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Un año después por Sh1m1

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Llevaban tres días encerrados en casa, y era cierta la promesa que le había hecho a Draco, nunca había probado nada tan bueno como estar dentro del rubio, y no se cansaba, quería tenerle en cualquier lugar, a cualquier momento y por lo que parecía no era el único que lo deseaba.

Pero también sabía que el platinado hacía mucho que no disfrutaba de una salida normal, hacía grandes esfuerzos por no tenerlo metido en su cama por otras 72 horas más.

Cuando lo vio aparecer en el salón de la Biblioteca, su respiración se colapsó, tenía que estar prohibido ser tan jodida y condenadamente hermoso, con un traje oscuro y una camisa blanca, era el colmo de la perfección.

De verdad que tenía que tomar control para no agarrarlo allí mismo y montarlo sobre la mesa sobre la que se apoyaba Draco.

—Te ves impresionante—le dijo sinceramente.

El rubio alzó una ceja, y adoptó ese gesto que durante años le había destinado.

—Un Malfoy siempre se ve impresionante—bien, quizás no pudiera contenerse más, le encantaba su arrogante rubio.

Se levantó caminando hacia él, sabía que él sabía que le estaba poniendo cachondísimo, y su erección no tardó en acompañar al moreno por la sala.

—Rubito—le dijo agarrándole por el mentón—.Porque soy un hombre de palabra y te prometí salir a cenar, pero cuando volvamos te voy a follar sobre esta mesa.

Draco dejó escapar un jadeo que hizo replantearse a Harry si el orden de los factores alteraría el producto, tomó una enorme bocanada de aire y se controló.

—¿Y a dónde vamos?—dijo curioso el rubio, pero algunos tintes de nerviosismo perfilaban su postura.

Quería que aquello fuera una sorpresa, suponía que Draco no conocía mucho del mundo muggle, así que un paseo por el Támesis con una cena en un restaurante de moda le pareció buena idea, él nunca había frecuentado sitios así; bien porque no había tenido dinero y era un niño escuálido y sólo, o cuando había tenido edad suficiente tenía a un grupo de mortífagos desquiciados siempre detrás. Le gustaba pensar que ambos descubrirían ese mundo juntos. Además estaba el hecho de que ambos serían absolutamente anónimos allí. Paso a paso, pensó Harry.

Solo le pidió que se abrigara, había pensado que sería toda una aventura para Draco montarse en unos de los taxis londinenses e ir viendo las calles iluminadas con motivos navideños hasta llegar al río.

Y no se había equivocado, lo miraba todo recordándole a él cuando había ido por primera vez al callejón Diagón. Aunque siempre guardando la compostura, cuando se apearon del taxi en el embarcadero donde tomaron el barco, pudo notar el brillo en sus ojos. Aquello era mucho mejor que un millón de palabras, ver a Draco feliz y emocionado era algo que podría convertirse en adictivo para él. Nunca había tenido a nadie de quien ocuparse, ni nadie que se ocupara de él, y la sensación de querer complacerlo le llenaba de un modo que nunca había sentido. ¿Sería eso lo que llamaban amor?

El paseo en barco, a pesar de ser vísperas de Navidad, fue muy agradable, Harry los había cubierto de un hechizo calentador, para poder disfrutar de aquella travesía; aún así le agradó en extremo que su compañero se mantuviera pegado a él todo el trayecto, notar su cálido cuerpo era siempre maravilloso. Y más que todo ello, notar su cercanía no tanto física sino sentimental.

En el tiempo que llevaban juntos Harry había podido descubrir que el rubio era bueno escondiendo sus verdaderas emociones, por lo que muchas veces le costaba leerle y comprenderle. A diferencia de él, al que siempre habían dicho que era como un libro abierto. Pero se sentía orgulloso y honrado de poder ver esos sutiles cambios en la manera de actuar que tenía Draco con él, el roce que ahora estaban compartiendo era signo de ello.

Le agarró por la cintura estrechándole aún más, Draco dejó caer su cabeza sobre el hombro de Harry, definitivamente podía acostumbrarse a ese tipo de relación, de hecho esperaba que aquello no acabara, que sólo fuera el comienzo y cuando acabaran la escuela ellos pudieran continuar. Pero no tenía claro cuales eran los planes de Draco para el futuro, y sabiendo que aquello le preocupaba prefirió disfrutar de ese día en su compañía.

—Gracias—musitó Draco en su oído, el suave roce de su aliento en su oreja le había erizado la piel—No imaginé que el mundo muggle podría ser tan hermoso.

—Espero que nuestro próximo destino también te guste—dijo sin añadir nada más.

No hablaron más durante el trayecto del barco, vieron anochecer en la cubierta y se apearon antes de volver al punto de origen, caminaron por las calles de un Londres ya anochecido. Solo había recorrido aquellas calles cuando habían salido huyendo de los mortífagos en la boda de Bill y Fleur, Hermione los había aparecido en aquella zona de Londres, mucho más acostumbrada al mundo muggle que ellos.

Encontró la dirección del restaurante donde tenían la reserva, y notó como el rubio se maravilló al entrar en ese lugar tan moderno, el mundo mágico siempre le había parecido a Harry bastante anticuado en comparación a la evolución que habían llevado los muggles en su mundo. Draco pegaba en ambos mundos, podría pasar por un apuesto caballero del siglo XVIII y por un urbanita moderno relacionado con el arte o los negocios.

Él también miraba sorprendido el local, de no ser por querer agradar al rubio no hubiera ido a un lugar como aquel, él era más de Fish and chip en puestos callejeros.

Se dirigieron a la recepción donde una atractiva chica gestionaba las reservas.

—Buenas noches, ¿Tienen reserva?—les preguntó con una amplia sonrisa.

—Sí, a nombre de Harry Potter.

—Por supuesto, Señor Potter, mesa para dos, acompáñenme.—La chica antes de girarse echó una mirada evaluativa a Draco, no supo si sentirse celoso, o sencillamente constatar el hecho que el rubio era un ser hermoso a el que no sólo él podría dejar de mirar embobado.

La mesa estaba ubicada en una zona estupenda, otorgándoles intimidad sin tener que esconderse, podían ver toda la actividad del local.

—No hubiera pensado que te gustaran este tipo de ambientes, Potter—dijo Draco mirándolo todo de una manera discreta.

—Seguro que me crees si te digo que jamás había venido, ¿verdad?—dijo sonriendo-

—Verdad, no es de los lugares que solía frecuentar anteriormente, pero es estupendo.—Esta vez si que se enfocó en sus ojos, no había rastro de petulancia de clase alta—.Tienes buen gusto.

Saber que aquello era de su agrado le hacía estar más que contento, había puesto especial interés en que aquella noche todo fuera perfecto.

La comida fue deliciosa, él no estaba acostumbrado a platos tan elaborados pero no podía negar que eran exquisitos, quizás ambos pudieran descubrir los manjares que podría ofrecerle esa ciudad a ambos, se estaba ilusionando con el futuro que quería para ellos, y sabía que debía echar un poco el freno, eran jóvenes, aún les quedaba mucho camino por andar en la vida, aunque a juicio de Harry, para él habían vivido demás, experiencias que te hacían madurar a golpe de tragedias. Sí, eran jóvenes pero no se sentía inmaduro para formar una pareja y vivir la vida junto a Draco.

No era bueno callando lo que su corazón moría por preguntar, y Draco a la altura de los postres rindiéndose a la evidencia le preguntó.

—Suéltalo, Harry, o te explotará la cabeza—le dijo sonriendo, aunque en su mirada había un dejo de preocupación.

—No quiero arruinar esta velada, Draco—le costó contenerse, pero no quería poner las cosas tan serias entre ellos si el rubio aún no quería.

La cara de Draco, a pesar de lo bien que podía llegar a disimular, se contrajo por la preocupación, sería mejor que lo soltara, quizás el otro se estuviera haciendo ideas equivocadas, y estaba realmente cansado que su relación desde los 11 años se hubiera basado en equívocos y medias verdades.

—Sólo me preguntaba si una vez que acabemos la escuela, querrás continuar viéndonos—soltó finalmente. No quería perderse ninguna reacción pero también se sentía mortalmente expuesto, temía que Draco le rechazase, le costaba imaginarse sin él.

—Quizás sea un poco pronto para saber qué será de nuestras vidas, ¿no crees?—fue lo único que dijo.

Aquello le cayó a Harry como un balde de agua fría, ni negaba ni afirmaba, pero ante la falta de entusiasmo él sólo podía pensar lo peor.

—Tienes razón—claudicó, no es que no fuera cierto, pero Harry estaba muy emocionado con aquello que tenían, quizás Draco, siempre más prudente no quisiera aventurar nada.

Sintió la mano del rubio tomar la suya, y alzó la mirada, sus ojos plateados brillaban con emoción, y estaba allí sentado con él, durmiendo en su cama, siendo suyo todos los días.

—Harry, no sé qué será de mi una vez salga de Hogwarts—dijo de forma seria—.Habré cumplido los 18 años, y no sé con qué nueva treta me saldrá el Ministerio.—Apretó fuertemente su mano y sus ojos brillaron más—.No hay nada más en este mundo que desee que seguir viéndote, todo el tiempo que pueda y todo el tiempo que quieras.

Ahora el sobrecogido era Harry, no había pensado que los motivos de la cautela de Draco fueran esos, sino lo que realmente sintiera por él.

No dijo nada, no hizo promesas de defenderlo ante el Ministerio, eso era algo sobre lo que ya estaba trabajando.

No quería que su relación se basara en que le debía nada, desequilibraría la balanza, y él quería jugar en igualdad de condiciones. Y bien sabía él, que cuando le debes a alguien tu libertad, tu futuro, puede llevar a equivocar tus sentimientos. Draco debía elegirlo libremente, entre todas las posibilidades.

—Podrás y yo querré—dijo en un susurro sonriendo al rubio.

—La noche ha sido maravillosa, Harry—dijo Draco sonriente—.Te lo agradezco sinceramente, pero no podemos ser descorteses, tenemos una mesa en la Biblioteca que nos está esperando, ¿recuerdas?—Las últimas palabras fueron dichas cargadas de intención, y Harry salivó de anticipación por cumplir con su amenaza de follarle sobre la mesa.

—No podemos ser descorteses…

 

Notas finales:

A todos los que leéis este fic, mil gracias por seguir haciéndolo, ya va quedando poquito para el final, el tope son 30 capítulos.

Gracias!


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