Aún permanecía en las gradas de Slytherin en el campo de Quidditch, Draco no había ido al Gran Comedor después de Pociones, no se sentía de humor, aún estaba turbado por las emociones que estaba experimentado.
Lo que menos se esperaba es que Potter apareciera por las escaleras que daban acceso a su sección de las gradas, vale, sintió alegría al verlo pero también estaban a solas, cosa que Draco había evitado a toda costa. No se sentía tan dueño de sí mismo en aquellos momentos.
La cara del Gryffindor reflejaba todas sus emociones, había decisión, parecía que aquello le estaba costando, también había una cierta timidez que le resultó encantadora, y sus ojos, Merlín, ese era el motivo por el que no quería enfrentarlo a solas, se derretía en su calidez verde, ya no tenía esa mirada suspicaz que tanto le había dedicado durante los anteriores años, y eso era lo que más le preocupaba.
- Malfoy.- dijo el chico casi con un susurro acercándose despacio.- Necesito hablar contigo.
Cuando ambos estuvieron a la misma altura, Draco se levantó, era algo más alto que Potter, apoyó su cadera contra el respaldo de la fila anterior a la que estaban.
- Tú dirás.- aquella frase le salió mucho más desagradable de lo que pretendía.
- Yo… bueno, lo que me contaste antes en clase, siento… - el chico no parecía encontrar las palabras y Draco no pensaba ponérselo fácil, al fin y al cabo él era el que había ido a buscarle.
Le taladró con su argenta mirada todo lo fijo que puedo, pudo ver cómo la nuez de Potter, subía y bajaba, pasaba la punta de su lengua por sus labios humedeciéndolos, vale, Draco había quedado atrapado en sus labios, llenos y rosados, tan apetecible y tan cerca.
Quedo totalmente en shock cuando el moreno sin avisar colocó torpemente sus labios sobre los suyos, Draco estaba alucinando, eso no era lo que había esperado, sino un discurso santurrón al más estilo Potter "puedes contar con mi amistad, yo seré tu héroe, bla bla" Pero sus labios suaves aunque firmes sobre los suyos lo habían dejado descolocado.
El corazón volvió a latirle cuando el moreno suavizó el toque y movió sus labios sobre los suyos, depositando pequeñas caricias sobre ellos, ahora el corazón de Draco estaba sufriendo de taquicardia, no pudo más que mover los suyos con avidez, no pensó sólo sintió.
Tomaría todo lo que el otro le diera, esa era su realidad ahora mismo, el beso se volvió más ávido, sin poder resistir un gemido de puro placer, pareció el escopetazo para que Potter le agarrara de la cintura, atrayéndolo hacia él, chocando sus caderas, Draco introdujo los dedos en el negro cabello alborotado que tanto había deseado acariciar, era fuerte y tremendamente suave, quién lo hubiera pensado.
Tuvieron que detenerse a tomar aire, sus ojos tan juntos, no querían dejar de mirarse, en aquel momento sabía que todo aquello podía romperse, separase y perderle. No pudo resistirse y atacó los labios de Potter, si luego éste se arrepentía era un precio que en estos momentos estaba dispuesto a pagar.
Draco abrió su boca, lo que Potter aprovechó para introducir su lengua, el rubio sintió una descarga eléctrica que le recorrió toda la columna vertebral, erizando todo su vello a su paso, hasta darle un fuerte tirón a su erección.
El moreno sintió aquel tirón sobre su vientre y gimió sonoramente, Draco abrió los ojos que no sabía que había cerrado, estaba extasiado, Potter había parado el beso, separándose apenas nada, le miraba con puro deseo, jamás pensó enfrentar esa mirada.
- Draco.- jadeó el moreno. Jamás pensó que su nombre pudiera ser tan sumamente erótico en boca de nadie.
Draco siempre había soñado con Potter, siempre había inundado sus sueños más tórridos, siempre le había deseado, y ese deseo no correspondido, bien sabía él que jamás se lo mostraría al otro, le había llevado a odiar al moreno, se sentía débil ante él, sabiendo lo que el chico le provocaba desde que le vio por primera vez. Sentía el rechazo cada día, y como su hermosa sonrisa jamás le fue dedicada a él. Había quedado tan protegido en su interior ese anhelo, rodeado de capas de odio. En esos momentos sintió como sus barreras cayeran como la más fina de las túnicas que él hubiera vestido. Dóciles ante el que consideraban su dueño desde la primera vez que lo vio.
En ese momento, el Gryffindor, le apretó más si cabe, Draco, casi se corre al sentir la erección del otro justo sobre sus testículos, aquello era demasiado para él, quería más de Potter y que le llamara mil veces más por su nombre, ver esa cara llena de deseo, deseo por él. Notó como una sonrisa subía a su boca, en ese momento fue atacado una vez más por la caliente boca de Potter.