Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

War of hearts. por FumiSaho

[Reviews - 208]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Personas, ha sido un gran placer terminar esta historia en compañia de ustedes, quienes me impulsaron con sus comentarios, unos graciosos y otros muy tiernos <3... otros en contra de Nash xD. Muchas gracias por su compañia. 

Este capitulo terminó siendo uno de los mas largos... Ay, personas... TT~TT Espero que les guste y nos vemos en las notas finales. :}

 

 

La adrenalina, serotonina y dopamina corrían libres por sus cuerpos. Los labios de Kouki eran suaves y la lengua cálida la sentía recorrer sus labios mientras enterraba los dedos en la nuca pelirroja. Su cabeza se vio desprovista de pensamientos que no tuviesen relación con estar sintiendo al castaño entre sus manos. Es decir, era como un deseo hecho realidad, o una realidad que no contemplaba cercana. Kouki se levantó apenas despegando su boca para besar el cuello pálido, donde el bombeo de sangre era perceptible sin buscarlo. Acomodando las rodillas a los costados de la cadera de Akashi.

Al tenerlo sobre él, Seijuuro recurrió a sus codos para sentarse y poder acercarse a Kouki, quedando tan cerca como nadie estuvo jamás. Sus ojos vagaban de los castaños a sus labios. Las respiraciones agitadas caldeaban el ambiente pegándoles la tela de sus ropas a la piel. Akashi, pasando el peso de su cuerpo a su izquierda, alzó su mano derecha alcanzando el cuello contrario, dedicándole una mirada que robó a Furihata cualquier movimiento.

—Eres lo más hermoso que pudo haber pasado en mi vida. —susurró Seijuuro rozando su aliento contra los labios de Kouki, quien se aferró a su cuello al sentir que no podría contener la emoción por mucho más tiempo. Con un par de lágrimas atrapadas entre las pestañas, pasó la nariz por el costado del cuello blanco e igual de caliente que él, inhalando el aroma a rosas del jabón.

Apenas se separó para desabotonar con sagacidad el pijama del pelirrojo, sin apartarse lo suficiente como para que la unión de sus labios fuese imposible. Era un ataque impaciente, mas no por eso menos sensual. El sentir las manos de Kouki acariciando con timidez su piel ponía al cien cada uno de sus sentidos, agitando su respiración, halando el cuerpo contrario a pesar de que ya no podía acercarlo más.

El mar de sensaciones que se agitaba en su interior producía estragos en el movimiento de sus manos volviéndolo temeroso pero ansioso a aventurarse en aquel océano de tela que lo separaba de Kouki. Recargando su espalda en la cabecera, las manos a los costados de su cintura temblaron ligeramente cuando sintió el borde de la camiseta del castaño, pero el calor que sentía escapar de sus labios le animó a levantar de un tirón la prenda, liberándolo de su prisión de tela. Sus ojos brillaron expectantes, deleitándose entonces de la maravillosa vista. El pecho de Kouki estaba poblado de diminutas pecas en diversos tonos de canela, incluso sus hombros parecían haber sido salpicados sin querer. La respiración acelerada se le marcaba en los costados, donde las costillas susurraban su existencia y, con la punta de los dedos, acarició aquel costado, produciendo en Furihata un ligero estremecimiento y un jadeo ligeramente agudo.

Aquello fue como presionar un interruptor en ambos, pues Kouki, levantándose sobre sus rodillas, sujetó el rostro de Seijuuro, tomando posesión de sus labios mientras el pelirrojo exploraba la lisa espalda, delineando con las yemas los omoplatos, escurriendo los dedos con suma delicadeza, estremeciendo el cuerpo sobre él. Al llegar al resorte del pants, continuó con su aventura por debajo de la tela, colando las manos cual si fueran arañas en busca de alimento. Sin embargo, el movimiento de ambos se vio interrumpido por el respingo del castaño.

—¿Te lastimé? —preguntó Kouki alarmado.

—No. —aseguró chupándose el labio para descubrir que no había pasado más que una mordida. —¿Quieres que paremos? —preguntó en un susurro, con la intención de retirar sus manos de donde se encontraban, pero Furihata sujetó sus muñecas, impidiéndoselo. Se inclinó lo suficiente para acercarse a su oreja y una vez ahí, repartió besos a lo largo del cuello de Seijuuro.

—La realidad es mejor que la fantasía. —sonrió travieso.

Miles de fuegos artificiales reventaron en su abdomen, cosquilleando en su interior, tensando todo su cuerpo.

Con la actividad reanudada, Akashi no se conformó con solo acariciar el trasero del castaño, que se tensaba al presionarlo entre sus dedos. Atacó su pecho, succionando la piel después de morderla, marcándola de un adorable rosado que desaparecía lentamente. Con magma circulando por sus torrentes sanguíneos, Furihata presionaba la nuca de Seijuuro hacia él, estremeciéndose a cada segundo, restregándose contra el pelirrojo.

El calor no solo se encontraba en sus cuerpos, que ardían como calefactores, sino en toda la habitación. El sonido húmedo de besos, los susurros de las caricias deslizándose en torno al cuerpo contrario, los arrebatados jadeos y suaves gemidos al ser acariciados en zonas donde sus nervios estaban a flor de piel, el sonido de ambos corazones rebotaba en cada rincón, dándole calor a todo lo que se encontrase en su camino.

—Kouki. —detuvo toda acción manteniendo las manos sobre la piel cálida del castaño. Los ojos brillantes se posaron en los suyos, suplicándole que no se detuviera. Akashi no quería hacerlo, pero debía. Sonrió antes de besar la punta de su nariz. —Voy por lubricante.

—Y-yo voy. —se ofreció aparatándose lentamente. Arrastrando las rodillas, llegó al borde de la cama. Al levantarse notó que el calor se deslizaba por su espalda en forma de sudor. Probablemente no lo hubiese percibido si no interrumpían aquella actividad. Con las instrucciones de Seijuuro, encontró el cajón donde se encontraba una botella trasparente, con la etiqueta sugerente que advertía ser comestible.

Respiraba con dificultad, el ardor de la excitación paseaba por su piel encendiendo cada sentido. Era delicioso observar cada movimiento que Kouki hacia; el delineado de sus omoplatos, el suave andar de esa gotita de sudor en medio de la perlada espalda pecosa, el color rojizo que cobraron sus hombros, cuello y orejas cuando encontró el lubricante. Seijuuro se percató de su proximidad. Tan sumergido estaba en Kouki, que no se dio cuenta de que estaba detrás de él hasta que pudo posar sus manos en la cadera contraria. Sintió la tensión de su cuerpo y a sabiendas que no se movería, se inclinó sobre su espalda.

Sus dedos se aferraron a la botella al sentir la lengua de Akashi deslizarse sobre su espina dorsal, subiendo con lentitud. Claro, se estaba tomando el tiempo de saborear no solo con la lengua, sino con los labios, la nariz, paladeando el preludio del real banquete. Inconscientemente, su espalda se arqueó cuando la boca de Seijuuro estuvo en su cuello, mordiéndolo con suavidad. Ante esto, fue inevitable que su cadera chocara con la que estaba detrás de él. Las manos pálidas presionaron su abdomen, acercándolo más a aquella erección que le rozaba el trasero.

Seijuuro continuó con los besos sembrados en cada resquicio de piel que encontraba, mientras con la mano que no tocaba a Kouki, tomó el lubricante que este sostenía y con ambas manos se ayudó para verter un chorro frio en la espalda baja de Furihata, logrando que se estremeciera ante la colisión de temperaturas. El pantalón del pijama se vio salvado gracias a que Seijuuro estiró el resorte para que el líquido fluyera fácilmente entre las dos pequeñas nalgas. Instintivamente, Kouki bajó el torso hacia el mueble de los cajones, sosteniéndose del borde e inmediatamente después, sintió la mano ajena tantear el terreno a explorar. Los dedos delinearon la brecha, bajando hasta los testículos, tocándolos apenas con la punta de los dedos. Con sutileza, orgulloso de provocar tantas reacciones en el castaño, sonrió adentrando un dedo, subiendo con suavidad encontró la zona más comprimida siendo recibido por la calidez de su interior. La sorpresa lo embargo al notarlo más suave de lo que pensaba que estaría, es decir, su dedo podía entrar con facilidad. La mente del pelirrojo fue asaltada por una imagen de Kouki masturbándose, tocándose donde más placer sentía. Aquella idea no le fue para nada desagradable. Se mordió el labio con fuerza en un intento de contenerse y no ser demasiado impulsivo, pues lo que menos quería era lastimar al castaño. Sin embargo, ya no aguantaba no ver su rostro. Colocando una mano en la muñeca del otro, lo giró atacando los labios húmedos de Kouki, quien se colgó del cuello de Seijuuro. Tomándolo de los muslos lo llevó a la cama, depositándolo con suavidad antes de volver a la faena de dilatarlo un poco más.

 

Para cuando los tres dedos entraban y salían perfectamente, Kouki ya se había venido una vez. El calor aumentó en su cuerpo, su respiración agitada y las manos temblorosas buscaban algo a lo que aferrarse en el momento en que Seijuuro advirtió que entraría. Afianzó el agarre en torno al cabello pelirrojo de su nuca. Abandonando los labios de Akashi, su espalda se curvó, los dedos de sus pies se ciñeron y su cabeza se pobló de estrellas cuando sintió la penetración delicada, pero no por ende menos fuerte.

Una vez dentro, repartió besos en el rostro sonrojado de Furihata. Sus pestañas mojadas advertían la presencia de lágrimas, su frente perlada adhería varios mechones de cabello a su piel, los labios brillantes, entreabiertos y jadeantes eran hermosos. Todo en Kouki era hermoso, incluso esas pecas en los pezones que se hacían notar después de morderlos.

La vista que le otorgaba a Seijuuro era por mucho, la más exquisita que pudiese presenciar jamás.

—No me mires tanto. —sonrió el castaño peinando hacia atrás el cabello rojizo. Exploró con los ojos el rostro acalorado de Seijuuro. Notó como una gotita delgada de sudor recorría con lentitud el perímetro de su frente, yendo a la sien. Después encontró los hermosos ojos color cereza que lo miraban taciturnamente. 

—Tienes la culpa de gustarme tanto. —susurró sobre la barbilla del otro. Las paredes anales de Furihata lo aprisionaron al tiempo que envolvía con sus piernas el torso de Akashi, dándole la aprobación de moverse dentro de él.

Al penetrarlo con los dedos, Seijuuro descubrió que a Kouki le gustaba sentirlo lento, introduciéndose dulcemente. Era en ese momento que sus ojos se cerraban con fuerza y de entre sus labios brotaban tiernos gemidos de placer mientras ceñía con su mano la almohada bajo su cabeza, ya que la otra era la mano que mantenía entrelazada con Akashi. Se dedicó a probar la piel de Kouki, pues tenía la sospecha de no poder saciarse nunca del increíble placer que ello le otorgaba. No obstante, se detuvo cuando un gemido bastante elevado de tono llenó la habitación, erizándole la piel. Se irguió para poder besar la boca contraria, pero el ver el ceño fruncido y la saliva que Kouki no podía tragar escapando por la comisura izquierda de sus labios, le distrajeron completamente. Tragó espesamente admirando como se estiraba su cuello en un intento nulo de alcanzar aire y despejar su mente de tanta delicia sexual. Arremetiendo nuevamente en aquel lugar que lo hacía lucir así, vio los ojos castaños abrirse completamente. La mano que guardaba bajo la almohada salió para ser colocada en el pecho enrojecido de Akashi. El tamborileo de su corazón resonaba contra su palma. Ahora sus corazones no luchaban por ser escuchados, sino por permanecer juntos.

—No…Sei, ya… —Kouki trataba de formular una oración coherente, pero con el pene de Seijuuro en su interior, su mente parecía reacia a abandonar ese éxtasis en el que se encerraba. —¡No puedo…! ¡No puedo…! —repitió enterrando los dedos en la piel del otro.

Con lujuria, relamió sus labios. Era delicioso sentir el interior de Furihata contraerse sin parar, su cuerpo temblar en exquisitos espasmos, sus uñas encajarse con una fuerza tremenda, y todo por él. Seijuuro sabía bien que ambos se encontraban al borde del clímax, por lo que quiso salir para poder venirse, ya que no llevaba condón, mas no se esperaba que Kouki abrazara con las piernas su cadera, impidiéndole abandonar aquella posición. La mano que una vez arañó su pecho, ahora le tenía prensado de la nuca, acercándolo a su rostro.

—Te amo, Furihata Kouki.

El revoloteo de miles de mariposas, el hormigueo en sus palmas, el calor bajo la piel, el repiqueteo de su corazón al estallar contra su pecho que se inflaba arrítmicamente, los caldosos jadeos y los placenteros gritos se intensificaron cuando una estremecedora corriente nació en el vientre bajo, yendo velozmente hacia la medula, calando en cada terminación nerviosa. Kouki se vino escandalosamente sobre su abdomen, mientras que Seijuuro lo hizo en el cálido interior de sus entrañas.

Sin salir todavía, se recostó sobre el castaño, quien respiraba agitadamente, abrazado a la espalda contraria. Su entrada aún se contraria y los vestigios del orgasmo paseaban libres sobre la febrilidad de la piel en ambos chicos.

—También te amo, Sei. —jadeó después de poder recuperar el aliento.

Con la mayor suavidad que pudo, retiró su miembro. Kouki se agitó, pero se mantuvo pegado a su cuerpo. Con la fuerza que le quedaba, se recostó de lado, halando a Furihata con él, para poder descansar adecuadamente.

 

 

 

La luz que entraba a raudales por el ventanal, lo despertó. No quería renunciar a la calidez que envolvía su cuerpo, por lo que no abrió los ojos y enredado entre las cobijas, se acomodó para volver a dormir. Sin embargo, se sentó abruptamente al recordar lo que había sucedido anoche. Su voz, como si la hubiese grabado mentalmente, se dejó oír al igual que aquella respiración forzada de Seijuuro al penetrarlo y su desvergonzado actuar con tal de incitar al pelirrojo. ¿Qué demonios le había sucedido anoche?  Esperaba que Akashi no se llevara una mala impresión de él. Con ambas manos se limpió el rostro de todo rastro de sueño, miró a su alrededor sin encontrar nada de pijama, pero vaya que descubrió varias marcas en su piel, sobre todo en aquellas partes donde las pecas de su pecho y hombros eran prominentes.

Un sentimiento extraño, pero agradable le llenó por completo haciéndole sentir como alguien nuevo. La sonrisa lo delataba, una sonrisa tonta que revelaba cuanto le gustaba Akashi y cuanto le quería. Se debatió mentalmente si debía ir a lavarse o esperaba un poco más por si alguien entraba, pues no llevaba nada de ropa y la maleta había quedado en el enorme cuarto de baño. En el momento en que decidió enredar una sábana en la parte baja de su cuerpo, la puerta de la habitación se abrió lentamente dejando pasar a alguien vistiendo un pants negro ligeramente ajustado a sus piernas, delineando su silueta; la sudadera con el cierre hasta arriba se le ceñía de la misma forma y a pesar de que su cabello era cubierto por una gorra, era obvio que se trataba de Seijuuro, sobre todo porque al encontrar sus ojos, le dedicó una tierna sonrisa.

—Buenos días. —saludó acercándose a la cama. Se retiró la gorra dejando ver el cabello rojo empapado en sudor. Bajó el cierre de la sudadera, descubriendo una camiseta que se volvió transparente al mojarse.

—Buenos… —su voz fue más ronca de lo que se imaginaba. Sorprendido se llevó una mano a la garganta. Tragó saliva y carraspeó para aclarar su voz. Akashi sonrió sentándose en la orilla de la cama, recargando su peso sobre una mano.

—Te ves hermoso por la mañana. —dijo Seijuuro acercando la cabeza castaña despeinada para darle un beso en la frente.

—Eso solo lo piensas tú. —sonrió ignorando el tono de su propia voz. Se estiró para abrazar su cuello, halándolo para que Akashi quedara encima suyo.

—Apuesto a que no, pero me alegra ser el único que te importa. —musitó sonriente, robando un beso de los labios contrarios. —Vamos a bañarnos para poder desayunar. Puedo sentir tu estomago gruñir.

Se levantó de él y Kouki continuó sentado cuando la puerta fue golpeada un par de veces.

—Joven amo, tiene una llamada desde el aeropuerto de Narita. —avisó una chica desde el otro lado de la puerta. Seijuuro recogió su gorra, dirigiéndose entonces a la puerta.

—Gracias. Voy en seguida.

—Su baño ya está listo. ¿Quiere que le prepare el baño a su amigo?

Seijuuro le dedicó una larga mirada, inspeccionando su apariencia. Sostenía la puerta de madera, interponiéndola entre la chica y Kouki, quien parecía curioso a su respuesta.

—No, mi novio todavía no despierta. —mintió regalándole a la chica una sonrisa.

—De acuerdo. Si es todo lo que se le ofrece, me retiro por hoy.

—Gracias.

Kouki se quedó solo, con la palabra novio vagando en su mente. Seijuuro le había dicho que era su novio, no un amigo. Que hermosa se oía esa palabra en labios del pelirrojo. Podría ser estúpido, pero le alegraba en demasía por fin poder sonreír con sinceridad, sin ocultarle nada a la persona que tanto quería. Porque tal vez él también se había enamorado desde antes sin saberlo y ahora, después de tantos meses, al fin era consciente de lo que era el amor.

 

Después de tomarse un baño, quitando todo ese brillo anormal en sus ojos, aplacando el cabello enredado y sumamente despeinado con el que amaneció y luego de hacerse un buen lavado en el trasero a pesar de que no pudo sacar nada de semen y no era que Seijuuro no se hubiese venido, sino que probablemente le hubiese limpiado antes de que el despertara. ¿Qué parte de todo eso era hermoso? Con la vergüenza acalorando su rostro, bajó las escaleras hasta donde recordaba estaba la cocina. De ahí manaba un agradable aroma a café y otras cosas que provocaron un gran rugido en su estómago.

—Vaya. —exclamó Kouki con sorpresa. —El joven amo sabe cocinar. —comentó acercándose al pelirrojo ya bañado, vestido con un pantalón de tirantes beige, una camisa salmón arremangada y sus impecables zapatos de manta.

—En absoluto. —negó Seijuuro dándole la vuelta al omurice que tenía en el sartén. Apagó la estufa y tomando a Kouki de la cintura, lo acercó a él. —Solo aprendí a hacer tu plato favorito.

Los ojos de Furihata se iluminaron notablemente, conmovido por la dedicación de Seijuuro. Sonrió colocando ambas manos en el rostro contrario, ladeando levemente su rostro para poder darle un beso, con el cual demostró calladamente cuan valioso era el pelirrojo para él. Por otro lado, Seijuuro se sentía soñado; estar entre sus brazos, oír su voz tan cerca y solo para él, le gustaba. El cuerpo le cosquilleaba, el corazón aceleraba sus latidos y su juicio se veía nublado. Nada tenía sentido.

—Heh… —sonrió pasando de los labios del castaño a su mandíbula, dibujándola con delicados besos. —Vamos a comer o terminaras comiéndome a mí.

—Eso pensé yo esta mañana. ¿Sabes cuantas marcas tengo? No pude contarlas todas…

Tenía planeado el día desde que amaneció. Todo el personal tenía el día libre, por hoy disfrutaría de su día como una persona libre de todo, sin sentir las miradas puestas en ellos, con la sonrisa de Kouki solo para él, se ocuparían ellos mismos por las cosas. Un día extraordinario con la única persona que consideraba extraordinaria. Probablemente ese día sería marcado en el calendario de alguno, pues era el primer día en que el, de la facultad de administración y el, de la facultad de biología, sin nada más en común que un amigo, desayunaban juntos entre risas, con el cálido aroma de una cocina habitada por dos personas que se amaban.

 

 

 

Notas finales:

Despues de iniciarlo hace un año, henos aqui, en el final. William Shakespeare dijo que todo lo que vive debe morir, pasando de la naturaleza a la eternidad, si bien esto no era algo organico, sus comentarios, tanto aqui como en otras plataformas, que me llevaron a conocer mas autores y personas que seguian la hisoria, me impulsaron a darle vida, pues Oscar Wilde tambien dijo que una gran parte de lo que un artista plasma, es lo que el autor es. No es una obra de arte, pero fue la el primer proyecto largo que he terminado. 

Muchisimas gracias, personas. Les tomé mucho cariño, asi que no se sorprendan porque les diga que los quiero. <3

Un abrazo desde el más acá. 

Caray, me estoy prolongando mucho, pero les aviso que a esto le faltan los capitulos extras de cada pareja, por lo que en uno de ellos se aclarará lo de Nash. 

Hasta entonces... :}


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).