

—Gregory, basta.

Su expresión de molestia rápidamente se convirtió en una de asombro e incredulidad mientras sus brazos caían laxos a los costados de su cuerpo, mirándome como si hubiera cometido la mayor traición de todos los tiempos, y tal vez desde su perspectiva así sea. Él no conoce a Ciel, ni siquiera por foto, solo sabe que la “madre” biológica de Lawrence es un doncel del cual nunca le quise hablar, pero que me dejó en cuanto él nació. Entonces, de repente entra y me ve besandome con alguien más a quien sin pensarlo, defiendo.

—Me gustaría decir que es un gusto conocerte —ironizó Ciel, dándome a Lawrence con mucho cuidado para que no despertará—. Mi nombre es Ciel Phantomhive, y soy la madre biológica de Lawrence.

—No tienes derecho de venir y decir que eres su madre, tú no eres nada de él —espetó saliendo de su asombro—. Tu los dejaste, así que no vengas a querer inmiscuirte en mi familia, mucho menos intentar recuperar algo que no te pertenece.

—En ese aspecto nos parecemos.

—Es diferente.

—Tal vez —susurró Ciel, levantándose con tranquilidad—, ambos nos fuimos, los motivos pueden variar, de egoístas a insignificantes enmascarados con secretos, ¿o me equivoco… Gregory?

En ese momento se retaron con la mirada, hasta que Gregory evadió la de Ciel apretando los puños con frustración o puede que impotencia. No entendí nada, ni podía preguntarle, tampoco fui capaz de escuchar lo último que se dijeron entre susurros, pero fue suficiente para terminar una discusión que parecía no tener fin.

—Así que es él —murmuró entre lágrimas, en cuanto Ciel salió cerrando la puerta tras de sí—. Él se fue, te dejo… yo estuve aquí para ti, dando todo de mi para que nuestro matrimonio funcionara pero de un momento a otro aparece él y quiere robarte… quiere quitarme a mi hijo, no puede hacer eso.

—Gregory… él no quiere quitarte a Lawrence, pero tiene derecho de verlo y estar con él, Ciel es su “madre biológica”, tu no —se acercó a mí apretando los labios y pensé que me daría una bofetada, me lo merezco sin embargo se sentó en la cama abrazándome con fuerza.

—¡Pero yo lo he cuidado todos estos años, lo he consentido, educado, mimado! Por favor… Sebastián. ¡Él no lo quiere! Si lo quisiera nunca se hubiera ido.

—Tu también te fuiste —espete con amargura—, y sus motivos son más válidos.

—Por favor no me hagas esto… creí que me amabas, que querías que fuéramos una familia. Sé que tenemos problemas…

—Somos una familia, tu siempre seras mi familia… pero lo nuestro… nuestro matrimonio...

—Yo te amo —balbuceó entre sollozos y me sentí la peor persona del mundo por hacerle esto a él, a la persona que jure amar y cuidar hasta que la muerte nos separe—. No me dejes, Sebastián… por favor —colocó mi mano sobre su vientre, estaba temblando y sus mejillas se encontraban sonrojadas y completamente húmedas mientras me miraba a los ojos, y lo único que note fue soledad, miedo y un dolor abrumador, casi asfixiante, tan similar al que vi cuando nos conocimos—, no nos dejes...

—No lo haré —susurre con pesar y en completa rendición mientras lo abrazaba. No mentía, no podía hacerlo, no podía dejarlo a pesar de que ya no lo amaba—, no te dejaré… Greg...

 

~ • o0O0o ♦ o0O0o • ~

Continuará

Notas finales:

Gracias por leer ♥♥

Se agraden comentarios y ¿que piensan de Gregory? ¿qué creen que haga Sebas? Y aquí os dejo ¡un adelanto!

Capítulo 20: Besos hipócritas

—Nunca creí que fueras capaz de algo tan bajo, Phantomhive.

—¿Confias en mi?

—No lo sé, después de esto, no me pidas que lo haga —tajó, apreté los puños y contuve mis malditas lágrimas.

—No esperaba menos de un perro como tú, Sebastián.

—Gregory es mi esposo, Ciel. Y al igual que él te debe respeto, te pido lo mismo para él.

 

No se olviden de comentar, es gratis y hace feliz a Haruka y pues ya ven que si actualizo rápido 7u7r  es algo así como un milagro que viene cada milenio xD me despido y lindo día.

Haruka Eastwood


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