Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sexo casual por Haruka Eastwood

[Reviews - 295]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!! ¿Me extrañarón? ¿No? *se va a su rincón emo*

Título: Sexo casual

Resumen: Solo pretendían tener un poco de sexo rápido en el elevador, ninguno de ellos imaginó que protagonizaría el video porno más visto de las redes sociales…

Categoría: Kuroshitsuji

Clasificación: Mayores de 16 años

Género: Romántico. AU.

Advertencia: Lemon. Mpreg.

N° Capítulos: 21 de 22

Autor: Haruka Eastwood

~ • o0O0o ♦ o0O0o • ~

Sexo casual

Sebastián Michaelis Pov

Capítulo 21: Amante al fin

Solté un suspiro cansino mientras me recargaba por completo en el respaldo del sofá, cubriendo mis ojos con el antebrazo. Me sentía exhausto, o puede que fuera la frustración y la molestia de todo lo que ocurrió lo que estaba haciendo mella en mi organismo, cualquiera que fuera la causa, me obligaba quedarme aquí, pensando en algo que ya no vale la pena. Y es que de un momento a otro te das cuenta que la persona que estuvo contigo quince años fue una maldita ilusion, un jodido fraude.

—Los niños se durmieron hace rato —con pereza moví mi brazo, observando el semblante sereno y un tanto curioso de Ciel mientras se sentaba a un lado—. Ten, es un té, supongo que una bebida caliente te hará bien.

—Gracias.

—¿Cómo estás? —su tono comprensivo me saco una sonrisa.

Con la taza entre las manos, medite su pregunta por varios minutos sin saber que decirle. Me centre en un punto fijo y comencé a beber lentamente, disfrutando de la cálida sensación, y la compañía silenciosa de un sexy doncel que me vuelve loco desde que lo conozco. Toda respuesta se resume en que hace más de diez horas seguía teniendo una estúpida fe ciega en Gregory y el supuesto amor que decía tenerme, aquel que juramos sería eterno frente a un altar, pero cuando lo vi besandose con Claude todo desapareció, resquebrajando aquella imagen de él dando paso a una ira visceral y primitiva que amenazaba con explotar en cualquier momento.

Un puñetazo no fue suficiente. Estaba dispuesto a golpear a mi propio hermano hasta quedar satisfecho por tomar y “profanar” una relación como la nuestra, hasta hacerla añicos, pero la voz de Ciel me trajo a la realidad, una cruel o puede que patética. Mire a mi alrededor y vi las caras de las personas, unas eran de asombro, otras de preocupación o incredulidad y es que les estaba proporcionando un buen espectáculo del cual podrían cotillear mucho tiempo. Pese a todo, intente tranquilizarme, tome mi teléfono y le mande un mensaje a Agni, después de eso se lo entregue a Ciel junto con las llaves de mi departamento, pidiéndole que fuera a recoger a mis hijos, que luego lo llamaba.

Un tanto confuso, obedeció sin pedirme explicaciones, se despidió rápidamente y dijo que los llevaría a su casa, después de eso mi furia aumentó cuando Gregory me dijo que no era lo que parecía y que lo mejor sería irnos a otro lugar para que me explicara. Quise reír y burlarme en su cara por el mal cliché que justificaba su infidelidad con mi propio hermano, aunque solo me limite a chasquear la lengua y caminar hacia un lugar para hablar.

—No lo sé, Ciel —conteste al fin.

Mi voz se escuchaba ausente, no quería hablar pero al mismo tiempo necesitaba desahogarme, y soltar todo, cosa que pareció entender, dándome mi espacio.

—Es tarde —se levantó del sofá quitándome la taza medio vacía de las manos—, te llevare a la habitación, y sabes que no tengo problemas si decides quedarte unos días aquí con Lawrence y Beast. Fue extraño, pero se llevaron muy bien con mis hijos…

—Lawrence también es tu hijo.

—Si… y al parecer me ve como cualquier niño ve un juguete nuevo —sonrió empezando a caminar por los pasillos—, tal vez pronto se aburra de verme, también descubrí que su amabilidad inicial era porque estaba medio dormido. Es bastante arisco… me recuerda mucho a mi cuando era más joven.

En ese momento entró a una habitación sencilla con una amplia cama al centro y una cómoda junto a esta. La ventana estaba abierta, dejando que la brisa refrescara el lugar, iluminado perfectamente gracias a la luna llena. Ciel estaba junto a la cama, de pie cual muñequita de porcelana: perfecta, frágil y hermosa, entonces no pude evitar contemplarlo mientras era bañado por la luz de luna, lucía precioso con su cabello ligeramente largo y rebelde cuyos mechones caían traviesamente sobre su rostro. Y sus grandes ojos azules eran decorados por unas gruesas y largas pestañas que se movían con elegancia a cada parpadeo.

Mi vista detallo cada rasgo de su rostro, pasando por su naricita respingada hasta detenerse en sus bonitos labios de durazno, sensuales y eróticos, los cuales me invitaban con descaro a delinearlos con la lengua, besarlos y profanarlos con ímpetu. Su figura seguía siendo menuda pero con las curvas suficientes para volverme loco y desear tenerlo bajo mi cuerpo durante horas gimiendo mi nombre. Entonces me di cuenta que ya nada importaba, que podría estrecharlo entre mis brazos y hacerle el amor sin tener que detenerme a pensar en el hecho de estar casado.

—Sigues siendo muy arisco… zafirito —ronronee abrazándolo desde atrás, pegandolo a mi cuerpo con posesión y deseo—. Y me encantas…

Su cuerpo se tenso ante mi contacto y sonreí orgulloso mientras cerraba la puerta con el pie, comenzando a besar su cuello de forma lenta, pausada y sensual, complacido al verlo inclinarse un poco para darme más acceso a su suave y sensible piel, impresa de un sutil aroma a flores.

—S-Sebastián…

—Te necesito.

Tembló y jadeó de una forma tan malditamente excitante que debería ser ilegal, entonces no pude contenerme y termine apoyando sus manos en el colchón mientras acariciaba con rudeza su sexo sobre la ropa, arrancando más de esos sensuales gemidos que me volvían loco, sintiendo como su redondo trasero se presionaba contra mi necesitado miembro. Llevaba años soñando con tenerlo entre mis brazos y sus gemidos de placer no hacían más que incentivarme a continuar.

Una sonrisa ladina se dibujó en mis labios al sentir su mano traviesa en mi pantalón, intentando quitarme el cinturón por lo que complacido, comencé a besar su cuello, bajandole el pantalon y los boxer, dandome el gusto de acariciar su entrada con la punta de mis dedos, sintiendo su humedad empaparlos, lo que me ponía más cachondo, y con el afán de molestarlo, lleve esos mismos dedos hasta mis labios, lamiendolos lentamente.

—N-No hagas eso.

—Eres delicioso, zafirito.

Su rostro adquirió un bello sonrojo, me mordí el labio inferior y lo aprese aún más contra mi cuerpo caliente, liberando mi miembro en el momento justo, para frotarlo contra su trasero, jugando un poco antes de presionar la punta sobre su entrada, sin llegar a penetrarlo.

—Mmm… m-metemelo.

—Como ordenes.

De una estocada me introduje en su interior soltando un gruñido gutural cuando sus cálidas paredes me dieron la bienvenida, aprisionando con fuerza mi falo hasta hacerme temblar mientras él ahogaba un grito contra el colchón, jadeando y aferrándose a las sábanas con desespero, como si su vida dependiera de ello, intentando normalizar su respiración que en cuestión de segundos se había vuelto errática. En ese momento me sentía una bestia que ha capturado a su presa, una sensual presa que con solo mirarla me provoca un sin fin de sensaciones y deseos malsanos.

Ni siquiera le di tiempo a acostumbrarse, cuando retire mi miembro casi por completo de su entrada para sumergirme nuevamente en él con vehemencia, sujetando fuertemente sus caderas para enterrarme más en su bendita anatomía. Estaba famélico, tan solo me deje guiar por una acuciante necesidad sexual, embistiendo con brío, complacido con sus gemidos que poco a poco se convirtieron en gritos que inútilmente intentaba acallar mordiéndose el labio, y arqueando la espalda mientras movía su cadera al compás de mis embistes.

—¡Más… joder! ¡Sebastián… mmm~!

Malditamente erótico. Mis manos terminaron clavandose en su cadera, aumentando el ritmo aún más, al mismo tiempo que contemplaba con morbo mi miembro hundiéndose en el trasero de Ciel, acariciando su espalda como si fuera un felino, hasta hacerlo vibrar y estremecerse mientras echaba la cabeza hacia atrás, dándome acceso a su cuello que no dude en atacar y marcar, escuchando complacido sus gruñidos y maldiciones.

—T-Tan estrecho…

—Callate ¡Ah~! —su mirada desafiante me fascinaba, tan solo quería provocarlo—. Joder…

Sin darle tiempo a reclamar, salí de su interior y con brusquedad lo tome del brazo tirándolo sobre el colchón, le quite los pantalones y boxers que habían permanecido enredados en sus tobillos arrojandolos a un punto de la habitación. Abrí sus largas piernas y me posicione entre ellas volviendo a enterrar mi falo con fuerza en su interior, cazando sus labios hábilmente mientras ahogaba el grito de placer, sintiendo su espalda arquearse y pegarse a mi pecho al mismo tiempo que sus piernas aprisionaban mi cintura, sin dejar de temblar.

Sentía su cuerpo contraerse en espasmos involuntarios mientras clavaba las uñas en mi piel, logrando que me ardiera pero al mismo tiempo lo disfrutaba como nunca antes, por lo que me separe viéndolo fijamente, sus labios húmedos e hinchados estaban entreabiertos y sus ojos llorosos me observaban con lujuria y placer por igual. Sonreí complacido ante la erótica visión mientras deslizaba mis manos por sus costados, llegando a sus brazos, apresandolos sobre su cabeza con una sola mano y con la otra tome su falo, masturbandolo al ritmo de mis embestidas.

—Correte para mi, Ciel.

Entonces apretó los puños con fuerza y cerrando los ojos llegó al orgasmo, manchando nuestros abdómenes mientras temblaba presa de un placer demoledor. Cuando finalmente volvió a abrir sus preciosos zafiros, me mostro una sonrisa resplandeciente, tierna e inocente que me cautivó aún más de lo que estaba. Bajo mi cuerpo se veía frágil, tembloroso y sumiso, así que termine abrazandolo con dulzura mientras nos acomodamos en el centro de la cama, cubriéndonos con la sábana.

—Faltas tu —ronroneó mimoso, tomando con su mano mi falo, empezando un sube y baja lento y extrañamente placentero, mientras sus labios depositaban pequeños besitos desde mi mejilla hasta mi cuello—. Hazme el amor… Sebastián.

—Será un placer, señorito Phantomhive.

—Idiota… —Su sonrisa quedó sin rastros de altanería o arrogancia, simplemente era dulce, tierna y completamente mía.

—Te amo.

Esta vez todo fue lento, tal cual lo harían dos amantes por primera vez. Nos besamos con mimo, despacito y con dulzura, dándonos el tiempo justo para recorrer la boca contraria y permitir que nuestras lenguas danzaran sin prisa mientras nos despojamos casi ceremonialmente de lo que quedaba de nuestra ropa, mirándonos y sonriendonos con complicidad como el par de amantes que ahora éramos.

—Yo también te amo… Sebastián —gimió bajito cuando me adentre en él.

Nos acoplamos de forma perfecta, permitiendome atraerlo aún más a mi cuerpo para llenar su rostro de besos y mimos, susurrando palabras cursis sobre su oído que lo hacían estremecer y aferrarse más a mi, mientras repetía en suaves susurros que me amaba. Entonces llegamos al orgasmo, acallado por un último beso.

•••

Estaba más que cansado, aun así no podía dormir, por lo que terminé levantándome de la cama, cuidando que Ciel no se despertara ya que apenas eran las cinco de la madrugada. Me dirigí al baño de la habitación intentando no hacer ruido, en cuanto entre, observe mi demacrado reflejo en el enorme espejo doble.

—Das pena.

—Lo lamento, ¿te desperté?

—Nadie podría dormir si un idiota te ve fijamente y se la pasa removiendose en la cama —se acercó a mí, abrazándome fuertemente y depositando un besito sobre mi pecho—. ¿Qué tienes, Sebastián?

—No lo sé —respondí, abrazándolo y enterrando mi rostro en la curvatura de su cuello y hombro—. De cierta forma estoy molesto.

—Mmm ya... —se separó de mí, dándome un fugaz beso en los labios para dirigirse a llenar la bañera. En ese tiempo nos mantuvimos en un cómodo silencio, hasta que cerró la llave y con un gesto me indicó que me metiera, obedecí y él hizo lo mismo, acomodándose entre mis piernas, recargando su espalda en mi pecho—. Estoy dispuesto a arrugarme si tu estas dispuesto a hablar.

—Tomaré tu tentadora oferta —susurre, tomando sus manitas entre las mías.

Entonces le conté todo. No sé si hice bien, pero necesitaba hablar con alguien. Le dije que conocí a Gregory cuando tenía catorce y él diecisiete, que nos entendimos gracias a un pasado trágico que compartiamos y que cuando cumpli dieciocho, nos fuimos a Estados Unidos, tuvimos problemas de drogas, nos peleabamos y aun así nos casamos, creímos que al hacerlo todo sería miel sobre hojuelas pero nos equivocamos, después llegó Beast y un poco más de año y medio, él se fue y me dejo con nuestra hija.

Sin embargo toda nuestra relación estaba basada en engaños, porque solo se conocía mi versión, pero faltaba la de él. Cuando Gregory tenía dieciocho, se apareció ebrio a las dos de la madrugada en mi casa, yo odiaba estar ahí y hacía de todo por pasar la noche con amigos o incluso en un hotel, él lo sabía y aun así fue. Obviamente solo encontró a Claude, quien no le dejó ir por ser peligroso, entonces en algún punto las cosas cambian y mi hermano termina follando con mi novio. Después de este encuentro ocurrieron muchos más y solo se detuvieron cuando Claude comenzó una relación seria con Hannah, la mujer que yo maté por conducir ebrio.

Fue aquí cuando Gregory volvió a buscar a Claude y este lo acepto no solo en su cama, sino también en su vida. Mi hermano y yo compartimos el mismo amante durante años, la diferencia es que me mantuvieron ignorante de su maldita relación. Incluso cuando nos fuimos a Estados Unidos, cada que Gregory y yo nos peleabamos, este desaparecía por semanas, porque estaba aquí, en Londres con él, con Claude.

Es difícil darte cuenta que incluso tu matrimonio es una farsa, curiosamente yo no fui quien sugirió casarnos, fue Gregory, lo hizo días después de regresar de ”meditar entre los brazos de otro” nuestro futuro. Esa vez desapareció quince días, estuvo con Claude y se enteró que este estaba muy enamorado de un chiquillo de nombre Ciel Phantomhive con quien ansiaba comenzar una relación seria. Destrozado, Gregory volvió conmigo, “el reemplazo de mi hermano” y nos casamos.

Yo fui un sustituto, o puede que un capricho, no lo sé ya que él asegura que me amó de verdad, que lo nuestro fue verdadero, y que nuestro matrimonio se hizo por amor. Cuando me lo dijo no sabía si reír o llorar, aunque verdaderamente estuve tentado a darle una bofetada por su descaro. Al menos gran parte de nuestro matrimonio me fue fiel, digo gran parte porque cuando desapareció dejando una puta nota adhesiva, corrió a los brazos de mi hermano, estuvo con él unos meses importandole muy poco que tenía una supuesta relación seria con Ciel, a quien decía amar incondicionalmente.

En ese entonces Gregory tenía un grave problema con las drogas y fue justamente Claude, quien harto de todo esto, lo metió a una clínica de rehabilitación, en este punto toda la historia es frustrante, llena de matices sombríos y es aquí donde viene una gran revelación. Después de estar internado en esa clínica, Gregory se forzó a no recaer, pero no lo hizo por su hija ni por mi, el merito se lo lleva Claude, y es que había decidido dejarnos definitivamente para estar con el amor de su vida, su amor era correspondido y mi hermano planeaba terminar toda relación sentimental con Ciel.

Su accidente ocurrió un día después de la muerte de su madre, quien no estaba de acuerdo con su decisión e intentó convencerlo de que su lugar era al lado de su esposo. Y nada salio como querian, él quedó en coma —aunque en aquel entonces creíamos que tenía muerte cerebral— y Claude siguió su relación con Ciel, convencido de que era el destino y se amaban. También fue justamente él quien me mandó a buscar con el abogado de la familia Violet, porque yo debía tomar la decisión de dejarlo entubado o desconectarlo.

Entonces todos aquellos huecos de mi vida tuvieron sentido, las desapariciones de Gregory, el hecho de que Claude fingiera odiarlo para no levantar sospechas. Y su maldita facilidad para perdonar las infidelidades de Ciel y mías. La cerecita del pastel es que el bebé que espera no es mío, sino de Claude.

—Hay algo que no entiendo —la suave voz de Ciel me sacó de mis pensamientos, observandolo fijamente mientras terminaba de cambiar las sábanas de la cama por unas limpias, para poder dormir un poco.

—¿Qué cosa?

—Si ellos dos habían tenido una historia juntos, ¿por qué no regresaron cuando Gregory despertó? Hubiera sido más fácil en vez de montar todo este teatro.

—Claude quería estar con él —respondí con calma mientras nos metimos a la cama, y lo atraía hacia mí, besando su cabeza—, Gregory sintió culpa y se forzó a estar conmigo.

—Ya… —susurró mirándome directamente a los ojos—. Eres idiota, desesperante y puedes llegar a ser una molestia. En el sexo eres un bruto… y escuchame muy bien porque no lo repetire. Te amo, Sebastián y jamás lo dudes porque en el momento en que lo hagas soy capaz de cortarte las…

Sabía lo que quería decir, por eso lo bese, sintiendo como su cuerpo se relajaba y sus mejillas adquirían un precioso tono granate.

—Esa fue la mejor confesión de amor que existe.

—¡C-Callate!

—Y yo también te amo, quedé cautivado por ti en cuanto te vi, desde entonces siempre estuviste presente en mis pensamientos.

—Nunca creí que fueras tan cursi —susurró mientras escondía el rostro en mi pecho.

—No lo soy —sonreí verdaderamente y es que finalmente tenía a la persona que tanto amo entre mis brazos.

•••

•••

Con cuidado, cargue a la pequeña Doll, contemplando sus enormes ojitos azules tan similares a los de Ciel, quien me confesó entre lágrimas que era hija de él y su bastardo esposo. Me dijo que en esos cuatro años de matrimonio, se embarazó dos veces pero perdió uno gracias a la golpiza del maldito, y que cuando se enteró de Doll odio no solo al bebé, sino también a sus padres y a Kelvin, pero era suficiente con haber fingido que despreciaba a un hijo, por lo que era incapaz de rechazar a un bebé inocente.

Al principio, Ciel creyó que era una especie de “castigo” por abandonarnos, y pese a que su motivo fue el querer protegernos, actuó precipitadamente, aunque fueron justamente Doll y Joker su motivación para seguir adelante.

—Señor, Michaelis —gire el rostro viendo a Paula en el alféizar de la puerta.

—Solamente dime, Sebastián.

—Lo lamento… yo… yo solo venía a avisarle que el señor Ciel estará listo en diez minutos.

—Gracias, Paula, ¿y los niños?

—Joker y Lawrence están viendo una película en la estancia, y la pequeña Beast insistió en que ella ayudaría a Ciel a arreglarse. Con su permiso.

Tras una reverencia salió de la habitación, en ese momento me di cuenta que Doll estaba profundamente dormida, por lo que la deje en la cuna, contemplandola un poco más. Era increíble el hecho de que actualmente tenía una familia con Ciel, cinco meses atrás, cuando Gregory y Claude me confesaron que eran amantes, le pedí el divorcio, no había nada que rescatar en ese matrimonio de mentiras y tampoco se opuso.

Un mes después, era oficial nuestra separación, evidentemente yo adquiri la custodia de Lawrence, y habíamos pensado que él obtuviera la de Beast, pero para sorpresa de todos, ella se negó rotundamente, diciendo que quería vivir conmigo y Ciel, él dijo que adoraba a mi traviesa hija y no habría problema pero Gregory… él no lo tomó tan bien, aunque terminó por aceptar prometiéndole que la vería los fines de semana, pero hace un mes dio a luz a un precioso varón por lo que Beast prefería quedarse con nosotros, aunque no se negaba a ir con su ‘madre’ si la invitaba a comer.

—Sabía que estarías aquí.

La suave voz de Ciel me sacó de mis pensamientos y al voltear, me quedé sin habla. Lucía precioso con aquellos pantalones blancos que resaltaban su trasero, a juego con una blusa azul de manga larga. Su cabello estaba peinado de un lado, sujeto con una horquilla, mientras que su lindo rostro estaba sutilmente maquillado, de hecho, creo que únicamente se delineo los ojos y colocó un poco de gloss sobre sus labios.

—Papá, se te cae la baba.

En ese momento, noté a Beast que estaba de pie a un lado de Ciel. Por instinto voltee el rostro y fingí una suave tos sintiendo como mis mejillas se calentaban un poco, ambos se rieron de mí, así que solo me quedo aparentar molestia y ocultar mi sonrojo. Afortunadamente, diez minutos después, logramos salir de casa y a pesar de que Ciel y yo teníamos citas constantemente, hoy estaba bastante nervioso.

El camino al restaurante fue bastante tranquilo, acompañado de charlas sin sentido y una que otra broma por parte de Ciel. Cuando por fin llegamos, nos llevaron a una mesa bastante alejada de las demás, la cual tenía una excelente vista. Pedí un poco de vino y ordenamos algo sencillo, empezando a comer en silencio.

—Estas muy callado, Sebastián.

—Simplemente estaba pensando en lo afortunado que soy por tenerte a mi lado. Me has dado una familia hermosa y en estos meses solo he confirmado que eres la persona con la que anhelo pasar el resto de mi vida —en ese momento tomé una cajita de terciopelo negra, abriendola con cuidado para colocarla sobre la mesa y desplazarla hacia él—. ¿Ciel Phantomhive, me harías el honor de casarte conmigo?

Sus preciosos zafiros se abrieron de la impresión y llevó una mano a su boca mientras alternaba su vista entre mi rostro y el anillo frente a él, entonces con mano temblorosa, tomó la cajita y la cerró de golpe, viéndome con los ojos inundados en lágrimas.

—Lo lamento… pero no…

 

~ • o0O0o ♦ o0O0o • ~

Continuará

Notas finales:

Muchas gracias por leer, recuerden que solo falta un capítulo para el final y de paso os ofrezco una disculpa por la demora y porque aun no respondo sus rw, pero en cuanto pueda lo hare, recuerden que los rw son gratis y hacen feliz a Haru 7u7r

Les desdo un lindo día.

Haruka Eastwood


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).