La luz despertó a Draco, unos haces de luz que entraban por las rendijas que dejaban las gruesas cortinas de aquella habitación.
Su cabeza seguía recostada en el pecho de Harry, este aún no se había despertado, ¿era posible ser más feliz de lo que lo era él en esos momentos? Los brazos del moreno le cubrían en un tierno abrazo, saberse importante para él le estaba llegando a puntos de su corazón que no pensó que ni tan siquiera tuviera.
Ciertamente, los sentimientos que había tenido por él habían sido intensos, pero en esos momentos la ternura que sentía le hacía saberse fuerte y débil a la vez.
Sumido en sus pensamientos no se dio cuenta de que dos hermosas esmeraldas le estaban contemplando. Cuando alzó la vista, sintió que le quemaban, podrían ser su puerto seguro pero no iba a negar que también le abrasaban.
Reptando sobre su abdomen se fue incorporando sobre el pecho del moreno, sentir su cálida piel era tan agradable, y sentir sus manos acariciándolo le parecía un excelente modo de despertar.
—Buenos días, Draco—dijo Harry con la voz algo pesada por el sueño.
—Buenos días—dijo sonriendo. Se alzó un poco más para tomar sus labios en un suave beso.
Cuando iba a retirarse una mano posesiva no le dejó despegarse, profundizando un beso mucho más tórrido y Draco no pudo resistirse. ¿Realmente iba a ser capaz de negarle algo al moreno?
Harry le tomó de las caderas y le colocó sobre sí mismo, haciéndole deslizarse por su cuerpo, la erección con la que el rubio había despertado se le clavaba en el vientre pero no parecía que eso le importara.
Empujó a este un poco más hacia abajo y una ola de placer le inundó cuando pudo sentir la propia erección del moreno entre sus nalgas.
—Draco—jadeó Harry, y el rubio comenzó a frotarse contra el duro miembro del moreno.
Notaba la humedad que estaba dejando en su entrada con cada roce, y como su propio pene se frotaba contra el cuerpo del moreno.
Le deseaba, pura y llanamente, notarle entre sus nalgas húmedo y rígido era demasiado para su propio deseo, le quería dentro, quería sentir como Harry le inundaba y se hacían uno. Como si el moreno estuviera conectado con su mente, le agarró fuerte separando sus ya húmedos cachetes.
Cada nuevo movimiento acababa certeramente en la cada vez más dilatada entrada de Draco, sabía que aún no estaba preparado, pero deseaba que una de aquellas suaves pero decididas estocadas acabaran por abrirlo y tener la dura polla de Harry dentro de él.
—Harry…—no era capaz de enfocar más allá, quería rogarle que lo follara, pero aún, estúpidamente se sentía algo cohibido—.Harry, me estás matando.
Los ojos verdes se dilataron si es que aún podían hacerlo más, y un gemido ronco inundó la habitación, no era el único que quería más, estaba claro.
—¿Quieres…?—la pregunta no fue terminada, otro enorme jadeo se escapó de sus labios, y Draco quería lamerlos.
—Sí—dijo Draco al separarse—.Quiero que estés dentro de mí.
—Yo nunca…—dijo tímidamente Harry, pero levantó una de sus oscuras cejas sonriendo—.Pero sabes que aprendo rápido.
Aquello arrancó una carcajada al rubio, le encantaba cuando el siempre tímido león le mostraba esa nueva faceta suya. Pero pronto la risa se convirtieron en gemidos cuando el moreno empezó a acariciar su ano, no quería cerrar los ojos, quería mirarle y saber cómo le excitaba acariciarlo.
—Méteme un dedo—le pidió.
Pudo notar cómo el dedo corazón de Harry se iba enterrando suavemente dentro de él, supo que el vientre del moreno estaba totalmente pringoso por su preseminal, pero unas gotas escaparon humedeciéndole aún más.
Harry no necesitó muchas indicaciones más cuando comenzó a sacar y meter su dedo, Draco a pesar de querer concentrarse en los ojos esmeraldas no podía evitar cerrar los ojos y sentir como olas de placer le recorrían el cuerpo. Rápidamente le siguió un segundo dedo, estaba claro que el tímido Gryffindor murió en la guerra junto a Voldemort, aquel chico bajo él, tenía claro que quería volverlo loco de placer.
—Más…—jadeó.
Ahora eran tres y se movían rápidamente, Draco se incorporó apoyando sus manos sobre el pecho de Harry, este lo miraba embelesado sin romper ni por un segundo el ritmo que llevaban sus dedos en su culo.
Miró con avidez la polla de Draco, y con su otra mano arrastró todas las gotas acumuladas en su glande y se lo llevó a la boca, saboreando vorazmente a Draco.
Al rubio le costaba pensar con claridad, ver a Harry lamerse los dedos embarrados con sus fluidos mientras le penetraba con sus dedos estuvo a punto de hacerle correrse, pero quería más, esta vez le quería a él, dentro, rápido y fuerte.
—Fóllame…—Harry abrió los ojos mirándole indeciso—.Fóllame, Harry…
Sintió como salían sus dedos, y aunque quisiera protestar por el abandono sabía que lo que iba a meterle ahora le iba a llevar a un punto más alto de placer.
El glande del Harry se sentía caliente en su culo lo suficientemente dilatado para que este pudiera entrar, la sensación de que fuera introduciéndose en él lentamente era indescriptible, quemaba y a la vez quería más, apretó sus dientes hasta que notó el cuerpo del moreno contra el suyo. Totalmente relleno, miró a Harry, la imagen del más auténtico deseo.
Draco se incorporó un poco clavándose incluso más, Harry jadeó su nombre y este se movió hacia delante, la sensación resbaladiza dentro de sí, saliéndose fue acompañada por la unión de gemidos, ya no sabía dónde empezaban los suyos y donde los del moreno.
Se mecía sobre el cuerpo de Harry controlando él la penetración, era delicioso, podía notar como el miembro del moreno incidía en aquel oculto punto de placer, le miraba embelesado y derretido, Draco se sentía arder por todo su ser.
El ritmo fue volviéndose más rápido, necesita sentirlo completamente dentro de sí, gemía incoherencias, y el moreno le acompaño en el ritmo, cada vez más fuerte, más rápido
—Draco, no aguanto—dijo Harry con la voz estrangulada.
Él mismo sentía que no podía aguantar más, Harry le tomó fuertemente de las caderas y lo taladró desde abajo, Draco no podía aguantar más, estaba a punto de correrse cuando con una certera estocada regó el vientre del moreno, llegándole hasta el mentón. Verle correrse enturbió la verde mirada del pelinegro, aquellos ojos profundos perdidos en olas de placer. Sintió cómo el semen de Harry se disparaba, sus contracciones y una sensación cálida dentro de sí.
Contempló aún desde arriba como todos los músculos de Harry se iba relajando, dejando atrás los espasmos del orgasmo, aquel bendito rostro que hacía solo unos segundos era el sumun del deseo, le llenaba el pecho de ternura.
Y más cuando este le aproximó hacia él y le abrazó buscando sus labios a la vez que los cubría con las sábanas.
—Descansa—le susurró al oído—.Jamás había probado nada tan bueno, y pienso repetir tanto como pueda.
Notó su sonrisa pero estaba quedándose profundamente dormido de nuevo, sí, bien pensado no tenían por qué abandonar esa cama en todo el día.